El otro nombre . Septología II - Jon Fosse - E-Book

El otro nombre . Septología II E-Book

Jon Fosse

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Beschreibung

Jon Fosse está escribiendo una Septología, una gran novela en 7 partes. Se trata de la vida interior de Asle, un hombre que actualmente es un pintor reconocido que vive solo al borde del mar y apenas se relaciona con gente. Todos los libros comienzan con su pensamiento acerca de un cuadro que acaba de pintar y terminan en un rezo repetitivo. En cada uno de esas partes vamos descubriendo qué le ha pasado en la vida para haber terminado así. Aquí, en el II, el lector asiste a dos hechos que marcaron su infancia. Jon Fosse es capaz de devolvernos la sensación perdida de cuando éramos niños y descubríamos el mundo sin saber que eso determinaría nuestras vidas. A diferencia con otros autores, Fosse declara que no escribe para expresarse, sino para desaparecer. Esa es la diferencia con la autobiografía también en varios libros de Knausgaard, su alumno. Kanusgaard muestra su vida tal cual es y Fosse la pasa por una especie de exorcismo. "Jon Fosse es un genio". Robert Wilson

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Título:

El otro nombre. Septología II

Título original:

Det andre nammet

De esta edición:

© De Conatus Publicaciones S.L.

Casado del Alisal, 10

28014 Madrid

www.deconatus.com

© Copyright 2019 by Jon Fosse

Publicado con el permiso de Winje Agency A/S, Sklensgate, 12, 3912 Porsgrunn, Norway

© De la traducción: Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun

La publicación de esta traducción ha recibido ayuda financiera de NORLA, Norwegian Literature Abroad

Primera edición: noviembre 2020

Diseño de la colección: Álvaro Reyero Pita

ISBN: 978-84-17375-47-8

Producción del ePub: booqlab

Todos los derechos reservados.

Esta publicación no puede reproducirse total ni parcialmente, ni almacenarse en sistema recuperable o transmitido, en ninguna forma ni por ningún medio electrónico, mecánico, mediante fotocopia, grabación ni otra manera sin previo permiso de los editores.

La editorial agradece todos los comentarios y observaciones:

[email protected]

