Calentamiento global, codicia y necesidades humanas - Ian Gough - E-Book

Calentamiento global, codicia y necesidades humanas E-Book

Ian Gough

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Beschreibung

«Una intervención profundamente original en el debate en curso sobre el cambio climático. Una característica particularmente interesante del libro es la forma en que el autor aporta su experiencia en bienestar para influir en la política climática. El bienestar sostenible es su principio rector» (Anthony Giddens, Miembro de la Cámara de Lores y exdirector de la LSE).   * * *   «Ian Gough ha dado en el clavo. Nos ha mostrado cómo es posible reducir la desigualdad, satisfacer las necesidades humanas de formas culturalmente diversas y reducir los riesgos del peligroso cambio climático. Además, su compromiso crítico dominante y de amplio alcance con la teoría y la práctica de gestionar la transición hacia un clima más seguro demuestra que, lejos de ser una distracción de este proyecto, priorizar las necesidades humanas y reinventar el estado de bienestar son fundamentales para su éxito político» (Robyn Eckersley, Universidad de Melbourne, Australia).   * * *   «En este maravilloso libro, Ian Gough muestra cómo podemos enfrentar el cambio climático de manera sensata, mediante el desarrollo de una política ecosocial que promueva el bienestar humano. El resultado es un tour de force. Demostrando un conocimiento sofisticado de varios campos relevantes, Gough combina importantes conocimientos multidisciplinarios con su anterior investigación pionera sobre las necesidades humanas. El resultado es un marco coherente y práctico, que tiene un valor considerable para guiar los debates sobre políticas. Este impresionante trabajo se convertirá en una lectura esencial para cualquier persona que trabaje en políticas, cambio climático y bienestar humano sostenible» (Gillian Brock, International Dialogue).

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Título original: Heat, Greed and Human Need. Climate Change, Capitalism and Sustainable Wellbeing

Traducción: Martín Bertone

Diseño: Gerardo Miño

Composición: Eduardo Rosende

Imagen de cubierta: 123rf.com/profile_sarawuth702

Edición: Primera. Julio 2023

ISBN: 978-84-19830-08-1 (paperback)

e-ISBN: 978-84-19830-09-8 (ebook)

Depósito legal: M-23134-2023

Lugar de edición: Buenos Aires, Argentina

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

© 2023, Miño y Dávila srl / Miño y Dávila sl

© 2017, Ian Gough (copyright de la edición inglesa)

Miño y Dávila srl

Tacuarí 540 (C1071AAL)

Buenos Aires, Argentina

Mail: [email protected]

web: www.minoydavila.com

instagram: @minoydavila

facebook: facebook.com/MinoyDavila

Índice
Agradecimientos
Introducción
La razón de este libro
El marco conceptual
Plan del libro

PRIMERA PARTE: Conceptos y problemáticas globales

1 ~ Las dimensiones sociales del cambio climático
Cambio climático y bienestar humano
Los desafíos del cambio climático
Impactos humanos
Política climática
Condiciones sociales y desarrollo humano
¿Hacia el desarrollo sostenible?
Conclusión
2 ~ Necesidades humanas y bienestar sostenible
Entender el bienestar
Una teoría de las necesidades humanas
Los satisfactores de necesidades y la estrategia dual
Satisfactores materiales y bienestar sostenible
Mapeo del bienestar sostenible y su base social
El significado moral de las necesidades humanas
Conclusión
3 ~ Capitalismo climático: emisiones, desigualdad, crecimiento verde
Introducción
Capitalismo, crecimiento y emisiones
Crecimiento verde
Desigualdad y capitalismo
Desigualdad dentro del país y emisiones
Conclusiones
Anexo: Cálculo de la distribución de las emisiones globales

SEGUNDA PARTE: Hacia una política ecosocial en el mundo rico

4 ~ Bienestar sostenible, emisiones necesarias y cargas justas
Seguimiento del bienestar sostenible
Entre los ods y 2°C: conflictos y sinergias
De la ecoeficiencia al consumo sostenible
Asignación justa de las obligaciones climáticas
Conclusión
5 ~ ¿De Estados de bienestar a Estados de mitigación climática?
La política social y los impactos del cambio climático
Los Estados de bienestar y el reto del cambio climático
Variedades de régimen de bienestar y mitigación climática
Conclusión: De la cuestión social al reto climático
6 ~ Descarbonizar la economía y sus consecuencias sociales
Mitigación climática: un marco y tres pilares políticos
Impactos sociales y distributivos de la mitigación del carbono: energía doméstica y vivienda
Conclusión: ecoeficiencia equitativa
7 ~ Descarbonizar el consumo: necesidades, carencias y políticas ecosociales
El tamaño y la distribución de las emisiones basadas en el consumo
Necesidades, carencias y emisiones: trazando el corredor de consumo
Barreras al consumo sostenible en la práctica
Propuestas eco-sociales para la integración de políticas
Un Estado de bienestar precautorio: prevención aguas arriba para el bienestar
Conclusión
8 ~ Post-crecimiento, redistribución y bienestar
Introducción: el caso del post-crecimiento
Post-crecimiento por diseño: hacia una economía de estado estacionario
Repensar el bienestar en el post-crecimiento
Las ilusiones de la renta básica universal
Las ventajas de la reducción del tiempo de trabajo
Conclusión: post-crecimiento y bienestar sostenible
9 ~ Conclusión: una transición en tres etapas
El medio ambiente mundial
Hacia políticas ecosociales en el mundo opulento
La economía política de las tres transiciones
Referencias bibliográficas

Para Anna.

Y para Amy, George, Oliver, Ted, Esther y Will.

Agradecimientos

Agradezco, en primer lugar, a Graham Room, de la Universidad de Bath, con quien debatí sobre la relación entre el cambio climático y la política social hace una década y quien me animó a formular un debate sobre el tema que apareció en el JournalofEuropeanSocialPolicy que estaba coeditando. John Hills y David Held apoyaron mi cátedra visitante en la London School of Economics (LSE), y John y sus colegas del Centro para el Análisis de la Exclusión Social (CASE) me dieron la bienvenida cuando me mudé a Londres en 2009. Al mismo tiempo, el Economic and Social Research Council (ESRC) me otorgó una pequeña beca de dos años para la investigación “Cambio climático y política social: repensar la economía política del Estado del bienestar” (ES/H00520X/1). Posteriormente, Simon Dietz y el Instituto de Investigación Grantham sobre el Cambio Climático y el Medio Ambiente de la LSE han financiado una generosa asistencia para la investigación. Esto me brindó las excelentes habilidades de investigación y virtudes bibliográficas de Sam Marden, Cindy Smith, Alex Stark, Erin Nash y Geraldine Satre Buisson. James Angel de la New Economics Foundation y Mario Battaglini de CASE también brindaron ayuda oportuna en la investigación. Gracias también a Alex Pettifer de Edward Elgar por su entusiasta apoyo a este libro.

Estoy profundamente agradecido y en deuda con John Barry, Kate Pickett, Graham Room y Robin Stott por leer y comentar todo el primer borrador. Otros colegas y amigos que me asesoraron sobre capítulos o partes sustanciales del manuscrito incluyen a Tania Burchardt, Simon Dietz, Fergus Green, Geoff Hodgson, Giorgos Kallis, Tim Kasser, Max Koch, Stephan Leibfried, Jane Millar, John O’Neill, Narasimha Rao, Julia Steinberger y Marko Ulvila. Estoy agradecido con todos ellos. Dado que todos discrepan entre sí en muchos aspectos, quizás no sea necesario afirmar que solo yo soy responsable del producto final.

Este libro se basa en más de una docena de artículos y capítulos escritos durante la última década, y estos también fueron guiados y asistidos por otros colegas y amigos, así como por una colección de árbitros anónimos. Incluyen a Alex Bowen, Sarah Cook, Michael Dover, Len Doyal, Robert Falkner, Kevin Farnsworth, Des Gasper, Howard Glennerster, Monica Guillen-Royo, John Hills, Michael Jacobs, Alexandra Kaasch, James Meadowcroft, Paul Ormerod, Guy Standing, Paul Stubbs, Peter Taylor-Gooby, Göran Therborn, Karen Turner y Polly Vizard. Peter Taylor-Gooby también contribuyó con el título.

