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Un duro golpe recibió el pueblo y la Revolución Cubana en uno de sus primeros años, el azote implacable del ciclón Flora. Miles de personas perdieron la vida y cuantiosos recursos económicos y sociales se vieron afectados. El país no contaba en ese año de 1963 con una infraestructura totalmente desarrollada para el enfrentamiento a este tipo de catástrofe. No obstante, el Gobierno Revolucionario trabajaba en ello, lo que permitió que fueran menos los daños y más rápida la recuperación. Todo esto aparece recogido en este libro. Junto a las nuevas leyes, decretos, y documentos de diversa índole aparece registrado todo un año de transformaciones siempre en beneficio de la sociedad. Es un texto de importancia capital si se quiere llegar a conocer la historia de Cuba.
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Seitenzahl: 726
Veröffentlichungsjahr: 2018
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Edición base: Maritza Mosqueda Rodríguez
Edición para e-book: Adyz Lien Rivero Hernández
Diseño de cubierta: Susana de la Cruz Rodríguez
Diseño interior: Ada de la Nuez González
Corrección: Addis Alarcón García y Romy Ung Haza
Composición digital: Madeline Martí del Sol
© José Bell Lara, Delia Luisa López García y Tania Caram León, 2011
© Sobre la presente edición:
Editorial de Ciencias Sociales, 2017
ISBN 978-959-06-1933-5
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RUTH CASA EDITORIAL
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Para un libro como este es vital el apoyo en la localización de los documentos y textos que lo componen y, en este sentido, queremos reconocerla colaboración que hemos recibidodel Centro de Documentación del Comité Central del Partido Comunista deCuba, del Centro de Información para la Prensa, del Centro deEstudiosCheGuevara y de la Dirección de Gestión Documental del Ministerio de Relaciones Exteriores.
En la Biblioteca Nacional José Martí siempre contamos con la cooperación de Vilma Ponce y, por último —y no menos importante— el apoyo del colectivo del Programa Cuba de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)y la colaboración de Rolando Lupotey.
A todos y todas nuestro agradecimiento.
Los autores
1 En la edición de este volumen se respetó la ortografía de los documentos reproducidos a partir de originales, salvo excepciones, en que la corrección se hacía indispensable (N. del E.).
El año 1963 se caracterizó por el incremento sostenido de la agresividad imperialista, de sus maniobras contra la Revolución en múltiples frentes y de los avances de la Revolución en el orden social y económico, a pesar de ellas. Fue, también, el año en que el país sufrió las tremendas afectaciones del huracán Flora.
La destrucción de la Revolución Cubana se convirtió objetivamente en una obsesión de la administración Kennedy, que jerarquizó a nivel presidencial el desarrollo de la política anticubana. La política implementada fue la de agredir a la Revolución por todos los medios, combinando medidas políticas y diplomáticas con todas las formas de actividad subversiva. Solo en los meses finales del año, Kennedy consideró lo que pudiera haber abierto un camino de negociaciones con Cuba, truncado con su asesinato en Dallas, Texas, acción que se trató de utilizar en una conjura contra Cuba y que el líder de la Revolución desenmascaró oportunamente. Incluso, antes de producirse el magnicidio, Fidel Castro había dado a conocer en dos discursos —que se incluyen en este tomo— la ruptura pública del Consejo Revolucionario Cubano presidido por José Miró Cardona con Kennedy, cuestionándose la razón política de tal desavenencia.
Por todo ello, la capacidad defensiva del país se elevó notablemente y en corto tiempo las Fuerzas Armadas Revolucionarias dominaron el armamento moderno y desarrollaron las técnicas adecuadas para ese múltiple enfrentamiento, en tanto los Órganos de la Seguridad del Estado destruyeron todos los intentos del enemigo de crear un frente interno.
En este tomo incluimos una documentación que muestra convincentemente la amplitud del enfrentamiento.
En 1963 fue promulgada la Segunda Ley de Reforma Agraria. Desde el 17 de mayo de 1959, en el campo cubano coexistían los pequeños campesinos con propiedades de hasta 67 hectáreas y una burguesía agraria formada por 10 000 propietarios, aproximadamente, de hasta 400 hectáreas de tierra. Uno de los métodos de enfrentamiento empleado por las agencias imperialistas fue la utilización de este último grupo social como punta de lanza contra la Revolución, usando sus tierras para el establecimiento de bandas contrarrevolucionarias, que controlaban el arsenal de las armas introducidas desde los Estados Unidos. Esos territorios fueron los centros donde se organizaron aquellas bandas. Parte de quienes las integraban realizaron una labor de proselitismo entre los campesinos para desinformarlos y presentar el socialismo como un peligro para la futura existencia de sus propiedades.
La dirección revolucionaria desarrolló una política para diferenciar a los pequeños campesinos de la burguesía agraria con acciones que los beneficiaran y mantuvieran su confianza en el proceso revolucionario, y en el momento que consideró oportuno —en medio de la intensificación de la agresión imperialista— procedió a anular esta clase social al aplicar una ley que expropiaba sus tierras.
En un solo día, después de la promulgación de la ley correspondiente, bajo la dirección del Partido en cada localidad, se procedió a la ocupación de las tierras de los propietarios de más de 67 hectáreas. Los burgueses agrarios y sus aliados contrarrevolucionarios fueron liquidados como clase en una operación incruenta, sin que lograran movilizar a su favor a los pequeños campesinos, quienes respaldaron la ley.
Coincidiendo con la aplicación de la Segunda Ley de Reforma Agraria, el país sufrió el embate del huracán Flora, que afectó amplias zonas pobladas por pequeños campesinos en el oriente cubano, arrasó con las casas y tierras, destruyó sus siembras, mató sus animales y provocó la muerte de más de 1 000 personas.
El Gobierno Revolucionario condonó sus deudas, otorgó nuevos créditos, les entregó animales productivos y reconstruyó sus casas, logrando en corto tiempo la rehabilitación de las producciones agrícolas en las zonas del desastre.
La dirección revolucionaria estuvo presente en los sitios de mayor peligro, entre ellos y en primer lugar, el Comandante en Jeje Fidel Castro. Miembros de la Fuerza Aérea, del Ejército y del Partido desplegaron una intensa actividad en las labores de salvamento, evitando que las muertes llegaran a miles.
Cuba entera se convirtió en una sociedad solidaria y nadie quedó desamparado.
Por la envergadura de sus afectaciones, el huracán Flora puso a prueba la capacidad de recuperación de la Revolución.
En el orden social la Revolución continuó materializando la conquista de toda la justicia para el pueblo. Así, en lo referido a la educación las puertas de todos los niveles educativos fueron abiertas para el pueblo a través de la creación masiva de aulas, centros educacionales y cursos de superación de todo tipo.
A la Campaña de Alfabetización siguió una labor sostenida de elevación del nivel de escolaridad de toda la población, en especial de los trabajadores. En 1963, mediante una prueba de escolaridad, se realizó un diagnóstico de la situación educacional del país que permitió la proyección del trabajo a mediano y largo plazo. Miles de trabajadores dedicaron sus horas de descanso a la superación cultural y técnica.
