Un nuevo nombre. Septología VI-VII - Jon Fosse - E-Book

Un nuevo nombre. Septología VI-VII E-Book

Jon Fosse

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Beschreibung

En este final de la Septología de Jon Fosse, la obra en prosa más importante de este autor considerado como "el Beckett del siglo XXI" (Le Monde), el protagonista, Asle, dividido en sus dos vidas posibles, se enfrenta al conjunto de su vida. ¿Qué actitud ante la vida le ha conducido a la soledad extrema, a la búsqueda espiritual? Jon Fosse nos lleva a un nivel de lectura radical, hipnótica, única. Asle se ve a sí mismo en su pasado, en todos los desencuentros iluminados por un solo encuentro. Mientras está sentado con la mirada fija en un punto en las olas del fiordo, revive cada escena de su vida que ha ido definiendo el que es ahora. ¿De dónde sale la energía del amor? ¿Es posible vivir sin ella? La impresionante construcción de una Septología se sostiene en una última frase. Fosse no es sólo el creador de la prosa hipnótica, también un maestro en el arte de la novela.

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Título:

Un nuevo nombre. Septología VI – VII

Título original:

Eit nytt namn. Septologien VI – VII

De esta edición:

© De Conatus Publicaciones S.L.

Casado del Alisal, 10

28014 Madrid

www.deconatus.com

© Copyright 2021 by Jon Fosse

Publicado con el permiso de Winje Agency A/S, Skiensgate 12, 3912 Porsgrunn, Norway

© De la traducción: Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun

La publicación de esta traducción ha recibido ayuda financiera de NORLA, Norwegian Literature Abroad

Primera edición: enero 2023

Diseño de la colección: Álvaro Reyero Pita

ISBN: 978-84-17375-87-4

Producción del ePub: booqlab

Todos los derechos reservados.

Esta publicación no puede reproducirse total ni parcialmente, ni almacenarse en sistema recuperable o transmitido, en ninguna forma ni por ningún medio electrónico, mecánico, mediante fotocopia, grabación ni otra manera sin previo permiso de los editores.

La editorial agradece todos los comentarios y observaciones:[email protected]

 

 

Nur Narr! Nur Dichter!

FRIEDRICH NIETZSCHE

 

VI

Y me veo de pie, mirando las dos rayas que se cruzan más o menos por el medio, una marrón y otra morada, y veo que he pintado las rayas despacio y con mucho óleo espeso, y que el óleo se ha corrido, y donde las líneas se cruzan se produce una bella mezcla de color y pienso que ya no soporto ver más ese cuadro, porque lleva ya mucho tiempo ahí en el caballete, un par de semanas, quizá, así que ahora, una de dos, o lo cubro de pintura blanca o lo llevo al desván, al trastero donde guardo los cuadros que no quiero vender, solo que llevo días pensando lo mismo, pienso, y agarro el bastidor y lo suelto y me doy cuenta de que yo, que llevo toda la vida pintando, en fin, desde que era un niño, óleo sobre lienzo, pues ya no tengo ganas de pintar, toda la alegría que me daba pintar ha desaparecido, pienso, y hace ya semanas que no pinto, y ni siquiera he sacado el cuaderno de bocetos del bolso marrón colgado sobre los cuadros que tengo apartados, ahí entre la puerta de la entrada y la puerta de la alcoba, y pienso que quiero deshacerme de ese cuadro y deshacerme del caballete, y de los tubos de óleo, en fin, de todo, quiero deshacerme de todo lo que tengo sobre la mesa de la sala, de todo lo que tiene que ver con pintar en lo que ha sido tanto taller como sala de estar, y así ha sido desde que Ales y yo nos mudamos a la casa hace tanto, tanto tiempo, porque todas estas cosas me están agobiando, y tengo que deshacerme de ellas, fuera, y no es que entienda lo que me está pasando, pero algo es, algo me pasa, y en realidad da igual qué es, pienso, y oigo a Åsleik decir Cruz de San Andrés, enfatizando la palabra, con ese desagradable énfasis en la palabra, como para demostrar que él también sabe cosas lo dice así, con orgullo, y es que Åsleik es un ingenuo, sí, esa es la palabra correcta, ingenuo, pienso, y pienso que he dicho que lo acompañaré a Øygna a celebrar la Navidad con la Hermana, como la llama él, con la que se llama Guro, y supongo que será lo mejor para mí, puesto que si me quedara solo me quedaría en la cama, ni me levantaría siquiera, bueno, solo para coger agua si tuviera sed y comida si tuviera hambre, pero por lo demás me quedaría en la cama ahí en la alcoba y sin encender la luz, para que estuviera todo lo más oscuro posible, y luego intentaría dormir, intentaría no pensar en nada, porque querría que estuviera todo vacío, eso, vacío y silencioso, sí, silencioso y oscuro, porque ahora lo único que deseo es silencio, un silencio absoluto, que caiga sobre mí un silencio como cae la nieve, y que me cubra, pues sí, que caiga un silencio sobre todo lo que existe, y también sobre mí, eso, sobre mí, ojalá nieve sobre mí un silencio que me cubra, que me haga invisible, que lo haga todo invisible, que logre que todo desaparezca, pienso, y desaparecerán todos los pensamientos, todas las imágenes que se han acumulado en mi recuerdo y me atormentan y yo estaré vacío, solo vacío, me convertiré en una nada silenciosa, en una oscuridad silenciosa, y quizá lo que tengo en mente sea la paz de Dios, o quizá no, quizá no tenga nada que ver con eso que llamamos Dios, pienso, si es que es posible hablar de Dios, si es que tiene algún sentido, porque acaso no era Dios algo que solo es, pero de lo que no se puede decir nada, pienso, y pienso que el rezo, eso de rezar el rosario a mi manera, sigue haciéndome bien, igual que la misa, solo que Bjørgvin queda lejos, al menos si vas y vienes en coche en un mismo día, y ahora se me hace cuesta arriba, pienso, y ya he pasado muchas noches en la Fonda, pienso, aunque en Navidad siempre cojo el coche para ir a la misa del día, y lo haría también este año si no fuera porque voy a acompañar a Åsleik a celebrar la Navidad en casa de la Hermana, así que este año me quedo sin misa del día, pienso, y estoy ahí de pie ante el caballete y entonces voy y me paro ante la ventana y miro por la ventana y aunque está oscuro veo el camino que hice construir entre mi casa y la carretera principal y veo mar, solo mar, islotes y escollos, en fin, el mar de Sygne, y luego, a lo lejos, veo el mar abierto, y aunque sea de noche lo veo todo perfectamente y pienso que tengo que quitar ese cuadro de en medio, tengo que cogerlo y quitarlo de ahí, no quiero verlo, no quiero tenerlo más en la sala, tengo que quitarlo de ahí, pienso, y me acerco al caballete y agarro el bastidor y levanto el cuadro del caballete y lo dejo con los cuadros inacabados, debajo del gancho donde cuelga mi bolso marrón de cuero, entre la puerta de la alcoba y la de la entrada, en la fila de cuadros con los que aún estoy no contento, y miro la pared junto a la puerta de la cocina y ahí ya no hay cuadros porque hace algunas semanas los llevé a Bjørgvin, a la Galería Beyer, pienso, y veo a Brage junto a la puerta de la cocina, mirándome, y pareciera que siente lástima por mí, pienso, pareciera que Brage quiere consolarme solo que no sabe cómo, y veo sus ojos de perro, y es como si lo entendieran todo, bueno, como si para ellos no hubiera secretos, pienso, y Brage no se aparta de mí, cuando me echo en el banco viene a echarse a mi lado, y por la noche cuando me meto en la cama de la alcoba hace lo mismo, me sigue y se sube a la cama de un salto, y lo cierto es que mi vida no sería gran cosa sin este perro, sin Brage, pienso, solo que Asle se recuperará pronto y tendré que devolvérselo, pienso, y entonces me agenciaré mi propio perro, eso seguro, pienso, porque hasta ahora nunca he tenido perro aunque muchas veces he pensado en agenciarme uno, una y otra vez he pensado en agenciarme un perro, y luego una barca, una barmar, que las llaman, una barca de Barmen, pero del dicho al hecho nunca he pasado

