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Todo Heredia -por su vida y por su obra- es una pura estampa romántica, en lo que representó el romanticismo como expresión de una nueva conducta ante la vida [...]. Desorbitada pasión romántica en lo que encontramos en las esquinas mejores de Heredia [...]. Y esa inconfundible pasión suya es precisamente lo que le sitúa sobre rutas de supervivencia.
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Seitenzahl: 87
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Título:
Del Sol al Resplandor
José María Heredia
© Todos los derechos reservados
© Sobre la presente edición:
Editorial Letras Cubanas, 2024
La Colección Biblioteca del Pueblo tiene el objetivo de ponera disposición del público obras cumbres de la literatura cubanaen formato digital.
ISBN: 9789591026491
Tomado del libro impreso en 2021Edición y corrección: Leymen Pérez/ Diseño de colección: Frank Alejandro Cuesta / Dirección artística: Suney Noriega Ruiz / Realización de Cubierta: Luis Eduardo Fariñas / Fotografíade cubierta: Daniela de las Mercedes Diaz Álvarez /Emplane: Aymara Riverán Cuervo
E-BookEdición-corrección, diagramación pdf interactivoy conversión a ePub: Ramón Caballero Arbelo /Diseño interior: Javier Toledo Prendes
Instituto Cubano del Libro / Editorial Letras Cubanas
Obispo 302, esquina a Aguiar, Habana Vieja.
La Habana, Cuba.
E-mail: [email protected]
www.letrascubanas.cult.cu
Reseña del autor y la obra
JOSÉ MARÍA HEREDIA (Santiago de Cuba, 1803-Ciudad de México, 1839). Poeta, periodista, dramaturgo y abogado. Considerado, por muchos críticos, el primer poeta romántico de América. Se le reconoce como de los iniciadores en expresar rasgos de cubanía más allá del canto a la naturaleza, por su interés en abordar el tema de la libertad y su visión de la Isla desde el exilio.
Todo Heredia –por su vida y por su obra– es una pura estampa romántica, en lo que representó el romanticismo como expresión de una nueva conducta ante la vida [...]. Desorbitada pasión romántica en lo que encontramos en las esquinas mejores de Heredia [...]. Y esa inconfundible pasión suya es precisamente lo que le sitúa sobre rutas de supervivencia.
ÁNGEL AUGIER
EN EL SEPULCRO DE UN NIÑO
La permanente divulgación de la obra de uno de nuestros más grandes poetas es el objetivo de la presente edición de la Editorial Letras Cubanas.
Desde los primeros poemas de Heredia hasta los textos de madurez se aprecia su dominio del lenguaje y sus dotes para el ejercicio poético, esencialmente su cosmovisión sobre el contexto americano. El crecimiento como poeta se constata, a manera de ejemplo, en sus textos amorosos titulados «La partida», donde hay una autotextulidad marcada. En el que pertenece a su etapa inicial se lee: «¡Adiós, Belisa, adiós»... y, en el de años después, escribe: «¡Adiós, amada, adiós!». La autocita –que denominaremos positiva porque la versión del segundo es superior–, resulta evidente; pero el hecho es más sencillo: la primera versión del texto corresponde a un esbozo que el propio autor publicó en 1825 y 1832. En el inicial, el sujeto lírico le habla a Belisa y, en el otro, a Lesbia.
Entre el amplio abanico temático donde se encuentran los temas amorosos, cívicos y revolucionarios, filosóficos e históricos, familiares, descriptivos, jocosos, entre otros, los valores esenciales de la poética herediana se manifiestan como núcleo central en su vocación creadora: su transposición del pasado y el presente, su visión independentista de libertad, el desvelo por expresar sus concepciones sobre sucesos políticos de distinta índole y geografía, la asociación de elementos físicos de la naturaleza cubana, su concepción americanista en la que se vislumbraba una nueva realidad histórica y el dolor de buscar en vano en el mundo el amor y la libertad. Su propia vida, plena de retos y avatares, lo condujo a expresar una personalidad literaria de agudos esplendores e impulsos expresivos sobre Cuba y la América.
Para esta edición se ha respetado la ortografía del autor y se han tenido en cuenta sus textos más connotados; pero también se decidió incluir poemas de varios ejes temáticos, para que el lector pueda percibir la excepcional voz de un poeta de hondo pensamiento y sensibilidad, propia del romanticismo decimonónico.
La bibliografía activa y pasiva de la obra de José María Heredia que se consultó para la elaboración de esta selección es la siguiente: Poesías. Librería de Behr y Kahl. Imprenta Fraternal de los Días de Castro, Nueva York, 1821; Poesías completas. Estudio preliminar de Raimundo Lazo. Editorial Porrúa, México, D. F.,1974; Poesías líricas, con prólogo de Elías Zerolo. Casa Editorial Garnier Hermanos, París,1993. La pasiva, comprende: Obra poética, compilación y prólogo de Ángel Augier, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2003 y El bosque de los símbolos. Patria y poesía en Cuba, tomo I, siglo xix, selección, prólogo y comentarios de Roberto Manzano, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2010.
Con esta breve, pero representativa selección de su obra, el lector podrá apreciar la fuerza creadora de este poeta y algunos de los más altos momentos de la lírica de habla española del siglo xix.
LA ESTRELLA DE CUBA
¡Libertad! ya jamás sobre Cuba
Lucirán tus fulgores divinos.
Ni aún siquiera nos queda ¡mezquinos!
De la empresa sublime el honor.
