La historia de la Iglesia a través de los ojos de Cristo - Rev. Norman Holmes - E-Book

La historia de la Iglesia a través de los ojos de Cristo E-Book

Rev. Norman Holmes

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Beschreibung

Cristo enseñó sobre la historia de la Iglesia. En las siete parábolas de Mateo 13 y los siete mensajes a las iglesias en el libro de Apocalipsis, Cristo dio escrituras proféticas para explicar lo que le sucedería a la Iglesia.
La primera de estas siete parábolas (la parábola del sembrador) muestra el inicio de la Iglesia por medio de la predicación de Cristo y de los apóstoles. Las siguientes parábolas revelan el crecimiento, la mezcla y la restauración de la Iglesia, hasta llegar a la parábola final (la parábola de la red que es echada al mar), la cual muestra la culminación de la Gran Comisión y el final de la Iglesia.
Los siete mensajes a las iglesias describen proféticamente las mismas siete etapas de la historia de la Iglesia. Al compararlas con los eventos, las personas y las fechas de la historia, adquirimos un entendimiento espiritual y exacto de la historia de la Iglesia. Algunos de los temas que se estudian son:
·               El crecimiento, las batallas y el triunfo de la Iglesia.
·               Cómo la mezcla y la división entraron en la Iglesia.
·               La vida y las hazañas de poderosos hombres de Dios.
·               Cómo los avivamientos iniciaron movimientos y denominaciones.
·               El cumplimiento de la Gran Comisión por la Iglesia.
·               La preparación para reinar con Cristo durante el Milenio. 

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LA HISTORIA DE LA IGLESIA

A través de los ojos de Cristo

 

Norman Holmes

Título original;

“Church History Through the Eyes of Christ”

Copyright © 2002 Norman Holmes

Versión 2.0 en inglés, revisada en octubre 2020.

Todos los derechos reservados.

 

Título en español:

“La Historia de la Iglesia, a través de los ojos de Cristo”

Traducción al castellano: equipo de trabajo IBJ-Guatemala.

Primera edición en castellano: equipo de trabajo

IBJ-Guatemala.

Primera impresión en castellano, mayo de 2009.

Segunda impresión, media carta, impresa en Los Estados Unidos de América. Febrero de 2010.

Versión 2.0 español revisada en diciembre 2020.

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Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en

manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico o mecánico, sin permiso por escrito del editor, excepto en el caso de citas breves en artículos o reseñas.

 

A menos que se indique lo contrario, las citas son tomadas de la Santa Biblia,

versión Reina-Valera © 1960, propiedad de las Sociedades Bíblicas Unidas.

Publicado en formato e-book en diciembre 2020.

En los Estados Unidos de América.

 

ISBN versión electrónica (E-book)  1-59665-488-0

 

Para obtener más información comuníquese a:

Zion Christian Publishers

Un ministerio de Zion Fellowship, Inc

P.O. Box 70

Waverly, NY 14892

Tel: (607) 565-2801

Llamada sin costo: 1-877-768-7466

Fax: (607) 565-3329

www.zcpublishers.com

www.zionfellowship.org

Las historias citadas en este libro, con frecuencia han sido condensadas y simplificadas al español moderno para mejorar su lectura, pero el contenido y el significado del material citado no han sido alterados ni distorsionados.

La palabra “Iglesia” se ha escrito con mayúscula en este libro, cuando se refiere a la iglesia mundial, universal, que existía en determinado momento.

CAPÍTULO UNO

Dios declara el final desde el principio

Estudiar la historia de la Iglesia puede revelarnos muchos tesoros y misterios del reino de Dios. En los casi dos mil años desde que Cristo declaró “edificaré mi iglesia”, una admirable colección de eventos anuncia el glorioso cumplimiento de dicha profecía. Desde los cuatro puntos cardinales del mundo moderno, volviendo las páginas hacia los tiempos antiguos, la historia de la Iglesia registra las riquezas de la sabiduría, el poder y el amor de Dios que han sido manifestados al mundo.