Ay, Brage, digo

y enseguida empieza a agitar el rabo y pienso que necesita salir un poco

Vas a salir a darte una vuelta, Brage, digo

y voy a la puerta y la abro y Brage sale corriendo a la nieve, pero ya ha dejado de nevar, y hace más frío, pues sí, hace una noche realmente fría y clara y veo las estrellas brillar ahí afuera en el firmamento, y veo la luna, que está grande y redonda y amarilla, pienso, y pienso que desde la luna, y desde las estrellas, es Dios quien reluce, bueno, en fin, de alguna manera, aunque Dios no sea nada, y no tenga ni un cómo ni un por qué, y es que Dios no tiene por qué, como tampoco lo tienen la luna y las estrellas, la luna sencillamente está ahí, como lo están las estrellas, pues sí, una flor sencillamente está ahí, igual que un ciervo, porque tanto la luna como las estrellas y las flores y los ciervos son sencillamente lo que son, solo que al contrario que Dios sí que tienen su cómo, pienso, y tengo frío, y hoy es viernes y es de noche y mañana será víspera de Nochebuena y este año acompañaré a Åsleik a celebrar la Navidad con su hermana Guro ahí en Øygna, y todos los años, desde que el Músico ese abandonó a la Hermana, Åsleik me pregunta si quiero acompañarlo, porque mientras la Hermana y el Músico vivían juntos, Åsleik no celebraba la Navidad en casa de la Hermana, y yo, desde hace por lo menos diez años, siempre respondo que prefiero pasar la Navidad solo, pero resulta que este año no tengo ganas de estar solo, la verdad es que no tengo ganas de nada, y mucho menos de seguir pintando, mira que es raro, pienso, y en ese momento llamo a Brage y él vuelve con parsimonia, y pasamos a la entrada y él se sacude, se sacude la nieve y yo cierro la puerta de la casa y entro en eso que es tanto sala como taller y que pronto será solo sala y noto que estoy cansado, y debería acostarme, pienso, y voy y me siento en mi sillón junto a la mesa redonda y miro hacia la oscuridad de afuera, hacia el punto por el que me oriento, hacia mi lugar ahí afuera en el mar de Sygne y miro hacia las olas y veo a Asle salir de la habitación que alquila en calle Universidad 7, en casa de Herdis Åsen, y Asle enfila hacia la Escuela de Arte y piensa que se pasan los días pintando modelos en vivo, durante tres horas, croquis se llaman, y luego tienen dos clases de historia del arte a la semana, y quizá sea eso lo que le resulta más provechoso, y es que el hombre que da las clases, el catedrático Christie, es catedrático de historia del arte en la Universidad de Bjørgvin, y lo que se le queda a Asle no es tanto lo que dice como las diapositivas que les enseña de obras de arte, piensa Asle, y el catedrático Christie dice que es evidente que los grandes artistas marcan una diferencia, con su arte particular, absolutamente particular, introducen algo nuevo en el mundo, pues sí, una nueva manera de mirar desconocida hasta entonces, y cuando uno de esos artistas concluye su obra el mundo tiene otro aspecto, dice el catedrático Christie, y aun así lo que más impresionaba a Asle eran los cuadros que mostraba, y los libros a los que se refería, que podían conseguirse en la Escuela de Arte, porque allí había una gran biblioteca, aunque había mucha lista de espera, Asle se apuntó por ejemplo a la lista de espera de un libro de reproducciones de pinturas de Lars Hertervig y pasaron tres meses hasta que consiguió el libro, y luego solo podía quedárselo un mes, piensa Asle, pero entonces se topó con un librito de pinturas de Lars Hertervik en una librería de Bjørgvin y se compró el libro y era tan pequeño que le cabía en el bolsillo interior de la chaqueta de pana negra y empezó a llevarlo siempre encima, se lo llevaba a todas partes y cuando le encajaba miraba un rato las pinturas, al sentarse en un banco en un parque, o cuando iba solo a la Cafetería, o a la Taberna, y luego estaba la Colección de Arte de Bjørgvin, que quizá fuera el lugar del que Asle sacaba más provecho, porque la verdad es que antes de mudarse a Bjørgvin él no había visto nunca pinturas decentes, y ya en su primer día en la Escuela de Arte los estudiantes se enteraron, bueno, fue Eiliv Pedersen quien se lo dijo, de que debían visitar la Colección de Arte de Bjørgvin tan a menudo como les fuera posible, y de que estaría bien que se pasaran una, bueno, varias horas mirando la misma obra de arte, aunque si aún no habían estado nunca lo mejor eran que se llevaran cuanto antes una impresión de conjunto de la colección, dijo Eiliv Pedersen, y después había que elegir una obra y estudiarla a fondo, y venía bien hacerle bocetos, o mejor aún hacer bocetos propios en diálogo con la obra, eso dijo Eiliv Pedersen, piensa Asle, y si pintaban lo bastante bien quizá algún día la Colección de Arte de Bjørgvin comprara una o varias de sus obras, y eso sería un verdadero honor, dijo, un honor solo superado por el de ser Artista Invitado del Festival de Bjørgvin o por el de que el Museo Nacional de Arte en Oslo comprara una o varias de sus obras, dijo, piensa Asle, y piensa que él en realidad se conformaría con poder pintar sus cuadros y ganar lo suficiente para vivir de ellos, piensa, y yo estoy sentado junto a la mesa redonda mirando la oscuridad de afuera y aunque esté oscuro veo el mar, veo las olas, ahí en mi lugar en medio del mar de Sygne, con tanta nitidez como si fuera pleno día veo el mar, veo las olas, y esta noche el mar está bastante tranquilo, pienso, mientras busco mi lugar en el mar, pues sí, más o menos en medio del mar de Sygne queda mi lugar, pienso, y pienso que esta noche viene Åsleik a comer bacalao seco y no tengo muchas ganas de recibir visita, porque es como si me faltaran las fuerzas para hacer las cosas, incluso para quedarme sentado en mi sillón, pienso, pero en algún sitio tengo que estar y algo tengo que hacer y mañana es víspera de Nochebuena y luego viene la Nochebuena, y le he dicho a Åsleik que voy a acompañarlo a celebrar la Navidad en casa de la Hermana, y a primera hora, o a media mañana, del día de Nochebuena iremos en su Barco hasta Øygna, eso hemos acordado, pienso, y miro hacia el punto por el que me oriento, hacia las olas que se ven allí, y en ese momento veo a Ales y a Asle caminando de la mano

