Evangelismo - Rev. Norman Holmes - E-Book

Evangelismo E-Book

Rev. Norman Holmes

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Beschreibung

Todos hemos sido llamados a ser embajadores de Cristo, a llevarle a este mundo en dolor y tinieblas Sus buenas nuevas de salvación. Sin que importe si usted tiene habilidad para hablar o facilidad para hacer amigos, Dios puede usarlo a usted para abrir las mentes y los corazones de las personas hacia el evangelio. En este libro, el Rev. Norman Holmes, según sus años de experiencia, nos comparte sabiduría y algunas historias interesantes que nos serán útiles para saber cómo evangelizar, y cómo no evangelizar. ¡Aprenda cómo puede ser usado por Dios para ganar almas y reciba un inmenso gozo y una recompensa eterna para usted y para muchos otros!

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Veröffentlichungsjahr: 2024

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EVANGELISMO

 

Cómo guiar a las personas a Cristo

 

 

NORMAN HOLMES

Título original:

“Evangelism – How to lead people to Christ”

© 2020 Norman Holmes Versión 1.1

Título en español:

“Evangelismo – Cómo guiar a las personas a Cristo”

© 2020 Norman Holmes Versión 1.0

 

Diseño de portada:

© 2020 Zion Fellowship, Inc.

Fotografía de portada por Mina Ivankovic y on Unsplash Utilizada con permiso

 

Todos los derechos reservados

 

Traducción al español: Marlene Z., Honduras, marzo 2024

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas fueron tomadas de la versión Reina-Valera en su revisión de 1960, 1960 Sociedades Bíblicas Unidas

 

Publicado por Zion Christian Publishers.

Para más información, favor de contactar a:

Zion Christian Publishers

Un ministerio de Zion Fellowship ®

P.O. Box 70

Waverly, New York 14892

Teléfono: 607-565-2801

Fax: 607-565-3329

 

www.zcpublishers.com www.zionfellowship.org

http://www.zcpublishers.com/

 

ISBN 978-1-59665-780-9

Capítulo Uno

Explicación de Evangelismo

El evangelismo es la comunicación del mensaje del evangelio. El vocablo “evangelismo” proviene del pronombre griego “euaggelion” cuyo significado es “evangelio” o “buenas noticias”. La comunicación del mensaje de la salvación de Cristo nos da la palabra “evangelismo”.

La obra de evangelismo no queda confinada a solamente un grupo pequeño de ministros y obreros de la iglesia. En realidad, usted no necesita un llamado especial ni una revelación personal de Dios para involucrarse en evangelismo; si usted es un cristiano nacido de nuevo, ¡ya usted está llamado al evangelismo!

Considere lo que el apóstol Pablo escribió en la segunda epístola de Corintios: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo. Como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Co. 5:17-20).

Leemos aquí que, todo aquel que está en Cristo, que ha sido reconciliado con Dios, ha recibido el ministerio de reconciliar a otros con Dios. ¡TODOS hemos sido llamados a ser embajadores del evangelio! No todo cristiano será un predicador o un evangelista, pero todos hemos sido llamados a darles a los demás lo que a nosotros se nos ha dado: la invitación del evangelio para la salvación.

No hay que ser una persona hábil en conversación para difundir el evangelio; si hemos recibido la vida eterna por medio de la salvación de Cristo, entonces todos, según esté en nosotros, podemos señalarles a otros el camino para recibir este mismo regalo de Dios. Podemos difundirlo y pasarlo, procurando esparcir palabras e ideas que sean como semillas que después crecerán hasta convertirse en una cosecha fructífera.

Una de las anécdotas más famosas de la historia de la Iglesia acerca de cómo el Señor hizo que un pecador viera su necesidad de salvación, fue la vida de John Wesley; este más tarde se convirtió en un impulsor de avivamiento y en el fundador de la iglesia metodista.

De joven, Wesley, siendo un ministro que había sido ordenado por la iglesia anglicana, aún no había tenido una experiencia personal de salvación por la fe en Cristo. Él sintió que por años solo había sido un cristiano que procuraba servir a Dios y, sin embargo, no fue sino hasta que estuvo en peligro de una tormenta en el mar, mientras iba en un viaje misionero a la colonia americana de Georgia, que su corazón vacío quedó al descubierto.

Cuando la nave estaba a punto de hundirse, un grupo de cristianos moravos que estaban a bordo cantaban himnos, llenos de paz ante la amenaza de la muerte. John Wesley se dio cuenta de que él si temía morir y que no tenía el fruto de una fe cristiana verdadera como la que estos moravos tenían.

A su regreso a Inglaterra, y a causa de esta experiencia, Wesley confesó que había ido a los Estados Unidos de América a convertir a otros, pero que regresaba a Inglaterra con la necesidad de primero convertirse él mismo. Esto lo motivó a asistir a un estudio bíblico de moravos en Londres, en donde se dio cuenta de que su corazón experimentaba un “calor extraño” ante la experiencia de la salvación.

Pero, ¿qué causó en primer lugar que sus ojos fueran abiertos a la necesidad personal de un Salvador? Fueron los cantos que entonaba un grupo de cristianos y no su predicación ni sus métodos evangelísticos. ¡No importa qué talentos o dones poseamos o carezcamos, cada uno de nosotros puede ser usado por Dios para colaborar en guiar a otros hacia Cristo!

