Lisístrata - Aristófanes - E-Book

Lisístrata E-Book

Aristófanes

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Beschreibung

Aristófanes (445-385 a. C.) es el máximo representante de la comedia antigua. Sus once obras conservadas son el testimonio más completo de un género tan importante en la Atenas clásica como la tragedia. Son vehículos de una imaginación desbordante en los que tiene cabida la sátira, la crítica política y social, la burla despiadada y los chistes groseros. Lisístrata se estrenó en el 411 a. C., en un momento crítico para Atenas, cada vez más asfixiada por la guerra contra Esparta. Con el rumor de batalla de fondo, la heroína protagonista de esta comedia propone a todas las mujeres que secunden una huelga de sexo hasta que los hombres dejen de guerrear. La radical propuesta y su divertido desarrollo la convierten en la obra más conocida de  Aristófanes, y también en la más universal por las lecciones antibelicistas y de solidaridad entre las mujeres que se pueden extraer de ella.

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Portada

Lisístrata

ARISTÓFANES

Lisístrata

prólogo de rosario lópez gregoris

traducción de luis gil fernández

Portadilla

Créditos

Volumen original: Biblioteca Clásica Gredos, 408.

© del prólogo: Rosario López Gregoris.

© de la traducción: Luis Gil Fernández.

© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S.L.U., 2020.

Avda. Diagonal, 189 – 08018 Barcelona.

www.rbalibros.com

Primera edición en esta colección: septiembre de 2020.

rba · gredos

ref.: gebo610

isbn: 978-84-249-4093-5

el taller del llibre · realización de la versión digital

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito

del editor cualquier forma de reproducción, distribución,

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Todos los derechos reservados.

5

CONTENIDO

prólogo, porrosario lópez gregoris, 7

LISÍSTRATA, 41

Contenido

7

prólogo1

por

rosario lópez gregoris

Rosario López Gregoris

Prólogo

1. aristófanes, un intelectual

Poco se sabe del autor de la comedia Lisístrata, como es habitual en la Antigüedad, donde la dimensión personal no tenía impor-tancia y el peso de un personaje se calibraba por su presencia pú-blica. Vivió entre los años 445 y 385 a. C., momento álgido de la historia de Grecia, que coincide con el esplendor del mandato de Pericles (444-404), el inicio de la Guerra del Peloponeso (contra Esparta, 431-404), un golpe de estado oligárquico (411) que anuló la reforma democrática de Clístenes, la derrota de Atenas en la guerra (404) y la decadencia de Atenas. Todo un te-mario de historia antigua.

Fue un autor prolífico de comedias al que se atribuyen mu-chas más obras (cuarenta y cuatro) de las conservadas (once); estas son, en orden cronológico, Acarnienses(426), Caballeros(424), Nubes(423), Avispas(422) Paz(421), Aves(414), Lisístra-ta(411), Tesmoforiantes(411), Ranas(405), Asambleístas(392) y Pluto(388). Las presentó indistintamente en los dos festivales teatrales que se celebraban en Atenas: las Leneas, en enero, en honor del dios Dioniso lenos(posiblemente, el de la tinaja), y las

1. Este trabajo se inserta en el proyecto de investigación «Drama y drama-turgia en Roma. Estudios filológicos y de edición» (Ref. FFI2016-74986-P), financiado por el MINECO (España).

Prólogo por Rosario López Gregoris

8 Rosario López Gregoris

Dionisíacas, a principios de verano, también en honor de Dioni-so. Estas últimas festividades congregaban a la multitud ciuda-dana ateniense, pero también a muchos visitantes o extranjeros que, aprovechando la apertura de la navegación, se acercaban a Atenas a disfrutar del gran acontecimiento teatral.

De no haberse conservado ninguna de sus comedias, igual-mente habríamos sabido de él, porque desempeña un papel prota-gonista en una de las obras más conocidas de Platón, El banquete. En este diálogo, que versa sobre el origen del amor, Aristófanes el cómico da su versión de ese origen en el famoso relato del her-mafrodita escindido por la envidia de los dioses, conocido como el mito de la media naranja, esa alma gemela que buscamos cons-tantemente y que nos completa idealmente como personas. Su presencia entre los comensales, grandes intelectuales de la época (Sócrates, filósofo; Pausanias, tertuliano habitual; Erixímaco, médico, y Agatón, poeta trágico, parodiado en Tesmoforiantes) da una idea inequívoca del lugar que ocupó Aristófanes en los círculos intelectuales de su época.