Se crearon las facultades preparatorias obrero campesinas en todas las universidades para posibilitar el acceso de los trabajadores a la enseñanza superior, asimismo fueron ampliados los cursos universitarios en horario vespertino-nocturno para trabajadores. En general en la universidad cubana comenzaron importantes transformaciones en el perfil de las carreras y en sus vinculaciones con las realidades del país.
Dentro del amplio esfuerzo educativo, debemos incluir las Escuelas de Superación de la Mujer, las que con el apoyo de la Federación de Mujeres Cubanas tenían en 1963 alrededor de 600 aulas.
Mediante el Plan de Becas del Gobierno Revolucionario, miles de jóvenes pudieron acceder a todos los niveles de enseñanza, en tanto el Estado asumió todos los gastos que generaban esos estudios.
En la esfera de la salud los objetivos revolucionarios de tratamiento preventivo-curativo de las enfermedades y la creación de condiciones para el desarrollo sano de las personas continuó su materialización. La educación sanitaria de la población y la superación científica de los trabajadores de la salud son dos elementos a destacar en esta etapa.
En 1963 el presupuesto de salud fue de 118 158 000 pesos, 5,2 veces superior al de 1958. A pesar de la política imperialista de promover la deserción de profesionales, el número de médicos existentes en 1963 fue 3,5 veces más que el de 1958 y el de estomatólogos 21 veces. También se multiplicó el número de farmacéuticos y de enfermeros. El bloqueo afectó sensiblemente el área de los medicamentos al impedir la adquisición de materias primas, productos y medicinas específicas, la Revolución tuvo que desarrollar producciones nacionales de genéricos y buscar fuentes alternativas de suministro.
La labor editorial se incorporó como un frente orgánico de la Revolución, haciendo realidad el planteamiento de Fidel: “no le decimos al pueblo cree, sino lee” . En los primeros cinco años de la Revolución se publicaron más libros que en toda la época anterior en Cuba, desde el descubrimiento. En 1963 se creó la Editora Política que en su primer año publicó 52 títulos. Ese mismo año comenzó una nueva edición de las obras completas de José Martí.
La práctica masiva del deporte continuó su impulso, celebrándose este año los primeros juegos deportivos escolares. En los juegos panamericanos efectuados en Sao Paulo, Cuba se coronó campeón en béisbol.
Mejoró el salario real de los trabajadores, lo que aumentó el poder adquisitivo de la población. Dentro del proceso organizativo general del país, debe destacarse el inicio de los procesos de normación del trabajo y de la puesta en marcha de una escala salarial acorde a las realidades del país. Un elemento importante de la protección social de los trabajadores fue la promulgación de la Ley 1100 de seguridad social que por primera vez abarcó a toda la población laboral.
En el terreno internacional se destaca la labor de denuncia de las acciones imperialistas en distintos foros y la solidaridad de Cuba con la lucha de los pueblos del Tercer Mundo, en especial Argelia y Vietnam. Cuba fue el primer país en el que se creó un Comité de solidaridad con la lucha de liberación del pueblo vietnamita.
Un hito importante de este año fue la primera visita del líder de la Revolución, Fidel Castro, a la Unión Soviética, durante la cual se firmaron importantes acuerdos entre los dos países y se dio continuidad a una relación estratégica.
Como en los tomos anteriores, debemos señalar que hemos considerado como documentos no solo las leyes, decretos y resoluciones emitidas por el Consejo de Ministros y los Organismos de la Administración Central del Estado, sino también discursos y artículos escritos en publicaciones de la época, que constituyen elementos relevantes para comprender el momento histórico.
La selección documental la hemos agrupado en bloques temáticos, teniendo en cuenta su afinidad, y cada uno de ellos es precedido de una breve nota introductoria a modo de explicación.
Esperamos que esta selección contribuya a una mejor compresión del proceso revolucionario cubano y de sus lecciones para la historia.
El desarrollo de la Revolución como poder —y como proyecto— de creación de una nueva sociedad fue, sin duda, un proceso complejo y múltiple. De forma simultánea, se hizo imprescindible rechazar las agresiones imperialistas, fijar posiciones en el mundo acerca de los más variados acontecimientos y procesos, precisar e interpretar desde enfoques revolucionarios las realidades nacionales pasadas y de entonces y crear las nuevas realidades sin perder la perspectiva de futuro. En esta primera sección del libro presentamos al lector diversos documentos que muestran lo anterior.
Gran parte del discurso de Fidel Castro, pronunciado el 2 de enero de 1963, fue dedicado a esclarecer las argucias imperialistas en torno al gesto humanitario de la Revolución de devolver los mercenarios de Playa Girón a cambio de una indemnización por los daños materiales ocasionados por la invasión; a la vez, en sus pronunciamientos el líder revolucionario explicó la composición clasista de aquel grupo de servidores del imperialismo y denunció la continuación de la política agresiva contra nuestro país.
Otro interesante documento es el discurso de Fidel en la clausura del Congreso Latinoamericano de Mujeres. Por sus novedosos contenidos, cual anticipaciones de las posiciones cubanas sobre los temas tratados, que se desarrollarían más tarde a plenitud (las divergencias surgidas entre los partidos comunistas soviético y chino y opiniones sobre la Revolución Cubana como un tránsito pacífico), es quizás una pieza poco conocida, pero necesaria, en el estudio de la política exterior de la Revolución y de su partido como una continuidad de principios, y en cuanto al debate que se generalizaría después entre partidos comunistas y nuevos movimientos políticos en América Latina sobre las vías para hacer la revolución.
El artículo de Osvaldo Dorticós pasa revista a las realizaciones de la Revolución, refiere dificultades y errores de esos primeros años y expone tareas en curso o próximas a realizarse.
La creación de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), en 1963, aglutinó a los profesionales de la prensa revolucionaria. De este evento recogemos el discurso pronunciado por Osvaldo Dorticós y la Declaración de Principios de la Organización.
El primer viaje de Fidel Castro a la URSS marcó un momento de recomposición de las relaciones entre Cuba y ese país después de la Crisis de Octubre. Presentamos fragmentos del Comunicado Conjunto firmado al final de la visita, que dio a conocer las actividades más importantes desarrolladas durante ella.
El pago de indemnización de los Estados Unidos a Cuba por los daños materiales causados al país durante la invasión mercenaria de Playa Girón constituye un hito en las tradicionales relaciones entre los dos países, marcadas por la dependencia cubana hacia la potencia mundial. La Revolución transformó esa lamentable realidad.
Para una mejor comprensión del proceso, sintetizamos una información aparecida en la revista Bohemia sobre el largo proceso de gestión y aceptación del pago de la indemnización exigida por Cuba a los Estados Unidos:
“Itinerario de los mercenarios”2
2Bohemia, Sección “En Cuba”, año 55, no. 1, La Habana, 4 de enero de 1963, pp. 58-65.
