Epístolas - Braulio de Zaragoza - E-Book

Epístolas E-Book

Braulio de Zaragoza

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El epistolario de Braulio de Zaragoza constituye una de las fuentes más importantes que poseemos para el estudio de la Hispania visigoda del siglo vii. De las cuarenta y cuatro epístolas que componen el códice custodiado en el Archivo Capitular de León, Braulio escribió treinta y dos, y es el destinatario de doce redactadas por las figuras más destacadas del panorama social (como los reyes Chindasvinto y Recesvinto) e intelectual de la época (baste mencionar a Eugenio de Toledo, a Tajón de Zaragoza, a Fructuoso de Braga y, entre todos ellos, a san Isidoro de Sevilla). La presente es la primera edición moderna de esta obra de valor indiscutible. En primer lugar, porque las epístolas intercambiadas con san Isidoro ofrecen información única sobre la génesis y difusión de las Etymologiae, una de las obras enciclopédicas más relevantes de la Edad Media. Igualmente, el resto contienen datos de crucial importancia sobre variados aspectos de la historia del periodo, así como valiosas noticias sobre los corresponsales de Braulio. La edición, que parte de una organización totalmente novedosa de los textos, descubre la riqueza de significados y la elaborada organización de sus piezas y ofrece conclusiones relevantes no sólo para la figura de Braulio de Zaragoza, sino para la comprensión general de la estética literaria de la Hispania del siglo vii.

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Akal / Clásicos Latinos Medievales y Renacentistas / 30

Braulio de Zaragoza

Epístolas

Edición de: Ruth Miguel Franco

El Epistolario de Braulio de Zaragoza constituye una de las fuentes más importantes para el estudio de la Hispania visigoda del siglo VII. En él se incluyen desde cartas a miembros de la elite intelectual del periodo, como Isidoro de Sevilla o Tajón de Zaragoza, a personajes de la nobleza y hasta misivas enviadas a los reyes Chindasvinto y Recesvinto o al mismo papa Honorio I.

La presente es la primera edición moderna de esta obra de valor indiscutible. Las epístolas intercambiadas con san Isidoro ofrecen información única sobre la génesis y difusión de las Etymologiae, una de las obras enciclopédicas más relevantes de la Edad Media. Igualmente, el resto contiene datos de crucial importancia sobre variados aspectos de la historia del periodo, así como valiosas noticias sobre los corresponsales de Braulio. La edición, que parte de una organización totalmente novedosa de los textos, descubre la riqueza de significados y la elaborada organización de sus piezas y ofrece conclusiones relevantes no solo para la figura de Braulio de Zaragoza, sino para la comprensión general de la estética literaria de la Hispania del siglo VII.

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RAG

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Nota editorial:

Para la correcta visualización de este ebook se recomienda no cambiar la tipografía original.

Nota a la edición digital:

Es posible que, por la propia naturaleza de la red, algunos de los vínculos a páginas web contenidos en el libro ya no sean accesibles en el momento de su consulta. No obstante, se mantienen las referencias por fidelidad a la edición original.

© Ediciones Akal, S. A., 2015

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-460-4301-0

INTRODUCCIÓN[1]

Entre 1942 y 1943 tuvo lugar un debate entre M. Álamo y J. Madoz sobre la autenticidad de la correspondencia de Braulio de Zaragoza conservada en el manuscrito León, Archivo Capitular 22 (s. IX)[2]. Álamo duda de que los textos que allí se encuentran sean epístolas reales, aduciendo como motivos que en los textos aparecen rasgos lingüísticos no pertenecientes al estilo epistolar y que algunos de los temas tratados no son propios de la pluma de un obispo. Por último, subraya la falta de correspondencia de los contenidos de las epístolas con realia históricos. Por todo ello, considera que estas cartas son un conjunto de ejercicios escolares, una antología de modelos epistolares de diferentes géneros y sitúa su redacción en un ambiente relacionado con la escuela cordobesa de retórica del siglo IX, exactamente, con la figura de Álbaro de Córdoba[3]. Esta misma interpretación propusieron Lambert y Pérez de Urbel[4], que des­cribieron el epistolario brauliano como una colección de ejemplos del admirado estilo visigodo o un manual compuesto en Zaragoza (quizá durante el reinado de Recesvinto) a partir del regesto de las cartas del obispo. Aunque la tesis de Álamo fue ya contestada por Madoz, que demostró la autenticidad de la correspondencia de Braulio con argumentos lo suficientemente concluyentes, estas reflexiones sobre el epistolario sugieren un nuevo modo de análisis de este conjunto de textos.

Álamo toma en consideración solamente las funciones prototípicas, a saber, las de medio de comunicación entre dos corresponsales. Sin negarles su estatus literario, lo considera ancilar: su autenticidad pasa por su condición de realia. Son precisamente los problemas que supone la interpretación de las epístolas como un producto literario, tomando aquí literario como sinónimo de «ficción» y no literario de «real», lo que nos da una de sus claves de lectura: no estamos simplemente ante un conjunto de epístolas conservadas, sino ante un epistolario. Un epistolario es una obra literaria: nos proporciona información sobre su autor, sobre los personajes con los que se carteaba, sobre acontecimientos del periodo, pero también sobre los paradigmas estéticos y culturales de la época. Pocas cartas han llegado hasta nosotros en su forma primigenia; no son numerosos los casos en los que conservamos la carta, el objeto físico efectivamente enviado. Lo más habitual es que conservemos epístolas o conjuntos de epístolas que han sido transcritos y organizados, en ocasiones por su autor, en ocasiones por personas que tenían interés en él o en sus textos[5].

