La asamblea de las mujeres - Aristófanes - E-Book

La asamblea de las mujeres E-Book

Aristófanes

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Beschreibung

También conocida como Las eclesiazusas es una obra teatral de Aristófanes. Gran parte de la comedia procede de la participación de las mujeres en la política.

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La asamblea de las mujeres

Aristófanes

Booklassic 2015 ISBN 978-963-526-881-8

PERSONAJES:

 

PRAXÁGORA.

UN HERALDO.

VARIAS MUJERES.

TRES VIEJAS.

CORO DE MUJERES.

UNA JOVEN.

BLEPIRO, marido de Praxágora.

UN JOVEN.

UN HOMBRE.

LA CRIADA DE PRAXÁGORA.

CREMES.

 

La escena representa una plaza, en Atenas, donde están la casa de Praxágoras y otras dos casas. Praxágoras sale de la suya disfrazada de hombre con una lámpara en la mano.

PRAXÁGORA.-

(Parodiando ciertos prólogos trágicos.)

¡Oh lámpara preciosa de reluciente ojo que tan bien iluminas los objetos visibles! Vamos a decir tu nacimiento y tu oficio; labrada sobre el ágil torno del alfarero tus brillantes narices rebrillan como soles. Lanza con tus llamas las señales convenidas…

Tú eres la única confidente de nuestros secretos, y lo eres con motivo, pues cuando en nuestros dormitorios ensayamos las diferentes posturas del amor, tú sola nos asistes y nadie te rechaza como testigo de sus voluptuosos movimientos. Tú sola, al abrasar su vegetación feraz, iluminas nuestros recónditos encantos. Tú sola nos acompañas cuando furtivamente penetramos en las despensas llenas de báquicos néctares y sazonadas frutas; y, aunque cómplice de nuestros deleites, jamás se los revelas a la vecindad.

Justo es, por tanto, que conozcas también los actuales proyectos aprobados por las mujeres, mis amigas, en las fiestas de los Esciros. Pero ninguna de las que deben acudir se presenta; ya empieza a clarear el día y de un momento a otro dará principio la Asamblea.

Es necesario apoderarnos de nuestros puestos, que, como ya recordaréis, dijo el otro día Firómaco, deben ser los otros, y una vez sentadas, mantenernos ocultas. ¿Qué les ocurrirá? ¿Quizá no habrán podido ponerse las barbas postizas, como quedó acordado? ¿Les será difícil apoderarse de los trajes de sus maridos?-¡Ah! Allí veo una luz que se aproxima. Voy a retirarme un poco, no sea un hombre.

MUJER PRIMERA.-Ya es hora de ponerse en marcha; cuando salíamos de casa, el heraldo ha cantado por segunda vez.

PRAXÁGORA.-Y yo me he pasado toda la noche en vela esperándoos. Paro … un momento; voy a llamar a esta vecina arañando suavemente su puerta, porque es preciso que su marido no note nada.

MUJER SEGUNDA.-Ye ha oído, al ponerme los zapatos, el ruido de tus dedos, pues no estaba dormida; mí marido, querida, es un marinero da Salamina; me ha estado atacando toda la noche bajo las sábanas; hasta ahora no he podido cogerle este manto que ves.

MUJER PRIMERA.-¡Ah! Ahí veo a Clináreta y Sóstrata, que vienen con su vecina Filéneta.

PRAXÁGORA.-¡Dáos prisa! Glice ha jurado que la que llegue la última pagará en castigo tres congios de vino y un quénice de garbanzos.

MUJER PRIMERA.-¿No ves e Melística, la mujer de Esmicitión, como viene corriendo con los zapatos da su marido? Creo que esa es la única que habrá podido separarse sin dificultad da su marido.

MUJER SEGUNDA.-Mirad a Gensístrata, la mujer del tabernero, con su lámpara en la mano, acompañada de las mujeres de Filodoreto y Querétades.

PRAXÁGORA.-También veo a otras muchas flor y nata de le ciudad, que se dirigen hacía nosotras.

