Comedias II. Las nubes - Las avispas - La paz - Las aves - Aristófanes - E-Book

Comedias II. Las nubes - Las avispas - La paz - Las aves E-Book

Aristófanes

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Aristófanes, máximo representante del teatro cómico griego, retrata de forma brillante a esa sociedad ateniense tan rica cultural y socialmente, riéndose de ella a la vez que critica a personajes prominentes, políticas y actitudes de su tiempo. Las cuatro obras que se presentan en este volumen de Aristófanes (el máximo representante del teatro cómico griego y único autor la Comedia Antigua del que nos han llegado obras completas) se enmarcan en un periodo histórico que significa el principio del fin de la hegemonía de Atenas en el mundo heleno. Aristófanes retrata de forma brillante a esa sociedad ateniense tan rica cultural y socialmente, riéndose de ella a la vez que critica a personajes prominentes, políticas y actitudes de su tiempo. Las nubes, una parodia sobre la educación sofística ateniense, es famosa especialmente por la presencia de Sócrates, contemporáneo de Aristófanes, y por ofrecernos un retrato del filósofo muy distinto del que nos ofrecen los diálogos platónicos. Las avispas es un ataque directo contra el poderoso demagogo Cleón y el sistema jurídico ateniense, que estaba viciado y mantenía a vividores y personas sin oficio ni beneficio. Como otras obras de Aristófanes, La paz es una demanda de solución pacífica de los conflictos bélicos, en concreto de la Guerra del Peloponeso, que enfrentó a Atenas y Esparta y que marcó el último tercio del siglo v a. C. Por último, en Las aves, el comediógrafo arremete contra la sociedad ateniense en general y contra sus ansias colonialistas en particular, pero es también un canto a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.

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BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 391

Asesor para la sección griega: CARLOS GARCÍA GUAL .

Según las normas de la B. C. G., este volumen ha sido revisado por CARLOS GARCÍA GUAL .

© EDITORIAL GREDOS, S. A., 2011.

López de Hoyos, 141, 28002-Madrid.

www.editorialgredos.com

Primera edición: febrero de 2011.

REF. GEBO461

ISBN 9788424937584

LAS NUBES

ABREVIATURAS

PARTES DE LA COMEDIA

METROS

reiz= reiziano

INTRODUCCIÓN

Las Nubes que han llegado a nuestros días no son las que se representaron en las Dionisias del 423, sino una refección de las mismas originada por la irritación que produjo en Aristófanes el fracaso de la que estimaba la mejor de sus comedias. Efectivamente, la primera versión quedó en tercer lugar frente a La Botella (Pytinē ) de Cratino, que obtuvo el primer premio, y el Konnos de Amipsias que ocupó el segundo. Esta segunda versión no llegó a representarse 1 quizá porque Aristófanes, temeroso de un segundo fracaso, no la estimó suficientemente elaborada. Esto no fue óbice para que circulase por escrito junto con la primera y terminara por imponerse sobre ella. Si los antiguos gramáticos 2 conocieron ambas versiones, los manuscritos bizantinos sólo nos han transmitido la segunda.

Cuáles fueron los cambios que introdujo Aristófanes en ella, los conocemos en sus líneas generales. El Argumento VI señala la parábasis, el agón entre el Argumento Justo y el Injusto y el final de la pieza con el incendio del pensadero socrático. Los cuarenta y cinco eupolideos de la parábasis (vv. 518-62) en lugar del ritmo anapéstico habitual en esta parte de la comedia son de por sí un indicio elocuente del afán innovador del cómico. Igualmente lo es que sea el incendio de la escuela socrática y no un jubiloso kômos , una boda, o un banquete lo que ponga fin a la pieza. En cuanto a la datación de las segundas Nubes , se puede establecer un terminus post quem gracias al v. 553 de la parábasis en el que se alude al Maricante de Éupolis, representado en las Leneas del 421 a. C. y un terminus ante quem en el ostracismo de Hipérbolo, que tuvo lugar entre el 417 y el 415. El corifeo de nuestra pieza asegura (v. 588) que el demagogo era atacado por todos los cómicos 3 y esta afirmación parece adecuarse mucho mejor a un político con presencia activa en la ciudad que a uno ausente en el exilio.

Las Nubes se representaron en un momento de reacción popular contra los intelectuales y la clase social por ellos influida que en un pasado inmediato había venido gobernando Atenas. Aristófanes comparte malgré lui el resentimiento contra sofistas y filósofos de su aborrecido Cleón, que cinco años antes de representarse la primera versión de nuestra pieza había sentado en la Asamblea, durante el debate sobre la defección de Mitilene, el peligroso principio antielitista de que la gente vulgar gobierna mejor que los inteligentes y entendidos 4 . La razón es que éstos pretenden siempre mostrarse más sabios que las leyes y que los que les han precedido en el uso de la palabra, convirtiendo el debate político en una ‘competición de inteligencia’. Por el contrario, la gente vulgar, desconfiando de sus luces, se considera más ignorante que las leyes e incapaz de rebatir a quien habla con cordura. Dicho esto, se comprende que el problema de la educación de la juventud, que había tratado el comediógrafo en Los Comensales (Daitalês ), contraponiendo el joven comedido (sōphrōn ) al afeminado disoluto (katapygōn ), lo vuelva a tratar ahora considerando el doble aspecto de la nueva educación, la especulación sobre los fenómenos de la naturaleza, especialmente los celestes (la meteōrología ), y la sofística, representadas una y otra por la figura de un maestro singular: Sócrates.

El héroe cómico, Estrepsíades, es un viejo campesino obligado por la guerra a residir en la ciudad, que, como su propio nombre indica, vive atormentado («que se retuerce», «retorcedor de lo justo») por un problema cuya solución no logra encontrar. Lejos de ser un triunfador, como otros congéneres suyos, se trata de un fracasado neto. Fracasa en su matrimonio con una dama de alta alcurnia y en su intento de acomodar sus modos de vida rústicos a los urbanos de la alta sociedad. Fracasa en su deseo de llamar a su hijo Fidón (Pheidōn ‘el ahorrador’, ‘el tacañón’) como su abuelo paterno, según la costumbre del Ática, y fracasa también en el híbrido nombre que le impone a raíz de la componenda con su esposa, empeñada en asignarle al vástago alguno de los aristocráticos terminados en -hippos (‘caballo’). Con el tiempo, efectivamente, la conducta del muchacho vendría a contradecir el étimo del nombre que sus padres le pusieron. Heredado el gusto por la hippotrophía5 de los Alcmeónidas a cuyo linaje pertenecía su madre, como si quisiera desmentir el significado de su nombre, Fidípides (Pheidippidēs , es decir, hijo de Phéidippos ‘el que ahorra en caballos’), hace endeudarse a su padre hasta la ruina con sus desmedidas aficiones hípicas. Es éste un estupendo presupuesto cómico de la acción. Y no menos estupenda, dentro de la comicidad de lo absurdo, es la ocurrencia de Estrepsíades para librarse de acreedores: pagar cuanto sea a quien le enseñe el argumento que sirva para no pagar. Una nueva contradicción que le empuja a acudir al ‘pensadero’ socrático con ánimo de recibir esa enseñanza. Sobre estos tres personajes, Estrepsíades, Fidípides y Sócrates, reposa la acción de la pieza.

En una primera parte se presenta al rústico en su intento de aprender los conocimientos impartidos en el ‘pensadero’ donde moran Sócrates y sus discípulos. Allí ha de pasar por unas cuantas pruebas para mostrar su aptitud para asimilarlos. Aristófanes las presenta burlescamente como una iniciación religiosa en los misterios del conocimiento en la que Sócrates actúa de hierofanta y Estrepsíades de mystēs (‘iniciando’), que debe renunciar a sus creencias religiosas para aceptar las nuevas divinidades a las que rinde culto su iniciador: las Nubes, que por él invocadas aparecen en la párodo, el Éter, el Caos, la Lengua (v. 424) y el Torbellino etéreo (v. 379). Como en las escenas siguientes se revela la incapacidad del viejo para comprender las materias que pretenden impartírsele, Sócrates renuncia a enseñarle y le pide que traiga en su lugar a su hijo.

Estrepsíades obliga a acudir al ‘pensadero’ a su hijo, reacio en un principio a tener trato con la gente macilenta y desaseada que allí mora. Sócrates esta vez no se encarga personalmente de enseñar al muchacho, sino que delega dicho menester en los dos logoi personificados: el kreittōn (‘argumento fuerte’, ‘argumento justo’) y el hēttōn (‘argumento débil’, ‘argumento injusto’). Tras el agṓn entre ambos y el triunfo del hēttōn , Estrepsíades deja en sus manos la educación de su hijo, que entra con ellos en el ‘pensadero’. Mientras se supone que se le está instruyendo, el coro se enfrenta al público en la segunda parábasis (vv. 113-1130), recuperando en parte su verdadera naturaleza, para indicar al público la conveniencia de que se le otorgue el premio.