El estilo marcadamente escolar y retórico de la correspondencia de Braulio de Zaragoza ha sido señalado en numerosas ocasiones, así como su elaboración literaria según los tópicos del género. Pero esta preocupación formal trasciende los límites del texto individual y se aplica al conjunto o, mejor dicho, sirve para crear el conjunto: la disposición de las piezas en el epistolario responde a patrones cuidadosamente establecidos, que refuerzan la cohesión entre las piezas para crear una obra unitaria. Fueron precisamente estos artificios los que hicieron que Álamo considerase el Epistularium un manual escolar, un producto literario y no una colección real de epístolas: se trata precisamente de los rasgos más interesantes para el estudio de la estética tardoantigua y medieval, de la tensión entre fragmento y obra acabada que caracteriza esta obra y de las particulares soluciones que encontró Braulio.

Esta presentación de las epístolas de Braulio como obra literaria tiene como objeto iluminar una faceta de estos importantísimos textos a la que hasta la fecha se le había prestado relativamente poca atención. Además de establecer la relación entre la carta y su contexto histórico de escritura, envío y recepción, y analizar los contenidos en función de su intención comunicativa y de su valor documental, la consideración global del epistolario como obra literaria proporciona valiosos datos sobre la estética literaria de la Hispania visigoda del siglo VII.

1. EL EPISTOLARIO DE BRAULIO DE ZARAGOZA. COMPOSICIÓN Y DISPOSICIÓN

Se conservan 44 epístolas de Braulio de Zaragoza: el obispo cesaraugustano fue autor de 32 (en dos casos, en nombre de un remitente colectivo) y destinatario de 12 (entre estas destacan las cinco epístolas que le envió Isidoro de Sevilla). El conjunto completo es transmitido por un único manuscrito: León, Archivo Capitular 22 (s. IX), al que nos referiremos como L[6] en este trabajo. Por otra parte, las siete epístolas que intercambió con Isidoro de Sevilla están presentes también en la mayor parte de los manuscritos de las Etymologiae de Isidoro.

En este trabajo se parte de dos presupuestos básicos. Primero, las cartas que Braulio intercambió con Isidoro (1-8 en las ediciones de las epístolas a partir de la primera de 1775, obra de M. Risco[7]) y el resto de la correspondencia (a la que nos referiremos como epistolario) son grupos independientes, con funciones diferentes y que deben ser estudiados por separado, ya que nunca formaron una unidad[8]. En el manuscrito L encontramos la correspondencia entre Braulio e Isidoro entre los folios 38v y 44r. A continuación se insertan dos obras también de Braulio: las actas del proceso entre los obispos Marciano y Habencio en el VI Concilio de Toledo[9] (folios 44r-48v) y la Confessio uel professio fidei Iudaeorum ciuitatis Toletanae (CPL 1233) (f. 48v-51r). Después, entre los folios 51r y 87r está el resto de las epístolas entre Braulio y los demás destinatarios, que en las ediciones recibe los números 9-44.

En segundo lugar, se conservará el orden de las epístolas en los manuscritos, que fue alterado en la primera edición de M. Risco, con el propósito de disponerlas según la sucesión cronológica en la que fueron enviadas. Esta disposición de M. Risco ha sido adoptada también por los sucesivos editores del epistolario brauliano. Sin embargo, creemos que, por el contrario, el orden de las epístolas en los manuscritos, tanto las que preceden a las Etymologiae como el resto de la correspondencia, refleja la disposición original, que puede ser atribuida a Braulio de Zaragoza. Como se verá con detalle más adelante, las epístolas están organizadas siguiendo un patrón literario perfectamente planeado[10]. En consecuencia, será respetada la división entre los dos grupos de epístolas y su orden en el manuscrito, excepto en los casos en los que se aprecian errores mecánicos derivados de la copia[11].

Así pues, estos presupuestos se respetarán también en el modo de denominación de las epístolas en este trabajo. Para el primer grupo de epístolas, las que Braulio intercabió con Isidoro, aceptamos la numeración que W. M. Lindsay les asigna en su edición de las Etymologiae[12], ampliamente conocida y utilizada por diversos estudiosos y que mantiene además el orden alterado por los editores del epistolario. A las 37 epístolas restantes, en cambio, les asignaremos el número que refleje su colocación original en el manuscrito de León. La siguiente tabla permite ver las equivalencias entre el sistema de identificación que se seguirá en este trabajo y el que han utilizado los anteriores editores. Se indica en primer lugar la sucesión de las piezas en los manuscritos; como ya se ha dicho, las epístolas isidorianas están organizadas en el mismo modo en los manuscritos de las Etymologiae y en L. A continuación se indica el autor en el caso de las epístolas entre Braulio e Isidoro; en el epistolario, en cambio, se utiliza un doble sistema: se indica el destinatario, ya que en la mayor parte de los casos es Braulio el autor de la epístola; cuando se trata de epístolas recibidas por Braulio, el nombre del autor va en versalitas (por ejemplo: 23 EUGENIO fue escrita por Eugenio para Braulio; 24 Eugenio, escrita por Braulio y enviada a Eugenio). En la cuarta columna encontramos el incipit. Después, el número que reciben las epístolas en las ediciones (la de W. M. Lindsay en el caso de las primeras cartas, y la de M. Risco, que conservan J. Madoz y L. Riesco Terrero) y, en la última columna, la denominación que recibirá cada una de las piezas en este trabajo.

