El advenimiento del yo - Georges Gusdorf - E-Book

El advenimiento del yo E-Book

Georges Gusdorf

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Beschreibung

El advenimiento del yo es un acontecimiento mayor en la historia de la cultura de Occidente y se manifiesta en la vasta difusión de una abundante literatura de la intimidad en la cual el autor escribe sobre sí mismo, pero también en la invención del espejo, en la aparición del autorretrato, del tocador y del jardín inglés. La reivindicación del yo personal se opone decididamente al racionalismo de las Luces dando lugar a una cultura que todavía es la nuestra y cuya historia se traza aquí a lo largo de tres siglos y en tres ámbitos culturales: los de la lengua francesa, alemana e inglesa. Este estudio ha contribuido a abrir un vasto campo de indagación, el de las literaturas del yo, la identidad narrativa y la genealogía de la subjetividad, indagación que desde hace medio siglo ocupa con renovada obstinación a la historia del arte, la historia cultural y la historia de la filosofía.

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Gusdorf, Georges El advenimiento del yo / Georges Gusdorf - 1a ed. en castellano - Barcelona / Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Miño y Dávila editores/Centro de Investigaciones Filosóficas, 2022.Archivo digital (Descarga y online)ISBN 978-84-18929-08-3

Obra original: Georges Gusdorf, “L’avènement du moi”, en Les Sciences humaines et la pensée occidentale, volumen VII: Naissance de la conscience ro­mantique au siècle des Lumières, París, Payot, 1976.

Ilustración de portada: Johannes Gumpp, Autorretrato, 1646. Florencia, Galería de los Oficios.

Edición: Primera en castellano. Marzo de 2022

ISBN: 978-84-18929-08-3

Depósito Legal: M-32387-2021

Código Thema: QDHH [Humanist philosophy]; QDHR5 [Phenomenology & Existentialism]

Código Bisac: PHI006000 [Movements / Existentialism]; PHI010000 [Movements / Humanism]

Código WGS: 520 / Humanities, art, music / Philosophy; 923 / Non-fiction book / Philosophy: antiquity until present day

Lugar de impresión: Barcelona, España / Buenos Aires, Argentina

Diseño: Gerardo Miño

Composición: Eduardo Rosende

© Herederos de Georges Gusdorf, 2022.

© Centro de Investigaciones Filosóficas, 2022.

© Miño y Dávila srl / Miño y Dávila editores sl, 2022.

© Del prefacio, traducción y notas: Pablo Pavesi, 2022.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Excursus

Centro de Investigaciones Filosóficas

Instituto de Filosofía "Ezequiel de Olaso"

(Centro de Investigaciones Filosóficas-Consejo Nacional de Investigaciones Cientificas y Técnicas)

Comité Editorial:

José Emilio Burucúa (UNSAM)

Ricardo Ibarlucía (INEO-CONICET, UNSAM)

Nicolás Kwiatkowski (UNSAM-CONICET)

Leiser Madanes (CIF)

Pablo Pavesi (INEO, UBA)

Coordinación editorial:

Juan M. Melone (INEO-CONICET, UBA)

Esta publicación se realiza en el marco de actividades del Proyecto de Unidad Ejecutora INEO (CIF-CONICET)- PUE 2020: "El movimiento de la Ilustración. Razones, conceptos"

Dirección postal: Miñones 2073, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, CP1428, Argentina

Dirección postal: Tacuarí 540 (C1071AAL), Ciudad de Buenos Aires, Argentina

c/López de Hoyos 15 (28006), Madrid, España

Teléfono de contacto: (54 11) 4331-1565

Correo electrónico:[email protected]

Página web:www.minoydavila.com

Redes sociales:@MyDeditores, www.facebook.com/MinoyDavila, instagram.com/minoydavila