Fíjate habernos encontrado tú y yo, dice Ales

Sí, dice Asle

Es increíble, dice ella

Sí, dice él

y siguen caminando de la mano

Y nos hemos hecho novios en cuanto nos hemos conocido, dice Ales

En el Café del Autobús, dice

Sí, dice Asle

Simplemente ha pasado, dice ella

y Ales se ríe y Asle nota lo bien que le sienta tener la mano de Ales en la suya y no entiende del todo lo que está ocurriendo, ni lo que ha ocurrido, piensa, porque él estaba tan tranquilo ahí en el café y de repente apareció Ales, pues sí, fue como si apareciera de la nada y ahí estaba, en una mesa, y en ese momento se encontraron sus miradas, piensa Asle, y Ales dice que es muy raro porque ella nunca va a ese café, al Café del Autobús, porque ese café no tiene buena reputación, dice, así que la verdad es que era la primera vez que iba, dice, y por qué tenía que ir ella precisamente hoy al Café del Autobús, y por qué Asle tenía que estar allí precisamente hoy, eso no lo entiende, o sí que lo entiende, porque es designio divino, dice, y Asle oye lo que dice pero está embebido en el agradable calor de la mano de Ales y salen a una calle ancha y Ales dice que es la calle Alta, y ahí, en calle Alta 1, y señala, en esa casa grande y blanca, ahí está la Galería Beyer, que sin duda es la galería más grande e importante de Bjørgvin, y ella ha visto todas las exposiciones de la galería desde que era una niña, porque a su madre Judit le gusta ver exposiciones, madre Judit es de Austria, de un pueblo a las afueras de Viena, un pueblo con el hermoso nombre de Hainburg an der Donau, mientras que el padre era noruego, un noruego occidental de pura cepa, y venía de un sitio llamado Dylgja, donde apenas vive nadie, y allí vive aún su hermana, la vieja Alise, en una casa blanca muy vieja y muy bonita, dice Ales, y Asle dice que sí que ha oído el nombre de Dylgja aunque no sabe exactamente dónde queda y Ales dice que es un bonito lugar situado a orillas del mar de Sygne, el mar en el que desemboca el fiordo Sygne antes de salir a mar abierto, dice, y luego dice que su padre era un buen hombre, y resulta que su padre, que era aldeano, como solía decir él, sobre todo cuando bebía un poco, se hizo médico, y fue mientras estudiaba medicina en Austria que conoció a madre Judit, y cuando él terminó la carrera se mudaron a Noruega, a Bjørgvin, y después trabajaron los dos en el Hospital de Bjørgvin, y allí trabaja aún madre Judit, que es enfermera, dice Ales, y, como solía decir él, para un aldeano de Dylgja no está mal llegar a médico, pero, dice Ales, de pronto el año pasado se murió, y no era muy viejo, y seguro que fue porque bebía mucho, bebía tanto que se murió, dice Ales, aunque de eso no quiere hablar, y no quiere pensar en eso ahora, no hoy que se han conocido Asle y ella, dice, y Asle mira el reloj y pregunta si no podrían ir ya a calle Universidad 1, tiene miedo de llegar tarde, dice, ha quedado a las tres con la mujer que tiene una habitación en alquiler, dice, y Ales dice que claro que pueden, pero van bien de tiempo, dice, y caminan por eso que se llama calle Alta y luego Ales casi arrastra a Asle hacia una callejuela y dice que la callejuela se llama Calleja y Asle ve que pone Calleja en una placa y de verdad que la calle es estrechísima

Esta es una de las calles más estrechas de Bjørgvin, dice Ales

y Asle no dice nada y bajan de la mano por la Calleja y de repente Ales se para y abraza a Asle y aprieta su boca contra la suya y así se quedan, con la lengua metida en la boca del otro, y luego de pronto se sueltan y vuelven a cogerse de la mano y bajan por la Calleja y Ales dice que si doblaran a la derecha y siguieran por esa calle verían la Fonda, el hotel en el que se hospeda mucha gente de los pueblos de alrededor cuando va a Bjørgvin, y en la planta baja está la Cafetería, uno de los cafés más agradables de Bjørgvin, ella va mucho, se sienta allí a hacer bocetos, dice, preferiblemente en una mesa desde la que pueda mirar a este o a aquel sin que se note y luego trata de pintar a este o a aquella, dice Ales, y entonces dice que realmente es una suerte que Asle tenga ya plaza en la Escuela de Arte, y luego dice que hoy no doblarán a la derecha, hacia la Cafetería, ya harán eso otro día, porque si en cambio doblan a la izquierda y recorren la calle hasta el final verán la plaza del Pescado y una vez al final de la calle no hay más que doblar a la derecha y seguir todo recto y se llega a calle Universidad, dice Ales, y luego dice que él se llama Asle y ella se llama Ales, pero eso es todo lo que saben el uno del otro, o casi todo por lo menos, dice Asle, así que quizá podrían sentarse en algún sitio solo por pasar un rato juntos, dice Ales, y ya han salido a la plaza del Pescado y Ales señala un banco a orillas del mar, con vistas a la Bahía, y van y se sientan en el banco y Asle se pone el bolso sobre las rodillas y lo abre y saca el cuaderno de bocetos y escribe en él su dirección en Aga, y luego escribe calle Universidad 7, y entonces dice que ya pronto tendrán que ir a calle Universidad 7 y Ales dice que si no recuerda mal antes dijo 1 y Asle dice que en el bolsillo de la chaqueta lleva la carta de la mujer que quiere alquilarle la habitación, así que no será difícil comprobarlo, dice, y saca la carta y pone calle Universidad 7, dice, y dice que la que le va a alquilar la habitación se llama Herdis Åsen y Ales dice que se pone un poco celosa solo de oírle pronunciar ese nombre y Asle dice que es una mujer mayor y Ales pregunta cómo lo sabe, y Asle dice que lo sabe porque habló con ella por teléfono y por la voz y el acento supo que se trataba de una mujer mayor de Bjørgvin y dice que la tal Herdis Åsen le dijo que siempre le alquilaba la habitación a estudiantes de Hardanger, solo que su último inquilino ya había acabado los estudios, dijo, y ahora quería que el siguiente inquilino también fuera un chico de Hardanger, dice Asle, y arranca del cuaderno la hoja en la que ha apuntado las direcciones y se la da a Ales y luego le pasa el cuaderno y el lápiz y ella escribe su nombre y su dirección y un número de teléfono y dice que esa es la dirección de la casa en la que vive con madre Judit, porque viven las dos solas en una casa que no queda lejos de la Cafetería, y esa es la razón por la que ella va a allí tan a menudo a sentarse tranquilamente a hacer bocetos, como tenía pensado hacer por ejemplo hoy, solo que decidió darse primero un paseo y pasó por delante de la Estación de Autobuses y vio el cartel en el que ponía Café del Autobús y pensó que allí nunca había entrado, y que estaría bien echarle un vistazo a ver qué pinta tenía, pensó, porque había oído de todo sobre ese café, dice, y afortunadamente entró y así se han conocido y ahora tendrán que escribirse cartas, bueno, hasta que Asle se mude a Bjørgvin, y él dice que no cree que falte mucho, en cuanto consiga alquilar la habitación en casa de la tal Herdis Åsen dejará el Instituto, y también la habitación en Aga, y seguro que consigue traerse todo lo que posee en el maletero del autobús, y luego tendrá que coger un taxi desde la Estación de Autobuses hasta la habitación en calle Universidad, dice, y Ales dice que, llegado el día, ella puede ayudarle con la mudanza, dice, y Asle coge el cuaderno de bocetos y el lápiz que le pasa Ales