Tenemos una responsabilidad

No solo tenemos el privilegio de compartir el evangelio con otros, también necesitamos darnos cuenta de que cada uno de nosotros ha recibido una responsabilidad solemne de difundir el evangelio. Consideremos lo que nos dice Proverbios: “Libra a los que son llevados a la muerte; Salva a los que están en peligro de muerte. Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, Y dará al hombre según sus obras” (Pr. 24:11-12).

Deberíamos procurar rescatar a aquellos que se están dirigiendo hacia la muerte y la perdición; y nuestra oración por ellos y que les compartamos el evangelio, les ofrece el único remedio para su condición. Nuestro Señor Jesús nos dijo: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.  Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt. 5:13-16).

Todos nosotros tenemos la oportunidad de que la luz de Cristo alumbre a través de nuestras vidas, y de ser cristianos que son “sal” que provocan en los demás una sed de Dios. Sin embargo, también tenemos la responsabilidad de no ocultar nuestro testimonio cristiano o de no perder nuestra “sazón”.

Por eso, en este libro vamos a examinar cómo es que cada uno de nosotros puede ser efectivo al compartir nuestra fe. Cada uno de nosotros, de acuerdo con sus dones y habilidades particularmente únicas, puede evangelizar y guiar a las personas a Cristo y a la vida eterna. El Señor Jesús dijo que se regocijan los Cielos cuando un alma perdida regresa a Dios; y nosotros podemos traerles un gran gozo a las almas perdidas, y hasta traerle un gran gozo a los Cielos, si aprendemos a ser eficaces en la evangelización.

Capítulo Dos

¿Qué es lo que compartimos?

Básicamente hay dos cosas que compartimos en el evangelismo:

1. El evangelio en la Biblia, y

2. Nuestro testimonio personal

También podemos describir esto como:

1. La Palabra de Dios escrita en las Escrituras, y

2. La Palabra de Dios que de manera personal está viva en nuestras vidas

Cuando compartimos el evangelio según la Biblia (o las “buenas nuevas”), estamos estableciendo el objetivo, las verdades eternas de Dios que pueden conducir a alguien a la salvación.

Pero, cuando compartimos nuestro testimonio personal de salvación, estamos tomando las verdades eternas de Dios y estamos demostrando cómo pueden aplicarse de manera práctica, y cómo son útiles para nosotros hoy en día. ¡Tu testimonio puede manifestar cómo fue que el evangelio transformó tu vida, y cómo es que también puede obrar en aquellos que te escuchan!

Ahora profundicemos más acerca de cómo podemos compartir la Palabra de Dios de estas dos maneras.

Comparta el evangelio en la Biblia

Las Escrituras son la Palabra de Dios para la humanidad en términos generales, pero para alcanzar de manera personal a un individuo con el mensaje de la salvación, necesitamos presentarles efectivamente solamente lo que ellos necesitan. En la Biblia hay mensajes para cada problema que un individuo pueda llegar a enfrentar, pero necesitamos centrar hábilmente nuestra presentación para poder abordar de manera rápida y precisa cuál es el camino hacia la salvación. Si inundamos de ideas innecesarias a quien nos escucha, puede confundirse con facilidad y dejará de ser receptivo. Algunas veces citar alguna referencia ungida de las Escrituras, o compartir un concepto bíblico breve, podría ser la espada del Espíritu que penetre el corazón de una persona y la conduzca al Salvador.

Como nos dice Hebreos 4:12: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.

Algunas de las escrituras que “por sí solas” presentan de forma más efectiva el evangelio, son: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16).

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6).

“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro. 6:23).

De forma rápida y efectiva con cualquiera de estas tres escrituras se puede compartir el evangelio. Memorizarse estas escrituras, y cuantas usted pueda memorizar, le será de ayuda y le equipará para poder compartir el evangelio.

También ayuda si usted puede agrupar algunas escrituras (o algunos conceptos bíblicos) para estructurar una presentación íntegra del evangelio. Una de las presentaciones más sencillas es la llamada “El ABC de cómo convertirse en un cristiano”{1}. Según sus siglas presenta:

A ADMITIR que usted es un pecador (Ro. 3:23).

B CREER que Jesús, el Hijo de Dios, murió por sus pecados y resucitó (1 Co. 15:3-4).

C CONFESARLO como su Señor y Salvador (Ro. 10:9).

En la década de 1970 Cruzada Estudiantil para Cristo (Campus Crusade for Christ), la cual ha sido nombrada actualmente CRU, comenzó a promover lo que ha sido la presentación del evangelio más utilizada, la cual se compartió con millones de incrédulos por medio de tratados. Se le llama “Las cuatro leyes espirituales”. Expone:

1. Dios le ama (Jn. 3:16) y tiene un plan maravilloso para su vida (Jn. 10:10).

2. El hombre es pecador (Ro. 3:23) y está separado de Dios (Ro. 6:23).

3. Jesucristo es la ÚNICA provisión de Dios para que el pecado del hombre sea perdonado (Ro. 5:8; 1 Co. 15:3-6; Jn. 14:6).

4. De manera individual debemos recibir a Jesucristo como Salvador y Señor, entonces podremos conocer y experimentar el amor de Dios y Su plan para nuestras vidas (Jn. 1:12; Ef. 2:8-9; Ap. 3:20).

Otra presentación del evangelio, la llamada ‘El camino de Romanos’, puede compartirse sencillamente por medio de cinco versículos del libro de Romanos. Son: