De ocasos y esplendores - Angel A. Berto Braida - E-Book

De ocasos y esplendores E-Book

Angel A. Berto Braida.

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Beschreibung

Es éste mi segundo libro de poemas, los que fui sacando de pesadas maletas de un pasado, en un intento de salvarlos de un mañana incendiario. Cifran como en un archivo desordenado, ocasos y esplendores, de un tiempo más bien lejano, que se resiste a no dejar sus huellas.

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Seitenzahl: 115

Veröffentlichungsjahr: 2016

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ángel armando berto braida

De ocasos y

Esplendores

Poesía

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Berto Braida, Angel A.

De ocasos y esplendores : poesía / Angel A. Berto Braida. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2016.

Libro digital, EPUB

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Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-711-715-8

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1. Poesía. 2. Literatura. I. Título.

CDD A861

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail:[email protected]

Diseño de portada: Justo Echeverría

Diseño de maquetado: Inés Rossano

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Dedico mi libro

a todos aquellos que aún consideran a la poesía como un artículo de primera necesidad.

Prólogo

Es éste mi segundo libro de poemas, los que fui sacando de las pesadas maletas de mi pasado, en un intento de salvarlos de un mañana incendiario. Cifran como en un archivo desordenado, ocasos y esplendores, de un tiempo más bien lejano, que se resiste a no dejar sus huellas.

Comprende una serie de poemas nuevos. En los que reitero la presentación del hombre, enfrentando a una azarosa experiencia de vida, propia y colectiva. Proveniente de la incertidumbre, con la que debe enfrentarse a todo mal, librado a su propia suerte, mitad víctima, mitad verdugo.

Como extraídas desde postales antiguas, desde cada poema se me verá buscando hallarle un sentido de finalidad trascendente, a la existencia humana. Encontrando en un sentimiento de dolor, un camino de esperanza, en miras de una justicia reparadora, la que habrá de llegar sobre los umbrales de lo divino, cuando en el Cielo se pase lista.

Nace así un sentimiento, como para con los pasajeros de un anticipado recorrido por el Purgatorio, donde desde un abanico de pretéritas imágenes circulares, fruto de obstinados sueños, que ineluctables se reiteran, se va cifrando el albur de una decisiva redención. Aspiro así a que estos poemas míos valgan, como mi modesto alegato, para ese momento en el que se forjan ángeles y demonios.

Por ello reniego a un calificativo triste para estos poemas. Contradiciendo a Borges cuando afirmó que no existe una poesía de la felicidad, y que si las hay son la excepción, citando en ese caso a Nicolás Guillen. Estos en el fondo albergan sutiles retoños de esperanza.

Con ellos se van hilvanando precisas memorias, que por esta vía las hago resistirse al olvido. Reitero, como ya decía, Para que al fin, en una dimensión esperanzadora, puedan ser tomadas como un alegato, para la defensa de mi propia existencia. Donde a las uvas amargas de la desilusión, y del desencanto, de indócil degustación, al fin lleguen a ser tamizadas en las mieles de un futuro indeterminado, que le dará un valor nuevo e incierto, a ese dolor por la angustia de todo lo perdido

Si como al decir de Kafka, el hombre nació para vivir en el Paraíso, pero que fue privado de esa posibilidad por refugiarse en rutinarios órdenes ya prefijados, sepultando así sus valores instintivos, a un precio demasiado usurario. Albergo con mi modesta obra, la ilusión de alcanzar ese perdido Paraíso, luego de pagar ese costo, por haber desdeñado aquel antiguo don elemental.

Tal vez, en un futuro, amigo lector, nos encontraremos, pasajeros en este mismo tren, y podremos intercambiar pareceres sobre este dilema, que a todos nos acosa. O en un orbe que supere cronologías y pertenencias, lo que yo en este libro le dejo, podrá encontrarlo como el espejo, que le dará su propio reflejo...

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Ángel Armando Berto Braida

Índice

Prólogo

mirando al sur

Yutuyaco, 1.

En la tormenta

Mirando al Sur

Te recuerdo

La barca perdida

La condición del agua

En ti la tierra

El retorno de la gaviota

A una carta tuya

El legionario

Tu nombre

La historia del duende y el río

Antes de que el duende partiera

Conjeturas

Carta Provinciana

Esplendores

Patricia Suarez Franco

Mujer mía

Mitología

Obstinación

Eclesiastés 4:9

El ocaso

Rostros de la lluvia

La bandera

Las conjeturas del legionario

Arco iris nocturno

8 de enero de 1.

El cóndor y la gaviota

El artesano de los recuerdos

He dejado atrás los juveniles afanes

El espejo empañado

Solo somos un acertijo del abandono

Solo somos un acertijo del abandono

Desencuentros

La muerte en la carretera

Horizontes

Fue un fugaz destello de luz

La larga espera

1.

