Cómo escribir un microrrelato - Ana María Shua - E-Book

Cómo escribir un microrrelato E-Book

Ana María Shua

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Hay mil definiciones más o menos poéticas de microrrelato. Se lo ha comparado con un rayo, con un estallido, con un relámpago. Se ha señalado su carácter sugerente y elíptico, también su lirismo, sus finales sorprendentes. Se ha convenido, finalmente, en que es "muy difícil de definir". En este libro, Ana María Shua –escritora experimentada y referente en lengua española en el género de la microficción– opta por una definición práctica: "Microrrelato es un texto narrativo que tiene alrededor de trescientas palabras". Y esa aparente sencillez esconde un mundo. Es un territorio de fronteras porosas, eso sí: el microrrelato presenta una trama, pero no es un cuento; en él cada palabra tiene el peso de una roca, pero no es un poema; puede tener ingenio y humor, pero cuidado con abusar del chiste; puede ser reflexivo, pero evita la moraleja de las fábulas. En síntesis: es un arte, pero un arte que se puede aprender. Pensado para quienes buscan sumergirse en la práctica de la escritura del microrrelato, este manual –que no subestima al lector, pero tampoco lo desanima– incluye ejercicios, ejemplos y lecturas sugeridas; lugares para encontrar ideas que disparen la escritura (los sueños, los mitos, las leyendas, los cuentos populares); formatos posibles (el diccionario, las instrucciones, un tuit); consejos y advertencias: "Para ser dignamente microrrelatista, intente el cuento largo, intente la poesía, intente la novela. Usted tiene que poder volver al microrrelato porque siente que es el género en el que mejor puede expresarse, y no porque es lo único que le sale". Nada de esto quiere encorsetar la expresión personal sino, por el contrario, liberarla para encontrar una voz propia, lo que convierte a estas páginas en un manual de escritura en toda su ley, más allá del género. Como dice la autora, "lo importante es que la materia de sus microrrelatos sea la de sus propias experiencias y fantasías, la de su imaginación. […] Usted estará allí con todo lo que es, lo que piensa, lo que siente". Por supuesto, además, sea breve.

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Índice

Cubierta

Índice

Portada

Copyright

Introducción: técnica y misterio

Presentación y autobiografía

¿Qué es un microrrelato?

Extensión

Narratividad

¿Microrrelato? La cuestión del nombre

Qué leer

¿Qué se puede contar en un texto tan breve?

El golpe de sentido

Origen del microrrelato: del cuento popular al texto de autor

La función del título

Los límites del microrrelato

La brevedad en Europa: antecedentes del microrrelato

El descubrimiento de la crítica: su importancia

El microrrelato de autor en español

Cómo utilizar los conocimientos de quien lee

Temas bíblicos

Mitología grecolatina

Cuentos populares

Refranes, dichos, frases hechas, rimas, canciones populares

Lugares comunes de la literatura, de la historia y de la cultura general

Microrrelato y literatura fantástica

Bestiario

La rebelión de los objetos inanimados

Los sueños, el sueño

Descripción de lugares y pueblos imaginarios

El realismo y otras posibilidades

Cruce de géneros

Metaliteratura, metalenguaje

Juegos con formatos extraliterarios

Los errores más comunes y cómo evitarlos

Comprensión y compresión

Lo que no sabe quien lee

¿Cuanto más breve, mejor?

La repetición de tópicos trillados

El detalle que faltaba

Décimo primer mandamiento: no copiarás

Los juegos de palabras

No sea microrrelatista, sea escritor

El adjetivo, cuando no da vida, mata

Los finales sorpresa

No escriba “en difícil”

Cómo y sobre qué

Los temas, las ideas

Su propia voz

Cómo corregir un microrrelato

Cómo escribir un libro de microrrelatos

Once consejos para autores de microrrelatos

Otros ejercicios

All That Jazz

Ana María Shua

CÓMO ESCRIBIR UN MICRORRELATO

Shua, Ana María

Cómo escribir un microrrelato / Ana María Shua.- 1ª ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB - (Singular)

