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Apenas un breve recorrido de la poética de amor de la lengua española desde el Renacimiento hasta nuestros días ha sido la pretensión de la presente antología, exaltadora de la preeminencia del más elocuente de todos los sentimientos, en la altivez y humildad de sus protagonistas, amados y amantes, únicos en su grandeza de amar al otro como a sí mismos.
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Seitenzahl: 80
Veröffentlichungsjahr: 2017
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Colección al cuidado deAmanda Calaña Carbonell
Perfil de la colección: Osvaldo García
Edición y corrección: Amanda Calaña Carbonell
Cubierta e ilustraciones: Osvaldo García
Diseño y composición: Ángel Rubí Aspra
Diseño de cubierta: Laura Tariche Arrinda
©Amanda Calaña Carbonell, 2013
© Sobre la presente edición: Editorial Gente Nueva, 2013
ISBN 978-959-08-2273-5
Instituto Cubano del Libro, Editorial Gente Nueva, calle 2 no. 58,
Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba
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Si yo hablase lenguas humanas y angélicas,
y no tengo amor, vengo a ser como metal
que resuena, o címbalo que retiñe.
1Corintios 13: 1
Recuerdo haber leído en una de las cartas que escribiera
el célebre pintor holandés, Vincent Van Gogh, a su hermano Théo que «…el que mucho ama realiza grandes cosas y se siente capaz…».
Y fue sin duda ese, su amor por el arte de pintar, lo que le hizo crear, entre otros cuadros, su Noche estrellada, o tal vez sus girasoles; la misma pasión que a santa Teresa de Jesús le permitió una obra del espíritu, sin que de ella pueda separarse su infatigable labor, pese a su enfer-medad y la más severa oposición eclesiástica, al frente de la Orden del Carmelo, en ejemplar amor divino, que lo fue más en tanto fue de los otros. Asimismo, aún nos sobrecogemos con aquella otra monja, sor Juana Inés de la Cruz, a quien le estorbaba todo lo que le impidiera el culto por el conocimiento, y nos legara una poesía de soberana luz y belleza, muy a pesar del permanente riesgo y negación que fuera su vida.
Nos enorgullecemos de nuestros poetas románticos, al frente de los cuales brilló José María Heredia, de depu-rado lirismo, irredentos desde el verso y la participación vital, aunados por su amor doliente al objeto amado y al propio yo, pero también a la patria.
Surge entonces José Martí, ese cubano mayor, de quien no podríamos separar obra y vida, pues toda ella fue una al servicio del hombre y sus más nobles causas, vida y obra hermosa y de supremo amor por la que pagara el más alto precio.
Estremecidos de tempestades y de la tierra vigorosa que los viera nacer son los versos de Gabriela Mistral y César Vallejo, febriles en el amor de vida y en el amor de muerte.
Radiantes en su excelsa pasión corpórea e idílica son también los versos de Rubén Martínez Villena y Mirta Aguirre, y la fecunda soledad, de aristocrático acento de Dulce María Loynaz, quien siempre supo que «…el mucho amor también es soledad…».
En semejante consonancia leemos hoy nuestra actual poética, reflexiva, de búsquedas, de pérdidas y ganan-cias, en la intimidad y el desasosiego de ser, pero de tangible amor.
Con tintes rosados, como los de Teresa Fornaris, cerramos esta moderada selección de la poesía de amor de nuestra lengua, ambiciosa en sí misma y deudora de quienes no están, por circunstancias ajenas al verdadero arte. Selección de Pétalo, una colección destinada a poner en el intelecto y el alma de nuestros jóvenes la poesía de amor de todos los tiempos, en la que a la par de Gustavo Adolfo Bécquer, Mirta Aguirre o Dulce María Loynaz, han sido publicadas otras voces menos conocidas. Selección que sabe de la preeminencia del amor, aun por encima de la fe y la misericordia, salvador en definitiva, principio y fin de todo lo creado.