El 17 de mayo de 1961 a un mes de la agresión de Playa Girón, Fidel Castro en la clausura del Congreso de la ANAP planteó la devolución de los mercenarios a los Estados Unidos a cambio de una indemnización adecuada a los daños materiales causados a Cuba.
Inicialmente se fijó en 500 tractores pesados el monto de las reparaciones.
Los mercenarios formaron una comisión para que se trasladara a Estados Unidos, para realizar las gestiones pertinentes.
Washington buscó una fórmula intermedia y dilatoria: la formación de una Comisión supuestamente independiente encabezada por la viuda del presidente Franklin D. Roosevelt, Eleonor, Milton Einsehower y el dirigente del sindicato de la Industria del automóvil de apellido Reuther.
El 24 de mayo el presidente Kennedy declaró que el Gobierno de los Estados Unidos no podía ser parte de esas negociaciones pero aceptaba las gestiones de ciudadanos privados.
Como la propaganda imperialista comenzó a presentar esas gestiones como una “cruzada de la libertad”, Fidel le salió al paso, planteando convertir la indemnización en un verdadero canje: mil doscientos mercenarios de Playa Girón por otros tanto prisioneros políticos en la cárceles del imperio, sus colonias y neocolonias, ante lo cual los Estados Unidos, hicieron silencio.
El 6 de junio el llamado Comité Roosevelt envió un mensaje, al cual Fidel respondió desenmascarando las maniobras que se escondían tras la dilación de los canjes y precisó: “el gesto de Cuba disponiéndose a liberar a esos prisioneros, excepto a los responsables de crímenes anteriores, con la sola condición de que los daños materiales sean indemnizados, sería un grave error interpretarlo como inhumanidad o negocio de tipo material”.
En la práctica la propuesta de Cuba puso en un dilema al referido Comité que después de unas gestiones posteriores se disolvió.
A casi un año de la aventura imperialista se celebró el juicio a los mil ciento setenta y nueve mercenarios capturados en Playa Girón.
El Tribunal fue presidido por el comandante Augusto Martínez Sánchez y de vocales los comandantes Juan Almeida, Sergio del Valle, Guillermo García y Manuel Piñeiro. El fiscal de Santiago de Cuba condujo la acusación, mientras la defensa de oficio recayó en el profesor Antonio Cejas, catedrático de la Universidad.
El juicio celebrado con todas las garantías procesales estableció una serie de compensaciones que iban desde el medio millón de dólares por los principales cabecillas hasta 25 mil dólares por los mercenarios de fila.
Hubo 14 mercenarios que no comparecieron al juicio ya que eran criminales de guerra prófugos de la justicia los cuales fueron sancionados en juicio aparte por los Tribunales Revolucionarios.
El problema de la indemnización se replanteó a partir del fallo de los tribunales cubanos.
En los Estados Unidos se formó una comisión también al igual que el Comité Roosevelt, de carácter privada, que presionó a la Casa Blanca. De dicha comisión formaron parte el general Lucius D. Clay y el abogado James Donovan.
El abogado Donovan inició una serie de viajes a La Habana sosteniendo entrevistas con Fidel Castro y distintas autoridades cubanas, arribándose a acuerdos preliminares.
Cuba estaba dispuesta a aceptar el pago de la indemnización en productos medicinales, alimentos para niños y materiales quirúrgicos.
La Crisis de Octubre interrumpió el proceso de negociación que se reanudó posteriormente. En la misma intervino el hermano del presidente, Robert, aunque aclaró que lo hacía como ciudadano particular y no como miembro del gobierno, el cual se reunió con distintos empresarios farmacéuticos.
Al final el abogado Donovan visitó La Habana donde se estableció el acuerdo definitivo (17 de noviembre). El sábado 22 de noviembre de 1962 la oficina del primer ministro difundía un comunicado dando la noticia del canje.
El gobierno de los Estados Unidos pagaba la indemnización de 63 millones de dólares impuesta por los Tribunales Revolucionarios.
El domingo 23 de diciembre de 1962 se inició un puente aéreo entre La Florida y Cuba para el traslado de los mercenarios a los Estados Unidos.
A su llegada cada uno de los miembros de la Brigada 2506 recibió un cheque por 100 dólares y posteriormente se organizó un espectáculo en Miami en el Estadio Orange Bowl, en el cual habló el presidente Kennedy y recibió un lienzo azul y amarillo presentado como la bandera de la unidad.
3 Fragmentos del discurso pronunciado por el comandante Fidel Castro Ruz, primer ministro del Gobierno Revolucionario de Cuba, en la concentración popular y desfile militar para conmemorar el cuarto aniversario de la Revolución Cubana, celebrado en la Plaza de la Revolución, el 2 de enero de 1963. Departamento de Versiones Taquigráficas del Gobierno Revolucionario. Título de los autores.
Fidel Castro
Distinguidos visitantes;
trabajadores;
campesinos;
estudiantes;
ciudadanos todos:
¡Míster Kennedy diría... (EXCLAMACIONES y CHIFLIDOS)... Míster Kennedy diría que me estoy dirigiendo al pueblo cautivo de Cuba...! (EXCLAMACIONES). En la concepción de los imperialistas, concepción en que la explotación es justa, y el crimen y la agresión son buenos, ser mercenario es bueno (EXCLAMACIONES); en la concepción de los imperialistas, este pueblo es un pueblo cautivo (EXCLAMACIONES).
Comenzando por imaginarse así las cosas, no tiene nada de extraño todo lo demás que hacen.
4 Los subtítulos incorporados al discurso son de los autores.
En días recientes tuvo lugar un hecho que, aunque ellos pretendan disimularlo, es un hecho histórico. El imperialismo aceptó pagarle a nuestra patria la indemnización que los tribunales revolucionarios señalaron a los invasores de Playa Girón.
El Gobierno de Estados Unidos trató por todos los medios de eludir su responsabilidad de manera oficial, eludir la aceptación oficial de este hecho. Eso está muy de acuerdo con la mentalidad farisaica de los dirigentes del imperialismo; eso está muy de acuerdo con todo lo que ellos hacen.
Ellos, por ejemplo, cuando nos atacaron el 15 de abril, enviaron aviones con insignias cubanas. Y cuando Cuba denunció la agresión, declararon a través de sus agencias cablegráficas, y a través de todo el mundo, que no, que no eran aviones procedentes del exterior, sino aviones cubanos que se habían sublevado. Y esa versión la lanzaron a todo el mundo; tranquilamente, una mentira de esa índole, pero que para ellos no era sino una mentira más.
Así han actuado siempre. Por eso, no tenía nada de extraño que mientras por un lado se movilizaban para recaudar los fondos, por otro pretendían hacer creer que era un simple Comité de Familiares el que estaba llevando a cabo esa negociación. En el fondo de todo, fue el propio Gobierno de Estados Unidos.
Ahora se ha sabido que el hermano del presidente de Estados Unidos fue quien realizó las gestiones principales a fin de recaudar los fondos con los cuales pagar esa indemnización.
