El desafío del clima - Equipo De El Tiempo De Rtve - E-Book

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Beschreibung

Somos los del tiempo de TVE, los mismos que entramos cada día en vuestras casas para avanzaros si viene una ola de calor, lluvias torrenciales o la nevada del siglo. Pero no queremos solo informar, la filosofía de este libro es que entiendas por qué ocurren las cosas. ¿Sabías que el CO2 es el que hace subir la temperatura terrestre, que el deshielo de los icebergs es significativo, pero no afecta al nivel del mar o que, dependiendo de lo que hagamos en los próximos cinco años, así será el planeta dentro de 50? Quién no ha oído hablar del cambio climático, todos sa¬bemos lo perjudicial que es, un enemigo invisible que da señales de vez en cuando y que ya está mostrando las primeras consecuencias del calentamiento, pero aún estamos a tiempo de actuar para que la Tierra no enferme. Con pequeños cambios en nuestra vida cotidiana podemos lograr grandes transformaciones. Cosas tan sencillas como usar botellas de cristal, bolsas reutilizables, coches eléctricos, consumir alimentos de proximidad, utilizar más el transporte público o mejorar la eficiencia energética de nuestro hogar. Tenemos un problema importante y juntos seremos capaces de resolverlo.

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EL

DEL

CLIMA

EL

DEL

Entiende el tiempo y el cambio climático para salvar el planeta

CLIMA

Equipo de de rtve

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o

transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización

de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.

www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

El Desafío del clima. Entiende el tiempo y el cambio climático para salvar el planeta

© 2021, Albert Barniol Gil

© 2021, Martín Barreiro Carreira

© 2021, Andrés Gómez Sintes

© 2021, Silvia Laplana Naval

© 2021, Marc Santandreu Galcedo

© 2021, Núria Seró Picart

© 2021, RTVE

© 2021, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.

Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.

