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Clemens Brentano fue uno de los más importantes escritores del romanticismo alemán, interesado por rescatar poemas, leyendas y cuentos populares. En esta historia, los seres humanos y los animales viven en perfecta armonía y se evoca el reino encantado de la infancia. Un relato para entretener a los niños y sorprender a los adultos.
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Seitenzahl: 320
Veröffentlichungsjahr: 2023
CLEMENS BRENTANO
Gockel, Hinkely Gackeleia
Edición de Rosa María Gil Sangrador
Traducción de Rosa María Gil Sangrador
Clemens Brentano. Retrato de Emilie Linder.
LA familia Brentano era originaria de la región italiana de Lombardía, de los alrededores del lago de Como. La mayoría de sus miembros se habían dedicado durante generaciones al comercio de cítricos y especias y a su exportación. Esta actividad, que era parte inherente a la historia de la economía de esta región italiana, se desarrollaba desde la Edad Media y explicaba la honda tradición de la emigración del norte de Italia hasta Alemania, no vinculada a la pobreza ni a la búsqueda de medios de vida en otros países, sino al establecimiento de nuevas sedes para el desarrollo de relaciones comerciales1.
La integración de los comerciantes italianos y de sus familias en la sociedad alemana se vio reforzada por su ascenso económico y social durante los siglos XVII y XVIII. El padre de Clemens, Pietro Antonio Brentano, nacido en Tremezzo en 1735, hombre emprendedor y sagaz para el comercio, se asoció con sus hermanos y se estableció en Fráncfort donde sus actividades mercantiles prosperaron notablemente. Sus negocios se ampliaron dedicándose a operaciones financieras, entre ellas, préstamos de importantes sumas a los emigrantes franceses partidarios de la monarquía, que tras la toma de la Bastilla en 1789, se habían establecido en Coblenza y otras ciudades cercanas.
Pietro Antonio se había casado en 1763 con Paula Maria Josefa Walpurga Gnosso, con la que tuvo seis hijos2, y que falleció en 1770. Cuatro años más tarde se casó con Maximiliane von La Roche, joven de diecisiete años, perteneciente a la alta sociedad, cuyo padre, Georg Michael von La Roche, era hijo natural del conde Anton Heinrich von Stadion3, quien le adoptó, se hizo cargo de su educación y le inició en la carrera diplomática que ejerció en Ehrenbreitstein, cerca de Coblenza, como canciller del elector de Tréveris, Clement Wenzeslaus de Sajonia. Admirador de Voltaire, como también lo fue su padre, se le atribuyeron unas cartas4, publicadas anónimamente, censurando el despotismo del monacato por lo que fue destituido y se exilió a Espira y posteriormente a Offenbach. Su esposa, Sophie von La Roche, fue una mujer culta y activa en el ambiente intelectual de la época, que escribió, entre otras obras, la novela epistolar Geschichte des Fräulein von Sternheim (Historia de la señorita de Sterheim), publicada por Wieland, su amigo íntimo, que tuvo una gran aceptación y fue inspiradora para los jóvenes escritores románticos.
En este ambiente culto y refinado de la casa familiar de Ehrenbreitstein en el que participaban los escritores y artistas más relevantes, se crió su hija, Maximiliane, «Maxe», que era parte tan esencial del salón literario de su madre por su gracia y belleza, que uno de los asiduos, el joven Goethe, la representó en su novela epistolar Die Leiden des jungen Werthers (Las penas del joven Werther) en el personaje de Lotte por la belleza de sus oscuros ojos.
Maximiliane y Pietro Antonio Brentano fueron padres de doce hijos, entre ellos Clemens y Elisabeth, Bettina. A esta gran familia había que añadir además cinco de los seis vástagos del matrimonio anterior de Pietro, su hija Therese había fallecido en 1770. Se instalaron en una de las zonas más exclusivas de Fráncfort, en Kornmarkt5, en la propiedad Der goldene Kopf, situada en la calle Sandgasse6.