Por tanto, Aristófanes fue un ciudadano influyente, que se dedicó a la comedia, género de gran tradición en Atenas, desde donde criticó a personajes políticos (Cleón, Pisandro), a otros pensadores o escritores (Sócrates, Eurípides), decisiones políti-cas (la expedición a Sicilia, la Guerra del Peloponeso) y costum-bres sociales (el sueldo que recibían los ciudadanos por acudir a las sesiones de la asamblea, el afán de innovar del pueblo ate-niense), que, en su opinión, ponían en peligro la democracia, es decir, el autogobierno de todos los ciudadanos atenienses, clase de la que estaban excluidos mujeres, esclavos y extranjeros (los metecos). Especialmente crítico fue con los sofistas y entre ellos incluía a Sócrates, pensador que estaba desacreditando, en su opinión, los antiguos mitos y el valor heroico de las obras de Ho-mero. Los sofistas ponían en cuestión no ya las antiguas creen-cias, sino sobre todo el modelo tradicional de ciudadano: el hom-bre que se había formado en el gimnasio y en el ágora, que vivía de su trabajo, como comerciante o como campesino, que tenía a

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su cargo varios esclavos y al que se suponía capaz de participar activamente en la política de su ciudad, bien votando, bien de-sempeñando algún cargo de responsabilidad. Ese modelo es sus-tituido poco a poco por un ciudadano que domina la retórica, se convierte en un demagogo y en un profesional de la política, que es capaz de defender en cada momento lo que le interese con independencia de su ideología o del interés común. Un nuevo modelo de ciudadano que ha adquirido esa destreza retórica me-diante una formación específica con un profesor particular (un so-fista) y, por tanto, mediante una inversión económica a la que no todos los ciudadanos tenían acceso.

Ideológicamente, Aristófanes era defensor de la democracia tal y como la estableció Clístenes (de cuya reforma se hablará en la siguiente sección), y contrario tanto a la democracia radical de Efialtes y del propio Pericles, que pretendían que la asamblea de ciudadanos concentrara más poder, como a las formas de go-bierno oligárquicas o tiránicas, las que imponía el Imperio persa, una amenaza constante para los atenienses. Hoy diríamos que era un conservador, bien aferrado a la tradición y respetuoso con la religión y las formas de trabajo tradicionales, como los campe-sinos, los pescadores y los trabajos autónomos propios de la ciu-dad: los alfareros, panaderos, curtidores, etc. Su voz recogía el descontento de la gente de la ciudad y la del campo, y así hoy po-demos afirmar que fue el cronista de su tiempo, muy sensible a lo que se decía en el ágora (la plaza pública) y en la asamblea, las voces de los varones, como también a lo que se decía en la calle y en el mercado, es decir, las voces de las mujeres.

En este aspecto, su sensibilidad le permitió entender las preocupaciones de las mujeres, no las de la élite (que no están re-presentadas en su obra), pero sí las de todas aquellas que en su lucha diaria habían identificado el problema más urgente, la duración de la guerra contra Esparta y de sus consecuencias: ausencia de maridos y de hijos, viudas en condiciones de vida difíciles, jóvenes que no podían pensar en casarse y entrar en una nueva familia porque no había con quién, dificultad para ali-

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mentar a la prole con la escasez de víveres en momentos críticos; en definitiva, la preocupación de las ciudadanas que, sin derecho a voz ni voto por ser mujeres, diagnosticaban mucho mejor que ningún hombre las dificultades de la supervivencia real. Precisa-mente ese discurso femenino de vuelta a la normalidad y de paz es el que Aristófanes transmite en la comedia Lisístrata, como se verá luego con más detalle.

