Frida Kahlo - Fabio Silva - E-Book

Frida Kahlo E-Book

Fabio Silva

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Beschreibung

Es la pintora mexicana y latinoamericana más importante de todos los tiempos, por el tratamiento original de su obra. Ella construye de manera tal su visión del arte, involucrada en su propia vida, simbolizados en diversas miradas como en un espejo, en medio centenar de autorretratos y dibujos. En éstos expresa a profundidad la problemática femenina, sin precedentes en la historia del arte universal. Plasma en su obra, a partir de su decisión de hacerse artista y de su fortaleza de carácter, la condición humana y su propia condición de mujer.

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Alape, Arturo, 1938-2006.

Frida Kahlo : miradas en el espejo / Arturo Alape, Carlos Montalbo Pérez. -- Edición Mireya Fonseca Leal. -- Bogotá : Pana-mericana Editorial, 2017.

96 páginas ; 20 cm.

Incluye bibliografía.

ISBN 978-958-30-5562-1

1. Kahlo, Frida, 1907-1954 2. Pintores mexicanos - Biografías 3. Mujeres - Biografías 4. Pintura mexicana I. Montalbo Pérez, Carlos, autor II. Fonseca Leal, Raquel Mireya, editora III. Tít.

927 cd 21 ed.

A1571043

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

Miradas en el espejo

Segunda edición, junio de 2017

Primera edición, noviembre de 2004

© Arturo Alape- Carlos Montalvo Pérez

© Panamericana Editorial Ltda.

Calle 12 No. 34-30

Tel. (57 601) 3649000. Fax: (57 601) 2373805

Tienda virtual: www.panamericana.com.co

Bogotá, D. C., Colombia

Editor

Panamericana Editorial Ltda.

Edición

Mireya Fonseca Leal

Diagramación

Diego Martínez Celis

Diseño de caráula

Diego Martínez Celis

ISBN DIGITA: 978-958-30-3564-7

Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio sin permiso del Editor.

Arturo Alape

Carlos Montalvo Pérez

Miradas en el espejo

Contenido

Ámbitos familiares........................................................13

Formación: aprendizajes y carácter...............................31

Frida y Diego: amor y política en tiempos

de revolución.................................................................41

La pintura de Frida: temas y motivos............................60

La última muerte de Frida.............................................78

Cronología....................................................................87

Lista de obras................................................................91

Bibliografía...................................................................94

Mis temas son mis sensaciones,mis estados de ánimo, mis reacciones ante la vida”.

Frida Kahlo

Ámbitos

familiares

Frida Kahlo, vida intensamente vivida y tenacidad para soportar el dolor que, implacable, torturó su cuerpo: sueños de realización humana, río de con-fluencias en espacios de color, símbolos y líneas que trazaron su obra pictórica, en vibrante imaginación que desnuda y saca a flote profundas intimidades.

Cuando Magdalena Carmen Frida Kahlo Calde-rón nació el 6 de julio de 1907 en Coyoacán, subur-bio de la antigua Ciudad de México, el país azteca se encontraba a puertas del acontecimiento más im-portante del siglo xx: la Revolución mexicana de 1910.

Frida se divertía cambiando la fecha de su naci-miento. Exclamaba con alborozo: “Nací con una re-volución. Que lo sepan... Nací en 1910. Era verano. Muy pronto, Emiliano Zapata, el Gran Insurrecto, iba a levantar el Sur... Yo tuve esa suerte: 1910 es mi fecha”1. Frida, hechura de México, México en las entrañas pictóricas de Frida.

Hija de Guillermo Kahlo, judío alemán, nacido en Baden Baden en 1872, que emigró a México en 1891 a los diecinueve años, y de Matilde Calderón

1. Kettenmann, Andrea, Frida Kahlo, 1907-1954, Taschen, Colonia, 1992

Ámbitos familiares

y González, mujer de ascendencia española e india que no sabía leer ni escribir. Frieda o Frida, cuyo nombre significa “paz”, escribe en su Diarioa pro-pósito de su infancia:

“Mi niñez fue maravillosa...”. A su padre lo describe “como entrañable y cariñoso”2, “para mí constituía un ejemplo inmenso de ternura y trabajo y sobre todo su comprensión para todos mis proble-mas”. Impresiones de infancia que la pintora recoge en su cuadro de 1951 Retrato de mi padre. La dedi-catoria en una franja de la parte inferior de la obra dice: “Pinté a mi padre Wilhelm Kahlo, de origen húngaro-alemán, artista fotógrafo de profesión, de carácter generoso, inteligente y fino, valiente porque padeció durante sesenta años de epilepsia, pero ja-más dejó de trabajar y de luchar contra Hitler. Con adoración, su hija Frida Kahlo”.

Relación profunda, entrañable, de tiempo infini-to. Fue él quien como entusiasta pintor aficionado introdujo a Frida en las experiencias iniciales con la pintura. Él le enseñó a utilizar la cámara, a revelar, a retocar y a colorear fotografías. Por el contrario, con su madre Frida establece desde pequeña una discrepante relación; esto la lleva a calificarla “de muy simpática, activa, inteligente”, pero también de “calculadora y fanáticamente religiosa”. La madre es una figura anodina y lejana, referenciada o te-mida, que quizás inspira cierto resentimiento en el

2.Ibid.

recuerdo de la hija.