Diseño de cubierta: María Pitironte con ilustraciones de Shutterstock

Diseño de interiores y maquetación: María Pitironte

Iluastraciones: María Pitironte/Shutterstock

Fotos de los autores: Diego Castreño

ISBN: 978-84-9139-634-5

7

ÍNDICE

Introducción

Cómo cambiar si no sabemos que hay un cambio, 12

Nos gusta nuestro entorno, 14

No es lo mismo tiempo que clima, 16

El clima y sus elementos, 18

¿Hay más de uno?, 22

¿Por qué el clima de España es como es?, 24

Bosques y alta montaña, 26

Un país de costas, 28

Ríos y grandes planicies, 30

Nuestras islas, 32

La fauna y la flora autóctona, 34

La agricultura y la pesca, 36

Mucho más que la dieta mediterránea, 38

Arquitectura tradicional, 40

Estilo de vida y costumbres, 44

Tradiciones culturales, 46

La ciencia del cambio climático, 48

¿Tenemos motivos para preocuparnos?, 50

El Sol, protagonista inmutable, 54

Los misterios de la atmósfera, 58

8

La radiación. Equilibrios energéticos, 58

El efecto invernadero, 60

Los famosos GEI, 62

¿Cómo era la atmósfera hace miles de años?, 64

El ciclo del CO2, 66

El yin y el yang del progreso, 68

Relaciones peligrosas, 72

Hiperconectividad, 74

El lento cambio de los mares, 76

Los cambios climáticos del pasado, 80

Evidencias del cambio, 82

Radiografía de cómo estamos, 84

¿De quién es la culpa?, 86

El mundo es distinto, 90

Hace menos frío en los polos, 94

Hielo menguante, 96

Océanos de calor, 98

Biodiversidad en peligro, 100

España antes y hoy, 102

La montaña no es la de siempre en nuestro país, 106

La criosfera, 108

El mar y las costas españolas, 110

La fauna y flora ibérica, 112

Nosotros también lo sufrimos, 114

Escenarios futuros, 118

Cómo predecir el futuro, 120

Qué es un escenario, 122

Expertos mundiales en el cambio climático, 124

9

Conocer el ayer para predecir el mañana, 126

¿Cómo será la Tierra en 2100?, 128

¿Mañana lloverá más?, 132

La España del futuro, 134

Las ciudades del futuro, 136

La naturaleza que verán nuestros nietos, 138

Animales y plantas en un país cálido, 140

¿Estamos seguros de todo esto?, 142

Errores de concepto, 144

Contaminación y cambio climático, 146

Capa de ozono, un agujero atmosférico, 148

Ecologismo. Sí, pero..., 150

Mitigar el cambio climático, 152

Reducir las emisiones por países y sectores, 154

Kioto, París y Madrid, tres ciudades por un futuro, 156

¿Responsabilidad individual o colectiva?, 158

Nuestra huella de carbono, 160

Reducir nuestra huella en el transporte, 162

Qué hacer en casa para luchar por un planeta más limpio, 164

Comer con conciencia, 166

¿Cuánto emitimos?, 168

Acciones individuales, 170

Juntos podemos hacerlo, 174

motivaciones de los autores, 178

Agradecimientos, 182

Mis futuras acciones frente al cambio climático, 183

A los niños y jóvenes que heredarán el planeta y que continuarán nuestro legado.

Para que puedan vivir en el mismo fantástico lugar en el que hemos crecido nosotros.

A los que quieren cambiar para que ni nuestro clima ni nuestro planeta cambie.

A todos ellos y a vosotrosos dedicamos este libro.

12

CÓMO CAMBIAR SI NO SABEMOS QUE HAY UN CAMBIO

El clima está cambiando y el mundo y nosotros con él. Porque no solo afecta a los osos polares o a territorios lejanos. Lo notamos, vosotros y nosotros, nuestros abuelos, hijos y nietos. Se hace evidente en el campo y en el mar, y también en los pueblos y en las grandes ciudades.

Como un tsunami, el impacto del cambio climático se extiende lenta e inexo-rablemente sobre casi todo ser vivo, ecosistema o regiones de nuestro plane-ta. No parece poca cosa y hay que enfrentarse a él.

¿Cómo lo vamos a hacer? Pues entre todos, con los mil y un recursos de los que disponemos, y con herramientas, algunas poderosas, otras más humil-des, como este libro.

Una de esas potentes herramientas es el conocimiento. Entender por qué el clima está cambiando, de qué depende y cuáles son los actores princi-pales nos empoderará. ¿Por qué el CO2 la está liando tanto? ¿Tiene el Sol algo que ver con todo esto? ¿Es posible que los componentes climáticos estén más enredados entre sí que los protagonistas de un culebrón venezolano? ¿Por

Introducción

13

qué las casas gallegas son distintas a las valencianas o por qué el gazpacho no triunfa en la montaña leonesa? Conocer cómo el clima del pasado contri-buyó a ser como somos, cómo es nuestro paisaje o nuestras costumbres nos da una idea de lo importante que es que no cambie. No nos puede pasar lo mismo que con la salud: que la echamos de menos cuando ya no la tenemos.

Responderemos a todas las preguntas. No lo vamos a simplificar, porque los problemas complejos no tienen fáciles soluciones. Pero lo explicaremos de forma clara y entendible, a nuestra manera. Sin exageraciones ni petulan-cias, pero sin olvidarnos de nada.

Dicen que lo primero que hay que saber cuando se tiene un problema es... que se tiene un problema. Pues lo tenemos, aunque algún exgobernante de piel naranja aún no se haya enterado. Temperaturas más altas, aguas más ácidas… Algunas de las mejores mentes llevan años estudiando y trabajando en ello. Repasaremos las marcas más relevantes que el cambio climático está dejando en el planeta. Es duro, pero para curarse hay que conocer el alcance de los daños.

¿Sería más feliz si me hubiera casado con mi primera novia? ¿Debería haber estudiado letras en vez de ciencias? ¿Os imagináis conocer el futuro para así tomar las mejores decisiones? Pues es posible. Olvidad a la primera novia o a las letras, eso ya pasó. Pero podemos saber cómo será la Tierra en 2100 dependiendo de lo que hagamos ahora. Si ya es alucinante que sepamos el tiempo de mañana, imaginad la potencia de estos pronósticos. Os los va-mos a contar. Es increíble que tengamos este conocimiento a nuestro alcance y que no hagamos nada, ¿no creéis?