Bueno, este es el número de teléfono de mi madre, pero siempre puedes llamar a ese número, dice

y Asle dice que él no tiene ningún número de teléfono propio, pero la mujer que seguramente le alquile una habitación le dijo que ella tiene teléfono y que Asle podría usarlo siempre que no exagerara, ni llamando él ni recibiendo llamadas, eso dijo la mujer, y él pensó que nunca usaría ese teléfono, pero ya que Ales le ha dado su número él puede darle ese número a ella, aunque solo sea a ella, dice Asle, y Ales dice que eso está bien, está bien que puedan contactarse por teléfono, dice, y le pasa a Asle la hoja de papel y él copia el número de teléfono de la carta que le mandó Herdis Åsen y le pasa la hoja a Ales y ella dice que ya tienen que ir saliendo si Asle quiere llegar a tiempo a la cita con la tal Herdis Åsen, allí en calle Universidad 7, dice, y Asle mete el lápiz y el cuaderno de bocetos en el bolso y luego Ales y Asle cruzan de la mano la plaza del Pescado y enfilan por una calle que Asle desconoce

Es increíble que tú y yo nos hayamos encontrado hoy, dice Ales

Estoy tan contenta, tan feliz, dice

Es designio divino, dice

y Asle no dice nada pero nota lo agradable que es sentir el calor de la mano de Ales, y lo bien que encajan sus manos, por decirlo así, y todo está bien, y todo es muy fácil, y nada resulta embarazoso ni errado ni difícil, porque todo es evidente, piensa Asle mientras Ales y él caminan sin decir nada, y en ese momento Ales señala y dice que ahí, en ese edificio de ahí, es donde vive la tal Herdis Åsen, y Asle dice que es en la quinta planta y Ales dice que ella puede subir con él y Asle prueba la puerta de la calle y no está cerrada y Ales dice que la tal Herdis Åsen habrá dejado la puerta abierta porque va a venir él, dice, y yo estoy en mi sillón delante de la ventana, mirando hacia mi lugar allí fuera en el mar de Sygne, el lugar que siempre miro, el punto por el que me oriento, y miro hacia las olas de allí y pienso que es como si el tiempo se hubiera detenido, nunca antes lo he sentido tan fuerte, y miro el sillón vacío en el que solía sentarse Ales, el que era su sillón, y el sillón está vacío, y sin embargo Ales está ahí, pienso, porque noto claramente que Ales está ahí, como lo noto a menudo, pienso, y vuelvo a mirar el mar, el mar de Sygne, mi lugar allí afuera y noto claramente que Ales está sentada en el sillón junto a mí y pienso que hace ya muchos años que Ales murió, se me murió demasiado pronto, no fueron muchos los años que tuvimos juntos, y tampoco tuvimos hijos, así que ahora estoy solo, y hace ya muchos años que murieron mis padres, primero la Madre, y no mucho tiempo después murió el Padre, y la hermana Alida murió cuando yo era aún casi un niño, pienso, y murió de repente, un día apareció muerta en su cama, pienso, y no quiero pensar en eso, y pienso que debería haber llamado al Hospital a preguntar por Asle, pero ya es demasiado tarde, es de noche y ya he llamado muchas veces, y siempre me dicen lo mismo, que Asle necesita reposo y no puede recibir visitas, pienso, así que será mejor que llame mañana, la víspera de Nochebuena, pienso, porque hace semanas que llamo casi a diario para preguntar si puedo visitar a Asle y la mujer con la que hablo en la recepción del Hospital siempre dice que es mejor que no reciba visitas, porque los médicos dicen que necesita reposo, y no le viene bien recibir visitas, dice, y cuando pregunto cómo está siempre dice que no hay novedad, dice que todo sigue igual, pienso, aunque Asle también tiene a sus hijos, pienso, tiene al Niño, que ya es mayor y vive en Oslo, pues sí, el hijo que tuvo con Liv ya es un adulto, y luego tiene al Niño Chico y a la Hija, los hijos de su segundo matrimonio, con Siv, pero a esos se los llevó la madre cuando se fue a vivir con un hombre a Trøndelag, y esos hijos no deben de ser muy mayores, pienso, y pienso que esta noche viene Åsleik a cenar bacalao seco a mi casa, porque este año me toca a mí invitar a bacalao, y es que durante el Adviento cenamos una vez bacalao y otra costillas de cordero, un año preparo yo el bacalao y Åsleik las costillas, y al año siguiente al revés, y cada año nos juntamos en Noche Vieja para comer costillas de cordero, un año en casa de Åsleik, y al año siguiente en la mía, y este año me toca a mí servir las costillas de cordero en Noche Vieja, pienso, y estas cenas suelen hacerme ilusión, pero este año las costillas que comí en casa de Åsleik no me supieron a gran cosa y ahora se me hace cuesta arriba tener que preparar la comida, como si ya no supiera pelar unas patatas o unas zanahorias, ni cortar el tocino, pero tengo que hacerlo, pienso, y miro el reloj y al instante pienso en Ales, porque ese reloj me lo regaló ella para Navidad, pienso, primero llevé muchos años un reloj que me regaló la Abuela para la confirmación, y luego Ales me regaló este y desde entonces lo llevo puesto, pienso, y veo que Åsleik está al caer, así que tengo que poner la mesa y empezar a hervir las patatas, pienso, y me levanto y me alejo de la ventana y al mirar el caballete vacío me embarga una especie de felicidad y luego paso a la cocina y cojo los platos y los cuchillos y los tenedores y como de costumbre pongo la mesa en la cocina, y junto al plato de Åsleik pongo una jarra para cerveza y una copita para el aguardiente y junto a mi plato pongo solo un vaso normal, y pienso que puedo poner ya las patatas a hervir, cuanto antes mejor, pienso, y pelo las patatas y las zanahorias y echo las patatas en una olla con agua y sal y enciendo la placa, y la placa es buena y es rápida, así que el agua no tarda en romper a hervir y en ese momento bajo la temperatura al mínimo, e incluso así el agua hierve más de lo que realmente necesita, pero así es la cosa, y qué más dará, pienso, y echo las zanahorias, y ya de paso puedo freír el tocino, pienso, y corto el tocino en lonchas y las echo a la sartén y enciendo la placa y al poco empiezan a chisporrotear en la sartén, una buena sartén de las antiguas, de las de hierro, que estaba ahí cuando Ales y yo nos mudamos a la casa, como tantas otras cosas estaba ahí, y como tantas otras cosas que había en la casa la sartén también se quedó, pienso, y hoy he estado alicaído, pienso, pero el buen olor del tocino frito me está reanimando un poco, y mira tú por dónde noto que tengo hambre, me parece que no he comido nada en todo el día, pienso, y al fin y al cabo el bacalao seco es una de las cosas que más me gustan, quizá la que más, pienso, y veo los grandes trozos de pescado sobre la encimera, y pongo una olla grande sobre la placa y al agua le echo mucha sal y pongo la placa al máximo, pero los trozos de pescado no los echaré al agua hirviendo hasta que llegue Åsleik, porque hay que ser muy preciso para cocinar el bacalao seco, hay que estar muy atento para cocer el pescado en su punto, ni mucho, que se ablanda, ni poco, que se queda duro y no hay quien se lo coma, pienso, y el tocino por nada del mundo hay que churruscarlo, claro, así que hay que estar atento, pienso, y apago la placa en la que está la sartén y remuevo el tocino y me quedo mirándolo y lo remuevo varias veces y luego aparto la sartén y la dejo sobre una placa fría y en ese momento oigo los chirridos y chasquidos del tractor de Åsleik y salgo a la entrada y espero en la puerta y Brage viene y se para a mi lado y veo el tractor de Åsleik aparecer por detrás de la esquina de la casa y veo a Åsleik detener el tractor y bajarse de la cabina del conductor y viene caminando hacia mí