En las escenas yámbicas siguientes Fidípides, ya instruido, demuestra a su padre cómo puede con argucias librarse de pagar a sus acreedores. Puesto sobre aviso, Estrepsíades los despacha con cajas destempladas. Pero el coro le augura al viejo en un canto (vv. 1303-1320) un castigo por su poco honrado proceder, lo acontecerá en el segundo agón de la pieza entre padre e hijo (vv. 1345-1451). Convertido en un perfecto sofista que ha aprendido a despreciar las leyes establecidas (v. 1400), Fidípides lleva su falta de escrúpulos al extremo de golpear a su progenitor y tiene la desfachatez de demostrarle su derecho a devolverle los golpes que de él recibió en su niñez, ya que los viejos son dos veces niños (dis paîdes gérontes, v. 1417). Su cinismo llega al extremo de afirmar que no tendría escrúpulo en hacer lo mismo con su madre. Esto ya agota la paciencia de Estrepsíades, que al término del segundo agón culpa al coro de lo que le está ocurriendo. El corifeo le replica que las Nubes se comportan siempre así con quien desea cosas reprobables «para que aprenda a temer a los dioses» (v. 1461). Horrorizado con el daño que causan en la juventud las nuevas enseñanzas, pide ayuda a su hijo para ir contra Querefonte y Sócrates, a lo que el joven se niega por no querer dañar a sus maestros. Finge entonces el viejo pedir consejo al Hermes que está a la puerta de su casa y con el supuesto beneplácito del dios, acompañado de su criado Jantias, va a derribar y poner fuego al pensadero socrático. Sócrates y los suyos lo abandonan corriendo.

Comparadas las acusaciones de la graphé asebeías (denuncia pública de impiedad), presentada en el 399 a. C. contra Sócrates por Ánito, Meleto y Licón 6 , con la imagen de Sócrates ofrecida por Las Nubes, son tantas las coincidencias que se encuentran, que no extraña que el Argumento II diga que Aristófanes compuso dicha pieza instigado por Ánito y Meleto para tantear el ánimo del público ateniense con respecto al filósofo. Los cargos que en dicha denuncia 7 se le imputaban eran tres: no creer en los dioses en que creía la ciudad, 8 introducir nuevas divinidades 9 y corromper a la juventud. Platón los enumera en distinto orden 10 y ciñéndose al testimonio de Las Nubes reproduce dicha denuncia así: «Sócrates delinque al investigar con curiosidad malsana (adikeî kai periergázetai zētón ) las cosas que hay bajo tierra 11 y las celestes 12 y al hacer prevalecer el argumento débil sobre el fuerte y enseñar a los demás a hacer lo mismo» 13 . Jenofonte 14 estima que las dos primeras partes de la acusación, especialmente la de introducir «nuevas divinidades» (kainá daimonia ), se deben a una mala interpretación de las constantes alusiones del filósofo a su particular daimonion, esa llamada interior que le advertía cuando se proponía hacer una cosa indebida; y entiende la tercera (tous neous diaphtheirōn ) en el sentido de corrupción moral. Platón 15 achaca la acusación de ateísmo a que se le atribuyeran a Sócrates teorías que no eran suyas. Se le habría imputado un cargo impreciso que se hacía a todos los filósofos. Y en lo tocante a la corrupción de la juventud, no la interpreta en el sentido de atentar contra las buenas costumbres, sino en el de inculcar a los jóvenes doctrinas filosóficas contrarias a las costumbres tradicionales y las leyes establecidas.

Ahora bien, si las coincidencias del Sócrates aristofánico con el denunciado por Ánito y Meleto son grandes, también lo son sus divergencias con la figura del filósofo en la literatura socrática posterior 16 . En Las Nubes le vemos recluido con sus discípulos en un phrontistērion, un ‘pensadero’ como lo llama el rústico Estrepsíades, cuando Platón y Jenofonte lo muestran ejerciendo su actividad al aire libre en la calle. En la comedia se ocupa de geología (v. 188 ss), geometría (vv. 177s., 200s.), geografía (v. 206s.), astronomía y meteorología (vv. 95, 103s., 171s., 201, 205ss.). Sostiene teorías sobre el nóēma (‘inteligencia’), la phrontís (‘pensamiento’) y el aēr (‘aire’, vv. 227-233) que por otros conductos sabemos que son de Diógenes de Apolonia 17 . Le interesan los problemas del lenguaje (la métrica, v. 638s., la gramática, v. 658ss.) y expone una teoría sobre el género gramatical (vv. 558-667) que Aristóteles 18 atribuye a Protágoras. Por último, Aristófanes lo exhibe como un típico sofista que enseña, previo pago, a hacer triunfar el argumento débil sobre el fuerte (vv. 98, 245ss., 1146ss.). En una palabra, no pueden ser mayores las discrepancias de Aristófanes con Platón y Jenofonte, a cuyo testimonio se puede añadir el de Lisias 19 , que concuerdan en presentar a un Sócrates enemigo de los sofistas, que no cobra por sus enseñanzas y sólo siente interés por los problemas morales.

Para explicarlas, como señala Dover, sólo caben tres hipótesis: a) Aristófanes caricaturiza al Sócrates real, mientras que Platón y Jenofonte lo idealizan y le atribuyen sus propias teorías; b) Aristófanes remeda al Sócrates del 423 a. C., en tanto que Platón y Jenofonte se refieren al de veinte años después; c) Platón y Jenofonte presentan al Sócrates real, en tanto que Aristófanes le atribuye características y doctrinas que corresponden a los sofistas en general. Y con matices es esta última la postura que adopta el erudito inglés. A su modo de ver, aunque Aristófanes conoce a Sócrates, lo que caricaturiza es la imagen del ‘intelectual’ 20 , cuyo arquetipo era Tales, el conocedor de los fenómenos celestes por antonomasia. El que un mismo individuo pudiera enseñar astronomía, física y oratoria era un legado del pasado. De ahí que, para demostrar la falsedad del Sócrates aristofánico, Dover haga hincapié en el hecho de que enseñase oratoria por dinero, pase como sobre ascuas por el posible interés del Sócrates anterior a su déuteros ploûs (‘segunda navegación’) por las aitíai (‘causas’) de las cosas, que el propio filósofo reconoce haber sentido en su pequeña biografía intelectual del Fedón (96 a), no conceda importancia a las semejanzas de lo que llama ‘tutorial method’ que emplea en la pieza con el método dialéctico y se adhiera a lo dicho en la Apología (23 d) de Platón 21 .

A todo ello, hay que oponer algunos reparos importantes. El primero de todos es el de que para que una caricatura surta su efecto, abstracción hecha de los aditamentos y las deformaciones del autor, debe tener un fuerte parecido con el personaje real, tal como ocurre con los remedos aristofánicos de los poetas trágicos Eurípides y Agatón, del demagogo Cleón y del general Lámaco. Ese ‘intelectual’ genérico que postula Dover no tiene cabida en la Comedia Antigua, que no es una comedia de tipos. Una segunda objeción, no de menor monta, es que en toda su argumentación Dover no tiene en cuenta el decreto de Diopites, lo que condiciona sus críticas a los trabajos de Schmid 22 , Herbse 23 y Gelzer 24 , y le impide ver intención aviesa alguna en ese ‘meteorologizar’ que a Sócrates le atribuye Aristófanes en Las Nubes. En efecto, dicho decreto aprobado a propuesta de Diopites el 432 a. C. 25 , incluía en el delito de asebeia (‘impiedad’) actividades intelectuales hasta ese momento lícitas. Por ‘impiedad’, según la definición del Pseudo-Aristóteles, se entendía cualquier falta contra las divinidades, los muertos, los progenitores y la patria 26 , pero el citado decreto precisaba que «debían ser denunciados 27 quienes no creyeran en las cosas divinas (tous ta theîa mē nomízontas ) y los que dieran explicaciones sobre los fenómenos celestes (logous perí tôn metarsíōn didáskontas )». El decreto, que tenía una segunda intención política contra el círculo de Pericles, afectó al filósofo Anaxágoras que sostenía que el sol era una masa incandescente (mydron diápyron ) 28 , por lo cual optó por abandonar Atenas e instalarse en Lámpsaco, donde pasó el resto de sus días. También afectó al poeta lírico Diágoras de Melos, cuyo ateísmo era de dominio público, que también puso tierra de por medio para evitarse problemas. Conocidos estos hechos, se pone de manifiesto que acusar a Sócrates de ‘meteorologizar’ no era una burla inocente de su estar en las nubes, sino una denuncia ante la opinión pública de un delito punible con los más severos castigos. Tampoco era inocente aludir al filósofo como «Sócrates de Melos» (v. 830). Y quizás esta mala intención de Aristófanes fue una de las causas que contribuyeron al fracaso de la primera redacción de Las Nubes.