Los cristianos hacen bien al pasar mucho tiempo estudiando en el Antiguo Testamento acerca de cómo Dios obró con Su pueblo, Israel. Sin embargo, hoy la historia de la Iglesia nos muestra lo que Dios ha hecho por medio de Su pueblo en tiempos recientes y a través del mejor pacto sellado con la sangre de Cristo. Y mientras que el Antiguo Testamento se enfocó en lo que Dios hizo en una sola nación, ¡ahora podemos ver lo que Él está haciendo en todas las naciones del mundo! Cuando consideramos la importancia de la historia de la Iglesia podemos preguntarnos por qué la mayoría de los cristianos tienen una comprensión tan vaga acerca del tema.

La razón principal por la cual la mayoría de los cristianos no estudian más acerca de la historia de la Iglesia, es que se confunden por las diversas formas en las que las personas tratan de explicarla. ¿Cómo podemos comprender claramente el significado y progreso de la historia de la Iglesia? Hay muchísimos factores e historias disponibles, ¿cómo pueden simplificarse poniéndolos en una estructura comprensible? Mientras algunos períodos del progreso y crecimiento de la Iglesia son reconocidos fácilmente por la mayoría de los historiadores, aun estos con frecuencia son interpretados al contrario. A causa de esta confusión, el cristiano promedio a menudo ha descuidado el tratar de entender la historia de la Iglesia. Es más fácil leer acerca de Israel en el Antiguo Testamento o del inicio de la Iglesia en el libro de los Hechos, debido a que el testimonio supremo de la Biblia hace que estas áreas de la historia sean más fáciles de entender.

Aun los historiadores más sabios de la Iglesia son obstaculizados por sus debilidades humanas y sus perspectivas denominacionales. Usualmente esto hace que ellos piensen que la Iglesia está progresando para encontrar su mayor cumplimiento en su propia denominación. Sin embargo, estas perspectivas humanas limitan al historiador de la Iglesia de ver la importancia de todo lo demás que nuestro Señor está haciendo a través del cuerpo de Cristo en todo el mundo. ¿Y qué sucede cuando los miembros de cierta denominación o movimiento llevan la antorcha del testimonio de Cristo más allá de lo que su propio grupo cree? Estos precursores que han iniciado nuevos avivamientos, movimientos o denominaciones, frecuentemente son descartados como desequilibrados o engañados, y como de poco valor para el progreso de la historia de la Iglesia.

La Palabra de Dios puede guiarnos

No obstante, Dios no nos ha dejado como ovejas sin pastor. No tenemos que estar limitados a nuestros propios recursos humanos cuando estudiamos la historia de la Iglesia. El Salmo 119:105 nos dice: “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera en mi camino”. Esto significa que la Palabra de Dios puede guiarnos de dos formas: en nuestro actual caminar con Dios (como lámpara a nuestros pies) y también dándonos una dirección futura (como lumbrera en nuestro camino). Aunque las Escrituras fueron completadas poco después del principio de la Iglesia, continúan dando una revelación fresca y guiando a la Iglesia a través de la historia hasta la Segunda Venida de Cristo. De hecho, nos alientan a continuar: “La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su plenitud” (Pr. 4:18 NVI).

El Señor nos dio una promesa más específica para guiarnos cuando procuramos entender la historia de la Iglesia. Él declaró en Isaías 46:9-10: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: ‘Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero’”.

Aquí el Señor dijo que podemos ver la soberanía de Dios en la historia pasada cuando Él proféticamente declara el final desde el principio. El Señor continúa diciendo que Él hará que se cumpla lo que ha anunciado desde el principio.

Cuando el Señor dijo esto por medio del profeta Isaías, Él estaba revelando específicamente que en el futuro levantaría al rey Ciro para juzgar a Babilonia y reconstruir Jerusalén (Is. 44:26–45:4; 46:11). Sin embargo, el Señor frecuentemente ha revelado a través de la historia Su soberanía y veracidad declarando el final de un asunto desde el principio. Este es uno de los caminos de Dios que pueden ayudarnos a comprender ambos, Su carácter y Sus acciones.