Ellos, naturalmente, no dicen que es indemnización; ellos dicen que es rescate. Lógico, también, que digan eso. Para los imperialistas, encarcelar a un periodista negro que visitó a Cuba, e imponerle una multa de 10 000 dólares por ejercer un derecho constitucional, es justicia. Y, en cambio, el hecho de que una revolución hubiese sido generosa con los criminales que nos atacaron al servicio de una potencia extraña, el hecho de que los tribunales revolucionarios, en vez de aplicarles una pena como a la que eran acreedores, la pena capital a todos ellos, los sancionase con una multa, eso no es justicia.
Castigar a los que nos atacaron una mañana, sorpresiva y cobardemente; castigar a los que vinieron escoltados aquí por barcos de guerra extranjeros; castigar a los que al servicio de una potencia extraña y cometiendo un acto de flagrante traición en todos los códigos del mundo, eso no era justicia. Ellos lo llaman rescate.
Pero a nosotros no nos importa cómo lo llamen. El hecho es que tuvieron que aceptar el pago de la indemnización y que por primera vez (APLAUSOS), por primera vez en su historia, el imperialismo paga una indemnización de guerra.
¿Y por qué la pagó? Porque fue derrotado, porque en Playa Girón los imperialistas sufrieron su primera gran derrota en la América Latina (APLAUSOS).
¿Qué hizo el presidente de Estados Unidos?, ¿cómo ha actuado? Asumió primero la responsabilidad del ataque a nuestro país. Sin embargo, durante 20 meses eludieron el pago de esa indemnización.
Cuando al fin se decidieron a hacerlo y el Gobierno Revolucionario puso en libertad a los invasores, ¿cuál fue la conducta del presidente de Estados Unidos? ¿Fue la conducta de un estadista? ¿Fue la conducta de un hombre responsable? No, fue la conducta de un pirata; fue la conducta de un jefe de filibusteros, porque en realidad nunca ningún presidente de Estados Unidos había degradado tanto la dignidad de su cargo como ese día, en que el señor Kennedy se reunió con los criminales invasores de nuestra patria.
Aquí traigo el discursito que pronunció aquel día; vale la pena que lo leamos, porque leer estas cosas nos enseña a comprender a los imperialistas.
Empezó diciendo —voy a leer las cosas más esenciales; hay algunos párrafos que carecen de trascendencia; los párrafos más esenciales:
“Quiero expresar mi profundo agradecimiento a la brigada por hacer a Estados Unidos custodio de esta bandera. Yo puedo asegurarles que esta bandera —escúchese bien—, yo puedo asegurarles que esta bandera le será devuelta a esta brigada en una Habana libre...” (EXCLAMACIONES Y CHIFLIDOS). Nosotros no sabemos si hay algún bar en Miami que se llame Habana Libre (APLAUSOS).
Luego dice, porque esto es el colmo de lo ridículo y de lo picúo, como decimos los cubanos:
“Me pregunto si el señor Miranda, que conservó esta bandera a través de los últimos 20 meses, podrá dar un paso adelante para que podamos conocerlo”.
Y luego dice:
“Yo quería conocer a quién debo devolverla”. ¿Este hombre habrá tomado esa mañana un poco más de la cuenta?
En primer lugar, la historia de la bandera es una mentira completa. Todo el mundo sabe que esos señores mercenarios, que vinieron aquí disfrazados de gusanos de seda, como dice el pueblo (RISAS), con uniforme de camuflaje del ejército americano, fueron total y absolutamente copados. Pero no solo eso: todo el mundo sabe que dejaron hasta la ropa interior; y ahora han inventado la historieta de que uno escapó y se llevó la bandera entre la ropa y esa es la bandera que le entregaron a Kennedy.
En primer lugar, han estafado a Kennedy, porque de aquel cerco no podían escapar y la mejor prueba es que la brigada completa cayó prisionera...
(ALGUIEN DEL PÚBLICO HACE UN COMENTARIO).
Sí, todos decían que eran cocineros y enfermeros (RISAS). Escenifican el show de la bandera y es la oportunidad para que este señor, actuando como un vulgar jefe de piratas, se reúna con aquellos criminales, con aquellos cobardes y allí declare ante el mundo que les puede asegurar que esa bandera les será devuelta en una Habana libre.
Pero hay cosas más interesantes. Dice aquí: “Todos ustedes, miembros de la brigada y miembros de sus familias, están siguiendo un camino histórico, un camino que ha sido seguido por otros cubanos en otras épocas y también por otros patriotas de nuestro hemisferio en otros años, Martí, Bolívar, O’Higgins, todos los cuales pelearon por la libertad, muchos de los cuales fueron derrotados, muchos de los cuales fueron al exilio y todos los cuales volvieron a sus patrias”. ¡Comparar a estos mercenarios con Martí! ¡Comparar a estos mercenarios con los patriotas de la independencia!
Todo el mundo conoce la historia de Martí, de aquel Martí con las ropas raídas; de aquel Martí que no recibió sus fondos de la tesorería yanki; de aquel Martí que recorría aquella emigración humilde, de proletarios, de tabaqueros, reuniendo centavo a centavo los fondos para comprar las armas, que cuando las tenía ya adquiridas les fueron arrebatadas por las autoridades yankis (APLAUSOS); de aquel Martí que no vino escoltado por la escuadra yanki, ni precedido en su desembarco por bombarderos yankis; de aquel Martí que en una noche tempestuosa, en un botecito de remos, desembarcó, casi solo, en las playas orientales. Comparar a aquel hombre íntegro, antiimperialista, comparar el esfuerzo de aquellos patriotas con estos miserables es una ofensa a la memoria de aquellos hombres.
Porque nuestros libertadores vinieron a libertar esclavos, a crear una nación, nación que el imperialismo frustró, nación que el imperialismo yanki pisoteó durante 50 años. ¿Y estos qué eran? Esclavistas, latifundistas, lumpen, explotadores del juego y del vicio, millonarios, criminales...
(ALGUIEN DEL PÚBLICO EXCLAMA: “¡Ladrones!”).
Ladrones, ladrones son todos los explotadores (APLAUSOS). Estos vinieron a esclavizar, a quitarle al pueblo sus riquezas, a devolverle a los monopolios yankis nuestras fábricas y nuestras tierras.
Y este señor dice: “Hace 70 años José Martí, el espíritu guía de la primera lucha cubana por la independencia vivió en estas tierras. En aquella época, en 1889, se celebró la primera Conferencia Internacional Americana y Cuba no estaba presente. Entonces como ahora —dice este señor— Cuba era el único Estado en el hemisferio controlado todavía por un monarca extranjero; entonces como ahora Cuba estaba excluida de la Sociedad de Naciones Libres y entonces como ahora hombres valientes, en la Florida y en Nueva York, dedicaron sus vidas y sus energías a la liberación de su patria”.