Tabla 1

MSS

AUTOR

INCIPIT

M. RISCO

W. M. LINDSAY

1

Isidoro

Dum amici litteras

2

A

A

2

Isidoro

Quia non ualeo te perfruere

1

B

B

3

Isidoro

Omni desiderio desideraui

8

I

I

4

Braulio

O pie domne

3

II

II

5

Isidoro

Quia te incolomen cognoui

4

III

III

6

Braulio

Solet repleri laetitia homo

5

IV

IV

7

Isidoro

Tuae sanctitatis epistolae

6

V

V

*(8)

Isidoro

En tibi

7

VI

VI

Tabla 2

L

DESTINATARIO

INCIPIT

M. RISCO

1

Yactato

Exigere a me, frater beatissime

9

1

2

Floridio

Fideliter fateor, dilecte fili

12

2

3

Frunimiano

Membrana nec nobis sufficiunt

14

3

4

Tajón

Salo mentis quateris

11

4

5

Frunimiano

Non dissimili contritione afficior

13

5

6

Yactato

Abstrusum penitus me

10

6

7

Basila

Inter horribilis nuntii procella

15

7

8

Apicela

Siquidem alii fuerat hic codex

16

8

9

Wiligildo

Non sum ignarus

17

9

10

Pomponia

Vno uulnere confossus

18

10

11

Hoyón/Eutrocia

Scio, scio non esse optimum

19

11

12

Hoyón/Eutrocia

In quantum audio nulla uobis

20

12

13

Eutropio

Sollicitudinis beatitudinis uestrae

22

13

14

Valentín

Sanctitudinis uestrae apices

23

14

15

Valentín

Quibus tempestatibus procellisue

24

15

16

Honorio

Optime satis ualdeque congrue

21

16

17

Emiliano

Quamuis undique de mundialis

25

17

18

EMILIANO

Quod obsequio uel cordis affectu

26

18

19

Emiliano

Si uestrum aduentum scire

27

19

20

Ataulfo

Vt audiui socrus tua domna Mello

28

20

21

Gundesvinda/Givario

Humanae uitae miserias

29

21

22

Wistremiro

Quum non sit optimus consolator

30

22

23

EUGENIO

Duae res obortae sunt in ecclesia

35

23

24

Eugenio

Si inmensa curarum genera

36

24

25

Chindasvinto

Dominus omnipotens

31

25

26

CHINDASVINTO

Suggesionem eloquentiae uestrae

32

26

27

Chindasvinto

Etsi disrupto potius quam scisso

33

27

28

Chindasvinto

Qui corda regum in manu sua

37

28

28

Recesvinto

Quum sit mendacii genus

38

29

30

RECESVINTO

Venustissima tua sanctitatis eloquia

39

30

31

Recesvinto

Dum cupio satisfacere

40

31

32

RECESVINTO

Suggessionem beatitudinis uestrae

41

32

*(26)

Nebridio

Vita ista fugitiua et fumea

34

33

*(26)

TAJÓN

... pia quidem talis religio

Fragmento

34

*(26)

Tajón

Vt litteris tuis illico non responderem

42

35

33

FRUCTUOSO

Scripturae sacrae textu narrante

43

36

34

Fructuoso

Inter laudarum tuarum praeconio

44

37

En la primera tabla las dos primeras epístolas de Isidoro reciben una letra (A, B) en vez de un número. Esto se debe a que su transmisión manuscrita es mucho más restringida que la del resto: solo aparecen en algunos ejemplares de las Etymologiae de origen hispánico[13].

Por otra parte, varias piezas están marcadas con un asterisco y su número colocado entre paréntesis. En la primera tabla se trata del texto conocido como En tibi, colocado en octava posición. Esta pieza plantea varias dudas. En primer lugar, no está incluida en L[14]. En segundo lugar, los manuscritos de las Etymologiae lo presentan dirigido unas veces a Braulio, otras al rey Sisebuto, a quien Isidoro le dedicó una primera versión de su obra; en otros se mencionan los dos dedicatarios y, en la mayoría de los casos, no presenta ningún tipo de saludo epistolar, sino simplemente una pequeña introducción o incipit de las Eytmologiae[15]. Es probable que este En tibi no se trate de una epístola propiamente dicha, sino de un texto prefatorio que introduce la enciclopedia isidoriana, lo que explicaría su ausencia en el manuscrito L. Sin embargo, se ha contado entre la correspondencia de Braulio e Isidoro desde los primeros siglos de circulación de las Etymologiae hasta las ediciones más recientes. Por este motivo incluimos el En tibi en nuestra traducción, aunque consideramos que pertenece a la colección de epístolas de Braulio más por tradición que por derecho propio.

Las epístolas 33, 34 y 35, separadas del resto de la tabla, presentan un problema en L: son copiadas en bloque en medio de la epístola 26. El copista advierte el error y continúa la copia, insertando un símbolo que permite seguir el texto de la misiva cortada, de modo que no hay ninguna dificultad para la reconstrucción del texto de esta epístola 26. Sin embargo, el problema lo plantea la colocación de estas tres epístolas traspuestas. M. Risco desplazó las epístolas de Tajón hasta el puesto en el que se encuentran en esta tabla, con sólidos motivos cronológicos que se analizarán con detalle en capítulos posteriores. Sin embargo, ya que la transposición de las tres epístolas se produjo en bloque, consideramos que deben ser también reubicadas en bloque y desplazamos la epístola 33 a Nebridio junto con las de Tajón. Como se ha apuntado más arriba, la organización de las epístolas sigue un patrón muy cuidado, en el que las agrupaciones de piezas con características semejantes y las posiciones paralelas de otras contribuyen, por una parte, a la elaboración estilística del conjunto, y por otra, a la creación de sus significados. Pues bien, aun a riesgo de adelantar conclusiones, la nueva colocación de las epístolas 33, 34 y 35 en la tabla parece responder a los mismos motivos que rigen la disposición del resto de las piezas. De cualquier modo, sirvan esta tabla y estas breves explicaciones como propedéutica al estudio detallado del epistolario.