Y eso que podemos hacer muchas cosas, de forma individual o de forma colectiva, para corregir esto. ¿Sabéis lo de la sacarina después de una comi-

da pantagruélica? Pues esto es lo mismo: todo gramo de menos es mejor.

Hay actos sencillos en nuestro día a día que ayudan. En casa, en el trabajo, comiendo o viajando podemos hacer-lo mejor. No hay trucos mágicos, pero sí buenas ideas.

Os contaremos qué hacemos nosotros y así sabréis que no estáis solos, que los del tiempo de la tele son de vuestro equipo.

NUESTRO

ENTORNO

GUSTA

NOS

Tenemos la suerte de vivir en un país de lo más variado. Los paisajes, la diversidad cultural, las idílicas playas, la historia de nuestros pueblos y ciudades o la increíble gastronomía son solo algunas de las muchas razones por las que cada año gente de todo el mundo decide visitarnos.

Somos el segundo destino turístico mundial, algo más que sol y playa. Y esa variedad y esa riqueza nos identifican, las sentimos como nuestras.

Eso es precisamente lo que el cambio climático pone en peligro: lo que so-mos. Y es que no pretendemos abordar el tema solamente como un conjunto de datos, de estadísticas o de procesos físicos, porque lo que está en juego es donde vivimos. Todos tenemos vínculos emocionales con el entorno. Nos gus-ta pasear por las tardes por el pinar que queda justo al lado de casa. Disfruta-

mos yendo a pescar al río los sábados por la mañana. Nos encanta el aceite de Jaén, la sobrasada de Mallorca, la paella valen-ciana o un buen rioja.

Lo que nos rodea cambiará si cambia-mos el clima. Por eso, en esta primera parte del libro, queremos hablar sobre el incal-culable valor de lo que tenemos, para que seamos conscientes de que no podemos permitirnos el lujo de perderlo.

Veremos que todo está interconectado y que hasta lo más insignificante depende de que el clima no cambie. Y que no cambie, depende de nosotros.

16

No es lo mismo tiempo que clima

Antes de poder entender qué es el cambio climático y todo lo que implica para nosotros, resulta imprescindible dejar muy claro qué es el clima. Y es que, aunque a menudo se usa como sinónimo de «tiempo atmosférico», en realidad son cosas distintas. Es verdad que ambos términos están rela-cionados, pero no debemos confundirlos.

El clima lo es casi todo.O, como mínimo, influye prácticamente en todas las facetas de la vida y del entorno. De hecho, po-dríamos decir que el clima forma parte de la identidad de un territorio, define su carácter y marca también nuestra propia personalidad. Esto lo podemos apreciar a todas las escalas y en muchos aspectos distintos. Del mismo modo que los nór-dicos suelen tener un color de piel más claro que los mediterráneos, también hay mucha diferencia —aquí en España— en-tre el paisaje que encontramos en los Pi-rineos y el que tenemos en el desierto de Tabernas (Almería).

El paisaje, la biodiversidad, la gas-tronomía, la cultura…Hay infinidad de elementos que están condicionados por el clima. Y, por eso, la cruda realidad es que todos ellos están en juego si el clima cambia. Si nos gusta lo que tenemos, si nos importa dónde y cómo vivimos, lo que comemos y cómo somos, entonces nos debe preocupar que el clima cambie.

Ya sabemos, por tanto, que el clima es muy importante, pero ¿qué es exac-tamente? Si escapamos un poco de una

definición clásica y académica, podemos decir que es la descripción del tiempo atmosférico que suele tener un lugar. Si observamos las condiciones meteorológi-cas —temperatura, humedad, viento...— durante un periodo de tiempo suficien-temente largo, de al menos treinta años, podremos sacar conclusiones estadísticas y describir patrones del tiempo habitual en ese territorio. Es decir, si en treinta años observamos que casi nunca llueve, podemos decir sin miedo a equivocarnos que estamos ante un clima seco.