El “entonces como ahora de Kennedy” es para nosotros “ahora como nunca” (APLAUSOS). Ahora como nunca podemos ondear con orgullo esta bandera de la estrella solitaria (APLAUSOS); ahora como nunca somos respetados, y la mejor prueba es el respeto que inspiramos a los propios imperialistas (APLAUSOS), el respeto que inspira un pueblo que no ha podido ser doblegado por su poderío, que no ha podido ser doblegado en cuatro años de heroica lucha; ¡ahora como nunca, señor Kennedy, somos libres y somos el territorio libre de América! (APLAUSOS).
Continúa diciendo este señor algunas cosas, algunas de las cuales pueden ocasionarnos alguna risa. Dice: “La brigada viene de estar tras las paredes de la prisión, pero han dejado tras ustedes, más de 6 millones de sus compatriotas que también se encuentran, en un sentido muy real, en una prisión (EXCLAMACIONES Y CHIFLIDOS) ya que Cuba hoy es una prisión rodeada de agua”. De donde resulta que ustedes están presos (EXCLAMACIONES DEL PÚBLICO). ¿No lo sabían? (EXCLAMACIONES DEL PÚBLICO)....
Tiene la cara dura, lo dice, un hombre del pueblo.
Entonces continúa: “Vuestra conducta y vuestro valor son pruebas de que aunque Castro y sus colegas dictadores puedan gobernar naciones, no gobiernan pueblos” (EXCLAMACIONES). Yo no sé qué serán ustedes; no sé qué será esa multitud impresionante que tras sus armas se congregó en esta plaza. Dice: “pueden encarcelar cuerpos, pero no espíritus”. Ustedes deben ser espíritus no encarcelados.
Dice: “la Revolución le prometió al pueblo cubano libertad política, justicia social, libertad intelectual, tierra para los campesinos y el fin de la explotación económica —dice que le prometimos—; lo que han recibido es un Estado gendarme, la eliminación de la dignidad de poseer tierras, la destrucción de la libertad de expresión y de prensa y la total subyugación del bienestar individual humano al servicio del Estado y de Estados extranjeros”.
Nosotros no hemos hecho una sola reforma social, ni Reforma Agraria, ni Reforma Urbana, ni hemos alfabetizado un millón de analfabetos, ni tenemos cerca de 100 000 becados estudiando y creando una generación intelectual nueva (APLAUSOS).
La libertad intelectual de que habla Kennedy es la libertad intelectual mediante la cual en nuestro país más de medio millón de niños no tenía escuelas; la libertad intelectual de que habla Kennedy son los 30 millones de niños latinoamericanos sin maestros y sin escuelas.
Pero lo curioso es que este señor diga que prometimos el fin de la explotación económica, es decir, la explotación... ¿A qué explotación se referirá este señor? ¿Será la de la United Fruit Company? (EXCLAMACIONES). ¿Será a la de la compañía eléctrica y la de la compañía telefónica, aquella misma compañía que el día sangriento del 13 de marzo, sobre la sangre de los heroicos estudiantes que allí cayeron suscribieron un contrato leonino y explotador para nuestra patria? ¿Será que esas compañías siguen explotando a nuestro pueblo? Pero lo curioso... ¿Estará cambiando Kennedy?, lo curioso es que hable de que nosotros ofrecimos el fin de la explotación económica y, a renglón seguido, dice: “Bajo la Alianza para el Progreso, nosotros apoyamos para Cuba y para todos los países de este hemisferio, el derecho a elecciones libres y el derecho del libre ejercicio de libertades humanas básicas, apoyamos la Reforma Agraria (EXCLAMACIONES). ¿Se estará convirtiendo Kennedy al marxismo-leninismo? (EXCLAMACIONES). Resulta que en este país, en este país más de 100 000 familias campesinas pagaban rentas, rentas que a veces eran el 50 % de los productos, ¿y quién encuentra un campesino pagando renta a lo largo y ancho de nuestra patria? Más de 100 000 campesinos explotados se volvieron propietarios de sus tierras (APLAUSOS).
Pero ¿por qué cree este señor que los campesinos están con la Revolución? (EXCLAMACIONES). ¿Qué enredillo se le ha armado en la cabeza al señor Kennedy, que dice que nosotros ofrecimos el fin de la explotación económica y que no hemos cumplido? Y habla de reforma agraria. Ya nosotros sabemos lo que le van a decir sus amigos los latifundistas de América Latina, como le dijeron los latifundistas de Chile: “oye, ustedes hablan de repartir las tierras, ¿y por qué no hablan de repartir las minas de cobre también?”
Es muy curioso que oigamos al jefe del imperio yanki hablar de explotación económica, hablar de reforma agraria y hablar de esas cosas. ¿Cuándo hablaba antes? ¡Nunca! Claro que no lo dicen sinceramente. ¿Pero desde cuando hablan este idioma? ¿Qué los enseñó a hablar este idioma? (EXCLAMACIONES).
¿Quiénes fueron sus maestros? (DEL PÚBLICO EXCLAMAN: “¡Nosotros!”) ¡Los cubanos! (APLAUSOS). Lástima que tengamos tan mal discípulo.
Y este señor usa un lenguaje extraño, un lenguaje revolucionario. Y es curioso, se va a crear algunos problemas con los reaccionarios, porque aunque los reaccionarios saben que todo eso es cuento, los reaccionarios saben que no se puede estar jugando con las palabras. Y los latifundistas de América Latina van a decir: “bueno, si nosotros vamos a repartir nuestra tierra, ustedes tienen que repartir el petróleo, el cobre, el hierro y todos los monopolios que tienen aquí”. Porque esas son las contradicciones insolubles del imperialismo. ¿Cómo van a poder hablar este lenguaje?
Entonces dice: “Apoyamos la Reforma Agraria y el derecho de cada campesino a ser dueño de la tierra que trabaja”.
Eso fue lo que hicimos nosotros precisamente. Pero, además, somos los únicos que lo hemos hecho; y, desde luego, no necesitamos de la Alianza para el Progreso. Pero si de eso se quejaba el embajador yanki, si de eso protestaba Mr. Bonsal todos los días, de que les habíamos nacionalizado las tierras a la United Fruit y a la Atlántica del Golfo y a todas las compañías yankis, para que la tierra fuera del que la trabajara; y todos los campesinos que pagaban rentas fueron liberados de la renta. Y de eso protestaba, todos los días, el embajador yanki.
¿Cuándo creen ustedes que se organizó la expedición de Playa Girón? Después de la ley de Reforma Agraria, que fue bastante buena que le dejó 30 caballerías; se fueron y las perdieron también (APLAUSOS).
La United Fruit Company tenía 10 000 caballerías de tierras, y otra compañía tenía 17 000, y ya no las tienen. ¿Se habrá acabado o no se habrá acabado la explotación económica imperialista?
En el campo la mayor parte del tiempo estaban los hombres sin trabajo, esperando desesperadamente la zafra, o la recogida del café; las tierras estaban sin cultivar; los grandes latifundios, donde trabajaban obreros proletarios —no campesinos, el campesino es el que trabajaba la tierra por cuenta propia—, se pusieron en explotación. Resultado: que se erradicó el desempleo en nuestros campos, desapareció para siempre el tiempo muerto, que era la plaga, el azote, de nuestros campos. Y, ahora, ¿quién va a recoger el café de los campesinos? Los becados estudiantes (APLAUSOS).