BIBLIOGRAFÍA

Ediciones, traducciones, comentarios

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1 La afirmación del Argumento V de que se representaron en el arcontado de Aminias (422) se debe a una falsa interpretación del escolio al v. 549.

2 Por ejemplo. Heliodoro escribió un comentario a ambas piezas (schol. Nub . 1115).

3 P. e. Leucón en sus Phrateres , fr. 1, representados en las Dionisias del 421 (cf. Argumento I de La Paz ) y Platón el Cómico en su Hipérbolo (cf . schol. al v. 558 de Nubes ).

4 Tucídides III 37, 4.

5 El término designa no sólo la cría caballar, sino el mantenimiento de un caballo.

6Cf. Platón, Apología de Sócrates 23 e.

7 Su tenor literal lo transmite Jenofonte. Recuerdos de Sócrates I 1, 1 y con él concuerda en lo fundamental Diógenes Laercio (II 40), que recoge su información de Favorino (FHG III 578), que todavía pudo ver la acusación en el Metroon de Atenas.

8 En Las Nubes , vv. 247s. afirma que «los dioses no son moneda corriente entre nosotros», en vv. 366ss. niega la existencia de Zeus.

9 P.e. las Nubes (v. 365), la tríada Aire, Éter, Nubes (v. 265), la de Caos, Nubes, Lengua (v. 424), el Remolino etéreo (v. 379), todos ellos fenómenos o fuerzas de la naturaleza. Le oímos reforzar sus asertos jurando por la Respiración, el Caos y el Aire (v, 627) sin emplear los nombres de los dioses.

10Apología de Sócrates , 24 c: 1) corromper a la juventud, 2) no creer en los dioses de la ciudad, 3) introducir divinidades nuevas.

11Cf. Nub . v. 192,

12Cf. Nub . vv. 194, 201 y sobre todo el v. 225 en el que Sócrates colgado de una cesta afirma estar andando por el aire y considerando el sol (aerobatô kai periphronô ton hēlion ).

13Apología de Sócrates 18 c-e.

14Apología de Sócrates 11, 4.

15Apología de Sócrates 23 d.

16 Sobre la cuestión, cf. L. Gil «El problema del Sócrates histórico», Excerpta philologica 10-12 (2000-2002) 72-85.

17Cf . H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker , Berlín, 1956, tomo II, p. 6s., fr. B 5.

18Retórica 1400 b 6ss.

19 Dice uno de sus clientes, fr.l Floristán: «convencido a un tiempo de que éste, que ha sido discípulo de Sócrates y ha pronunciado muchos y graves discursos sobre la justicia y la virtud, jamás intentaría ni osaría hacer lo que las gentes malvadas e injustas» (trad. J. M. Floristán).

20 Le elige «como víctima de una comedia que desarrolla las potencialidades humorísticas de la actividad intelectual», cf. K. J. Dover, Aristophanes, Clouds , Oxford, 1969, pág. LVI , n. 21.

21Ibid ., págs. XXXII-LVII .

22 «Das Sokratesbild der Wolken», Phitologus 97 (1948) 209-228.

23 «Sokrates im Schatten der aristophanischen Wolken», Hermes 82 (1954) 385-420.

24 «Aristophanes und sein Sokrates», Museum Helveticum 13 (1956) 65-93.

25 Ésta es la datación que da Plutarco, Pericles 32, 1, pero C. A. W. Gomme, A Historical Commentary on Thucydides I, Oxford, 1956 184s. prefiere asignarlo al 430, cf . L. Gil, Censura en el mundo antiguo. Madrid, 19852 , 54-56 y nota 91.

26Virt. et vit . 7, 1251 a 31 y de modo parecido Polibio XXVII 1, 15.

27 La denuncia (eisangelía ) se presentaba ante el arconte rey (basiléus ).

28 Diógenes Laercio II 8, 12.

ARGUMENTOS

I

La pieza se ha escrito intencionadamente contra el filósofo Sócrates, en la idea de que daba malas enseñanzas a los jóvenes, ya que los poetas cómicos tenían alguna controversia con los filósofos, no porque Arquelao, rey de los macedonios, le prefiriera a Aristófanes, según dicen algunos.

II

Dicen que Aristófanes escribió Las Nubes obligado por Ánito y Meleto, para que ambos pudieran observar de antemano cómo reaccionarían los Atenienses al oír hablar en contra de Sócrates. En efecto, tomaban sus precauciones, porque éste tenía muchos aficionados, especialmente a Alcibíades y su círculo, los cuales precisamente hicieron que el autor ni siquiera triunfara con esta pieza. El prólogo de Las Nubes está compuesto con suma gracia y habilidad. Se trata de un viejo campesino irritado con su hijo rebosante de orgullo ciudadano y que abusó de su alcurnia hasta el derroche, pues la casa de los Alcmeónidas, de la que procedía el muchacho por línea materna, desde un principio, según dice Heródoto, crió caballos y obtuvo muchas victorias, en las Olimpíadas y en los juegos píticos, y algunas también en el Istmo, en Némea y en otras muchas competiciones. Así que, viendo su buena reputación, el jovenzuelo se desvió hacia la manera de ser de los antepasados de su madre.

III

Un tal Estrepsíades, un anciano agobiado por las deudas contraídas por la cría de caballos de su hijo, le pide que vaya como discípulo a casa de Sócrates para aprender el argumento débil, para ver si defendiendo lo injusto en el tribunal podía vencer a sus acreedores y no devolver nada a ninguno de sus prestamistas. Al negarse el muchacho, decide ir en persona a aprender, hace salir a un discípulo de Sócrates y conversa con él. Abierta mediante el eccíclema la escuela, se ve a los discípulos sentados en círculo y mugrientos y se contempla a Sócrates balanceándose colgado en una cesta mientras observa los fenómenos celestes. Después de esto termina por acoger al viejo e invoca a los dioses en los que cree, al Aire, así como al Éter y a las Nubes. Después de la plegaria, entran las Nubes en forma de coro, y tras hablar de los fenómenos de la naturaleza Sócrates, no sin cierto poder de persuasión, recuperando aquéllas su verdadera naturaleza ante los espectadores discuten de varios asuntos. Después de esto, recibe el viejo ante el público alguna de las enseñanzas y provoca sus risas, y como fuera expulsado del pensadero por su incapacidad de aprender, lleva a su hijo a la fuerza y se lo presenta Sócrates. Éste saca a escena al Argumento Injusto y al Argumento Justo y, tras un debate entre ambos, el Argumento Injusto recibe al muchacho y le enseña. Cuando se lo lleva consigo bien entrenado, el padre insulta a los prestamistas y acoge al joven con un agasajo en la idea de que ha obtenido éxito en su intento. Produciéndose durante el agasajo una disputa, recibe golpes del hijo y pone el grito en el cielo. El hijo le replica que es justo que los padres reciban golpes de los hijos a cambio de los que ellos les dieron. Sumamente enojado por el choque con su hijo, el anciano derriba y pone fuego al pensadero de los socráticos. La pieza es de las que están muy bien elaboradas.

IV

Un padre quiere que su hijo vaya a aprender con Sócrates, †Hay harta morosidad expositiva de su necedad y desatino de palabras entendidas en sentido contrario. Pero al decir que el coro de las Nubes es útil, expone también la impiedad de Sócrates†1 Hay otras amargas acusaciones del individuo en cuestión, y uno de los discípulos que maltrata a su padre fuera de lugar. Luego el incendio de la escuela de Sócrates. Esta pieza dice el autor que es la más bella y más elaborada técnicamente de toda su producción poética.

