El arte del miedo - Matías Quer - E-Book

El arte del miedo E-Book

Matías Quer

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Nicolás Maquiavelo es una de las figuras más importantes en la historia de la filosofía política y desempeña un papel fundamental en la comprensión de su desarrollo moderno. Este libro presenta una clave de lectura que permite aproximarse a toda la obra de Maquiavelo desde el miedo como pasión fundamental y argumenta que este ocupa un lugar central en su pensamiento. Así, la famosa teoría de los humores maquiaveliana –que explica la relación conflictiva entre la élite y el pueblo– adquiere un nuevo significado desde el cual se puede entender la composición del cuerpo político, la distribución del poder y los motivos que tienen para enfrentarse mutuamente. De esta manera, es posible comprender las relaciones entre el príncipe, los nobles y el pueblo desde la primacía del miedo y del deseo de seguridad que domina a cada uno de ellos. Esta publicación entrega al lector un primer acercamiento a la enigmática figura de Maquiavelo, que tantas veces ha permanecido oculta bajo la superficialidad del adjetivo maquiavélico.

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EDICIONES UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

Vicerrectoría de Comunicaciones y Extensión Cultural

Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, Santiago, Chile

[email protected]

www.ediciones.uc.cl

EL ARTE DEL MIEDO

LA FILOSOFÍA POLÍTICA DE MAQUIAVELO

Matías Quer

© Inscripción N° 2022-A-7057

Derechos reservados

Agosto 2022

ISBN 978-956-14-3042-6

ISBN digital 978-956-14-3043-3

Diseño y diagramación:

versión productora gráfica SpA

Diagramación digital: ebooks [email protected]

CIP – Pontificia Universidad Católica de Chile

Quer, Matías, autor.

El arte del miedo : la filosofía política de Maquiavelo / Matías Quer.

Incluye bibliografía.

1. Machiavelli, Niccolò, 1469-1527.

2. Miedo – Aspectos políticos.

3. Filosofía política – Obras anteriores a 1800.

I. Tít.

2022 320.1 + DDC23 RDA

A Simona y Elena.

ÍNDICE

Agradecimientos

Maquiavelo, maestro del miedo

I. Leyendo a Maquiavelo

1. Leo Strauss: la primacía del terror

El Príncipe y el deseo de adquirir

Los Discursos y el carácter conflictivo del ser humano

La primacía del terror

Ambición y necesidad

Los tumultos

El deseo de seguridad

La antropología maquiaveliana

Religión y miedo

2. Claude Lefort: la sociedad desgarrada

El conflicto de clases

Inestabilidad política e inseguridad

Adquirir y conservar

El poder y la lógica del miedo

3. Una lectura maquiaveliana desde la síntesis straussiana-lefortiana

Dos hermenéuticas diferentes

La lectura política de Lefort y la lectura filosófica deStrauss

Una interpretación maquiaveliana desde Strauss y Lefort

El miedo tiene la prioridad

II. La teoría de los humores

4. Una mirada estructural a la comunidad política

El príncipe, los nobles y el pueblo

El ejército y los pueblos vecinos

Algunas objeciones y matices

La intermitencia del ejército y la externalidad de los pueblos vecinos

5. Los humores y la analogía del cuerpo mixto

Los apetitos y las pasiones

Los deseos insaciables

La analogía médica

Dos humores antagónicos

El humor militar

¿El humor del príncipe?