Es decir que la Revolución no solo ha hecho a esos campesinos dueños de sus tierras y les ha construido hospitales, caminos, escuelas, les ha enviado maestros, los ha alfabetizado, sino que, además, cuando como consecuencia del desarrollo económico del país ya no hay aquellos parias hambrientos que se marchaban a recoger café porque no tenían otra cosa que hacer, la Revolución les manda a la juventud, les manda a los estudiantes para recoger las cosechas de café.
Eso es lo que ha hecho la Revolución. Y en nuestros campos ya no hay tiempo muerto, y en nuestros campos ya no hay desempleo, en nuestros campos ya no hay analfabetismo; ya no hay niños que mueren sin asistencia médica (APLAUSOS), y la vida cultural se desarrolla a pasos agigantados.
¿Cómo pueden pretender ignorar esas verdades? Al ignorarlas sufren esas tremendas equivocaciones en que incurren.
Entonces, dice que apoyan: “el derecho de todo pueblo libre a transformar libremente las instituciones económicas”.
Eso es lo que hemos hecho nosotros: transformar, como pueblo libre, las instituciones económicas. Se está convirtiendo este señor de palabra, pero es peligroso convertirse de palabra, porque se crea una confusión en el cerebro que después no hay quien lo saque de eso.
Entonces, dice que apoya: “el derecho a transformar libremente las instituciones económicas”. Ni más ni menos, exactamente, lo que nosotros hemos hecho, y por hacerlo es que tenemos la hostilidad de los imperialistas. ¿A quién pueden engañar?
Y luego dice: “Estos son los principios de la Alianza para el Progreso, son los principios que apoyamos para Cuba; estos son los principios por los que los hombres han luchado y han caído”.
Sí, han caído, ¡pero del lado de acá! (APLAUSOS).
Y luego dice, luego dice, les dice a aquellos mercenarios —hijos de latifundistas, de banqueros, de industriales, de garroteros, de tahúres—, les dice: “... Y son los principios por los que ustedes lucharon y por los cuales algunos de su brigada dieron su vida”.
y ustedes recuerdan lo que decían aquellos señores que hablaban de la libre empresa, y todos, o su inmensa mayoría allí, si no era esbirro, era hijo de un latifundista, o de un rico. Y luego este señor les dice “que vinieron a luchar por la transformación económica de la sociedad”.
Pero esto es más simpático, lo que viene ahora. Dice: “...Y creo que estos son los principios de la gran mayoría del pueblo cubano de hoy”.
Sí, los principios como los entendemos nosotros, no como los entienden ellos.
Y dice —y oigan bien—: “... Estoy seguro de que a través de toda la isla de Cuba, en el mismo Gobierno” —qué intrigante, qué intrigante es este señor de Kennedy— ... porque dice: “estoy seguro de que en el mismo Gobierno, en el ejército y en la milicia hay muchos que mantienen esa fe en la libertad, que se sienten consternados por la destrucción de la libertad de su isla, y que están determinados a restablecer esa libertad para que el pueblo cubano pueda, nuevamente, gobernarse a sí mismo” (EXCLAMACIONES).
Cabe decirle al señor Kennedy, al intrigante Kennedy, que “se deje de dormir de ese lado”. Habla —pero es curioso— del Ejército Rebelde y habla de las milicias. Esas milicias que tanto miedo le han inspirado siempre, que han sido el terror de los imperialistas. Esos soldados, que aplastaron... (APLAUSOS), esos soldados, esos heroicos soldados que en 72 horas aplastaron —en menos de 72 horas— a los piratas del imperio yanki (APLAUSOS).
y qué curioso, que los imperialistas hayan ensayado todas las armas, hayan fracasado en todas, porque tenemos un pueblo armado, y ahora hablen y ahora trate de intrigar y trate de hacer creer que fuera posible que esos soldados patriotas, esos milicianos proletarios, puedan ponerse al servicio del imperialismo yanki (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”).
Señor Kennedy: entre nosotros y usted, entre esos soldados revolucionarios y el imperio yanki, hay mucha sangre de por medio (APLAUSOS). Y esa sangre comenzó a rodar hace muchos años; esa sangre comenzó a rodar en la Sierra Maestra, combatiendo contra un ejército entrenado por misiones militares yankis, bajo el fuego de armas yankis, bajo el bombardeo de aviones yankis. Y esos soldados vieron morir familias enteras abrasadas por el napalm, de las bombas incendiarias yankis; y vieron niños mutilados, y niños asesinados por la metralla y muchos compañeros morir en los combates.
Señor Kennedy: entre nuestro pueblo y los imperialistas, entre nuestros combatientes y los imperialistas, media mucha sangre. Está la sangre de los obreros asesinados cuando la explosión de “La Coubre”, criminal sabotaje preparado por la agencia yanki; la sangre de los obreros que han muerto apagando cañaverales incendiados por avionetas procedentes de Estados Unidos; sangre como la de Fe del Valle, que pereciera al incendiar los terroristas de la Agencia Central de Inteligencia uno de nuestros centros de trabajo (APLAUSOS). Entre esos combatientes y el imperialismo está la sangre de más de 100 soldados y milicianos que murieron gloriosamente en Playa Girón (APLAUSOS); está la sangre de los maestros asesinados como Conrado Benítez (APLAUSOS); está la sangre de los brigadistas. Mucha sangre, un abismo de sangre hay entre nosotros y ustedes, señores imperialistas.
Pero hay algo más que sangre. Hay un abismo todavía más profundo que es el abismo que separa a los trabajadores de los explotadores, a los esclavos liberados de los esclavizadores (APLAUSOS); está el abismo de nuestras ideas, el abismo que separa nuestras ideas; y está un abismo tan profundo como ese que es la dignidad de este pueblo, la dignidad de cada hombre y mujer cubanos (APLAUSOS).
Porque el pueblo cubano no es el pueblo aquel, no es el grupo de parias, de explotadores y de vendepatrias, de privilegiados a quienes la Revolución privó de sus prebendas. El pueblo cubano es algo muy distinto de aquel grupo de miserables.
y la dignidad de este pueblo tiene una prueba irrebatible y es que, a pesar de los imperialistas, a pesar de su oro, de sus crímenes, de sus agresiones, de sus bloqueos, a pesar de todo lo que han hecho por destruir nuestra Revolución, hoy cumplimos —o ayer cumplimos— el cuarto aniversario (APLAUSOS). Señor Kennedy: ¡Cumplimos cuatro y entramos en cinco! (APLAUSOS). (ALGUIEN DEL PÚBLICO EXCLAMA: “¡Entramos en los cinco con los cinco puntos, Fidel!”) ...En los cinco puntos ya estábamos.
Pero quería terminar con eso del mitincito de Miami. ¿Cómo se comportaron estos señores que salieron? Como tenían que comportarse: como ratas —según ha dicho un hombre del pueblo.