V

Las primeras Nubes se representaron en la ciudad en el arcontado de Isarco [424/23], cuando venció Cratino con La Botella y Amipsias con Cono. Por eso Aristófanes, rechazado contra todo cálculo, creyó necesario poner en escena las segundas y recriminar a los espectadores. Pero, habiendo obtenido un fracaso mucho mayor, ya no volvió en lo sucesivo a poner en escena la refección. Las segundas Nubes se representaron en el arcontado de Aminias [423/22],

VI

Esta pieza es la misma que la anterior. Se ha reformado parcialmente, como si el poeta hubiera querido volverla a representar, pero esto no lo hizo por cualquier desconocida razón. La corrección fue general, casi en cada una de las partes. Unas se suprimieron, otras se insertaron y se reestructuró el orden y el intercambio de los personajes. Las principales correcciones de la refección fueron las siguientes: el cambio de la parábasis, la parte donde el Argumento Justo discute con el Injusto, y el final en que arde la escuela de Sócrates.

VII

Lanzó la comedia contra Sócrates en la idea de que tenía semejantes creencias e introducía a las Nubes y al Aire, que no eran sino divinidades extrañas. Recurrió para acusar al filósofo al coro de las Nubes, y por eso así fue intitulada. Circula una doble versión de Las Nubes. Los acusadores de Sócrates fueron Meleto y Anito.

VARIANTES CON RESPECTO A LA EDICIÓN OXONIENSE DE F. W. HALL Y W. M. GELDART

PERSONAJES DE LA OBRA

ESTREPSÍADES

FIDÍPIDES

SIERVO DE ESTREPSÍADES (JANTIAS )

PRIMER DISCÍPULO DE SÓCRATES

SÓCRATES

CORO DE LAS NUBES

ARGUMENTO JUSTO

ARGUMENTO INJUSTO

PRIMER ACREEDOR (PASIAS )

SEGUNDO ACREEDOR (AMINIAS )

DISCÍPULO SEGUNDO

LAS NUBES

(La decoración representa, a un extremo de la orquestra, la casa de Estrepsíades, en el otro, la de Sócrates. A la puerta de la primera tres personas yacen en tres camastros. )

Prol. ESTREPSÍADES [1-262 (3ia)

¡Ay! ¡Ay!, ¡Zeus rey! ¡Qué tabarra de noches! Interminable. ¿No llegará nunca el día? Hace rato oí al gallo, y los criados siguen roncando. No lo hubieran hecho antes. ¡Maldita seas, guerra! Entre otras muchas razones, porque ya ni siquiera me es posible castigar a los criados 1 . Tampoco este buen mozo se despierta por la noche y no deja de peerse, arrebujado como una [10] bola entre cinco pieles. ¡Ea!, si a eso toca, embocémonos y ronquemos. Pero no puedo dormir, pobre de mí: me pican 2 ... el gasto, el pesebre y las deudas contraídas por culpa de este hijo. Él, con su melena 3 , practica la equitación, conduce carros y sueña con caballos. Yo me consumo viendo cómo la luna trae los diez últimos días del mes. Los intereses corren. (Despertando al criado .) Enciende un candil, chico, y saca el registro de cuentas 4 , [20] para que lea la lista de mis acreedores y calcule los intereses. (Tomándolo .) Veamos, ¿qué debo? Doce minas a Pasias. ¿De qué doce minas a Pasias? ¿En qué las empleé? En la compra del caballo marcado con la copa 5 . ¡Ojalá! me hubiera ‘copado’ antes un ojo con una piedra.

FIDÍPIDES

(En sueños .) Filón, hace trampas. Conduce por tu pista.

ESTREPSÍADES

Ésa es la desgracia que me ha llevado a la ruina. ¡Hasta dormido sueña con la equitación!

FIDÍPIDES

¿Cuántas carreras darán los carros de guerra?

ESTREPSÍADES

[30] Carreras, las muchas que le van a dar a tu padre. Pero, después de Pasias, «¿qué débito me llega?» 6 . Tres minas por un asiento de carro y un par de ruedas a Aminias.

FIDÍPIDES

Haz revolcarse 7 al caballo antes de llevarlo a casa.

ESTREPSÍADES

¡Desgraciado! ¡A mí sí me has revolcado de mis bienes! He perdido pleitos y otros dicen que van a tomar garantías por el interés.

FIDÍPIDES

(Despertándose .) La verdad, padre, ¿por qué estás de mal humor y no dejas de revolverte la noche entera?

ESTREPSÍADES

Me está picando un... demarco 8 desde las coberturas.

FIDÍPIDES

Déjame, so pelmazo, dormir un poco.

ESTREPSÍADES

Tú duerme. Pero estas deudas, entérate, caerán todas sobre [40] tu cabeza... ¡Ay! ¡Ojalá hubiera reventado la casamentera que me indujo a casarme con tu madre! Vivir en el campo ¡qué agradable me era! Cubierto de roña, desaseado, tumbado a la buena de Dios, rebosante de abejas, de rebaños y orujo. Después me casé con la sobrina nieta de Megacles 9 el de Megacles, yo, un paleto, con una señoritinga de ciudad, empingorotada, remilgada, [50] que se las daba de Césira 10 . Cuando me casé con ella, olía yo en el banquete a mosto, a higos secos, a lana, a abundancia; ella, a perfume, a azafrán, a besos con lengüeteo, a gastos, a voracidad, a ritos de Colíade y Genetílide 11 . No diré que no diera golpe, porque le daba a la lanzadera, tanto que yo me alzaba este manto y se lo mostraba como pretexto para decirle: mujer, aprietas demasiado la trama 12 .

CRIADO

No nos queda ya aceite en el candil.

ESTREPSÍADES

¡Ay! ¿Por qué encendiste el candil tragón? Ven acá, para que escarmientes.

CRIADO

¿Por qué tengo que escarmentar?

ESTREPSÍADES

[60] Porque metiste una mecha de las gordas. (Para sí. ) Después, como a esa buena mujer y a mí nos nació este hijo, nos pusimos a regañar con motivo de su nombre. Ella le añadía siempre -hipo: Jantipo, Caripo, Calípides 13 . Yo me empeñaba en ponerle el de su abuelo: Fidónides 14 . Durante un tiempo estuvimos porfiando. Por último, llegamos a un común acuerdo y le pusimos Fidípides. Ella cogía a la criatura y entre arrumacos le decía: «cuando seas mayor y conduzcas tu carro hacia la ciudad, con una larga túnica 15 , como Megacles...». Y yo replicaba: «cuando [70] traigas las cabras del pedregal, cubierto con una pelliza, como tu padre...». Pero no hizo ningún caso a mis razones y contagió una «caballitis 16 » a nuestros dineros. Ahora, tras cavilar la noche entera, sólo he encontrado una salida divina, rápida, extraordinaria. Y si logro convencerle de ella a éste, me salvaré. Pero primero quiero despertarle. ¿Cómo, diantre, lo haré con la mayor delicadeza? ¿Cómo? (Volviéndose al lecho contiguo. ) [80] ¡Fidípides! ¡Fidípides!

FIDÍPIDES

¿Qué, padre?

ESTREPSÍADES

Bésame y dame la mano derecha.

FIDÍPIDES

Ahí la tienes. ¿Qué hay?

ESTREPSÍADES

Dime, ¿me quieres?

FIDÍPIDES

Sí, lo juro por esa imagen de Posidón, patrón de los caballos 17 .

ESTREPSÍADES

Al patrón ése no me lo mientes siquiera. Ese dios es el culpable de mis desgracias. Pero, si de verdad me quieres de corazón, hijo, hazme caso.

FIDÍPIDES

¿En qué debo hacértelo?

ESTREPSÍADES

Cambia inmediatamente de conducta, y ve a aprender lo que yo te aconseje.

FIDÍPIDES

Habla entonces. ¿Qué me mandas ?

ESTREPSÍADES

¿Me obedecerás?

FIDÍPIDES

[90] Sí, lo juro por Dioniso.

ESTREPSÍADES

Mira aquí entonces. ¿Ves esa puertecilla y esa casucha?

FIDÍPIDES

Sí. ¿A qué viene eso, padre?

ESTREPSÍADES

Ése es el pensadero 18 de espíritus sabios. Ahí viven unos hombres que, cuando hablan del cielo, convencen de que es un horno que está a nuestro alrededor, y de que nosotros somos carbones. Si se les paga, enseñan a vencer con la palabra en lo justo y en lo injusto.

FIDÍPIDES

Y ¿quiénes son? [100]

ESTREPSÍADES

El nombre exactamente no lo sé. Unos cavilosos pensadores, hombres de pro.

FIDÍPIDES

¡Qué va! Unos mangantes, lo sé. Te estás refiriendo a esos embaucadores, paliduchos y descalzos, entre los que se cuentan el desgraciado de Sócrates y Querefonte 19 .

ESTREPSÍADES

¡Eh!, calla. No digas tonterías. Si te preocupas de los garbanzos de tu padre, hazte uno de ellos y renuncia a la equitación.