Los pueblos extranjeros no son un humor

La especificidad maquiaveliana de los humores

6. La teoría de los humores en tensión

El Príncipe IX

Los Discursos I 5

Actuar por necesidad o ambición

La ambición no tiene límites

Una solución parcial e inestable

El aporte de los humores

III. El miedo, el deseo de seguridad y los humores

7. El miedo como pasión política fundamental

Los diferentes conceptos del miedo maquiaveliano

El papel del miedo

El miedo a la muerte

La rebelión de los Ciompi

Las penas ejemplares

8. El deseo de seguridad: una consecuencia directa del miedo

El valor de vivir seguro

La dimensión política de la seguridad

Las conspiraciones

Consejos drásticos

La incertidumbre del futuro

9. El miedo, eje articulador de la teoría de los humores

El ejemplo de los Tarquinos

El miedo y los humores en Discursos I 5

Los pueblos vecinos en Discursos I 6

El miedo sin fin

El precario equilibrio político del miedo recíproco

Conclusiones

Bibliografía

Índice onomástico

Índice de obras de Maquiavelo

Agradecimientos

Este libro solamente ha sido posible gracias a la generosa ayuda de muchas personas, entre las que no puedo dejar de mencionar a algunas para agradecerles. Al profesor Daniel Mansuy, director de la tesis que se convirtió en este libro, quien además me ayudó con sus comentarios y sugerencias que mejoraron considerablemente el texto. Al profesor Joaquín García-Huidobro, por su ayuda e impulso en convertir mi tesis en mi primer libro. A los profesores Manfred Svensson, Matías Petersen, Francisca Echeverría, Gabriela Caviedes, Juan Ignacio Brito y Sebastián Guerra, por su lectura detenida y agudos comentarios. A la Universidad de los Andes, especialmente al Centro Signos de Estudios e Investigación Social, la comunidad donde he podido desarrollar mi trabajo y crecer personal y profesionalmente. A mis amigos, por su aliento constante. A mis padres y hermanos, por su apoyo y amor incondicional. Y, muy especialmente, a Simona, mi señora, mi principal soporte, lectora de mis trabajos, apoyo en las dificultades, compañera de mis alegrías y madre amorosa de nuestra hija Elena.

Maquiavelo, maestro del miedo

“Surge un dilema: si es mejor ser amado que temido o viceversa. Al que se responde que lo mejor sería una y otra cosa a un mismo tiempo, pero que, al ser difíciles de conciliar, es mucho más seguro ser temido que amado cuando se haya de prescindir de una de las dos”

Maquiavelo, El Príncipe, cap. XVII.

¿Es mejor ser temido que amado? Con esta sorprendente pregunta, que ha pasado a la historia de la filosofía política, Nicolás Maquiavelo nos provoca y nos invita a pensar la política de una manera singular. Si bien la respuesta que ofrece tiene varios matices, no deja de ser cierto que el secretario florentino termina afirmando que “es mucho más seguro ser temido que ser amado, cuando se haya de prescindir de una de las dos”1. A partir de esta declaración ya podemos vislumbrar la aproximación maquiaveliana a la política, que prioriza “lo más seguro” por encima de “lo mejor”, y donde la primacía no la tienen el amor, la simpatía o la amistad, sino el temor. Es posible, por lo tanto, ensayar una interpretación de Maquiavelo donde la política sea entendida como la capacidad de infundir miedo en los demás y de lidiar con el temor que los otros provocan sobre uno. En otras palabras, la filosofía política maquiaveliana puede ser interpretada como el arte del miedo2.

Si aceptamos esta forma de leer al florentino, entonces, se abre ante nosotros un campo fértil para estudiar su obra. Esta aproximación plantea, al menos, dos consecuencias relevantes y difíciles de ignorar. En primer término, al otorgarle un lugar central al miedo dentro de la obra de Maquiavelo, podremos leer sus escritos con una clave de lectura específica que nos ayudará a entenderlos mejor. Al mismo tiempo, las lecciones maquiavelianas sobre el miedo nos entregarán herramientas teóricas útiles para la comprensión de los fenómenos políticos contemporáneos, donde el temor todavía desempeña un papel relevante.

Este libro, por lo tanto, permite introducirse en la obra de Maquiavelo y, al mismo tiempo, ofrece reflexiones que cada lector podrá utilizar para la comprensión de lo político en términos amplios. En otras palabras, si bien este trabajo es un estudio sobre la filosofía política maquiaveliana y, particularmente, sobre algunos aspectos fundamentales de ella, las enseñanzas del secretario florentino también resultarán útiles para aproximarse a los problemas políticos actuales con una mirada que preste particular atención al miedo como un elemento clave en esos asuntos. Además, la lectura detallada de ciertos pasajes de la obra de Maquiavelo servirá como puerta de entrada a algunos de los problemas fundamentales de la filosofía política, tales como el poder, la autoridad, el conflicto, las antropologías presentes en las diferentes formas de entender la política y el intento por distinguir aquellos aspectos que son permanentes o cambiantes en la historia de la humanidad.

Ahora bien, para comprender a Maquiavelo es importante, en primer término, conocer el lugar que tiene en la historia de la filosofía política, pues solamente así seremos capaces de captar la originalidad y especificidad de su obra. Lo primero que salta a la vista es que nuestro autor se encuentra en una posición especial en el desarrollo del pensamiento político. Por un lado, le preceden algunos de los filósofos más importantes de la historia, como Platón, Aristóteles, Cicerón, San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino. Al mismo tiempo, en los siglos posteriores a su vida y obra, surgieron nuevos autores de gran importancia, como Hobbes, Locke, Montesquieu, Rousseau, Tocqueville y Marx, por mencionar a algunos. Maquiavelo tiene, respecto de todos ellos, una posición singular, pues es una suerte de bisagra entre el primer grupo, compuesto por los autores clásicos y el segundo, constituido por los modernos.