Era una mujer prodigiosa

Resplandor

Después de aquella noche infame

Su voz

Por una suicida urgencia de ternura

Plegaria

Retraimiento

Epistolario

Es cada día la repetida alegría de verte

El Solitario

Empezar de nuevo

“In Memoriam”

Tarde

Si inútil es mi afán

La Esperanza

Ajedrez

Sobre los escombros nació una flor

J.C. Café

Desolado

Tu nombre

Sobre ruedas

El paciente

Funestos presagios

La ciudad vacía

Patética

Meditaciones en un tren

Un turno para la alegría

Sigue de largo

El oficio de poeta

Mercado de imposturas

Territorio de rapiñas

Recelos

Cuerpo desnudo

orígenes

Restitución de la poesía

Espejismo o mujer

Las falsas máscaras

Tampoco

Otra vez el mal amor

El hombre hueco

Por los remotos confines del sueño

Como una moneda

Ingratitud

La regla olvidada

Una sortija nos condena

La que venía con el tren

La Peregrinación

Distancias

Sin Aviso

Ciertos confines

Un éxtasis que perdura

Remota

La barca

Sones de salsa

Fidelidad

Sur y Norte

Muñecas de mármol

Es por ti que mi corazón hoy canta

Orígenes

Milán, 1

Turín, 0

Inmigrantes

Modigliani

Garibaldi

El Genovés Inmortal

Esplendores

Italia y su nombradía

la falsa ilusión del olvido

La falsa ilusión del olvido

Levantando vuelo

Cine Club

Recuerdo

Invocación al sueño

El amor verdugo

Ansiedad

Reflejos

Los tardíos frutos

Tardía

Como en una antigua historia infantil

La feria

Los falsos oropeles

Cuando el ayer nos alcanza

Pesadilla

Los ocultos jardines

El progreso se ha llevado los trenes

La larga lucha

Salvaje

Un baile de máscaras

La Esperanza

Miércoles a la noche

Mutaciones

A contramano

El cobarde

El engaño

Como una marioneta en tus manos

Víctima y verdugo

Las garzas habían anidado en mi huerto

Equipaje

La tortuga

Sin rumbo

Los condenados en su laberinto

Tu sonrisa

Tres de febrero

Insomnio

Viernes Santo

Los anunciados jardines

Retrato

Las sórdidas cadenas

El testigo

A ciertos duendes

>

MIRANDO AL SUR

Yutuyaco, 1.974

Te recuerdo en el último adiós

En ese beso duro que pulió el diamante

Sembrando sobre mi piel una flora cristalina

Que fue como un tornado de miel

Un tornado con rumores de mares lejanos

Y un sabor extraño como a tierra mojada

Te recuerdo con ese beso fresco aún

Abriendo una grieta en mi mejilla

Para inundarme por dentro

En ese tan fugaz instante

En que la paz se derramó sobre la tierra.

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Te recuerdo en el último adiós

Con el sol crepuscular

Que vertía sobre tu cuerpo

Una sustancia broncínea

Que causaba escalofríos al tocar tu piel.

Al tocar tu rostro fugaz, tus manos breves.

Te recuerdo con tu mano en el aire

Hiriendo de muerte a la tarde,

Con tu cuerpo achicándose

Mientras el tren se alejaba

Y la eléctrica tormenta me iba envolviendo.

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Te recuerdo en el último adiós

Eras un árbol de fingida nácar

Emergiendo pájaros de blanco plumaje

Eras un árbol por el que quise morir

Para que sus raíces en enredaran en mi cuerpo

Y se alimentaran de éldejándome renacer en ti

Sentí dentro de mi alma edificar un templo

En el que se albergan el amor y los sueños

Formarse un íntimo lago, inundado

De la cotidiana angustia por no verte.

En la tormenta

El Sol como un pájaro herido huía entre las nubes

La lluvia ya lanzaba sus flechas transparentes.

El trueno había despertado de su siesta al polvo

Para que saliera a recorrer las calles

De un pueblo triste, hueco, ceniciento

Como si un cristal opaco lo envolviera.

Los pájaros precavidos buscaban sus nidos

Mientras los pechos se preparaban para aspirar

El aire fresco del verano cuando se moja

Entonces apareciste tú, invicta, sublime

Astillando a la tarde a cada paso

Dejando en libertad a un sol secreto

Que solo a mí alumbraba

Desatando una música intima

Que me buscaba el alma.

Tu silueta salvaje como de diosa fulgurante

Desprendía un néctar palpitante de jazmines

Y en tu huella leve brillaban zafiros y rubíes

Que se iban consumiendo en el barro

Solo yo te veía pasajera del viento

Antorcha alumbrante de sombras

Violín ebrio en medio de la tarde

Manantial alucinante del sediento

Creación máxima del deseo

Pero no te dije nada, Te deje pasar

Aunque mi corazón de amor ausente

Bebió del vino nuevo y fue el más feliz

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Mirando al Sur

Nada tiene

Solo un íntimo amor que no cicatriza

Sobreviviendo entre la herrumbre y el olvido

El terco poeta, verso a verso

Edificó un árido mundo de espejos

Donde el pasado se refleja y perpetúa

Un día que es toda su vida.

