El vaticinio - Pedro Muñoz Seca - E-Book

El vaticinio E-Book

Pedro Muñoz Seca

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El vaticinio es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica en torno a las convenciones sociales de su época. En este caso, la trama se articula en torno a dos criados que deben ocultar el hecho de que están casados por miedo a las represalias de su señor, en exceso decente.

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Seitenzahl: 117

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Muñoz Seca

El vaticinio

O S. S. S.

JUGUETE CÓMICO EN TRES ACTOS

Estrenado en el TEATRO DE LA COMEDIA de Madrid el 9 de Febrero de 1923

Saga

El vaticinio Pedro Muñoz SecaCover image: Shutterstock Copyright © 1923, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726508376

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Esta obra es propiedad de su autor, y nadie podrá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España ni en los países con los cuales se hayan celebrado, o se celebren en adelante, tratados internacionales de propiedad literaria.

El autor se reserva el derecho de traducción.

Los comisionados y representantes de la Sociedad de Autores Españoles son los encargados exclusivamente de conceder o negar el permiso de representación y del cobro de los derechos de propiedad.

______

Droits de representation, de traduction et de reproduction réservés pour tous les pays, y compris la Suède, la Norvége et la Hôllande.

______

Queda hecho el depósito que marca la ley.

REPARTO

personajes actores EUGENIA Aurora Redondo. TEODOSIA Carmen Andrés. MADAME D’ESPARTE Teodora Moreno. TECLA Carmen Sans. APOLONIO Valeriano León. DALMACIO Jesús Tordesilla. FERNANDEZ Manuel Perales. ESPENCER A. Gin Bernat. LEONIDAS Andrés Tobías. SARASASOLA Federico Górriz. MEDINA Carlos Díaz.

Acto primero

Lujosogabinete en casa de don Apolonio. Puerta de entrada en el foro y otro en cada lateral. En el centro de la escena, un poco hacia la izquierda, un amplio sofá, único sitio donde pueden sentarse los personajes, pues las sillas y sillones restantes están llenos de libros, cajas y paquetes. Es de día. La acción, en Madrid, en invierno. Epoca actual.

 

(Al levantarse el telón están en escena, en plena limpieza, TECLA y LEONIDAS, criados de la casa. Ambos son jóvenes.)

Tecla ¿Y estas sillas?...

Leónidas(Aterrado, imponiéndole silencio.) ¡¡Chist!!... ¡Maldita sea tu cara!

Tecla ¿Eh?

Leónidas ¡Que te calles!... (Se acerca a la puerta del foro y mira disimuladamente.) Menos mal, creí que…

Tecla (A media voz.) Pero escucha, tú, Leónidas.

Leónidas (Aterrado, como antes.) ¡No me tutees, malhaya sea, que te pego un silletazo!...

Tecla Pues hijo, sí que...

Leónidas ¡Chist!... No alces la voz que está la señorita en sus habitaciones. (Indica la puerta de la izquierda.)

Tecla ¿Y para esto me has traído a tu lado?

Leónidas ¿No t’agrada que vivamos juntos?

Tecla Claro que m’agrada; como que pa oso me casé contigo; pero esto es vivir juntos sin disfrutar de la juntura. Nos pasamos el día sin hablarnos y como si no tuviéramos na que ver el uno con el otro, y eso no tiene gracia. Se pué decir que no somos marido y mujer na más que de once de la noche en adelante.

Leónidas ¿Y te quejas, maldita sea tu estampa? Antes no nos veíamos más que los domingos.

Tecla Sí, sí; pero... No parece sino que es un crimen el que estemos casaos.

Leónidas No es un crimen, Tecla; pero don Apolonio no quiere en su casa criaos casaos ni combinaos, y si se entera de que a nosotros nos une el indisoluble, nos planta en la del Rey, y a ver dónde me gano yo el sueldazo que me dan en esta casa; que hay que ver: cincuenta duros mensuales y comido, vestido, calzao, fumao y propinao.

Tecla Claro, como además de criao eres el hombre de confianza del señor y espías a la soñora...