Google y Mac Finder reemplazaron progresivamente mi memoria menguante. Sin ellos, escribir este libro habría llevado mucho más tiempo. Finalmente, este libro no existiría en absoluto si no fuera por Anna Coote. Ella fue quien me convenció de que el cambio climático debe tomarse en serio. Tras lograr eso, ella estuvo conmigo desde el comienzo del proyecto hasta este final. Su trabajo en la Comisión de Desarrollo Sutentable y posteriormente en la New Economics Foundation fue una inspiración para mí. Me proporcionó ideas y argumentos, mantuvo mi optimismo, me mantuvo enfocado en futuros radicales a más largo plazo, pero insistió en vincular las ideas con la política y la implementación, y me engatusó para que escribiera en un inglés razonablemente accesible. Este libro no existiría sin su amor y colaboración, y se lo dedico a ella.

Introducción

La razón de este libro

El cambio climático –el “calentamiento” del título– es el más abarcador y amenazador de todos los límites planetarios que caracterizan esta nueva era del Antropoceno. Está sujeto a una amplia gama de investigaciones y análisis. Mi esperanza es que este libro agregue cinco cosas a la literatura actual sobre el tema.

Primero, propongo un nuevo concepto con el que comprender el impacto social del cambio climático: el de la necesidad humana. El cambio climático amenaza el bienestar humano en todo el mundo hoy y en el futuro. Para abordar esto se requiere una medida que sea constante tanto en el espacio como en el tiempo. Sostengo que el único candidato son las necesidades humanas básicas y la medida en que se satisfacen. Las preferencias del consumidor no servirán, ni tampoco la “felicidad”: dado que ambas se ven afectadas por las circunstancias e instituciones presentes, nos llevan a un proceso circular que no puede escapar a las fuerzas motrices del pasado ni abarcar el futuro. Se desarrolla una teoría de la necesidad humana que proporciona un marco universalista y al mismo tiempo permite identificar lo que yo llamo “satisfactores de necesidades” en una miríada de circunstancias específicas, a través de diferentes contextos y culturas. Esto proporciona la base normativa y ética para evaluar la dimensión social del cambio climático.

En segundo lugar, trato de superar el abismo demasiado frecuente entre las visiones idealistas de un mundo diferente y la apreciación obstinada del sistema global actual. Este libro proporciona un análisis económico, social y político de los impulsores del cambio climático. En el centro se encuentra el capitalismo, la “codicia” del título, y los implacables procesos de acumulación, crecimiento y desigualdad que reproduce. Junto a esto está el sistema global de estados nacionales. Juntos movilizan los intereses y las instituciones del mundo moderno y dan forma a nuestras ideas dominantes. Cualquier intento de detener y revertir el calentamiento global tendrá que comenzar dentro de este encierro. El libro aboga por una apreciación lúcida de la economía política actual.

En tercer lugar, mi enfoque es multidisciplinario. La erudición sobre el cambio climático estuvo dominada por científicos naturales y economistas, que estudian el medio ambiente y “la economía” y sus interacciones. La dimensión social está mucho menos desarrollada. Abarca temas vitales como la equidad, la justicia, la desigualdad, la pobreza y el empoderamiento, pero a menudo con poca coherencia. Es esencial incorporar otras ciencias sociales para dar crédito a la verdad de que vivimos vidas sociales dentro de estructuras de poder, tanto abiertas como ocultas. La investigación multidisciplinaria proporciona un antídoto esencial para el predominio continuo de la economía neoclásica y los supuestos del neoliberalismo. Pero inevitablemente extiende la red a lo ancho en lugar de a lo profundo: mi esperanza es que las sinergias derivadas de un alcance amplio compensen con creces la ausencia de un enfoque disciplinario.

En cuarto lugar, este libro surge de un interés de toda la vida por la política social: la movilización de la acción colectiva y el poder estatal para mejorar el bienestar humano. Sin embargo, con algunas excepciones, el estudio de la política social ignoró (a ciegas o deliberadamente) el medio ambiente y los límites planetarios dentro de los que necesariamente debe tener lugar la búsqueda de las necesidades y el bienestar humanos. La segunda parte de este libro intenta cerrar esa brecha con cierto detalle. Analiza los “Estados de bienestar” del mundo desarrollado: en qué medida dependen de la economía del carbono y cómo se pueden reformar para perseguir simultáneamente la mitigación del carbono y el bienestar humano. Esto conduce a un análisis de la formulación de políticas bajo diferentes escenarios de producción, consumo y crecimiento y propone ciertas políticas “ecosociales” que podrían combinar medios de vida sostenibles con el bienestar humano.

Finalmente, el libro concluye que la estrategia de “crecimiento verde”, que subyace en el Acuerdo de París 2015 y dominará en los próximos años, solo funcionará si se trata como un trampolín hacia una economía política basada en las necesidades, la suficiencia y la redistribución, no en el crecimiento económico continuo. El crecimiento verde por sí solo no será suficiente, sin embargo, el “decrecimiento” parece poco posible y desalentador en términos políticos. Se necesitan estrategias de transición para pasar de lo primero a lo segundo. El libro desarrolla una etapa intermedia en la que el consumo en los países ricos se “recompone” alejándose de los lujos con alto contenido de carbono hacia las necesidades con bajo contenido de carbono. Este proceso de tres etapas, desde el crecimiento verde, pasando por el consumo recompuesto hasta el decrecimiento, me parece la única forma de progresar desde la “codicia” obstinada y el poder tecnológico del capitalismo contemporáneo hacia un futuro ético, justo y sostenible.

El marco conceptual

Para usar una antigua distinción, este libro se involucra, quizás de manera imprudente, con cuestiones tanto normativas como positivas. Los enunciados normativos afirman cómo deberían ser las cosas y cómo valorarlas; implican una norma, regla o principio utilizado para juzgar o dirigir la conducta humana. Las declaraciones positivas pretenden describir y/o interpretar eventos en el “mundo real”.

Estas son definiciones simplificadas1, pero ayudan a trazar los enfoques distintivos de la teoría de la necesidad y la economía política en este libro.

El marco normativo: necesidad humana

Los términos welfare y wellbeing2 plantean una serie de preguntas. La concepción dominante hoy en día es la de la economía del bienestar, que se ocupa principalmente de la utilidad o la satisfacción de las preferencias del consumidor (ahora seguida de cerca por una escuela que insiste en los reclamos de “felicidad”). Esto se basa en dos fundamentos normativos: que los individuos son los mejores jueces de sus propias preferencias o deseos, y que lo que se consume debe estar determinado por las preferencias de consumo privado de los individuos. Esto impide cuestionar la naturaleza y el contenido de las preferencias de los consumidores, excepto dentro de límites estrechos. Sin embargo, esta visión siempre estuvo sujeta a numerosos desafíos, por motivos de subjetividad, irracionalidad epistémica, preferencias endógenas y adaptativas, lo ilimitado de los deseos, la ausencia de evaluación moral y la falta de especificidad de las preferencias futuras (Gough 2015a).

Se requiere una visión alternativa, y el Capítulo 2 resume A Theory of Human Need (Doyal y Gough 1991) y marcos relacionados. La premisa esencial es que todos los individuos, en cualquier parte del mundo, en todo momento presente y futuro, tienen ciertas necesidades básicas. Estas necesidades deben ser satisfechas para que las personas eviten daños, participen en la sociedad y reflexionen críticamente sobre las condiciones en las que se encuentran. Solo si entendemos las necesidades de esta manera, en términos universales, aplicados a través del tiempo y el lugar, podemos planificar y medir el progreso hacia nuestras metas sociales y ambientales, tanto a nivel mundial como en el futuro. Tras haber identificado este objetivo central, continúo abordando la inmensa variedad cultural en las formas de satisfacer las necesidades y establezco una metodología para identificar los satisfactores de necesidades en entornos sociales particulares.