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-801-257-5

1. Literatura. 2. Microrrelatos. 3. Escritura. I. Título.

CDD 808.02071

Este libro fue publicado originalmente por Alba (Barcelona, 2017)

© 2023, Ana María Shua

© 2023, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

<www.sigloxxieditores.com.ar>

Diseño de cubierta: Emmanuel Prado

Digitalización: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina

Primera edición en formato digital: junio de 2023

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

ISBN edición digital (ePub): 978-987-801-257-5

Introducción: técnica y misterio

Hay una técnica para escribir microrrelato. Es parecida a la de los talladores de diamantes. Pero también hay un misterio: el de los mineros.

El punto de partida es siempre la búsqueda de la idea original: el gran misterio, lo más difícil de analizar, de transmitir. Suele ser la primera pregunta que debo responder cuando estoy frente a un auditorio de cualquier tipo, niños o adultos. Es lo primero que una persona que lee querría saber… y lo más inexplicable: de dónde brotan, como se nos ocurren las ideas. En el caso del microrrelato, la pregunta está directamente relacionada con la exploración minera. Cómo y adónde encontrar esa piedra, esa veta que llevará al diamante, cómo reconocerla en la pared de roca, o perdida en la montaña de piedrecitas falsas. Hay, sin embargo, formas de aproximarse al misterio, ejercicios que pueden conducir a cualquiera de nosotros a ese socavón de la mina donde está escondida la veta de sus propias ideas. Más adelante volveremos sobre este tema.

Es mucho más fácil referirse a la técnica: se trata de tallar la primera versión, esa primera idea original que es como una piedra en bruto, hasta obtener un diamante facetado. Como el material del que se parte es pequeño y frágil, hay riesgo de que se rompa en el proceso y se haga necesario volver a empezar. Si no es posible librarse incluso de la más mínima imperfección, hay que tirar la piedra a la basura, sin piedad. Pero no hace falta tirarla inmediatamente. Podemos darle otra oportunidad, tener a nuestra piedrecita archivada durante meses, incluso años, a la espera de esa palabra o esa idea complementaria que nos permita alcanzar la perfección. Si no la alcanza, entonces sí, habrá que librarse del texto fallido. Dentro de ese mínimo guijarro, cada palabra tiene el peso de una roca. Por otra parte, el gran placer de quienes escribimos microrrelato (en comparación con otros géneros) es la posibilidad de llegar de una sola vez desde la torpe materia prima hasta una joya perfecta. La técnica es el tema de este libro.

Y, sin embargo, también hay algo que decir acerca del misterio, que está en el centro de la creación. Cómo y por qué aparecen las ideas. A ese lugar secreto apenas es posible aproximarse, y sin embargo lo intentaremos. Solo la poesía da en el centro del blanco, pero se puede invitar a la razón a dar un paseo por los alrededores. Por ejemplo, pensar la creación como el establecimiento de conexiones no evidentes entre zonas de la realidad, la posibilidad de relacionar situaciones, objetos, palabras, hechos aparentemente desligados unos de otros.

Hay que tener en cuenta que lo que se crea de verdad es casi nada: una construcción a partir de los viejos materiales de siempre, sobre la base de estructuras predeterminadas por la tradición. Como hicieron los conquistadores españoles cuando utilizaron los bloques de los templos paganos para edificar sus iglesias. Lo que la gente llama creación es simplemente el ejercicio de un arte combinatorio. No se inventa nada, lo que hacemos es combinar de forma diferentes trozos que tomamos de la realidad.

Lo que se crea: apenas alguna nueva comunicación entre las partes, un sutil apartarse de ciertas normas cuya aplicación es necesario dominar. Primer y fundamental consejo: leer mucho microrrelato de alta calidad. Leer grandes autores para escribir como ellos o contra ellos. O mejor todavía, encontrar un camino paralelo. Lo importante es recordar que quien no conoce la tradición está condenado a repetirla.