Clemens Wenzeslaus Brentano nació en casa de su abuela materna Sophie en Ehrenbreitstein, el 9 de septiembre de 1778. Los primeros años de su infancia vivió en Fráncfort, con sus padres y sus hermanos en la casa familiar; enfermaba con frecuencia, pero fue una época feliz: «A menudo estaba enfermo, tomaba poco el sol / La manta de colores era mi jardín primaveral / Los cuidados de mi madre fueron mi alegría de primavera»7 Esta etapa de la niñez, en la que se sentía protegido y querido por los suyos, significaría para el escritor un paraíso infantil en el «pequeño país imaginario de Vadutz», como él mismo lo describió en la dedicatoria del cuento de Gockel. La familia era católica, su padre y su madre eran muy devotos, lo que contrastaba con el ambiente religioso de la ciudad en la que por entonces dominaban protestantes y judíos. Adoraba a su madre pero se sentía distanciado de su padre por su severidad, su desapego y por su edad, era veintiún años mayor que su esposa. Clemens se sentía muy cercano a uno de los empleados de la casa, un contable de origen suabo que le narraba historias fantásticas y divertidas que escuchaba entusiasmado y que significó su iniciación en el mundo de los cuentos.
Sin embargo, la dedicación de Maximiliane a una familia tan numerosa provocó que se resintiera su salud y se decidió que los niños se educaran fuera del ámbito familiar. Así las cosas, a los seis años de edad Clemens fue a vivir a Coblenza junto con su hermana Sophie a casa de Luise von La Roche, hermana de su madre, casada con el consejero Christian Joseph Möhn. El ambiente severo, en su educación y en la vida cotidiana, y hostil por la relación del matrimonio, no era el más adecuado para los pequeños; no en vano la pareja se separó tres años más tarde. La experiencia de esta época de su niñez en la que solo contó con el cariño de su hermana la expresó en los Romanzen vom Rosenkranz8.
En 1786 regresó a casa de sus padres en Fráncfort y al año siguiente comenzó sus estudios en un internado en Heidelberg. En el otoño de 1787 volvió a Coblenza donde permaneció tres años en los que asistió al Gymnasium9 y en 1790 regresó de nuevo a Fráncfort con su familia. Poco tiempo después su padre le envió a estudiar a Mannheim, de nuevo en régimen de internado, durante tres años, donde era tratado duramente por sus preceptores. Tanto se lamentaba Clemens de la severa disciplina en la que vivía que sus padres consintieron que regresara de nuevo a Fráncfort al hogar familiar, pero su madre falleció en 179310 cuando él tenía quince años, lo que supuso para él un duro golpe por el fuerte vínculo que le unía a ella y por la imposibilidad de disfrutar de su cariño.
Clemens decidió entonces estudiar y le enviaron a Bonn, pero la amenaza de guerra de los ejércitos revolucionarios hizo que regresara de nuevo a Fráncfort en 1794. Ya en casa, su padre le instó a que se dedicara al negocio familiar de comercio, actividad en la que no demostró ningún interés, y a pesar de todos los infructuosos intentos, su padre, incapaz de instruirle en la materia, le envió a Langensalza, con un comerciante llamado Polex al que conocía desde hacía tiempo, para que aprendiera el oficio; sin embargo Clemens no demostró ningún interés en ello, no congenió en absoluto con la familia de comerciantes y su carácter independiente y sus chiquilladas provocaron que regresara de nuevo con su familia. Su padre se había vuelto a casar en 1795 con Anna Friederike von Rottenhoff con la que tuvo dos hijos que fallecieron al poco tiempo de nacer. Con tantos hermanos en la casa de todas las edades, y en cierto modo extraños pues no había convivido con ellos, era imposible para Clemens llevar una vida independiente. A pesar de que su entorno familiar en su conjunto constituía un hogar cristiano y un mundo cultivado y sensible, él no encajaba por haberse criado lejos de este medio, por lo que se sentía inadaptado y distante. A la vez su carácter era inestable, rebelde y burlón, siempre con bromas y chanzas con sus hermanos y compañeros; su inadaptación a la mayoría de los medios en los que vivía y su insatisfacción y descontento se manifestaban muy a menudo hasta el extremo de pintar en una ocasión su habitación de azul, incluido el techo, para sorprender a toda su familia. El incesante cambio de residencia en razón de proseguir sus estudios, la severidad de los pensionados y de sus preceptores y sentirse desligado de los suyos y privado de su madre, hicieron que la infancia y adolescencia de Clemens estuvieran marcadas por la inestabilidad. Esta etapa le caracterizó en su forma de ser por un sentimiento de introspección y melancolía, que tiene su origen en haber vivido la mayoría de esos años con extraños que se ocuparon de su formación bajo una educación y una disciplina férreas, que no respetaron sus sentimientos, y que no dieron lugar a valorar ni potenciar sus intereses y habilidades.