Enseguida estará la comida, digo

Qué bien, dice Åsleik

Tengo mucha hambre, dice

y pasamos a la entrada y Åsleik se quita las botas y el traje de nieve y la gorra de piel con solapas sobre las orejas y pasa a la sala y yo lo sigo y Åsleik dice que hace fresco en la sala y se acerca a la estufa y dice que quedan brasas en la ceniza y echa un leño y yo voy a la cocina y veo que el agua está hirviendo y voy echando al agua los trozos de bacalao uno a uno y Åsleik entra en la cocina y dice que se ha dejado el aguardiente y la cerveza en el tractor así que tendrá que ir por las botellas

Porque en tu casa no hay de eso, dice

Yo ya me he bebido lo que me correspondía, digo

Ya, ya, dice Åsleik

y se va y yo ya he echado todos los trozos de bacalao al agua hirviendo y me quedo mirándolos y Åsleik vuelve y dice que hay que ver la alegría que se ha llevado la Hermana al enterarse de que este año iba a celebrar la Navidad con ellos, asombroso lo que se ha alegrado, dice, y yo le digo que vaya sirviéndose la bebida

Ya tengo puesta la mesa, como ves, digo

Y la comida está casi lista, digo

y Åsleik pide un abridor y le saco uno y él abre la botella de cerveza y se sienta en el banco de la mesa de la cocina, pegado a la pared, y se sirve la cerveza y el aguardiente y le da un traguito al aguardiente y luego repite que hay que ver la alegría que se ha llevado la Hermana porque este año voy a celebrar la Navidad con ellos, nunca se lo habría imaginado, dice, y yo cojo la comida y la pongo en la mesa y me siento en la cabecera de la mesa y nos servimos y comemos y ninguno de los dos dice nada

No estás hoy tú muy católico, dice Åsleik

No, estoy un poco cansado, digo

Así hay que estar en la Anteantenochebuena, como decíamos de niños, dice

Seguro que vosotros también lo decíais, dice

y yo digo que sí que lo decíamos

Eso forma parte del ajetreo navideño, dice

y ahí estamos comiendo sin decir palabra y Åsleik bebe cerveza y da tragos al aguardiente y yo pienso que quizá Åsleik pueda ayudarme a subir al desván los cuadros y los materiales de pintura, porque yo ya no puedo pintar más, ni siquiera eso, y por qué de pronto siento que no quiero pintar más, eso tampoco puedo explicarlo, y pienso que puedo pedirle a Åsleik que me ayude a subir al desván los cuadros que tengo ahí entre la puerta de la alcoba y la puerta de la sala, al pequeño trastero en el que guardo los cuadros que no quiero vender

