Diálogos con Lucifer. El entrevistado N°39 - Carlos Rungruangsakorn Leiva - E-Book

Diálogos con Lucifer. El entrevistado N°39 E-Book

Carlos Rungruangsakorn Leiva

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Beschreibung

Pedro Gabriel está haciendo una tesis doctoral sobre las sectas satánicas en Chile. Ha realizado treinta y ocho entrevistas. Entonces le presentan a un extranjero de paso en Chile, que parece saber mucho sobre el tema y que no presenta ninguna identificación. Dice llamarse Lucifer y ser el encargado de administrar el infierno, por designación de Dios. A través de una serie de conversaciones chispeantes, Lucifer formula críticas incisivas a políticos, gobernantes y a la humanidad entera. Aprovecha de limpiar su imagen y el lector queda con la sensación de haber conocido a un buen tipo. Una novela original, dinámica, que se lee con rapidez y deja mucho que pensar.

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DIÁLOGOS CON LUCIFER.EL ENTREVISTADO N°39Autor: Carlos Rungruangsakorn L. Editorial Forja General Bari N° 234, Providencia, Santiago, Chile. Fonos: 56-224153230, [email protected] Diseño y diagramación: Sergio Cruz Edición electrónica: Sergio Cruz Primera edición: agosto, 2022. Prohibida su reproducción total o parcial. Derechos reservados.

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. Registro de Propiedad Intelectual: N° 2021-A-2242 ISBN: Nº 9789563385830 eISBN: Nº 9789563385847

Dedicada a dos buenos muchachos; Sebastián y Germán, amigos inefables, sin cuyas conversaciones esta obra nunca habría salido a luz.

Mis agradecimientos más profundos a mi querida Bárbara, a mi entrañable amigo Juan Aguirre y a mi nuevo amigo Pedro Maino, quienes dieron parte de su tiempo, único e irrepetible, para mejorar mis defectos e ignorancia narrativa.

A modo de prólogo

Carlos, mi entrañable amigo del apellido impronunciable, es un ser extraño, con una preocupación casi obsesiva por lo moral, por lo correcto en todo orden de cosas y cuya ascendencia asiática siempre aflora como una especie de luz que ilumina todos sus pensamientos.

Por ello no me extrañó en lo más mínimo el tema y el abordaje de su novela, que reflexiona sobre diversas cuestiones de la naturaleza humana, la moral, lo correcto, y su contracara, lo inmoral, lo barbárico, la aterradora capacidad humana de destruir, de infligir tormento, de humillar y de matar de las formas más ignominiosas posibles, llegando a un siglo XX en que queremos creer que somos más civilizados, que la ciencia y la técnica nos dominan y, sin embargo, al mismo tiempo en dicho siglo y su proyección en el siglo XXI, se han cometido los mayores genocidios y abusos que ha conocido la humanidad.

Lucifer nos viene a dar una advertencia: dejemos de excusar nuestras atrocidades en su supuesta influencia, y nos recuerda que tenemos una capacidad ontológica de SER, ya sea desde una mirada metafísico-religiosa o desde el Dasein de Heidegger y sus posibilidades.

Estas conversaciones con Lucifer tienen un tono liviano, con ciertos toques de humor, pero nos van adentrando en cuestiones profundamente relevantes, que todo humano debiese preguntarse y cuestionarse para, como plantea el libro, ejercer el libre albedrío y aspirar a la verdadera libertad, aquella a la que Sartre decía que estábamos condenados y que por ende somos responsables absolutos de su uso.

En un mundo y un Chile que pasan por un cambio de era, leer esta novela debiera invitarnos a la reflexión, a la conversación, al diálogo pensando en la otredad, a mirarnos a nosotros mismos y pensar en que tenemos la obligación moral de hacerlo mejor; finalmente todo se trata de vivir una vida buena, una vida donde cada humano se integre con los otros y su ambiente, donde lo moral vuelve a cobrar sentido…

Quizás la mejor enseñanza del libro está en el camino final que toma Pedro Gabriel.