Amanda Calaña Carbonell
(España, 1515-1582)
De su quehacer literario escribió fray Luis de León:
«La madre Teresa, en la alteza de las cosas que trata y en la delicadeza y claridad con que las trata, excede a muchos ingenios, y en la forma del decir y en la pureza y facilidad del estilo y en la gracia y buena compostura de las palabras y en una elegancia desafeitada que deleita en extremo, dudo yo que haya en nuestra lengua escritura que con ellos se iguale».
Ya toda me entregué y di
y de tal suerte he trocado
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó herida
en los brazos del amor
mi alma quedó rendida,
y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado
que mi Amado para mí
y yo soy para mi Amado.
Hiriome con una flecha
enherbolada de amor
y mi alma quedó hecha
una con su Creador;
ya yo no quiero otro amor
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Vuestra soy, para Vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad,
eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía,
Dios, alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad
que hoy os canta amor así.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me creasteis;
vuestra, pues me redimisteis;
vuestra, pues que me sufristeis;
vuestra, pues que me llamasteis;
vuestra, pues me conservasteis;
vuestra, pues no me perdí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
Amor dulce, veisme aquí,
¿qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición.
Dulce Esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí,
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida:
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz cumplida,
flaqueza o fuerza a mi vida,
que a todo diré que sí.
¿Qué queréis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración,
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
solo hallo paz aquí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues, sabiduría,
o por amor ignorancia.
Dadme años de abundancia
o de hambre y carestía,
dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí o allí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que esté holgando,
quiero por amor holgar,
si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando.
Decid dónde, cómo y cuándo.
Decid, dulce Amor, decid,
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme Calvario o Tabor,
desierto o tierra abundosa,
sea Job en el dolor,
o Juan que al pecho reposa;
sea viña fructuosa
o estéril, si cumple así.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Sea Josef puesto en cadenas
o de Egipto adelantado,
o David sufriendo penas,
o ya David encumbrado,
sea Jonás anegado,
o libertado de allí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Esté callando o hablando,
haga fruto o no le haga,
muéstreme la Ley mi llaga,
goce de Evangelio blando,
esté penando o gozando,
solo Vos en mí vivid.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para Vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?
(España, 1527-1591)
Poeta y religioso del Renacimiento español.
Es su poesía de temática moral, de retiro espiritual y búsqueda del conocimiento, inspirada en el deseo de alcanzar a Dios, construida estrófica-mente con perfección y gracia.
1
Amor casi de un vuelo me ha encumbrado
adonde no llegó ni el pensamiento;
mas toda esta grandeza de contento
me turba, y entristece este cuidado,
que temo que no venga derrocado
al suelo por faltarle fundamento;
que en lo que breve sube en alto asiento,
suele desfallecer apresurado.
Mas luego me consuela y asegura
el ver que soy, señora ilustre, obra
de vuestra sola gracia, y en vos fío:
porque conservaréis vuestra hechura,
mis faltas supliréis con vuestra sobra,
y vuestro bien hará durable el mío.
2
Alargo enfermo el paso, y vuelvo, cuanto
alargo el paso, atrás el pensamiento;
no vuelvo, que antes siempre miro atento
la causa de mi gozo y de mi llanto.
Allí estoy firme y quedo, mas en tanto
llevado del contrario movimiento,
cual hace el extendido en el tormento,
padezco fiero mal, fiero quebranto.
En partes, pues, diversas dividida
el alma, por huir tan cruda pena,
quisiera dar ya al suelo estos despojos.
Gime, suspira y llora desvalida,
y en medio del llorar solo esto suena:
«¿Cuándo volveré, Nise, a ver tus ojos?».
(España, 1542-1591)
Bellísima voz del Renacimiento español.
Es su poesía de naturaleza devota y contemplativa, y toda su vida de ejemplar humildad y entrega.
Canciones entre el alma y el Esposo
ESPOSA
1
¿Dónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
2
Pastores, los que fuerdes
allá, por las majadas al otero,
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que, adolezco, peno y muero.
3
Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas,
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,