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Vano le fue buscar otros amores

Siempre ha regresado a su antiguo anhelo

A aquel nombre que cifra su destino

Y le lega la austera soledad

De un repetido laberinto

El desamparo nutre sus días

Solo su ausencia lo acompaña

Esa devoción pertinaz de sus ansias

Que lo lleva a andar de cara al Sur

Husmeando siempre cierta lejanía.

No sabe si al fin llegará a su meta

Al refugio áureo de ciertos brazos

Tal vez lo esencial solo le sea soñarla

Soñar con esa numen cuyo recuerdo

Inefable resplandece en su memoria

Que ya hace años que la aguarda

Aún en esta su edad resignada.

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Nada tiene

Solo un íntimo amor que no cicatriza

Sobreviviendo entre la herrumbre y el olvido

El terco poeta, verso a verso

Edificó un árido mundo de espejos

Donde el pasado se refleja y perpetúa

Un día que es toda su vida

Te recuerdo

Bebo tu recuerdo en la tarde que te trajo

Cuando duendes traviesos quisieron forjar la inocencia

En la calidez insondable de tu sonrisa

No había belleza que te igualara.

Cuando encendías tus hermosos ojos claros.

Una música sublime ganaba al paisaje

Y la tarde se ponía de pié para besarte.

Los pájaros curiosos buscaban reflejarse

En la pureza transparente de tu mirada.

Parecías la tierra en formación

En las regiones salvajes de tu piel

Se confrontaban el mar y la tierra

Emergiendo de ti la rosa y la madera.

Con la sangre que buscaba salirse afuera por verte.

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Hoy hace justo un año de aquella tarde azul

En el que olvidé mis hábitos pálidos

Haciéndome invulnerable porque en ti toque al cielo.

Si nos quisimos no nos dimos cuenta

Pero el viento del Sur se fundió en tu cuerpo

Y ahora golpea con tu nombre mi rostro reseco.

Trayéndome las palabras que aquel día no supe decirte

Por eso mi niña hoy te consagro este día.

Porque aún estas latiendo en mi corazón en sombras

Levanto muchacha de estaño y cuarzo

Mi copa de uvas agrias y niebla

De trenes lentos y ventanas entornadas

Aunque esté rota la barca y hundido el muelle

Aún sigue brillando en mí tu estrella

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La barca perdida

No se como hizo para llegar a estas costas

En medio de la tormenta que la alcanzó

Como a un exhausto naufrago el mar la arrastró a mis riberas

La playa estaba desierta esperando la alborada

Con esa calma que queda después de la furia

Cuando se acallan los aullidos de las olas

La tempestad recién había cesado

Aún quedaban unos negros nubarrones

Que cerraban el paso a los tenues rayos del amanecer

Amenazando así, con un temporal constante

Tal vez, hubo partido de algún puerto lejano

Con un tripulante ingrato que por acobardarse del viaje

La dejó a la deriva, debiendo su débil velamen

Enfrentar las mil asechanzas del mar

Para un temerario desafiante

Más en este día su ancla se clavará en mi piel

Mañana tal vez vendrá el viento a empuñar

De nuevo su timón, llevándola por otros rumbos

Por hoy sus gaviotas me han de acompañar.

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Si mañana en la hora de partir, aún estoy dormido

Ojala que se vaya sin avisarme

Todas las partidas son tristes

Y la de una barca solitaria también lo es

No querría que al partir me vea lloroso

Pues en este día la he de proteger

Y para proteger es necesario amar

Así, esta noche, esta noche, he de amarla

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La condición del agua

He ganado la condición del agua

Que se hace río, torrente, lluvia, escarcha

Aunque quisiera ser una fuente

Donde se junten pájaros y niños a jugar.

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El agua solo debe ser agua

No pregunta, hace. No pide, solo dá

Sin decir nunca su deseo. Dejar de tomar

La forma que le dan, para tomar su propia forma.

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Como si mi cuerpo fuera agua. Mi corazón

Quisiera hacerse lago en tus íntimas cumbres

Más se quedó a medio camino

Aunque tú tengas su mismo deseo.

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Esta condición de agua, me hace tener miedo

Por no hallar en tus cumbres cabida

Teniendo que caer abajo despeñado

Perdiendo la altura que me has dado.

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Le sucede como al pobre montañés

Que mientras más cerca está de la cumbre

Más pequeño lo vamos viendo. Así me pasó a mí

Mientras que a ti, más grande, más inmensa te siento.

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Aunque quisiera hacerme hielo en tus cumbres

Para cubrirte, cuando el invierno te llegue

Ya no quiero que mis aguas sigan su curso

Solo aspiro llegar a tus riveras, y no a otras.

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Seré solo un hilo de agua corriendo a la tierra llana

No depende de mí, ser un lago en tus íntimas cumbres

Aunque sea mi mayor deseo y tal vez el tuyo

En esta condición de agua, solo tomo la forma que tú me das

En ti la tierra

Ahora que nadie nos escucha quiero contarte

Las cosas que pasan a tu lado sin que lo notes

Inadvertida no podrás comprender