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Parece que los Objetos Voladores No Identificados, OVNIS o FANIS, realmente existen y han llamado la atención de agencias como el Pentágono y la NASA. Pero eso no es todo: por primera vez en la historia, el Departamento de Defensa de Estados Unidos reconoce la legitimidad de varios vídeos que registran fenómenos anómalos no identificados. En 1989, un exfuncionario llamado Bob Lazar afirmó haber trabajado en el Área 51, donde supuestamente se guarda todo tipo de material extraterrestre; David Grusch, ex oficial de inteligencia, ha declarado ante el Congreso que el Gobierno estadounidense esconde naves de origen extraterrestre y "restos no humanos". ¿Estamos cerca de la desclasificación de cientos de documentos secretos que confirmarían oficialmente que no estamos solos en el universo?
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Seitenzahl: 30
Veröffentlichungsjahr: 2023
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A partir del año 2010, una serie de eventos relacionados con Objetos Voladores No Identificados (históricamente llamados OVNIS), se instaló en los “medios mainstream”. Un artículo del New York Times daba cuenta de un programa secreto del Departamento de Defensa de los Estados Unidos destinado a investigar fenómenos aeroespaciales. Luego, el Pentágono desclasificó una serie de videos tomados por pilotos, y reconoció que las imágenes no estaban adulteradas y que no podían especificar qué tipo de naves eran aquellas que se habían registrado. Hubo también series de avistamientos que fueron denunciadas como “distracciones” de asuntos más graves, como el descarrilamiento de un tren que transportaba sustancias tóxicas y que habría generado una catástrofe ambiental al estilo Chernobyl.
Algo estaba cambiando… Los así llamados “ufólogos” creyeron tener su momento de revancha. Antes objeto de sarcasmo y desprecio social, ahora el tema empezaba a instalarse: con cautela, es cierto, pero sin lugar para la burla. Es que durante décadas, los especialistas en OVNIS, y todo aquel que afirmara haber tenido un contacto del estilo solían ser objeto de burla, y toda información al respecto era desestimada por absurda, fantasiosa o incomprobable.
En los Estados Unidos, el fenómeno OVNI se estudia al menos desde 1947, año en el que se produjeron decenas de avistamientos, que luego algunos estudiosos del tema atribuyeron al interés que la detonación de las bombas atómicas habría generado en seres de otros planetas. En aquel momento, las Fuerzas Aéreas investigaron unos 12.000 avistamientos en lo que se denominó Project Blue, que se cerró oficialmente en 1969. Ya en aquel entonces, se determinó que la mayoría de los avistamientos eran en verdad estrellas, nubes, aviones convencionales o aviones espías, pero más de 700 quedaron con el estatus de “no esclarecidos”.
La pregunta gira en torno a una cuestión básica: ¿estamos solos en el extensísimo universo? Las respuestas, claro está, son muchas y absolutamente diferentes. En la década de 1950, el físico Enrico Fermi formuló una teoría que hasta hoy resuena: ¿si existen tantas posibilidades de encontrar vida fuera del planeta Tierra, ¿cómo es posible que hasta ahora no hayamos encontrado pruebas de ello? Hay quienes discutirían la sola idea de que no tenemos pruebas al respecto: desde las referencias en civilizaciones antiguas hasta las filmaciones de objetos no reconocidos desclasificadas por el Pentágono, pasando por los campos quemados con formas circulares y por los episodios en los que cientos de personas aseguran haber visto el mismo fenómeno.
Lo que no hay, ciertamente, son pruebas concretas sobre las que exista un consenso. Pero debemos admitir que ha habido un cambio sustancial en el modo en que se aborda el tema. Este análisis abre otras preguntas: ¿quiénes son esos “seres extraterrestres” y cómo se relacionan con nosotros?
Quizás el primer punto de inflexión en la narrativa oficial acerca de los fenómenos extraterrestres, fue el artículo publicado el 16 de diciembre de 2017 en el tradicional New York Times. Nadie acusaría a tal medio de “conspiracionista”, y por otro lado el artículo brindaba información tan específica que para muchos se trató de una especie de “desclasificación general orquestada”. Pero veamos de qué se trataba.
El artículo llevaba por título Glowing Auras and “Black Money”: The Pentagon’s Misterious U.F.O. Program, y lo firmaban Helene Cooper y Ralph Blumenthal. Allí, se hacía referencia a un programa incluido dentro del presupuesto de Defensa, pero que el Pentágono mantenía bajo secretismo: el Advanced Aerospace Threat Identification Program