Cartas al desnudo - Celia González Revenga - E-Book

Cartas al desnudo E-Book

Celia González Revenga

0,0

Beschreibung

El género epistolar es ya muy antiguo y ya apenas usado, por su sabor romántico y de un tiempo en el que todo transcurría más lento, la autora lo ha recuperado para reconvertirlo en prosa poética y lanzar las cartas al aire, sin destinatario conocido, para así curar las heridas del desamor y de la vida frenética.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 90

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Primera edición digital: enero 2022 Campaña de crowdfunding: equipo de Libros.com Fotografía de la cubierta: Alberto González Cámara Maquetación: Silvia Laura Prado [ Estudio Golum ] Corrección: Míriam Villares Revisión: Elena Carricajo

Versión digital realizada por Libros.com

© 2022 Celia González Revenga © 2022 Libros.com

[email protected]

ISBN digital: 978-84-18913-15-0

Celia González Revenga

Cartas al desnudo

Con amor al cielo, te mando este libro y muchos besos.

A mi yaya.

Nota

 

Antes de que empieces a leer estas cartas, debo informarte de que no todo es personal, que hay partes inventadas, historias dadas la vuelta y, otras tantas, que tienen mucho sentimiento.

Ahora sí, mi querido lector, coge un café, ponte cómodo y sumérgete en cada carta haciéndola tan tuya como sientas.

Índice

 

Portada

Créditos

Título y autor

Dedicatoria

Nota

Cartas al desnudo

Agradecimientos

Mecenas

Contraportada

LA CHICA DE LAS CARTAS

¿Recuerdas la última vez que recibiste una carta?

Puede que ni siquiera te hayan llegado a mandar una, que lo de remitente y destinatario se te haga raro, y mucho más la sensación peculiar de pasar la lengua por el borde del sobre al cerrarlo. Pegar el sello en la parte superior derecha e introducirla en el buzón, esperando con ansia de vuelta la correspondencia.

Quizás todo esto sea poco acorde con mi generación, las redes sociales y el mundo inmediato y globalizado en el que vivimos, pero regalar cartas siempre me ha parecido que es una gran muestra de cariño, ya que muchas veces expresar los sentimientos nos resulta un mundo.

Hace poco un profesor de publicidad me preguntó si creía que éramos más creativos cuando estamos rotos, a lo que respondí con un rotundo sí, de hecho la primera carta que escribí llegó en un momento en el que el corazón dolía a más no poder «Carta al cielo». Después de esto apareció en mi vida la ansiedad, la cual hizo que la escritura fuera mi vía de escape; y un día, sin apenas darme cuenta, tenía tantos sentimientos metidos en un cuaderno entre mis manos que pensé que compartirlo con vosotros podría ser una forma de cerrar las heridas mal curadas.

Me gustaría que fuéramos de la mano en cada carta, siendo el mejor equipo, viviendo todas ellas tan presentes como si lo fueran.

VELOCIDAD

¿Alguna vez has intentado decir todo aquello que gritas por dentro, pero susurras al viento?

Sensaciones como salir de la mano juntos, subir el volumen porque esa es nuestra canción y cantarla a voces como si no hubiera un mañana, mirarte a los ojos y preguntarte «¿qué pasa?», esperando un nada como respuesta, y que esa sea la excusa perfecta para robarte un beso de esos que te dejan con ganas de mil más, entonces aceleras y pasas de sesenta a doscientos en un segundo, sin freno de mano ni cinturón de seguridad y, en verdad, no sabes muy bien por qué lo haces, pero es fácil, te sientes vivo, con ganas de comerte el mundo sin pensar en el golpe que vendrá después, porque quién sabe, lo mismo eres conductor de élite y no hay curva que se te resista.

Piensas que la carretera es una línea recta, pero hay veces que hay que arriesgar en las continuas subidas y bajadas, en los puertos de montaña y a la orilla de la playa, pero nunca dejes de ir a doscientos por pensar si la próxima curva tendrá el final que no nos merecemos.

ANSIEDAD

Te conocía de oídas, y la verdad que nadie me había hablado bien de ti.

No te tenía miedo, pero, seamos sinceras, en mis planes no estaba que con dieciocho años aparecieras en mi vida, de la noche a la mañana, abrazándome por la espalda como si de una amiga se tratara, todo lo contrario, a pesar de haberte convertido en mi compañera día y noche, que no me sueltas ni a sol ni a sombra, tengo que decirte que te odio por sacar mi peor parte, por apagarme a mí y a todos los que me rodean por tu culpa, porque, querida ansiedad, suficiente ya me ha quitado la vida como para que me robes un segundo más de felicidad, de risas, de ganas de vivir…

Estoy harta de llorar sin motivo, de no tener ganas más que de que pasen los días, de ahogarme por nada y ver que todo cambia en el resto menos yo, que me estanco en algo que no quiero.

Te odio, por cortarme las alas, por no dejarme ser yo misma, pero tranquila que estoy encontrando la fórmula para volver a ser yo, a pesar de tenerte detrás para toda la vida.

P.D.: Que nadie te quite las ganas de sonreír.

ESTABILIDAD

Curvas, subidas y bajadas, amor, te quiero, sexo, distancia, pérdida…, y así cientos de tópicos poéticos de los que te puedo hablar, pero ¿y si me abro en canal y te hablo de la estabilidad?

¿A quién no le gusta tener una estabilidad emocional tan fuerte que sepa que a pesar de pasarle un torbellino por encima, va a ser capaz de mantenerse intacto, como que eso no fuera consigo mismo?

