Sermones católicos - Cardenal John Henry Newman - E-Book

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Cardenal John Henry Newman

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Beschreibung

El cristiano se sabe contemplado en todo momento por Dios, por los ángeles y los santos. Este sentimiento acompañó a Newman durante su vida, y es patente en los nueve sermones que se ofrecen en este breve libro. El autor estimula a sus oyentes a una vida de creciente intimidad con Dios, como base de toda renovación religiosa. Newman es un intelectual que añora la piedad sencilla de quien se preocupa, más que de saber muchas cosas, de amar a Dios con sencillez.

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Veröffentlichungsjahr: 2018

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SERMONES CATÓLICOS

John Henry Newman

SERMONES CATÓLICOS

EDICIONES RIALP, S.A.

MADRID

© by John Henry Newman

© 2016 de la presente edición, by

EDICIONES RIALP, S. A., Colombia, 63.

28016 Madrid

(www.rialp.com)

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopias, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ISBN: 978-84-321-4712-8

ePub producido por Anzos, S. L.

PRESENTACIÓN

Desde los tiempos de Enrique VIII y la reina Isabel hasta mediados del sigloXIX, Inglaterra sufre unacrisis casi absoluta por lo que atañe a su literaturade espiritualidad. El pujante período de la mística inglesa delos siglosXIVyXVse enlaza con el renacimientoespiritual de mediados del siglo pasado a través de unsolo nombre de cierto relieve: Agustín Baker (1575-1641). Durante esossiglos, Gran Bretaña respecto al catolicismo era por completo unpaís de misión. El cisma anglicano agostó la auténtica vidainterior personal. De modo general, la piedad anglicana llegó prontoa ser meramente formalista, externa, reducida a unasreglas de moralidad que, aunque honestas y decentes, carecían denervio y de hondura. El fervor religioso, la conciencia delo sobrenatural, el sentido de la presencia de lo invisible,el ardor de la caridad caían en el ambiente religiosoanglicano como algo extraño, estridente y hasta ridículo. La religiónera tranquila, fría, ponderada; algo necesario o útil en unasociedad honesta y bien organizada, pero poco más. No habíalugar para la mística; ni siquiera para una ascética generosa.

Sin embargo, a lo largo de esos siglos de atoníase incubaba un resurgimiento. Cada vez era más apremiante lanecesidad de la auténtica piedad individual, de la íntima relacióndel alma con su Dios. Esta sed de vida interiorfue probablemente la causa principal del llamado Movimiento de Oxford, que tantos espíritus fuertes hizo pasar del anglicanismo al catolicismo,entre los cuales la figura más relevante fue John-HenryNewman. «El hombre interior es —decía por aquel entonces Newman,aún anglicano— no ya aquel cuya inteligencia, encontinuo trabajo, es alterada por las verdades divinas, sino aquelcuya alma aspira a un ideal de santidad e intentaelevarse a Dios lo más cerca posible».

El Movimiento de Oxford, aparte de sus luchas por encontrar una base sólida para la religiosidad anglicana, aspiraba sobre todo a salirdel formalismo oficial, para llegar a un cristianismo vivo, íntimo,verdaderamente espiritual. Puede decirse que había comenzado este movimiento en1833 y que acabó doce años más tarde, en 1845,con la conversión al catolicismo de sus dos más genuinos paladines: Ward y Newman.

Situémonos ahora en Londres, en 1835y 1836: los anglicanos tienen aún fuertes prejuicios contra laIglesia católica romana. En ese preciso momento, un hombre extraordinarioen la historia de la Iglesia católica en Inglaterra, NicolásWiseman, está pronunciando una larga serie de conferencias sobre «lasprincipales doctrinas de la Iglesia católica». Hijo de irlandés einglesa, y nacido en Sevilla en 1802, donde pasó suinfancia, Wiseman unía a una aguda inteligencia unaexquisita cortesía, gracia y elegancia, y su persona atraía elafecto de todos por su simpática cordialidad y optimismo. Además,era también un fino escritor. A sus conferencias hizo seguirla publicación de varios libros, dos de los cuales tuvieronun éxito clamoroso y aún son hoy día muy leídos: Fabiola y Recuerdos de los cuatro últimos papas. Con todoello Wiseman había logrado sus fines: crear en Inglaterra unambiente de simpatía hacia Roma y los católicos. Hasta talpunto que en 1850, previas largas negociaciones, el Santo PadrePío IX lograba restablecer la jerarquía católica en Gran Bretañay escogía precisamente a Wiseman para primer arzobispo de Westminster.