Leónidas Oye, tú; eso del espiaje no me lo digas con retintín, porque te arrimo una torta que te pongo las dos orejas en el mismo lao.

Tecla ¿Vas a negar que espías a la soñara?...

Leónidas No lo niego; pero yo no le voy al amo con cuentos y con chismes como otros. Yo veo, callo, anoto y luego le digo a don Apolonio lo que debo decirle y ná más.

Tecla Poro, escucha, ¿es que alguna vez has visto algo que no debas decir?

Leónidas En jamás. La señorita es buena y honrá donde las haiga. (Jurando.) ¡Mialas! No tiene motivos don Apolonio pa pasarse el día y la noche rabiando de celos.

Tecla Como es tan feísimo, se mirará al espejo y pensará: «con esta pinta que me gasto, si no me la pega mi señora es que no hay justicia en el mundo.» ¡Porque mira que es feo!

Leónidas Y eso que tú no le has visto en elástica. ¡Chavó! Empaña las lunas.

Tecla Es de los que reúnen las cinco «ches».

Leónidas ¿Cómo?

Tecla Que es chico, chato, chinchoso, chismoso y chiguato.

Leónidas Y lo peor de todo es que tiene menos talento que un ladrillo, porque hace falta ser corto de alcances pa creer en las buenaventuras y en las paparruchas que dicen las gitanas.

Tecla ¿Pero cree en esas tonterías?

Leónidas Como que a eso se deben sus celos. Resulta que hace veinte años, estando él en el Perú, en Acacota, una gitana le pronosticó que si se casaba se la pegaría su mujer y él lleva esa espinita clavá en el corazón. ¡Que es una espinita! Por eso ha tardao tanto en casarse y por eso hace las cosas que hace pa vigilar a la señora. ¿No has visto ahí en la esquina a uno que pide limosna con unas gafas negras y un letrero que dice «Ciego por causa de la Tabacalera»?

Tecla Sí.

Leónidas Pues ese es Ignacio Talavera, uno encargado por él de ver quién entra y quién sale de su casa.

Tecla ¡Ay que primavera! Ayer le he dao yo una perra gorda.

Leónidas Si recoge la mar de dinero. Y ahora va a hacer el gran negocio, porque al del estanco de enfrente le está disminuyendo la clientela y le va a dar cien duros pa que se quite el letrerito.

Tecla ¿Pero él, cuando le preguntan dice que perdió la vista de fumar?

Leónidas No; él cuenta que la perdió por darse de puñetazos con uno a la puerta de un estanco cuando la escasez de cajetillas, y todo el mundo lo cree. Como hubo tantos que pegaron haciendo cola... A mí me tiene aquí don Apolonio pa que le diga quién viene de visita y como no se fía ni de la elástica que lleva puesta, ha ideado esto del sofá, que no deja de tener gracia.

Tecla ¿Eh? ¿Qué es lo del sofá, tú?

Leónidas Que este sofá tiene dentro una báscula eléctrica que es una maravilla. Te sientas y en seguida se graba tu peso en un aparato que tiene aquí detrás y que marca hasta la hora en que te has sentao. Repara... (Le enseña por detrás del sofá.)

Tecla ¡Mi madre!

Leónidas Claro, él inutiliza, como ves, todas las sillas pa obligar a las visitas a sentarse en el sofá, se va a la calle, cuando vuelve mira el aparato con disimulo, ve los kilos que arroja cada sentada, y como tiene apuntao en un libro el peso de todas las personas que le visitan, pues lee, por ejemplo, ciento treinta kilos y dice: mi mujer pesa cincuenta, de cincuenta a ciento treinta van ochenta... A ver un amigo de ochenta kilos... Ramírez: Aquí ha estado Ramírez y claro que ha estado Ramírez, como que no falla.

Tecla ¿Y la señorita no sabe?...

Leónidas Ni la señorita ni nadie.

Tecla Escucha, ¿y cuando algún amigo engorda o adelgaza?...

