El sueño de un anciano - Cardenal John Henry Newman - E-Book

El sueño de un anciano E-Book

Cardenal John Henry Newman

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Beschreibung

Selección Doce Uvas ofrece doce pequeños grandes libros cada año. Nace de las numerosas sugerencias de decenas de intelectuales que han propuesto títulos de lectura indispensable. El sueño de un anciano  es el poema más relevante de Newman. Fue escrito en 1864 cuando, ya viejo, su autor se sentía desasosegado por el pronóstico de una muerte inminente. Relata su sueño antes de salir de este mundo, un sueño sincero donde Geroncio -su protagonista- es solo un actor pasivo que contempla el drama de su propia muerte.

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EPUB

Veröffentlichungsjahr: 2014

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JOHN HENRY NEWMAN

El sueño de un anciano

Traducción de Andrés Vázquez de Prada

EDICIONES RIALP, S. A.

MADRID

Título original: The Dream of Gerontius

© 2014 de la versión española, realizada por

ANDRÉS VÁZQUEZ DE PRADA

by EDICIONES RIALP, S. A.,

Alcalá, 290 - 28027 Madrid

(www.rialp.com)

Fotografía de cubierta: © idea - Fotolia.com

Realización ePub: produccioneditorial.com

ISBN: 978-84-321-4406-6

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ÍNDICE

PORTADA

PORTADA INTERIOR

CRÉDITOS

EL SUEÑO DE UN ANCIANO

I

II

III

IV

V

VI

VII

EL SUEÑO DE UN ANCIANO

«The dream of Gerontius», la composición poética más famosa de J. H. Newman, es bien conocida en todo el mundo de habla inglesa, y ha alcanzado fama aún mayor con el oratorio de Elgar, basado en el poema.

En la traducción he perseguido la exactitud, de tanta importancia en una obra de este género. He respetado las palabras, las ideas, y traslado, en lo posible, verso por verso. Trato de reproducir fielmente la riqueza de conceptos y la solemnidad de forma.

I

GERONCIO

¡Jesús, María!

Cerca estoy de la muerte,

y Tú me estás llamando,

ahora lo sé.

No por el anuncio

del respirar incierto.

del frío en el corazón,

de esta mi frente humedecida.

(Jesús, ¡ten compasión!;

María, ¡ruega por mí!)

No; es una sensación nueva,

jamás antes sentida

(¡asistidme, Señor, en mi fallecimiento!)

de que me acabo,

de que ya no existo.

(¡A ti alzo mis ojos, Dios de grandeza,

Amador de las almas!)

Es un extraño desamparo íntimo,

es el vaciarse de todo componente

de fuerzas naturales,

por las que vine al ser.

Rezad por mí, vosotros, mis amigos.

Una visita a mi puerta

horrenda cita está llamando,

para mi terror y desaliento

no recuerdo nunca, nunca,

cosa semejante haber vivido.

Es la muerte.

Rezad, amigos que me amáis.

Ella es…

Como si mi ser se hubiera derrumbado,

como si ya no fuese una substancia,

de nuevo en la nada, mi soporte,

podría recaer.

(¡Socorro, Dios amante!,

Tú mi único Refugio, Tú.)

Y no volvería aquí jamás,

si no que por necesidad me desharía;

y desprendiéndome del cósmico entramado

caería en un abismo ciego, informe e ilimitado.

En mí ha venido a producirse

la absoluta ausencia de donde provenía.

Sí; eso es, queridísimos, ¡qué horror!, eso es.

Rezad por mí, vosotros, mis amigos,

que yo no tengo fuerzas para la oración.

AYUDANTES

Kyrie eleison,

Christe eleison,

Kyrie eleison.

Ruega por él, Santa María.

Santos Ángeles todos, rogad por él.

Coros de Justos, rogad por él.

Santo Padre Abraham, ruega por él.

San Juan, san José, rogad por él.

San Pedro, san Pablo, san Andrés, san Juan,

todos los Apóstoles, todos los Evangelistas, rogad por él.

Todos los santos Discípulos del Señor, rogad por él.

Todos los santos Inocentes, rogad por él.

Todos los santos Mártires, todos los santos Confesores,

todos los santos Eremitas, todas las santas Vírgenes,

santos todos de Dios, rogad por él.

GERONCIO

Levántate, alma mía abatida,

¡ten entereza!,

y a través del tramo menguante de vida

y pensamiento que resta por andar,

prepárate al encuentro con tu Dios.

Mientras por un tiempo se consume

la tormenta de este desconcierto,

antes de que caiga sobre ti otra vez la ruina,

aprovecha bien el intervalo.

AYUDANTES

Ten misericordia, sé benigno;

perdónale, Señor.

Ten misericordia, sé benigno;

líbrale, Señor:

de los pecados pasados,

de tu ira y tu ceño,

de los riesgos de la agonía,

de que transija en el pecado,

de que reniegue de su Dios,

de que a la postre confíe en sí mismo,

del fuego en lo profundo,

de todo lo que es mal,

del poder del demonio,

libra a tu siervo,

por una sola vez, y para siempre.

Por tu nacimiento y por tu Cruz,

presérvale de pérdida sin fin.

Por tu muerte y sepultura,

líbrale de una última caída.

Por tu resurrección de la tumba,

por tu ascensión a lo alto,

por el Amor gracioso del Espíritu,

sálvale en el día del juicio.

GERONCIO

Sanctus fortis, Sanctus Deus,

de profundis oro te,

miserere, Judex meus,

parce mihi, Domine.

Verdadera y firmemente creo

que Dios es Trino y Dios es Uno.

También, como es debido, reconozco

la Humanidad asumida por el Hijo.

Espero y confío plenamente

en esa Humanidad crucificada;

y puesto que Él ha muerto, hago morir

todo pensamiento y acción desordenados.

Solo a su gracia y por entero

la luz, la vida y la energía pertenecen.

Con amor supremo y exclusivo le amo

a Él, el santo; a Él, el fuerte.

Sanctus fortis, Sanctus Deus,

de profundis oro te,

miserere, Judex meus,

parce mihi, Domine.

Tan solo por su amor

tengo en gran veneración

a la Santa Iglesia —hechura suya—,

y sus enseñanzas como propias de Él.

Acepto con alegría

todo lo que me acosa,

ya sea dolor, ya sea miedo;

y con firme voluntad desato

todas las ataduras que me ligan.

Préstese adoración

con las huestes y por las huestes angélicas

al Dios de cielo y tierra,

Padre, Hijo y Santo Espíritu.

Sanctus fortis, Sanctus Deus,

de profundis oro te,

miserere, Judex meus,

parce mihi, Domine.

No puedo más; de nuevo me llega ahora

esa sensación de ruina, que es peor que el dolor,

esa negación imperiosa, ese desplome

de todo lo que me hace ser un hombre.

Es como asomarse

al borde que da vértigo

de un descenso a tajo

que no tiene final.

Peor, peor aún.

Es como si rodase

a lo profundo, y por siempre

hubiese de caer

a través de la sólida trama

de las cosas creadas,

y debiera, necesariamente, hundirme,

hundirme en el abismo inmenso.

Y lo que es más cruel aún,

comienza a llenar la mansión de mi alma

un pavor terrible y sin reposo.

Peor, peor aún.

Alguna forma corporal del mal

flota en el viento