Convertir deseos en proyectos - Norberto Siciliani - E-Book

Convertir deseos en proyectos E-Book

Norberto Siciliani

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Beschreibung

Educar desde los valores es vivir y poner en práctica principios psicológicos, sociológicos y morales cuyo objetivo no es ser 'más buenos' o intentar que los sean los alumnos, sino construir instrumentos que permitan ser cada vez más reflexivos y comprensivos, reconociendo a la diversidad y el conflicto como un componente inevitable del tejido social. "Educar desde los valores" es un desafío a largo plazo. Nuestra expectativa es que estas dinámicas puedan activar mecanismos de argumentación, acción y defensa, que ayuden a configurar un capital ético, una estructuración de la vida desde los valores, tendiente a construir los aprendizajes requeridos para la vida social.

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Seitenzahl: 151

Veröffentlichungsjahr: 2025

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ISBN edición digital: 9789871984824

Archivo Digital: descarga y online

1. Antropología de la Música. I. Pérez-Taylor Alderete, Rafael, dir. II. Reynoso, Carlos, dir. III. Título

CDD 306.484

Director general: Andrés Carlos Telesca

Autor: Norberto Siciliani

Diseño de cubierta e interior: Cecilia Ricci ([email protected])

Sb editorial

Yapeyú 283 - C1202ACE

Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina

Tel/Fax: (+54) (11) 4958-1310

[email protected]

www.editorialsb.com

www.facebook.com/editorialsb

Índice

El conflicto provocado por la diversidad cuando hablamos de valores

El valor de las respuestas que les damos a los niños

Lectura de la realidad desde los valores

Valores y Actitudes

La intervención docente

Valores y deseos

Los Niveles del Desarrollo Moral

El lanzamiento primicial y las figuras tutelares

La acción y los valores

Urgencia y emergencia de valores

Cerebro y valores

Escuela, padres e hijos. Buscando el equilibrio entre la afectividad y la efectividad

Somos pero nos vamos construyendo recíprocamente

Buscando valores

Una historia cotidiana: la utilidad de los valores

Y ¿Qué Valores?

Las Dinámicas y el juego

Seis tácticas, dos recursos y una clave

Las Dinámicas

1. Dilemas éticos y morales

“Dar la vida por los amigos”...

2. Dinámicas para romper el hielo

3. Dinámicas de conocimiento de uno mismo y de los otros

Lectura y análisis de cuentos

4. De la diversidad y de los roles

5. Algunas dinámicas un poco más complejas

Bibliografía

El conflicto provocado por la diversidad cuando hablamos de valores

En el mundo, y en este caso particularmente en el mundo escolar, la experiencia de la diversidad provoca conflictos inevitables, producto de los diferentes universos de expectativas y modalidades, diversas “culturas” que, en definitiva, intentan convivir cotidianamente tomando decisiones en forma permanente, pretendiendo reducir los conflictos a su mínima expresión, fabricando con ello conflictos aún mayores.

Toda mirada que se tiene de los otros es una mirada que justamente categoriza las diferencias y, por lo tanto, selecciona las coincidencias. El gran desafío que nos corresponde desempeñar como mediadores es el de llegar a unos acuerdos que permitan capitalizar toda esa diversidad en oportunidades de confrontación entre los distintos valores que se ponen en juego, y de este avatar, salir enriquecidos.

Ninguna acción pedagógica que se pretenda implementar gratificará con resultados inmediatos. La tarea de educar desde los valores es un desafío a largo plazo y de la misma manera que las políticas educativas surten efecto generaciones más tarde, en beneficio o en detrimento de ellas mismas y de otras generaciones, es necesario tomar plena conciencia de que cuando se lanza cualquier programa de educación que intenta dar respuesta a las cuestiones de fondo de los seres humanos, cómo, con quién y para qué vivir: todo, siempre, empeora antes de mejorar. La esperanza es, entonces, uno de los valores iniciales que los mediadores, animadores, docentes descubrirán como herramienta básica para decidirse a comenzar.