Fácilmente podemos ver este principio en acción cuando vemos al pueblo de Dios del Antiguo Testamento. Los israelitas fueron organizados primero como nación bajo el liderazgo de Moisés. Aun así, cuando la nación fue fundada, el Señor habló por medio de Moisés declarando el final de ellos desde el principio. Aunque declaró muchas profecías acerca del futuro del pueblo, Moisés dio su profecía más completa poco antes de su muerte. Esto es llamado el Cántico de Moisés y está registrado en Deuteronomio 31:28–32:43.

Moisés advirtió en esta profecía que las bendiciones de ellos podrían convertirse en juicios en los siglos venideros a causa de su orgullo e idolatría. Luego, el último versículo del Cántico de Moisés comienza declarando que los gentiles se regocijarían con Israel. El Apóstol Pablo citó esto en Romanos 15:10 y dijo que se estaba cumpliendo en la Era de la Iglesia. En la última declaración de su profecía, Moisés dijo que el Señor proveería expiación para la tierra y el pueblo de Israel. Esto tendrá su realización completa durante el reinado milenial de Cristo, después de Su Segunda Venida. Por lo tanto, podemos ver claramente por medio de las profecías visionarias de Moisés, que el Señor declaró “el final desde el principio” respecto a la historia de la nación de Israel.

Este mismo principio lo podemos ver aplicado cuando consideramos el pueblo de Dios del Nuevo Testamento: la Iglesia. Una profecía muy concisa de la historia de la Iglesia fue dada por nuestro Señor cuando declaró: “…edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mt. 16:18b). En la Biblia, las puertas hablan de algo más que simplemente la defensa de un lugar. Las puertas de una ciudad también eran el lugar en donde los gobernantes se sentaban y gobernaban; donde formulaban sus planes de batalla y desde donde enviaban sus ejércitos (ver 1R. 22:10-12; 2S. 18:4 y 19:8). En realidad, el Señor Jesús estaba sugiriendo que la Iglesia no solamente crecería para triunfar sobre los poderes de Satanás, sino que habría muchas batallas y ataques del enemigo en el camino.

Un entendimiento más detallado pero simple de la historia de la Iglesia puede ser revelado a nosotros a través de dos versículos del libro de Santiago. Leemos en el capítulo cinco los versículos siete y ocho: “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca”. Leemos aquí que antes de la Segunda Venida de Cristo nuestro Señor será como un labrador que pacientemente espera la cosecha. La cosecha habla de cuando nuestro Señor vuelva por Su Iglesia madura y fructífera. No obstante, antes que la cosecha madure debe caer la lluvia temprana y la tardía.

Las tres estaciones agrícolas de Israel

Para comprender esta escritura apropiadamente, primero debemos saber acerca del ciclo agrícola anual en la tierra de Israel. La estación para plantar comenzaba en el otoño antes de que la lluvia temprana comenzara en octubre. Después que los cultivos habían brotado, venía una estación seca, la cual terminaba hasta la caída de la lluvia tardía en marzo o abril. Esto ayudaba a que los cultivos maduraran totalmente y dieran fruto antes del tiempo de la cosecha. Estas tres estaciones en su año agrícola podrían representarse sencillamente así:

 

 

Las tres estaciones de la historia de la Iglesia

Por otra parte, el libro de Santiago hace un paralelo del ciclo agrícola de Israel con el crecimiento de la Iglesia hasta la Segunda Venida de Cristo. Y cuando vemos las principales “estaciones” de la historia de la Iglesia, podemos ver que tienen una marcada similitud con las tres estaciones del año agrícola israelí. Esto puede verse en la gráfica siguiente:

 

 

La Iglesia Primitiva comenzó en el día de Pentecostés con la lluvia del Espíritu Santo siendo derramada sobre los discípulos de Cristo. Esto se puede comparar con la lluvia temprana que preparó el camino para la cosecha venidera. Por el poder del Espíritu los primeros cristianos difundieron el evangelio con milagros y sanidades, y a través de persecución y martirio. Este derramamiento del Espíritu permaneció durante siglos conforme el cristianismo echó raíces y se esparció a muchas naciones.