Según esta y otras teorías afines, las necesidades humanas son objetivas, plurales, insustituibles y saciables. Esto significa que las necesidades también son intergeneracionales, un punto crucial ya que el calentamiento global impondrá progresivamente dilemas de equidad intergeneracional. Podemos afirmar con mucha confianza que las necesidades básicas de las futuras generaciones de seres humanos serán las mismas que las de las generaciones presentes. Además, las necesidades humanas, a diferencia de las preferencias, tienen una sólida base ética: van acompañadas de demandas de justicia y equidad. Las necesidades universales implican obligaciones éticas por parte de los individuos, así como demandas de justicia –derechos y obligaciones universales– sobre las instituciones sociales. Un corolario importante es que se debe dar prioridad a la satisfacción de las necesidades humanas sobre la satisfacción de los deseos si los dos entran en conflicto o si los recursos son escasos. Las necesidades humanas, presentes y futuras, triunfan sobre las preferencias presentes (y futuras) de los consumidores.

El marco positivo: economía política

Una parte importante del libro aborda cuestiones “positivas”, al describir y explicar las características de lo que podemos llamar vagamente “capitalismo climático”. Utiliza la economía política pero también se basa en la ecología y la teoría social para desarrollar lo que podría llamarse un enfoque de economía política ecosocial (ESPE, por sus siglas en inglés). Esto tiene como objetivo llevar a un marco más amplio los siguientes elementos: la economía (ganancias y el impulso para acumular capital), la ecología (ecosistemas y organismos, incluidos los seres humanos), el ámbito social (trabajo remunerado y no remunerado, recursos humanos y relaciones sociales, y desigualdad) y lo político (Estados, gobernabilidad y poder). La intención es brindar un marco realista para analizar los impulsores contemporáneos y las consecuencias del cambio climático. A su vez, discuto la relación entre medio ambiente, sociedad y economía; el capitalismo como sistema; los ámbitos ecológico y social; y la era neoliberal.

Medio ambiente-sociedad-economía

Elámbitodelaeconomía, queesfundamentaltantoparaelámbitoambientalcomoparaelsocial, serefierealaeconomíadeproductosbásicosmonetizadosquesehizocasiuniversalenlaúltimafasedelaglobalización. Esunodelostresámbitosinterrelacionadosdeldesarrollosostenible, juntoconlasociedadyelmedioambiente. ElCapítulo1presentala “rosquilla” o “cinturónsalvavidas” deKateRaworth, queentiendequeelentornobiofísicoenmarcalassociedadesylaseconomías, yqueladimensiónsocialestablecelosvaloresycomponentesdelasatisfaccióndenecesidadesoelbienestarsostenible. Implicaquelaeconomíaesunmedioparaestosfines.

La economía es, en primera instancia, un subsistema de la sociedad humana... el cual es en sí mismo, en segunda instancia, un subsistema de la totalidad de la vida en la Tierra (la biosfera). Y ningún subsistema puede expandirse más allá de la capacidad del sistema total del que forma parte. (Porritt 2006: 46)

Estaideadeámbitosanidadospuederepresentarsecomounaseriedecírculosconcéntricos, conlabiosferaqueabarcalasociedad, queasuvezabarcalaeconomía.

Sinembargo, laeconomíacapitalistaglobalesunsistemapoderosoconunadinámicaincorporadaque esimpulsadaporactoresconunpoderinmenso, tantoqueyasobrepasaloslímitesplanetarios. Enlapráctica, lejosdeserelámbitomenor, eselmásdominante. ParavisualizarlasinterrelacionesentrelostresámbitostambiénpuedeserútilundiagramadeVennountriángulo (Figura0.1).

Los tres ámbitos o puntos del triángulo se asocian tradicionalmente con grupos de diferentes valores, objetivos y ámbitos de políticas:

La desventaja de esta metáfora visual es que los grupos económicos, ambientales y sociales parecen separados e iguales. No lo son, como deja claro este libro.

El enfoque ESPE es multidisciplinario y se basa selectivamente en las perspectivas analíticas de las ciencias sociales, en particular la economía ambiental, la economía ecológica, el marxismo, la sociología, la ciencia política, el institucionalismo histórico y la política social. No tomo al ESPE como una teoría, sino simplemente como un marco útil para tener en cuenta los dobles revestimientos de la “economía”: lo social y lo biofísico. Sin embargo, hablar y escribir hoy en día para las “ciencias sociales” es una tarea abrumadora. Las disciplinas académicas gobiernan, y la investigación que cruza sus fronteras, aunque se defiende constantemente, es una lucha para llevarla a cabo en la práctica. En particular, existe un abismo de incomprensión y malentendidos entre la economía y otras disciplinas de las ciencias sociales.

El paradigma dominante que enmarca el análisis de la economía durante las últimas cuatro décadas fue la economía neoclásica. Diría que, como enfoque analítico positivo, este paradigma tiene, al menos, tres puntos ciegos. Primero, equipara la incertidumbre (no asegurable) con el riesgo (asegurable), a pesar de los peligros inminentes de los puntos de inflexión climáticos y los resultados catastróficos y, por lo tanto, de muchas formas de análisis de costo-beneficio de los impactos futuros de la mitigación del cambio climático. En segundo lugar, asume que el progreso técnico es “exógeno”, determinado fuera del modelo del sistema económico, lo que perjudica la capacidad de analizar los grandes cambios no marginales que requiere la rápida transformación económica y la descarbonización y así hace que todos los modelos económicos actuales sean inviables según algunos economistas. En tercer lugar, la economía estándar ignora o subestima el papel de las barreras históricas e institucionales en la implementación de políticas climáticas efectivas (Dietz 2011; Hodgson 2013; Scrieciu et al. 2013; Grubb et al. 2014; Farmer et al. 2015).

Una encuesta realizada en 2011 concluyó que la economía neoclásica defendía una tasa óptima de reducción de emisiones “modesta”, muy por debajo de la recomendada por los científicos del clima (Dietz 2011). Las razones económicas para reducciones más profundas de las emisiones se pueden justificar, y se justificaron, utilizando una tasa de descuento más baja para estimar los costos climáticos futuros (Stern 2007), o reconociendo la existencia de escenarios de baja probabilidad y alto impacto (Weitzman 2009). Probablemente sea cierto decir que los economistas climáticos neoclásicos están cambiando hacia un enfoque más precautorio, pero todavía están muy por detrás de las advertencias aceleradas de los científicos del clima. En contraste, una variedad de conceptos económicos tiene valor y se utiliza en otros lugares, por ejemplo, en el Capítulo 6.

La economía política brinda un marco más amplio y fructífero. Abarca dos suposiciones centrales (Caporaso y Levine 1992; Gamble 1995). La primera es que los procesos políticos y económicos, aunque analíticamente distintos bajo el capitalismo, están interconectados y deben estudiarse como un todo complejo e interrelacionado. La segunda es que la economía, la esfera del “abastecimiento material”, tiene un peso especial para explicar y comprender adecuadamente la forma de gobierno y la política3. Los gobiernos no son percibidos como árbitros neutrales que corrigen disfunciones en la economía de mercado, sino como instituciones centrales que reflejan y le dan forma a la distribución del poder y los recursos en la sociedad. El enfoque de la economía política se puede encontrar tanto en formas marxistas como no marxistas, estas últimas, por ejemplo, en Lindblom (1977), Strange (1988), Dahl (1998) y Hacker y Pierson (2002).