¿Cómo clasificar entonces a Maquiavelo? Una posible respuesta sería considerarlo como un autor renacentista por excelencia, ya que su pensamiento no responde ni a la categoría de lo estrictamente medieval ni es tampoco plenamente moderno3. Sin embargo, Maquiavelo, en realidad, es una rareza incluso entre los propios escritores italianos del Quattrocento y el Cinquecento. Como ha mostrado James Hankins, el secretario florentino no sería el paradigma del pensamiento renacentista, sino más bien su radical excepción4. Así, mientras algunos de los autores más importantes de la época –como Petrarca, Boccaccio y Leonardo Bruni– exhiben una orientación más clásica y le otorgan a la virtud moral la primacía en el ámbito político, Maquiavelo decidió recorrer un camino diferente, privilegiando la fortaleza de la virtù por encima de cualquier consideración moral que pudiera obstaculizar la acción necesaria para obtener y conservar el poder. Sus enseñanzas, por lo tanto, parecen subvertir la filosofía política que le precede y, a la vez, anticipan algunos de los temas centrales en el desarrollo moderno del pensamiento político. En cualquier caso, Maquiavelo parece estar tan lejos del De regno –el espejo de príncipe típicamente medieval escrito por Santo Tomás de Aquino, género literario que el florentino parodia en El Príncipe5– como del lenguaje político moderno caracterizado por conceptos como los derechos, la propiedad y el Estado.

Además del carácter singular del pensamiento maquiaveliano en la historia de la filosofía política, no podemos dejar de mencionar la relevancia que ha adquirido a lo largo de los siglos. En efecto, resulta difícil exagerar la importancia de Maquiavelo en la trayectoria del pensamiento político occidental. Tan grande es su celebridad que su nombre ha dado origen a un adjetivo –“maquiavélico”– que ha traspasado los límites de la academia hasta convertirse en parte del lenguaje coloquial. A tal punto ha llegado su fama que hasta el día de hoy se le asocia con la imagen de un maestro del mal –como lo llama Leo Strauss–, un estratega político calculador y despiadado, y hasta como consejero perverso y cruel6. Sus ideas, o al menos algunas de ellas, incluso han llegado a ser utilizadas como punto de partida para estrategias de marketing y negociación7.

Encasillar a Maquiavelo, por lo tanto, es más difícil de lo que parece. Por un lado, el florentino practicó múltiples géneros literarios, lo que supone que su obra posee diferentes registros que apuntan a fines y públicos diversos. Sin embargo, la complejidad de su pensamiento recae, principalmente, en otro aspecto: que sus enseñanzas muchas veces son más complejas de lo que parecen a primera vista, pues esconden sus ideas más relevantes y confunden al lector poniendo opiniones convencionales en los lugares más expuestos de su obra. Si se quiere, Maquiavelo es mucho más que un maquiavélico o, dicho de otro modo, la filosofía política maquiaveliana tiene una riqueza, profundidad y complejidad que excede largamente lo que entendemos bajo el adjetivo de lo maquiavélico. Surge entonces la duda, ¿quién es Maquiavelo? ¿En qué medida su figura sigue siendo importante para comprender la filosofía política moderna y contemporánea? ¿En qué consiste su actualidad?

Como el lector podrá intuir, la discusión sobre cómo calificar el pensamiento del secretario florentino ha dado lugar a una discusión virtualmente infinita. Para algunos, es el primer pensador moderno, mientras que otros lo consideran el último de los premodernos, algo así como el suspiro final del mundo clásico y medieval. En realidad, Maquiavelo posee la ambivalencia propia de quien decide recurrir a los antiguos –en especial a los romanos, en su caso– al momento de ensayar y proponer algo nuevo. Esto se ve reflejado en la manera en que de manera constante utiliza ejemplos del pasado –mezclando la mitología pagana con las historias bíblicas y de otros personajes antiguos– y, a la vez, se equipara a sí mismo con los grandes navegantes que descubren nuevos territorios, como afirma al inicio de los Discursos sobre la primera década de Tito Livio:

Aunque por la natural envidia de los hombres haya sido siempre tan peligroso descubrir nuevos y originales procedimientos [modi ed ordini nuovi] como mares y tierras desconocidos, por ser más fácil y pronta la censura que el aplauso para los actos ajenos, sin embargo, dominándome el deseo que siempre tuve de ejecutar sin consideración alguna lo que juzgo de común beneficio, he determinado entrar por vía que, no seguida por nadie hasta ahora, me será difícil y trabajosa; pero creo que me proporcione la estimación de los que benignamente aprecien mi tarea8.