Qué bueno está esto, dice Åsleik

y yo no digo nada y comemos y la comida no me sabe a gran cosa y veo que Åsleik se bebe el resto de la cerveza

Sí que está bueno, dice

y apura el aguardiente, de un trago, y yo no digo nada

Gracias por la comida, dice Åsleik

De verdad que estaba muy buena, dice

y ahí estamos, sin decir palabra

No estás muy hablador, dice Åsleik

y yo no digo nada y nos quedamos callados y entonces Åsleik dice que ya va siendo hora de que se vaya a casa para que yo pueda acostarme si estoy cansado y luego dice gracias por todo y nos vemos en Nochebuena por la mañana, o a media mañana, lo mejor será que salgamos en cuanto haya luz suficiente, así que estaría bien que pudiera estar en su casa sobre las nueve, dice Åsleik, aunque pensándolo bien quizá sea mejor que me llame por teléfono cuando vea que es hora salir, dice, y luego vuelve a dar las gracias por la comida, de verdad que estaba muy buena y coge su botella de aguardiente y deja la botella de cerveza vacía en la mesa y yo digo que hablamos pronto y veo a Åsleik salir a la entrada y me levanto y empiezo a recoger la mesa y pienso que apenas llegó Åsleik ya se estaba yendo, pienso, y oigo el ruido del motor de su tractor y voy y me siento en mi sillón junto a la mesa redonda y miro al mar, al mar de Sygne, a mi lugar allí y me pregunto por qué me pasaré el día mirando hacia ese lugar, hacia las olas de allí, incluso ahora que está oscuro, y es de noche, y ya debería haberme acostado, pienso, y pienso que no lo entiendo, como tampoco entiendo que si me despierto en medio de la noche siempre es como si Ales estuviera a mi lado, siempre, me despierto y tardo un rato en entender que no está ahí, aunque no es cierto, sí que está ahí, seguimos durmiendo tan juntos como cuando ella vivía, pienso, y entonces pienso que no sé nada, pero siento que nada tiene sentido, bueno, solo le encuentro sentido a lo que no tiene sentido en el significado normal del término, a que crucificaron a Jesucristo, y murió y resucitó, y con ello la muerte, que entró en el mundo cuando surgió tal como nosotros la conocemos, es decir, como un círculo eterno de vida y muerte, quedó eliminada como realidad para las personas, y no cabe duda de que en este mundo visible, en este mundo tal como es desde que aconteció aquello tan incomprensible que llamamos pecado original, morimos, y de que el cuerpo desaparece, ya sea porque se pudre en la tierra o porque arde en un horno, el caso es que de una manera u otra desaparece, lo visible desaparece, en cambio al alma la eleva el espíritu, el alma resucita a una vida en y con Dios desde que Jesucristo, hijo de Dios, derogó el viejo mundo, y resulta que la gente se toma esto al pie de la letra, como si Dios fuera una especie de padre humano y Jesucristo una especie de hijo humano de un padre humano y en ese caso no es raro que piensen que es una bobada, porque es obvio que se dice en sentido figurado que Dios es padre y Jesucristo es hijo y que el Espíritu Santo es la fuerza creadora e intermediaria entre los dos, todo esto no es más que una manera de intentar decir algo, y si realmente sucedió así o no, da igual, da igual mientras suceda en el corazón, en el alma, porque el espíritu, el Espíritu, es real, igual que el pecado original, sea lo que sea eso, tampoco es más que una manera de decir que se dio una ruptura entre Dios y las personas cuando la muerte entró en el mundo, y la verdad es que no hay manera de encontrar razón alguna para que fuera así, certum est quia impossibile est, pero, en fin, pienso y pienso, y no entiendo lo que pienso, y no sé qué creo y qué no creo, pero para mí Dios está cerca, y a la vez está lejos, muy cerca y muy lejos, y es como si nos acercáramos más a Dios por medio de Jesucristo que imaginándonos a un Dios desprovisto de atributos humanos, pues sí, imaginando a Dios como una persona con quien en su día se podía hablar, y con quien se podía estar como con cualquier otra persona, como estoy yo con Åsleik, pienso, porque desde que conocí a Ales y me llevó a la