Tenemos, entonces, dos vertientes, que se unirán en el momento de la magia: por una parte, la tradición literaria que dará el marco, la estructura (o la ruptura de ese marco, la deliberada deconstrucción de esa estructura, que es exactamente lo mismo). Y la experiencia. Propia o ajena. Hecha de todo lo que uno vivió, estudió, leyó, conoció, sufrió y le contaron. Solo es posible crear a partir de lo que ya se conoce.

La creación literaria se parece al trabajo de los sueños. Es nada más que una combinación diferente de factores que sin embargo altera el resultado.

Y al mismo tiempo es algo muy distinto de los sueños, donde nuestra mente mezcla y combina circunstancias, hechos, personas que conocimos en el mundo real sin ningún control sobre el proceso o sobre el resultado. En la creación literaria, en cambio, se trata de una combinación bajo control, el tosco frotar de dos piedras sin saber si va a saltar o no la maldita chispa, pero con todo preparado para aprovecharla si aparece. La chispa, entonces, puede ser incontrolable, imprevisible: podemos buscarla, pero no hay garantías de que brote. El fuego, en cambio, la hoguera, es producto de la razón: hay que juntar ramitas, elegir las más secas, amontonarlas, considerar la necesidad de oxígeno, optar por cierto ángulo.

Presentación y autobiografía

Para comenzar, vamos a presentarnos.

Yo soy Ana María Shua, y lo que pueda interesarle saber de mi biografía pública se lo dirá internet. Como todas las personas de este mundo, tengo también una biografía privada y una biografía secreta, de la que usted nunca se enterará. A veces, cuando duermo, soy tortuga y, con menos frecuencia, sigo siéndolo, después del despertar, durante todo un día. Es una señora tan sensible, dicen mis conocidos, y me palmean amablemente el caparazón, fingiendo no notarlo.

Y usted, ¿quién es? Como primer ejercicio, le propongo escribir una autobiografía en veinte líneas como máximo. No importa si es ficticia o real. Usted puede presentarse como una bailarina balinesa o como un asesino serial, como el creador del Universo o como el clavo que sostiene un cuadro colgado en la pared. También puede presentarse con su nombre y apellido y contar su verdadera historia (a veces es precisamente esto lo más difícil). Lo único importante es que esas veinte líneas que va a escribir sean inolvidables. Porque usted está intentando producir literatura y por lo tanto pretende ser nada menos que original. Intentará, entonces, escribir algo único y diferente, contar una pequeña historia de una forma en la que nunca haya sido contada antes. No importa si quien lee la olvida tres minutos después de haberla leído: en el momento en que usted la escriba (y la reescriba, cuantas veces sea necesario), debe tratar de que sea inolvidable.

¿Qué es un microrrelato?

Hay mil definiciones más o menos poéticas de microrrelato. Se lo compara con un rayo, con un estallido, con una fragancia, con un relámpago. También hay definiciones técnicas muy rigurosas. Algunas se esfuerzan por abarcar todas las características de los microrrelatos conocidos. En mi opinión personal, estas definiciones enumerativas están limitadas por la misma perspectiva que limitó la comprensión de la obra de Aristóteles durante la Edad Media: una definición no tiene por qué ser una preceptiva, es decir, un conjunto de reglas a las que hay que atenerse para estar seguro de que uno ha logrado mantenerse dentro del género. Los géneros literarios son mucho más elásticos de lo que parece y cada vez que creemos haber encerrado alguno dentro de límites fijos, aparece un genio que salta por encima del cerco.

Propongo aquí algunas definiciones técnicas y/o poéticas que me parecen interesantes y valiosas. Al final de este apartado diré cuál es la que nos va a resultar útil para trabajar a lo largo de este libro. Dicen del microrrelato:

Francisca Noguerol (crítica española): “Es una forma narrativa breve, que raramente supera la página de extensión y se diferencia del cuento tradicional por sus tramas ambiguas, personajes abocetados, lenguaje multívoco y finales sorprendentes”.

