¡Dímelo! - un relato corto erótico - Nicolas Lemarin - E-Book

¡Dímelo! - un relato corto erótico E-Book

Nicolas Lemarin

0,0

  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2021
Beschreibung

Bajo la clara influencia de su pareja, la heroína de ¡Dímelo! se rinde enteramente al placer. Antonio orquestra con destreza cada uno de sus orgasmos. Él es el único que sabe darle tales sensaciones, sabe qué decirle y qué hacerle en el momento adecuado. ¡Es el dueño absoluto de su deseo! ¿Cómo se originó esta afinidad sexual y hacia dónde la llevará? -

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 30

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Nicolas Lemarin

¡Dímelo! - un relato corto erótico

Translated by Marta Cisa Muñoz

Lust

¡Dímelo! - un relato corto erótico

 

Translated by Marta Cisa Muñoz

 

Original title: Dis-le-moi

 

Original language: French

 

Copyright © 2020, 2021 Nicolas Lemarin and LUST

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726638882

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

Las palabras de Antonio me vuelven loca. Aunque sea una mujer bastante equilibrada que aborrece lo vulgar, no puedo resistirme al poder de su vocabulario erótico ni al alud de deseos que desata en mi interior. El deleitoso y gráfico léxico que utiliza me estimula la libido de un modo incontrolable. Es como si tuviese el mando a distancia de un vibrador que controlase dentro de mí sin tregua. Pero, en vez de exaltarme con pulsaciones en el vientre, me excita con las palabras, que me envían descargas eléctricas por todo el cuerpo y hacen que me estremezca de placer. Y, como su perversa retórica va acompañada de una voz suave a la par que autoritaria, siempre sucumbo ante él.

No sé cómo describir la locura que se apodera de mí en esos momentos, pero mi pareja conoce las palabras exactas para hacerlo. Parece ser un experto en el idioma de mi cuerpo y en las expresiones que me turban. Sobre todo porque sus palabras se corresponden perfectamente con sus acciones. Es distinto a lo que solía pasarme. Debo decir que, durante mucho tiempo, fui objeto de las falsas promesas de donjuanes con labia. He perdido la cuenta de las veces que me han engatusado...

Pero Antonio es distinto, de verdad. Empiezo a confiar de nuevo en los demás y a escucharme a mí misma. Respeta mis deseos y quién soy, aunque tenga tendencia a querer llevarme siempre un paso más lejos.

Como la semana pasada, cuando, en el taxi que nos traía de vuelta a casa tras una agradable noche, quiso turbarme de nuevo. Me puso la mano debajo de la falda y empezó a tocarme. Me había pedido que no llevara bragas, así que aprovechó para meterme los dedos directamente mientras me susurraba palabras dulces y duras. Pero no se lo permití, ya que vi que el conductor seguía su maniobra con la mirada a través del retrovisor. Le conté mis reservas, pero después de besarme con languidez, se me acercó al oído con ademán autoritario y me susurró:

—Le pareces sexi. ¿Quién prodría reprochárselo?

Entonces, me metió la otra mano bajo la ropa; ¡esta vez, directa sobre los pechos!

Presa del dedo que me había colocado en el sexo, la boca en la oreja y la mano dentro del escote, empecé a derretirme en sus brazos.

—Es impresionante, ¿verdad? —le preguntó al conductor—. Es algo tímida, pero le encanta ponérsela dura a los hombres. ¡Y si supieras qué bien se le dan las mamadas!

¡Casi me quedo muda al oírlo!

Para casar sus palabras con sus acciones, Antonio se sacó el pene empalmado y, luego, me lo plantó en la boca tras agarrarme la cabeza con fuerza. Sus primeros envites me volvieron loca.

¡Es cierto que me encanta! Me gusta su sabor. Me encanta que le crezca la erección entre mis labios. Me gusta cuando me tira del pelo mientras se tensa. Me encanta oír cómo gruñe mientras me obliga a comérsela entera. Y, cuando me folla la boca, me mojo como una fuente.