Eric Sebastián Latorre A.

Presentación

No es fácil presentar un libro realizado por un gran amigo, en especial cuando su título está vinculado a Lucifer, lo que ya me despertó una gran curiosidad y algo de temor, porque comencé a preguntarme si mi amigo se estaba volviendo loco o estaba viviendo una etapa mística, digo esto porque sus libros anteriores han sido en torno a lo ambiental, tema que conoce y en los que se ha desarrollado tanto en lo personal y como en lo profesional en forma destacada.

Carlos nos lleva a través de este libro a un diálogo muy original con Lucifer a quien lo humaniza bajo la excusa de una tesis, en este sentido, me recordó su admiración por Nikos Kazantzakis con su existencialismo cristiano y la desmitificación de los personajes bíblicos.

Quiero resaltar que uno se puede adentrar en el fondo de su pensamiento, que tiene algo de ironía y una agudeza para mirar al hombre que no se la conocía en plenitud. Se nota un cierto pesimismo sobre la humanidad, su comportamiento y su futuro (algo que comparto).

Los diálogos con Lucifer me resultan familiares, de algún modo son el reflejo de muchas conversaciones que hemos tenido, sobre el ser humano, la política y el medio ambiente. Pero un tema que me gustó mucho fue la mirada de Lucifer sobre el poder, lo describe en forma notable y de manera universal.

Confieso que mientras leía el libro me asusté, pensé que el autor se estaba metiendo en un gran problema tratando de abordar los temas esenciales del hombre, lo que podía ser un poco pretencioso, pero creo que llega a una respuesta muy humana y propia de los que conocemos a Carlos: la respuesta está en uno mismo, en el disfrute de las cosas simples de la vida y que, a pesar de todo, uno puede lograr momentos de felicidad en esta vida efímera.

Germán Venegas R.

Capítulo 1 Jesús

Después de mucho pensarlo, decidí ir a la segunda entrevista con Lucifer. Confieso que no fui tanto por él, sino por el almuerzo al cual me invitó. Sentía que podría convertirse en el tercer entrevistado a descartar, porque, como sus antecesores, parecía construir toda una fantasía inspirada en la navegación por internet.

¿Cuáles fueron esos dos entrevistados anteriores? Un señor que se autonombraba como uno de los seis pastores negros de Vitacura, organización de la cual yo nunca había escuchado. Me contó que era el líder de la quinta casa satánica de la comuna y narró con lujo de detalles lo que hacían. Una de las reglas básicas de las entrevistas es sospechar de aquellos relatos muy detallados.

Recuerdo que mientras me describía su experiencia, descubrí que coincidía con películas como Insidius, Satanic, La secta maldita y El día de la bestia, entre otras. También evadía todas mis preguntas sobre su visión de la Biblia, del mundo o del orden social. Una pérdida de tiempo. Además, me molestaba que a cada rato dejase entrever que tenía dinero e influencias en la Corte Suprema por si necesitaba algo.

El otro caso fue el de una joven muy simpática, que vestía con símbolos satánicos, hasta su libretita negra tenía el pentagrama invertido. Me narró que participaba en misas negras, que ella ponía a disposición su cuerpo en el altar y que en su grupo había gente del espectáculo. Me nombró a algunos famosillos rostros de televisión, que por cierto yo no ubicaba, e incluso mencionó que había sido amante de una presentadora, de la cual habló pestes. Me preguntaba de tanto en tanto si iba poner su nombre en algún libro, en un blog o en Twitter. ¿Habrá pensado que era un periodista encubierto? Como anécdota, me llamó la atención que clasificara a algunos grupos de rock como satánicos, entre ellos: AC/DC, Iron Maiden y Mago de Oz.