El capitalismo como sistema

La economía política está dispuesta a referirse al capitalismo y al sistema capitalista, un sistema ahora global que impulsa la relación entre la economía, el cambio climático y las necesidades humanas. Aunque se discute la definición exacta de capitalismo, hay acuerdo sobre algunas características clave. La primera es la producción de mercancías con fines de lucro. Como señaló por primera vez Karl Marx, el capitalismo subordina la producción de “valores de uso” para satisfacer los deseos y necesidades humanos4 a un impulso para acumular “valor de cambio” mediante la producción de mercancías para la venta:

La circulación simple de mercancías –vender para comprar– es un medio para realizar un fin ajeno a la circulación, a saber, la apropiación de valores de uso, la satisfacción de necesidades. La circulación del dinero como capital es, por el contrario, un fin en sí mismo, ya que la expansión del valor solo tiene lugar dentro de este movimiento constantemente renovado. La circulación de capitales, por lo tanto, no tiene límites. Así, el representante consciente de este movimiento se convierte en capitalista. Su persona, o más bien su bolsillo, es el punto de donde parte el dinero y al que vuelve. Lo único a lo que aspira es al inquieto proceso interminable de obtención de beneficios. (Marx 1926: 169, 171)

Esto se aplica ya sea que esa cosa llamada capital se invierta en energía, industria, agricultura, servicios, distribución, finanzas o el mundo digital inmaterial. Esta es la fuerza impulsora central de la economía mundial capitalista.

Otra característica clave del capitalismo es la propiedad privada de los medios de producción o del capital (o al menos de un sustancial sector de propiedad privada). Por lo tanto, las empresas privadas controlan la inversión en medios de producción y desempeñan un papel importante en la determinación de las vías económicas de desarrollo. Otra característica es la existencia de una clase de personas que venden su fuerza de trabajo a cambio de salarios; no tienen bienes propios, o al menos no tienen bienes suficientes para mantenerse a sí mismos y a sus familias durante su vida. Ambas características enfatizan el papel de los derechos de propiedad, o su falta, y los institucionalistas legales argumentarían que un sistema legal que reconoce los derechos legales sobre muchos tipos de activos es otro componente fundamental del capitalismo (Hodgson 2016).

El capitalismo es un sistema que evolucionó en el tiempo histórico, desde los comienzos mercantiles en el noroeste de Europa en el siglo XVI, pasando por el capitalismo industrial en Gran Bretaña en el siglo XVIII, y se extendió a Europa, América del Norte y otros países colonos en el siglo XIX. En el siglo XX, nuevas formas sociotécnicas de “fordismo” (producción integrada y consumo masivo) surgieron inicialmente en los EE.UU. y se extendieron por todo el mundo capitalista avanzado. Desde la década de 1970, esto se transformó en el sistema global y financiarizado que caracteriza el nuevo milenio. Como predijo Marx, el sistema se extendió tanto intensamente, mercantilizando muchas de nuestras actividades y relaciones, como extensivamente, “llenando” el mundo entero. La búsqueda de ganancias da forma e impulsa el progreso tecnológico. El resultado son las transformaciones aceleradas de nuestras economías y vidas, y del mundo. El objetivo del crecimiento económico sin fin es un corolario necesario del capitalismo.

La coevolución del capitalismo en torno a los hidrocarburos fósiles tuvo una importancia trascendental. Desde fines del siglo XVIII, los combustibles fósiles brindaron la base energética indispensable para este proceso de acumulación. Con la quema de carbón, la energía se liberó del viento, el agua, los biocombustibles y la tracción animal, y de repente se dispuso de millones de años de energía de “luz solar almacenada”. La explotación posterior del petróleo proporcionó fuentes de energía aun más concentradas. El impulsor fundamental del calentamiento global fue una combinación de industrialización basada en fósiles y capitalismo global: capitalismo carbonífero (Newell y Paterson 2010).

Los ámbitos ecológico y social

Las sociedades siempre desarrollaron mecanismos para proteger y reproducir el trabajo y la naturaleza. Las actividades para cuidar y socializar a niños y niñas, construir y mantener comunidades y crear significados compartidos siempre existieron por fuera de la economía de mercado y principalmente fueron realizadas por mujeres, como subrayan los análisis feministas (Elson 1988; Mellor 1997; Barry 2012; Fraser 2014). De manera similar, las formas de acción colectiva evolucionaron a lo largo de la historia para contrarrestar la sobreexplotación de los “recursos de uso común” ambientales en contextos locales, como la pesca excesiva o el uso excesivo de los suministros de agua, tal como lo documentó Elinor Ostrom (1990). Éstos adoptan numerosas formas, como la tenencia comunal o los derechos a los servicios ambientales, con control y cumplimiento voluntarios y comunales.

La reproducción de las capacidades humanas y los servicios ambientales en los contextos locales dependió durante mucho tiempo de arreglos precapitalistas, no mercantilizados y colectivos. Pero el suministro de recursos naturales y humanos no puede garantizarse desde dentro de la dinámica capitalista. Ambos conjuntos de recursos requieren protección brindada por instituciones con valores distintivos y fuerzas motrices: lo que Nancy Fraser (2014) llama “las moradas ocultas del capitalismo”. Si el valor dominante del sistema capitalista es la “codicia legítima”, los valores de las “moradas ocultas” son costumbres sociales como la solidaridad, el apoyo mutuo y la responsabilidad comunal y colectiva, que con el tiempo mutaron en ideas y movimientos de ciudadanía social y sustentabilidad ecológica (cf. Streeck 2014). Tanto la naturaleza como las necesidades humanas son complejas, desordenadas y multidimensionales, pero una economía capitalista depende en última instancia de la reproducción de ambas (Koch 2012).

El capitalismo, como modo de producción impulsado por la acumulación, siempre está encerrado dentro de formaciones sociales particulares, que comprenden instituciones sociales y políticas. El concepto de Karl Polanyi del “doble movimiento” en La gran transformación brinda una perspectiva histórica útil. A medida que la economía de mercado en la Gran Bretaña del siglo XIX se volvió autorreguladora y se “desvinculó” de las instituciones sociales y los patrones sociales de comportamiento, surgió una contradicción en el ámbito social. Dejando de lado la esclavitud, el trabajo en sí mismo no puede ser mercantilizado: es una “mercancía ficticia” porque no se produce para la venta y “no puede separarse del resto de la vida” (Polanyi 1944). Su mercantilización de facto resultó en una profunda inseguridad y amenazas al bienestar, lo que condujo a contramovilizaciones de trabajadores, comunidades y reformadores sociales y al surgimiento político de la “cuestión social”. Surgieron nuevas formas de regulación e instituciones protectoras, incluidas las políticas sociales, de manera fragmentaria y en una amplia variedad de formas, para hacer frente a los efectos no planificados, dañinos y que amenazan el sistema de la mercantilización del trabajo. Después de la Segunda Guerra Mundial, esta reacción social se institucionalizó en forma de “Estados de bienestar”.

La perspectiva polanyiana también se puede aplicar para comprender las intervenciones estatales en el ámbito ambiental y en la política climática. La naturaleza es, como el trabajo, una “mercancía ficticia”. La industrialización temprana puso en marcha el aumento inexorable de las emisiones de CO2 y aceleró la mercantilización de los recursos naturales y el despojo del medio ambiente. Esto, a su vez, estimuló los primeros movimientos opositores en el siglo XIX, como las regulaciones municipales sobre el suministro de agua. Situación que se renovó a fines del siglo XX, cuando las amenazas de un crecimiento industrial y de consumo no regulado motivaron movimientos ambientales y políticas verdes. Una vez más, esto presionó gradualmente las intervenciones estatales y la gobernanza ambiental, que incluyeron, con el tiempo, las primeras medidas para restringir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Algunos politólogos interpretaron el surgimiento de “eco-Estados” como un paralelismo con el surgimiento anterior de Estados de bienestar (Barry y Eckersley 2005; Meadowcroft 2005; Gough et al. 2008a; Duit 2014; Duit et al. 2016: 3; cf. Mol 2016).

