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"¿Cuba, qué linda es Cuba?", bajo la forma de un libro de cuentos, nos presenta una cruda e incisiva denuncia de las circunstancias que se viven hoy en la isla. Algunas de esas circunstancias son bastante conocidas –la represión policial, los maltratos asociados asociadas–, otras están más silenciadas –la persistente discriminación basada en el color de la piel–. Pero, en palabras de su autor, "mi libro, más que una denuncia, es una estrategia cultural para defender mi triple identidad: como artista, como negro y como cubano".
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Seitenzahl: 53
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Hebert Poll Gutiérrez
Saga
¿Cuba… qué linda es Cuba?
Copyright © 2020, 2022 Hebert Poll Gutiérrez and SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788728101834
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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Donde hay poca justicia es un peligro tener razón.
Francisco de Quevedo
¡Cuba qué libre es Cuba, quién la defiende la quiere más, qué libre es Cuba!
—¡Cállate, coño, cállate!—le ordena asustado Juan a su primo Luis y… Demasiado tarde.
—Identificación ciudadano.
—¿Por qué?
—A ti por cantar.
—¿Y a mí?
—Por seguirle la corriente y no decirle lo malo que canta.
—Pero…. ¿usted le va a hacer caso?
—¡Claro! Son las tres de la mañana, no son horas de cantar.
—¡No le haga caso, oficial! Cuando mi primo fuma marihuana, comienza a cantar mentiras.
“Abajo el presidente”—escribe X.
—¡Siete años de privación de libertad!—ordena el juez.
Rita, la musa preferida de X, sonríe. Delatar a los artistas que detesten el gobierno actual es su juego favorito.
Usted se ha comunicado con el ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica). Si llama para acordar una cita marque el 1. ¿Desea conocer por qué los largometrajes y cortometrajes los hacen los mismos actores, actrices y directores?, marque el 2. ¿Quiere saber si los negros con talento algún día serán aceptados en nuestra entidad?, marque el tres. Si no tiene familia en la institución y llama en busca de trabajo, por favor, espere, será atendido por la operadora. Graciasssss… Graciasssss… Graciasssss… Graciasssss…
—¡Me voy del país!
—¡Estás loco! ¿Dónde hallarás una tierra como esta? No hay diferencias de clases ni discriminación racial, la educación y salud son gratis, aquí todo es para todos.
—Por eso mismo. Si todo es para todos, nada es de nadie. Me marcho de aquí… voy a buscar lo mío.
“Mi patria es tan linda tan fuera y tan amarga por dentro”
Nicolás Guillén
En una ciudad de Cuba, de cuyo nombre no quiero acordarme…
—¡Oye, tú, ven acá!
SILENCIO
—¡Oye, tú, ven acá!
SILENCIO
—¡Ciudadano, por favor!
—Diga.
—¿Usted está sordo?
—No.
—¿Entonces por qué no me hizo caso cuando lo llamé?
—¡Ahhh! ¿Era conmigo?
—¡Claro que era contigo! ¿Con quién más podía ser?
—Por eso no le respondí. Tengo nombre, no me llamo oye tú ven acá.
—¿Qué te pasa, negro payaso?
—Es verdad, realmente es verdad.
—¿Qué es verdad?
—Es verdad que soy negro y estoy orgulloso de serlo. Es verdad que soy payaso y cobro por mis payasadas, pero también soy Licenciado en Comunicación Social, escritor, narrador oral escénico, ¿entendiste, oye tú ven acá?
— Identrifilación.
—¿Qué?
— Identrifilación.
—¿Qué cosa? No entiendo.
El policía habla más despacio pero un poco enojado.
— Identrifilación.
—Ya entiendo—dice el supuesto delincuente, saca su identificación personal y se la entrega al policía.
—¡Dame acá, negro payaso!
El policía intenta leer el carnet de identidad y no lo consigue. Tartamudea, se traba al decir las palabras.
—Nombre.
—Si no sabe leer, ¿para qué me pidió el carnet?
—Ciudadano.
—¿Qué pasa?
—Me está faltando el respeto.
—¿Le estoy faltando el respeto? No, oficial. Falta de respeto es usted que el estado le paga mil quinientos pesos al mes, usted gana más que un licenciado y no sabe leer. Al menos gaste la mitad del sueldo y cómprese un diccionario o un cerebro.
—Me está faltando el respeto. ¡Yo soy la ley!
—¿Su jefe sabe que tú no sabes leer?
—¡Tú no, usted, respete a la ley!
—Ya ve.
—¿Qué cosa tengo que ver?
—Vio que mal uno se siente cuando no lo llaman por su nombre.
— Ciudada…
—¿Su jefe sabe que tú, digo, usted no sabe leer?
—¿A ti que cojones te importa?
—Claro que me importa. Me estás haciendo perder el tiempo. ¿Le suben el salario por hacerle perder tiempo a los civiles?
—Nombre. Silencio.
—Ciudadano. ¿No me va a decir su nombre?
—De acuerdo. M—i—g—u—e—l M—a—r—t—í—n—e—z O—l—i—v—a—r—e—s
—¿Por qué hablas así?
—¿No quería saber mi nombre?
—Sí.
—Entonces…
—Entonces… ¿Por qué cojones me hablas así?
—Subteniente.
—Teniente.
—De acuerdo, Teniente. ¿Deletrear el nombre propio es un delito?
—No.
—¡Uhmmm! Ya veo. Entonces…
—¿Entonces qué?
—Nada.
—¿Cómo qué nada?
—Nada teniente. Solo le pregunté si deletrear el nombre propio era contra la ley.
—Y yo le acabo de decir que no. ¿Cuál es el problema?
—Ninguno. Ahora estoy más tranquilo. Pensaba que estaba infringiendo la ley por deletrear. Como en este país se cambian cada cinco minutos las leyes y los ministros.
—¡Cuidado con la lengua, ciudadano!
—Artículo 19.
—¿Arti qué?
—Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión. Declaración universal de los Derechos Humanos.
—¿De qué cojones hablas, negro payaso?
—Libertad de expresión, teniente.
—¿Libertad de expresión?
—Sí, teniente. Li—ber—tad de ex—pre—sión. Pue—do— de—cir lo que me da la ga—na.
—No me hable más así. Yo no soy ignorante.
—Disculpe, es verdad.
—¿Qué es verdad?
—Usted no sabe leer, no sabe escuchar, pero no es ignorante.
—¿Se está burlando de mí?
—No, digo lo que veo.
El policía saca su walkie talkie y se enoja al ver que este no funciona.
—Teniente, al final no me dijo porque me detuvo.
—¿Estás apurado?
—Claro, por eso le pregunto.
—Es un chequeo de rutina.
—¡Ahhh! Ya veo, ya veo.
—¡Qué cojones ves?
—Una cosa.
—¿Qué cojones es?
—Me pides el carnet por ser negro.
—¿Qué coño dijiste?
—Me pi—des el car—net por ser ne—gro.
—¡Cállate la boca, negro payaso!
—¡Ve que es verdad! Me pides el carnet por ser negro.
—¡Mentira! Yo soy negro igual que tú.
—Eso es lo que más me molesta, carajo.
—¡Cuidado con su lengua!