¡Oh piedad insensata y funesta!
¡Ay de aquel que es humano, y conspira!
Largo fruto de sangre y de ira
Cogerá de su mísero error.
Al sonar nuestra voz elocuente
Todo el pueblo en furor se abrasaba,
Y la estrella de Cuba se alzaba
Más ardiente y serena que el sol.
De traidores y viles tiranos
Respetamos clementes la vida,
Cuando un poco de sangre vertida
Libertad nos brindaba y honor.
Hoy el pueblo, de vértigo herido,
Nos entrega al tirano insolente,
Y cobarde y estólidamente
No ha querido la espada sacar.
¡Todo yace disuelto, perdido...!
Pues de Cuba y de mí desespero,
Contra el hado terrible, severo,
Noble tumba mi asilo será.
Nos combate feroz tiranía
Con leve traición conjurada,
Y la estrella de Cuba eclipsada
Para un siglo de horror queda ya.
Que si un pueblo su dura cadena
No se atreve a romper con sus manos,
Bien le es fácil mudar de tiranos,
Pero nunca ser libre podrá.
Los cobardes ocultan su frente,
La vil plebe al tirano se inclina,
Y el soberbio amenaza, fulmina,
Y se goza en victoria fatal.
¡Libertad! A tus hijos tu aliento
En injusta prisión más inspira;
Colgaré de sus rejas mi lira,
Y la Gloria templarla sabrá.
Si el cadalso me aguarda, en su altura
Mostrará mi sangrienta cabeza
Monumento de hispana fiereza,
Al secarse a los rayos del sol.
El suplicio al patriota no infama;
Y desde él mi postrero gemido
Lanzará del tirano al oído
Fiero voto de eterno rencor.
A EMILIA
Desde el suelo fatal de su destierro
Tu triste amigo, Emilia deliciosa,
Te dirige su voz; su voz que un día
En los campos de Cuba florecientes
Virtud, amor y plácida esperanza
Cantó felice, de tu bello labio
Mereciendo sonrisa aprobadora,
Que satisfizo su ambición. Ahora
Solo gemir podrá la triste ausencia
De todo lo que amó, y enfurecido
Tronar contra los viles y tiranos
Que ajan de nuestra patria desolada
El seno virginal. Su torvo ceño
Mostróme el despotismo vengativo,
Y en torno de mi frente, acumulada
Rugió la tempestad. Bajo tu techo
La venganza burlé de los tiranos.
Entonces tu amistad celeste, pura,
Mitigaba el horror a las insomnias
De tu amigo proscripto y sus dolores.
Me era dulce admirar tus formas bellas
Y atender a tu acento regalado,
Cual lo es al miserable encarcelado
El aspecto del cielo y las estrellas.
Horas indefinibles, inmortales,
De angustia tuya y de peligro mío,
¡Cómo volaron! Extranjera nave
Arrebatóme por el mar sañudo,
Cuyas oscuras turbulentas olas
Me apartan ya de playas españolas.
Heme libre por fin: heme distante
De tiranos y siervos. Mas, Emilia,
¡Qué mudanza crüel! Enfurecido
Brama el viento invernal: sobre sus alas
Vuela y devora el suelo desecado
El yelo punzador. Espesa niebla
Vela el brillo del sol, y cierra el cielo,
Que en dudoso horizonte se confunde
Con el oscuro mar. Desnudos gimen
Por doquiera los árboles la saña
Del viento azotador. Ningún ser vivo
Se ve en los campos. Soledad inmensa
Reina, y desolación, y el mundo yerto
Sufre de invierno crüel la tiranía.
¿Y es ésta la mansión que trocar debo
Por los campos de luz, el cielo puro,
La verdura inmortal y eternas flores
Y las brisas balsámicas del clima
En que el primero sol brillóa mis ojos
Entre dulzura y paz...? Estremecido
Me detengo, y agólpanse a mis ojos
Lágrimas de furor... ¿Qué importa? Emilia,
Mi cuerpo sufre, pero mi alma fiera
Con noble orgullo y menosprecio aplaude
Su libertad. Mis ojos doloridos
No verán ya mecerse de la palma
La copa gallardísima, dorada
Por los rayos del sol en occidente;
Ni a la sombra de plátano sonante
El ardor burlaré de mediodía,
Inundando mi faz en la frescura
Que espira el blando céfiro. Mi oído,
En lugar de tu acento regalado,
O del eco apacible y cariñoso
De mi madre, mi hermana y mis amigas,
Tan solo escucha de extranjero idioma
Los bárbaros sonidos: pero al menos
No lo fatiga del tirano infame
El clamor insolente, ni el gemido
Del esclavo infeliz, ni del azote
El crujir execrable, que emponzoñan
La atmósfera de Cuba. ¡Patria mía,
Idolatrada patria! Tu hermosura
Goce el mortal en cuyas torpes venas
Gire con lentitud la yerta sangre,
Sin alterarse al grito lastimoso
De la opresión. En medio de tus campos
De luz vestidos y genial belleza,
Sentí mi echo férvido agitado
Por el dolor, como el Oceano brama
Cuando le azota el norte. Por las noches,
Cuando la luz de la callada luna
Y del limón el delicioso aroma
Llevado en alas de la tibia brisa
A voluptuosa calma convidaban,
Mil pensamientos de furor y saña
Entre mi pecho hirviendo, me nublaban
El congojado espíritu, y el sueño
En mi abrasada frente no tendía
Sus alas vaporosas. De mi patria