Pero la compatibilidad del capitalismo con las restricciones ecológicas es aun más problemática. La economía ecológica reconoce la prioridad ontológica y normativa de una biosfera sostenible, pero pasa a analizar las numerosas interacciones que surgen. Los temas clave incluyen escala, coevolución, incertidumbre y complejidad (Özkaynak et al. 2012). Los ecosistemas pueden verse perturbados cuando la escala de la economía humana crece de manera anormal en relación con su entorno. Una cuestión central es la de los límites, que llamó la atención internacional con la publicación de Limits to Growth (Meadows et al. 1972), y la capacidad de la tecnología para eludir dichos límites (Costanza 1991). Herman Daly (1996) argumenta que existen límites fundamentales para el crecimiento económico derivados de la “finitud, la entropía y la interdependencia ecológica” y que el progreso tecnológico o el “ingenio” no pueden desplazarse eternamente hacia los límites de lo posible: la humanidad ya se movió de un mundo “vacío” a uno “lleno” (Daly 2007). O, en el lenguaje revelador de Boulding (1966), estamos pasando de una “economía de vaqueros” que se vive en llanuras ilimitadas a una “economía de hombres del espacio” que se vive dentro de una cápsula5. Estos temas se revisan en el Capítulo 8.

Desde esta perspectiva, el capitalismo depende tanto de la esfera ecológica como de la esfera social: sin una regulación colectiva de ambas, su propia supervivencia está amenazada. Otras disciplinas y campos de estudio pueden aumentar nuestra comprensión de estos mecanismos. El institucionalismo moderno es un paradigma prominente en campos de estudio que incluyen a la economía, las ciencias políticas, las relaciones internacionales y la política social. Las instituciones pueden definirse más ampliamente como sistemas duraderos de reglas sociales establecidas y prevalentes que estructuran las interacciones sociales. Repetido en el tiempo tal comportamiento adquiere peso normativo (Hodgson 2006). Los sistemas de gobierno son, por supuesto, instituciones centrales, que reflejan y dan forma a la distribución del poder y los recursos dentro de las sociedades. Por ejemplo, el Capítulo 5 se basa en estudios sobre el Estado de bienestar, que comprende investigaciones transnacionales tanto históricas como comparativas con una rica variedad de metodologías (Castles et al. 2010). Como una forma de resumir los cambios en las políticas estatales y sus impulsores, utilizo un marco anterior (Gough 2008, 2016). Esto postula cinco impulsores del desarrollo de políticas: las “cinco I” de la industrialización (y otras tendencias estructurales), intereses, instituciones, ideas/ideologías e influencias internacionales.

Finalmente, las perspectivas coevolutivas reconocen el desarrollo conjunto y complejo de los sistemas naturales y sociales, como en las nuevas investigaciones en la sociología de la ciencia, la tecnología y los mercados y la ciencia política de las transiciones socioecológicas o verdes (IPCC 2014c).

La era neoliberal

El capitalismo de posguerra se caracterizó a menudo como capitalismo de Estado de bienestar keynesiano. Un nuevo acuerdo social o compromiso de clase restableció la apropiación privada de la propiedad y los mercados, pero contenida dentro de un compromiso público de pleno empleo, regulación estatal de industrias clave y un Estado de bienestar integral. Durante la década de 1970, este modo de regulación comenzó a ser reemplazado por una forma muy diferente, frecuentemente designada como capitalismo neoliberal o neoliberalismo. Este término debe usarse con cuidado, ya que está asociado con una desconcertante variedad de significados (Venugopal 2015). Considero que el “neoliberalismo realmente existente” es una fase distinta del capitalismo desde alrededor de 1980. Abarca un conjunto dominante de ideas y prácticas. Sus ideas definitorias incluían la creencia en la superioridad de los mercados y la denigración de gran parte del gobierno y la acción colectiva. Sus características definitorias incluyen una nueva división internacional del trabajo, la expansión global de las redes de producción, los flujos comerciales y financieros, el terreno de las finanzas, el aumento de la participación en las ganancias y la ampliación de las desigualdades dentro de los países (Glyn 2006; Newell y Paterson 2010; Duménil y Lévy 2011; Koch 2012; Stiglitz 2013).

En la nueva era, el poder relativo de las corporaciones comerciales y el sector financiero creció, especialmente en relación con los sindicatos y los intereses laborales, pero también frente a los estados nacionales. Esto se deriva no solo de su poder de cabildeo, sino también de su poder estructural, la capacidad de influir en las políticas sin tener que ejercer presión directa sobre los gobiernos a través de agentes. Esto se debe a varios factores, pero dos se volvieron más importantes en las últimas décadas: la capacidad de cambiar la inversión y la actividad económica entre jurisdicciones y la posición estructural del capital financiero para garantizar la supervivencia económica nacional. El resultado final es una simbiosis más estrecha o incluso una “captura” de los gobiernos por parte de las grandes empresas y las finanzas (Gough 2000, cap. 4; Hacker y Pierson 2002; Woll 2014). Es una coincidencia histórica (y, diría, una tragedia) que el reconocimiento generalizado del cambio climático como una amenaza global haya surgido en la era neoliberal, lo que Naomi Klein (2015) llama la gran desgracia de Bad Timing.

Para concluir, la economía política ecosocial se usa aquí como abreviatura de un enfoque que se basa en las contribuciones que las disciplinas de las ciencias sociales pueden hacer para comprender los impactos del calentamiento global en la acción humana, los sistemas sociales y el bienestar humano, y viceversa. Reconoce que las propuestas y movimientos de cambio de rumbo se sitúan en el tiempo histórico y en un contexto de prácticas sociales y culturales, lo que exige un estudio transversal. El enfoque ecosocial nos permite examinar las interrelaciones y los conflictos a tres bandas entre los ámbitos de la biosfera (en particular, el calentamiento global), la sociedad y la economía. Este es el terreno en el que el conocimiento científico y la preocupación pública por el cambio climático se arraigaron y crecieron. La economía política ecosocial brinda el marco analítico principal de este libro.

Plan del libro

El libro se divide en dos partes: la primera cubre temas conceptuales y globales, la segunda el mundo de los países ricos. Mi idea original era estudiar el cambio climático, la desigualdad y la política social dentro del mundo rico del Norte, y ese es el objetivo de la Segunda Parte. Pero el cambio climático es la amenaza global que plantea peligros existenciales y, al mismo tiempo, perversos dilemas en la coordinación de la acción global para limitarlo. Estos temas tienen un significado trascendental por derecho propio, lo cual es justificación suficiente para la Primera Parte. También enmarcan las responsabilidades y obligaciones del Norte hacia el planeta y los pueblos del Este y del Sur. El supuesto básico aquí es que debe haber una “contracción y convergencia” rápida. Por lo tanto, el mundo rico tiene una doble obligación: descarbonizar rápidamente sus prácticas de producción y consumo y financiar generosamente programas de mitigación y adaptación en el Sur global. Este es el supuesto fundamental que enmarca el debate de las cuestiones y políticas económicas y sociales en la Segunda Parte del libro.

El Capítulo 1 resume lo mejor de nuestro conocimiento sobre el futuro previsto del calentamiento global y sus implicancias potencialmente catastróficas para los hábitats humanos y el bienestar humano. Se resumen las opciones de política, divididas entre programas para mitigar el cambio climático y para adaptarse a él. Pero la política climática por sí sola podría ser injusta e inequitativa. El objetivo debe ser respetar los límites biofísicos y, al mismo tiempo, buscar el bienestar sostenible: es decir, el bienestar de todos los pueblos actuales y de las generaciones futuras. Esto significa prestar atención a su distribución entre los pueblos y a las cuestiones de equidad y justicia social. Entre un límite superior establecido por límites biofísicos y un límite inferior establecido por niveles decentes de bienestar para todos, hoy se encuentra un espacio seguro y justo para la humanidad. El capítulo concluye señalando dos hitos mundiales en 2015: los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y el acuerdo climático de París. Juntos revelan una enorme brecha entre lo que se necesita para un clima seguro y las perspectivas de una sociedad justa y próspera.