Todo el mundo los vio por televisión. No hubo uno solo que no dijera que lo habían embarcado; no hubo uno solo que no dijera que se habían equivocado, que creían que la milicia se les unía, que el ejército no peleaba; no hubo uno solo que no creyera que fuese un paseo militar. Y luego lucían como magdalenas arrepentidas (RISAS) ante las cámaras de televisión. En prisiones escribieron largas, largas e interminables cartas de arrepentimiento, sus principales jefes que el pueblo conoce.
La Revolución los trató de manera generosa. No porque se lo merecieran, sino porque esos son nuestros principios. Ninguno de ellos fue golpeado; casi la totalidad de sus heridos salvaron la vida en los hospitales revolucionarios.
De acuerdo con la ley y con sus hechos, eran acreedores a la pena capital, y sin embargo la sentencia señalada era una sentencia que les permitía salir en libertad si indemnizaban a nuestro país de los daños ocasionados.
Lo que no dicen los imperialistas es que, si estuvieron 20 meses en prisión, fue por el fariseísmo yanki, por la hipocresía yanki que no quiso dar la cara, que no quiso pagar. Porque apenas a los dos meses —no antes— del ataque pudieron haber salido si los imperialistas hubiesen pagado.
Tampoco han querido destacar los imperialistas que el Gobierno Revolucionario había puesto en libertad, previamente —hace muchos meses—, a 60 heridos y enfermos, aceptando que pagasen después la indemnización, que solo vinieron a pagar ahora; que el Gobierno Revolucionario aceptó ponerlos en libertad cuando solo habían abonado el 20 %. Nada de eso han querido destacar.
Y allá, ¿qué han hecho al llegar todos aquellos miserables, todos aquellos cobardes a quienes un pueblo entero vio pedir clemencia, vio tratar de eludir la responsabilidad, vio calificarse de cocineros, de enfermeros y de que no habían tirado un solo tiro? Al llegar allá, sus primeras declaraciones es decir que piensan regresar, que piensan volver, etcétera, etcétera (EXCLAMACIONES). Eso da una idea al pueblo de cómo merecen ser tratadas semejantes alimañas.
Pero, si el Gobierno Revolucionario los ha puesto en libertad mediante el compromiso —asumido por la Cruz Roja norteamericana— de cumplir todos los acuerdos que hemos suscrito, garantizados por un organismo bancario canadiense; si la Revolución los puso en libertad es porque la Revolución puede combatir 50 expediciones como esa (APLAUSOS); no una pandilla como esa: 50 pandillas como esa, que desembarcaran simultáneamente en el territorio nacional, las destruimos todavía más rápidamente de lo que destruimos aquella (APLAUSOS).
A la seguridad de nuestro país, a la seguridad de nuestro país no le afecta en nada que esa pandilla de alimañas se encuentre fuera.
La Cruz Roja norteamericana quedó encargada de cumplimentar los acuerdos y debemos decir que hasta estos instantes ha estado cumpliendo de manera satisfactoria. Lástima que con esa chapucería, con esa actitud ridícula e incompatible con la dignidad del cargo, el señor Kennedy haya dado esa nota y haya hecho caer esa mancha sobre una gestión que estuvo presidida por un alto espíritu humanitario. Pero, ¿qué otra cosa puede esperarse del jefe de los piratas? Allí fue, junto a su ejército derrotado, junto a sus piratas que salieron de este país con las cabezas bajas.
¡Y qué momento aquel para nosotros! Aquel que en el mismo aeropuerto donde comenzó el ataque cobarde del 15 de abril, en aquel mismo aeropuerto donde aviones de procedencia yanki dejaron caer el 15 de abril su carga de bombas, reposaran allí después, también, aviones yankis como mansas palomas de paz, dejando los cargamentos de medicinas y de alimentos para niños.
Los que vivimos esos dos momentos —el de la agresión y el del pago de la indemnización— no podremos olvidarlo. Porque no eran los soberbios y arrogantes atacantes que un día bombardearon, y como precio de aquella aventura tuvieron un día que venir a traer otras cosas para salvar vidas y para beneficio de nuestro pueblo (APLAUSOS).
Y en cuanto a los mercenarios que dicen que vuelven, y en cuanto a los alientos que el señor Kennedy les quiso dar, nosotros solo les vamos a decir: que si quiere financiar el desarrollo económico de la Revolución socialista de Cuba, que siga mandando expediciones como esa (APLAUSOS). Debe saberse que el Gobierno cubano exigió el pago íntegro señalado por la sentencia, es decir, de 62 millones en el valor de los productos puestos aquí, y que esperamos que eso le sirva de lección a los imperialistas.
¿Qué es eso que dice Kennedy, como dice aquí, que él puede asegurarle que esa bandera será devuelta a los mercenarios en una Habana libre? ¿Qué quiere decir con eso el señor Kennedy? ¿Qué amenaza implica esa declaración? ¿Por qué se atreve a decir que asegura semejante cosa? ¿Y en qué se parece eso a una promesa de no agredir a nuestro país, a una promesa de no invadir a Cuba?
Es por eso que nosotros hemos sostenido y sostenemos, que las garantías que el imperialismo ofrece no han de ser simplemente de palabra y han de ir acompañadas de hechos. Nosotros tenemos más que sobradas razones para desconfiar de los imperialistas, y nosotros sabemos que las garantías nunca estarán en las palabras de los imperialistas. Las garantías están en nuestra decisión de combatir, en nuestra decisión de resistir heroicamente cualquier ataque del enemigo (APLAUSOS). Las garantías están en esas armas que ustedes vieron desfilar y en muchas más armas que por aquí no desfilaron. Las garantías están en nuestros cientos de miles de combatientes. Las garantías están en el heroísmo de nuestro pueblo, heroísmo más que probado en momentos muy difíciles.
Cuando el señor Kennedy nos amenazó con convertirnos en blanco nuclear, queriendo intimidarnos, lo que ocurrió ¿qué fue?, que el pueblo dijo: ¡Patria o Muerte! (APLAUSOS); ¡que más hombres, más hombres y mujeres que nunca, se enrolaron en la milicia!; ¡que más hombres y mujeres que nunca pidieron inscribirse en las organizaciones de masas; y con una sonrisa en los labios y con una serenidad impresionante, un pueblo entero se dispuso a afrontar al enemigo, a perecer si fuera necesario! (APLAUSOS). Porque en este pueblo revolucionario, no encontrarán jamás claudicación los imperialistas.
¡Podremos morir, sí, pero claudicar jamás! ¡Podremos morir, sí, pero moriríamos con libertad y con dignidad! (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”) ¡Podremos morir, no porque despreciemos la vida, no porque despreciemos la obra creadora que nuestro pueblo realiza, no porque no vemos el porvenir luminoso a que tenemos derecho con nuestro trabajo, sino porque las vidas de todos nosotros, a esa idea y a ese porvenir están indisolublemente asociadas y sin patria no queremos la vida, sin libertad no queremos la vida, sin dignidad no queremos la vida (APLAUSOS), sin justicia no queremos la vida, sin pan para nuestros hijos no queremos la vida, sin porvenir no queremos la vida! Y por eso decimos ¡patria o Muerte! Y por eso, por eso el himno de nuestros luchadores por la independencia estableció bien claro: ¡Que vivir en cadenas era vivir en oprobios y afrenta sumidos y que morir por la patria es vivir! (APLAUSOS).