Leónidas Cállate, mujer; cuando no le sale bien la cuenta, se arma aquí cada bronca que las paredes echan humo. (Rumor de voces dentro.) ¡La señorita!... ¡Rompan fila!... Hasta luego. (Mutis por la puerta del foro)

Tecla(Haciendo mutis por la puerta de la derecha.) Pues como ella quiera, aunque le ponga una báscula en... las narices... (Vase.) (Tras una breve pausa entra en escena, por la izquierda, EUGENIA, en traje de casa, seguida de TEODOSIA, criada cuarentona que conduce un enorme libro. Eugenia es joven y tan guapa como elegante.)

Teodosia ¿Dice la señorita que la fotografía se publicó en «La Esfera»?

Eugenia Sí; no sé si fué en diciembre del veintidós o en enero del veintitrés.

Teodosia Pues aquí están encuadernados esos dos años y hasta ahora... (Se sienta en el sofá y comienza a buscar en el libro.)

Eugenia El baile fué en casa de la de Parcent y el traje de aldeana que yo quiero copiar lo llevó la marquesa de Salamanca. (Sentándose, junto a Teodosia.) Vamos a buscar bien.

Teodosia ¿Cree la señorita que el señor la dejará ir a esa fiesta?...

Eugenia ¡Que sé yo! Ya veremos. Por si acaso voy a prepararlo todo. Lo que sí quiero es que no se entere de mis propósitos hasta última hora para que no empiece a darme la lata...

Teodosia Ya, ya. Está cada día más insoportable, y usted perdone. Lo que toca yo es que no le puedo tragar, y usted perdone.

Eugenia Por Dios, Teodosia, más respeto.

Teodosia Por eso le digo a la señorita que perdone. Pero, vamos, es que no lo puedo remediar, cuando se pone chincho, que es cada cinco minutos... le daba con un lingote.

Eugenia(Levantándose, muy seria.) ¡¡Teodosia!!...

Teodosia Y usted perdone. (Rumor de voces dentro.)

Eugenia Ahí está.

Teodosia Sí, señora. ¡Hasta la voz la tiene fea!

Eugenia Bien, bien, vete, llévate el libro y continúa buscando ahí dentro. Como todo le choca...

Teodosia Sí, señorita... (Haciendo mutis por la izquierda con el libro.) (¡Lástima de flor para ese sapo!...) (Vase.)

Eugenia(Suspirando.) ¡Ay!... (Se acerca a una silla que está llena de libros, coge uno y lee.) Fray Pedro Sarasqueta. Cómo se castiga en la otra vida a la mujer que engaña a su marido... ¡Jesús! (Deja el libro y coge otro.) Luis de Zurriarrain. El infierno de las adúlteras. (Suelta el libro.) Hay que ver los libros que me deja aquí Apolonio... (Tomando otro libro de otra silla.) Los peligros de un flirt... De Gil de Escalante... Este debe ser divertido. (Se recuesta indolentemente en el sofá y se dispone a leer. Breve pausa. Por la puerta del foro entra en escena APOLONIO. Como se ha indicado en el diálogo, es feo y cincuentón. Viste con elegancia.)

Apolonio Hola, vidita.

Eugenia Hola.

Apolonio(Después de oler por la escena.) ¿Qué hay?

Eugenia Ya ves; nada nuevo.

Apolonio ¿No ha venido nadie? (Hace sonar un timbre.)

Eugenia No, no ha venido nadie.

Apolonio Muy bien. (Vuelve a oler.)

Tecla(Por la puerta de la derecha.) ¿Llamaba el señor?

Apolonio No era a usted sino a Leónidas; pero, en fin, lo mismo me da. Tome. (Le da el gabán y el sombrero.) ¿No ha venido nadie?

Tecla No, señor; no ha venido nadie.

Apolonio Perfectamente. (Tecla se va por la derecha, llevándose el gabán y el sombrero. Apolonio vuelve a oler.)

Leónidas(Precipitadamente, por la puerta del foro.) Perdone el señor, pero estaba dando un recado por teléfono... ¿Había llamado el señor?...

Apolonio Sí; pero ya no te necesito. Puedes retirarte

Leónidas Está muy bien.

Apolonio No ha venido nadie, ¿eh?

Leónidas Nadie, señor.

Apolonio Bien, muy bien. (Se va Leónidas por el foro. Tarareando.) Tururú... tururú... (Huele.) Leyendo, ¿eh?