FIDÍPIDES

Ni aunque me ofrecieras, ¡voto a Dioniso!, los faisanes que cría Leógoras 20 .

ESTREPSÍADES

Anda, te lo suplico a ti, a quien quiero más que a nadie. Ve [110] no y hazte enseñar.

FIDÍPIDES

¿Y qué voy a aprender?

ESTREPSÍADES

En su poder tienen, según dicen, ambos argumentos: el más fuerte, cualquiera que sea, y el más débil. De ambos aseguran que hacen vencer a este último, el más débil, con sus razones hasta en las causas más injustas. Con que, si me aprendes este argumento injusto, de lo que debo por tu culpa, de todas las deudas, no devolvería a nadie ni un óbolo.

FIDÍPIDES

[120] No puedo obedecerte. No me atrevería a ver a los caballeros, si se me quita el tostado de la piel.

ESTREPSÍADES

Entonces, ¡por Deméter!, no comerás de lo mío, ni tú, ni el caballo de tiro, ni el marcado con la san 21 . Te echaré a los cuervos fuera de casa.

FIDÍPIDES

No consentirá mi tío Megacles verme sin caballos. Me voy adentro, me traes sin cuidado. (Sale. )

ESTREPSÍADES

Tampoco yo me quedaré caído 22 . Con la ayuda de los dioses me haré enseñar; yo mismo iré al pensadero. (Da unos pasos y se detiene. ) Pero, viejo, sin memoria y torpe, ¿cómo aprenderé [130] las minucias, finas como virutas, de las palabras exactas? Hay que ir. ¿Qué me pasa para vacilar de esta manera? (Llamando. ) ¡Chico! ¡Chiquitín!

DISCÍPULO

¡Vete al cuerno! ¿Quién golpea la puerta?

ESTREPSÍADES

El hijo de Fidón, Estrepsíades de Cicinna.

DISCÍPULO

Un ignorante, ¡por Zeus!, serás, quienquiera que seas, cuando tan recia y desconsideradamente pateas la puerta e hiciste abortar un pensamiento recién encontrado.

ESTREPSÍADES

Discúlpame, vivo lejos en el campo. Pero dime: ¿qué cosa se ha abortado?

DISCÍPULO

Sólo es lícito decirla a los discípulos. [140]

ESTREPSÍADES

Habla entonces sin temor, pues, aquí, como me ves, vengo de discípulo al pensadero.

DISCÍPULO

Te lo diré. Pero debe considerarse un misterio. Hace un momento le preguntó Sócrates a Querefonte cuántas veces puede saltar una pulga la longitud de sus pies. Le había picado una en la ceja a Querefonte y saltó a la cabeza de Sócrates.

ESTREPSÍADES

Y ¿cómo lo midió?

DISCÍPULO

[150] Con suma destreza. Fundió cera, cogió la pulga, metió sus dos pies en la cera, y luego, al enfriársele, le quedaron puestas sandalias pérsicas 23 . Se las descalzó y midió con ellas la distancia 24 .

ESTREPSÍADES

¡Zeus rey! ¡Qué sutileza de ingenio!

DISCÍPULO

¡Qué dirías entonces si te enteraras de otra meditación de Sócrates!

ESTREPSÍADES

¿De cuál? Por favor, dímela.

DISCÍPULO

Le preguntó Querefonte de Esfeto 25 su opinión sobre si los mosquitos zumban por la boca o por el trasero.

ESTREPSÍADES

Y ¿qué dijo sobre el mosquito?

DISCÍPULO

[160] Que el intestino del mosquito era estrecho, y que, por ser fino, el aire iba forzado a su través derecho al trasero; que, por hallar junto a algo estrecho algo hueco como el ojo del culo, resonaba por la violencia del aire.

ESTREPSÍADES

¡Una trompeta es entonces el culo de los mosquitos! ¡Tres veces feliz por haber ‘desentrañado' 26 eso! Demandado, ¡con qué facilidad ganaría el pleito quien con tanta penetración conoce las entrañas del mosquito!

DISCÍPULO

El otro día se le fue de la cabeza un gran pensamiento por culpa de una lagartija 27 .

ESTREPSÍADES

¿Cómo? Cuéntamelo todo. [170]

DISCÍPULO

Investigaba los cursos y las revoluciones de la luna, y, cuando estaba de noche mirando a lo alto boquiabierto, se le cagó encima desde el techo una salamanquesa.

ESTREPSÍADES

Me hace gracia la cagada de la salamanquesa sobre Sócrates.

DISCÍPULO

Ayer no teníamos cena al caer la noche.

ESTREPSÍADES

Bien. ¿Cómo se las apañó para el condumio?

DISCÍPULO

Esparció sobre la mesa una fina capa de ceniza, dobló un espetón, lo tomó por compás y… nos birló de la palestra el manto 28 .

ESTREPSÍADES

[180] ¿Por qué, pues, admiramos a aquel famoso Tales 29 ? Abre, abre de una vez el pensadero y preséntame cuanto antes a Sócrates. No me aguanto las ganas de aprender. ¡Ea!, abre la puerta. (Al abrirse se ve a Ios discípulos de Sócrates , macilentos y desaseados, que están en diversas posturas. )

¡Heracles! ¿De dónde son esas fieras?

DISCÍPULO

¿De qué te asombras? ¿A qué te parece que semejan?

ESTREPSÍADES

A los laconios apresados en Pilo 30 . (Mirando a un grupo cabizbajo. ) Pero ¿por qué, diantre, tienen esos de ahí la mirada puesta en tierra?

DISCÍPULO

Buscan lo que hay debajo de ella.

ESTREPSÍADES

Entonces buscan cebollas.

(A los discípulos. ) No os preocupéis ya por eso. Yo sé dónde [190] las hay grandes y buenas (Mirando a otro grupo. ) Pero ¿qué hacen esos tan agachados?

DISCÍPULO

Escrutan el Érebo debajo del Tártaro.

ESTREPSÍADES

¿Por qué mira su culo entonces hacia el cielo?

DISCÍPULO

Aprende por su cuenta astronomía. (A los discípulos. ) ¡Ea!, entrad, para que él no os sorprenda.

ESTREPSÍADES

Aún no, aún no. Que esperen a que les comunique un asuntito mío.

DISCÍPULO

No les es posible estar fuera, al aire libre, demasiado tiempo.

ESTREPSÍADES

(Divisando diversos objetos. ) ¡Por los dioses! ¿Qué son esas [200] cosas? Dímelo.

DISCÍPULO

Esta de aquí, la astronomía.

ESTREPSÍADES

Y eso de ahí ¿qué?

DISCÍPULO

La geometría.

ESTREPSÍADES

Y eso ¿para qué sirve?

DISCÍPULO

Para medir la tierra.

ESTREPSÍADES

¿La que se reparte a los clerucos 31 ?

DISCÍPULO

No, la tierra entera.

ESTREPSÍADES

Cosa fina lo que dices. El invento es democrático y útil.

DISCÍPULO

Éste es el mapa de toda la tierra. ¿Lo ves? Aquí está Atenas...

ESTREPSÍADES

¡Qué dices! No te creo.

No veo jueces en sesión.

DISCÍPULO

Ten la seguridad: este lugar es el Ática.

ESTREPSÍADES

¿Y dónde están los de Cicinna, mis paisanos? [210]

DISCÍPULO

Están aquí. Y Eubea, como ves, se extiende ahí muy a lo largo.

ESTREPSÍADES

Lo sé. La extendimos nosotros y Pericles 32 . Pero ¿dónde está Lacedemonia?

DISCÍPULO

¿Que dónde está? Ahí.

ESTREPSÍADES

¡Qué cerca de nosotros! Tenéis que pensar muy bien, cómo llevarla muy lejos de nosotros.

DISCÍPULO

Imposible.

ESTREPSÍADES

¡Por Zeus! Lo lloraréis.

(La mechané trae a Sócrates colgado en una cesta. ) ¡Toma! ¿Quién es ese tío colgado en la cesta?

DISCÍPULO

Él.

ESTREPSÍADES

¿Quién es ‘él’?

DISCÍPULO

Sócrates.

ESTREPSÍADES

¡Ah! Sócrates. Anda, dale tú una voz, fuerte.

DISCÍPULO

[220] Llámale tú mismo. No tengo tiempo.

ESTREPSÍADES

¡Sócrates! ¡Socratito!

SÓCRATES

¿Por qué me llamas, efímero?

ESTREPSÍADES

Antes que nada, por favor, dime qué estás haciendo.

SÓCRATES

Ando por el aire y considero al sol 33 .