Pietro Antonio comprendió que Clemens no tenía ningún interés en el negocio familiar y, resignado, a finales de 1796 le envió con su cuñado, Carl von La Roche a Schönebeck, donde ejercía de administrador de las minas de sal, para que instruyera a su sobrino para los exámenes de la administración prusiana. Clemens vivió esta nueva etapa en confianza, pues tenía buen trato con su tío, pero de nuevo tuvo que regresar a Fráncfort al año siguiente, pues su padre falleció en marzo de 1797. Franz, su hermano mayor, se hizo cargo de la familia, ya que la viuda de Pietro Antonio se volvió a casar, y como tutor le ofreció trabajar en el negocio familiar. Clemens rechazó la propuesta porque deseaba estudiar y Franz le inscribió en la universidad de Halle para empezar estudios de minería.
En mayo de 1798 Clemens se trasladó a Jena a estudiar medicina. La pequeña ciudad universitaria, cercana además a Weimar, donde Goethe, el gran europeo, había convocado a los mejores representantes de la cultura del momento, estaba emergiendo independientemente con un ambiente renovador en el que filósofos, escritores y artistas especulaban sobre filosofía, arte, naturaleza, historia, política y religión en aras de la expresión del sentimiento y del individualismo. En efecto, en esta época concreta una serie de circunstancias favorecieron que en Jena se creara un clima intelectual de excepción desde el punto de vista literario, pero incluso previamente desde el filosófico. Fichte enseñaba Filosofía en Jena desde 1794, ocupando la cátedra que había abandonado Reinhold11; los estudiantes le seguían entusiasmados pues en sus lecciones les alentaba a pensar por sí mismos para llegar a sus propias conclusiones, postulando el derecho a la libertad de expresión, el individualismo y reivindicando los principios de la Revolución francesa. Fichte era entonces «el alma de Jena»12, el eje del escenario filosófico del momento, y debido al impacto que produjeron sus ideas en los jóvenes románticos, la filosofía se transformó en reivindicación estética y en poesía creadora que reinventaba el mundo como una obra de arte.
Friedrich Schlegel había seguido con entusiasmo el pensamiento fichteano; crítico fecundo, rechazaba el Neoclasicismo por ser una repetición externa de las formas clásicas, sin expresión del espíritu libre, del subjetivismo anunciado por el filósofo, y que precisamente era el ideario de la nueva corriente que se estaba aproximando y que se venía gestando desde unos años antes. Junto con su hermano August Wilhelm fundaron la revista Athenäum (1798-1800), editada en Berlín y también en Jena, y en la que participaban los escritores del llamado círculo de Jena, que constituyó la base del primer romanticismo alemán, Frühromantik.
Friedrich Schlegel fue el principal impulsor de la ideología del grupo del que formaban parte escritores como Friedrich von Hardenberg, conocido como Novalis, Ludwig Tieck, Caroline Michaelis, esposa de August Wilhelm Schlegel y después de Friedrich Schelling, Dorothea Veit, casada con Friedrich Schlegel, y Friedrich Schleiermacher. Todos ellos constituyeron el germen, el desarrollo y la divulgación del imparable movimiento renovador de la estética y la literatura que hizo de la ciudad el centro de la cultura progresista de la época.
Este ambiente intelectual renovador fue el que encontró Brentano cuando llegó a Jena; así, el mismo curso en el que comenzó sus estudios de medicina, Schelling, promotor del nuevo ideario, tomó posesión de la cátedra de Filosofía en la universidad y el mismo Schiller, con quien se identificaba la juventud entusiasta, había ocupado la cátedra de Historia, pronunciando en su lección inaugural su impresionante discurso Was heißt und zu welchem Ende studiert man Universalgeschichte? («¿Qué significa y con qué fin se estudia la historia universal?»), que tuvo una gran repercusión y que fue publicada en Weimar por Wieland en su revista Der Teutsche Merkur (El Mercurio alemán).
Todo esto constituía algo innovador y atrayente para el joven Brentano, que entonces tenía veinte años y vivía lejos de la influencia familiar, de la amenazadora perspectiva de seguir con el negocio de comercio y libre de toda coerción. Dejó a un lado sus estudios de medicina y se integró completamente en el contexto cultural y literario de la ciudad. La mayoría de los intelectuales que despuntaban en este ambiente eran mayores que él, y Brentano, joven y con inquietudes literarias, se unió al grupo y frecuentó con entusiasta admiración a los escritores que formaban parte de este entorno, quienes le consideraban ingenuo e impetuoso, por ello le llamaban Angebrenntano, tomando el significado de la primera sílaba de su apellido13.