Lauro Zavala (crítico mexicano): “Minificción (no microficción): género híbrido con elementos extraliterarios, intertextual, irónico, autónomo, serial, lúdico y alegórico”.

Raúl Brasca (autor y crítico argentino): “Pieza en prosa compuesta de pocas palabras y elocuente silencio, concebida para ser completada por el lector y disparar en él una o varias posibilidades de sentido”.

Violeta Rojo (crítica venezolana): “Artefacto literario mínimo, des-generado, proteico, intertextual, que necesita la activa participación del lector y es muy difícil de definir”.

David Lagmanovich (crítico argentino): “Son cuentos concentrados al máximo, bellos como teoremas […] que ponen a prueba nuestras maneras rutinarias de leer”.

Irene Andrés-Suárez (crítica española): “Se trata de una composición en prosa, a menudo grávida de lirismo; como en la lírica, la tensión se organiza en torno a un eje unívoco y las imágenes convocan gran intensidad afectiva; en virtud del impacto que intenta provocar es cortísimo (el cual se debilitaría si el lector debiera postergar la experiencia recreadora); frecuentemente carece de anécdota y cuando existe, el fin está siempre más allá de ella, en la construcción de un clímax emocional que se resuelve en un impacto único”.

Pía Barros (autora chilena): “El máximo de significado, con el mínimo de significantes… y mucha inteligencia”.

Clara Obligado (escritora y crítica argentina-española) compara los microrrelatos con el haiku japonés, y nos dice que “son vértigo, seducción, vislumbre; el lector debe rematar su efecto, entrar en un proceso delicado de lectura desentrañadora y reiterada. Y resumirlos es sumarles palabras”.

Fernando Valls (crítico español): “El microrrelato es un género narrativo breve que cuenta una historia (principio este irrenunciable) en la que imperan la concisión, la elipsis, el dinamismo y la sugerencia (dado que no puede valerse de la continuidad), así como la extrema precisión del lenguaje, que suele estar al servicio de una trama paradójica y sorprendente. A menudo, se presta a la experimentación y se vale de la reescritura o lo intertextual; tampoco deberían faltarle la ambigüedad, el ingenio ni el humor”.

Enrique Anderson Imbert (autor y crítico argentino): “[El microrrelato] es un fruto redondo, concentrado en su semilla”.

Diego Muñoz Valenzuela (autor chileno): “Es una pieza narrativa mínima, de alto potencial estético y plena en significados subterráneos. Importa más la concisión que la brevedad”.

Andrés Neuman (escritor argentino-español) los define como “textos concebidos a partir de una elipsis muy ostensible, una sintaxis por lo general económica y una estructura esquemática precisa y cerrada, aunque su efecto sea, a veces, el de quedar abierto”.

Seré un poco más breve y muchísimo más sencilla. Para lo que usted necesita en este momento, y a los efectos de lo que este libro propone, nos atendremos a la siguiente definición:

Microrrelato es un texto narrativo que tiene como máximo una página, es decir, alrededor de trescientas palabras.

A continuación, haremos un breve análisis de los elementos que juegan en esta definición y que son menos obvios de lo que podría parecer.

Pero antes, y como ejercicio de brevedad, le propongo ejercitar su propia idea de lo que es un microrrelato, escribiendo.

Ejercicio

Escriba una definición poética de microrrelato en veinte palabras, que incluya la palabra mariposa. (Recuerde que se puede usar también por la negativa).

Ejercicio

Escriba una definición técnica de microrrelato en veinticinco palabras que no incluya la palabra “breve”.

Quizás es muy temprano todavía para intentar definir un género que usted no conoce tanto. Es posible que al terminar este libro usted desee modificar o reescribir esas definiciones para adaptarlas a lo que ha aprendido acerca del microrrelato. A escribir se aprende escribiendo y además es gratis. ¡No se prive!

Pero volvamos a nuestra breve definición operativa y analicemos, de atrás para adelante, cada uno de los elementos que la componen.