2. un poco de historia

El teatro de Aristófanes, su intenso contenido crítico y, al tiem-po, moral, solo se entiende dentro de unas coordenadas sociopo-líticas muy concretas, que cristalizaron en el siglo va. C., bajo la abrumadora figura de Pericles. En su camino a la democracia, que los atenienses llamaron isonomía(igualdad ante la ley), hubo varios hitos que deben tenerse en cuenta para entender el entra-mado referencial de las obras de Aristófanes:

• La legislación de Solón(640-558 a. C.). Mediante la refor-ma legislativa, Solón liberó a los atenienses, sobre todo a los pequeños campesinos, de las deudas que los llevaba a la esclavitud de los grandes propietarios de tierras (eupá-tridas), al tiempo que establecía un criterio censal nuevo, basado en la riqueza de cada individuo (timocrácia) y no en el linaje, con lo que limitó el poder político de las gran-des familias terratenientes áticas (las que ganaban más de cincuenta medidas de trigo anuales) y permitió que la cla-se ciudadana, constituida por una incipiente, pero muy activa clase de comerciantes y navegantes (la que ganaba treinta medidas de trigo o más, llamados caballeros), tu-viera una importante cuota de poder. También permitió la creación de la clase media (con veinte medidas de trigo o más), que constituirá el cuerpo de infantería (hoplitas) del ejército ateniense, con acceso a las magistraturas infe-

Prólogo11

riores. El resto de la población no tenía acceso al poder político.

• La tiranía de Pisístrato(600-527 a. C.). El enfrentamiento social entre los que deseaban un sistema político oligár-quico (la gente de la llanura o campesinos), los que desea-ban ampliar el poder de los pequeños comerciantes (la gente de la costa), y los habitantes más pobres del Ática (la gente de la montaña) desembocó en un golpe de Esta-do y el establecimiento de la tiranía de Pisístrato, tirano ilustrado, que amplió las reformas de Solón en favor de los campesinos con un crédito que garantizó con su pro-pia riqueza, favoreció el comercio y la industria maríti-mos, comenzó un política de anexiones por el Egeo para tener acceso al trigo (la falta de suelo cultivable fue el gran problema de Atenas), que pagó con la exportación de vino y aceite transportados en las exitosas cerámicas de figuras negras. También promovió la unidad del Ática con fiestas en honor de la diosa Atenea (panathenéas), donde se in-corporó el recitado de los poemas homéricos, que gracias a él fueron recogidos por escrito por primera vez para im-pedir su olvido; y también en honor del dios Dioniso, con exitosos festivales teatrales (conocidas como las fiestas dionisíacas) que consagraron el género cómico tal y como luego lo conoció Aristófanes. A la muerte del tirano, el ré-gimen policial de su hijo Hipias propició un levantamien-to popular, instigado por las familias poderosas, y la soli-citud a Esparta de ayuda militar para expulsar al tirano de la Acrópolis, donde se había refugiado, como así ocurrió.

• La reforma de Clístenes(570-507 a. C.). Miembro de una de las familias más poderosas de Atenas, los Alcmeónidas, reformó la ley para que toda ciudadanía pudiera asistir a los órganos de decisión de poder y, sobre todo, para que pudiera optar a las magistraturas y los puestos de decisión política, especialmente la clase de los comerciantes, en plena expansión económica y geográfica (como lo demues-

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tra el éxito de la cerámica de figuras rojas, que se exportó por todo el Mediterráneo, desde Jonia hasta la península Ibérica). Para ello, redistribuyó el espacio cívico y sustitu-yó el antiguo criterio de riqueza por uno territorial, de modo que cada ciudadano ateniense perteneciera a partir de los dieciocho años a un démoso distrito administrativo (había 139 en total), que servía, además, de apellido. Clís-tenes reagrupó los demos en diez tribus, de manera que ninguna tribu fuera representante de una clase o fuerza local. Para ello, dividió el Ática en tres grandes zonas: la ciudad, la costa y el interior, y en cada zona repartió los demos. El hecho de que cada tribu estuviera formada por habitantes de las tres regiones del Ática, con independen-cia del linaje, la riqueza o el oficio, tuvo dos consecuencias inmediatas: por una parte, se bloqueó el poder de las gran-des familias y, por lo tanto, el clientelismo, y, por otra, se fomentó la unión entre todos los habitantes de la región, creando un fuerte sentimiento de pertenencia. Este re-parto territorial influyó en el acceso a los órganos de po-der, aludidos continuamente en las comedias aristofáni-cas. Son los siguientes:

1. La bouléo consejo de 500 ciudadanos, integrado por cincuenta ciudadanos con más de treinta años elegi-dos por sorteo de cada una de las diez tribus. El año se di-vidió en diez períodos, pritanías, cada una asegurada por los miembros de la tribu a la que tocaba el poder, los prí-tanos, que debían permanecer en la ciudad durante el pe-ríodo que les correspondía. Su función principal era la de preparar las reuniones de la asamblea, puesto que filtra-ban qué temas se sometían a debate en la misma, y encar-garse de la seguridad diaria de la ciudad.

2. La ekklesíao asamblea se convirtió con Clístenes en el gran órgano de gobierno de la democracia atenien-se; en ella podía tomar la palabra cualquier ciudadano a

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partir de los dieciocho años, aunque en la realidad solo lo hacían los políticos y los demagogos, según Aristófanes (en los Caballeros). Sus funciones eran decisivas: elegía a los magistrados mayores (arcontes, estrategos y tesore-ros), votaba leyes y decretos, declaraba la guerra o la paz, juzgaba la actuación de los magistrados y podía condenar-los. Además, Clístenes introdujo el ostracismo, votación por la que se enviaba al exilio al ciudadano que se conside-rase peligroso para la democracia, lo que funcionaba como control frente a futuros tiranos. Aunque abierta a todo ciudadano, los que vivían lejos de la ciudad, campesinos y gente de la costa (en Lisístratavemos la dificultad de que esta gente acuda), así como los que tenían un negocio que atender, difícilmente podían acudir a las sesiones, que se celebraban a razón de una por pritanía. Este impedimento suponía que no más de 4.000 ciudadanos asistían de he-cho en las asambleas. Para fomentar la asistían, Pericles instituyó una paga para los que acudieran a la asamblea antes de las ocho de la mañana, lo que Aristófanes criticó (en Asambleístas) como una medida demagógica que solo servía para hacer vagos e interesados a los ciudadanos (clase de parados a sueldo, como los llamaba).

• Las Guerras Médicas(490-449 a. C.). Es el enfrentamiento entre el reino de Persia y las pequeñas polis griegas, que concluyó, contra todo pronóstico, con la victoria de los griegos. Esta guerra, que se desarrolló en varias fases (ba-talla de Maratón contra Darío en 490, derrota llevada a es-cena por Esquilo en Los persas, desde el punto de vista de los vencidos; batalla de Salamina contra Jerjes en 480), tuvo consecuencias notables para los griegos: creó la no-ción de la Hélade, el conjunto de polis griegas que se unieron para hacer frente a un enemigo común, el Impe-rio persa, sentido como la antítesis a su esencia, la liber-tad. Supuso también el surgimiento de dos grupos he-

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gemónicos griegos, reunidos en torno a dos polis que se revelaron decisivas para la victoria final: la Liga Lacedemo-nia, liderada por Esparta, y, sobre todo, la Liga Delia, lide-rada por Atenas. A pesar de que tenían sistemas de go-bierno antagónicos (Esparta se regía por un sistema jerárquico militarizado y Atenas por un sistema de fuerte participación ciudadana), fueron capaces de apartar sus diferencias y luchar juntas frente al enemigo. Esta unión dotó a toda la Hélade –a todas las polis tanto de un bando como de otro– de un sentimiento de comunidad sosteni-do por dos principios: la autonomía de cada una de ellas para regirse por el sistema político elegido y para firmar pactos o tratados con quien le fuera más conveniente; y un sistema de derecho común, que garantizaba que, ante cualquier conflicto entre ellas, no se emplearía la ley natu-ral del más fuerte, sino un arbitraje donde las partes en-frentadas defenderían en igualdad de condiciones su pos-tura y se aceptaría el veredicto del tribunal.