Poco después de su llegada a Jena comenzó a escribir su gran novela Godwi, publicada en 1801, que incluye las páginas más bellas de su lírica, con rasgos autobiográficos, e inspirada en Werther y en Wilhelm Meisters Lehrjahre (Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister) de Goethe14. En 1800 fue editado, en Leipzig en la revista literaria Memnon dirigida por el editor August Klingemann, con el pseudónimo Maria, su segundo nombre, el cuento Die Rose (La rosa). Ese mismo año se publicó también Satirische Spiele von Maria. Erstes Bändchen. Gustav Wasa (Juegos satíricos de María. Libro primero. Gustav Wasa), que ridiculizaba el drama histórico, titulado del mismo modo, de August von Kotzebue, el dramaturgo alemán más popular por entonces y defensor de la Ilustración. Kotzebue había atacado duramente a Friedrich Schlegel con su comedia Die Hyperboreische Esel (El asno hiperbóreo) tratándole de lunático por sus ideas sobre la libertad intelectual. Brentano, solidario con su amigo Schlegel, en el subtítulo de su obra, Gustav Wasa, hacía referencia al tedioso drama histórico de Kotzebue del mismo nombre, en una parodia extravagante y mordaz que desde el punto de vista literario no fue reconocida en absoluto por sus nuevos amigos como él esperaba. También en este año de 1800 Goethe y Schiller propusieron en su revista Propyläen un premio de treinta ducados para la mejor comedia que sería destinada al teatro de Weimar. Animado por Goethe, Clemens escribió Ponce de Leon15, que no alcanzó el objetivo del concurso, pero que fue publicada en 1803.
En 1799 había conocido a Friedrich Karl von Savigny, estudiante de leyes en Jena, casi de su misma edad, estableciéndose entre ambos una amistad que permaneció a lo largo del tiempo. Savigny se trasladó desde Jena a Magdeburgo para continuar sus estudios y Brentano le siguió abandonando los suyos; le acompañó en sus viajes por el Rin y en casa de su familia cerca de Hanau16. Años más tarde Savigny se casó con Kunigunde, hermana de Brentano, y llegó a ser catedrático de Derecho en la universidad de Berlín y uno de los más célebres juristas de su tiempo.
Pero la amistad más importante para Clemens fue la de Achim von Arnim, tres años más joven que él, que pertenecía a la nobleza prusiana. Se habían conocido en 1801 en Gotinga donde Arnim estudiaba matemáticas; previamente había cursado estudios de ciencias y derecho en la universidad de Halle. Fue un estudiante brillante en estas materias, pero sus gustos se inclinaban por la literatura. Viajó por Europa en un paréntesis en sus estudios en 1801, y en 1802 visitó a la familia Brentano en Fráncfort y conoció a Bettina, hermana de Clemens, con la que se casaría años más tarde17. Brentano y Achim compartían activamente su afición por escribir y su ideario romántico, sus escritos, poemas y publicaciones. De esta complicidad personal y literaria había surgido, especialmente en un viaje que realizaron juntos en 1802 siguiendo el curso del Rin, y posteriormente a través de su correspondencia, la idea de recopilar canciones populares alemanas. Este proyecto fue determinante por su significado y difusión para el ideario del romanticismo y para la trayectoria literaria de ambos. En ese mismo año Brentano comenzó a escribir los Romanzen vom Rosenkranz (Los romances del rosario), obra en la que trabajó hasta 181218; también la Chronika eines fahrenden Schülers (Crónica de un estudiante vagabundo), una serie de narraciones de la Edad Media que terminaría en 1818 y los relatos Die mehreren Wehmüller (Los diferentes Wehmüller)19, publicados por entregas desde septiembre de 1817 en la revista Der Gesellschafter. Además de estas narraciones, escribió hacia 1801 un fragmento del drama Cecilie (Cecilia), de marcado acento autobiográfico, en el que sería posible reconocer la figura del padre de Clemens, tan distante de su hijo en la ficción como lo fue en la realidad. Para Brentano, la falta de afecto y de apoyo en su infancia y juventud por parte de su progenitor pudo ser decisiva a la hora de elegir sus amistades más valiosas, la de Savigny, un referente para él por su prudencia y sensatez, y la de Arnim, por su firmeza de carácter y por compartir sus inquietudes artísticas que nunca fueron entendidas por su padre.