2. LA CRONOLOGÍA DE LAS EPÍSTOLAS Y LA CRONOLOGÍA DEL AUTOR: RELACIONES Y CONSECUENCIAS

Para tratar de calcular las fechas de nacimiento y muerte de Braulio, así como las de su ordenación episcopal, dependemos exclusivamente de los datos que nos proporcionan las fuentes antiguas. Dentro de estas, las epístolas del propio Braulio desempeñan un papel crucial. Sin embargo, esto nos lleva en ocasiones a un círculo vicioso: su utilización para este análisis depende en gran medida de la datación que se les asigne en primer lugar y la datación de las epístolas depende también de las fechas de la vida de Braulio que se tomen como base[16]. Por este motivo, analizamos de manera conjunta la cronología de la correspondencia de Braulio, revisando algunas de las fechas tradicionales, así como su biografía, ya que están estrechamente relacionadas.

La cronología de las epístolas intercambiadas entre Braulio e Isidoro ha sido analizada con detalle por parte de los estudiosos de las Etymologiae, ya que representan, si no el único (conservamos también la Renotatio librorum d. Isidori), el documento más importante para datar las etapas de composición y la difusión de la enciclopedia isidoriana. También son un dato importante a la hora de fechar otras obras del hispalense mencionadas en el texto de las epístolas, como los Synonyma. Los métodos que se han utilizado para datar estas cartas son una combinación de análisis de las referencias a realia históricos (escasas, por otra parte) y los contenidos de las cartas. En cuanto al orden en el que están colocadas, es un argumento controvertido al que se recurre como probatorio en algunos casos y se rechaza como debido al azar en otros[17]. No obstante, como tendremos ocasión de comprobar, el orden de las epístolas de Braulio reviste una importancia fundamental a la hora de aproximarnos a ellas.

J. C. Martín ha realizado diversos estudios que analizan y revisan la datación de las epístolas y la cronología del autor[18], que tomamos como base para el estudio. Sin embargo, como se ha dicho, proponemos una revisión de esta cronología, tomando como premisa el hecho de que algunos de los datos en los que se basan los estudios cronológicos realizados hasta la fecha son poco seguros y de discutible interpretación.

Ofrecemos a continuación un cuadro comparativo de las diferentes dataciones que los estudiosos han asignado a las epístolas, con el propósito de facilitar la localización de los datos presentados­[19]:

Tabla 3

J. Aldama

C. H. Lynch

J. Madoz

J. C. Martín

A

610-620

620-624

610-620

619-620

B

610-620

620[20]

610-620

619-620

II

631

625

625

625-626

III

631-632

632

632

632

IV

632

632

632

632

V

632

632

632

632-633

I[21]

631

634-636

635-636

634-636

Comencemos desde el principio. No tenemos constancia de la fecha de nacimiento de Braulio; sin embargo, puede ser calculada con bastante precisión a partir de datos históricos, principalmente a partir de las noticias que Ildefonso de Toledo dedica a Braulio y a su hermano Juan: «Braulio, hermano de Juan, obtuvo su plaza en Cesaraugusta al morir este [...] Ejerció el sacerdocio casi veinte años, al cabo de los cuales concluyó su vida en este mundo. Ejerció su cargo durante los reinados de Sisenando, Chintila, Tulga y Chindasvinto»[22]. Esto es, su episcopado duró unos veinte años, desde el reinado de Sisenando, que subió al trono en el 631, al de Chindasvinto, que duró hasta el 653. La fecha del 631 para la ordenación episcopal de Braulio se ve confirmada también por la mencionada noticia de Ildefonso sobre Juan: «Juan llegó a la sede de la Iglesia de Cesaraugusta como sucesor de Máximo en el obispado [...] Ocupó este honorable cargo doce años [...] Ejerció el sacerdocio durante los reinados de Sisebuto y Suintila»[23]. Por tanto, Juan fue obispo de Zaragoza doce años, entre el 619, año de la muerte de Máximo[24], y el 631, año en el que muere Suintila y asciende al trono Sisenando, durante cuyo reinado fue ordenado obispo Braulio. De las fechas de óbito y ascensión al trono de estos reyes podríamos quizá deducir que Juan murió a principios del 631, quizá en enero o febrero, ya que Suintila reina hasta marzo del 631 y Sisenando es aclamado rey el 26 de ese mismo mes[25]. Braulio recibe la mitra, pues, en fecha posterior a abril del 631. Esto concuerda también con otros datos: antes de que Braulio firme como obispo en el IV Concilio de Toledo en el 633[26], mencionado en la epístola V, Isidoro lo saluda ya como obispo en cartas anteriores, como la III, p. 86: «A mi señor y siervo de Dios, el obispo Braulio, Isidoro». Del mismo modo, el propio Braulio utiliza en el encabezamiento de su epístola IV, p. 87 un título propio de la dignidad episcopal: «Braulio, siervo indigno de los santos de Dios».

Antes de su ordenación episcopal Braulio había sido arcediano, como lo indican los saludos de las epístolas A, p. 81 y B, p. 82 que Isidoro dirige a Braulio: «A mi señor en Cristo e hijo queridísmo, el arcediano Braulio, Isidoro». Que Braulio fue arcediano antes de obispo se deduce, además de por las palabras de Isidoro, por el hecho mismo de que fue obispo, ya que el obispo en funciones (Juan, en este caso) solía otorgar esta dignidad a aquel que planeaba que lo sucediese en el cargo[27]. Por tanto, si las cosas, según parece, se desarrollaron en modo acorde a las costumbres de la época, Juan fue ordenado obispo en el 619 y nombró arcediano a su hermano Braulio. Según lo estipulado por el IV Concilio de Toledo[28], los obispos no podían tener menos de treinta años, por tanto, Braulio debió por fuerza tener treinta años o más en el 631, llevándonos a calcular el 600-601 como fecha ante quem para su nacimiento.