Por su parte, el tiempo atmosférico —o tiempo— es tan solo una «porción de clima». Hace referencia a las condi-ciones meteorológicas que tenemos en un momento determinado y en un lugar concreto.

Por eso, el tiempo puede ser muy cambiante en apenas unas horas.Pode-mos pasar, por ejemplo, de una mañana fría de niebla a una tarde cálida y soleada. Es verdad que el clima también puede cambiar y, de hecho, ha cambiado a lo largo de la historia de la Tierra, aunque no lo hace de un día para otro.

17

SABÍAS QUE…

Mientras que el tiempo puede cambiar súbitamente, las variaciones en el clima son mucho más lentas y, a su vez, mucho más determinantes. Porque, si todo depende del clima, si este cambia, cambia todo.

En resumen,aunque tiempo y clima son conceptos distintos, son dos caras de la misma moneda. Lo que os contamos en la televisión todos los días es el tiempo y, con eso, podemos ayudaros a elegir la ropa apropiada para esa jornada. Los cli-matólogos, en cambio, serían los más in-dicados para recomendarnos la ropa que deberíamos tener en nuestro armario. Esto es así porque son los que conocen mejor cómo se comporta el tiempo en promedio y cómo es cada una de las estaciones del año.

Las principales diferencias entre tiempo y clima.

RECUERDAUsar la expresión «condiciones climatológicas» como forma culta para referirse al tiempo es un error muy común y habitual en los medios de comunicación. Son las condiciones meteorológicas —la lluvia, el viento,

la nieve…— las que pueden influir en el desarrollo de un evento o actividad cualquiera.

TIEMPO

CLIMA

Condiciones de la atmósfera en un corto periodo de tiempo

Comportamiento de la atmósfera en largos periodos de tiempo

VS.

Temperatura media mensual (º C)

18

Si vamos al desierto es mejor que llevemos una cantimplora porque no llue-ve casi. Si viajamos a Siberia es preferible que pongamos en la maleta un buen abrigo, y si volamos al Caribe, ¡no podemos olvidarnos del bañador!

El clima y sus elementos

Sabías que… El clima es la sucesión de tipos de tiempo. Si queremos conocerlo, deberemos registrar

el tiempo atmosférico durante un periodo suficientemente largo como para que tenga valor estadístico.

Todo esto lo haríamos sin mirar qué dice el hombre del tiempo, porque suele ha-cer frío en Rusia, porque en el Caribe es verano todo el año y en el Sáhara apenas

caen unas gotas. Pero ¿qué determina estos climas? ¿Por qué nieva cada invierno en Nue-va York y casi nunca en Barcelona? Hay que ver qué factores deter-minan el clima de estos lugares.

Si medimos la temperatura, la llu-via caída, la humedad o el viento cada día en un lugar durante años, podremos determinar si ese sitio es normal-mente cálido, frío, llu-vioso o ventoso. Las

series de medidas se extienden como mínimo durante tres décadas. De este modo, nos aseguramos de que los datos más extremos no distorsionen los valores promedios, que son los que nos darán una visión más ajustada de cómo es el clima en ese lugar.

SABÍAS QUE…

La serie climática más larga de Es-paña es la de la estación meteorológica

de Madrid-Retiro, que empezó sus observa-ciones en 1893. Gracias a todas esas mediciones sabemos que Madrid es una ciudad con un clima seco, con inviernos fríos y veranos cálidos.

Para conocer bien un clima necesitamos observar durante mucho tiempo cómo se compor-tan las distintas variables meteorológicas: la tem-peratura, la humedad, el viento, la presión, la pre-

cipitación. Todas estas variables son lo que llamamos los elementos del clima.