iglesia de San Pablo, pues, pienso, y pienso que no quiero pensar más en Ales y pienso que es obvio que no se puede llegar a la fe por medio de la razón, la fe es gracia, don de la gracia, se dice, y quien tiene fe sabe lo que es la gracia, pero si no se tiene fe, no se sabe lo que es la gracia, ni lo que es el don de la gracia, en cuyo caso se ignora también que todo es dado, pienso, aunque supongo que todo esto no son más que palabras, y la palabras mienten todo el rato, yo nunca creo en las palabras, ni siquiera creo en lo que pienso yo mismo con palabras, pienso, y pienso que solo en mis cuadros, cuando los pinto bien, puede decirse algo, algo pequeño, sobre lo que he vivido y lo que sé, y tampoco entonces puede decirse como se dice en el propio cuadro, con colores, con formas, en fin, con todo lo que hay en el cuadro, y tampoco como lo que el cuadro de alguna manera representa, sino precisamente como una singular unión de forma y contenido, como espíritu, y esta unión, este espíritu, es tan invisible como visible es el cuadro, la pintura, y en realidad el cuadro es espíritu, de modo que en realidad el cuadro no es ni materia ni alma, sino ambas cosas a la vez, y ambas se unen en aquello que yo pienso como espíritu, y quizá por eso mis cuadros buenos, en fin, todos los cuadros buenos, tienen algo que ver con lo que los cristianos llaman Espíritu Santo, porque todo arte bueno tiene espíritu, lo tiene el buen cuadro, el buen poema, la buena música, y lo que los hace buenos no es ni el material, la materia, ni el contenido, la idea o pensamiento, pues no, lo que los hace buenos es precisamente la unión entre materia y forma y alma, que se convierte en espíritu, pienso, uy, creo que me estoy haciendo un lío, pienso, y cuántas veces no habré pensado, pienso, que puesto que en los cuadros hay espíritu quizá pintar se pueda comparar con rezar, los cuadros son rezo, pienso, los cuadros que yo pinto son al mismo tiempo rezo y confesión y penitencia, de la misma manera que lo es un buen poema, en fin, que todo arte bueno puede verse de este modo puesto que todo arte bueno, al fin y al cabo, encuentra su camino hacia lo mismo, pienso, y pienso que estos pensamientos son tan incomprensibles como todos los demás pensamientos que pienso, pienso, y miro por la ventana a la oscuridad, hacia el punto por el que me oriento en el mar de Sygne, miro hacia las olas y veo a Asle sentado en la Taberna y Asle levanta la botella de cerveza y dice salud y Siv levanta el vaso y brindan y Asle dice que en Bjørgvin hay muchos cafés y bares y restaurantes, aunque él está más a gusto en la Taberna que en el Café de los Artistas, por ejemplo, porque en la Taberna hay vida vivida, mientras que en el Café de los Artistas solo hay ambiciones, una especie de desvelo constante, allí es como si todos quisieran algo, aunque no llega a ser un auténtico anhelo, y por eso resulta amanerado, rígido, porque se trata una voluntad terrenal, carente de cielo, dice Asle, y luego se supone que son todos amigos y se caen bien entre sí, y fingen que así es, aunque en realidad todos compiten con todos, solo que no hay que dar la impresión de que se compite, y todos quieren ser especiales, originales o lo que sea, y por eso todos se parecen y no son ellos mismos, son todos epigonales, que se dice, dice Asle, porque cuando todos pretenden ser originales acaban siendo todos epigonales, y eso es la cultura, bueno, dice, la cultura es más bien eso de que se parecen entre sí, de que llevan todos traje y corbata, por ejemplo, mientras que el arte, en fin, el arte es que cada uno se parezca solo a sí mismo, y sea uno mismo por completo, dice Asle, y en cambio en la Taberna no hay una sola persona que se parezca a otra persona, más allá de que fuman y beben cerveza y de que la mayoría son o han sido marineros, pero es como si la vida misma los hubiera obligado a ser aquello que han acabado siendo, es decir, ellos mismos, dice Asle, y Siv dice que tampoco hay que exagerar y luego le coge la mano y ahí están ellos cogidos de la mano