Se ha tratado de precisar más esta fecha, partiendo de la base de que Braulio fue nombrado arcediano inmediatamente después de la ascensión al episcopado de Juan en el 619. Los diáconos (cargo equivalente al de arcediano[29]), según los cánones del II Concilio de Toledo[30], no podían tener menos de veinticinco años; por tanto, si Braulio tenía esta edad hacia el 619-620, cuando suponemos que su hermano Juan, ya obispo, lo nombró arcediano, debió de nacer hacia el 594-595[31]. Partiendo principalmente de esta suposición se ha establecido el terminus post quem de las epístolas A y B en el 619-620[32], ya que Isidoro saluda a Braulio como arcediano; el terminus ante quem se ha deducido de la fecha de la siguiente carta (II) fechada hacia el 625-626 por todos los estudiosos que se han ocupado de la cronología de las epístolas (menos J. A. Aldama).

Sin embargo, como se ha apuntado antes, se puede revisar este razonamiento, principalmente a la luz de los textos de las epístolas. Hemos dicho que la carta IV está fechada en el 632-633: esta, junto con la V, son las únicas que contienen alusiones que permiten datarlas con seguridad y que servirán de base para algunos razonamientos posteriores; veamos detalladamente cada uno de los datos de los que disponemos. En la epístola V, p. 91 se lee: «La carta de tu Santidad vino a mi encuentro en la ciudad de Toledo, pues me había desplazado para asistir al concilio. Pero, aunque la orden del príncipe me aconsejaba volver cuando ya estaba de camino, sin embargo yo, como me hallaba más cerca de su presencia que del punto de partida, preferí más bien no interrumpir el viaje». Se refiere aquí Isidoro al Concilio IV de Toledo, celebrado el 5 de diciembre del 633 y que fue aplazado por el rey Sisenando por motivos que se desconocen. La epístola puede ser datada entre el 632 y el 633. Se desconoce cuándo se produjeron la primera y segunda convocatorias para el Concilio y cuánto tiempo fue aplazado. Sin embargo, partiendo de la afirmación de Isidoro de que convenía más acercarse a Toledo que regresar a Sevilla, se podría deducir el tiempo de espera entre la recepción de la noticia del aplazamiento y la nueva fecha de celebración fue lo suficientemente breve como para que no compensase o no diese tiempo a regresar a Sevilla. Es posible, pues, interpretar que la demora no fue excesiva y que esta carta se escribió poco antes de la celebración del Concilio e inclinarnos entonces por situar la carta hacia la segunda mitad del 633. No obstante, ya que esta precisión no se basa en datos indiscutibles, aceptamos el margen tradicional que se ha dado a la fecha de esta epístola, desde la segunda mitad del 632 al 633.

Un detalle del texto de la epístola V, p. 91 nos confirma la inmediata precedencia de la epístola IV, asunto sobre el que se volverá más adelante: «Envié de camino el códice de las Etimologías, con otros códices, y, aunque está sin corregir a causa de mi salud, tenía ya intención de entregártelo para que lo corrigieras, si hubiese llegado al lugar designado para el concilio». La presencia del pluscuamperfecto en latín (studueram offerre, «tenía ya intención de entregártelo») indica que Isidoro afirma que ya deseaba entregar el códice de las Etymologiae a Braulio antes de un punto de referencia preciso en el pasado: este podría ser la mencionada epístola IV, última y más vehemente petición de la enciclopedia isidoriana por parte de Braulio. Isidoro utiliza esta expresión «ya deseaba entregártelo» quizá refiriéndose a la insistencia de Braulio, con el objetivo de hacerle ver que tenía intención de enviarle su obra ya antes de que él se la solicitase en modo tan apremiante. Podemos imaginar, pues, que esta carta IV llegase a manos de Isidoro cuando ya sabía que iba a ver a su amigo en el concilio de Toledo, o muy poco antes de que fuese convocado por el rey, por lo que dispuso lo necesario para llevarle él mismo un ejemplar de su obra y que, cuando supo del aplazamiento del encuentro, lo envió junto con esta carta V.

Por otra parte, existen también otros datos que nos permiten situar la epístola IV en el año 632. Primero, tenemos el 631 como fecha post quem, ya que Braulio utiliza la fórmula siervo indigno de los santos de Dios, característica de su episcopado. En segundo lugar, es preciso situarla antes del 633 por la alusión al fallecimiento del obispo Eusebio[33] en la epístola IV, p. 90: «[...] sugiero que, ya que falleció nuestro metropolitano Eusebio, te cuides de ello en tu misericordia y sugieras a tu hijo, nuestro señor, que nombre para aquel puesto a aquel que sea, por su sabiduría y santidad, ejemplo de vida para los demás». En el mencionado IV Concilio de Toledo de este año firma ya Áudax[34], sucesor del difunto Eusebio; por tanto, son indiscutibles las fechas de 632-633 para las epístolas IV y V, más concretamente, finales del 632 o principios del 633 para la IV y mediados o finales del 633 para la V[35]. En esta datación están de acuerdo todos los estudiosos que hasta la fecha se han ocupado de las epístolas.