Al paso de los siglos, las iglesias se volvieron exitosas, prósperas y espiritualmente secas. Esta era ha sido llamada el Oscurantismo o la Edad Media por los historiadores. El cristianismo bíblico fue reemplazado en gran parte por las doctrinas religiosas y los rituales de hombres. La ignorancia y la superstición gobernaban a las masas. Este período de la historia de la Iglesia es paralelo a la estación seca del ciclo agrícola de Israel.

Después que las denominaciones de la iglesia tradicional de esa época (Católica Romana, Ortodoxa Griega, Ortodoxa Rusa, Copta, Siria, etc.) se habían estancado espiritualmente y se habían secado, el Señor decidió nuevamente derramar Su Espíritu. Estos derramamientos frescos del Espíritu de Dios son como la lluvia tardía que preparaban los cultivos en Israel para la cosecha. Desde el tiempo de la Reforma Protestante, una multitud de organizaciones, avivamientos y movimientos misioneros han estado restaurando la Iglesia y preparando una cosecha mundial para la Segunda Venida de Cristo. Esta tercera estación es lo que llamaremos la Iglesia de los Tiempos del Fin.

Así que podemos ver, a través de estas tres etapas, cómo la historia de la Iglesia tiene un paralelismo con las estaciones agrícolas de Israel. Por medio de esta profecía de Santiago, la Biblia nos da un bosquejo claro y sencillo, “declarando el final desde el principio” (Is. 46:10).

Las siete parábolas y los siete mensajes de Cristo

Además, hay otras dos porciones de las Escrituras en las cuales el Señor Jesús mismo dio relatos proféticos muy detallados acerca de la historia y del crecimiento de la Iglesia. Estas son las siete parábolas del reino en Mateo capítulo 13 y los mensajes a las siete iglesias en Apocalipsis capítulos dos y tres.

Las siete parábolas en Mateo capítulo 13, nos enseñan claramente acerca del crecimiento del reino de Dios por medio de la Iglesia. Las cuatro primeras parábolas comparan el reino de Dios con cosas que comenzaron pequeñas pero crecieron haciéndose grandes: varias semillas en las primeras tres parábolas y levadura en la cuarta. Las otras dos parábolas son acerca de ganar grandes tesoros, mientras que la última habla acerca de una gran cosecha. Estas parábolas son proféticas del desarrollo de la Iglesia: comenzó pequeña, creció hasta convertirse en la religión más grande del mundo, ganó los tesoros de Cristo, y terminará con una gran cosecha de almas. Por cierto, Cristo incluso explicó claramente algunos de los significados proféticos de Sus parábolas. Él declaró que la culminación de estas parábolas —la cosecha— sería al “fin del siglo”, seguida por el juicio de los malvados y el establecimiento de Su reino milenial (Mt. 13:38-43, 49-50). El Señor Jesús claramente estaba enseñando que el crecimiento del reino de Dios progresaría por medio de la Iglesia hasta la Segunda Venida de Cristo.

También podemos estudiar cómo los siete mensajes a las iglesias de Asia, en Apocalipsis capítulos dos y tres, tienen significado profético. Si bien estos mensajes fueron escritos a iglesias que entonces existían en la provincia romana de Asia Menor, también son proféticas de la historia de la Iglesia. De esta forma el Espíritu Santo pudo iluminar estos capítulos como “lámpara a nuestros pies” para guiar el tiempo presente de las iglesias a las cuales fueron dirigidas, así como también ser “lumbrera en nuestro camino” para guiar a la Iglesia futura a través del camino de la historia (ver Sal. 119:105). Ésta podría ser una razón por la cual el Señor Jesús repetidamente dijo a través de estos capítulos: “El que tiene oídos oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (ver Ap. 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Estas palabras nos advierten que nuestro Señor estaba diciendo a las iglesias más de lo que podía entenderse fácilmente. De forma similar, la mayoría de las veces cuando nuestro Señor declaró en los Evangelios “El que tenga oídos para oír, oiga” fue respecto a las siete parábolas del reino (ver Mt. 13:9, 43; Mr. 4:9; Lc. 8:8). ¿Tenemos oídos para oír lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias? Si es así, nos daremos cuenta de que Él tiene mucho que decir.

Al estudiar detalladamente a través de los siguientes capítulos, estas siete parábolas y mensajes nos dan un claro perfil de la historia de la Iglesia. Puesto que nosotros ahora vivimos cerca del fin de la era de la Iglesia, podemos mirar hacia atrás a través de la historia y ver el cumplimiento de estas palabras proféticas de Cristo. Veremos que la Iglesia ha progresado a través de siete etapas de desarrollo. En este libro estudiaremos las Escrituras más que los escritos de los hombres para que podamos entender claramente el significado del desarrollo de la historia de la Iglesia. No tenemos que quedar a merced de nuestros poderes humanos de análisis para interpretar la historia de la Iglesia. Esto es porque nuestro Señor Jesucristo ya lo hizo por nosotros “declarando el final desde el principio” (Is. 46:10). De esta forma podemos estudiar la historia de la Iglesia a través de los ojos de Cristo; para ver cómo Él, al igual que Moisés, miró proféticamente a través de los siglos, el futuro y el final de Su pueblo.

CAPÍTULO DOS

Siete etapas de la historia de la Iglesia

En este capítulo tendremos un rápido bosquejo de las siete etapas de la historia de la Iglesia. Veremos éstas a través de la perspectiva de tres fuentes o testigos: las siete parábolas de Mateo 13, las siete iglesias de Apocalipsis capítulos dos y tres, y los registros de la historia de la Iglesia. Estos tres testigos están registrados en la gráfica de “Siete etapas de la historia de la iglesia”. Las tres columnas de la gráfica nos dan la esencia de sus enseñanzas.

La Palabra de Dios nos dice que “Porbocadedosodetrestestigossedecidirátodoasunto” (2 Co. 13:1). Tener varios testigos nos da confirmación, equilibrio y perspectiva. Éstas son algunas de las razones por lo que Dios nos ha dado, ¡dos ojos, dos oídos y dos pies!

Dos de estos testigos concernientes a la historia de la Iglesia son los testimonios de nuestro Señor Jesús. El primero lo dio durante Su ministerio en la tierra. Podemos leer en Mateo 13:2 que Él comenzó a enseñar Sus siete parábolas del Reino a las multitudes que le seguían. Como veremos, la perspectiva que Él dio fue lo que la gente de la tierra percibiría respecto al crecimiento del reino durante la historia de la Iglesia.

El otro testimonio profético que nos dio el Señor fue después de que Él ya era el Cristo resucitado en el cielo. En ese momento no estaba tratando de mostrar a las multitudes cómo verían ellos a la Iglesia. En los siete mensajes de Apocalipsis, capítulos dos y tres, el Cristo glorificado —con ojos como llama de fuego— dio Su visión celestial de la verdadera condición de las iglesias. Por medio de las visiones terrenas y celestiales de la Iglesia de Cristo, podemos obtener el equilibrio y la perspectiva necesarios para evaluar apropiadamente nuestro tercer testigo, el cual será la colección de escritos de los historiadores de la Iglesia. Unidos estos tres testigos nos dan un relato espiritual y preciso de la historia de la Iglesia.

LAS SIETE PARABOLAS DE MATEO 13

La primera columna de la gráfica en la página siguiente registra las siete parábolas de Mateo 13 juntamente con sus interpretaciones espirituales básicas. La primera, la Parábola del Sembrador, nos habla acerca del principio de la Iglesia. Cristo y Sus apóstoles fueron sembrando la semilla de la Palabra de Dios. Si bien sus ministerios tuvieron diversos resultados en distintos lugares, el mensaje básico de esta parábola es que la Iglesia comenzó a crecer y se volvió fructífera. Este mensaje corresponde al primer período de la historia de la Iglesia, el cual es reconocido casi universalmente por los historiadores como la Iglesia Apostólica.