Y estás casado y todo, dice Siv

Incluso eres padre, dice

y Asle no sabe qué contestar y Siv dice que ya no aguanta mucho más, o Asle abandona a la tal Liv o se acabó la relación, dice, y Asle siente que se desgarra por dentro y no sabe ni qué decir ni qué hacer y luego dice que intentará buscarse una habitación y Siv dice que podrían vivir juntos, ella se ha buscado un piso y allí podrían vivir los dos y el hijo de Asle podría ir a visitarles, el piso es demasiado caro para alquilarlo ella sola, pero siendo dos sí que deberían poder pagarlo, aunque las becas para artistas apenas dan para vivir, dice, y Asle siente que su amor por Siv lo está volviendo loco y que no es capaz de volver a casa con Liv y el hijo y tratar de ser normal y entonces Siv dice que en la Taberna no está a gusto y Asle dice que quizá el sitio sea más para viejos que para chicas jóvenes y Siv dice que podrían irse al piso que se ha buscado y dice que puede preparar algo de comer y que en casa tiene vino y cerveza y Asle dice que en cuanto se acabe la cerveza pueden ir para allá, y Siv dice que Asle puede acabarse también la suya, y luego pregunta qué hace Liv y Asle dice que de momento hace turnos en una residencia pero que está pensando sacarse las asignaturas que le quedan del bachillerato para empezar a estudiar enfermería

Si lo consigue tiene mucho mérito, dice Siv

Sí, dice Asle

y apura su cerveza y Siv le da un traguito a la suya y luego la pone delante de Asle y se lían un cigarrillo cada uno y ahí están los dos fumando y Siv dice que está pensando en dejar la Escuela de Arte, que al ver los logros de los demás siente que los suyos son muy poca cosa y Asle pregunta qué haría en su lugar y ella dice que le interesa mucho la literatura, y que los idiomas siempre se le han dado bien, así que quizá sería mejor que empezara a estudiar en la Universidad, dice, y podría estudiar literatura o idiomas, dice, solo que entonces acabaría de profesora y lo que menos le apetece del mundo es ser profesora, así que no lo tiene claro, dice, y apaga su cigarrillo y dice que se van ya, se van al piso que se ha buscado, dice, y tuvo suerte, dice, al encontrar ese piso, solo que era demasiado caro para ella a pesar de que sus padres eran muy buenos y le pasaban dinero todos los meses, dice, y Asle se acaba la cerveza de Siv y luego se levantan y salen y caminan el uno al lado del otro

¿No quieres cogerme de la mano? dice Siv

Sí, dice Asle