Son muchos los factores que con-dicionan el clima, pero vamos a citar y a explicar los más importantes:

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Latitud

El eje de rotación de la Tierra está inclina-do unos 23,5º con respecto al plano de la órbita que describe alrededor del Sol. Esta inclinación provoca que la radiación solar impacte sobre la superficie terrestre con un ángulo distinto según estemos más o menos cerca del Ecuador. En los polos el ángulo de inclinación es mayor, por lo que la energía se dispersa sobre una superficie más amplia y la temperatura —por tan-

La inclinación del eje de la Tierra se traduce en que la radiación solar llegue de forma desigual a la superficie terrestre.

to— es menor. En cambio, en las regiones ecuatoriales, la radiación incide de forma casi perpendicular, concentrándose así la misma energía sobre una superficie más pequeña, lo que da lugar a que las tem-peraturas sean más altas.

La latitud es uno de los principales factores del clima. De hecho, es lo que nos permite trazar, a brocha gorda, las tres grandes zonas térmicas de la Tierra: las frías, las templadas y la cálida.

Altitud

No menos importante es la altitud sobre el nivel del mar. El clima de montaña es muy distinto al de la costa. ¿Por qué? El principal motivo de que esto pase es que, conforme vamos ganando altura, va disminuyendo la presión atmosférica. Cuando un gas pierde presión, baja su temperatura. Esta

variación es lo que se conoce como gra-diente térmico atmosférico y, en prome-dio, suele estar en torno a 0,65 ºC cada cien metros. Es decir, que la temperatura desciende algo más de medio grado por cada cien metros de altura.

20

Dominic Royé

El grado de continentalidad de los distintos puntos del planeta. Se aprecia que el interior del continente asiático es la zona más continentalizada de la Tierra.

Continentalidad

El agua es un elemento que conduce muy bien el calor. Por tanto, cuando se calien-ta, lo retiene y almacena fácilmente. Esa alta conductividad calorífica convierte a los océanos, mares o incluso a las gran-des masas de agua en unos excelentes termorreguladores. Porque mientras que el aire o el suelo se calientan y enfrían con rapidez, el agua mantiene su temperatura mucho más constante. Esta es la razón por la cual en zonas costeras hace menos frío en invierno y menos calor en verano.

CONCEPTO CLAVE

La continentalidad hace referencia a la pérdida de la influencia marítima conforme avanzamos hacia el interior del continente.

Valencia y Madrid son dos ciudades que están aproximadamente a la misma latitud, unos 40º N, pero su clima es muy distinto. En la capital de España hace bas-tante frío durante los inviernos, mientras que en Valencia son mucho más suaves y, de hecho, raramente se producen he-ladas.

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Orientación (barlovento, sotavento, solana y umbría)

La orientación es un factor importantísi-mo. Lo podemos entender bien si lo apli-camos a una vivienda; sabemos que las condiciones cambian mucho si una habi-tación está orientada al norte u orientada al sur. La luz y la temperatura cambiarán en gran medida. A mayor escala, la oro-grafía organiza distintas orientaciones que modifican las condiciones climáticas.

Siguiendo el símil de la habitación, una población tendrá un clima más cálido si está orientada a solana que a umbría. No solo eso, la orografía, la disposición del relieve, también puede alterar muchísimo el régimen pluviométrico de un lugar. Es frecuente que una cadena montañosa retenga la nubosidad en una de sus ver-tientes, la que está a barlovento, y se cree una sombra pluviométrica —zona donde llueve mucho menos— en la contraria, la de sotavento.

Corrientes frías

Corrientes cálidas

Distribución de las corrientes marinas (frías y cálidas) del planeta.

Corrientes marinas

Son grandes masas de agua con distin-tas propiedades (temperaturas) que al moverse las distribuyen por el planeta. Estas corrientes también modifican el clima. Uno de los ejemplos más claros lo tenemos en Europa. La corriente del Gol-fo, que transporta agua caliente desde el golfo de México a través del Atlántico, dulcifica las temperaturas invernales. La influencia de las corrientes marinas no solo se limita a las temperaturas, también al régimen pluviométrico. Las corrientes frías, por ejemplo, suelen ir asociadas a climas muy áridos o incluso desérticos.