La vida sentimental de Clemens había quedado marcada desde su llegada a Jena. En efecto, a los pocos meses de instalarse en la ciudad, Brentano conoció a Sophie Schubart, escritora muy activa y considerada en el ambiente literario de la ciudad por su presencia en los salones; autora de poemas, novelas y traducciones, colaboraba con Schiller y él le prologó alguno de sus libros de poesía. Clemens compartía con ella sus inquietudes y sus escritos; de hecho, Sophie publicó en su revista literaria Kalathiskos su relato Der Sänger (El cantante) en 1801. Ocho años mayor que Brentano, estaba casada con el profesor de Derecho Friedrich Mereau y tenían una hija llamada Hilda; la vida en común del matrimonio había sido un fracaso desde el principio hasta que en 1801 Sophie consiguió el divorcio. Brentano, que la había cortejado desde hacía tiempo, le propuso matrimonio inmediatamente, pero ella le rechazó, prefería la libertad, no en vano anteriormente había sido estrecha confidente de Friedrich Schlegel y antes de su divorcio tuvo como acompañante al estudiante de Derecho Johann Heinrich Kipp.
Brentano por su parte, desde su llegada a Jena había conocido otras mujeres, que no ejercieron en él tanta influencia como Sophie, pero que tuvieron significado en su vida y en su obra literaria. En 1799 conoció a Marianne Jung, actriz y bailarina, con la que tuvo un romance y a la que dedicó algunas de sus canciones; ella se casó con el banquero Johann Jakob Villemer y vivió un amor platónico con Goethe, amigo de la familia, para quien fue la Suleika de su libro de poemas West-östlicher Divan (Diván de Oriente y Occidente) (1819). En cualquier caso, y a pesar de los devaneos de cada uno, Brentano persistió en su idea y reanudó su trato cercano con Sophie a partir de su reencuentro en Weimar en mayo de 1803; él insistió en que se casaran, a pesar de la oposición de su propia familia, pero ella quería mantener la relación sin lazos matrimoniales. Finalmente accedió a su propuesta, en parte porque esperaba un hijo de él, y en noviembre de ese mismo año se casaron y se fueron a vivir con Hilda a Magdeburgo, cerca de la residencia de su amigo Savigny, en la que este se había instalado al finalizar sus estudios.
El matrimonio no resultó como Clemens esperaba, la frialdad y frivolidad de Sophie no encajaron con la vehemencia de Brentano, que, continuamente inestable e insatisfecho, no conseguía la inspiración necesaria para escribir. En mayo de 1804 nació su hijo Achim Ariel Tyll, que falleció un mes después. Ese año Savigny dejó Magdeburgo pues iba a casarse con la hermana de Brentano, Kunigunde, y después emprendería un viaje de estudios. Clemens entonces pensó cambiar su residencia y se decidió por Heidelberg, ciudad que conocía de estudiante, y allí se instaló con su familia en agosto de 1804. En mayo de 1805 nació su hija Joachime Elisabeth, que falleció en junio de ese mismo año. Tras este nuevo revés, Clemens se refugió en su quehacer literario y en la gran amistad que tenía con Achim von Arnim. Las desgracias que le sobrevinieron tras su matrimonio, las consiguientes dificultades de la relación de la pareja y el fracaso de la vida familiar, le llevaron a la falta de inspiración para escribir y para tener un proyecto literario; Arnim, por su parte, había decidido dedicarse a la poesía antes que a las ciencias y a las matemáticas que fueron su interés en un principio. La confluencia de estas circunstancias personales y el buen entendimiento entre ambos fueron el origen de trabajar en común activamente en su proyecto previo de recopilación de canciones alemanas, que con el título Des Knaben Wunderhorn (El cuerno maravilloso del muchacho) fue publicado en un primer volumen en 1805. Previamente le habían dado a conocer a Goethe la obra y se la dedicaron; él la alabó entusiasmado y publicó una reseña sobre ella en el periódico literario Jenaische Allgemeine Literatur-Zeitung20, de gran difusión por entonces, con lo que la obra fue dada a conocer de inmediato.