El Capítulo 2 establece un marco normativo novedoso para juzgar el progreso tanto en el bienestar humano como en la sustentabilidad planetaria: las necesidades humanas universales y su satisfacción. Esboza una teoría de la necesidad humana e identifica la salud y la autonomía como necesidades fundamentales requeridas universalmente para permitir que las personas participen en sus formas sociales de vida. A continuación, distingue estas necesidades universales de los satisfactores culturalmente específicos y esboza una forma de evaluar estos últimos. Estos satisfactores materiales en sí mismos requieren un conjunto de instituciones para decidir sobre ellos y producirlos de manera sostenible. Finalmente, el capítulo reafirma las fuertes prioridades normativas que siguen: satisfacer las necesidades básicas de las personas, ahora y en el futuro, debe ser la primera prioridad de la justicia y, por lo tanto, satisfacer las necesidades tiene prioridad moral sobre la satisfacción de las preferencias del consumidor.

El Capítulo 3 desarrolla un enfoque de economía política para comprender el “capitalismo climático”, un modelo que tiene como objetivo cuadrar la necesidad de ganancias y crecimiento continuo del capitalismo con la rápida descarbonización de la economía mundial.

Analiza los principales impulsores globales de las emisiones, incluido el crecimiento de la población, el crecimiento de los ingresos, la eficiencia ecológica de la producción y la brecha global entre las emisiones de la producción y el consumo. Luego pasa al papel de las desigualdades, internacionales e intranacionales, y su impacto en las emisiones y responsabilidades por el calentamiento global. Describe y critica la perspectiva dominante actual del “crecimiento verde” impulsado por la inversión en energías renovables y el cambio tecnológico de ahorro de carbono diseñado para desvincular las emisiones de la producción. El capítulo concluye señalando la contradicción tripartita actual entre el crecimiento económico, el fin de la pobreza y el peligroso cambio climático.

El Capítulo 4 analiza algunas de las preguntas, dilemas y oportunidades que surgen cuando las demandas de la necesidad humana confrontan el actual sistema económico global. Pregunta qué constituiría un mínimo moral de satisfacción de necesidades en el mundo actual y luego trata de estimar qué “emisiones necesarias” implicaría. Satisfacer las necesidades siempre será un camino con menos emisiones de carbono que satisfacer las preferencias de los consumidores sin trabas financiadas por ingresos cada vez mayores. Pero si es lo suficientemente bajo para proteger las necesidades de las generaciones futuras dependerá, primero, de los conflictos y sinergias entre los ODS y una estrategia de mitigación de 2°C y, segundo, de la presencia de un marco de equidad global. Todas las estrategias existentes ignoran el papel del consumo en el mundo próspero, pero la sostenibilidad y la distribución están íntimamente conectadas. Mi conclusión es que la equidad, la redistribución y la priorización de las necesidades humanas, lejos de ser distracciones de la tarea básica de descarbonizar la economía, son políticas climáticas críticas.

El Capítulo 5 comienza con las políticas sociales y su incorporación en los “Estados de bienestar” occidentales. ¿Cuáles son los nuevos riesgos relacionados con el clima que podemos esperar en el mundo desarrollado y cuáles son sus implicancias para la política social? El capítulo rastrea el desarrollo de los Estados de bienestar y muestra cómo están siendo erosionados por presiones internas y externas, y fueron superados por un aumento de la desigualdad. Aplica un análisis comparativo de políticas para delinear los paralelismos entre los “Estados de mitigación climática” y los Estados de bienestar. Tal encuesta revela tendencias comunes y variaciones nacionales y regionales significativas. El capítulo concluye distinguiendo tres rutas hacia la descarbonización: crecimiento verde, consumo recompuesto y decrecimiento. Establece un marco para rastrear la relación entre la política climática y la política social dentro de estos caminos, que se aplica en los capítulos restantes.

El Capítulo 6 examina los programas de mitigación climática para reducir las emisiones territoriales en el Norte global, basándose en la discusión sobre el crecimiento verde en el Capítulo 3. Describe los marcos de políticas actuales para reducir el carbono y examina las principales estrategias de mitigación del carbono: fijación de precios del carbono, regulación e inversión estratégica. Luego, traza algunas de las consecuencias distributivas y sociales de estas políticas y los roles que las políticas sociales pueden y no pueden desempeñar para contrarrestarlas. Pide un cambio de políticas sociales reactivas a políticas “ecosociales” integradas, como “nuevos acuerdos verdes” para modernizar viviendas y proveer energía doméstica sostenible. Concluye que la mitigación de carbono radical y justa requerirá un cambio del modelo neoliberal hacia un Estado más coordinado y activamente intervencionista.

ElCapítulo7pasadelaproducciónalconsumoylasemisionesbasadasenelconsumo. Estollevaaotroobjetivopolíticoparaelmundorico: “recomponer” elconsumoparahacerlomássostenible. Sinembargo, lasimpleredistribucióndelosingresosaloshogaresdebajosingresospodríaaumentar, enlugardereducir, lasemisiones. Porlotanto, estecapítulovuelvealateoríadelanecesidadhumana. Estableceunametodologíade “estrategiadual” paraidentificarunpaquetemínimodeartículosdeconsumonecesariosenelReinoUnidoysugierecómopodríausarseparaidentificarunpaquetemáximoparaelconsumosostenible. Deestaforma, sepuedetrazarun “corredordeconsumo” entreloslímitessuperiorinsostenibleeinferiorinaceptable. Alaluzdelospoderososinteresescorporativosydeotrotipoquedanformaalaspreferenciasdelosconsumidores, seabogaporunaampliaestrategiadeprevenciónprevia. Paraimplementaresteenfoque, sesugierenmáspolíticasecosociales, queincluyengravarloslujosconaltocontenidodecarbono, másconsumosocialyracionamientodecarbonoenloshogares. Laconclusiónseñalaquetodoesteenfoquedesafíaalgunosprincipiosfundamentalesdelaeconomíaortodoxa.

ElCapítulo8partedelargumentodequeinclusounacombinacióndeecoeficienciaradicalyconsumorecompuestonoreducirálasemisioneslosuficientementerápidocomoparaevitarelpeligrosocalentamientoglobalsielcrecimientoeconómicocontinúaenelmundorico. Establecealgunascaracterísticasbásicasdeunaeconomíadepost-crecimientoodecrecimiento: unénfasisenlareproducciónynoenlaproducción, lainversiónynoelconsumo, mástiempodiscrecional, nomásmercancías, másigualdadynomenosredistribución. EstoafectaríaprofundamenteatodoslosEstadosdebienestarexistentes, quesebasanenelcrecimientoeconómico. Seconsideranunavariedaddesolucionespolíticas, incluidaladistribucióndelariquezademaneramásuniformeatravésdeformasalternativasdeimpuestosypropiedad, yelfomentodelaeconomíacentralosocial. Unaeconomíayunasociedadqueyanopuedendependerdelcrecimientoanualrequeriránunaredistribuciónradicaldelcarbono, eltiempoylariqueza. Seargumentaquelapolíticamásrealistaparalograrestatransiciónesreducirgradualmenteeltiempodetrabajoremunerado, otrapolíticaecosocialvital.

ElCapítulo9concluyelaobra. Laideadelasnecesidadeshumanascomunesbrindaunaalternativaesencialalabúsquedadeuncrecimientodelconsumoinsostenibledentrodelcapitalismocontemporáneo. Lasnecesidadessonlimitadas; losdeseossonilimitados. Sinembargo, labúsquedadelbienestarsocialylaestabilidadclimáticaactualnopuedesepararsedeladinámicayelfuturodelaseconomíascapitalistas. Elcapítuloabogaporunprocesodetresetapasparareconciliarelbienestarhumanoconlaestabilidadplanetaria. Laprimera, uncrecimientoverdemásecoeficiente, requiereuncambiodeformasdecapitalismoliberalesaformasmáscoordinadas. Lasegunda, recomponerelconsumo, requeriríaalmenosuncambiodeunaformadecapitalismocoordinadoaunamás “reflexiva”. Latercera, eldecrecimiento, esincompatibleconelimpulsodeacumulacióndecualquierformadecapitalismo, peroenúltimainstancia, ymuypronto, esesencialparanuestrafuturaprosperidad, sinoparanuestrapropiaexistencia. Esporestarazón, entreotras, queestelibroproponeunaestrategiaprovisionalpararecomponerelconsumoenlospaísesricoshaciasatisfactoresdenecesidadesbajosencarbono. Podríabrindaruncaminoviablequepermitairdeunpresentepeligrosoaunfuturoaparentementeimposible.