Como hemos podido ver, el clima depende de muchos factores que tam-bién están interrelacionados. Conocer esos múltiples procesos que interactúan no solo nos ayuda a entender cómo son los distintos climas, sino que es la clave para explicar por qué están cambiando. Eso es, precisamente, lo que queremos contar a lo largo de este libro. ¿Nos seguís acompañando?

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¿Hay más de uno?

Con dos archipiélagos, una península de costa recortada a caballo entre el Atlántico y el Mediterráneo, al sur de Europa y a las puertas de África, con grandes ríos, extensas planicies y elevadas cadenas montañosas, pese a su modesta extensión, algo más de quinientos mil kilómetros cuadrados, la riqueza climática de España es enorme.

SABÍAS QUE…

La temperatura media anual llega a variar hasta 18 ºC entre zonas. Lo mismo pasa con la precipitación: hay áreas donde apenas caen ciento cincuenta milímetros, como Almería, mientras que en otras se superan los dos mil quinientos, como A Coruña.

Podemos decir que llueve poco y, en muchos casos, llueve mal. La torren-cialidad e irregularidad de las precipita-ciones es uno de los rasgos más frecuen-tes de nuestros climas, principalmente en el Mediterráneo. Estamos familiarizados tanto con las sequías como con las fuertes lluvias que generan grandes inundaciones.

RECUERDA

España tiene una pluviometría modesta. En cerca del 75 % del territorio la precipitación anual es inferior a los setecientos milímetros. Y en casi la mitad del país ese valor no alcanza los quinientos.

Somos un país bastante seco por-que llueve poco y, además, por nuestra latitud, el sol calienta mucho, por lo que la humedad del suelo se evapora rápido, provocando cierta aridez a parte del terri-torio. El aumento de las temperaturas que estamos experimentando lo agrava toda-vía más, extendiendo este clima semiárido a otras regiones.

La altitud es uno de los factores que más condiciona a las temperaturas. En el caso de España, es determinante, ya que tenemos una media elevada —de seis-cientos sesenta metros— y, además, una orografía compleja.

En áreas litorales o de escasa altitud las temperaturas anuales se sitúan entre los 14 y los 18 ºC. En el Cantábrico más cerca de los 14, mientras que en el Medi-terráneo y en Canarias en la banda alta de esta horquilla. El mar suaviza mucho las temperaturas, haciendo que los inviernos sean menos duros y los veranos más agra-dables. En las riberas de los grandes ríos peninsulares se registran cifras similares, aunque allí hace más frío en invierno y calor en verano.

En la meseta central, con una alti-tud que ronda los seiscientos cincuenta metros, la influencia marítima queda muy

22

rebajada, por lo que los inviernos son más fríos y los veranos, secos y cálidos. Las temperaturas medias anuales aquí están entre los 10 y los 15 ºC.

Por último tenemos los climas de montaña, donde las temperaturas pue-den ser negativas a partir de unos dos mil ochocientos metros en el norte y de los tres mil cien metros en el sur.

Sobre la base de la precipita-ción y la temperatura, un geógrafo ruso

A (TROPICAL) B ( SECO) C (TEMPLADO) D (FRÍO) E (POLAR)

f Ecuatorial W Árido/desértico s Verano seco s Verano seco T Tundra

m Monzónico s Semiárido/estepa w Invierno seco w Invierno seco F Helado

w Sabana h Cálido f Sin estación seca f Sin estación seca

k Frío a Verano cálido a Verano cálido

b Verano templado b Verano templado

c Verano fresco c Verano fresco

d Invierno muy frío

—Köppen— ideó un sistema de clasifi-cación válido para todo el planeta. Esto nos posibilita comparar entre sí el clima de distintas zonas. En el caso de España resulta muy útil, ya que por un lado per-mite distinguir la gran variedad climáti-ca que tenemos y, por el otro, observar cómo está cambiando. Así podemos comprobar que los climas más áridos, por ejemplo, se están extendiendo en los últimos años.

Cuadro resumen de los climas según la clasificación de Köppen.

