El Culo Más Peludo - Donald Rump - E-Book

El Culo Más Peludo E-Book

Donald Rump

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Beschreibung

El Culo Más Peludo

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El Culo Más Peludo

Donald Rump

Traducido por Sebastián Lalaurette

Libros de Donald Rump

A Punto de Reventar

Buscando a Floofy

Cuatro Cuentos Apestosos (Volumen 1, 2)

El Aspirante a Pedonauta

El Crítico Enculado

El Culo Más Peludo

El Matrimonio Apesta

Embotellando Pedos

Escapada de Fin de Semana

Hasta que el Gran Pedo Nos Separe

La Pregunta de 500 Dólares

© 2020 Donald Rump. Todos los derechos reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida por cualquier medio (electrónico, mecánico o cualquier otro) sin el expreso consentimiento escrito del autor.

Ésta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y situaciones son o bien producto de la imaginación del autor o usados ficcionalmente. Cualquier semejanza con acontecimientos, lugares o personas reales, vivas o muertas, es completamente casual.

Composición, formato y diseño del E-book por Donald Rump.

Imágenes bajo licencia de DepositPhotos.com y © Sean Prior (#147335681). Dibujos de pedos por Mel Casipit.

Primera Edición (v1.0)

Publicado el 15 de junio de 2020

ISBN-13: 9781393359401

Índice

Página del Título

Libros de Donald Rump

Derechos de Autor

Dedicatoria

El Culo Más Peludo

Mi Opinión

Descripción del Producto

Sobre el Autor

Ad 1: El Matrimonio Apesta

Ad 2: A Punto de Reventar

Ad 3: Embotellando Pedos

¡Gracias!

Dedicatoria

A Anthony y Joe Russo, Stephen McFeely, Kevin Feige y Mitchell Bell por concretar la película de Marvel más apestosa de la historia.

No creía que fuera posible, pero ustedes me han demostrado mi error.

Y a propósito del máximo culo americano, miren esto...

El Culo Más Peludo

Cuando se anunció el tema de la edición 3033 del Concurso de Belleza Miss Venus Atrevida, fruto de la imaginación de Ridgewald y Figarity, se esperaba un escándalo, que hasta fue incluido en la campaña de marketing.

—Así es, pueblo de Svetzengard. Este año estamos buscando algunos buenos culos. Cuanto más peludos, mejor. —Gralexander Ridgewald lidió con su bastón. Las prótesis de rodilla, tobillo y cadera le molestaban aun con su prescripción de 5000 mg de GLOS-10. (Serían 10.000 mg de GLOS-12 la próxima vez, por cierto.) Aparte de su pierna derecha, que había reemplazado completamente después de la guerra, no se lo veía desmejorado. La piel de sus mejillas era firme y muy pulida, aunque no tanto alrededor de los ojos. Aun así, pasaba. No le quedaban trazas de la remoción del tatuaje que le había cubierto toda la cara, un requerimiento de las fuerzas especiales algunas décadas atrás, y su musculatura era de un marrón dorado, producto de las granjas de la segunda luna, no de la pila de basura que apenas se mantenía en órbita, y había sido expertamente transplantada a su cuerpo esbelto y enorme.

Había esperado maldiciones, abucheos y quizás desperdicios de los conductores matutinos que pasaban zumbando por sobre su cabeza, pero no los hubo. No, tenía la libertad de manipular el espacio mental de ellos, y el escenario iluminado sobre el que estaba parado se veía libre de escombros caseros y otros líquidos salaces.

—Sé lo que están pensando. ¿Qué tiene que ver eso con la belleza? —Gralexander avanzó con una sonrisa tallada en el rostro—. Como hemos aprendido del planeta de origen, por no mencionar de la colonización de cada planeta en nuestro sistema solar, la idea de belleza difiere muchísimo de una cultura a otra.

—Demuestren que se equivoca. —Deabune Figarity, su hermano gemelo, aunque no por nacimiento, también llevaba una barba a rayas marrones y grises y un esmoquin azul blancuzco que contrastaba con el rojo negruzco de Gralexander—. Salven nuestro orgullo. ¡No dejen que Venus sea asociado con un trasero peludo! —Alzó su bastón, que no necesitaba para nada.

—Demuestren que tengo razón —dijo Gralexander, alzando el suyo; pugnó por unos momentos y lo bajó con un ruido sordo—. ¡Háganlo, y se ganarán mil millones de gonas!

—¿Mil millones...? —jadeó la multitud.

Hubo susurros y algunas risitas.

—Así es, chicas. Traigan sus culos peludos sin afeitar a las audiciones de este viernes, así podemos tener la final el fin de semana. Con suerte, el lunes por la noche habremos coronado a Miss Venus 3033.

Gralexander se inclinó torpemente en una reverencia, se mantuvo firme tanto como se lo permitieron sus articulaciones y sonrió a la multitud.