El florentino, además, presenta el ejercicio de la política como una suerte de arte, una destreza que se debe adquirir y que exige saber adaptarse a los cambios de los tiempos y circunstancias. Maquiavelo, también en este sentido, parece ser un paso previo a la concepción moderna de la política como artificio, es decir, como una imposición externa o acuerdo consensuado entre las personas para evitar el conflicto que brota naturalmente entre ellas9. Si la política maquiaveliana es similar a un arte, entonces, es necesario desentrañar en qué consiste y cómo se debe practicar.

Es justamente en este punto donde la etiqueta de lo maquiavélico hace su aparición, pues ella busca caracterizar al ejercicio político como el arte de la crueldad y la violencia. Sin embargo, es posible mirar desde otra perspectiva el arte político que describe el secretario florentino, donde el miedo ocupa un papel central. De esta manera, la política que presenta Maquiavelo puede ser caracterizada como el arte del miedo. Dicho de otro modo, en lugar de llamarle maestro del mal, como hace Strauss, podríamos decir que Maquiavelo es en realidad el maestro del miedo. Esta forma de comprender al florentino permite volver a sus textos y leerlos desde esta perspectiva.

Antes de emprender esta tarea, debemos aclarar algunos puntos que permitirán situar con mayor precisión la obra del florentino. Junto con su lugar en la historia de la filosofía política, se puede enmarcar a Maquiavelo a partir de lo que Pierre Manent ha llamado el problema teológico-político, es decir, la discusión sobre cómo se relaciona el poder con el orden natural y el orden sobrenatural10. En esa discusión, el autor de El Príncipe parece inscribirse en cierta continuidad o herencia con el Defensor pacis de Marsilio de Padua y el De Monarchia de Dante. Si tanto Marsilio como Dante ensayaron formas de separación entre la autoridad sobrenatural y el poder secular, en Maquiavelo el asunto adquiere mayor radicalidad. Efectivamente, el florentino parece centrar toda su atención en el orden natural, aislando la cuestión sobre la autoridad religiosa para centrarse en la dimensión secular del poder. Esta característica es la que ha llevado a Sheldon Wolin a decir que en Maquiavelo encontramos una “teoría política pura”11.

La singularidad de la posición maquiaveliana respecto del problema teológico-político se torna aún mayor cuando recordamos que el secretario florentino es el último gran pensador político que escribe antes de Lutero, la Reforma y las posteriores guerras de religión al interior de Europa. Esto no deja de ser llamativo, ya que fueron precisamente los conflictos posteriores a la vida de Maquiavelo los que condujeron a una intensificación del miedo que, en parte, explica el desarrollo posterior de la filosofía política, donde el miedo tiene un papel todavía más destacado, particularmente en Hobbes. Maquiavelo, por lo tanto, le otorga un lugar central al miedo incluso antes de los enfrentamientos religiosos que desgarraron a Occidente y, además, lo hace atendiendo a la dimensión política y aislando el aspecto teológico, lo que permitiría vislumbrar que el miedo y el conflicto pueden ser explicados, al menos a veces, en términos puramente políticos y no por el choque entre diferentes religiones o visiones de mundo.

Existen, también, otras coordenadas sobre las cuales se discute respecto de la obra maquiaveliana. Una de ellas, quizás la más relevante en las últimas décadas, es la posición de Maquiavelo acerca del mejor régimen y sobre dónde debe recaer el poder político. En este sentido, no han faltado quienes han leído al florentino como un pensador republicano12, mientras que otros lo consideran el primer filósofo político democrático, como diría Manent13. Algunos lo ven como un promotor de las tiranías más despiadadas y de la represión violenta del pueblo. La tradición marxista, por su parte, cree que el secretario florentino es un protomarxista, pues habría sido el primero en identificar la lucha de clases y tomar partido por el pueblo14. Finalmente, muchos han interpretado su obra como un ataque directo al cristianismo15, mientras que otros han asumido como verdaderas sus explícitas profesiones de fe cristiana.

Tantas diferencias no resultan casuales, pues Maquiavelo parece esconder sus propias ideas a plena vista –como cree Leo Strauss–, en medio de afirmaciones comunes y aceptables para su tiempo y lugar. Esta forma de transmitir su pensamiento, mediante lo que Strauss llama “escritura esotérica”16, le permitiría al florentino disimular sus afirmaciones más innovadoras o revolucionarias17. Si seguimos la propuesta straussiana de leer entre líneas, descubriremos que Maquiavelo oculta, entre referencias bíblicas y clásicas, una filosofía política novedosa. De hecho, sus intuiciones fundamentales cambiarán decisivamente el escenario político en Occidente. Su intención, según afirma en El Príncipe, será escribir y reflexionar sobre el mundo real, es decir, acerca del verdadero comportamiento político del ser humano18. No es casualidad, por lo tanto, que la ciencia política y la Realpolitik lo vean como su precursor19.

En medio de todas estas diferentes formas de clasificar e interpretar a Maquiavelo, existen puntos sobre los que es posible encontrar cierto consenso entre muchos de los estudiosos del florentino. Uno de ellos es la centralidad del conflicto político en su pensamiento. Si bien algunos consideran que Maquiavelo presenta una valoración positiva del conflicto y otros creen que solamente lo describe, la mayoría coincide en que es un tema importante y ampliamente presente en el corpus maquiaveliano. Asimismo, su postura respecto del conflicto es entendida por ciertos autores como un punto de ruptura con la concepción tradicional del zoon politikón, mientras que, para otros, sería un cambio de énfasis, pero no un quiebre.

Como se alcanza a percibir, la rica discusión sobre este tipo de asuntos resulta interminable. Por lo mismo, aquí solo queremos resaltar que independientemente de la interpretación que se haga sobre la valoración que Maquiavelo hace del conflicto político, es posible afirmar que el florentino le otorga un papel relevante en su obra. En este sentido, se podría decir que el conflicto se encuentra en el corazón de la filosofía política del secretario florentino.

Ya que el conflicto tiene tal grado de relevancia en el pensamiento maquiaveliano, resulta lógico que se quiera profundizar en su naturaleza y sus causas. Es justamente al emprender dicha tarea que uno llega a encontrarse, de manera inevitable, con la famosa teoría de los humores de Maquiavelo, pues en el marco de ella desarrollan sus reflexiones sobre el conflicto político. Esta teoría consiste en la afirmación maquiaveliana de que “en toda república hay dos humores, el de los nobles y el del pueblo”20, que están natural y constantemente enfrentados entre sí. Así, el conflicto político encuentra su origen y explicación en este enfrentamiento. Por lo tanto, si queremos comprender de forma adecuada su filosofía política, debemos estudiar en detalle los humores propuestos por Maquiavelo, pues ahí encontramos el fundamento y el núcleo del conflicto político maquiaveliano.

Al prestar atención a la teoría de los humores de Maquiavelo, se percibe rápidamente que ella presenta ciertas tensiones internas. La más importante de todas –que explicaremos detalladamente más adelante– consiste en la aparente contradicción que existe entre las diferentes maneras con que Maquiavelo define cada humor. En palabras simples, Maquiavelo presenta al menos dos formulaciones para el humor del pueblo: una positiva (el deseo de adquirir lo que no tiene) y otra negativa (el deseo de no ser dominado). Lo mismo ocurre con el humor de la nobleza, formulado como el deseo de dominar (formulación positiva) y el deseo de no perder lo poseído (formulación negativa).

Ante este hecho algunos podrían aludir a una inconsistencia o incoherencia del autor. En el caso del florentino, además, este argumento se vería reforzado por los distintos registros y públicos que tendrían sus dos principales obras (El Príncipe y los Discursos sobre la primera década de Tito Livio). Sin embargo, creemos que otro camino es posible. Este consiste en intentar comprender la teoría de los humores en toda su complejidad e identificar sus dificultades y aciertos, para, finalmente, ensayar una lectura que permita articular los distintos humores propuestos por Maquiavelo.

En otras palabras, intentaremos responder a preguntas como: ¿en qué consiste la teoría de los humores de Maquiavelo? ¿Qué papel desempeñan los humores en la constitución del cuerpo político y del conflicto? ¿Cuál es la novedad que los humores presentan respecto de la tradición de la filosofía política anterior a Maquiavelo? Las respuestas a estas preguntas conducen a plantear otras, pues –como veremos– Maquiavelo ofrecerá diferentes definiciones de los humores. En este sentido, las dos formulaciones del humor popular parecerán contradictorias entre sí, y algo similar sucederá con el humor de los nobles. Entonces, ¿cómo explicar las aparentes contradicciones de cada humor?, ¿será posible establecer un elemento común que los explique?

Ante estas preguntas, existe una posible respuesta desde la experiencia del miedo. Así, este libro intentará revisar si es factible establecer que el miedo es la pasión fundamental de la vida política en la obra de Maquiavelo. Esto llevará, necesariamente, a analizar si el miedo permite articular la teoría de los humores y aliviar, de esta manera, sus tensiones internas.

Antes de emprender esta tarea, resulta pertinente aclarar el alcance de esta propuesta. En primer lugar, el miedo no resolverá todas las tensiones de la teoría de los humores. Una empresa de ese tipo –si acaso es realizable– exigiría incorporar muchísimos otros conceptos, matices y aspectos del corpus maquiaveliano. Por lo tanto, el miedo –en cuanto pasión fundamental y eje articulador de la teoría de los humores– ofrecerá algunas respuestas, siempre parciales, a las diversas preguntas que surgen naturalmente de una lectura cuidadosa del pensamiento político de Maquiavelo.

En segundo lugar, cabe añadir que el miedo está acompañado de un anhelo que surge de manera natural de esa experiencia: el deseo de seguridad. En este sentido, si el miedo efectivamente es la pasión fundamental de la vida política, entonces el deseo de seguridad vendría a ser el deseo primario de todas las personas que participan del cuerpo político. La búsqueda de seguridad –entendida también como el deseo de vivir seguro– será la reacción natural al estado de inseguridad y vulnerabilidad en que se encuentran todas las personas, incluso las más poderosas. Si el deseo de seguridad constituye la aspiración fundamental de toda persona, entonces todos los otros deseos descritos por Maquiavelo –especialmente el de adquirir, que considera natural al ser humano– estarán ordenados a partir de la búsqueda de seguridad.

Para responder a las preguntas y propuestas planteadas, este libro se dividirá en tres partes, las cuales, a su vez, estarán subdivididas en tres capítulos cada una. La primera parte consistirá en una revisión de las líneas de interpretación de Maquiavelo elaboradas por dos de los más importantes estudiosos de su obra durante el siglo XX: Leo Strauss y Claude Lefort. Esta revisión nos permitirá comprender el papel que cada uno de los autores le otorga a la teoría de los humores y al conflicto político que ella pretende explicar, así como al miedo y el consecuente deseo de seguridad. Además, ensayaremos una síntesis entre la lectura straussiana y la lefortiana que servirá como clave de interpretación de la filosofía política maquiaveliana en cuanto al papel que en ella desempeñan el miedo y la teoría de los humores.

La segunda parte estará dedicada completamente a analizar y explicar la teoría de los humores en el conjunto de la obra del florentino. Examinaremos, por lo tanto, todos sus escritos políticos e históricos, así como otros textos menores y su correspondencia. Sin embargo, el foco principal estará siempre en sus dos principales obras. Así, abordaremos la teoría de los humores de manera amplia, atendiendo en especial a los dos principales humores y la tensión existente entre las formulaciones positivas y negativas de cada uno.

En la tercera y última parte, presentaremos el aspecto central de nuestra propuesta, es decir, la primacía del miedo como pasión fundamental y eje articulador de la teoría de los humores. En primer lugar, analizaremos los principales pasajes del corpus maquiaveliano en que el miedo desempeña un papel fundamental. A continuación, señalaremos la relación directa entre el miedo y el deseo de seguridad, entendiendo al segundo como una consecuencia del primero. De esta forma, destacaremos que tanto el miedo como el deseo de seguridad tienen –en la teoría maquiaveliana– una característica importante: ellos jamás desaparecen. Así, el miedo se convierte en una experiencia permanente y el deseo de seguridad adquiere un carácter insaciable. Por último, volveremos a los principales pasajes de la teoría de los humores –especialmente a aquellos donde se presentan las formulaciones positivas y negativas de los dos humores más importantes– para comprenderlos a partir de esta nueva clave de lectura, donde el miedo es la pasión política fundamental.

Mediante el recorrido que hemos descrito, este libro intentará comprender a Maquiavelo y su filosofía política desde la primacía del miedo y del conflicto que su teoría de los humores busca explicar. El secretario florentino vivió en un período de particular auge artístico en Florencia en particular e Italia en general. Si otros artistas del Cinquecento produjeron grandes esculturas y pinturas maravillosas, Maquiavelo dedicó su vida a la política activa y a escribir sobre ella. Fue esta última actividad, justamente, la que le otorgó su fama inmortal, gracias a su arte de escribir y a su aguda visión de las cosas políticas. Como veremos, su obra parece recordarnos una y otra vez que el arte de la política es el arte del miedo y que Maquiavelo es su maestro. Esta enseñanza será la que intentaremos desentrañar a continuación.

I. Leyendo a Maquiavelo

Cualquier intento por comprender la filosofía política de Maquiavelo exige, en primer lugar, aprender a leer al florentino. Un buen punto de partida para lograr entenderlo consiste en recurrir a algunas interpretaciones ejemplares de su obra. Si bien la interpretación del corpus maquiaveliano siempre ha sido compleja –y ha generado una extensa literatura en materia de comentarios y estudios críticos– durante el siglo XX surgieron nuevas lecturas de su obra que gozan de prestigio hasta nuestros días y son consideradas relevantes para el estudio de su pensamiento.