~ 1 ~Las dimensiones sociales del cambio climático

Cambio climático y bienestar humano

Elcambioclimáticoamenazaelbienestarhumanoentodoelmundoyenelfuturo. Planteaundesafíoexistencialsinparalelosenelpasado: “unproblemadepolíticaverdaderamentecomplejoydiabólico” (Steffen2011). Elbienestarhumano, obviamente, dependedelossistemasquesustentanlaTierra; estossonmuchosyvariadosy, fundamentalmente, interactivos. Durantelosúltimos10.000años, elHoloceno, estossistemasmantuvieronunestadorelativamenteestable, formandolasbasesecológicasparaelsurgimientodelacivilizaciónhumana. Enlaactualidadseidentificóunanuevaépocageológica, elAntropoceno, dondelasactividadeshumanascomienzanatenerunimpactoglobalsignificativoynegativoenlosecosistemasdelaTierra.

El Centro de Resiliencia de Estocolmo identificó nueve procesos críticos del sistema terrestre: el cambio climático, la tasa de pérdida de biodiversidad, los ciclos del nitrógeno y el fósforo, el ozono estratosférico, la acidez de los océanos, el suministro global de agua dulce, la disponibilidad de tierras agrícolas, la carga de aerosoles atmosféricos y la contaminación química. Continúa estimando los límites seguros para cada uno y concluye que ya se cruzaron los primeros tres de estos “límites planetarios”. El cambio climático, el cambio de energía en la atmósfera debido a las emisiones de gases de efecto invernadero (el grado de “forzamiento radiativo”), ya supera los límites seguros (Rockström etal. 2009). Mientras termino este capítulo, dos informes de noticieros anunciaron que 2016 será el año más cálido jamás registrado, luego del anterior más cálido, 2015, y que las temperaturas sobre el Ártico son sorprendentemente 20°C más altas de lo normal.

De esos límites, este libro se ocupa únicamente del cambio climático. Elegir solo uno de los nueve límites ecológicos no está exento de problemas: puede dejar de lado importantes cuestiones socioecológicas como la alimentación, el agua y el estado de los océanos. La elección se debe en parte a la falta de tiempo, espacio y conocimiento. Pero también refleja un consenso de que el cambio climático es el gran “multiplicador de amenazas”, que representa la amenaza más inmediata, grave e intratable para el bienestar humano en el mundo actual. Esta relación entre el bienestar humano y el cambio climático es el enfoque principal del libro.

Kate Raworth describe la interacción de los límites planetarios y el bienestar humano como una “dónut” o un “salvavidas”, ilustrado en la Figura 1.1.

Los nueve límites planetarios descritos por el Centro de Resiliencia de Estocolmo constituyen el círculo exterior (Rockström etal. 2009). Las bases sociales del bienestar humano constituyen el límite interior, basándose en los “Objetivos de Desarrollo Sostenible” aceptados formalmente por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015. La naturaleza exacta de estos componentes del bienestar humano se analizará a continuación y en el Capítulo 2.

La tarea global más urgente es llevar a todos por encima de la base social que protege contra las privaciones sociales amenazantes sin exceder los límites planetarios críticos, lo que a su vez evitará que las generaciones futuras caigan por debajo de esta base social.

Entre una base social que protege contra las privaciones humanas críticas y un techo ambiental que evita los umbrales naturales críticos, se encuentra un espacio seguro y justo para la humanidad, con forma de dónut (o, si lo prefiere, un neumático, un bagel o un salvavidas). Este es el espacio donde tanto el bienestar humano como el bienestar planetario están asegurados y se respeta su interdependencia...

Avanzar hacia un espacio seguro y justo para la humanidad significa erradicar la pobreza para llevar a todos por encima de la base social y reducir el uso de recursos globales para devolverlo a los límites planetarios. La justicia social exige que este doble objetivo se logre a través de una equidad global mucho mayor en el uso de los recursos naturales, con las mayores reducciones provenientes de los consumidores más ricos del mundo. Y exige una eficiencia mucho mayor en la transformación de los recursos naturales para satisfacer las necesidades humanas. (Raworth 2012: 5, 12)

Sin embargo, existe una profunda disyunción entre los imperativos ecológicos y sociales. Los límites planetarios permanecieron intactos en el Holoceno durante unos 10.000 años hasta hace poco. Pero siempre ha habido, y sigue habiendo, millones de personas en extrema necesidad, hambrientas, enfermas, empobrecidas, amenazadas, inseguras, perjudicadas de numerosas formas objetivas y sufriendo de innumerables formas personales y colectivas. Es bastante concebible emprender programas para la sostenibilidad planetaria sin abordar esta acumulación de necesidades insatisfechas; de hecho, hay muchas formas en que las políticas climáticas pueden dañar a los pobres y empeorar la desigualdad global. Por el momento, simplemente afirmo que existen profundos argumentos morales y consecuentes para vincular los dos imperativos y abordarlos a la vez.

Este libro coloca la dimensión social del bienestar firmemente en el centro de las discusiones sobre el cambio climático, y viceversa. Este capítulo establece el escenario al resumir primero nuestro mejor conocimiento sobre el pasado, el presente y el(los) futuro(s) pronosticado(s) del calentamiento global. En segundo lugar, esboza los impactos probables del cambio climático futuro en los hábitats humanos y el bienestar humano. En tercer lugar, resume las opciones de política climática, en términos de mitigación del cambio climático y adaptación a él. Cuarto, analiza con más detalle el anillo interior del salvavidas de Raworth y considera hasta qué punto los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados en 2015 brindan un marco para concebir y medir estas opciones de política.

Los desafíos del cambio climático

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) reúne a la mayoría de los científicos del clima en el mundo y emite informes del consenso científico mundial. El último es el Quinto Informe, publicado en 2013/14. Marca una movilización sin precedentes de la cooperación científica y brinda un punto de referencia de los mejores conocimientos actuales en los que basarse (ver también Royal Society 2010). Aquí no se consideran los argumentos de los negacionistas del cambio climático, todavía poderosos en algunos países (principalmente en la “angloesfera”, y en particular en los EE.UU.). Sin embargo, su papel se discute en algunos lugares como una característica de los esfuerzos políticos e ideológicos para bloquear y retrasar los intentos de frenar el cambio climático.

En resumen, las temperaturas globales medias son ahora alrededor de 1,0°C más altas que los niveles del siglo XIX. El Informe resumido del IPCC de 2014 establece que:

El calentamiento del sistema climático es inequívoco y, desde la década de 1950, muchos de los cambios observables no tienen precedentes durante décadas o milenios. La atmósfera y los océanos se han calentado, la cantidad de nieve y hielo disminuyó y el nivel del mar subió... Las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2), metano y óxido nitroso no tienen precedentes en, al menos, los últimos 800.000 años. (IPCC 2014a: 1, 4)

El vínculo científico entre este calentamiento y ciertas emisiones atmosféricas, denominados “gases de efecto invernadero” (GEI), se estableció durante más de un siglo. El más significativo es el dióxido de carbono o CO2, que supone las tres cuartas partes del total y va en aumento. El CO2, principalmente, es producto de la quema de combustibles fósiles (casi el 80%) y de ciertos procesos industriales como la producción de cemento, las refinerías, la industria siderúrgica y la industria petroquímica. La cuarta parte restante de las emisiones antropogénicas de GEI son gases distintos del CO2, en particular el metano y el óxido nitroso derivados de la agricultura y otros usos humanos de la tierra.