Pues bien, yo lo reconozco, me encantaría ser ese tipo de personas, indestructibles, a pesar de muchas veces ser lo más antagónica posible a todo eso… Entre mi cabeza, la ansiedad y el resto de la gente, en ocasiones parece una batalla imposible de lograr.

Seguramente te preguntes el por qué de que te cuente esto, y es porque me siento más fuerte que nunca, capaz de agarrar la soledad, crear mi estabilidad y forjar mi personalidad, a prueba de envidiosos que con miles de carencias deciden atacar la estabilidad del resto.

 

El amor es una manera

de ir borracho continuamente

de la forma más sana,

de disfrutar hasta de sus resacas.

Si no te hace sonreír,

créeme que no es amor,

porque el amor no duele.

DOMINGOS

Domingo, el peor día de la semana sin duda, con sabor agridulce a sábado, con resaca, maletas de vuelta, día de estar en casa, dándole mil vueltas a todo, como si el lunes lo fuéramos a solucionar.

Día de ponerse triste, de recordarte con esa sonrisa indecente, de pensar en si tú estás perdiendo y yo ganando.

De creernos que mañana se empieza de cero, engañándonos porque vamos a seguir igual que hoy.

De propuestas que se quedan en eso, en ganas de domingo, de mantita y Netflix, palomitas y un polvo de cena.

A MI PRIMER AMOR

Hace un tiempo, entre risas tontas, coloretes enrojecidos y una poquita dosis de vergüenza nos confesamos un sueño que habíamos tenido y qué casualidad que tenían bastante en común.

Yo me iba a Madrid, doscientos cuarenta kilómetros de separación, promesas que se quedaron en el aire, cuando nos separamos por ese jodido factor llamado distancia. Los años iban pasando, de vez en cuando nos seguíamos viendo, para tomar un café. Cada uno tenía más o menos su vida amueblada, habían pasado muchas personas por nuestro camino y, junto a ellas, habíamos experimentado, vivido, disfrutado, sufrido, pero nunca habíamos llegado a amar a alguien, como un día lo hicimos entre nosotros, porque por mucho que fuera el mismo perfume, nos recordaba al otro, por muy maravillosos que fueran los besos y demás, la piel de gallina solo se nos ponía al pensar en la otra persona, porque éramos incapaces de olvidar a alguien que con tan solo rozarnos, o simplemente mirarnos, hacía que nos ruborizáramos de tal forma que no hacía falta nada más para quedarnos sin habla. En uno de esos cafés, nos miramos a los ojos y no nos hizo falta decir nada para darnos cuenta de que, a pesar de todo, nos seguíamos queriendo como el primer día en ese banco, en nuestro sitio. Esa mirada fue tan nuestra que nos hizo volver unos años atrás, a ese catorce de octubre cuando esa esquina de Villimar decidió darnos la mejor de las oportunidades. Fue entonces, cuando con la mayor de tus sonrisas, acababas reconociéndome ese final de sueño. Madrid, juntos de nuevo, viviendo más intensamente que nunca, despertándote cada mañana comiéndote a besos, compartiendo por fin una vida juntos, como la que habíamos soñado cuando teníamos dieciséis años. Nunca podré olvidar esa sonrisa que se te dibujaba en la cara mientras me contabas lo preciosa que estaba ese día en el que un «Sí quiero» sería el lazo que nos uniría. Y a pesar de no estar en tus planes, acabábamos con algo tan tuyo, tan mío, tan nuestro.

Dicen que las cosas pasan por algo y, quizás, necesitamos ese tiempo para vivir, experimentar y realmente darnos cuenta de que somos incapaces de dejar de querer a esa persona que nos enseñó a amar, porque el primer amor no se olvida, todo lo contrario, lo recuerdas toda la vida con la misma intensidad con la que lo vivimos.

Han sido dos años maravillosos a tu lado, me has dado los mejores momentos, la calma, la alegría y la fuerza para seguir a pesar de muchas veces no poder ni yo misma con ello. Has sido hogar, la persona que con tan solo un abrazo me ha hecho sentirme protegida. No te hacía falta decir nada, tus brazos eran refugio, lo único que necesitaba para sentir que nada malo podía pasar y, aunque así fuera, de esa se salía.

No puedo tener palabras de odio, rencor ni nada por el estilo hacia ti, porque has hecho todo lo que estaba en tu mano por hacerme la persona más feliz del mundo, y créeme que lo has conseguido, porque no cualquiera antepone su felicidad, o lo que haga falta, por verme a mí sonreír.

Antes de irme te pedí un favor, y fue que si algún día dejabas de ser feliz me lo dijeras, porque para mí lo más importante es que tú nunca pierdas esa pedazo de sonrisa que de verdad ilumina mundos o, por lo menos, iluminaba el mío. Nunca pensé que te fuera a hacer infeliz tan pronto, doce días me costó… Septiembre, el mes del cambio y, joder, que si ha habido cambios, toda mi vida ha dado un giro de 180º, empezando por la ciudad, las amistades, y terminando por dejar de ser uno para volver a ser dos. Duele, duele muchísimo mirarte a los ojos y saber que nos seguimos queriendo y que, por culpa de la cobardía, porque no le encuentro otro responsable a todo esto, no podemos estar juntos. Quién sabe si ese sueño algún día se hará realidad o, simplemente, se quede en la primera parte en la que nos separamos. Sea como sea, solo quiero lo mejor para ti, porque no puedo desear otra cosa a la persona que me ha querido más que a su propia vida.