También la epístola III se puede fechar a partir de una alusión en la epístola IV, p. 87-88: «y cuando lo hice mediante cartas, no me escribisteis nada sobre el tema, sino que con ingeniosos aplazamientos, argumentando unas veces que no estaban aún rematados, otras que aún no había copias, otras que se perdió mi carta, y otras muchas cosas, hasta hoy mismo hemos llegado y seguimos sin que nuestra petición haya surtido efecto». Precisamente en esta epístola III, p. 86 Isidoro se disculpa por haber perdido una carta de Braulio: «no fui digno de leer tus palabras. Pues, según recibí tu pliego, vino a buscarme el criado del rey. Le di el pliego a mi camarlengo y me apresuré a ir ante el príncipe, para leerla luego con atención y contestarte. Al volver del palacio del rey, no solo no encontré tu escrito, sino que había desaparecido también cualquier otra cosa que hubiese entre las hojas». Se podría decir con bastante seguridad que la epístola III precede en poco tiempo a la IV y situarla en torno al 632, como han establecido todos los estudiosos anteriores.

2.1. LA EPÍSTOLA II Y LA PETICIÓN DE LASETYMOLOGIAE

Volvemos ahora a la epístola II. Su datación no es tan clara como pudiera parecer y tradicionalmente ha existido controversia sobre este asunto. M. Risco la sitúa en fecha próxima al IV Concilio de Toledo (633)[36]. Aldama en cambio, siguiendo la progresión cronológica, de acuerdo con las epístolas anteriores y posteriores, prefiere asignarle una fecha cercana al 631. Los demás estudiosos han utilizado el ya famoso pasaje de la epístola IV, p. 87 para adjudicarle una fecha sobre el 625-626: «[...] la rueda del tiempo gira en su séptimo año desde que recuerdo que te pedí los libros de los Orígenes escritos por ti». Como hemos visto, si la epístola IV se fecha con seguridad hacia el 632-633, la II, en la que efectivamente se solicitan las Etymologiae, debió de enviarse siete años antes, es decir, hacia el 625-626. Pero dos datos nos obligan a revisar esta datación: el título que Braulio se da a sí mismo en el saludo de la epístola y, en modo especial, el hecho de no poder identificar con total seguridad la petición de las Etymologiae mencionada por Braulio con esta epístola II.

Braulio encabeza la misiva con su característico «siervo indigno de los santos de Dios», título propio de la dignidad episcopal, lo que nos lleva a pensar más bien en una fecha posterior al 631. La ausencia de esta fórmula en algunas epístolas fue ya notada por Lynch, pero Madoz y los estudiosos posteriores no la han considerado concluyente para decantarse por una u otra fecha en su datación[37]. El que un buen número de epístolas no incluya esta fórmula en el saludo inicial no quiere decir que no pertenezca al episcopado de Braulio, ya que por varias razones (desde un error de copia a una omisión voluntaria de Braulio con motivo de, por ejemplo, una especial amistad con el destinatario) pudo decidir no utilizar su título[38]. Lo que sería sorprendente es que Braulio se atribuyese esta fórmula, utilizada principalmente por obispos y pontífices y que aún hoy se cuenta entre los títulos del papa en cuanto obispo de Roma, cuando todavía no había accedido al episcopado[39]. Consideramos que la ausencia de este saludo no es un argumento concluyente para datar una carta antes del 631, aunque puede tratarse de un indicio que debe ser tenido en cuenta; por el contrario, su presencia nos dirige con casi total seguridad a la pluma de Braulio obispo.

Por otra parte, no es seguro que la carta II sea la primera petición de las Etymologiae a Isidoro por parte de Braulio. El mismo texto de la epístola IV citado más arriba nos informa: «Si no me equivoco, la rueda del tiempo gira en su séptimo año desde que recuerdo que te pedí los libros de los Orígenes escritos por ti y de diferentes y variados modos cuando lo hice personalmente me vi decepcionado y, cuando nos separamos, no me escribisteis nada sobre el tema». De la expresión «cuando lo hice personalmente» (en latín encontramos el participio praesentem) se podría deducir que las Etymologiae fueron solicitadas en primer lugar de viva voz, mientras los dos amigos, Braulio e Isidoro se encontraban juntos y, seguidamente, por carta (et absenti nil inde uos rescripsisse). Por tanto, 625-626 es solo la fecha postquem para esta epístola II, y sería más conveniente situarla en un momento posterior al 631, en el que Braulio ya es obispo y utiliza la correspondiente salutación.

Por tanto, no existen argumentos incontestables para identificar esta epístola II con la primera petición de las Etymologiae a Isidoro por parte de Braulio. Martín[40] utiliza como argumento el siguiente siguiente pasaje: «Solicito y ruego encarecidamente que te acuerdes de tu promesa y envíes a tu siervo el libro de las Etimologías [...] y por este motivo muéstrate generoso en primer lugar conmigo, de este modo, en las asambleas de los santos serás considerado el primero, y bienaventurado» (epíst. II, p. 82), interpretando «en primer lugar» (primum) como una indicación de que esta es la primera vez que Braulio solicitaba las Etymologiae[41]. Sin embargo, parece más bien una alusión irónica, que oculta un reproche, al hecho de que otras personas habían recibido las Etymologiae, u otras obras de Isidoro, antes que él: concretamente, Isidoro había enviado un ejemplar al rey Sisebuto[42]. Tras un largo proceso de redacción (que pudo empezar hacia el 615[43]), las Etymologiae fueron entregadas a Sisebuto en algún momento anterior al 621 (año de la muerte del monarca). Sisebuto e Isidoro debían de estar unidos por una gran amistad, probablemente basada al menos en parte en el interés que compartían hacia las letras. Este rey poseía una formación cultural sin paralelos en la tradición de la monarquía visigótica, que se debía tanto a inclinación personal como a motivos políticos: el florecimiento de las artes y, en especial, de la literatura bajo su reinado formaron parte de un programa cultural planeado para convertirse en reflejo de los emperadores romanos y bizantinos[44]. La utilización del adjetivo «bienaventurado», felix, que forma parte del título del rey Sisebuto en los diplomas de su cancillería[45], parece subrayar esta mención. Este término primum, ‘en primer lugar’, no constituye, pues, una prueba de que esta sea la primera vez que Braulio pide a Isidoro una copia de su obra, sino que afirma simplemente que ser el primero en recibirla, antes que cualquier otra persona, es considerado un honor (equivalente a ostentar el primer lugar entre los bienaventurados en el Paraíso) y que existe por tanto un interés especial en obtener en primicia un ejemplar de las Etymologiae.