Evidentemente, cada lectura maquiaveliana presenta sus propias complejidades. Por lo tanto, un estudio pormenorizado de ellas exigiría una extensión excesiva e inacabable. Por este motivo, en esta primera parte abordaremos solamente dos líneas de interpretación de la obra de Maquiavelo. Si bien estas lecturas son diferentes, creemos que en cierto sentido pueden complementarse para alcanzar una mayor comprensión de la filosofía política maquiaveliana.

En primer lugar, revisaremos la lectura straussiana, particularmente, en la célebre obra Thoughts on Machiavelli que Leo Strauss publicó en 1958 a partir de una serie de clases dictadas en la Universidad de Chicago21. A continuación, nos aproximaremos a la interpretación que el filósofo Claude Lefort realiza de Maquiavelo. Esta lectura lefortiana se encuentra contenida fundamentalmente en su magna obra Le Travail de l’œuvre Machiavel22. Posteriormente, presentaremos una síntesis de ambas lecturas que servirá como propuesta de lectura maquiaveliana, enfatizando el papel de la teoría de los humores y del miedo.

La revisión de estas dos interpretaciones de la obra maquiaveliana requiere de algunas aclaraciones metodológicas importantes. En primer lugar, es evidente que estas dos líneas de interpretación no engloban la totalidad de las lecturas e interpretaciones sobre Maquiavelo. Aunque sabemos que el estudio maquiaveliano y los comentarios a su obra –especialmente de El Príncipe– poseen una larga tradición23, es posible identificar en Leo Strauss y Claude Lefort a dos de los más importantes estudiosos de Maquiavelo durante el siglo XX. Si bien existen otros autores relevantes en los estudios maquiavelianos, Strauss y Lefort son particularmente relevantes en relación con el papel del miedo y de los humores, que son los dos aspectos centrales que queremos revisar en la obra del florentino.

La segunda aclaración se refiere a la manera en que revisaremos estas dos interpretaciones sobre Maquiavelo. Como hemos dicho, es imposible resumir aquí todo lo que Strauss y Lefort dicen respecto a él, por lo tanto, su revisión tendrá un carácter particular y acotado. Lo que interesa aquí es aclarar dos aspectos del trabajo de cada autor. El primero consiste en presentar la clave de lectura fundamental que cada uno de ellos realiza, es decir, identificar cuál es para ellos el eje central de la obra de Maquiavelo. El segundo, en cambio, supone revisar la forma en que cada uno entiende la teoría de los humores y el papel que le asigna –o deja de asignarle– al miedo dentro de dicha teoría.

En resumen, el análisis pretende abordar: (i) cómo miran la obra de Maquiavelo, es decir, qué aspectos consideran las claves fundamentales de la filosofía maquiaveliana, (ii) de qué manera entienden el conflicto político y la teoría de los humores, (iii) la importancia de ese conflicto y de los humores dentro de la obra maquiaveliana para cada uno de ellos, y (iv) el papel que le asignan al miedo dentro de dicha interpretación. De esta manera, el análisis de la lectura de Strauss y de Lefort exigirá destacar los pasajes que ellos dedican al conflicto político, los humores y el miedo. De la misma manera, las críticas dirigidas a cada uno de los autores estarán centradas en la forma en que incorporan al miedo –y el consecuente deseo de seguridad– dentro de la comprensión de los humores y el conflicto político.

Finalmente, en el tercer capítulo, presentaremos una síntesis entre las lecturas de Lefort y Strauss que permitirá esbozar otra manera de leer a Maquiavelo, incorporando algunos aspectos de cada uno de ellos. Será desde esa lectura que intentaremos aproximarnos a la teoría de los humores, el miedo y el deseo de seguridad en la obra del secretario florentino.

1. Leo Strauss: la primacía del terror

Lo primero que salta a la vista, al leer Thoughts on Machiavelli de Leo Strauss, es que el libro del profesor de Chicago constituye un trabajo sumamente rico y profundo que demuestra el altísimo grado de conocimiento y comprensión que posee respecto de las dos principales obras del florentino: El Príncipe y los Discursos. A lo largo de sus reflexiones, Strauss introduce múltiples aspectos y matices de los escritos maquiavelianos que incluso un lector instruido fácilmente pasaría por alto.

En pocas palabras, Leo Strauss utiliza en esta obra su arte de leer, que considera necesario para comprender una obra que, a su juicio, tiene un significado esotérico que solamente es perceptible en la medida en que reconocemos que Maquiavelo practica un arte de escribir mediante el cual esconde muchas de sus enseñanzas a plena vista de sus lectores24. En el fondo, Strauss lee a Maquiavelo de la misma manera en que cree que el propio Maquiavelo lee al historiador romano Tito Livio25. Esta forma de lectura se parece a una meditación bíblica, pues si es cierto que Maquiavelo lee a Livio como si fuera su “biblia”, también es verdad que parece escribir de la misma manera en que lee: el arte de escribir y el arte de leer están irremediablemente conectados26.

El Príncipe y el deseo de adquirir

Pese a la erudición de su estudio sobre el florentino, Strauss ha sido criticado por realizar una lectura excesivamente religiosa de Maquiavelo, es decir, centrada en el papel que las religiones –tanto el cristianismo como las creencias romanas antes de Cristo– desempeñan en el pensamiento político que el autor desarrolla en sus dos principales obras27. Así, la lectura straussiana les otorga un papel central a las religiones en la teoría política maquiaveliana28. Sin embargo, este énfasis religioso de Thoughts on Machiavelli no resulta tan descabellado, pues es difícil cuestionar que el cristianismo y las creencias paganas efectivamente ocupan un lugar importante en la tarea emprendida por el florentino de comparar a la Roma descrita por Tito Livio con la Florencia del Cinquecento.

Pese a que Strauss presenta una interpretación de Maquiavelo con una primacía del aspecto religioso, es posible identificar en ella un énfasis importante en el papel de los humores y del conflicto29. En este sentido, si una de las posibles causas de la diferencia entre Roma y Florencia es el aspecto religioso, los humores cumplen el papel contrario, pues serían un motivo de similitud entre ambas ciudades. Por ejemplo, para Strauss –refiriéndose a Discursos I 39– Maquiavelo presenta:

La misma clase de accidentes debidos a los necios humores del vulgo ocurrieron tanto en la moderna Florencia como en la antigua Roma. El precedente capítulo ha tratado de la diferencia entre Florencia, como república débil, y Roma, como república fuerte. Recordando el precedente capítulo se da uno cuenta, al leer I 39, de que la diferencia entre la fuerte Roma y la débil Florencia no puede ser debida a la diferencia de humores popular en las dos ciudades30.

Si bien la teoría de los humores y la importancia del conflicto social están más ligados a los Discursos, en su análisis sobre El Príncipe Strauss también incluye a los distintos intereses en disputa. Frente al príncipe, tanto los grandes como el pueblo y los soldados persiguen sus propios intereses, y el príncipe debe comprender eso antes de cualquier acción que decida realizar:

En el capítulo nueve, Maquiavelo nos muestra claramente que el astuto uso del poder principesco tiene un límite absoluto: mientras que un príncipe puede, sin peligro, en ciertas circunstancias, desatender los intereses de los grandes y aun destruir a los grandes, es para él de absoluta necesidad el respetar las demandas, siempre extremadamente moderadas, del pueblo. Después de haber reiterado esta regla en forma mitigada en la primera parte del capítulo 19, Maquiavelo explica en la sección de los emperadores romanos que esta regla no es en modo alguno universalmente válida ni siquiera en su forma original: bajo el imperio romano hubo un conflicto de intereses entre el pueblo y los soldados; el poder de los soldados era más grande que el del pueblo; por consiguiente, los emperadores tuvieron que satisfacer las demandas de los soldados y no las del pueblo31.

Así, antes de atender a los Discursos y estando aún en su lectura de El Príncipe, Strauss presta atención al conflicto provocado por los humores entre los nobles, el pueblo y el ejército. A la vez, la lectura straussiana ofrece una primera lección: el príncipe elegirá a uno u otro de los grupos en conflicto basándose fundamentalmente en la amenaza que cada uno de ellos suponga para su poder y seguridad.

Además, Strauss acepta que El Príncipe cumple con la función de proporcionar “materiales para el conocimiento sobre qué es el gobierno principesco, de las características de las diversas clases de principados, de las reglas que hay que cumplir para adquirir y preservar el poder principesco y de la naturaleza de los príncipes”32. Es decir, la adquisición y preservación del poder están en el corazón de la más breve de las dos obras fundamentales del florentino.

De manera consecuente, al referirse al problema de los príncipes nuevos en Maquiavelo, Strauss dirá que, “dado que el deseo de adquisición es ‘natural y ordinario’, la destrucción de los príncipes ‘naturales’, la ‘extinción de la antigua sangre’ por un extraordinario conquistador es quizá más natural que la pacífica y suave sucesión de un heredero ordinario por otro”33. De esta manera, el filósofo alemán nuevamente destaca el deseo de adquisición como una clave de lectura de El Príncipe34. Como veremos, este deseo estará directamente relacionado con el miedo y con el deseo de vivir seguro que ello conlleva.

Los Discursos y el carácter conflictivodel ser humano

A continuación, Strauss dirige su atención a los Discursos