ESTREPSÍADES

Ya, por eso desconsideras a los dioses desde una cesta, y no desde el suelo. ¿No es verdad?

SÓCRATES

Sí, porque jamás podría descubrir correctamente las cosas [230] celestes, si no colgara mi pensamiento y mezclara la sutileza de mi inteligencia con su semejante, el aire. Si observara en el suelo las cosas de arriba desde abajo, nunca las descubriría. Imposible: la tierra atrae por necesidad hacia sí misma la humedad de la inteligencia 34 . Le ocurre lo mismo que a los berros.

ESTREPSÍADES

¿Qué dices? ¿Qué la inteligencia atrae la humedad hacia los berros? Anda, Socratito, baja a mi lado a enseñarme aquello por lo que he venido.

SÓCRATES

¿Con qué intención viniste?

ESTREPSÍADES

Con la de aprender a hablar. Los intereses y unos acreedores [240] intratables me traen a mal traer, me entran a saco 35 y tienen pignorados mis bienes.

SÓCRATES

Y ¿cómo no te percataste de que contraías deudas?

ESTREPSÍADES

Me dejó tullido una enfermedad caballar que consume de una manera terrible. Pero, ¡ea! De tus dos argumentos, enséñame ese que no devuelve nada. La paga que me exijas, te lo juro por los dioses, te la daré íntegra.

SÓCRATES

¿Por qué dioses juras tú? De entrada: los dioses no son moneda corriente entre nosotros.

ESTREPSÍADES

¿Con qué juráis pagar 36 ? ¿Con piezas de hierro como en Bizancio?

SÓCRATES

[250] ¿Quieres enterarte con claridad de cómo son las cosas divinas en su correcta realidad?

ESTREPSÍADES

Sí, ¡voto a Zeus!, si es posible.

SÓCRATES

¿Y entrar en conversación con las Nubes, nuestras divinidades?

ESTREPSÍADES

Exactamente.

SÓCRATES

Siéntate entonces en el camastro sagrado.

ESTREPSÍADES

Ya está: estoy sentado.

SÓCRATES

Toma ahora esta guirnalda.

ESTREPSÍADES

La guirnalda, ¿para que? ¡Ay! Sócrates, ¿no pretenderéis sacrificarme como a Atamante 37 ?

SÓCRATES

No. Todo esto lo hacemos nosotros con los que se inician.

ESTREPSÍADES

Y luego, ¿ qué saldré ganando?

Pdo. 263-355 SÓCRATES [263-273 (4 anap.)

Convertirte en un experto orador, en un pícaro redomado 38 , [260] locuaz como unas castañuelas. (Echándole harina ) Estate quieto.

ESTREPSÍADES

¡Por Zeus!, no van a ser mentira tus palabras. Con lo que me estás untando acabaré siendo flor de harina.

SÓCRATES [4 an cat 262-275

Debe guardar silencio el anciano y escuchar la plegaria:

¡Oh! Señor soberano, Aire inconmensurable, que mantienes la tierra suspendida, fúlgido Éter y Nubes, diosas venerables, cargadas de truenos y rayos levantaos y mostraos, señoras, en lo alto al pensador.

ESTREPSÍADES

(Protegiéndose con el manto ) Aún no, aún no, hasta que no me envuelva con éste para no quedar empapado. ¡Haber salido de casa, desdichado de mí, sin traerme siquiera un gorro!

SÓCRATES

Venid ya, veneradísimas Nubes, para hacerle una demostración [270] a éste, ya estéis sentadas en las sagradas cumbres del Olimpo batidas por la nieve, ya formando un coro sacro con las Ninfas en los jardines de vuestro padre Océano 39 , ya en la desembocadura del Nilo saquéis agua con vuestras áureas jarras, ya estéis en la laguna Meótide 40 o en la nevada atalaya del Mimante 41 , escuchadme y aceptad el sacrificio, complacidas con los sagrados ritos.

Cto. CORO [Str. 276-290 (da lyr)

(Desde dentro)Eternales Nubes,

elevémonos, dejando ver nuestra naturaleza,

húmeda y fácil de mover, desde el Océano de grave bramido,

nuestro padre, a lo alto de las cumbres [280] de arbórea cabellera de los elevados montes,

para otear atalayas visibles a lo lejos,

los frutos y los riegos de la sagrada tierra,

los clamores de los ríos divinos

y el rumoroso ponto con su grave sonido.

El ojo incansable del Éter42reluce

con brillantes resplandores.

Sacudámonos la bruma pluviosa

de nuestra forma inmortal y miremos la tierra

con ojos que observan a lo lejos. [290]

SÓCRATES [291-296 (4 an cat)

Muy venerables Nubes, (suena el ‘bronteion’ 43 ) claramente escuchasteis mi llamada. (A Sócrates. ) ¿Oíste su voz y al tiempo el bramido del trueno que infunde un sacro pavor?

ESTREPSÍADES

Ese sacro pavor lo estoy sintiendo, ¡oh veneradísimas!, y quiero corresponder con mis cuescos a los truenos. Tan gran espanto y temor me infunden. Ahora ya, sea lícito o no, me estoy cagando.

SÓCRATES

No te pitorrees ni hagas lo de esos cómicos infames. Guarda silencio: un gran enjambre de diosas se mueve al conjuro de mis invocaciones.

(Antes de salir a escena. ) CORO [AStr. 299-313 (da lyr.)

Doncellas portadoras de lluvia,

vayamos a la reluciente tierra de Palas, [300]

para ver la patria muy amable de Cécrope44 ,

solar de valerosos varones. En ella

impera la veneración de ritos secretos;

allí la mansión45que acoge a los iniciados

se abre en las sagradas ceremonias,

se hacen ofrendas a los dioses celestiales

y hay templos de elevada techumbre e imágenes;

allí se celebran procesiones sacratísimas

en honor de los bienaventurados, y también

sacrificios de bellas guirnaldas a los dioses

[310] y banquetes sagrados en todas las estaciones.

Con la primavera llega la fiesta de Bromio46 ,

la excitación de los coros armoniosos

y la musa de las flautas con sus graves sonidos.

ESTREPSÍADES [214-355 (4 an cat)

Te lo pido por Zeus, Sócrates, dime: ¿quiénes son esas que han entonado tan solemne canto? ¿Acaso son heroínas?

SÓCRATES

En absoluto. Son las Nubes celestiales, grandes deidades para los hombres ociosos. Ellas nos dan sabiduría, argucias e inteligencia, la fabulación y el circunloquio, el arte de atacar y de acabar con el adversario.

ESTREPSÍADES

[320] Por eso, oída su voz, mi alma está que vuela y trata ya de decir sutilezas, de disertar vacuidades sobre humo, de replicar a la sentencia con una sentencieja y con otro argumento al argumento. De suerte que, si es posible, estoy deseoso de verlas ya con claridad.

SÓCRATES

Mira entonces hacia aquí, hacia el Parnes. Las veo ya descender sosegadamente.

ESTREPSÍADES

Dime: ¿dónde? Indícame.

SÓCRATES

Avanzan esas de ahí en gran número, a través de hondonadas y espesuras; esas otras vienen de lado...

ESTREPSIADES

(Interrumpiéndole. ) ¿Qué ocurre? No las distingo.

SÓCRATES

Junto a la entrada.

ESTREPSÍADES

Ahora las diviso a duras penas.

SÓCRATES

Pues ahora ya las tienes que ver, si no te tapan los ojos legañas como calabazas.

SÓCRATES

(El coro de las Nubes con vestimenta femenina entra en la orquestra .) Sí, ¡por Zeus!, las estoy viendo. ¡Oh!, muy venerandas. Ahora ya cubren todo.

SÓCRATES

¿No sabías tú que son diosas y no creías en ellas?

ESTREPSÍADES

No, ¡por Zeus!, las consideraba bruma, rocío y humo. [330]

SÓCRATES

¿No sabes, ¡voto a Zeus!, que dan de comer a un montón de sofistas, de adivinos de Turios 47 , médicos técnicos 48 , vagos melenudos con anillos de ónice, retorcedores de cantos de coros cíclicos, embaucadores sobre las cosas celestes; y que les dan de comer, como vagos, sin dar golpe, sólo porque las cantan en sus poemas?

ESTREPSÍADES

¡Ah! por eso ponían en sus versos:

«la acometida impetuosa de las húmedas nubes de fúlgidos collares»;

«bucles de Tifón, el de las cien cabezas» y «huracanes de soplo violento».

Y también:

«aéreas, ácueas, aves de corvo pico que nadan en el cielo»;

«trombas de aguas de las húmedas nubes».

