Fábulas de La Fontaine - Jean de La Fontaine - E-Book

Fábulas de La Fontaine E-Book

Jean de La Fontaine

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Beschreibung

Versión de las Fábulas de La Fontaine adaptada para los más pequeños e ilustrada con mucho humor. Una visión traviesa pero tierna de relatos tan conocidos como «La tortuga y la liebre» o «La cigarra y la hormiga», que invita a los lectores más jóvenes a sumergirse en estos textos clásicos por primera vez.

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Seitenzahl: 32

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Índice

La cigarra y la hormiga 4

La liebre y la tortuga 6

La rata de ciudad y la rata de campo 8

El cuervo y el zorro 10

El roble y el junco 12

El zorro y las uvas 14

La rana que quiso ser tan grande como un buey 15

El león y el mosquito 16

El lobo y el cordero 18

El zorro y la cigüeña 20

El lobo y el perro 22

El león y el ratón 26

El gallo y el zorro 28

El lobo y la cigüeña 30

El león envejecido 32

El lobo que se hizo pastor 34

La comadreja que entró en un granero 36

Las ranas que pidieron un rey 38

El león que se fue a la guerra 40

El zorro y el chivo 42

El lobo, la cabra y el cabrito 44

El arrendajo engalanado con plumas de pavo real 46

El zorro que tenía la cola cortada 48

La jarra de barro y la jarra de hierro 50

La tortuga y los dos patos 52

El camello y los palos flotantes 54

La gallina de los huevos de oro 55

El ciervo que se veía reflejado en el agua 56

La lechera y el cántaro de leche 58

El pececillo y el pescador 60

La garza real 62

El caballo y el burro 64

El zorro, el lobo y el caballo 66

El gato, la comadreja y el conejo 69

La cigarra y la hormiga

4

La cigarra, que el verano entero

había estado cantando desde el sendero,

se encontró sin alimento tierno

en cuanto llegó el invierno.

Vio que no tenía a mano

ni una sola mosca ni un solo gusano.

Fue entonces como una mendiga

a ver a su vecina, la hormiga,

a rogarle que le prestase

comida con la que aguantase

hasta la llegada de la primavera.

«Te lo devolveré, compañera,

antes de agosto; te lo prometo.

Con intereses, todo completo».

La hormiga no mostró generosidad,

pues no tenía la culpa de su necesidad.

«Qué has estado haciendo esta temporada?»,

le preguntó a la cigarra aprovechada.

«Día y noche, sin parar,

he estado cantando, para tu información».

«Has estado cantando? ¡Qué emoción!

Pues ahora te toca bailar».

¿

¿

La liebre y la tortuga

6

No es la velocidad, sino la constancia, con lo que se gana la carrera:

en el bosque hay dos criaturas que lo pueden demostrar.

La tortuga apuesta, con arrogancia, que a la meta llega la primera.

La liebre responde, segura: «La carrera voy a ganar».

Continúa la rauda liebre:

«Amiga, has de tener fiebre

para hacerme esta propuesta».

«Febril o no, mantengo la apuesta».

7

Así hicieron, y las dos dejaron

junto a la meta lo que se apostaron;

no nos importa lo que era

ni quién ejerció de juez.

La liebre emprende su muy breve carrera

y en cuatro zancadas, gracias a su rapidez,

deja atrás a los perros, que la pierden de vista

y no pueden seguirle la pista.

Como tiene tiempo de sobra para pastar,

para dormir y para escuchar

el sonido del viento, deja a su rival

ir a paso muy lento.

Con esfuerzo parte el animal

de pausado movimiento.

La liebre desprecia semejante victoria

y deja el reto a pocos pasos de la gloria,

pues cree que le dará más reconocimiento

y hará historia. La liebre pace y reposa,

se entretiene con otras cosas

y el tiempo desaprovecha. Cuando se da cuenta

de que su rival, lentamente, está acabando la carrera,

parte como una flecha, pero, aunque lo intenta,

es en vano: su oponente ha llegado la primera.

Grita la tortuga: «¡He ganado la apuesta!

De qué te ha servido la velocidad

si te he derrotado sin dificultad?

Y eso que tú no llevas la casa a cuestas».

¿

La rata de