Aplicando la clasificación de Köppen a nuestro país, encontramos gran diversi-dad de climas:

Tenemos el desértico (BW) en pe-queñas zonas de Almería, Murcia y Alicante, así como en buena parte de Lanzarote y Fuerteventura.

Encontramos el semiárido (Bs) en otros puntos del sudeste de la penín-sula, valle del Ebro y (en menor me-dida) en la meseta sur, Extremadura, Andalucía, Baleares y Canarias. Es el que más se está extendiendo en los últimos años.

Los climas templados (C) ocupan gran parte del territorio. Destaca, sin duda, el mediterráneo en sus diferentes va-riantes, aunque también tendríamos en este grupo al oceánico, que en-contramos en buena parte del norte peninsular.

Los fríos (D) se dan únicamente en zonas de montaña.

Y los polares (E), solo en las cumbres más altas de los Pirineos.

23

24

Como ya hemos apuntado, tenemos una gran variedad de climas. Y aunque no podamos hablar de uno único de España, sí se pueden establecer los factores comunes que dan lugar a esa gran gama climática.

¿Por qué el clima de Españaes como es?

La posición que ocupamos en el planeta es verdaderamente peculiar. Nos encon-tramos en el extremo sur de Europa, con una península separada apenas unos kiló-metros del continente africano, un archi-piélago —el balear— en el Mediterráneo occidental, dos ciudades enclavadas en el norte de África y otro archipiélago —el ca-nario— frente a la costa sur de Marruecos.

Esta ubicación favorece que lleguen hasta nosotros masas de aire de todo tipo,

Distribución de las cuatro grandes zonas climáticas de la Tierra. España es frontera entre la zona templada y la subtropical, siendo la última la que predomina.

desde las más frías provenientes del Árti-co o de Siberia, hasta las más cálidas y se-cas que proceden directamente de África. Del mismo modo, en ese pasillo interme-dio donde nos encontramos, se alterna el paso de profundas borrascas atlánticas, con la llegada recurrente del anticiclón de las Azores —principal representante de la influencia subtropical—.

¡Y no solo somos el «puente» en-tre dos continentes! También estamos

Templado

Subtropical

Tropical

Polar

25

entre dos mares. Al oeste, el gran océano Atlántico y, al este, el singular Mediterrá-neo. Singular por muchas razones, pero, sobre todo, porque es un mar casi cerrado y por lo cálidas que son sus aguas. En ve-rano, de hecho, alcanza temperaturas por encima de los 25 ºC fácilmente, unos valo-res similares a los de los mares tropicales del planeta, como el del Caribe.

CONCEPTO CLAVE

El Mediterráneo, por sus características, es un mar único en el mundo, y uno de los elementos que más influye en nuestros climas. Además, los estudios apuntan a que su entorno será una de las áreas del planeta más castigadas debido al cambio climático.

Muchos de los climas de España son mediterráneos. Su principal signo de iden-tidad lo conocemos todos: la ausencia de lluvia en verano. En gran parte del país no llueve durante los meses estivales, por lo que dependemos de que lo haga en el res-to de estaciones del año si no queremos tener problemas de escasez de agua.

Otro rasgo mediterráneo destaca-do, y que se presenta en muchas zonas de España, es la torrencialidad de las pre-cipitaciones. Esto significa que la lluvia se concentra en muy pocos días, en pocas horas o, a veces, incluso en unos pocos minutos. El suelo a menudo no puede asimilar tanta agua en tan poco tiempo, por lo que las avenidas y las inundacio-nes son un elemento común en nuestros climas. Esto se potencia aún más en la fa-chada mediterránea, donde el mar —muy caliente a finales de verano y en otoño— aporta una mayor cantidad de humedad,

favoreciendo que las lluvias sean intensas y persistentes.

SABÍAS QUE…

El récord de lluvia en un solo día se registró en Oliva (Valencia), con 817 mm, recogidos un 3 de noviembre de 1987. Es casi el doble de lo que cae en promedio en Madrid en un año.