El otro valor será, en consecuencia, la perseverancia, para no desfallecer en el intento de ir ayudando a cada individuo a descubrir los valores que irá eligiendo progresivamente para su propia vida.

No existe la educación sin valoración y cualquier modo de valorar una situación es sólo uno de los muchos modos posibles de hacerlo. Por lo que se puede pensar que tampoco existe la neutralidad en educación, ya que es un proceso de opciones. Se elige y cada elección define un conflicto y este exige una resolución, que por necesidad de desarrollo provoca nuevos conflictos, ya que cada decisión implica una renuncia. Como enunciaba Albert Camus para la posguerra y que los sesentistas asumimos sin temor: “si me defino me limito, si no me defino me confundo”.1

Existe, aún hoy, una percepción negativa y pesimista del conflicto; sin embargo, es factor generador del desarrollo organizativo democrático y participativo de las instituciones. En realidad, debemos dudar cuando no aparece conflicto de ningún tipo a lo largo de la gestión pedagógica. Y no estamos hablando de violencia, ya que hay que tratar de evitarla a través de los distintos canales orgánicos y profesionales que pueden ponerse en funcionamiento.

Presentamos una de las tantas posibilidades a la que se puede recurrir en la educación desde los valores, que nos ayuda a confrontar a la diversidad de los mundos individuales en este “Reality” que muchas veces es el aula escolar y podemos prepararnos, así, para los tres aspectos de los que vamos a hablar: Valores y Diversidad, y la situación emergente de estos dos mundos de ideas que es, inevitablemente, el Conflicto.

Quisiera, por lo tanto, circunscribir pedagógicamente la definición de conflicto a “conflicto cognitivo” o “conflicto sociocongnitivo”, ya que la interacción social entre pares que sostienen distintas ópticas referentes a un mismo problema es un medio sumamente eficaz para inducir al desarrollo cognitivo. La técnica que todos los docentes utilizamos para acompañar al niño hacia la adquisición de un conjunto de competencias, es la ayuda de un adulto (o un par más capacitado) y siempre tomando en consideración las diferentes etapas que componen el proceso de aprendizaje.

Ahora bien, en este punto, Lev Vygotsky2 plantea que la diferencia reside en que el contexto en el cual se verifica la interacción tiene una importancia decisiva.

Luis C. Moll3 recopila una serie de trabajos que resumen algunas investigaciones donde se estudia la colaboración entre pares en la Zona de Desarrollo Próximo definida por Vygotsky. Se refiere a que todo niño tiene, en cualquier dominio, un “nivel” de desarrollo “real” que es posible evaluar examinando su individualidad, y un potencial inmediato de desarrollo dentro de ese dominio. Denominaba a esa diferencia entre los dos niveles “Zona de Desarrollo Próximo” y la definía como “la distancia entre el nivel de desarrollo real, en tanto determinado por la capacidad de resolver problemas de manera independiente, y el nivel de desarrollo potencial, en tanto determinado por la capacidad de resolver problemas bajo la orientación de un adulto o en colaboración con pares capacitados”. Es por ello que la incidencia del contexto social inmediato tiene un efecto a la vez poderoso y persistente y no siempre en dirección al desarrollo.

En toda interacción entre niños es fundamental prestar más atención a la manera en que estos llegan a un punto de vista común, más que al proceso mismo de conflicto, subrayando la importancia de llegar a un significado compartido.

Rogoff y Gardner (1984), Radsziszewski y Rogoff (1988), Ellis y Rogoff (1982, 1986) y Rogoff y Radsziszewski (1985)4 investigaron la colaboración de niños con sus pares más capacitados o adultos. Observaron que quienes más posibilidades tenían de completar una tarea con éxito eran aquellos niños que trabajaban en colaboración con un adulto, generalmente la madre. El resultado de sus investigaciones delimita la influencia del contexto social inmediato como ese efecto poderoso y persistente que se señalaba anteriormente.

