El rosal de las ruinas - Belisario Roldán - E-Book

El rosal de las ruinas E-Book

Belisario Roldán

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Beschreibung

«El rosal de las ruinas» (1916) es una obra de teatro de Belisario Roldán, poema dramático en verso y en tres actos, titulados «El crimen de Leonor», «La canción del moribundo» y «Las rosas de la muerte». El drama transcurre en el año 1870, durante el levantamiento de López Jordán, o rebelión jordanista, en Entre Ríos.

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Seitenzahl: 73

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Belisario Roldán

El rosal de las ruinas

POEMA DRAMATICO EN TRES ACTOS Y EN VERSO

ESTRENADO EN EL TEATRO BUENOS AIRES POR LA COMPAÑÍA ANGELINA PAGANO EL 28 DE ABRIL DE 1916

Saga

El rosal de las ruinas

 

Copyright © 1916, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726681314

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

REPARTO

PERSONAJES

ACTORES

Carlos de Alvarez

32

años Francisco Ducasse

Leonor, su mujer

24 »

Angelina Pagano

Ernesto, hermano de ésta

27 »

José Costanzo

Martín, vasco, capataz

35 »

Juan Mangiante

Don Emilio, viejo peón

65 »

Carlos A. Gordillo

Mariana, mucama

30 »

Susana Vargas

Don Valerio, andaluz

80 »

José Gómez

Mariluisa, su nieta

20 »

Esther Buschiazzo

Manuel

28 »

Eduardo Zucchi

La Madre Superiora

52 »

Lina Estévez

Juanín, mozo de la pulpería

18 »

Cirilo Etulain

El Baqueano

35 »

José Costanzo

El Capitán Cárdenas

40 »

Carlos Bouhier

«El moribundo»

Angel Grecco

Soldados, Monjas, Novicias, Paisanos

 

Es el año 1870, durante el primer levantamiento de López Jordán. La acción en Entre Ríos.

OBSERVACIONES

1.—Don Martín, el capataz, es un vasco «cerrado», en quien se advierte el esfuerzo que hace por incorporar a sus maneras verbales los giros pintorescos y el tono zumbón de nuestros paisanos.

2.—Don Valerio, el andaluz que aparece en el 2º acto, conserva íntegramente, por haber llegado viejo al país, su manera de espedirse, sin que haga esfuerzo alguno por modificarla.

3.—Derecha e izquierda, las del espectador.

Primer acto.―EL CRIMEN DE LEONOR. Segundo acto.―LA CANCIÓN DE «EL MORIBUNDO». Tercer acto.—LAS ROSAS DE LA MUERTE.

Primer Acto

EL CRIMEN DE LEONOR

ACTO PRIMERO

(La Estancia de DonCarlos de Alvarez, en Entre Ríos. A la derecha un edificio señorial, pero chato y viejo, a pesar de tener altos o «altillos». A la izquierda una especie de pabellón con alero y varias puertas, destinado a los huéspedes. Al medio, árboles grandes; al fondo, el campo. Alguna hamaca, sillas de fierro, bancos de la época, etc.Al abrirse la cortina, Don Emilio, el peón, está ocupado en «sobar» un lazo.)

 

Don Emilio

(Después de apercibir a Don Martín, el capataz, que viene del fondo.)

Buenos días, capataz. . .

 

Martín

Buenos días, Don Emilio.

¿Acabaste con el lazo?

 

Don Emilio

Ya mesmito viócabar. . .

¿Hay noticias de la guerra?

 

Martín

Patrón esperando un chasque

que de fijo pronto llega.

¡Vamos, apura que es tarde!

 

Don Emilio

(Sin interrumpir su trabajo.)

¿Será cierto, capataz,

que en el último entrevero

han vencido los de adentro?

Ayer dijo Don Froilán. . .

 

Martín

Estoy por creer que es así. . .

¡Donde las toman las dan

y van a jugar poquito

con ese López Jordán

sí sí!

 

Don Emilio

Es una lanza terrible. . .

¡Qué guerra, válgame Dios!

Y no se le ve final. . .

(Confidencial.)

¿Usté no cree que el patrón

anda con ganas también?

 

Martín

¡Ya lo creo que ha de andar!

Pero no se ha de meter

porque está casáo. . . ¿sabés?

y cuando se está casáo

ya no se agarra la lanza. . .

¡Si hubiese sido esta guerra

cuando él estaba soltero

. .viéndolo estoy campo afuera

y conmigo de ayudante. . .

Bueno, dáme, que quedó

esperando por su lazo. . .

 

Don Emilio

(Entregándole el lazo «sobada».)

Aquí tiene, capataz. . .

 

Martín

(Tomando el lazo y alejándose por el fondo, se vuelve después de vacilar.)

Ché viejito. . . ¿vos no has visto

a la mucama por ái?

 

Don Emilio

¿A cuál de ellas, Don Martín?

 

Martín

¡No te hagás el zonzo vos!

¡Cuál ha de ser! ¡La Mariana!

 

Don Emilio

Creo que anda por allá. . .

(Señalando la casa de los patrones. Martín se aproxima a ella y mira hacia adentro, buscando. Socarronamente lo interrumpe Don Emilio, tras unos instantes.)

¡Capataz, acuérdese

que el patrón espera el lazo!

 

Martín

Tenés razón, ché viejito. . .

Hasta luego. . .

(Vase.)

 

Don Emilio

Con Dios vaya.