Basado en esas experiencias, estaba casi seguro de que me pasaría lo mismo con este señor que se autodenomina Lucifer. Con todo, el código ético de investigación de la facultad permitía al entrevistado no entregar ningún dato personal e incluso tener un seudónimo, eso le daba un punto a favor. Otro elemento para considerar era su convicción, tono y acento neutral que lo hacía mucho más creíble que mis dos fallidos entrevistados.

En este encuentro haré uso del beneficio de la duda y evaluaré definitivamente continuar o no con él. Después de todo, hasta Lucifer merece una segunda oportunidad.

[Pedro Gabriel y Lucifer se encuentran. Luego de ordenar los platos, comienza la entrevista]

—Entre otras discusiones que tuvo usted con Dios, me gustaría detenerme en aquella vinculada con Jesús, ¿podrías detallar un poco más sobre ese instante?

—Ese capítulo fue odioso… recuerdo que estábamos revisando los planes divinos para la humanidad, que, como tú sabes, no son como los de los políticos y gobiernos que con suerte duran hasta las próximas elecciones. Estos son planes de verdad… para que te hagas una idea, el de corto plazo es de mil años y el de largo plazo diez mil años celestiales.

>Los planes están en unas tablas, muy parecidas a sus “tablets” solo que nosotros nos conectamos con las manos, no con los ojos.

>En aquel momento hice la ceremonia respectiva de la imposición de las manos y procedí a vincularme con ellas. Sé lo que estás pensando, es muy parecido a su bluetooth, solo que este modo de conexión tiene miles de años de antigüedad.

>En fin, mientras revisaba, me llamó la atención una frase “será necesario sacrificar a mi hijo para el perdón de los pecados de la humanidad”. Pensando que debía ser un error de transcripción o una mala redacción fui a hablar con Rafael, quien estaba a cargo de la agenda de Dios. A propósito, nunca me agradó Rafael porque era un lamebotas o “patero” como le dicen en tu país.

[Intrigado le interrumpió]

—Pero ¿cuál era el error?

—Estimado, sé que eres padre, y te pregunto ¿enviarías a sacrificar a tu único hijo para que salve a la humanidad?, me imagino que no, porque va contra toda lógica y moral. De seguro que tú irías en su lugar. A las personas en su sano juicio, les resulta casi instintivo salvar a su hijo a costa de su propia vida.

>Por eso pensé que era una equivocación, esto no podía ser catalogado como un misterio de Dios. Los misterios de Dios son caminos que al parecer no te llevan a ningún lado, pero en realidad tienes que esperar y pensar para que aparezca el sentido completo. No todas las respuestas son instantáneas, muchas variables se deben conjugar para que sigas adelante, por eso la paciencia, como don, es muy importante, además es un placebo que calma la desesperación.

>En fin, cuando hablé con Rafael me encontró la razón, y me hizo un sobrecupo en la agenda. Fui ese mismo día.

>De frente a nuestro Padre, le dije del lapsus calami. Me miró fijamente como tantas veces lo hacía cuando le contradecía, y me respondió con un tono poco amigable y seco: No hay ningún error. Acto seguido, comenzó la discusión. Le dije que los humanos no iban a cambiar en nada con ese estúpido sacrificio, que mejor los hiciera de nuevo.

>Él me respondió que su verdadero error fue darme mucha racionalidad y poder, que era un soberbio. Empezamos a subir de tono, pero Rafael nos separó. Cuando salí, no me pude aguantar y le grité: ¡¿Por qué no vas tú mejor!? ¡Cobarde!

—No debe ser fácil pelear con Dios, ¿qué razones le dio?

—No me dio ninguna, nunca lo hace. Como te lo insinué en nuestro primer encuentro, Dios sabe que los humanos son su creación más imperfecta y estaba obsesionado con mejorarla y tenía planes para ello.

>Dios es muy idealista. Supongo que pensó que Jesús, al tener una condición humana, es decir, al estar a tu nivel (sin ofender), podría comunicar mejor el mensaje divino y que con ello una parte importante de la humanidad superaría su discapacidad moral. Él sabía que el riesgo era muy alto y que Jesús tenía grandes posibilidades de ser asesinado.