Índice
Prefacio, por Pablo Pavesi
I — Contra las axiomatizaciones intelectualistas, una psicología concreta. La individualidad, apuesta del siglo: Rousseau y Montesquieu. Orígenes del retrato. La conciencia de sí, del mythos al logos. Difícil emergencia del yo desligado de la relación con Dios y con el mundo. El humanismo renacentista. La iniciativa de Montaigne y la naturalización del espacio de adentro.
II — Conocimiento de sí y constitución de sí. La búsqueda del Grial. Los censores de Montaigne: Huet, Malebranche y la represión clásica del yo. Pascal y la aparición de la palabra yo en el ámbito jansenista. Nicole, el yo como objeto del amor propio. El sentido del yo está dado por el misterio cristiano. El yo incognoscible según Malebranche.
III — El empirismo de Locke y la existencia del yo. El fenomenismo de Hume disuelve la unidad y la identidad del yo. Lichtemberg y las perplejidades de la existencia personal. El Yo, entidad algebraica y postulado práctico: Kant. La reprobación del yo en Fénelon.
IV — Desarrollo de la literatura del yo en los tiempos modernos. La búsqueda del centro es un ejercicio espiritual. Una antropodicea opuesta al cosmopolitismo de las Luces. Advenimiento de la vida privada en reacción contra las constricciones de los órdenes tradicionales. Disgregación del derecho público, de Petrarca a Montaigne. La novela picaresca. La literatura del yo tiende a compensar el desorden establecido.
V — La invención del espejo; el retrato. Las primeras obras maestras de la autobiografía. Del personaje a la persona, en pintura; el autorretrato. Los pequeños apartamentos; el deshabillé; el quiosco; otro estilo de vida. Romance sin palabras: las “mañanas a la inglesa”. La literatura privada demuestra la existencia del yo; la novela.
VI — La literatura del yo tiene sus orígenes en la conciencia religiosa, que se interioriza. Búsqueda de Dios y búsqueda de sí. Las autobiografías puritanas en Inglaterra. John Bunyan y La Abundancia de la Gracia (1666). El paradigma de la autobiografía puritana. La autobiografía en el pietismo alemán; una literatura no literaria. Escrituras íntimas del quietismo. Una nueva psicología cristiana. El modelo pietista de la autobiografía, relato de los ensayos y errores de la fe: Francke, Bernd, Haller, Reiske. Evolución de la conciencia pietista de sí desde Lavater a Jung-Stilling y Karl Philipp Moritz; progreso de la psicología objetiva. De la búsqueda de Dios a la búsqueda de sí.
VII — De la apologética religiosa a la apologética personal: las Confesiones (1782) y la naturalización de la vida privada. Rousseau y la consagración europea de la literatura del yo. Un modelo nuevo y un público nuevo. Restif de la Bretonne. Romanticismo y culto a la originalidad: Young. Biografía y autobiografía, medios de conocimiento: Herder, Novalis, Schleiermacher. La cultura puesta en perspectiva subjetiva. El advenimiento del yo: Goethe.

Prefacio

En 1966, Georges Gusdorf (1912-2000) inicia la publicación de una serie de obras cuyo título general es Lascienciashumanasyelpensamientooccidental, vasto proyecto que excede en mucho la historia de las primeras y aspira a ser una historia del segundo. El título del primer tomo, Delahistoriadelascienciasalahistoriadelpensamiento (1966), hace explícita esa aspiración. Esa historia monumental, de trece grandes volúmenes, dedica el segundo, Losorígenesdelascienciashumanas (1967), a la Antigüedad, la Edad Media y el Renacimiento, consagra el tercero a Larevolucióngalileana (1969) y termina en Losorígenesdelahermenéutica (1988). Pues bien, el volumen séptimo de esa serie recorre un riquísimo campo de investigación, a saber: ElnacimientodelaconcienciarománticaenelsiglodelasLuces (1976). La primera parte de ese libro se detiene en una verdadera mutación del sentido de lo real, la aparición de un modo de sentir y de pensar que luego se llamará romántico, y que Gusdorf denomina Larevoluciónnogalileana. La segunda parte se consagra a Larenovacióndelasverdadesylosvalores y su capítulo quinto es el que el lector tiene ahora en sus manos, Eladvenimientodelyo, que se publica por primera vez en nuestra lengua.1

Aunque muchos de los temas aquí tratados fueron anunciados en capítulos anteriores y serán desarrollados en los posteriores, Eladvenimientodelyo puede ser leído sin dificultad como una obra autónoma. El lector encontrará aquí la vasta erudición y el mismo ideal de exhaustividad que rigen para el resto del libro y de la obra en general, en cada uno de sus trece volúmenes. Este texto es buen ejemplo de la clara densidad de la obra de Gusdorf, de su facilidad para moverse y conducirnos entre una ingente cantidad de autores y textos a través de citas que revelan el sentido de una obra y la ubican en la trama de la historia.

Advenimiento delyo, pues uno de los acontecimientos mayores de esta historia es justamente la transformación, en el último cuarto del siglo xvii, de lo que hasta allí era, evidentemente, un pronombre personal, yo, en un sustantivo, elyo. El responsable de esa transformación, Blaise Pascal, le niega a la entidad que ese sustantivo nombra toda realidad, mero objeto fantasmático de nuestro amor propio: el yo no puede amar a otro, solo se puede amar a sí mismo porque no es otra cosa que ese amor, condenado a un narcicismo fundamental del que no podemos liberarnos más que si renunciamos a ser un yo, una renuncia que, evidentemente, se ubica fuera de los alcances de nuestra sola voluntad. Por supuesto, este acontecimiento puede tener lugar porque el yo, aún como pronombre personal, ya había aparecido en la escena literaria y filosófica gracias a una obra de enorme difusión publicada a fines del siglo anterior, los Ensayos de Montaigne quien, en su prefacio, advertía al lector que el libro que tenía en sus manos carecía de toda intención pedagógica o edificante y no tendría otro tema que las opiniones, los gustos, las singularidades de su autor.