Para Anna

II

Y me veo de pie, mirando las dos rayas que se cruzan más o menos por el medio, una marrón y otra morada, y veo que he pintado las rayas despacio y con mucho óleo espeso, y que el óleo se ha corrido, y donde las líneas se cruzan el color ha producido una bella mezcla y corre hacia abajo y pienso que esto no es un cuadro, pero que al mismo tiempo es como debe ser, está terminado, y luego me alejo un poco del cuadro y me quedo mirándolo y me veo a mí mismo acostado en la cama de la Fonda y pienso que hoy es martes, un martes cualquiera, y en realidad puedo levantarme ya, lo mismo da, o al menos vestirme, pienso, y me siento en el borde de la cama y pienso menuda noche, pienso, y me levanto y cojo del suelo el pantalón y me lo pongo y me meto por la cabeza el jersey negro y me pongo la chaqueta de pana negra y luego me siento sobre el borde de la cama y me suelto los cordones de los zapatos, me pongo los zapatos, me ato los cordones y veo el abrigo negro echado sobre la silla y pienso que apenas he dormido a pesar de lo cansado que estaba al acostarme, o que habré dormido, sólo que no lo siento así y curiosamente tampoco tengo mucho sueño, pienso, y me levanto y entro en el cuarto de baño y me echo agua fría en la cara, una vez, varias veces, y me suelto el pelo largo y canoso y me lo peino con los dedos y cojo la goma negra con la que me recojo el pelo y consigo recogérmelo de nuevo con la goma, y me enjuago la boca con agua fría, hago gárgaras, escupo, varias veces lo hago, y ya estoy listo, supongo, en la medida de lo posible, para ir a desayunar, pienso, porque empiezan a servir el desayuno a las seis, eso lo recuerdo, en fin, tampoco he perdido la memoria del todo aunque se me haya encanecido el pelo, porque me acuesto pronto y me levanto pronto, me acuesto sobre las nueve y enseguida me duermo y me despierto sobre las cuatro y me levanto y antes de las cinco ya estoy pintando, así es la cosa, pienso, y pienso que va a estar bien desayunar y me echo el abrigo largo y negro sobre un brazo y me cuelgo el bolso marrón y abro la puerta y apago la luz y cierro la puerta y meto la llave en el bolsillo de la chaqueta de pana y me acerco al ascensor y dentro del ascensor me santiguo, todas las mañanas me santiguo, a veces sólo me santiguo, otras me santiguo y luego rezo el Pater Noster o el Padre Nuestro y me santiguo también después de la oración, pienso, y el ascensor se para con unas sacudidas y salgo y voy al comedor, a la Cafetería, porque por la mañana la Cafetería hace las veces de comedor para los que se alojan en la Fonda, desayunan allí, y me ha sentado bien salir de la habitación, siempre duermo muy bien ahí, en la habitación 407, pero esta noche he dormido mal, si es que he dormido algo, aunque es curioso, no me siento cansado, pienso, y no hay nadie más en el comedor, debe de ser demasiado temprano, pienso, y me sirvo generosamente y me busco una mesa junto a una ventana con vistas a la Bahía y a Bryggja y me siento y como, pero la comida no me sabe tan bien como de costumbre porque pienso constantemente en Asle, en cómo estará, en si se habrá recuperado, en si al menos estará mejor, en si le darán hoy el alta, de lo contrario quizá podrían darle al Hombre para Todo la llave de su casa y así él y yo podríamos ir a buscarle a Asle lo que quiera que se le traiga, porque a mí no me van a dar la llave, si quiero entrar en la casa va a tener que acompañarme el Hombre para Todo, que abrirá la puerta y luego la cerrará, porque así lo hicimos ayer cuando fui a recoger al perro, pienso, bueno, creo que todo esto me ha dejado tan aturdido que no me acuerdo de nada, pienso, y miro a mi alrededor y sigo estando solo en el comedor y pienso que habrá poca gente alojada en la Fonda en esta época del año, y además he bajado muy temprano, acaban de empezar a servir el desayuno, y afuera en Bryggja no he visto una sola persona, pienso, y no hay barcos amarrados en la Bahía, y está todo cubierto de nieve, está todo blanco, y es hermoso, pienso, pero el desayuno no me sabe tan bien como de costumbre y no consigo tomarme más que un poco de los huevos revueltos y un poco del tocino frito y un poco del café y aunque sea una vergüenza dejarse tanta comida rica, me levanto y voy a la recepción y digo buenos días y la vigilante nocturna, una mujer a la que nunca he visto antes, me mira somnolienta y le digo que quiero pagar una noche y ella me prepara la factura y pago y le devuelvo la llave y salgo y fuera no está muy oscuro porque la luna, y resulta que hay luna llena, luce, y la nieve luce blanca y clara, y hace frío, está hermosa, nada menos, incluso se ven estrellas, y ya han limpiado la nieve delante de la entrada de la Fonda, bueno, de toda la acera han limpiado la nieve ¿y ahora? ¿y ahora qué