En resumen, en el citado pasaje de la epístola IV Braulio enumera los dos modos principales en los que ha pedido la obra a Isidoro: directamente, en su presencia y en ausencia, por medio de las epístolas que conocemos y probablemente de otras que se nos han perdido. El que la petición de las Etymologiae se realizó de viva voz está confirmado con toda seguridad por la expresión «cuando lo hice personalmente me vi decepcionado» («presentem me frustratum esse»), que alude a la negativa o las excusas de Isidoro para proporcionarle el deseado volumen cuando ambos eruditos estaban juntos. Además, si, como podemos suponer, el hispalense habló a nuestro autor de su proyecto, sería lógico que Braulio le pidiera que le enviase un ejemplar de la obra una vez que esta viese la luz, lo que sería la muestra más natural e inmediata de interés; lo contrario no tendría sentido si Braulio sentía hacia la obra de su amigo la curiosidad y admiración que podemos deducir de sus escritos. Por tanto, la fecha 625-626 se referiría más bien a un encuentro entre Braulio e Isidoro, en el que Braulio solicitó de palabra una copia de las Etymologiae. Las epístolas A y B mencionan asimismo un encuentro entre los dos amigos, en el que el intercambio de libros debió de ser uno de los principales temas de conversación: «Cuando estuvimos juntos, te pedí que me enviases la sexta década de san Agustín. Te ruego que del modo que sea me la des a conocer. Os hemos enviado el librito de los Synonyma, no porque sea de ninguna utilidad, sino porque lo querías» (epíst. B, p. 82). Esta frase encierra, a pesar de su brevedad, datos de crucial importancia. Primero, Braulio e Isidoro estuvieron juntos en un momento no muy alejado en el tiempo del envío de esta epístola. Segundo, durante este encuentro la conversación de Braulio e Isidoro trató (entre otras muchas cosas, suponemos) del intercambio de libros: Isidoro pidió al joven sacerdote las Enarrationes in Psalmos de Agustín de Hipona que faltaban en su biblioteca, y Braulio expresó su deseo de poseer una copia de los Synonyma. En teoría, sería perfectamente posible que Braulio hubiese solicitado los Synonyma mediante una carta no conservada, pero el hecho de que en el texto de la epístola la afirmación «porque lo querías» aparezca junto a la referencia a las Enarrationes, como si perteneciesen, en la mente de Isidoro, a un mismo núcleo temático/histórico y que se presenten casi como un quid pro quo («envíame la obra que me prometiste, yo ya te he enviado la obra que te prometí») nos lleva a no poder desechar la idea de que la petición de los Synonyma se hubiese realizado en persona, durante un encuentro de nuestros dos autores. ¿Por qué debemos descartar entonces la opción de que Braulio hubiese pedido las Etymologiae en el mismo momento?

Pasamos ahora a la parte donde la petición de las Etymologiae se realiza in absentia. Lo primero que afirma Braulio es que Isidoro no le dio noticias sobre la petición realizada en las cartas que en lo sucesivo le envió. El uso del verbo escribir nos hace suponer que hubo primeramente una petición de Braulio a la que Isidoro no contestó y que podríamos identificar con la epístola II, aunque no es seguro, ya que probablemente hubo otras epístolas anteriores y posteriores. Pero la disposición de las cartas que preceden a la enciclopedia isidoriana nos hace relacionar mentalmente, como lectores, este «no me escribisteis nada sobre el tema» con las epístolas A, B y I, por el simple hecho de que preceden a esa afirmación y de que, efectivamente, no hablan de las Etymologiae. Esta referencia interna añade un significado nuevo a las tres epístolas de Isidoro donde no se encuentra ninguna noticia sobre la enciclopedia isidoriana: el lector puede interpretarlas mentalmente como una estrategia del hispalense para ganar tiempo mientras enviaba la obra.

La última afirmación es clara: «[...] otras (cfr. veces) que se perdió mi carta» se refiere sin duda a la carta III, donde, como ya hemos dicho, Isidoro afirma haber perdido una misiva de Braulio, que desapareció de su habitación cuando él se hallaba en el palacio del rey. Del argumento de esta carta de Braulio nada sabemos, pero podemos suponer que se trataba de la consabida petición de una copia de las Etymologiae. Este argumento es el último en la sucesión y sin duda lo es también desde el punto de vista cronológico, pues es obvio que la epístola III precede en poco a la IV.

Por todo ello podemos suponer que Braulio utiliza motivos reales para reprocharle a Isidoro el que no le hubiese enviado el ansiado ejemplar, si bien es cierto que la inclusión de un elemento de probada veracidad en una lista (como puede ser la referencia a la epístola III) nos predispone psicológicamente a aceptar como verdadera toda la serie, aun cuando no tengamos otros motivos para ello. Se infiere también que Braulio dispuso estos argumentos en orden cronológico. Los siete años se referirían, pues, a la primera petición de las Etymologiae que probablemente se efectuó de palabra, durante algún encuentro entre Braulio e Isidoro: 625-626 es solamente el primer terminus post quem de la carta, no necesariamente su fecha de envío; la carta habría sido enviada tras el 631, fecha en la que Braulio fue ordenado obispo.