Después hubo viajes a Gyofor, Havikz, Siofolk, Balaton, Misrenentsk, Buuk, Svarom, Hanandri y Keksmet, y para el miércoles por la noche todo el planeta estaba enterado de la desaconsejable competencia de Ridgewald y Figarity.

Pero mil millones de gonas eran mil millones de gonas. Una persona se podía retirar con esa magnífica suma, con pocas restricciones a su estilo de vida. No era la mega-lotería, pero sí un respetable segundo puesto — la luna comparada con su planeta madre.

Era suficiente para hacer que se elevara el mercurio; una distracción en el momento justo, un pase de manos disimulado. ¡Y les encantó!

Llegó el jueves, y las damas ya estaban intentando audicionar.

—Mire, señor. Tengo el culo más peludo de Venus.

Una bruja gorda y vieja, para nada una modelo, emboscó a Gralexander cuando acababa de estacionar su auto flotante.

Cómo había llegado a la plataforma era un misterio. Estaba suspendida en el aire, con espacio para un solo auto, y la entrada estaba oculta.

Por cierto, era peludo; ella ya tenía el culo al descubierto, e ignoraba las miradas de extrañeza y los bocinazos que venían de arriba. Además, el pelo de su trasero parecía flamear.

—¿Eso es una cola? —preguntó Gralexander, señalándola.

Ella se ruborizó.

—Es de mi perro.

¿Se había metido ahí al pobre chucho? ¿Lo había llevado a la caminata más apestosa por Main Street? Gralexander no se quedó a averiguarlo.

A las 8:00 VLMT, envió un memo clarificando las reglas, sobre el que las cadenas se lanzaron de inmediato. “El culo peludo debe ser de usted y de nadie más’, decía. “No se permiten transplantes, y el pelo debe ser humano. Cualquier violación de estas reglas descalificará al participante.”

Pero ¿a quién quería engañar? Todos eran transplantes, hechos de partes descartables que se podían vender y reciclar. Sí, Gralexander había puesto la vara muy alta, y ¿no era él el más grande de los hipócritas? Tenía un culo que literalmente no era suyo, regalo de un gobierno extranjero.

Se viera como se viera, Ridgewald y Figarity arrasaron en el rating. Ésta era la mayor competencia con los más bajos requisitos de participación que hubiera visto el planeta. Sólo se necesitaba un culo peludo. Punto. Así que, cuando llegó el viernes, los bots autónomos encargados de ordenar, registrar y planificar las audiciones se vieron simplemente desbordados. Peor aun, se veían en problemas para hacer cumplir las reglas.

Además de mujeres de todas las formas y tamaños, se estaban presentando varios hombres.

—¡Pero yo me identifico como mujer! —dijo uno.

—Y yo literalmente era una antes de reemplazar todas mis partes —dijo otro.

Ridgewald y Figarity jamás habían visto tanta resistencia a una regla. Habían montado competencias antes, y mayormente todo el mundo había cumplido. Esta vez, no tanto. Cuando Figarity expandió las reglas, permitiendo que se presentaran hombres además de mujeres, estalló el caos.

Los hombres se tomaban el día libre para mostrar sus culos de mil millones de gonas. Las damas se veían en problemas. Los hombres eran naturalmente más peludos, y más temibles en todo sentido, lo que los ayudaba en sus audiciones. Como nunca antes un hombre había ganado la competencia, ¡sus culos peludos venían corriendo de millas a la redonda!

Hacia el mediodía del viernes, se presentó otra queja, que llevó a una modificación de las reglas. Eran las personas pequeñas, aunque habría sido más preciso decir menores. Los participantes debían tener al menos dieciséis años de edad, dos escalones por debajo del estándar del concurso.

Pero ¿quién podía decir quién tenía verdaderamente la edad? Había tantos transplantes, tantas combinaciones.

—En realidad tengo 112 años, pero transicioné al cuerpo de una niña de ocho años hace seis meses.

Y en efecto, ella tenía los papeles requeridos, además de un argumento razonable. ¿Y ese culo? Lucía como una combinación de pegatinas y rizos del baño público. ¡Era como si ya hubiera ganado el premio!

La marca pasó de ser la edad biológica del cuerpo anfitrión a la edad estimada del cerebro. La nueva regla sólo duró cinco minutos antes de que alguien argumentara con éxito que él había reemplazado su cerebelo, lo que lo eliminaba injustamente de la competencia.

Muy bien, entonces el órgano más viejo.

Pero había montones de chicos pobres usando órganos viejos porque era todo lo que podían permitirse.

¡Capacidad intelectual!

¿Restringirlo a quienes no podían leer o escribir? Era una competencia de culos peludos, después de todo.