La afirmación es provocativa y escandalosa: yo soy el objeto de mi libro. Gusdorf se detiene en la recusación de este pronombre que, por primera vez, es objeto de un libro y luego será sustancia, sustantivo y un vasto espaciointerior. La recusación es doble. En primer lugar, religiosa: Pascal, Huet y Fénelon, en el siglo xvii, Sainte-Beuve, en el xix, ven el advenimiento de una época donde el yo será el ídolo, fútil y cruel, de la adoración de los hombres, enamorados de la intimidad propia y ajena. En segundo lugar, filosófica: según el lema aristotélico, solo hay ciencia de lo universal y todo rasgo que sea meramente personal es, por definición, banal. Gusdorf recorrerá esta refutación del yo por parte de la filosofía, la “restauración de la ontología”, desde el yo ininteligible de Malebranche, pasando por el “hato de percepciones” de Hume, hasta el yo que, según Kant, no es más que una x que acompaña a todas mis percepciones, en tanto mías, pero que no es una percepción y del cual, por lo tanto, nada puede decirse.

Pero, en fin, la literatura del yo, indiferente a esta doble impugnación, adviene; un fenómeno saturado y misterioso, que al menos en principio, no aspira a enfrentar el orden establecido sino más bien a “compensar el desorden establecido”. Advenimiento del yo porque queda claro que toda la literatura antigua y medieval lo desconocen con plenitud. Los antiguos no tienen un “espacio interior” más o menos profundo, más o menos (in)accesible, que definiría su personalidad singular; ellos se distinguen entre sí como entidades que no son privadas sino públicas, es decir, políticas, porque solo son lo que son en función de aquello que dicen y que hacen frente a otros, con otros y contra otros; lexis y praxis: palabra persuasiva y acción común. En latín, persona quiere decir máscara y el único término equivalente en griego es rostro, aquello que todos ven de mí, pero yo no veo. Gusdorf se detiene brevemente en los Pensamientos de Marco Aurelio, filósofo estoico y emperador de Roma, para precisar que, en esos pensamientos “para sí mismo”, el autor sigue siendo un pronombre personal en el sentido antiguo, un centro de acción y decisión, un agente libre. En la literatura cristiana, por otra parte, el autor solo relata su vida en tanto ella es y no es nada más que la historia de su conversión, es decir, el testimonio de la Gracia; la experiencia de la interioridad no resulta de una búsqueda de sí, sino de Dios, según la fórmula de san Agustín: “Tú estabas en mí y yo estaba fuera de mí”.

El yo adviene, en una tremenda eclosión, bajo formas múltiples y muy variadas, discursivas y no discursivas. El texto que aquí presentamos es un mapa complejo y con pretensión de exhaustividad de esas manifestaciones, de Montaigne a Goethe, sin olvidar las menciones al Renacimiento italiano, y dibuja con detalle un territorio que comprende especialmente tres ámbitos culturales, los de la lengua francesa, alemana e inglesa, pero que incluye también a EllazarillodeTormes, a Petrarca y a los espejos venecianos. Manifestaciones discursivas, en primer lugar; hay una literatura, o mejor, muchas literaturas del yo y que no necesariamente se escriben en primera persona: memorias, biografías, autobiografías, sin olvidar la novela –género novedoso en el que el personaje esconde, para mejor mostrar, las experiencias íntimas del autor– y un género que Gusdorf llama la “literatura no literaria”, libre de preocupaciones estéticas, en la que el autor escribe para él mismo, su único lector, en el diario íntimo, o para un solo lector, en la correspondencia. Esa literatura del yo se opone desde el primer momento al cosmopolitismo y al enciclopedismo de las Luces y desarrolla una moral y una estética, o varias, una concepción del hombre en el mundo, un cierto sentido de la religión, una cultura, en fin, que todavía es, o permite entender, la nuestra, y cuyos rasgos principales, sin excluir los matices, se trazan aquí, a lo largo de más de tres siglos y en tres lenguas.