>Platón, sin ser una divinidad, tenía muy claro lo que les ocurre a los humanos cuando tienen conocimientos superiores y lo explica muy bien en la alegoría del mito de la caverna. Por si no lo has leído, te paso el dato. Aun así, te arruinaré el final: el que comunica la verdad es eliminado de algún modo por sus semejantes.

>Me acuerdo una vez, mucho tiempo después de aquel penoso episodio, que necesitaba sentir un profundo silencio y me fui al desierto. Caminando por esos paisajes vi una silueta a lo lejos, me acerqué: era Jesús en persona.

>No le reconocí de inmediato, pues estaba deshidratado y más delgado de lo habitual. No me quise presentar, porque ya en esa época todo el mundo judaico hablaba mal de mí. Le ofrecí un poco de agua, y la agradeció. Jesús pensó que quizás era un mensajero de nuestro Padre, puesto que me miraba maravillado, sentí cierta incomodidad y para cortar su mirada le pregunté qué estaba haciendo allí.

>“Vengo a encontrarme con Dios, pero no se ha comunicado conmigo y necesito una señal. Tengo que tomar una decisión y me siento solo en mi misión, ¿acaso tú eres un enviado de Él?”, me dijo con voz muy cansada.

>Pensé ¡qué novedad!, pero le respondí: “Jesús, no soy un mensajero, pero conozco a Dios y es muy difícil comunicarse con Él”, y se puso un poco triste. En ese momento recordé las intenciones de Dios sobre Jesús y traté de persuadirle que tuviese cuidado, que los hombres son impredecibles, que era mejor que hiciera una escuela tipo griega para enseñar valores a la humanidad, que el estilo de Buda era menos dramático y bastante efectivo, en fin…

>Jesús estaba casi convencido, pero en ese momento nuestro Padre se comunicó con él y le dijo que no me oyera, que yo era un hijo rebelde y que tenía asuntos que atender en el inframundo. Al final Dios le ordenó que debía cumplir con su misión entre los humanos… y desaparecí al instante. Siendo franco, no tenía ganas de discutir, pero al menos se lo advertí. El que avisa no traiciona.

—Entonces, ¿usted no le tentó?

—De ningún modo, pero días después, Jesús les contó a sus apóstoles de su encuentro con Dios y conmigo.

>Pasaron los años, y esos idiotas tergiversaron más y más aquel encuentro y se comenzó a decir que lo estuve tentando, que le había ofrecido riquezas o reinos, que yo era el diablo, el demonio, belcebú... aunque ni siquiera nuestro Padre le mencionó mi nombre a Jesús.

>La mayoría de los elegidos por Jesús eran bien ignorantones. No sabían leer ni escribir. Todos sus aprendizajes y enseñanzas eran por tradición oral. Qué más podías esperar de ellos.

>Ya sabes, la condición humana tiende a falsear y exagerarlo todo. De allí nació la versión oficial que prevalece hoy.

>A todo esto, me simpatizaba Jesús. Trató de difundir, fuera de la elite judaica, valores profundos para mejorar el alma de los seres humanos. Es una lástima que sea una minoría en el mundo la que practica con convicción sus enseñanzas.

>Al menos sé que su alma está en un buen lugar. Ten por seguro que nunca más va a volver a su mundo como andan pregonando o amenazando los apocalípticos de turno en las misas y en las calles, ¿quién lo haría cuando te trataron pésimo?

>Además, a lo largo de los siglos han usado y abusado de su figura, utilizando su imagen como un medio de dominación por grupos de poder que suelen constituir unos humanos por sobre otros. Ustedes son muy débiles en lo que atañe a la moralidad, por ello una gran parte de los ángeles caídos no les tienen especial afecto a los de tu especie.

—Esas son buenas razones para no volver, pero, don Lucifer, regresando al punto del encuentro con Jesús, quizás Dios ya lo tenía planificado así y Él sabía que aparecería por allí.