Discurso en defensa del talento de las mujeres - Josefa Amar y Borbón - E-Book

Discurso en defensa del talento de las mujeres E-Book

Josefa Amar y Borbón

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Beschreibung

Discurso en defensa del talento de las mujeres (1786) es un brillante ensayo a favor de la emancipación femenina escrito en la España del siglo XIX.El pilar fundamental sobre el que Josefa Amar y Borbón construye su discurso —sin cuestionar la igualdad intelectual entre hombres y mujeres— es la exigencia del acceso a la educación, "instrucción" o "ilustración", para poner fin a la "ignorancia absoluta" a la que han sido relegadas la mujeres por parte del varón y que las coloca en una situación similar a la del amo y el esclavo.

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Josefa Amar y Borbón

Discurso en defensa del talento de las mujeres y de su aptitud para el gobierno, y otros cargos en que se emplean los hombres

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Discurso en defensa del talento de las mujeres.

© 2024, Red ediciones S.L.

email: [email protected]

Diseño de la colección: Michel Mallard.

ISBN rústica ilustrada: 978-84-9953-6019.

ISBN ebook: 978-84-9897-902-2.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO. (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Discurso en defensa del talento de las mujeres 9

Libros a la carta 41

Brevísima presentación

La vida

Josefa Amar y Borbón (1749-1833). España.

Era hija del médico de cámara de Fernando VI, José Amar, y de Ignacia de Borbón; emparentada con el conde de Aranda. Se casó a los veintitrés años con Joaquín Fuentes Piquer, hombre bastante mayor que ella que murió en 1798.

En 1782 fue nombrada socia de mérito de la Real Sociedad de Amigos del País de Zaragoza; en 1787 entró en la Junta de Damas, vinculada a la Real Sociedad de Madrid, y poco después en la Real Sociedad Médica de Barcelona. Se dedicó a la traducción de obras extranjeras, sobre todo científicas.

Sabía latín, griego, italiano, inglés, francés, portugués, catalán y un poco de alemán. Conocía las obras de los ilustrados e ideólogos franceses y la de John Locke y fue una laica convencida.

Defendió la independencia femenina mediante los discursos que escribió y pronunció entre 1786 y 1790: Discurso en defensa del talento de las mujeres (1786), Oración gratulatoria... a la junta de Señoras (1787) y Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres (1790); en los que proclamó la igualdad entre ambos sexos.

Discurso en defensa del talento de las mujeres

1° Cuando Dios entregó el mundo a las disputas de los hombres, previó, que habría infinitos puntos, sobre los cuales se altercaría siempre, sin llegar a convenirse nunca. Uno de estos parece que había de ser el entendimiento de las mujeres. Por una parte los hombres buscan su aprobación, les rinden unos obsequios, que nunca se hacen entre sí; no las permiten el mando en lo público, y se le conceden absoluto en secreto; las niegan la instrucción, y después se quejan de que no la tienen: Digo las niegan, porque no hay un establecimiento público destinado para la instrucción de las mujeres, ni premio alguno que las aliente a esta empresa. Por otra parte las atribuyen casi todos los daños que suceden. Si los héroes enflaquecen su valor, si la ignorancia reina en el trato común de las gentes, si las costumbres se han corrompido, si el lujo y la profusión arruinan las familias, de todos estos daños son causa las mujeres, según se grita. Estas mismas tampoco están de acuerdo sobre su verdadera utilidad. Apetecen el obsequio y el incienso; están acostumbradas de largo tiempo a uno y a otro; pero no procuran hacerlo más sólido, mereciéndolo de veras, como sucedería, si a las gracias exteriores, y pasajeras, que ahora cultivan, uniesen las intrínsecas y duraderas.

2° A la verdad, tanto los aplausos, y obsequios de los hombres, cuanto los cargos que atribuyen a las mujeres, son una tácita confesión del entendimiento de éstas; porque de otra suerte no buscarían su aprobación, y agrado, ni las supondrían de ocasionar ningún trastorno. La influencia buena o mala de un agente en otro, incluye necesariamente virtud, y potencia en el que hace esta variación: una causa más débil, no puede mudar, ni atraer a sí la más fuerte. Con que si los vicios de las mujeres tienen tanto imperio sobre los hombres, convengamos en la igualdad física, sin negar por esto las excepciones que convienen a cada sexo.

3° Pero sin embargo de unas suposiciones tan justas, parece que todavía se disputa, sobre el talento, y capacidad de las mujeres, como se haría sobre un fenómeno nuevamente descubierto en la naturaleza, o un problema, difícil de resolver. ¿Mas qué fenómeno puede ser éste, si la mujer es tan antigua como el hombre, y ambos cuentan tantos millares de años de existencia sobre la tierra? ¿Ni qué problema después de tantas y tan singulares pruebas, como han dado las mismas mujeres de su idoneidad para todo? ¿Cómo es posible que se oigan nuevas impugnaciones sobre esta verdad? Pues ello es cierto, que se oyen, y que son de tal naturaleza, que no debemos desentendernos de ellas, porque acreditan, que no está aun decidida la cuestión.