En 1808 se publicaron los otros dos volúmenes con un anexo de canciones infantiles, Kinderlieder. La lectura de la obra dio un gran impulso al espíritu romántico del entorno personal de Brentano. En efecto, había conocido al principio de su estancia en Heidelberg al helenista Georg Friedrich Creuzer y a Joseph Görres, quien en 1806 se había trasladado allí desde Coblenza al obtener una plaza de profesor en la universidad. Se reunían con frecuencia y junto a Joseph von Eichendorff, que por entonces estudiaba en esa universidad, alumno de Görres, y con su hermano Wilhelm, se propició un renovado romanticismo, el de Heidelberg, basado en el de Jena y en el que Des Knaben Wunderhorn fue una inspiración decisiva. Quedó constancia de ello en la revista Zeitung für Einsiedler (1808), fundada por Arnim, en la que escribían además Brentano21 y Görres entre otros, y que representó el espíritu romántico de Heidelberg de igual modo que Athenäum constituyó el ideario del círculo de Jena. Esta publicación pretendía despertar el interés por las sagas, mitos y canciones populares alemanas y valorar la recuperación de temas y metros22, objetivos que en realidad formaban parte del ideario del nuevo romanticismo.
La vida familiar de Clemens quedó truncada pues en octubre de 1806 murió Sophie al dar a luz a una niña que falleció al nacer. Viudo a los veintiocho años, regresó a Fráncfort al hogar familiar donde recibió el apoyo incondicional de su hermana Bettina.
En el verano de 1807 conoció a Auguste Bussmann, de dieciséis años de edad, pupila del banquero francfortés Moritz von Bethmann; voluble y caprichosa, en ningún modo era la persona más adecuada para procurar la estabilidad de Brentano; aun así continuaron su relación y emprendieron un viaje juntos a Casel y lo que ante la sociedad pareció un secuestro, obligó a que terminara en boda en la ciudad cercana de Fritzlar, donde se casaron en agosto de ese mismo año.
La impulsividad y la insensatez fueron el origen del matrimonio que dio como resultado una convivencia insostenible23. En septiembre de 1808 se fueron a vivir a Landshut, siguiendo a su cuñado Savigny que había obtenido una plaza como profesor de Derecho en la universidad24. La vida intelectual en esta ciudad bávara se dividía entre los racionalistas, en su mayoría los profesores, y los opositores románticos y devotos, junto a Sailer25 y sus seguidores; a estos les aclamaban con entusiasmo los estudiantes, que admiraban a Brentano, Arnim y Görres siguiendo el Zeitung für Einsiedler y Des Knaben Wunderhorn. Uno de ellos, Ringseis26 fue un gran amigo de Clemens, quien al igual que Sailer, resultó determinante en años posteriores en su regreso al catolicismo; sus amistades y su vida social en los ambientes literarios fueron muy influyentes, pero su entorno familiar en cambio no conocía el sosiego, asediado por la inestabilidad y por los fingidos intentos de suicidio de Auguste.
A mediados de 1809 Brentano se instaló en Berlín con Arnim. El romanticismo había triunfado en la capital prusiana, no era el de Jena ni el de Heidelberg, pues tras las derrotas de Prusia y el dominio de Napoleón, el nacionalismo era más pronunciado y crecía alentado por los escritores alemanes como respuesta a la invasión francesa. En los salones cultos se seguían con pasión las nuevas ideas, especialmente las conferencias de Wilhelm Schlegel sobre arte y literatura. En este ambiente frecuentó Brentano a Friedrich de la Motte Fouqué, los hermanos Eichendorff, Adelbert von Chamisso y Heinrich von Kleist. La ciudad era escenario de la cultura y de la reivindicación nacional. En 1810 fue fundada la universidad de Berlín y ese mismo año falleció la reina Luise de Prusia que representaba el nacionalismo prusiano junto a la resistencia a las invasiones napoleónicas y que fue un símbolo para los románticos.
Kleist fundó el diario Berliner Abendblätter (1810-1811) en el que participaban estos escritores y el mismo Brentano además de Arnim, Savigny, Adam Müller, el arquitecto Friedrich Schinkel27, el compositor Karl Friedrich Zelter, Fichte y algunos miembros de la aristocracia. El 18 de enero de 1811 fundaron la Christlich-deutsche Tischgesellschaft, sociedad cristiana y alemana que propugnaba la unificación de Alemania bajo la hegemonía de Prusia excluyendo a judíos y filisteos28. En marzo de ese año Brentano presentó en la sociedad su disertación Der Philister vor, in und nach der Geschichte (El filisteo antes, durante y después de la historia), un alegato satírico en contra del racionalismo burgués, que había tenido un antecedente por su parte en 1808 sobre el mismo tema en la sátira Der Uhrmacher BOGS29 (BOGS el relojero), en la que colaboró Joseph Görres.