La segunda parábola acerca del trigo y la cizaña añade otro elemento a la historia del crecimiento de la Iglesia. Un enemigo (quien Cristo revela es el diablo, v. 39) esparce su cizaña (o los discípulos corruptos de Satanás) dentro de la Iglesia. Esto nos da el mensaje espiritual básico que la Iglesia en desarrollo se llenó de mezcla. Esto corresponde a la segunda etapa de la historia de la Iglesia, durante el cual la Iglesia se llenó de una mezcla de varias doctrinas corruptas y falsos creyentes. Esto sucedió durante el período que la mayoría de los historiadores denomina la Iglesia Post-Apostólica Temprana.

La tercera parábola de Mateo 13 es acerca de la semilla de mostaza que creció hasta volverse la mayor de las hortalizas. El mensaje básico es el éxito del árbol de mostaza, y esto habla del éxito que la Iglesia tenía sobre las demás religiones cuando el Imperio Romano se volvió cristiano oficialmente. Este tercer período lo hemos titulado el Imperio Romano “Cristiano”.

La cuarta parábola, acerca de la levadura en la harina, nos da el mensaje de que esa iglesia triunfante se llenó de corrupción. Aunque Cristo no interpretó esta parábola directamente, pronto estudiaremos cómo las Escrituras siempre interpretan la levadura como la falsa doctrina, el pecado y la corrupción. Esta fue la levadura que llenó la Iglesia Primitiva Católica Romana (así como las otras pequeñas denominaciones de ese tiempo) conforme su prosperidad y poder alentaron la carnalidad y la corrupción.

La quinta parábola se refiere a un tesoro escondido en el campo. Cristo dice que el campo es el mundo (v. 38) y, de acuerdo con 2 Corintios 4:7, Cristo mismo es el tesoro. Sin embargo, en este tiempo de la historia al Señor no se le podía encontrar fácilmente en la Iglesia mundial. Cristo y Su salvación estaban escondidos tras todos los errores y tradiciones de las iglesias tales como la salvación por obras, la oración a María y a los santos, los íconos, los ídolos, las indulgencias, las reliquias, el bautismo de bebés, la transubstanciación y, el papa y los sacerdotes perdonando pecados. Aun en esas edades del Oscurantismo hubo unos pocos que se tropezaron con el tesoro escondido de Cristo, y estos hombres (como Wycliffe en Inglaterra y Hus en Bohemia) con frecuencia comenzaron grandes avivamientos que fueron reprimidos y sepultados por la iglesia tradicional. Este fue el período que llamamos la Iglesia Católica Romana Poderosa, en el cual la iglesia tradicional controló fuertemente las naciones de Europa por medio de las guerras santas, la amenaza de excomunión y la Inquisición.

La sexta parábola es acerca del mercader que buscaba perlas de gran precio. Aquí encontramos que el tesoro no está escondido y fue descubierto por accidente, como en la parábola anterior. En lugar de eso, éste es buscado abiertamente y es encontrado. Esto describe la Iglesia durante el período de la ReformaProtestante, cuando los reformadores ganaron más de las riquezas de Cristo y luego comenzaron muchos avivamientos y denominaciones.

La última parábola acerca de la red echada al mar fue interpretada por nuestro Señor Jesús. En el versículo 49, Él dijo que esto tendría lugar al Final de la Era. La red con la gran cosecha de peces nos habla del evangelismo mundial, un tema que ha motivado a la Iglesia mundial durante los últimos dos siglos. Cuando la Iglesia cumpla la gran comisión, entonces culminará la Era de la Iglesia y nuestro Señor Jesucristo regresará para establecer Su reino milenial sobre la tierra.

En estas siete parábolas podemos ver una descripción profética muy precisa del fluir de la historia de la Iglesia. La Iglesia iniciada por Cristo y Sus apóstoles creció rápidamente, pero luego se le añadió mezcla. Conforme continuó creciendo se convirtió en la religión más grande del mundo, no obstante también se llenó de corrupción. Sin embargo, la reforma no pudo ser reprimida por siempre, y de nuevo la Iglesia se levantó para reavivarse y enfocarse en culminar la Gran Comisión. Esto es lo que Cristo enseñó a la gente mientras estuvo en la tierra, y es una perspectiva de la historia de la Iglesia que tanto las multitudes como los historiadores de la iglesia fácilmente pueden entender.