hago? pienso, es temprano, y supongo que será demasiado temprano para recoger al perro, porque la que se lo llevó estará durmiendo, esa mujer que había convivido con un músico que al final no hacía más que beber y ella acabó pidiéndole que se marchara y él se marchó, algo de lo que ella más tarde se ha arrepentido muchas veces ¿pero cómo se llamaba? ¿y dónde vivía? ah, sí, de eso sí me acuerdo, porque se llama Guro y vive en Calleja 3, claro, pero seguro que aún no se ha levantado ¿o quizá ella también se despierte temprano? en cualquier caso puedo ir primero al coche, estará completamente cubierto de nieve, pero yo llevo cepillo y rascador, claro, así que iré a quitarle la nieve al coche, pienso, y ahora, ahora tengo claro cómo se va, pienso, y casi me río para mis adentros, porque el camino de la Fonda a la plazuela donde suelo dejar el coche cuando vengo a Bjørgvin, delante de la Galería Beyer, en la plaza de aparcamiento que en su día Beyer prácticamente me asignó, bueno, ese camino sí que me lo conozco bien, y aun así anoche conseguí perderme, pero eso era porque no se veía nada con la nevada, hubo una verdadera ventisca, pienso, pero ahora no tengo más que salir de la Fonda y bajar por la calle y luego coger a la derecha y caminar un poco y luego a la izquierda y recorrer la Calleja hasta la Calle Alta, y luego andar otro poco por la acera, y allí estará la Galería Beyer en todo su esplendor, la dirección de la Galería Beyer es Calle Alta 1, y delante de la galería hay un espacioso aparcamiento, así que primero voy a limpiar la nieve del coche y rascar el hielo de las ventanillas, y luego tal vez pueda darme un paseo, o qué narices, cuando haya cepillado y rascado el coche y quizá arrancado el motor y calentado el coche, me iré a llamar a la puerta de esa mujer que vive en la Calleja y que se llama Guro, porque es Guro, la Calleja, sí, Calleja 3, y ya que me acuerdo al menos llamaré a la puerta correcta, pienso, y avanzo por la acera y luego me meto por la Calleja, que no es más que una apertura estrecha, tendrá apenas dos metros de ancho, y después se va estrechando hasta que se queda en poco más de un metro de ancho, y al final vuelve a ensancharse un poco, pienso, y ahora voy a buscar el número 3, y me paro, y qué oscuro estaría esto si no hubiera luna llena, y en la penumbra veo que el número 3 está justo encima de mi cabeza, en la puerta más cercana de la calle, y me acerco a la puerta y miro los nombres del telefonillo y pone Hansen y Nilsen y Berge y Nicolausen, pero no pone Guro, aunque si vive en el numero 3 se apellidará Berge, creo, tal vez, aunque Hansen es un apellido más corriente, pero no para una persona del campo, pienso, y miro hacia arriba, y todas las ventanas están oscuras, y me vuelvo y miro hacia la otra acera de la Calleja y veo la escalera en la que yacía Asle cubierto de nieve, de eso, al menos, estoy casi seguro, y ahí, en la pared junto a la puerta, hay una placa con el número 5 y me acerco y miro los letreros con los nombres y pone Hansen, Olsen y Pedersen y luego, gracias a Dios, sobre uno de los timbres, pone simplemente Guro, pero la que se supone que se llama Guro dijo que vivía en Calleja 3 ¿no? ¿será que una vez más lo recuerdo mal? resulta que he estado pensando en el número equivocado, aunque en realidad lo extraño sería lo contrario, en fin, en cualquier caso todas las ventanas están oscuras, también las de Calleja 5, pero será aquí donde vive ¿no? porque será de esas personas que sólo ponen su nombre de pila en el telefonillo, pienso, así que al menos sé donde vive, y que en el telefonillo tiene puesto el nombre de pila y no el apellido, y una vez más me he hecho un lío con los números, pienso, y menuda suerte que sólo tenga puesto Guro en la puerta, pienso, ya que no conozco el apellido, pero algo de suerte se podrá tener, pienso, y me digo en voz alta que la Guro estará durmiendo y pienso que no puedo llamar al timbre y despertarla, todavía no, pero quizá un poco más tarde, pienso, así que primero voy a ir al coche y voy a cepillarlo y rascarlo, voy a arrancar el motor, a calentarlo, calentaré el coche entero, y después voy a tener que despertarla, pienso, y luego pienso que fue en la escalera del número 5 de la Calleja donde me encontré ayer a Asle, tirado delante de la puerta, la puerta de Calleja 5 ¿así que iba a casa de la que se llama Guro? tal vez, porque él tenía amigas, como solía decir ¿y quizá Guro fuera una de ellas? y ahora es ella la que tiene a su perro, a no ser que viva otra Guro en la casa de enfrente, porque yo pensaba que la que se llevó al perro me dijo que vivía en Calleja 3, eso fue lo que me dijo ¿no? así que quizá la que tiene al perro sea la que se apellida Berge y no se llame Guro, porque al principio creo que dijo que se