Por otra parte, Reuven Feurestein5 sostiene que los niños que presentan deficiencias en sus capacidades para el aprendizaje, suelen ser los que no han experimentado una mediación adecuada por parte de los adultos cercanos. No alcanza sólo con una visita didáctica o con leer algún libro en clase. Lo que importa y establece la verdadera diferencia, en relación con la construcción de los significados, es la intermediación de la experiencia para el niño por parte de los adultos. Piaget define (1972) esa intermediación como la gran contribución para que los niños asimilen las experiencias nuevas en los esquemas preexistentes y que acomoden experiencias más novedosas mediante la formación de nuevos esquemas.

El enfoque, por lo tanto, que aquí se le otorga al conflicto es de tipo estratégico y propedéutico, y su importancia radica en que nos permite observar la interacción entre las personas y cómo éstas llegan a acuerdos que otorgan finalmente significado a la interacción social. La estrategia radica en encontrar el espacio de mediación adecuada para ayudar a construir una comunidad de indagación desde donde se estimule el cuestionamiento permanente para arribar al análisis.

1.Lottman, Herbert R., Albert Camus, Santillana-Taurus, Madrid, 1994.

2.Moll, Luis C. (comp.), Vygostsky y la educación, Aique, Buenos Aires, 1993.

3.Ibídem.

4.Ibídem.

5.Feurestein, Reuven y otros. ¿Es modificable la inteligencia?, Bruño, Madrid, 1997.

El valor de las respuestas que les damos a los niños

Incentivar y comprender el valor de las preguntas en el desarrollo de las capacidades para la toma decisiones, es un objetivo indispensable para que la escuela se oriente en la construcción de esta comunidad de indagación.

Sternberg y Spear Swerling afirman que las respuestas (mediaciones) de los padres y docentes hacia los niños pueden categorizarse en siete niveles, entre los cuales los (niveles) superiores representarían una intermediación mayor y de ese modo, mayores oportunidades para que el niño desarrolle sus capacidades de razonamiento de orden superior.

Estos niveles son:

1. El rechazo a la pregunta.

2. La repetición de la pregunta en la respuesta.

3. La admisión de la ignorancia o la presentación de la información.

4. La estimulación de la búsqueda de la respuesta mediante la autoridad.

5. La consideración de explicaciones alternativas.

6. La consideración de las explicaciones y de los medios para evaluarlas.

7. La consideración de las explicaciones, los medios para evaluarlas y el seguimiento de dichas evaluaciones.

Estos siete niveles varían desde el rechazo a la pregunta hasta fomentar el planeamiento y la comprensión de la hipótesis.

Con David Perkins6 coincidimos en los alcances que la Teoría Uno ofrece, en este caso, para la educación desde los valores y en la diversidad: “La gente aprende más cuando tiene una oportunidad razonable y una motivación para hacerlo”.

Ya en 1984 y basándonos en los trabajos de Gilbert De Landshere7 sosteníamos lo que Perkins plantea con absoluta lucidez como “una causa profunda” de la problemática escolar que se centra en la creencia de que “el éxito del aprendizaje depende de la capacidad más que del esfuerzo”.

Aprender también es una cuestión de tiempo. A algunas personas el aprendizaje les lleva más tiempo que a otras; por lo tanto, si organizamos la enseñanza de modo que estas personas puedan tomarse su tiempo y les ayudamos a hallar motivación necesaria para aprovecharlo, es indudable que aprenderán mucho más. Por lo tanto también en la educación desde los valores y en la diversidad “si no se aprende a pensar con los conocimientos (con lo aprendido) que se está almacenando, da lo mismo que no se los tenga”.8

En resumen, la gente aprende más cuando tiene una oportunidad razonable para hacerlo. Se optimiza el aprendizaje cuando hay información clara, práctica y reflexiva, realimentación informativa y fuerte motivación intrínseca y extrínseca.

6.Perkins, David,La escuela inteligente. Del adiestramiento de la memoria a la educación de la mente, Gedisa, Barcelona, 1997.