MUJER TERCERA.-A mí, querida mía, me ha costado un trabajo ímprobo poder escaparme sin que me vieran. Mí marido ha estado tosiendo toda le noche por haber cenado demasiadas sardinas.

PRAXÁGORA.-Bien sentaos; y puesto que ya estamos reunidas, decidme sí habéis cumplido todo lo que acordamos en la fiesta de los Esciros.

MUJER CUARTA.-Yo sí. Lo primero que hice, como convenido, fue ponerme los sobacos más hirsutos que un matorral. Después, cuando mí marido se iba al Agora, me untaba con aceite de pies e cabeza y me tostaba al sol durante todo al día.

MUJER QUINTA.-Yo también he suprimido el uso de la navaja, para estar completamente velluda y no parecer en nada una mujer.

PRAXÁGORA.-¿Traeis las barbas con que dijimos que nos presentaríamos en la Asamblea?

MUJER CUARTA.-¡Sí por Hécate! Yo traigo esta, que es muy hermosa.

MUJER QUINTA.-Y yo, otra más bella que la de Epícretas.

PRAXÁGORA.-Y vosotras, ¿qué decís?

MUJER CUARTA.-Dicen que sí, con le cabeza.

PRAXÁGORA.-También veo que os habéis provisto de lo demás, pues traéis calzado lacedemonio, bastones y ropas da hombre, como dijimos.

MUJER SEXTA.-Yo traigo el bastón de Zemia, e quien se lo he quitado mientras dormía.

PRAXÁGORA.-Es uno da aquellos bastones sobre los que se apoya para expulsar sus flatos.

MUJER SEXTA.-Sí, ¡por Zeus salvador! Si ese hombre se pusiera la piel de Argos, sería el único para administrar la cosa pública.

PRAXÁGORA.-Ea, mientras todavía quedan estrellas en el cíelo, dispongamos lo que debemos hacer, pues la Asamblea, para la que venimos dispuestas, empezará con la aurora.

MUJER PRIMERA.-¡Por Zeus! Tú debes tomar asiento al píe de la tribuna, frente e los Pritánaos.

MUJER SÉPTIMA.-Yo me he traído esta lana para cardarla durante la Asamblea.

PRAXÁGORA.-¿Durante la Asamblea? ¿Pero qué dices desgraciada?

MUJER SÉPTIMA.-Sí, por Artamis, sí. ¿Dejaré de oír porque esté cardando? Tengo a mis hijitos desnudos.

PRAXÁGORA.-¿Pero estáis oyendo esto? ¿Ponerse a cardar cuando es preciso no dejar ver a los asistentes ninguna parte de nuestro cuerpo! ¡Estaría bonito que en medio da le multitud una de nosotras se lanzase a la tribuna, se alzase los vestidos y dejase ver su… Formísío .

Por el contrario, sí envueltas en nuestros mantos ocupamos los primeros puestos, nadie nos reconocerá; y si además sacamos fuera del embozo nuestras soberbias barbas y las dejamos extenderse sobre el pecho, ¿quién sería capaz de no tomarnos por hombres? Agirrio , gracias a la barba de Prónomo , engañó a todo el mundo: antes era mujer, y ahora, como sabéis, ocupa el primer puesto en la ciudad.

Por tanto, yo os conjuro por el día que va nacer, a que acometamos esta audaz y grande empresa para ver si logramos tomar en nuestras manos el gobierno de la ciudad; porque lo que es ahora ni a remo ni a vela se mueve la nave del Estado.

MUJER SÉPTIMA.-¿Y cómo una Asamblea de mujeres con sentimientos femeninos podrá arengar a la masa?

PRAXÁGORA.-Nada más fácil. Es cosa corriente que los jóvenes más disolutos sean en general los de más fácil palabra, y, por fortuna, esta condición no nos falta a nosotras.

MUJER SÉPTIMA.-No sé, no sé; mala cosa es la inexperiencia.

PRAXÁGORA.-Por eso mismo nos hemos reunido aquí, para preparar nuestros discursos. Vamos, poneos pronto las barbas, tú y todas las que se han ejercitado en el arte de hablar.