Y a cambio de todo ello se zampaban:

«lonchas de mújoles grandes y sabrosos» y

«pajariles viandas de tordos».

SÓCRATES

Por ellas, efectivamente. ¿No es justo?

ESTREPSÍADES

[340] Dime ahora: ¿qué les pasa, si de verdad son nubes, para parecerse a mujeres mortales? Pues las nubes no son así.

SÓCRATES

Dime entonces: ¿cómo son?

ESTREPSÍADES

No lo sé exactamente. Se parecen a copos de lana cardados. A mujeres, ¡por Zeus!, ni una pizca. Y éstas tienen narices.

SÓCRATES

Respóndeme entonces a lo que te pregunte.

ESTREPSÍADES

Rápido, di lo que quieras.

SÓCRATES

¿No has visto alguna vez al mirar al cielo alguna nube semejante a un centauro, a una pantera, a un lobo, o a un toro?

ESTREPSÍADES

Sí, ¡por Zeus! ¿A qué viene esto?

SÓCRATES

Se transforman en todo lo que quieren. Si ven a algún salvaje melenudo de esos de pelo espeso, como el hijo de Jenofanto 49 , por burlarse de su manía, toman forma de centauros.

ESTREPSÍADES

Y si ven a algún ladrón de dineros públicos, pongamos a un [350] Simón 50 , ¿qué hacen?

SÓCRATES

Para denunciar su natural, se transforman inmediatamente en lobos.

ESTREPSÍADES

Por eso entonces, al divisar ayer a Cleónimo 51 , ese que tiró su escudo, y al ver que era un grandísimo cobarde, se transformaron en ciervos.

SÓCRATES

Y ahora, ya lo estás viendo, porque han visto a Clístenes 52 , se han transformado en mujeres.

Escc. con dial. lyr. 356-477

ESTREPSÍADES [356-438 (4 an cat.)

¡Salve soberanas! Si para otro lo hicisteis, haced ahora que rompa a sonar para mí también, ¡oh!, reinas del universo, vuestra voz tan amplia como el cielo.

CORIFEO

¡Salve!, anciano de los tiempos de antaño, cazador de discursos amigos de las Musas. (A Sócrates. ) Y tú, oficiante de [360] sutilísimas sandeces, dinos qué quieres, pues, de no ser a ti, a ningún otro de los actuales entendidos de las cosas celestes haríamos caso, salvo a Pródico 53 : a éste en razón de su sabiduría e inteligencia, y a ti, porque te pavoneas 54 por las calles, miras de soslayo 55 , soportas descalzo mil calamidades, y te das aire solemne a costa nuestra.

ESTREPSÍADES

¡Oh! Tierra. ¡Qué expresión! ¡Qué sagrada, solemne y prodigiosa!

SÓCRATES

Es lo suyo, pues son las únicas diosas. Todo lo demás, pamplinas.

ESTREPSÍADES

Para vosotros, dímelo, ¡por la Tierra!, Zeus Olímpico ¿no es un dios?

SÓCRATES

¿Qué Zeus? No digas memeces. Zeus ni tan siquiera existe.

ESTREPSÍADES

¿Qué estás diciendo? ¿Quién hace llover entonces? Aclárame esto lo primerito de todo.

SÓCRATES

Ellas, por supuesto. Te lo explicaré con grandes pruebas. Dime: ¿dónde has visto alguna ver llover sin nubes? Si fuera él, [370] tendría que hacer llover con cielo despejado, estando ausentes ellas.

ESTREPSÍADES

¡Por Apolo!, esto sí lo has añadido bien al argumento presente. Antes, ¡voto a Zeus!, creía que en realidad meaba a través de una criba. Pero ¿quién es el que truena? Dilo. Es algo que me da tembladera.

SÓCRATES

Ellas son las que truenan al revolverse.

ESTREPSÍADES

¿De qué manera, grandísimo atrevido?

SÓCRATES

Cuando están repletas de agua y son obligadas a desplazarse, necesariamente penden hacia abajo cargadas como están de lluvia; luego, por su peso, caen unas sobre otras y revientan con estrépito.

ESTREPSÍADES

¿Y quién es el que las fuerza a desplazarse? ¿No es Zeus?

SÓCRATES

[380] En absoluto. Es el Torbellino etéreo.

ESTREPSÍADES

¿Torbellino? Eso se me escapaba: que Zeus no existe, y que ahora reina en su lugar Torbellino. Pero todavía no me has explicado nada sobre el estrépito del trueno.

SÓCRATES

¿No me has oído afirmar que las nubes, repletas de agua, cuando caen unas sobre otras, chocan con estrépito por su misma condensación?

ESTREPSÍADES

Dime: eso ¿con qué prueba hay que creerlo?

SÓCRATES

Te lo explicaré poniéndote por ejemplo. Más de una vez te has dado un atracón de caldo en las Panateneas y has sentido después trastornos en la tripa: los retortijones ¿no producen súbitamente borborigmos?

ESTREPSÍADES

Sí, ¡por Apolo!, y en el acto me causan un efecto terrible: el caldito se altera, estalla como el trueno y produce un ruido pavoroso, primero despacio, pum, pum, luego prosigue, pum, catapum, [390] y cuando suelto la cagada, ya truena exactamente como aquéllas, pum, catapum, pum, pum.

SÓCRATES

Considera qué buenos cuescos te tiras con un tantico así de tripa. ¿Cómo no va a ser natural que el aire, que es inmenso, produzca enormes truenos?

ESTREPSÍADES

Ya caigo: por eso el trueno y el pedo tienen nombres parecidos 56 entre sí. Pero ¿de dónde viene el rayo —explícame— co su resplandor de fuego, y si nos cae encima, nos achicharra, y deja chamuscados a los que quedan con vida? Está claro que Zeus lo lanza contra los perjuros.

SÓCRATES

¡Cómo va a estarlo, pedazo de imbécil, que atufas a los tiempos de Crono 57 y eres más antiguo que la luna 58 ! Si hiriera [400] a los perjuros, ¿no habría ya fulminado a Simón, a Cleónimo y a Teoro 59 ? Porque perjuros, lo son y mucho. En cambio, cae sobre su propio templo 60 , sobre Sunion, el «promontorio de Atenas» y sobre las encinas grandes. ¿Con qué objeto? La encina, que yo sepa, no perjura.

ESTREPSÍADES

No sé. Evidentemente es razonable lo que dices. ¿Qué es, pues, el rayo?

SÓCRATES

Cuando el viento seco al elevarse queda encerrado en las nubes, las sopla por dentro y las hincha como una vejiga; luego las rompe por necesidad y sale al exterior violentamente, dada la densidad de éstas, incendiándose por su propio estruendo e impulso.

ESTREPSÍADES

¡Por Zeus!, eso mismito me ocurrió una vez en las Diasias 61 , cuando estaba asando una tripa a los parientes. Por un [410] descuido no la rajé, y se hinchó hasta estallarme repentinamente sobre los ojos. Me soltó la plasta encima y me quemó la cara.

CORIFEO

Hombre deseoso de la gran sabiduría que emana de nosotras, ¡qué feliz vas a ser entre los atenienses y los griegos!, si tienes memoria, reflexión y aguante de ánimo; si no te cansas de andar, ni de estar parado; si el frío no te incomoda demasiado y no deseas almorzar; si te abstienes del vino, de los gimnasios y demás insensateces, y consideras, como cumple al hombre entendido, que lo mejor de todo es vencer en los negocios, en el consejo y en las polémicas con la palabra.

ESTREPSÍADES

Por lo que respecta a firmeza de ánimo, a cavilaciones que [420] quitan el sueño y estómago ahorrativo, hecho a las privaciones y a cenar ensalada; por lo que a eso respecta, descuida; soy capaz de recibir más golpes que un yunque.

SÓCRATES

Entonces, ¿ya no vas a creer en ningún otro dios sino en lo que creemos nosotros, ese Caos (señalando a su alrededor ) que estás viendo, las Nubes y la Lengua, en esos tres sólo?

ESTREPSÍADES

A los demás, simplemente, ni aunque me los encontrara, les dirigiría la palabra. No les ofreceré sacrificios, ni libaciones, ni incienso.

CORIFEO

Dinos, pues, con confianza, qué quieres que te hagamos. No quedarás defraudado, si nos honras, nos reverencias y tratas de ser inteligente.

ESTREPSÍADES

Señoras, tan sólo os pido este pequeñísimo favor; ser el más elocuente de los griegos con cien estadios de ventaja.

CORIFEO

Obtendrás eso de nosotras. A partir de este momento nadie impondrá su opinión en la Asamblea más veces que tú.