7.De Landsheere, Gilbert, Educación continua y exámenes. Manual de docimología: un nuevo desarrollo conceptual y práctico de ambos procesos, El Ateneo, Buenos Aires, 1972.

8.Perkins, David, op. cit.

Lectura de la realidad desde los valores

Ofrecemos nuestra óptica y esperamos que sea de utilidad como alternativa de orientación para la toma de decisiones profesionales y de mediación en situaciones donde haya que echar mano al archivo personal de valores.

Cualquiera de nosotros se encuentra frente disyuntivas ante la toma de decisiones, debiendo tener que elegir entre diferentes variables que se enfrentan con las ideas de las personas con las que convivimos.

A manera de muestra presentaremos un breve dilema para demostrar, una vez más, la complejidad de las situaciones de la vida cotidiana cuando, necesariamente, debemos tomar decisiones acerca del uso de los valores aprendidos para resolver un problema o, en su defecto, construir en el diálogo fructífero con los demás las vías de exploración que nos vayan acercando progresivamente a las alternativas de solución de estos dilemas.

Un hombre había sido condenado a diez años de prisión por fraude y estafas reiteradas. Después de un año escapó de la cárcel y se cambió de nombre.

Ahora es conocido como Simón Reyes.

Durante los siguientes ocho años Simón trabajó duramente y poco a poco pudo ahorrar el dinero suficiente para montar su propio negocio.

Es honesto con sus clientes, paga altos salarios a sus trabajadores y contribuye para obras de caridad en la comunidad.

Se casó y tiene una hija que es compañera de otros niños vecinos.

Su mujer es maestra en esa pequeña ciudad.

Un día, el Señor Gonzalez pasa por el negocio y reconoce a Simón que era su antiguo vecino. Sabe que es el hombre que escapó de la cárcel y que es buscado por la policía.

¿Debe el Sr. Gonzalez denunciar a Simón a la policía para que vuelva a prisión?

¿Qué debe hacer el Sr. Gonzalez?

Experiencias dilemáticas como estas son habituales en la vida cotidiana. Algunas pasan desapercibidas porque las respuestas automáticas que brindamos forman parte de un sistema de valores pretérito (y no por ello inadecuado) desde el que continuamos ordenando la realidad, dentro de un marco de seguridad que hasta el momento de aparecer nuevos conflictos, ha funcionado.

En el caso de conflictos en los que hay que recurrir a diferentes valores para orientar la solución, exige de parte de cada uno diferentes argumentos intelectuales. Y a medida que los argumentos (de esas respuestas) son analizados y vueltos a analizar, surgen nuevos matices que los inhabilitan y, en muchos casos, inevitablemente, se regresa al principio. Esto lo define Piaget9 diciendo que el desarrollo intelectual es un proceso en el cual las ideas son reestructuradas y mejoradas como resultado de una interacción del individuo con el medio ambiente. De este modo, transformamos la realidad de acuerdo a la forma en que organizamos nuestro entendimiento para aceptarla.

El dilema ofrece espacios y tiempos de reflexión y diálogo acerca de la diversidad de ciertos juicios y valores que rigen sobre cada uno y el conflicto y debate en el que nos vemos atrapados. De esta forma, releyendo el Dilema del Sr. Gonzalez, tenemos forzosamente que optar por los distintos valores que se ponen en juego, ya que siempre cualquiera de las opciones aparecen como razonablemente válidas.

Ahora bien, ¿con qué herramientas abordamos estas situaciones y nos acompañamos y acompañamos a nuestros estudiantes hacia un tiempo y un espacio de resolución de conflictos, ya sea desde una experiencia de puesta en práctica de valores concretos o desde la crítica concreta de los valores en juego?

Valores y Actitudes

Es importante aclarar desde un principio qué entendemos por valores y qué por educar y educarse desde los valores y acercarnos, por lo menos escuetamente, a unas definiciones del concepto de “valor” que pueden ayudar a ubicarnos propedéuticamente.

Pablo Latapì Sarre10 dice que

“entendemos por valor, desde una dimensión general, a lo que se valora, lo que se considera digno de aprecio; así, valor puede ser identificado con «lo bueno», lo provechoso.