Hay que añadir, asimismo, que Es-paña es uno de los países de mayor altitud media de Europa. Tanto la altitud como la compleja disposición del relieve mo-difican y matizan aún más las condicio-nes climáticas de nuestro país. Un claro ejemplo lo tenemos en el sureste penin-sular. Zonas como la Región de Murcia, Almería o Alicante son extremadamente áridas debido a que los frentes y borras-cas atlánticas llegan muy desgastadas al atravesar la península y sus numerosas cadenas montañosas.

RECUERDA

Cerca del 60 % del territorio de nuestro país se encuentra por encima de los seiscientos metros de altitud y casi una quinta parte supera los mil metros.

Como hemos visto, España está en una zona fronteriza, en una zona de paso donde casi todo nos afecta. La ari-dez, la irregularidad y la torrencialidad de las precipitaciones son rasgos frecuentes en nuestros climas. Rasgos que nos hacen vulnerables y que, además, amenazan con agravarse si el planeta continúa calentán-dose.

26

Bosques y alta montaña

La variedad de climas que tenemos nos permite contar con una enorme cantidad de paisajes y con una biodiversidad riquísima. España, además, al ser un país tan montañoso, presenta todavía muchos más matices, y es algo que se refleja a la perfección en nuestros bosques. Hayedos, robledales, encinares, pinares… Si queremos seguir disfrutando de estas auténticas joyas, no podemos permitir que el clima cambie.

Seguro que alguna vez habéis oído que, hace muchos años, una ardilla podía atravesar la península sin pisar el suelo, de rama en rama, de árbol en árbol. Aun-que esta historia no deja de ser más una

fábula que una realidad, sí es verdad que algu-nos autores antiguos —como Estrabón— describió Iberia como «una gran extensión de montañas y bosques» ya en el siglo I a. C.

Está claro que el país ha cambiado mu-cho en dos mil años, pero, pese a nuestra innegable huella, si-gue siendo —en cierto modo— una gran exten-sión de montañas y bos-ques que urge proteger.

Aunque de media tocamos a algo más de ciento cincuenta árboles por ca-beza, hay muchos contrastes entre unos puntos y otros —como no podía ser de

otra manera—. Mientras que cada soriano tiene más de dos mil cuatrocientos árbo-les per cápita, en Las Palmas apenas tocan a cuatro por habitante.

Ya hemos visto que tenemos gran

cantidad de árboles, pe-ro, lo más importante, es que también tenemos mucha variedad y cali-dad. Aunque los encina-res, alcornocales y pina-res son los bosques que más abundan, también hay especies propias de climas fríos y húmedos como los abedulares o abetales.

CONCEPTO CLAVE

La Selva de Irati, en Navarra, es el segundo

hayedo-abetal más extenso y mejor conservado de toda Europa, después de la Selva Negra de Alemania.

Sabías que…

España es el segundo país europeo con mayor masa forestal solo por detrás de Suecia. Tenemos 26,27 millones de hectáreas de bosque, un 57 % de todo el territorio.

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Incluso en las zonas más áridas encontramos bosques, aunque donde hay más árboles es en los Pirineos. Lleida, Huesca y Girona son las tres provincias con mayor masa forestal.

Nuestra vida y nuestras costum-bres van asociadas también a los bosques y montañas. Y ¡no solo por su belleza! Seguro que queremos seguir comiendo castañas en otoño y a muchos nos encan-ta un buen revuelto de setas. Sea por una cosa u otra, los bosques nos hacen ricos. Son nuestros pulmones, fijan y protegen el suelo y mantienen su humedad, reducen la erosión y son el hábitat perfecto para un montón de especies animales.

RECUERDA

El clima es lo que permite que tengamos todo esto que tanto nos gusta. Si perdemos los suelos, si los incendios de grandes proporciones siguen aumentando…, también perderemos los bosques.

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Un país de costas

En España tenemos, aproximadamente, ocho mil kilómetros de costa; lo que da lugar a una enorme variedad de paisajes litorales.

Hay dos vertientes diferenciadas: la atlántica y la mediterránea. La primera, muy acantilada y batida por los fortísi-