Al final, Ridgewald y Figarity tiraron la figurada toalla, eligiendo aceptar a cualquiera basándose en la edad que “pensaban” que tenían.

¿El bebé aún no nacido en el vientre? Ningún problema. ¡Sólo trae tu culo peludo!

El viernes pasó con un total d e272 cambios de reglas y casi sin audiciones. ¿Se pospondría le transmisión de la noche del sábado? ¡No mientras viviera Gralexander Ridgewald II! No se iba a cambiar el plazo. Sólo el gobierno podía hacer una cosa así, y estaba decidido. ¡El sábado por la noche habría fiebre de culos peludos!

Llegó el sábado por la mañana y Svetzengard, la ciudad capital de Venus, estaba llena. Entre las nueve y las diez, los turistas inundaron las afueras y empezaron a apilarse verticalmente. Era demasiado. Nadie podía moverse o salir y los servicios públicos estaban colapsados. ¿Perdiste un brazo? Compra otro. Las ambulancias simplemente no podían pasar. ¿Estás teniendo un ataque al corazón? ¿Una apoplejía? Mejor dispárate hacia el sol, ya que los turistas estaban inundando las salas de emergencia y los velatorios.

No sorprendió a nadie que Ridgewald decidiera trasladar la producción fuera del planeta hacia la número tres, la tercera luna de Venus, deshabitada, innominada y llena de basura. El anfiteatro era donde sucedía la magia, y habitualmente se elevaba hacia el cielo, de todos modos. ¿Por qué no orbitar la número tres? Cuando el espectáculo de Ridgewald y Figarity empezó a derivar, la población de Venus lo siguió, junto con lanzaderas de comida para servirla en la superficie de la luna.

Cuando llegó la hora pico, las 7:00 PM VLMT/6:00 VLST, hubo aún otro cambio, éste relativo al formato. Tontos. Habían subestimado la demanda. Para ser justos, los entrevistaban a todos, y proveían selecciones en tiempo real, una maratón a contrarreloj para escoger a los concursantes y enfrentarlos culo contra culo para el dudoso título.

Mientras esto se desarrollaba, con todo el mundo entusiasmado porque tendría su oportunidad, nadie advirtió lo que estaba ocurriendo en Venus. Las luces en la superficie fueron tomadas por fuegos artificiales que celebraban que los candidatos promisorios eran identificados y eliminados.

Alguien se había quedado debajo para montar guardia. ¿¿¿Verdad???

Con las defensas en su más bajo nivel histórico, ya que los servidores públicos se habían enredado en la fiebre de culos peludos, los ejércitos de Mercurio tomaron el planeta. Eso sí, fueron buenos deportistas. Dejaron que sus vecinos coronaran a su campeón del culo peludo antes de hacer un movimiento. Irónicamente, ganó una mujer, una doble de Pie Grande con un culo tan peludo que no se podía decir dónde terminaba o empezab.

Miss Venus Atrevida 3033 finalmente había sido coronada, y por una fracción de segundo nada más importó.

Los culos peludos no eran tan malos, después de todo. De un modo extraño, eran casi sexy, o al menos de eso se convencieron los venusinos.

Para celebrar a la campeona, las Repúblicas Unidas de Mercurio proveyeron los fuegos artificiales más grandes de todos, desintegrando la número tres con un racimo de bombas nucleares tácticas.

Fue el mejor de los tiempos y definitivamente el más peludo de los tiempos; el fin de una era y el inicio de una nueva competencia.

—Esos locos marcianos —dijo el verdadero Gralexander Ridgewald, sentado en su nuevo y confortable terreno en Svetzengard—. Hay suficientes dientes podridos en ese planeta para una competencia de dos mil millones de gonas.

Le dio un sorbo a su cosecha 2933, la primera de la independencia, y admiró los fuegos artificiales que explotaban allá arriba.

FIN

Mi Opinión

Estaba planeando enviar esto a Daily Science Fiction, pero ¡mierda! Tiene 1600 palabras, 100 más que el límite. Yo había recortado algunas, llevando una historia de 1750 palabras hasta 1620, más o menos. Después de un rato, me pregunté: “¿Qué cuernos estoy haciendo? ¡Estoy descuartizando la historia!” Así que me detuve y monté este alegre y jodido volumen.

Oh sí.

Estoy un poco irritado, pero no puedo evitarlo. Había escrito esto específicamente para Daily Science Fiction, y todo estaba yendo bien hasta que me topé con el problema del límite de palabras. Habitualmente no escribo cosas tan cortas. La última historia en la que esttaba trabajando (que aún no está terminada) tiene más de 10.000 palabras. Ser penalizado porque escribí demasiado es simplemente estúpido, y en algún punto, no me estaba ayudando.

Lo contrario, en realidad.

