El oficial atrevido - Relato erótico - Andrea Hansen - E-Book

El oficial atrevido - Relato erótico E-Book

Andrea Hansen

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  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2019
Beschreibung

Cuando se trabaja desde casa, a menudo se pierde demasiado tiempo mirando por la ventana. En especial cuando tu hermana dirige tu atención hacia el atractivo oficial sugestivo que patrulla los parquímetros de la calle. Después de pasar mucho tiempo observándolo y lograr conocer su plan retorcido, ella decide enfrentarlo. Pero cuando finalmente encara al hombre, experimenta una atracción única y entiende que la razón por la que lo ha estado observando no se relaciona precisamente con su trabajo...-

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Seitenzahl: 43

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Andrea Hansen

El oficial atrevido

Relato erótico

LUST

El oficial atrevido

Original title:

Parkeringsvagten

Translator: LUST Copyright © 2018, 2019 Andrea Hansen and LUST, an imprint of SAGA Egmont, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726273113

1. E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

El oficial atrevido

Relato erótico

La primera vez que vi al oficial de parquímetros, estaba de visita donde mi hermana. Ella vive a un par de cuadras de mi departamento y se está tomando su licencia de maternidad. Como trabajo desde casa, puedo visitarla a veces para tomar un café al final de la mañana. Cuando no tienes colegas, es bueno tomar un descanso y compartir con alguien. Mi hermana y yo apenas nos llevamos un par de años. Y hemos sido muy cercanas siempre. Su casa es ordenada y encantadora, tiene macetas grandes con plantas en las esquinas y cojines estilo hindú sobre el sofá. Me gusta visitarla. Su departamento tiene una energía relajante y femenina, aunque ella y su esposo acaban de tener su primer bebé. A veces me pregunto cómo lo hace.

Mi hermana es hermosa. Recogió su cabello en un moño alto y desordenado, y llevaba un precioso kimono de seda sobre pijamas finas de tela suave. Me abrió la entrada con una sonrisa radiante. Cuando éramos más jóvenes viajamos a Paris, solas. Tenemos figuras parecidas y nos acomodamos a la moda francesa sin ningún problema. Siempre nos ha gustado nadar, y solíamos hacerlo juntas hasta que nos convertimos en adultas sin tiempo para ese tipo de actividades planificadas. Muchas veces nos parábamos una junta a la otra, desnudas, y era difícil diferenciar un cuerpo del otro. Mis hombros son un poco más anchos y mi cabello de un color más claro. Pero definitivamente nuestros temperamentos son diferentes.

A diferencia de mí, ella siempre ha buscado el conformismo. Lleva muchos años con Jack y ambos siempre han sabido lo que quieren. Un hermoso hogar, dos ingresos fijos y una familia. En nuestras reuniones familiares, siempre fue evidente que nuestros padres consideraban su vida más normal que la mía. Claro que muchos asuntos no se discuten en el ámbito familiar. Ese día estaba de pie junto a la ventana con su bebé en brazos, mientras hablábamos.

— Mira eso —dice señalando por la ventana.

Me acerqué a ella y miré por encima de su hombro para ver qué señala. Sacudió la cabeza en desaprobación. Vi a un joven de uniforme negro parado en la calle. Un oficial de parquímetros. Estaba parado del otro lado de la calle, casi escondido en la entrada de un edificio.

De vez en cuando salía de su escondite y miraba a su alrededor como si temiera que alguien pudiera verlo. Sonreí.

— ¿Qué sucede? —pregunté.

— Es lo peor del mundo —dijo mi hermana.

Me dijo que últimamente lo había visto allí todas las mañanas. Al llegar, revisaba la hora en cada parquímetro y luego miraba su reloj. Cuando encontraba el parquímetro con el plazo más cercano a vencer, se detenía. Luego se escondía en la entrada de un edificio, esperando el momento de escribir la multa.

En ese preciso instante avanzaba como un animal salvaje e insertaba una pequeña hoja de papel blanco en el parabrisas. Entonces se marchaba rápidamente. Probablemente para evitar la irritación del conductor al recibir una multa por un retraso mínimo en el contador del parquímetro. No creo que patrullar parquímetros sea un trabajo muy relajado. Tan sólo un poco mejor que el del encargado de chequear los boletos del tren.

Mi sobrino se despertó y empezó a hacer ruiditos. Mi hermana lo acunó en sus brazos mientras miraba al joven oficial. Mi hermana y su esposo han recibido varias multas en el momento justo en que vence el plazo y, como estaba en casa por licencia, descubrió el sistema del oficial.

— Es un imbécil —dijo—. Espero que alguien lo atrape algún día.

Nos reímos juntas. Mi hermana y su esposo llamaron a la alcaldía para reclamar por una multa en particular, pero les dijeron que el oficial sólo había hecho su trabajo. Desde la sede principal no podían controlar la manera en que cada oficial administraba su tiempo y energía. Si un auto permanecía estacionado por más tiempo del establecido, entonces recibiría una multa. Mi hermana me contó todo esto mediante gestos violentos de su brazo libre, imitando a la señora de la administración que claramente no le había dejado una buena impresión.

— Esas leyes de multas son muy estrictas. Al menos podríamos solucionarlo todo hablando, como en los buenos tiempos .

Nos reírnos de nuevo. Se sentó a la mesa y me sirvió más café.