Atenas salió de este conflicto convertida en un impe-rio naval, con el que garantizaba el cumplimiento de sus obligaciones con los aliados, especialmente con todas las ciudades de la franja costera de Asia Menor, Jonia, que aportaron a los atenienses el ansiado trigo, pero también modernidad, innovación, creatividad y un espíritu curio-so. Los atenienses se sentían seguros de sí mismos, de sus dioses y de sus héroes, convencidos de que su destino es-taba en sus manos. Este sentimiento de euforia desembo-có, gracias a Pericles, en un período fructífero en lo mili-tar, en lo político, en lo diplomático y en lo artístico, al que también contribuyó Aristófanes (llamado siglo de Pe-ricles, 444-404 a. C.). Es el momento de la construcción de los grandes edificios de la ciudad y de la presencia de un círculo de intelectuales de todas las artes, en el que so-bresale Sócrates, tan parodiado y criticado por el humor socarrón de Aristófanes, especialmente en Nubes.

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• La Guerra del Peloponeso(431-404 a. C.). La política mi-litar y económica de Pericles (495-429 a. C.) puede enten-derse, desde nuestro presente, como una política impe-rialista, pues no tuvo reparos en avasallar a sus aliados y provocar el descontento general, además de los recelos de su eterno rival, Esparta. Pericles trasladó a Atenas el teso-ro de la Liga Delia, antes custodiado en la isla de Delos y reservado para sufragar los gastos ante un previsible ata-que persa. Y usó este tesoro, sin dar explicaciones a sus aliados, para su programa de embellecimiento monumen-tal de la ciudad y para pagar un sueldo de dos óbolos a los ciudadanos elegidos antes del amanecer para formar parte de los jurados que impartían justicia en Atenas, motivo de chanza para Aristófanes. Igualmente, la asamblea ateniense se mostró cruel ante la defección de varias polis aliadas, como en el caso de Mitilene, y ordenó la ejecución de los varones y la esclavitud de mujeres y niños, orden que anuló al día siguiente de votarla.

La tensión entre ambas facciones se fue incremen-tando con escaramuzas en distintos lugares de Grecia hasta que estalló la guerra, una guerra civil que no tuvo como vencedora a ninguna de las dos polis enfrentadas, aunque en el papel lo fuera Esparta. Esta guerra fue fruto de la incapacidad de ambas potencias por encontrar una vía de entendimiento y aliviar así el descontento del res-to de las polis, que sentían el poder de Atenas como una tiranía. Al final, el gran vencedor del enfrentamiento ci-vil fue el Imperio persa (como anticipa Lisístrata), que aprovechó la sangría económica, humana y militar de ambas potencias para recuperar todas las ciudades de Jo-nia (Asia Menor) y para establecer un régimen autorita-rio en Atenas, apoyado por Esparta. El otro beneficiado de esta guerra fue el reino de Macedonia, casi indemne en el enfrentamiento civil, y con un afán expansionista imparable. Filipo II de Macedonia (382-336 a. C.), padre

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de Alejandro Magno, empezaría en breve la conquista de Grecia.

3. en contexto histórico de lisístrata

La estrategia militar de Pericles en la Guerra del Peloponeso fue, con el apoyo de la asamblea, evitar el enfrentamiento directo contra Esparta en campo abierto y mantener el control naval, política que fue efectiva hasta su muerte por causa de una peste que asoló el Ática. La aparición en escena del más perfecto de los demagogos, Alcibíades, y sus ansias belicistas embarcaron a la ciudad en una expedición a Sicilia nefasta (415-413), pues supu-so la pérdida de la flota, del ejército y la deserción de Alcibíades, que se pasó al bando contrario y fijó la estrategia espartana (ocu-par los campos de cultivo de la llanura ática, que daban de comer a los atenienses) y que hacinó tras las murallas a toda la pobla-ción del Ática. En este contexto, en el año 411, escribió Aristó-fanes Lisístratay, con probabilidad, se representó en las fiestas Leneas, en torno a enero, y no en la Dionisíacas, en el verano, porque en enero aún no se habían precipitado los acontecimien-tos que llevaron al golpe de Estado y a un cambio de constitu-ción con la limitación del poder de la