Extensión

Comencemos por el final y consideremos el tema de la extensión, aparentemente la cuestión más clara y más precisa en esta definición. La máxima extensión de un microrrelato es una página, es decir, alrededor de trescientas palabras. (Algunos críticos la llevan a cuatrocientas palabras).

Si bien trescientas palabras es el máximo permitido, el límite mínimo no existe. El microrrelato más breve que conozco fue escrito por el excelente autor mexicano Guillermo Samperio. Su título es “El fantasma”. Y el resto de la página está en blanco.

¿Es un microrrelato o es un simple juego de ingenio? Las dos cosas, por supuesto. Entra dentro de la definición de nuestro género y es sin duda muy ingenioso, pero también es peligroso. Como suele suceder con los juegos de ingenio, es demasiado fácil de imitar. De hecho, en un encuentro de minificción en México escuché a un excelente minificcionista mexicano leer otro título que funcionaba muy bien con el resto de la página en blanco. Se me ocurren inmediatamente muchos otros títulos que podrían lucirse como encabezado de una página en blanco. Por ejemplo, “Vampiro en el espejo”, “Acto de magia”, “Buenas intenciones”, entre otros. Pensar algunos puede ser un buen ejercicio, siempre que tenga en cuenta que, en primer lugar, estamos plagiando una idea de otro escritor. En segundo lugar (y esta ya es una opinión personal), de la literatura debemos exigir algo más que ideas brillantes o puro ingenio.

Ejercicio

Escriba tres títulos que podrían adquirir sentido acompañando a una página en blanco.

Gabriel Jiménez Emán es un escritor venezolano, autor (entre otros) de un libro llamado Los 1001 cuentos de 1 línea. De ese libro extraigo este ejemplar, que nos muestra los efectos interesantes que se pueden obtener de la extrema brevedad, sin llegar a la total ausencia de palabras:

El hombre invisible

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.

Gabriel Jiménez Emán, Los 1001 cuentos de 1 línea, Caracas, Fundarte, 1980

Casi en el otro extremo, este cuento de Kafka, “Buitres”, tiene doscientas cuarenta y cuatro palabras:

Buitres

Érase un buitre que me picoteaba los pies. Ya había desgarrado los zapatos y las medias y ahora me picoteaba los pies. Siempre tiraba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la obra.

Pasó un señor, nos miró un rato y me preguntó por qué toleraba yo al buitre.

–Estoy indefenso –le dije–, vino y empezó a picotearme, yo lo quise espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los pies: ahora están casi hechos pedazos.

–No se deje atormentar –dijo el señor–, un tiro y el buitre se acabó.

–¿Le parece? –pregunté–, ¿quiere encargarse del asunto?

–Encantado –dijo el señor–; no tengo más que ir a casa a buscar el fusil, ¿puede usted esperar media hora más?

– No sé –le respondí, y por un instante me quedé rígido de dolor; después añadí–: por favor, pruebe de todos modos.

–Bueno –dijo el señor–, voy a apurarme.

El buitre había escuchado tranquilamente nuestro diálogo y había dejado errar la mirada entre el señor y yo. Ahora vi que había comprendido todo: voló un poco, retrocedió para lograr el ímpetu necesario y como un atleta que arroja la jabalina encajó el pico en mi boca, profundamente. Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba.

Franz Kafka, Relatos completos, Buenos Aires, Losada, 1983

Nadie que lea como se debe tiene dudas con respecto a la calidad literaria de este texto. No hay por qué aspirar a menos. Hasta dónde se llegue, dependerá de la combinación del talento y la capacidad de trabajo de cada uno, pero nuestras aspiraciones deben tender al infinito. En una persona que emprende el camino de la escritura, la pretensión y la vanidad son, más que cualidades o defectos, simples características del oficio. Solo los mejores consiguen disimularlas. Le aconsejo leer un cuento de 303 palabras, “Los dos reyes y los dos laberintos”, de Jorge Luis Borges. Es un cuento puro y duro, montado sobre la idea extraordinaria de que el desierto también puede ser un laberinto. Textos de esta calidad expanden las posibilidades del género.

Ejercicio