De grillos y chicharras - Pedro Antonio García - E-Book

De grillos y chicharras E-Book

Pedro Antonio García

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Beschreibung

Obligadas a migrar, un grupo de chicharras busca refugio en el territorio de una orquesta de grillos, quienes no estarán dispuestos a compartir su propiedad. Ambos grupos, que se desprecian por ser diferentes, se verán obligados a convivir; al conocerse mejor, descubrirán que no son tan distintos como piensan y que pueden complementarse para formar la más bella de las armonías. Este libro nos introduce al problema filosófico de la propiedad privada y propone la solidaridad y la empatía, no solo como una solución para nuestros conflictos, sino como única posibilidad de supervivencia en un mundo donde todos se creen con derecho a la apropiación y a la explotación.

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DE GRILLOS Y CHICHARRAS

ELEFANTAEDITORIAL

DE GRILLOS Y CHICHARRAS

Primera edición, 2023

D.R. © 2022, Pedro Antonio García

Edición: Emiliano Becerril Silva

Ilustraciones: Julia Reyes Retana C.

Formación: Lucero Vázquez Téllez

D.R. © 2023, Elefanta del Sur, S.A. de C.V.

[email protected]

www.elefantaeditorial.com

@ElefantaEditor

elefanta_editorial

De grillos y chicharras está basado en la ópera infantil del mismo nombre, producida por Ópera portátil, con música de Jomi Delgado y Marcela Rodríguez, y libreto del autor.

FB: @operaportatil

INSTAGRAM: @operaportatil

ISBN LIBRO IMPRESO : 978-607-8749-53-9

ISBN EBOOK : 978-607-8749-59-1

Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de los editores.

DE GRILLOS Y CHICHARRAS

Texto de Pedro Antonio García Ilustraciones de Julia Reyes Retana C.

A Leonora y Silvestre,quienes a diario aprendenla difícil tarea de compartir.

ÍNDICE

0

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0.

Érase una vez un limonero que vivía feliz en medio del bosque, pues bajo su fronda tocaba una orquesta de grillos que oía cada noche. El árbol gozaba tanto de los conciertos, que se cubría de flores, y en agradecimiento por la música, el limonero regalaba a los grillos sus espléndidos limones.

1.

—¡Otro día de ser grillo, qué dichoso sentimiento! —cantó un grillo tenor, de camino a empezar otro más de sus conciertos.

A la sombra del limonero, como todas las tardes, llegan los grillos para formar su orquesta.

Después de vocalizar y afinar sus instrumentos, aprovechan para cortar limones del árbol, exprimirlos y beber una fresca limonada antes de que se haga de noche.

—¡Ahí viene Cirilo! —grita el primer grillo que ve aproximarse al director de la orquesta: es la señal para que todos vayan a sus puestos.

Cirilo llega antes de la puesta de sol, siempre a la misma hora, ni un minuto antes, ni mucho menos uno después. Si algo le gusta a los directores de orquesta es que todo salga perfecto y puntual. Cirilo viste su traje de gala, corbata de moño y trae las antenas muy bien peinadas. El director se coloca frente a la orquesta y cuando pide silencio, nadie habla, nadie se mueve y ni siquiera se agita una sola hoja del limonero.

—Un, dos, tres, cuatro —dice Cirilo, como es su costumbre, y con su batuta da la indicación para que los grillos empiecen a tocar. Así da inicio cada noche un nuevo concierto, el momento favorito de todos los grillos. Sin importar cuántos sean en la orquesta, los grillos consiguen entrar en ritmo y juntos forman una misma y única armonía.

Pero esa noche iba a ser distinta. Justo cuando los grillos comenzaron a tocar, fueron interrumpidos por un sonido que, de tan potente, hizo temblar las hojas del limonero; un sonido que desconcentró a los músicos. Incluso el pobre Cirilo quedó paralizado por el ruido. El director de la orquesta no supo qué hacer ni cómo continuar. Y los grillos, que habían dejado de tocar, empezaron a preguntarse de dónde vendría ese escándalo; nunca antes habían escuchado nada parecido. Era tal el alboroto que los grillos apenas se oían entre sí.

2.

—¡Esto es un desastre! —gritó Cirilo, furioso porque nunca antes nada ni nadie los había interrumpido. El director bajó de la rama desde donde dirigía a la orquesta y buscó en todas direcciones para encontrar a quienes hacían ese sonido tan estridente y poco conocido.

—¡Allí están las culpables! —gritó un grillo y el resto miró con asombro a quienes hacían, para ellos, un ruido espantoso.

Aparecieron una, dos, cinco, nueve, diez, veinte criaturas que los grillos jamás habían visto, y a esas veinte las siguieron muchas más. La orquesta juzgó que esas criaturas eran las más extrañas de la tierra: tenían alas desproporcionadas, ojos gigantes y vestían demasiado coloridas para el gusto de los grillos. Además, traían instrumentos musicales, y cuando tocaban sus tambores y timbales, cornos y trompetas, maracas y bongoes, emitían un sonido tan intenso que los grillos tuvieron que taparse los oídos para no salir corriendo. Por si fuera poco, esas criaturas no se limitaban a cantar, ¡sino que también bailaban!

—¡Es el colmo! —exclamó Cirilo, y de un brinco fue a preguntarles a las recién llegadas, aunque, como no las conocía, lo hizo guardando la distancia—. ¡¿Quiénes son ustedes?! ¡¿Qué hacen aquí?!

Pero la voz de Cirilo, entre tanto alboroto, apenas se escuchaba. El director de la orquesta tuvo que acercarse más, cada vez más, para que lo vieran y escucharan, hasta que por fin esas criaturas se dieron cuenta de su presencia y dejaron de cantar y bailar. Entonces hubo un repentino silencio y Cirilo aprovechó para preguntarles quiénes eran y qué hacían ahí, bajo el limonero, a esas horas, precisamente cuando ellos empezaban su concierto. Las recién llegadas, sin embargo, permanecieron calladas sin responderle nada.

—Perdonen si he sido descortés —se disculpó Cirilo—, y permítanme presentarme primero. Me llamo Cirilo Alfonso del Valle Tercero, y soy el grillo que dirige esa orquesta que ven allá.