En 1811 Arnim se casó con Bettina en una boda por sorpresa, con lo que Clemens abandonó la vivienda que compartía con su amigo en Berlín y se trasladó a Bohemia, a la propiedad de los hermanos Brentano en Bucovan, en la que habían invertido su herencia30. Por entonces escribió parte de la novela Der schiffbrüchige Galeerensklave vom Todten Meer (El esclavo naufragado del mar Muerto) y la tragedia Aloys und Imelde (Aloisio e Imelda) inspirada en la novela Les mémoires du comte de Comminge (1735) de Madame de Tencin.
Después de una estancia en Praga comenzó a escribir su drama más ambicioso, Die Gründung Prags (La fundación de Praga), pues desde su primer viaje a Bohemia le habían entusiasmado las crónicas y tradiciones checas; pero la vida en Praga era cara y sus recursos mínimos. Esta etapa fue difícil para Brentano desde el punto de vista económico, de ahí que decidiera instalarse en Viena, con su cuñada, Antoine von Birkenstock, y su hermano Franz, que había fundado allí una sucursal del negocio familiar en 1813.
En Viena participó activamente en la vida cultural de la ciudad. Allí se reunía con grupos de artistas y escritores en sociedades como la Strobelkopfgesellschaft a la que asistían Adam Müller, Friedrich Schlegel y Ringseis, en un ambiente católico y reaccionario, y cuya cabeza visible era el redentorista Klemens Maria Hofbauer31. Por otra parte, entró en contacto con actores y círculos literarios como el salón de Caroline Pichler y publicó recensiones desde 1813 en el Dramaturgischer Beobachter32. En realidad procuró situarse en el mundo del teatro para representar sus obras; así, consiguió poner en escena su Ponce de Leon, con el título de Valeria oder Vaterlist (Valeria o la astucia paterna), en febrero de 1814, que resultó un rotundo fracaso.
Dos meses más tarde abandonó Viena profundamente decepcionado y se reunió, como después de cada desengaño, con Arnim, en su castillo de Wiepersdorf, en Brandeburgo. Allí escribió el relato Die Schachtel mit der Friedenspuppe (La caja con la muñeca de la paz), que fue publicado en Berlín en 1815 en la revista Friedensblätter. Ese mismo año se trasladó a Berlín y allí comenzó a reunir sus narraciones Rheinmärchen (Cuentos del Rin), además de los Italienische Märchen (Cuentos italianos) y Gockel, Hinkel und Gackeleia inspiradas en el napolitano Basile, que había empezado a redactar desde 1810, con la intención de publicarlas y mejorar su situación económica.
En la ciudad se respiraba el entusiasmo tras la victoria sobre las tropas francesas; se observaba el catolicismo con indulgencia, sin la presión de los dogmas, y renacía como una experiencia personal y sentimental, alejada de la liturgia. En efecto, es el pietismo, que llevaría a Brentano a la conversión, en años posteriores, al catolicismo de su infancia. Sus amigos protestantes Savigny, Arnim y Schinkel se inclinaban por esta nueva religiosidad y también católicos como Ringseis y el conde Stolberg33. Se reunían en tertulias y salones, y en uno de ellos, en octubre de 1816, Brentano conoció a Luise Hensel, joven protestante de dieciocho años, de la que se enamoró y a la que pretendía además convertir al catolicismo. Ella le inspiró las más bellas canciones y su posterior lírica religiosa. Sin embargo Luise terminó rechazándole; además, surgieron rumores respecto a la relación de ambos, por lo que Clemens decidió alejarse y se fue a Westfalia en septiembre de 1818, cerca de Dülmen, invitado por el conde Stolberg a su castillo de Sondermühlen.
Decepcionado con el mundo, lo más importante para él hasta ese momento habían sido la literatura y el arte, pero tras la crisis del último fracaso sentimental y su acercamiento al catolicismo, ya no los veía como su máxima aspiración; desde entonces la religión y la ética marcaron su obra y su vida personal. Así fue, ya que el ambiente que había vivido en Berlín le había llevado a una renovada religiosidad que incluso compartía su familia, pues su hermano Christian había organizado una confesión general, en la que participó Clemens, en la catedral católica de Berlín de Santa Eduvigis el 24 de enero de 1817. Ese mismo año Christian había visitado en Dülmen a la religiosa agustina Anna Katharina Emmerick, que presentaba estigmas y tenía visiones de la vida de Jesús, quedando profundamente impresionado. Clemens la conoció en septiembre de 1818 y decidió quedarse a vivir cerca de ella para escribir y dar fe de sus experiencias religiosas. En realidad este nuevo giro en su vida le parecía el encuentro con su destino, su vocación, y puso un celo intenso en su trabajo en vías de sublimar la tarea literaria hacia la religión.