(Mientras Don Emilio levanta del suelo, muy perezosamente, la grasa de que se valía para engrasar, canta entre dientes, pero de manera que se le oiga, en un estilo criollo de la época.)

No hay bagual que se haga el bravo

si liga un pial de volcao

ni varón que no sea pavo

cuando el amor lo ha picao. . .

(En momentos en que se aleja hacia el fondo, sale Ernesto del pabellón de la izquierda.)

Ernesto

(A Don Emilio.)

¿Mi hermana sigue durmiendo?

 

Don Emilio

Hace un momento, señor,

que se asomó a la ventana. . .

(Vase.)

 

Ernesto

(Alzando la voz hacia la ventana, un poco alta, que señaló Don Emilio.)

¡Hola! Buen día, Leonor. . .

 

Leonor

(Que asoma peinándose.)

Buenos días. . . ¿Qué tal, ché?

 

Ernesto

Necesito hablar contigo. . .

 

Leonor

Un momentito; ya voy.

¡Se puede saber de qué?

 

Ernesto

Ven abajo y lo sabrás.

 

Leonor

Voy bajando. . .

(Aparece.)

 

Ernesto

¿Tu marido?

 

Leonor

Hace rato que salió.

¡A la orden! (Observándolo) ¡Qué grave estás!

¿Es que alguno de la casa

ha amanecido indispuesto?

Vamos a ver. . . ¿qué es lo que hay?

¡Pero qué cara, qué gesto!

 

Ernesto

Siéntate y oye, Leonor;

tenemos que hablar en serio.

 

Leonor

(Entre alarmada y burlona.)

Ya me llena de pavor

ese tono de misterio. . .

 

Ernesto

Lo que tengo que decirte

es para mí muy penoso,

es amargo, es enojoso;

pero quiero prevenirte

que solo tu bien me mueve. . .

 

Leonor

No te comprendo. . .

 

Ernesto

¡Paciencia!

Tengo hace tiempo la creencia

de que algo oscuro conmueve

tu alma de mujer, Leonor. . .

Te noto distinta, extraña,

y o mi cálculo me engaña,

o ya no es tanto el amor

que sientes por tu marido. . .

 

Leonor

¿El te ha hecho su confidente?

 

Ernesto

No me interrumpas. Prudente

juzgo recordar que he sido

hasta que a Carlos te uniste,

para ti más que un hermano. . .

Huérfanos desde temprano,

en mi cariño tuviste

siempre un padre ¿no es verdad?

Fuiste de ese hombre la esposa

y era para mí una cosa

propia tu felicidad. . .

Tres años han transcurrido;

y aquí, en la Estancia de Carlos,

donde esperaba encontrarlos

llenos de paz en su nido,

si bien hallo a él cuadrado

como siempre, y generoso,

leal, sin vueltas, laborioso,

adivino por tu lado

. . .¡me da el decirlo rubor!. . .

 

Leonor

(Interrumpiendo)

¿Qué adivinas? ¿Qué torpeza

se te ha puesto en la cabeza?

 

Ernesto

¡ Que Manuel te hace el amor!

 

Leonor

¡Estás delirando, Ernesto!

 

Ernesto

¡En la verdad estoy puesto!

Te corteja ese señor. . .

¡Aprovecha el hospedaje

que se le brinda sin tasa,

para intentar un ultraje

al amo y señor de casa!

Lo se, lo veo, lo siento. . .

(Pausa.)

. . . Yo soy de la escuela antigua

y no es confusa ni ambigua

la doctrina que sustento;

cuando a una mujer casada

requiere un galán de amores,

(Leonor llora.)

—haz de escucharme aunque llores—

es porque ella no hizo nada

para, desviar el agravio;

y cuando el galán ha sido

un amigo del marido,

entonces. . . ¡se quema el labio

al proferir la sentencia:

son dos crímenes unidos,

dos escarnios maldecidos,

dos ladrones sin conciencia!

 

Leonor

¡Ernesto!

 

Ernesto

¡Te habla el honor

de la estirpe por mi boca;

y si perturbada o loca

das motivo a mi clamor,

óyelo bien: yo tu hermano,

yo el soltero, yo el trivial,

el calavera, el jovial,

el tolerante, el humano,

y cuádrete o no te cuadre,

—puedes creerlo como hay sol—

asumiré el triple rol

de hermano, marido y padre!

. . . Me vincula a tu señor

un cariño fraternal

porque es hidalgo y es leal

y es valiente y soñador. . .

Siento por ti un paternal

impulso lleno de amor;

¡pero más quiero al honor

que es mi código ancestral!

(Bajando la voz)

Dirás a Manuel hoy mismo

que abandone estos lugares;

pretextos tendrá a millares

su inventiva y su cinismo. . .

Quiero creer que pronta estás

para estas órdenes mías,

y que tus coqueterías

han sido eso y nada más;

pero de todas maneras,

que ese hombre salga de aquí,

pues si no ocurriera así,

si a que salga te opusieras. . .

 

Leonor

(Viendo que Carlos llega por el fondo.)

¡Calla, calla; mi marido!

 

Ernesto

(Recobrando la actitud habitual.)

Nada temas. . . Buen día, Carlos.

 

Carlos

(Tirando sobre una mesa el chambergo, el rebenque y el poncho de vicuña.)

Salud. Creía encontrarlos

durmiendo. . . . . ¿Pero qué tiene

hoy de raro mi señora!

(A ella.)

Me pareces preocupada. . .

(Se le aproxima cariñosamente.)

 

Leonor

(Turbada.)

No Carlos. . . no tengo nada. . .