Nació en el seno de una familia de clase media, ya que su padre trabajó como el primer fotógrafo oficial del Patrimonio Cultural Nacional de México, lo cual le permitió, a fines del régimen de Porfirio Díaz, un estatus económico holgado que luego se vino a menos con la Revolución y todos los sinsabo-res que trajo consigo la llamada “Década Trágica”.

“Mi madre no me pudo amamantar porque a los once meses de nacer yo, nació mi hermana Cristina. Me alimentó una nana a quien le lavaban los pechos cada vez que yo iba a succionarlos. En uno de mis cuadros estoy yo, con una cara de mujer grande y cuerpo de niñita, en brazos de mi nana, mientras de sus pezones la leche cae como del cielo”.

Entre los tres y los cuatro años, a Cristina y a ella las mandaban al colegio de párvulos. La maestra era rígida y brutal en la enseñanza, con pelos artificiales y trajes rarísimos. Su primer recuerdo de niñez, Fri-da lo refiere a esta maestra:

Estaba ella parada al frente del salón todo oscuro, sos-teniendo en la mano una vela y en la otra una naranja, explicando cómo era el universo, el Sol, la Tierra y la Luna. Me oriné de la impresión. Me quitaron los calzones mojados y me pusieron los de una niña que vivía enfrente de mi casa. A causa de eso le cobré, fastidio que un día la traje cerca de mi casa y comencé a ahorcarla. Ya estaba con la lengua afuera cuando pasó un panadero y la sacó

de mis manos...3.

A los seis años le dieron la primera comunión. Durante un año, junto con Cristina, asistió con es-tricta puntualidad a la doctrina; pero las dos travie-sas y alegres, de risa espontánea, se escapaban y se iban a comer tejecotes, membrillos y capulinas a un rancho cercano. Desde entonces, Frida se acostum-bró a merodear la Casa Azul, curiosa viendo rostros y escuchando giros idiomáticos populares que luego ella involucró en su lenguaje como suyos.

“Cierto día estaba mi media hermana María Lui-sa sentada en la bacinica cuando la empujé y cayó hacia atrás y todo. Furiosa me dijo: ‘Tú no eres hija de mi mamá y de mi papá. A ti te recogieron en un basurero’’4. Aquella afirmación la impresionó al punto de convertirla en una criatura introvertida. Desde entonces vivió hermosas aventuras con una amiga imaginaria: juegos fantásticos, hasta caer en el éxtasis infantil. Sus travesuras de niña eran, para el padre, signos de una inteligencia desmesurada. Era un consentidor afectuoso de Frida.

No obstante su vitalidad, por ser descendiente de mexicas, de tonalpouhques —chamanes aztecas de la suerte— y de ser encomendada por su madre a la Virgen de la Soledad —protectora de Oaxaca, la ciudad de su progenitora—, Frida tuvo desde su

3. Jamis, Rauda, Frida Kahlo, autorretrato de una mujer, Edivisión, México, 1987.

4. Ibid.

niñez una precaria salud. Solía decir que la vida fue cruel al encarnizarse con ella, de manera que a los seis años, en 1913, enfermó de poliomielitis; su pier-na se adelgazó notoriamente y el pie se atrofió en el crecimiento, defecto que pudo disimular con faldas largas y pantalones.

Pasé nueve meses en cama. Todo comenzó con un dolor terrible en la pierna derecha, desde el muslo hacia abajo. Me lavaban la piernita en una tinita con agua de nogal y pañitos calientes. La patica quedó muy delgada. A los siete años usaba boticas. Al principio supuse que las botas no me harían mella, pero después sí me la hicieron y cada vez más intensamente5.

Las muchachas del vecindario solían burlarse de ella crudamente y le gritaban: “¡Frida Kahlo, pata de palo!, ¡un pie bueno, el otro malo...!” Frustrada por el profundo malestar que siente por su pierna, Frida asume, a partir de ese acontecimiento, un ca-rácter introspectivo que contribuye a avivar sus sue-ños y sus fantasías, se desdobla para dar “un valor casi mítico a esa otra ella misma”, a la que escrutará el resto de su existencia con pasión creativa “en su espejo...”. Su padre, siempre cercano, se ocupó es-pecialmente de ella durante los nueve meses de con-valecencia.

“A los siete años ayudé a mi hermana Matilde, que tenía quince, a que se escapara a Veracruz con su novio”. Le abrió la puerta del balcón y luego

5. Ibid.

cerró como si nada hubiera pasado. Para Frida su acción no tenía tintes de maldad alguna. “Matilde era la preferida de mi madre y su fuga la puso histé-rica”. “¿Por qué no se iba a largar Matita?”, se pre-guntaba inocente Frida. “Mi madre estaba histérica por insatisfacción. A mí me resultaba odioso ver cómo sacaba los ratones del sótano y los ahogaba en un barril. Hasta que no estaban completamente ahogados no los dejaba...”. Flotaban como hojas se-cas en el agua. Aquello la impresionaba de un modo horrible.

Llorando le decía: ¡Ay, madre, qué cruel eres! Quizá fue cruel porque no estaba enamorada de mi padre. Cuando yo tenía once años me mostró un libro forrado en piel de Rusia donde guardaba las cartas de su primer novio. En la última página estaba escrito que el autor de las cartas, un joven alemán, se había suicidado en su presencia. Ese hombre vivió siempre en su presencia6.

Un fantasma amoroso que su madre nunca borró de la memoria, al esconderse resignada en el rebozo