En el orden psicológico, los valores son propiedades de la personalidad, preferencias, orientaciones, disposiciones psíquicas. Nos apropiamos de aquellos bienes abstractos, los interiorizamos en nuestra personalidad como actitudes, sentimientos, convicciones o rasgos de carácter. Son, por lo tanto, aquellos rasgos que pretendemos abarcar con los estudiantes.

Desde el punto de vista sociológico, los valores adquieren otro significado: son preferencias colectivas, compartidas por un grupo; implican sentimientos del grupo, modos de reaccionar o conductas determinadas. Su formación y evolución siguen leyes que las ciencias sociales aún tratan de elucidar, distintas en buena parte de las de los valores del individuo. Entre los ámbitos psicológico y sociológico podemos ubicar una definición de los valores desde el aspecto moral. Esto es el orden del uso responsable de la libertad, pues no otra cosa es lo moral. Aquí “valor” significa una toma de posición que percibimos como obligatoria para nosotros mismos en virtud de nuestra dignidad humana; los valores morales vienen a significar normas. Normas de conducta que sentimos que debemos cumplir por imperativo de nuestra conciencia, no por coacción externa.

Los valores como construcciones culturales (humanas) aspiran a ser universales para poder encontrar en ellos un referente de aquello que debe ser considerado fundamental para darle sentido y posibilidad de desarrollo individual y social.

Obviamente para convertirse en propuestas educativas estos conceptos tienen que identificarse, tematizarse de alguna manera, clasificarse en un contexto determinado que ofrece significación a esos valores”.

Podemos decir, entonces, que educar desde los valores es vivir y poner en práctica principios psicológicos, sociológicos y morales, sabiendo que el objetivo de esta empresa no es que seamos más buenos o que intentemos que lo sean nuestros alumnos, sino que consiste en la construcción de unos instrumentos que nos hagan cada vez más reflexivos, comprensivos, con mayores perspectivas y flexibilizando el juicio para poder, cada vez más, aproximarnos comprensivamente a la realidad con la intención de aportar ideas que la modifiquen.

Y... ¿Por qué tenemos que actuar desde los valores, teniéndolos siempre presentes?, sería la pregunta del millón. ¿Por qué no mejor prescindir de ellos, dejarlos de lado para que no nos incomoden y así llevar una vida más sencilla, con menos complicaciones? Pregunta compleja que abordaremos.

La diferencia entre educar en valores y educar desde los valores reside en la posición que asume quien educa y se educa. Educar desde los valores requiere definir el punto de partida para la acción pedagógica: con altas expectativas de logro, con metas loables que quizás nunca veremos, pero conociendo con exactitud el punto de partida: los valores a sostener a lo largo de la propuesta educativa y el ámbito de esta propuesta de gestión: la diversidad, ya que cada uno parte de diferentes cosmovisiones construidas con los aportes de su entorno (contexto) y la personal interpretación que se hace de ellos.

Cuando educamos desde los valores, pueden presentarse modificaciones, alteraciones de sentido o cambios de dirección. Pero el camino es el mismo si iniciamos el trayecto desde un lugar absolutamente identificable: esos valores. Y aunque vayamos hacia cualquier sitio, nosotros somos de allí. Desde donde partimos... desde los valores. Y aunque en el recorrido realizado nos hayamos desorientado, aquella idea fuerza que nos guía es la que está instalada en nuestros orígenes. Mao Tse Tung decía: “No hago la revolución por la luz que veo sino por la luz que una vez vi”. Jesús les pide a sus discípulos que hagan lo que Él les enseñó.

Estemos o no de acuerdo con las consecuencias de las acciones de los otros, nunca podremos negar que aquellos que se orientan por lo definido en los orígenes son los más convincentes. En definitiva son los que sostienen su ideal a cualquier costo. Por otra parte, mirar la vida desde esa perspectiva (en este caso, desde los valores) nos permite comprenderla como si fuese nuestra segunda lengua materna.