Eugenia(Sin mirarle.) Sí...

Apolonio(Como antes.) Madrileña soy... (Se coloca detrás del sofá, levanta un trocito de la tela del respaldo y mira disimuladamente.) (Ciento treinta y cuatro kilos...) Soy de Madrid... (Saca un librito del bolsillo y comienza a hacer cuentas.) (De cincuenta a ciento treinta y cuatro van ochenta y cuatro... A ver quién pesa ochenta y cuatro kilos...) (Repasando unas notas.) Madrileña soy... (¡¡Nadie!!... La que más pesa es Teodosia, y no pasa de los ochenta y uno... Me faltan tres kilos...) Soy de Madrid... (Escamadísimo.) (Y ella disimula leyendo... ¡Aquí hay gato!) Tururú, tururú... ¿De modo, vidita, que... no ha venido nadie?

Eugenia Nadie, hombre, nadie; ya te lo he dicho quince veces.

Apolonio ES que... (¡Aquí hay gato!) (Hace sonar un timbre, vuelve a mirar el aparato del sofá ĉon disimulo y hasta le da unos golpecitos también disimuladamente a compás de lo que tararea.) (Nada; ciento treinta y cuatro.)

Tecla(Por la derecha.) ¿Señor?...

Apolonio ¿Quién era ese señor que ha estado aquí durante mi ausencia? ¿Un señor guapo, grueso... como de ochenta y cuatro kilos?...

Eugenia(Levantándose furiosa.) ¡¡Apolonio!! ¿Ya vas a empezar?

Apolonio No, mujer, si es que...

Eugenia(A Tecla, airadamente.) ¡Retírese! (Vase Tecla por la derecha.) ¡Pues hasta ahí podían llegar las cosas! Reflexiona que tus desconfianzas son una ofensa, y que me estás faltando.

Apolonio Es que también a mí me faltan... es decir, me sobran...

Leónidas(Por la puerta del foro.) ¿Señor?...

Apolonio ¿Quién ha estado aquí, Leónidas?

Leónidas ¿Eh?

Apolonio(Acercándose a él y a media voz.) Hay una diferencia de tres kilos...

Leónidas (¡Atiza!) Pues yo le juro, señor...

Eugenia ¿Pero todavía?... (A Leónidas, imperiosamente.) ¡Márchese!... (Leónidas se inclina con respeto y se va por el foro.)

Apolonio(Muy enérgico.) Yo te suplico, Eugenia, que me digas quién se ha sentado contigo en ese sofá hace un momento?

Eugenia Teodosia.

Apolonio ¿Eh? ¿La doncella sentada con la señora, mano a mano?...

Eugenia Es que estábamos buscando una fotografía en la colección de «Esferas», y como no hay otro sitio donde sentarse...

Apolonio(Viendo el cielo abierto.) ¡Ah! ¿En ese libro muy grande?... Hola, hola; ya eso es otra cosa... (Tarareando.) Tururú, tururú... ¿Está Teodosia ahí?...

Eugenia Sí...

Apolonio(Acercándose al lateral izquierda y hablando hacia el interior del mismo.) Teodosia... traiga la colección de «Esferas»... (Cantando.) Nena... me decía loco de pasión... Nena...

Teodosia(Con el libro.) Es que estaba buscando la fotografía de una obra que estrenó la compañía argentina de Moñigo-Alipi... Aquella del título tan largo...

Apolonio ¡Ah! Sí; la de la hacienda de su «agüela»... que cae el jagüel con la fulana de la seca de la porra... ¿A ver? (Toma el libro en peso.) Ya lo creo; tres kilos... (Devolviéndole el libro.) Bien, lléveselo; retírese. (Gesto de extrañeza en Eugenía.)

Teodosia ¿Pero?...

Apolonio ¡¡Retírese!!

Teodosia(Mirándole con las del beri.) Sí, señor, y... usted perdone. (Mutis por la izquierda.)

Eugenia (Yo creo que este hombre se ha vuelto loco.)

Apolonio (Haciéndole una caricia a Eugenia.) Sultana...