El calentamiento global futuro dependerá de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Todos los GEI permanecen en la atmósfera y, por lo tanto, contribuyen al calentamiento global durante algún tiempo, pero el período de tiempo es diferente. El metano, aunque es un GEI potente, dura solo unos 12 años, pero “el carbono es para siempre”. Entre un 65 y 80% del CO2 liberado en el aire se disuelve lentamente en el océano durante un período de 20 a 200 años; el resto puede tardar varios cientos o miles de años en desaparecer. Dado este hecho, lo que importa es el presupuesto total de carbono (el total acumulado de emisiones), no el objetivo para algún año en el futuro, como el 2050. El IPCC (2014a: 8) concluye: “Múltiples líneas de evidencia indican una relación fuerte, constante y casi lineal entre las emisiones acumuladas de CO2 y el cambio de temperatura global proyectado para el año 2100”. A falta de una acción climática efectiva, el principal impulsor de este cambio climático serán las emisiones acumuladas de CO2, que “determinarán, en gran medida, la media de calentamiento global de la superficie a fines del siglo XXI y más allá”.

Las predicciones actuales del IPCC (2013: 10) son pesimistas:

Se prevé que la temperatura de la superficie aumente durante el siglo XXI en todos los escenarios de emisiones evaluados. Es “muy probable” que las olas de calor ocurran con más frecuencia y duren más tiempo, y que las precipitaciones extremas se vuelvan más intensas y frecuentes en muchas regiones. El océano seguirá calentándose y acidificándose, y el nivel medio global del mar aumentará. (IPCC 2013: 10)

Además, la mayoría de los aspectos del cambio climático persistirán durante muchos siglos, inclusosi se detienen las emisiones de CO2. Las emisiones pasadas, presentes y futuras de CO2 nos comprometen a tomar medidas de mitigación durante los siglos venideros.

Impactos humanos

El IPCC continúa analizando los impactos probables del calentamiento global en a) los ecosistemas y b) el bienestar humano, utilizando modelos de evaluación integrados (IAM). Los impactos claramente atribuibles al cambio climático, a diferencia de otras causas, incluyen: el calentamiento y deshielo del permafrost en regiones de latitudes y altitudes elevadas; cambios en los rangos geográficos de muchas especies terrestres, de agua dulce y marinas; impactos negativos en el rendimiento de los cultivos (que superen los impactos positivos); y los impactos de los extremos recientes relacionados con el clima, como olas de calor, sequías, inundaciones, ciclones e incendios forestales, en muchos sistemas humanos (IPCC 2014b: 4-6).

Siempre se deben tener en cuenta las incertidumbres involucradas en dicho modelo. Se observó el amplio rango de temperaturas pronosticadas, pero las incertidumbres se multiplican al pronosticar cosas como los cambios en el rendimiento de los cultivos y los impactos en la biodiversidad, y aun más al estimar los impactos humanos y los efectos de las estrategias relacionadas con el clima. Las predicciones dependen de, al menos, tres estimaciones: primero, la medida en que los impactos pueden atribuirse al cambio climático futuro; segundo, suposiciones sobre los impactos de las estrategias de mitigación actuales y futuras; y, tercero, suposiciones sobre los impactos de las estrategias de adaptación actuales y futuras (IPCC 2014b: 8).

Este modelo global es el punto de partida para la mayoría de los estudios sobre los impactos del cambio climático en los hábitats humanos y el bienestar humano. Otro enfoque útil se centra en la vulnerabilidad social, a partir del contexto de desarrollo local en el que se produce el cambio climático. Los impactos sociales y de salud de las amenazas climáticas siempre están mediados por las vulnerabilidades de las poblaciones y sus capacidades para “responder, recuperarse y prepararse” (O’Neill 2016). Esto dependerá de una amplia gama de factores, incluidos factores personales como la edad o la salud, factores comunitarios como la intensidad y el apoyo de las redes sociales y factores a nivel social como la distribución de la riqueza y el poder, la fuerza de la solidaridad y la solidez de las instituciones colectivas. Si queremos captar los nuevos riesgos sociales y amenazas al bienestar derivados del cambio climático, debemos combinar ambos enfoques (IPCC 2014c).

El Segundo Informe del Grupo de Trabajo sobre Impactos Humanos del IPCC (2014b) cubre una amplia gama de temas: recursos de agua dulce, sistemas de aguas continentales y terrestres, sistemas costeros y áreas bajas, sistemas oceánicos, seguridad alimentaria y sistemas de producción de alimentos, áreas urbanas, áreas rurales, sectores y servicios económicos clave, salud humana, seguridad humana, medios de subsistencia y pobreza. Consideraré brevemente algunos de estos.

Seprevéquelaseguridadalimentariamundialseverásocavadaporelcambioclimático. Laproduccióndetrigo, arrozymaízenlasregionestempladasseveráafectadanegativamente, aunquealgunaslatitudesmásaltassebeneficiarándeunatemporadadecultivomáslarga. Losrecursoshídricosdisminuiránenlamayoríadelasregionessubtropicalessecas. Lapescasostenibleseveráamenazadaporunaredistribucióndelasespeciesmarinasyunareduccióndelabiodiversidad. Lasregionestropicalesseveránperjudicadasporlaredistribucióndelaspesqueríaspotencialeshacialatitudesmásaltas.

La salud se verá afectada directamente por los cambios en las temperaturas y los sistemas climáticos, indirectamente por los cambios en los vectores de enfermedades y los patrones de cultivo, y también por las respuestas sociales a estos cambios, como el desplazamiento de la población. Los impactos incluyen una mayor probabilidad de enfermedad y muerte debido a las olas de calor y los incendios, así como a las enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua. El aumento de las amenazas a la seguridad alimentaria puede dar lugar a una mayor desnutrición, especialmente en los países en desarrollo con bajos ingresos. Las poblaciones vulnerables también pueden enfrentar reducciones en la capacidad laboral y la productividad laboral, lo que a su vez puede afectar la salud.

En términos de mediosdevida y pobreza, el cambio climático actuará como un “multiplicador de amenazas”: los grupos pobres, marginales y socialmente excluidos sufrirán más, y es probable que los impactos más profundos se sientan en el África subsahariana y el sur de Asia. Es probable que los precios más altos de los alimentos afecten particularmente a los hogares que dependen del trabajo asalariado que son compradores netos de alimentos, especialmente en las zonas urbanas. Los fenómenos meteorológicos extremos, así como las inundaciones debidas al aumento del nivel del mar, amenazarán la integridad territorial de las islas pequeñas y los estados con extensas costas bajas. Existe considerable evidencia histórica que sugiere que los cambios en las condiciones climáticas ya han sido un factor que contribuye a la migración. Esto incluye grandes desplazamientos de población a raíz de eventos severos como las hambrunas del norte de Etiopía en la década de 1980, el huracán Mitch en América Central en 1998 y el huracán Katrina en Nueva Orleans en 2005. Por otro lado, la vulnerabilidad está inversamente correlacionada con la movilidad: los más expuestos y vulnerables a los impactos del cambio climático tienen la menor capacidad para migrar. Las “poblaciones atrapadas” resultantes bien pueden sufrir más que los migrantes (Foresight 2011; IPCC 2014b). Otros resultados, como los conflictos por los escasos recursos hídricos, tienen el potencial de aumentar la rivalidad entre los estados.

Esprobablequelaspersonas, losactivosylosecosistemasdelaszonasurbanassufranlasconsecuenciasdelestrésporcalor, lasprecipitacionesextremas, lasinundaciones, losdeslizamientosdetierra, lacontaminacióndelaire, lassequíasylaescasezdeagua. Lasáreasexpuestasylaspoblacionesquevivenenmalascondicionesdeviviendavolveránaestarenmayorriesgo. Laszonasruralestambiénseveránafectadasporestosfenómenosmeteorológicos, asícomoporcambiosenlosingresosagrícolasyelaccesoalagua. Seesperaquelascomunidadesconaccesolimitadoalatierrayatecnologíaseinfraestructurasagrícolasmodernasseanlasmásafectadas (IPCC2014b).

En un informe anterior, el IPCC (2007)