La senda encantada - Belisario Roldán - E-Book

La senda encantada E-Book

Belisario Roldán

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Beschreibung

«La senda encantada» (1913) es una recopilación de poemas de Belisario Roldán, de influencia modernista, entre los cuales se encuentran «Bajo el pórtico», «La senda encantada», «La página blanca», «El poema triste», «La duda galante», «La hora vesperal», «Desde la playa», «Ave Mía» o «Endecha».

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Seitenzahl: 58

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Belisario Roldán

La senda encantada

(POESÍAS)

Saga

La senda encantada

 

Copyright © 1913, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726681307

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Bajo el pórtico

No ignoro, con ser iluso,

que en tierra de sementeras

las musas son extranjeras

y el verso casi un intruso...

Perdón, pués, pido de hinojos,

porque comprendo muy bien

que tal corresponde á quien

desafía los enojos

de esta Urbe de la prosa,

é interrumpe su faena

desparramando en la arena

molestos gajos de rosa...

*

La senda encantada

En este camino ¡tan corto y tan largo!

por donde rodamos hasta que el letargo

final y sombrío nos detiene el paso

con el gran poniente de su gran ocaso,

en este camino, tan áspero á veces,

velado allá abajo poi unos cipreses,

hay siempre un pedazo de senda encantada,

sin sombras, sin zarzas, radiante y dorada...,

es la curva suave que subimos cuando

va el alma del hombre soñando y amando,

y esa etapa dulce de sueño y de encanto,

eso es este libro, eso lo que canto,

como buen recuerdo, como un homenaje,

como quién rimara lo mejor del viaje....

La página blanca

Dans l’album que l’on me propose

Pour que j’y signe quelque-chose...

Et j’ai choisi la page rose”

Maurice Rostand.

_________

Un Poeta jóven de la dulce Francia

que lleva sin mengua su estirpe gloriosa,

ha elegido, en versos de suave fragancia,

como á la mas bella la página rosa.

Yo elijo la blanca …. Amo la blancura

que es una infinita síntesis del día;

adoro ese tono que evoca la albura

llena de bondades de la Eucaristía. . . .

No es solo la gama de las inocencias

—los tiernos jazmines, los lirios triunfales,

las hostias sagradas y las transparencias

de los armoniosos corderos pascuales. . . . . .

No es sólo ese cándido y puro fulgor

que en nobles pedazos engendra Carrara

y que una «Sinfonía en Blanco Mayor»

inspiró á otra lira francesa y preclara,

(un canto mas níveo que la estepa rusa,

un canto muy blanco, muy blanco, y muy frío

y á cuyo contacto se animó la musa

tres veces bendita de Rubén Darío. . . .)

No es sólo la nieve, los círios, la luna

y el fondo divino que brilla en la tez. . . .

¡es blanca, muy blanca, señora, la cuna.

y es blanca, muy blanca, también, la vejez!

Vestidos de blanco venimos al mundo;

de blanco dejamos, después, sus umbrales,

y en el intermedio lírico y profundo,

son blancos, muy blancos, los velos nupciales..

Y las almas santas,—esas criaturas

que llevar parecen alas en el flanco,

las almas sin mancha, solemnes y puras,

sabedlo, señora: son almas en blanco!

*

El poema triste

Era una suave doncella

á quien llamaban la Estrella

del amor;

era su frente tan pura

como es pura la blancura

de un albor;

era su boca tan linda

y fresca como una guinda

en sazón,

y era su voz argentina

como ténue ycristalina

vibración. . . .

A la vera de este ensueño

un caballero pasó,

y soñando ser su dueño,

así á la doncella habló:

¡Rosa, la mas purpurina,

que hasta aquí vieron mis ojos,

beldad extraña y divina

hecha toda de sonrojos. . . .

¿quieres compartir conmigo

el tesoro y el abrigo

de un hogar?

¿quieres beber á mi lado

el zumo divinizado

del amar?

¿quieres sentir en mis brazos

el ritmo de los regazos

varoniles?

¿que grabe en tí mi palabra

como el artista que labra

con buriles?

Te amo tanto,

que sin ser poeta, canto. . . .

Tanto te amo,

que como el ave al reclamo

sube á mis ojos el llanto

que mirar puedes aquí,

. . . . y ese llanto se hace verso,

tembloroso, puro y terso,

para volar hasta tí. . . .

La doncella dijo:—

¡—Sí. . .

Y entre la vaga ilusión

de la tarde que moría,

diz que se oyó la armonía

lejana de Mendelssohn. . . .

Corrió el tiempo. Gravemente

Otoño arrancó las hojas

del boscaje; y en las roja

explosiones del Poniente

la selva, desnuda y fría,

en su viudez de fulgores,

clamaba por los colores

que Invierno robóle un día. . . .

. . . .Ella y él, no mas se vieron . . . .

Al ídilio breve y tierno

le llegó también Invierno

y bajo el cierzo rodaron

las ilusiones perdidas,

como ramas desprendidas

del árbol donde brillaron. . . .

¡Destino, destino ciego,

ó en vez de ciego, vidente!

¿Eres sabio ó eres lego

cuando fallas inclemente

y de tu poder en aras,

por leyes desconocidas

únes por siempre dos vidas

ó por siempre las separas?

. . .Y era una suave doncella

á quien llamaban la Estrella

del Amor;

y era su frente tan pura

como es pura la blancura

de un albor;

y era su boca tan linda

y fresca como una guinda

en sazón,

y era su voz argentina

como ténue y cristalina

víbración. . . .

*

La duda galante

A mis dudas ponga fin

la gracia de tu respuesta. . . .

¿provienes de aquella ó esta

de las márgenes del Rhin?

Pues sabrás que la ignorancia

de mi alma lírica y joven

te vé á través de Beethoven

ó bien á través de Francia

y en esa cara latina,

que es una urdimbre de lírios,

no sé qué gestos walkirios

mi fantasía adivina,

vacilando á punto tal

que sin saber el porqué,

con Schiller y con Musset

te forjo mi madrigal. . . .

¿Acaso nació tu gracia,

por ser y no ser del Sena,

en la tierra de Lorena

ó bajo el cielo de Alsacia?

¿Como pudo, señor, ser

que resonó soberana

la música wagneriana

con letra de Beaudelaire?

¿Quién rimó en un mismo són

lleno de fuerza y misterio

los bailables del imperio

y el alegre cotillón?

Yo pienso al verte en Berlin

refundiéndose en París,

la «nelke» en la flor de lys

y el Sena en el ancho Rhin,

y bendigo la fragancia

que vierte, puro y dorado,

el rubio «mosel», volcado

en el baccarat de Francia!

*

La hora vesperal

Bajo un cielo de Abril, su cabellera

desenlaza la noche lentamente,

y reflejada apenas en la fuente

nuestra amiga—la Luna—nos espera. . . .

Su sobresalto tímidos escudan

en su propia penumbra los jazmines,