Mientras tanto, la, gracia de Dios, sembrada en el campogeneroso y sincero del alma de Newman, iba dando óptimosfrutos. Él buscaba a Dios. Acabados sus estudios eclesiásticos enla Iglesia anglicana, era nombrado en 1828 vicario de SantaMaría, la iglesia de la Universidad de Oxford. Durante quinceaños se dedicó afanosamente a su ministerio entrelos estudiantes y profesores. Predicó mucho. Sus célebres Sermones de Oxford, agudos, penetrantes, con el fin bien definido de inculcara sus oyentes el deseo y la práctica de lavida interior, son una prueba de ello. En 1833 redactasus primeros Tracts for the times; eran una verdadera proclamadel Movimiento de Oxford, del que se constituía como principalfundador y mantenedor. Los problemas religiosos de Inglaterra y lasantidad individual como base de toda renovación son sus preocupacionesmás hondas. Newman estudia mucho, habla mucho y escribe, y,sobre todo, reza mucho. Aborda los problemas de su tiempocon toda profundidad, y busca sus raíces en la historiadel pensamiento y de la teología cristiana: las sectas yherejías, los Santos Padres, los concilios, son unos tras otrosmaduramente investigados. La gracia de Dios y la sinceridad deNewman en la búsqueda de la verdad hacen que pocoa poco vaya este apreciando la fidelidad histórica a latradición, la coherencia y el desarrollo homogéneo de los dogmasmantenidos por la Iglesia católica, en disconformidadcon las confesiones protestantes y el anglicanismo. Finalmente, mientras preparabasu libro Essay on development of the Christian Doctrine, enel que estudiaba las creencias del catolicismo en la edadpatrística y en la Iglesia romana actual, llegó a sertal su evidencia de que eran las mismas doctrinas, deque no había sino evolución homogénea, es decir, un mayorahondamiento y explicitación en los mismos dogmas, que sintió laineludible necesidad de plantearse su conversión completa al catolicismo. Enefecto, el 9 de octubre de 1845 la Iglesia católicay romana lo recibía en su seno. «Yo había empezado,escribe Newman, mi Essay on the development of the Christian Doctrine en los primeros meses de 1845 y habíatrabajado con ardor durante todo el año hasta el mesde octubre. A medida que avanzaba en el trabajo, elhorizonte se iba aclarando ante mí de tal manera, queen lugar de hablar de católicos romanos les llamaba yadecididamente los católicos. Antes de llegar al final resolví pedir mi admisión, y el libro ha permanecidoinacabado, en el mismo estado en que lo dejé entonces».

En febrero de 1846, Newman se retiró a Maryvale (OldOscott) en compañía de varios amigos. Durante una temporada siguieronuna regla de vida que para ellos había preparado Wiseman,entonces obispo coadjutor del vicario apostólico para Inglaterra central, unode los cuatro vicariatos apostólicos que existían en aquella épocaen Gran Bretaña. Tal retiro espiritual fue una gran medidaque el buen sentido de Wiseman supo ver. Allí permanecieronhasta agosto, en que, siempre Wiseman, decidió que Newman setrasladara a Roma para continuar su formación católica y susestudios en el Pontificium Institutum de Propaganda Fide. El 30de mayo de 1847 era ordenado sacerdote en la CiudadEterna. En junio del mismo año pedía el ingreso enlos oratorios de San Felipe Neri, en la misma Roma,y comenzaba su noviciado en la congregación, que tanto ytan apostólicamente estaba trabajando en el resurgimientodel catolicismo en Inglaterra.

Desde el primer momento de suconversión, Newman sometió a concienzudo examen su bagaje teológico yascético, y, a imitación de San Pablo, aprovechó bien suestancia cerca de Pedro para confrontar la autenticidad de susconvicciones. En sus cuadernos de notas se ha conservado abundantematerial en este sentido. Pero la gracia divina había idooperando en él gradualmente, de modo que no tuvo queexperimentar cambios bruscos. Es más, los dos móviles más hondosde toda su vida continuaron siendo los mismos, pues eranauténticamente cristianos: desarrollo de una vida interior de sincera intimidadcon Dios y promoción de ella entre los fieles.

