El banquete - Platón - E-Book

El banquete E-Book

Platón

0,0
0,99 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

El banquete o El simposio (en griego antiguo Συμπόσιον, Sympósion) es un diálogo platónico escrito por Platón sobre los años 385–370 a. C.,​ y es uno de los diálogos más trabajados, apreciado tanto por su contenido filosófico como por su contenido literario. Versa sobre el amor. Esta obra, junto al Fedro, conformó la idea de amor platónico.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



UUID: 09f9a0f3-05fe-424d-8650-3ad1e4057921
Este libro se ha creado con StreetLib Writehttp://write.streetlib.com

Tabla de contenidos

El Banquete

64

El Banquete

o del Amor

Platón

Copyright (CC BY-SA 3.0)

Editions Livros

APOLODORO — EL AMIGO DE APOLODORO — SÓCRATES — AGATÓN — FEDRO — PAUSANIAS — ERIXÍMACO — ARISTÓFANES — ALCIBÍADES

APOLODORO. —Me considero bastante preparado para referiros lo que me pedís, porque ahora recientemente, según iba yo de mi casa de Faléreo a la ciudad, un conocido mío, que venía detrás de mí, me avistó, y llamándome de lejos:

— ¡Hombre de Faléreo! —gritó en tono de confianza—; ¡Apolodoro!, ¿no puedes acortar el paso?

Yo me detuve, y le aguardé. Me dijo:

— Justamente andaba en tu busca, porque quería preguntarte lo ocurrido en casa de Agatón el día que Sócrates, Alcibíades y otros muchos comieron allí. Dícese que toda la conversación rodó sobre el amor. Yo supe algo por uno, a quien Fénix, hijo de Filipo, refirió una parte de los discursos que se pronunciaron, pero no pudo decirme el pormenor de la conversación, y sólo me dijo que tú lo sabías. Cuéntamelo, pues, tanto más cuanto es un deber en ti dar a conocer lo que dijo tu amigo. Pero, ante todo, dime: ¿estuviste presente a esa conversación?

— No es exacto, y ese hombre no te ha dicho la verdad —le respondí—; puesto que citas esa conversación como si fuera reciente, y como si hubiera podido yo estar presente.

— Yo así lo creía.

— ¿Cómo —le dije—, Glaucón; no sabes que ha muchos años que Agatón no pone los pies en Atenas? Respecto a mí aún no hace tres años que trato a Sócrates, y que me propongo estudiar asiduamente todas sus palabras y todas sus acciones. Antes andaba vacilante por uno y otro lado, y creyendo llevar una vida racional, era el más desgraciado de los hombres. Me imaginaba, como tú ahora, que en cualquier cosa debía uno ocuparse con preferencia a la filosofía.

— Vamos, no te burles, y dime cuándo tuvo lugar esa conversación.

— Éramos muy jóvenes tú y yo; fue cuando Agatón consiguió el premio con su primera tragedia, al día siguiente en que sacrificó a los dioses en honor de su triunfo, rodeado de sus coristas.

— Larga es la fecha, a mi ver; pero ¿quién te ha dicho lo que sabes? ¿Es Sócrates?

— No, ¡por Júpiter! —le dije—; me lo ha dicho el mismo que se lo refirió a Fénix, que es un cierto Aristodemo, del pueblo de Cidátenes; un hombre pequeño, que siempre anda descalzo. Éste se halló presente, y si no me engaño, era entonces uno de los más apasionados de Sócrates. Algunas veces pregunté a este sobre las particularidades que me había referido Aristodemo, y vi que concordaban.

— ¿Por qué tardas tanto —me dijo Glaucón— en referirme la conversación? ¿En qué cosa mejor podemos emplear el tiempo que nos resta para llegar a Atenas?