¿Intentar en otros mercados? No lo pensé ni por un microsegundo. Pero éste es un tipo específico de historia, y he notado que muchas publicaciones realmente no están buscando humor. Quieren fantasía o ciencia ficción estándar: espadas, brujería, terraformación, planetas, naves estelares, viajes en el tiempo, etc. ¿Culos peludos de antología? No tanto.

Así que llegué a las 1620 palabras antes de tirar la toalla. Supongo que podría recortar otras 120 palabras, pero en este punto, sería en desmedro de la historia. No estaría eliminando exceso de grasa, sino un miembro. Tuve la suerte de poder recortarla hasta donde lo hice, y fui absolutamente metódico eliminando sucesos menores.

No, se queda como está. Al diablo con Daily Science Fiction, al menos para esta historia. Si quiero escribir para ellos algo que califique, sólo escribiré otra historia. Perdí esta batalla debido al tamaño (soy de los que muestran, no de los que sugieren), aunque no hay garantía de que fueran a aceptarla, de todos modos. Lo más probable es que no lo hicieran, así que ¿por qué me angustio? Bueno, realmente me interesaba su devolución. Incluso una devolución airada y cáustica habría sido bienvenida (y graciosa). Al menos sabría que había tenido un efecto en alguien.

Así que esta es la historia detrás de este cuando jodido, que es una niñada comparado con algunas otras obras mías. No estaba planeando autopublicarlo hasta después de obtener una respuesta, buena o mala. Puedo aceptar que sea rechazado. Después de todo, contiene culos peludos, que no son un tema popular de la ciencia ficción.

Pero supongo que es lo bastante bueno.

¿Una competencia de culos peludos en el espacio? ¿Por qué no? Al menos nadie puede acusarme de copiar a otro autor.

Así que eso es. Espero que lo hayas disfrutado, y, eh...

Espera un minuto. Hay algo más que decir aquí. Esta historia fue escrita, en realidad, en respuesta a ese horroroso pedazo de excremento de Hollywood conocido como Avengers: Endgame. Ha pasado un tiempo desde la última vez que vi un sorete de tal magnitud, pero realmente lo lograron. ¡Apestaba en todas las formas concebibles!

Sí, esta historia es para los directores y productores de Avengers: Endgame. Ustedes no son los únicos a quienes se les puede ocurrir una historia de mierda, pero a diferencia de ustedes, no costó nada producir ésta. Sólo un hombre y su teclado y un puñado de culos peludos en el cerebro. ¿Ven cómo se puede ajustar la producción?

Si los resultados académicos son los mismos, una historia de mierda por una historia de mierda, ¿por qué molestarse en hundir en ella 400 millones de dólares? Que el público lea la próxima entrega de Avengers. ¡Esos malditos necesitan práctica en leer de todos modos?

Así que al diablo con Avengers: Endgame. Démosle un aplauso a los culos peludos, aunque sean nuestro fin.

Y Daily Science Fiction, ya te agarraré de nuevo...

-Donald Rump, ¿¿¿Autor de Ciencia Ficción???

Descripción del Producto

La búsqueda del culo más peludo de Venus produce resultados explosivos.

Aproximadamente 1600 palabras.

ADVERTENCIA: Culos, con montones de pelo.

KEYWORDS: peludo, culos, humor, diversión, divertido, ciencia ficción, competencia, concurso de belleza

Sobre el Autor

Cuando no está escribiendo sobre viejos pedorros, Donald Rump escribe sobre pedos de verdad: cuanto más apestosos, mejor. También es un defensor del programa Ni Un Pedo Atrás y del matrimonio igualitario para todas las entidades gaseosas, grandes y pequeñas. Al parecer, también da consejos sobre citas.

El Sr. Rump vive en Maryland del Sur con Floofy, su pedo mascota.

El Matrimonio Apesta

Mackelroy Puggsley creía haberlo oído todo, hasta que un extraño hombre llamado Bilby Bloob se aparece en su vestíbulo una mañana. Cuando Bilby le pide un permiso de matrimonio para su gaseosa esposa, el viejo pone el freno. Sí, una cosa es casarte con tu novia de la secundaria, pero ¿con un pedo? ¿A quién se le puede ocurrir casarse con un pedo?

—No me iré a ningún lado hasta que nos dé un permiso de matrimonio —insisitó Bilby.

—¿Ah, sí? —Mackelroy se hizo sonar los nudillos.

A Punto de Reventar

Barnabus Prim ha llegado al final del camino. Ahogado en deudas y casado con una mujer odiosa que no puede ni verlo, decide hacer lo impensable. Pero encontrar el camino al más allá resulta mucho más difícil de lo que él había imaginado.

Embotellando Pedos

¿Podría el poder más grande...

El camino a la riqueza, más allá de nuestra imaginación más salvaje...

La clave para alcanzar el más alto nivel de conciencia espiritual y la felicidad...

... Ser obtenido por pedos embotellado???