llamaba de otra manera ¿no? ¿pero cómo era el otro nombre? era Silje o algo así, puede que en realidad no se llame Guro, pienso, ¿pero cuál era el otro nombre? ¿el que dijo primero? ¿cuándo estábamos en Comida y Bebida? sí era Silje, sí que lo era, pienso, y sigo andando hasta que llego a la Calle Alta y desde la acera veo la Galería Beyer, en todo su blanco esplendor veo la casa, en la planta baja está la galería, y arriba, en el primero, tiene Beyer su vivienda, y veo mi coche, que está aparcado junto al coche de Beyer, completamente cubierto de nieve, y aún hay bastante oscuridad, pero gracias al brillo de la luna llena y a la iluminación de la calle y a la nieve blanca veo bastante bien, así que ahora veremos, pienso, y pienso que al ver el coche me he llevado una pequeña alegría, mira que soy infantil, pienso, y me acerco al coche y lo abro y me meto dentro, y ahora veremos si arranca, y seguro que arranca, porque el mío es un coche bien cuidado y tiene la batería adecuada, pienso, y meto la llave y la giro y el coche arranca enseguida y pongo la calefacción al máximo porque el coche está frío, y me bajo y abro el maletero y saco el cepillo y vuelvo a cerrar el maletero y empiezo a cepillar la nieve del coche, y ha nevado mucho, hay unos treinta centímetros de nieve sobre el techo, algo así, pienso, y cepillo la nieve y pienso que cuando haya quitado la mayor parte y haya rascado las ventanillas, iré a llamar al telefonillo en el que pone Guro, pues sí, así sin más, aunque la despierte, tampoco será tan terrible que la despierte, puede darme al perro y volverse a la cama y seguir durmiendo, pero todo el rato he pensado que vivía en Calleja 3 y no en Calleja 5 ¿así que tal vez sería mejor que llamara al telefonillo en el que pone Berge? porque primero, en Comida y Bebida, dijo que se llamaba algo distinto a Guro, Silje dijo ¿o quizá fuera Silja o algo así? y dijo que nos conocíamos bien ¿dijo que nos conocíamos en sentido bíblico? ¿quizá fuera eso lo que dijo? ¿o algo parecido? sí, puede ser, no es completamente impensable, pienso, y continúo cepillando el coche, que ya empieza a tener bastante buen aspecto, no es que consiga quitar toda la nieve, claro, pero sí la mayor parte, pienso, y ahora tengo que rascar los cristales, pienso, y abro el maletero y dejo dentro el cepillo y saco el rascador y vuelvo a cerrar el maletero y me pongo a rascar las ventanillas, y tanto la luna como la luneta se han calentado ya un poquito así que resulta bastante fácil rascarlas, y luego rasco como puedo las ventanillas y me doy por satisfecho con el rascado y dejo el rascador en el maletero y me siento en el coche, que ya está caldeado, y me quedo ahí sentado, mirando al frente, y noto que estoy muy despierto y muy cansado al mismo tiempo, y ahora tengo que ir por el perro, Brage, sí, eso es lo primero que tengo que hacer, pienso, y miro el reloj y son ya más de las siete, pues ya podré llamar a la puerta de la que se llama Guro, el perro estará con ella, porque así se llamaba la que se llevó el perro, sería una broma lo del otro nombre que me dijo en Comida y Bebida, pienso, y si me equivoco, que se enfade, pienso, y apago el motor y salgo y cierro el coche y ahora, pienso, ahora enfilo hacia Calleja 3 y llamo al telefonillo en el que pone Berge, pienso, porque ella dijo que vivía en Calleja 3, de eso estoy seguro, mientras que sobre cómo se llamaba dijo varias cosas, así que voy a llamar donde pone Berge, pienso, y enfilo por la acera de la Calle Alta, y luego, bueno, luego cojo a la izquierda y ya estoy en la Calleja y bajo por la Calleja y veo la placa en la que pone 3 y veo que todas las ventanas de la casa están oscuras y me acerco a la puerta y pulso el telefonillo junto al apellido Berge y desde la calle puedo oír que suena el timbre, no alto, sino bajo, se oye un sonido lejano y supongo que ya sólo me queda esperar ¿y si no se despierta?¿y si no ocurre nada? ¿tendré que volver a llamar? he llamado muy brevemente, apenas he pulsado el telefonillo porque no quería hacer ruido ¿así que tal vez deba llamar otra vez? y vuelvo a pulsar el telefonillo, esta vez más rato, y veo encenderse una luz en una ventana muy cerca de mí, así que vive en la planta baja, me digo, a no ser que haya despertado a otra persona, pero dijo que vivía en la planta baja ¿no? sí, creo que dijo eso, pienso, y pienso que esto no me gusta, estoy despertando a Guro o como se llame, o quizá incluso a otra persona, sea quien sea, y es demasiado temprano, pienso, pero yo tampoco puedo andar así, vagando por las calles o esperando en el coche, pienso, y entonces veo aparecer una cara en la ventana y no es una mujer de mediana edad, desde luego, la cara que estoy viendo es la cara de una mujer de edad avanzada y la mujer abre la ventana

¿Qué quieres? pregunta

y me mira con los ojos entornados, no está ni enfadada ni irritada, más bien parece indiferente, ay, ay, pienso, me he vuelto a confundir con los números

Bueno, contesta, dice

y pienso que tengo que decir algo ¿pero qué puedo decir?

¿Sí? dice ella

y le pido disculpas, le pido disculpas porque me he equivocado, he llamado a la puerta que no era, y eso ya está mal, digo, y el que sea tan temprano no mejora la cosa, estoy despertando a la gente

No me has despertado, dice la vieja

Me alegra saberlo, digo

Yo ya casi no duermo, dice

y no sé qué decir

Yo ya casi no duermo y lo único que espero es dormirme para siempre, para siempre, dice

y yo me quedo parado y vuelvo a pedirle disculpas y le digo que lo que yo quería era llamar a la puerta de una que creo que se llama Guro

¿Crees? dice la vieja

Ah, sí, esa, dice

Sí, a esa puerta llaman hombres a todas horas, de día y de noche, dice

Así que a esa puerta puedes llamar tranquilamente, dice

No entiendo cómo no le da vergüenza, dice

Pero no tiene cabeza para avergonzarse, dice

Y mira que tenía buen marido, y cogió y lo echó de casa, dice

y sacude la cabeza y dice que así se comportan algunas, ella en cambio nunca echó a su marido y eso que no le faltaban razones para hacerlo, porque el marido andaba con otras, no le extrañaría que hubiera andado también con esa Guro, aunque ella fuera mucho más joven que él, pero ella aguantó con su marido, porque ella no es una ramera, y desde que murió el marido lo ha echado de menos con toda su alma, al fin y al cabo era un buen hombre que hizo lo que pudo, trabajó y se esforzó y se mantuvo a sí mismo y a su familia, como debe hacer un hombre, que no me vengan ahora, pero un día, y veo que se seca los ojos con el dorso de la mano, de pronto una mañana se lo encontró tieso, muerto, hace ya algunos años, pero todavía se le saltan las lágrimas sólo de pensarlo, dice, y yo digo que realmente lamento mucho haberla molestado y ella dice que ya puedo darme prisa y cruzar la calle y llamar a la puerta de la ramera, ya que es lo que quiero, dice, y yo digo que no y que disculpe y ella cierra la ventana y veo que la luz se apaga y pienso vaya, he vuelto a equivocarme de número, como siempre, resulta que no era en Calleja 3 donde vivía, así que espero que de verdad sea en Calleja 5, donde pone Guro en el telefonillo, porque de lo contrario no sé dónde buscar al perro, a Brage, y si Asle no recupera a su perro ¿cómo le irá? pero estoy seguro de que la que se llevó al perro dijo la Calleja, porque de las palabras sí que me acuerdo, la verdad es que las palabras se me dan bien, y por eso leo libros en varios idiomas, pienso, y doy media vuelta y cruzo la Calleja y veo la placa en la que pone 5 y veo que también ahí están todas las ventanas oscuras y pulso el timbre junto al nombre de Guro y veo que se abre una ventana a mi derecha y la que se llama Guro, sí que es ella, gracias a Dios, asoma la cabeza y con voz somnolienta pregunta qué pasa

Sí, pasa, digo

¿Cómo? dice

y su voz no suena precisamente amable y luego oigo un perro que empieza a ladrar y me acerco a la ventana

Ah, eres tú, dice

Pensaba, pensaba que era otro, dice

Ya, digo

Sí, uno, dice

y se ríe un poco y ya se está despertando

Ya sabes, dice

Estaba dormida, dice

Sí, digo

Ya sabes que una mujer sola, dice

y me quedo parado, incapaz de pronunciar palabra

¿Quieres pasar? dice

y no digo nada

No puedes quedarte fuera con este frío, aquí dentro se está bien, dice

y dice que tengo que entrar, que viene a abrirme la puerta, dice, y se da cuenta de que no tengo ninguna gana de entrar, nunca me ha gustado entrar en casa de la gente, es como si me acercara demasiado a ellos o algo así

Bueno, no sería la primera vez que entras en mi casa, dice

Más de una vez has estado, dice

y se ríe

Pero parece que no te acuerdas, dice

Anoche ni siquiera me reconociste, dice

Yo creía que me recordarías, dice

y dice que ha pensado mucho en mí, porque al fin y al cabo la he buscado, eso dice, buscado, varias veces la he buscado, pero debía de estar demasiado borracho para acordarme, es obvio, dice, es obvio que estaba borracho, dice, y es obvio que ella ya está despierta, pienso, y digo que bueno, que vengo por el perro

¿Te has despertado temprano? dice

Sí, contesto

¿No podías dormir? dice

No, digo

¿Te quedaste pensando en él? dice

y digo que sí, que me quedé pensando en cómo estaría Asle, y ahora quiero irme a mi casa y llevarme al perro, bueno, ella ya sabe que se llama Brage, me lo llevo, claro, como habíamos acordado, digo

Bueno, dice ella

Y recuerdo que vives en Dylgja, dice