Y eso explica, eso explica la actitud de nuestro pueblo y por qué de las medidas que tomamos frente a las agresiones de los imperialistas y frente a las amenazas de los de los imperialistas. Sin vacilaciones, para que sepan los imperialistas que este pueblo no vacila. Y por eso tomamos las medidas de armarnos. Y por eso acordamos con la Unión Soviética las armas que aquí se establecieron, porque entendíamos que cumplíamos con dos obligaciones: una obligación para con la patria afianzando y fortaleciendo sus defensas frente a las amenazas del imperialismo, y una obligación con los pueblos del campo socialista. Es decir, un deber proletario internacional (APLAUSOS).
Cumplíamos con dos deberes: un deber para con la patria y un deber para con los trabajadores de todo el mundo, nuestros deberes internacionalistas, de acuerdo con los principios del internacionalismo proletario. Porque patriotismo e internacionalismo proletario, dentro de la Revolución socialista, son dos cosas comunes (APLAUSOS). Y ese fue el pensamiento que presidió la conducta de la dirección revolucionaria cubana.
Todos ustedes conocen cómo se inició y cómo se desarrolló, y cómo culminó la crisis. Nosotros queremos decir que nuestro pueblo se reserva todo el derecho siempre, frente a sus enemigos imperialistas y frente a los agresores imperialistas, a tomar todas las medidas que estime pertinentes y a tener las armas que estime pertinente (APLAUSOS).
(…)
De más está decir que nuestra posición no es una posición contraria a soluciones, que no es una posición contraria a soluciones pacíficas. Nosotros estamos de acuerdo con la política de la discusión y de la solución, por vías pacíficas, de los problemas, nosotros estamos de acuerdo con ese principio fundamental; estamos de acuerdo también en la política de concesión por concesión.
Nuestra posición, mantenida a través de esta crisis, es una posición estrictamente ajustada a los principios. Nosotros hemos rechazado la inspección, porque nuestro país no puede renunciar a una prerrogativa absolutamente soberana, y hemos defendido nuestra integridad, porque el hecho de estar en favor de la paz no significa que vayan a desembarcar los imperialistas en nuestras costas y no les vayamos a tirar un tiro. Estamos por la paz, ¡pero si nos atacan, los vamos a combatir con todo lo que tenemos! (APLAUSOS).
(…)
Si lo que pretenden los imperialistas para que haya paz es que dejemos de ser revolucionarios, ¡no dejaremos de ser revolucionarios, no doblegaremos jamás nuestra bandera! Somos ejemplo para los pueblos hermanos de América, porque los cautivos, señor Kennedy, no son los cubanos, ¡los cautivos son los millones de indios y de latinoamericanos explotados por los monopolios yankis, explotados por el imperialismo yanki en la América Latina! (EXCLAMACIONES).
(…)
Nosotros tenemos la gran tarea histórica de llevar adelante esta Revolución, de servir de ejemplo a la revolución latinoamericana; y dentro del campo socialista, dentro de la gran familia socialista, ¡que es nuestro campo, que es y será siempre nuestra familia! (APLAUSOS), entendemos nuestro deber luchar por la unidad dentro de los principios de la familia socialista, del campo socialista. Esa ha de ser la línea de nuestro pueblo, la línea que traza la dirección política de la Revolución.
Son muchos los problemas y muy grandes las tareas que tenemos por delante; enfrentar al imperialismo primero que nada. En esa misma situación están otros muchos pueblos, en esa misma situación están los pueblos colonializados y sometidos al imperialismo.
Es por eso que resulta tan necesaria esa unión; es por eso que resulta tan necesario presentar a los imperialistas un frente unido. Y ese, estoy seguro que ha de ser el clamor de los pueblos amenazados, de los pueblos que luchan por su independencia, de los pueblos que luchan frente a las agresiones del imperialismo.
A nuestro pueblo una orientación: que nuestra tarea es unir, dentro y fuera; eliminar todo lo que nos divida, dentro y fuera; luchar por todo lo que nos una, dentro y fuera. ¡La unidad dentro de los principios, esa es nuestra línea!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(EL DOCTOR FIDEL CASTRO REGRESA A LOS MICRÓFONOS, Y EXPLICA):
¿Cómo se va a llamar este año? Este año se va a llamar el “Año de la Organización”.
¿Por qué? Porque en eso debemos poner nuestro esfuerzo principal, el principal acento de nuestro esfuerzo tiene que ser la organización. En primer lugar, la organización del Partido Unido de la Revolución Socialista (APLAUSOS); el desarrollo de la organización de nuestras masas, es decir, nuestras organizaciones de masas; la organización en los organismos administrativos y la organización en los organismos económicos.
No quiere decir que el año que viene no sea también de la organización, o que este no sea de la educación. Se señala un año en aquello en que se pone el principal acento; todos los años son años de la educación, y todos los años serán años de la organización, pero el acento principal este año lo debemos poner en la organización. Y por eso se llamará “Año de la Organización”.
(OVACIÓN).
5 Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, secretario general de las ORI y primer ministro del Gobierno Revolucionario, en la clausura del Congreso de Mujeres de toda América, celebrado en el teatro Chaplin, el 15 de enero de 1963. Departamento de Versiones Taquigráficas del Gobierno Revolucionario. Título de los autores.
Fidel Castro
Mujeres de América;
Delegadas fraternales de los países de Europa, Asia y África que nos visitan:
(…)
Para nosotros ha sido un honor muy alto, para nuestro país, que Cuba haya sido sede de este congreso. Entendemos que ha sido un evento muy positivo, y que ha sido un evento serio.
Nosotros hemos tratado de informarnos, de leer los materiales de los distintos informes que se presentaron al seno del congreso y, en realidad, la impresión nuestra es que todos ellos tienen un gran valor por su seriedad, por el enfoque correcto de los problemas, por la enorme cantidad de datos que aportan acerca de las realidades de nuestro continente.
Naturalmente que los temas del congreso estaban circunscriptos a aquellas cuestiones que se relacionan con los intereses de las mujeres. Pero, realmente, ¿qué es lo que no le interesa hoy a la mujer en la sociedad moderna? ¿Qué es lo que no le interesa a la mujer latinoamericana y a la mujer americana de nuestros problemas sociales?
Cuando se discute acerca de los derechos de las mujeres, de las aspiraciones de las mujeres, vemos que no puede haber derecho de mujer en nuestra América, ni derecho de niños, ni derecho de madres, ni de esposas, si no hay revolución (APLAUSOS). ¡Es que dentro del mundo en que vive la mujer americana, la mujer necesariamente tiene que ser revolucionaria! (APLAUSOS).