Veamos la epístola I, la última en las ediciones pero que ocupa en los manuscritos el tercer lugar de la serie, después de la A y la B y precediendo a la II. El único motivo por el que se le ha asignado el octavo lugar en la sucesión es la mención a la cercanía de la muerte de Isidoro, lo que lleva a todos los estudiosos desde la edición de Risco a situarla entre los años 634-636[46] (tras la celebración del IV Concilio de Toledo en 633, al que se hace referencia en la epístola V, y la muerte de Isidoro en abril de 636). Leemos en la epístola I, p. 83: «Con todas mis fuerzas desearía ahora ver tu rostro, y ojalá me concediese Dios este mi deseo en alguna ocasión antes de morir». Sin embargo, esta no es la única vez que el hispalense menciona su precario estado de salud[47]; es más, en el 632-633 ya envía a Braulio quejas del mismo tipo: «deseando con todas mis fuerzas, aunque estoy débil y agotado, tener sin embargo la seguridad en Cristo de verte en esta vida» (epíst. V, p. 91); nótese que Isidoro utiliza exactamente la misma fórmula para expresar el deseo que tiene de ver a su amigo. Es decir, las alusiones a la inminencia de la muerte y a la enfermedad de Isidoro no son exclusivas del último año de su vida, sino que las encontramos con relativa frecuencia en todas las epístolas, en el arco de unos 11 a 14 años, en medio de los sufrimientos de lo que debió de ser una enfermedad larga y dolorosa, lo mismo que las menciones a las ganas de volver a estar con su amigo (que, por otra parte, responden a un conocido tópico del género epistolar, independientemente de que podamos suponerles una motivación sincera)[48]. Tampoco hay en esta epístola I ninguna alusión a la edad de Isidoro[49]; en cualquier caso, Isidoro tenía unos setenta y cinco años cuando murió en el 636; en el 631 habría tenido unos setenta, edad que, en la época, podía considerarse muy avanzada[50]. También el no contener ninguna alusión a las Etymologiae nos podría hacer quizá adelantarla a las epístolas II-V y unirla más bien a A y B, por los motivos anteriormente expuestos.

En resumen, si se considera que las epístolas II a V siguen un estricto orden cronológico y la epístola II puede funcionar como terminus ante quem para la A y la B, antepuestas en el manuscrito[51], no vemos por qué no podría serlo también para la epístola I. En realidad, el único impedimento para aceptar que estas epístolas estén dispuestas en orden cronológico en los manuscritos es la creencia generalizada de que la epístola I pertenece a la época inmediatamente anterior a la muerte de Isidoro, lo que no se puede demostrar ya que, como hemos visto, las alusiones al fin del obispo sevillano no son infrecuentes tampoco en fechas más tempranas. Lo único que sabemos con seguridad de esta epístola es que Braulio era ya obispo, por lo que debemos situarla entre el 631[52] y el 633, cuando Isidoro y Braulio se encontraron con ocasión del IV Concilio de Toledo, ya que, por sus expresiones de añoranza se deduce que Isidoro llevaba tiempo sin ver a su amigo[53].

2.2. LA RELACIÓN ENTRE BRAULIO E ISIDORO

Tenemos, por tanto, datos para suponer un encuentro entre Braulio e Isidoro hacia el 625-626, en el que Braulio pidió una copia de las Etymologiae, como se deduce de la epístola IV. La epístola B, cuyas únicas fechas ciertas son 619, ordenación episcopal de Juan, como terminus post quem, y 631, ordenación episcopal de Braulio, como fecha ante quem, habla asimismo de un encuentro durante el que Braulio solicitó los Synonyma e Isidoro, por su parte, las Enarrationes in psalmos de Agustín de Hipona. ¿Qué nos impide pensar que todas estas peticiones de intercambio de libros se realizaron a la vez? Solamente una hipótesis no confirmada: que la epístola II fue la primera petición de las Etymologiae y que se data hacia el 625-626. Sin embargo, si prescindimos de estas consideraciones, podemos pensar que los dos eruditos se encontraron sobre el 625-626, cuando Braulio era ya arcediano, y que su conversación se centró en su interés común: los libros. Braulio solicitó que Isidoro le enviase algunas de sus obras e Isidoro, en cambio, pidió de Braulio una copia de algunos textos que quizá echaba en falta en la biblioteca de la sede hispalense. Por tanto, las epístolas A y B podrían situarse con posterioridad a este encuentro, al que hacen mención; sería conveniente fecharlas entre los años 625-626 y el 631. Esta nueva datación tiene consecuencias para el estudio de la biografía de nuestro autor en dos aspectos: en el establecimiento de una cronología y el estudio de sus relaciones con Isidoro de Sevilla, sobre todo con vistas a arrojar algo de luz en el debate entre las llamadas «hipótesis sevillana» e «hipótesis toledana», es decir, entre los defensores de la teoría de que Braulio se educó con Isidoro en Sevilla y los que piensan más bien que se educó junto a sus hermanos, probablemente en Zaragoza, y que conoció a Isidoro en otras circunstancias, quizá en la ciudad de Toledo.

En el 681, en el Concilio XII de Toledo se concede a los obispos de cada sede la capacidad de elegir a sus sucesores, previa aprobación por parte del obispo de Toledo y del poder real; además, el obispo ordenado debía presentarse ante el Metropolitano para ser instruido en cómo gobernar su sede[54].