Consu conversión, esta dirección esencial de la vida de Newmanadquirió más solidez doctrinal, más seguridad y mejores frutos prácticos.Y digo prácticos porque la espiritualidad newmaniana, pese al granaparato intelectual y científico de muchos de sus libros yescritos, no era una espiritualidad, digamos, especulativay abstracta, sino práctica; esto es, Newman consideraba los dogmascristianos sobre todo como las auténticas fuentes de vida sobrenaturalen las almas. Esto es manifiesto especialmente en sus abundantísimos sermones, aun de la época anterior a su conversión, eincluso en obras de más pura investigación teológica, histórica yapologética. Nuestro hombre era un alma delicadamente contemplativa. Poseía unagran facilidad para elevarse a Dios, a las relaciones íntimasdel alma con su Creador, a partir de los sucesosmás triviales de la vida ordinaria. Él mantuvo siempre elsentido de la presencia divina y del mundo invisible; paraél, los acontecimientos de la historia humana eran espectáculo delo invisible; la sensación de que somos en todo momentocontemplados por Dios, los ángeles y los bienaventurados no leabandonó en toda su vida y de ello habló muchísimasveces.

Tal aspiración esencial y continua a lo largo detoda la vida de Newman es patente en los nuevesermones que publicamos ahora. Su autorpone en ellos, como un verdadero leitmotiv, la preocupación porestimular a sus oyentes a llevar una vida de intimidadcon Dios cada vez mayor. Considera que la vida deoración es la base de toda renovación religiosa. Es necesarioa todo cristiano, si quiere vivir plenamente su vocación, recogersediariamente algún rato, para dedicarse a hacer oración a Diose intensificar la consideración de que está en su presencia.

El lector podrá observar en todos los nueve sermones, aexcepción tal vez del primero, por su índole especial, quehay un tono general que se corresponde con la temática,modos y estilo de las homilías de los Santos Padres,a los cuales, además, cita con frecuencia (véase, por ejemplo,el sermón octavo, acerca, de la Santísima Virgen). No fueronen balde los estudios de patrística en que se sumergióNewman.

Igualmente puede apreciarse el influjo de la mística inglesade los siglosXIVyXV: de vez en cuando (véase, por ejemplo, el final del sermón sexto), Newman, queera un intelectual en el más propio sentidode la palabra, se deja llevar por cierta añoranza dela piedad sencilla, estima al alma que no se preocupatanto de saber muchas cosas como de amar a Diospura y sencillamente. El Cardenal sueña con un estado doradoen que no hace falta saber tantas cosas del mundo,y considera un peligro para la piedad el dejarse arrastrarpor la curiosidad intemperada de querer enterarse de todo cuantoacontece en la tierra.

Otra de las características de lapredicación de Newman es su agudeza exegética. En los sermones que aquí hemos recogido resplandece su gran habilidad para exponerla doctrina a partir del texto bíblico que comenta yla lógica ilación para extraer de él las consecuencias deconducta moral.

En fin, Newman, a través de estos sermones, ve en la incredulidad ambiental el mayor peligro parasu tiempo. Sobre todo en los sermones primero y últimode nuestra versión, es particularmente intenso el fin de movera los oyentes a que no opongan resistencia a laaceptación de la fe divina, que nos conservay nos explica la Iglesia, consciente de su misión maternal.Tal incredulidad, dice el Cardenal, toma en nuestros tiempos laforma y estructura del racionalismo, destructora aberración que nos empujaa actuar en todo guiados únicamente por la razón, convertidaen diosa suprema de los hombres. Esta preocupación llevará aNewman a hablar y escribir en apología de la verdadcatólica no solo contra el error teórico, sino sobre todopara evitar las desastrosas consecuencias en el terreno moral.

Aeste respecto, el cardenal Newman en Inglaterra, como el granteólogo Scheeben (1835-1888) en Alemania, exigirá la humildad del cristianopara aceptar por fe divina los misterios del cristianismo, precisamenteen una época en que la razón parece adueñarse detodo.

En nuestra versión hemos cambiado el orden respecto ala edición inglesa de estos nueve sermones católicos en unsolo punto: esto es, el último lo hemos traído alprimer lugar, aun a sabiendas de romper lacronología. El motivo ha sido la misma índole de estediscurso —dirigido al clero y alumnos del Seminario de SanBernardo, en Olton, con ocasión de su inauguración y primeraapertura de curso el 2 de octubre de 1873.

Enaquella ocasión, el cardenal abrió la ventana de su intimidady de sus más graves preocupaciones sobre el porvenir dela Iglesia en Inglaterra y en el mundo entero. Eldiscurso es altamente interesante aún en nuestros días y enEspaña, no obstante de haber sido pronunciado hace más deochenta años y en circunstancias muy diferentes.

Nos ha parecidoútil conservar el prefacio de la edición inglesa de los Sermones católicos, debido a la competente y devota pluma haciael cardenal del Rvdo. C. Stephen Dessain, y quetranscribimos a continuación.

J. M.ª C.