ESTREPSÍADES

De opiniones sobre grandes asuntos, ni hablar. No deseo eso, sino torcer la justicia en lo que me toca personalmente y escurrirme de los acreedores.

CORIFEO

[430] Obtendrás lo que anhelas, pues no son grandes tus aspiraciones. ¡Ea!, ponte sin recelo en manos de nuestros ministros.

ESTREPSÍADES

Lo haré confiado en vosotras. La necesidad me aprieta, por culpa de los caballos marcados con la copa y de un casorio que me hizo trizas.

[439-456] Ahora, sin más, para lo que quieran, [syst. an .

este mi cuerpo en sus manos pongo, [440]

presto a los golpes, al hambre y la sed,

a la mugre y al frío, a que lo desuellen

y hagan un odre con su pellejo,

con tal de librarme de las deudas

y de parecer a la gente audaz,

elocuente, atrevido, desenvuelto,

infame, urdidor de mentiras,

inventor de palabras,

picapleitos: un código vivo,

un crótalo, un zorro, un practicón;

astuto, fingidor, escurridizo,

embaucador, un aguijón; asqueroso, [450]

retorcido, insoportable, chupón.

Si eso me llaman por la calle,

que me hagan sin más cuanto precisen,

hasta morcilla, ¡por Deméter!,

si les da la gana, para servírsela

a los pensadores.

CORIFEO [457-475 (da epitr)

Voluntad resoluta, no indecisa,

hay en éste. Entérate de que,

si esto aprendes de mí,

tu fama entre los mortales [460]

llegará hasta el cielo.

ESTREPSÍADES

¿Qué me ocurrirá?

CORIFEO [476-477 (4 an cat)

Conmigo todo el tiempo tendrás todo el tiempo la vida más envidiable de los hombres.

ESTREPSÍADES

¿Veré yo eso algún día?

CORIFEO

Hasta el punto de que habrá siempre muchos sentados a tu [470] puerta, deseosos de comunicarte y discutir contigo asuntos y pleitos de muchos talentos, a la altura de tu inteligencia para tomar de ti consejo. (A Sócrates. ) ¡Ea!, trata de impartir al anciano las enseñanzas previas que vayas a darle. Azuza su mente y pon a prueba su juicio.

Esc. dial SÓCRATES [478-509 (3 ia)

Vamos ya, dime tu manera de ser, para que, enterado de [480] cómo es, te aplique acto seguido ingenios nuevos.

ESTREPSÍADES

¿Qué dices? ¡Por los dioses!, ¿piensas atacarme con ellos 62 como si fuera una muralla?

SÓCRATES

No. Quiero hacerte unas breves preguntas. ¿Tienes buena memoria?

ESTREPSÍADES

Según y cómo, ¡por Zeus! Si alguien me debe algo, la tengo muy buena; si debo yo, soy por desgracia muy olvidadizo.

SÓCRATES

En tus dotes naturales, ¿tienes facilidad de palabra?

ESTREPSÍADES

La de decir, no; la de desdecir 63 , sí.

SÓCRATES

¿Cómo podrás entonces aprender?

ESTREPSÍADES

Descuida. Bien.

SÓCRATES

En ese caso, cuando te ponga por delante 64 una docta cuestión [490] sobre cosas celestes, procura atraparla inmediatamente.

ESTREPSÍADES

¿Qué pasa? ¿Se me va a dar de comer la sabiduría como a los perros?

SÓCRATES

(Aparte. ) Este individuo es un ignorante y un bárbaro. (A Estrepsíades. ) Me temo, viejo, que necesites golpes. Veamos, ¿qué haces si te pega alguien?

ESTREPSÍADES

Recibo los golpes, dejo pasar un rato, busco testigos y luego voy a reclamar justicia.

SÓCRATES

Anda, entonces quítate el manto.

ESTREPSÍADES

¿Falté en algo?

SÓCRATES

No, pero la norma es entrar a cuerpo.

ESTREPSÍADES

Pero ¡si no voy a entrar a hacer una pesquisa 65 !

SÓCRATES

Deposítalo en el suelo. ¿A qué esa tontería?

ESTREPSÍADES

[500] Dime sólo esto. Si soy estudioso y aprendo con aplicación, ¿a cuál de tus discípulos me pareceré?

SÓCRATES

Serás igualito que Querefonte en tu disposición.

ESTREPSÍADES

¡Desdichado de mí!, quedaré medio muerto.

SÓCRATES

Basta de cháchara. Rápido, sígueme aquí de una vez.

ESTREPSÍADES

Ponme antes en las manos una torta de miel 66 . Me da tanto miedo entrar como bajar al antro de Trofonio (se acerca a la puerta y se asoma al interior ).

SÓCRATES

Adelante. ¿Qué fisgas en la puerta? (Entran. )

Pbs. 510-626 CORO [Kom. 510-517 (syst. an epitr)

Vete con dios, por ese arrojo. [510]

¡Ojalá la suerte acompañe al viejo!,

porque, bien entrado en años,

tiñe su edad de modernismos

y cultiva la sabiduría.

Pbs CORIFEO [518-562 (eupol)

Espectadores. Os voy a decir sinceramente la verdad: lo juro por Dioniso, el dios que me ha criado. ¡Ojalá estuviera tan seguro [520] de vencer y ser considerado poeta de talento, como lo estaba cuando os tenía por espectadores entendidos y a ésta, por la mejor de mis comedias, y estimé por ello que merecíais ser los primeros en gustar una obra que me costó tantísimo esfuerzo! Luego salí vencido por autores vulgares 67 sin merecerlo. Eso os lo tengo que echar en cara a los entendidos, por quienes me tomé ese trabajo. Pero, ni aun así, traicionaré voluntariamente a quienes de vosotros son inteligentes. Desde el momento en que aquí dispensaron al Joven comedido y al Maricón 68 una excelente [530] acogida personas de las que da gusto hablar, y expuse yo, por no serme lícito parir como mozuela que era todavía, a esa criatura que recogió otra muchacha, vosotros la criasteis y educasteis generosamente. Desde entonces tengo una prenda fidedigna de vuestro discernimiento. Ahora, como aquella famosa Electra, esta comedia ha vuelto para ver si se encuentra con espectadores tan entendidos. Reconocerá, sin duda, si lo ve, el rizo de su hermano 69 . Mirad qué talante más modoso tiene: ante todo, no viene con un colgajo de cuero cosido, rojo en la punta y [540] grueso 70 , para hacer reír a los chiquillos; no se burla de los calvos, ni saca a escena el cordax71 ; el viejo que recita los versos no golpea con su bastón a su interlocutor, para disimular así la poca gracia de sus bromas; ni irrumpe en la escena con antorchas, ni da gritos. Ha venido confiada en sí misma y en sus versos. Y yo, como poeta de esta índole que soy, ni me ufano 72 de ello, ni trato de engañaros escenificando dos o tres veces lo mismo. Invento y os ofrezco siempre nuevos argumentos, en nada parecidos [550] entre sí y todos ellos ingeniosos. Cuando Cleón tenía el mayor predicamento, yo le golpeé el estómago 73 , pero una vez muerto 74 , ya no volví a ensañarme con él 75 . Éstos, en cambio, tan pronto como les dio Hipérbolo 76 por donde agarrarle, no dejan de patearle al pobre, a él y a su madre 77 . Comenzó Éupolis, cuando sacó a escena a trompicones su Maricante78, dando la vuelta torpemente, como torpe que es, al paño de nuestros Caballeros, a los que por mor del kórdax, les añadió esa antigua creación de Frínico, la vieja borracha a la que trataba de devorar el cetáceo 79 . Volvió luego Hermipo a meterse en sus comedias con Hipérbolo, y ahora ya arremeten contra él todos los demás, imitando esa comparación mía de las angulas 80 . Pues bien, quien [560] se ría con semejantes recursos, que no goce con los míos. Pero, si os regocijáis conmigo y con mis hallazgos, en las demás ocasiones daréis impresión de sensatez.

Syz epirrh. 563-626 CORO [Od. 563-574 (glyc cho)

A Zeus primero, señor de lo alto,

gran rey de los dioses

le invoco a nuestro coro:

Y al muy potente administrador

del tridente, que sacude violento

la tierra y el salobre del mar;

y a nuestro padre de ínclito nombre,

el muy venerado Éter que nutre [570]

la vida de todos, y al auriga

que con sus superbrillantes rayos

ocupa la llanura de la tierra,

deidad grande entre los dioses

y entre los mortales.

Ep. 575-594 CORIFEO (4 tro cat)