Manifestaciones no discursivas, además, igualmente múltiples y variadas, que se muestran en la pintura –surgimiento del retrato y luego del autorretrato–, en la invención del espejo, en la difusión de una indumentaria de la privacidad, el deshabillé, y en las novedosas (re)organizaciones del espacio vivido: aparición del pasillo y del tocador, del quiosco y del jardín inglés. Todas ellas son modos en los que se ejerce y se disfruta una nueva forma de sociabilidad privada, opuesta y hostil a la mundanidad convencional, un nuevo modo de ser con otros cuyo modelo son las mañanasalainglesa que Rousseau celebra en su novela JuliaolaNuevaEloísa.

Quisiéramos detenernos en una versión particular de la literatura del yo, a la cual Gusdorf da especial importancia, a saber, la autobiografía confesional de inspiración pietista que se escribe como diario íntimo y, eventualmente, se publica como literatura edificante, en la cual el fiel, siguiendo la tradición inaugurada por las Confesiones de san Agustín, atraviesa la trilogía bíblica, inocencia, caída, redención, y relata las peripecias de su educación religiosa, del arrebato en el pecado y al fin, luego de una búsqueda más o menos tortuosa, de la conversión final y el ministerio fecundo. El pietismo no pretende constituirse en una iglesia separada e inspira a todas las confesiones reformadas por la importancia otorgada a la experiencia personal y al examen de conciencia, al punto de constituir lo que Gusdorf llama una psicoteología, una verdadera “psicología cristiana”. Una sección de este trabajo, que no desconoce las herejías contemporáneas surgidas del ámbito católico, el quietismo y el jansenismo, se consagra a contar la breve historia en la que el espacio interior se naturaliza y el examen de conciencia, que nutrirá de aquí en más a la poesía, a la novela y al teatro, se seculariza progresiva e irrevocablemente y se transforma al fin en una psicología sin pecado y sin salvación. El siglo dieciocho no ha terminado. “La relación con Dios –escribe Gusdorf– era, para san Agustín y los pietistas, el fundamento de la unidad personal; desde Jean-Jacques Rousseau hasta André Gide y Jean-Paul Sartre, Dios no cesa de alejarse y, en el límite, muere. La psicología heredará ese dominio que escapa al control cristiano”.

Es significativo que Gusdorf comience y casi concluya este trabajo deteniéndose en las Confesiones de Rousseau quien, en un gesto altamente provocativo, se apodera del título de las confesiones de san Agustín para describir, desde el epígrafe –Intusetincute, Interiormenteybajolapiel–, una interioridad exclusivamente personal que se despliega por primera vez en una confesión laica: el autor ya no se confiesa a Dios, se confiesa al público. La autobiografía confesional se hace literatura del yo a condición de la muerte, incesante, de Dios –una muerte que nunca termina. Gusdorf no lo propone explícitamente pero cabe proponer que, quizás, sea la muerte de Dios el fenómeno que permite y resulta del nacimiento, luego del culto del yo personal y otorga una unidad a la trama que articula en una misma historia los ensayos de Montaigne y los autorretratos de Rembrandt, los espejos venecianos y la novela de Richardson, la psicología empírica, el jardín inglés y las desdichas del joven Werther.

El texto que aquí presentamos ha contribuido a abrir un vasto campo de indagación, el de las literaturas del yo, la identidad narrativa y la genealogía de la subjetividad, indagación que desde hace medio siglo ocupa con renovada obstinación a la historia y la teoría literaria, a la historia cultural y a (la historia de) la filosofía, y de la que Gusdorf será uno de los principales protagonistas gracias a la publicación de una obra mayor de ineludible vigencia, Líneasdevida, en sus dos volúmenes, Lasescriturasdelyo (1990) y Auto-bio-grafía (1991), ninguno de los cuales ha sido traducido al castellano. Agreguemos, por último, que, en el primer volumen de la Historiadelasexualidad, publicado en 1976, el mismo año que este estudio, Michel Foucault, recurriendo a fuentes muy distintas, propone una tesis análoga a la que resumimos más arriba, esta es: que la subjetividad moderna y las psicologías que la tienen por objeto resultan de la desacralización (y medicalización) de la confesión cristiana, católica en este caso, tal como ella se regla y se practica a partir del Concilio de Trento.

* * *

En esta edición, reproducimos en primera página el sumario del capítulo “El advenimiento del yo”, tal como se encuentra en el “Índice de Materias” del libro al que pertenece. El texto original no tiene solución de continuidad; a fin de facilitar la lectura, lo hemos dividido en parágrafos siguiendo la división temática indicada en ese “Índice”. Hemos agregado, entre paréntesis, los nombres de los autores cuando estos faltaban en el original, así como las precisiones cronológicas de obras, indicando fecha de primera edición, y de autores, indicando fecha de nacimiento y deceso. Las Notas del Traductor (N. del T.) se incluyen con el solo fin de explicar brevemente algunos de los conceptos o de las expresiones utilizados por el autor. La discreción ha sido nuestra consejera.