Previamente, en 1817 fueron publicados dos relatos de Brentano por el editor Friedrich Wilhelm Gubitz, Die drei Nüsse (Las tres nueces) en la revista berlinesa Der Gesellschafter oder Blätter für Geist und Herz, y Geschichte vom braven Kasperl und dem schöne Annerl (Historia del bravo Gaspar y de la bella Anita) en la antología Gaben der Milde editada a beneficio de las víctimas de la guerra.
En 1819 regresó a Berlín para vender su biblioteca y sus enseres con la intención de retirarse a Dülmen para siempre; allí permaneció cinco años hasta la muerte de la religiosa el 9 de febrero de 1824, en la tarea de acompañarla diariamente en su enfermedad y agonía. Así, con una fe imperturbable que daba sentido a su vida, Brentano recogió todas las notas de las revelaciones tomadas a la cabecera de la monja para publicarlas posteriormente. Tras nueve años de ingente trabajo, compiló la obra en una trilogía: Das Leben Mariae (Vida de María), Die Lehrjahre Jesu (Los años de aprendizaje de Jesús) y Das bittere Leiden unsers Herrn Jesu Christi (La dolorosa pasión de nuestro Señor Jesucristo).
Después de cinco años alejado del mundo, Clemens intentó recuperar su vida anterior a la conversión en la amistad de Arnim, pero tanto él como Bettina no llegaron a comprender del todo su vena mística, y se refugió en Fráncfort con su hermano Franz y su familia. En esa época conoció a Dietz34, amigo de Görres, quien le invitó a su residencia de Coblenza, donde Clemens permaneció hasta 1830. Brentano le ayudó activamente en su labor de asistencia social. En 1829 viajaron durante un mes por Francia para contactar con comunidades de religiosas para que trabajaran, y también desarrollaran tareas de formación, en las nuevas instituciones que habían creado35; en Nancy visitaron a las hermanas de la caridad de San Carlos Borromeo, que finalmente se incorporaron con esos fines a su fundación asistencial de Coblenza. A propósito de esta experiencia Brentano escribió una historia de la orden, Die Barmherzigen Schwertern (Las hermanas de la caridad), que fue publicada en 1831, y Aufzeichnungen nach der Paris-Reise (Anotaciones sobre el viaje a París). En esta época además se interesó por el desarrollo de la prensa católica, colaborando en publicaciones periódicas.
Los tres años siguientes los pasó en Fráncfort, junto a su familia y amigos, para huir de la soledad, que siempre había temido. Allí se reencontró como Marianne Villemer y con Böhmer36, al que había conocido en 1823, quien le animaba vivamente a que copiara y ordenara su producción literaria con el fin de que fuera publicada. Durante ese tiempo, llevó una vida retirada y piadosa dedicándose a preparar sus escritos de Dülmen para su edición.
En 1833 se trasladó a Munich, donde vivió en casa del pintor Schlotthauer37. Allí estuvo en contacto de nuevo con sus amigos Joseph Görres y su hijo Guido, y con Ringseis; además conoció a la pintora Emilie Linder38, protestante y diecinueve años más joven que él, que le inspiró de igual modo que Luise Hensel poemas de amor y el deseo de convertirla a su fe y compartir su vida, pero que también le rechazó en su último intento de conseguir una estabilidad emocional que siempre había perseguido.
En 1837 Brentano conoció al pintor Steinle y un año más tarde escribió, inspirada en un cuadro suyo, la leyenda en verso de santa Marina, Legende von der heiligen Marina. Ein Gedicht (Leyenda de santa Marina. Un poema). La relación entre ambos fue fructífera desde el primer momento, como refleja la correspondencia que mantuvieron sobre los proyectos de dibujos e ilustraciones que realizó para muchas de las obras del escritor.
Dos años más tarde Schlotthauer cambió de residencia, con lo que Brentano tuvo que buscar un lugar donde vivir y fue acogido gustosamente por el profesor orientalista Haneberg39, admirador del poeta, que fue de gran ayuda en su biografía de la Virgen María40.
Su salud venía resintiéndose progresivamente como manifestaba a menudo en la correspondencia con sus amigos y familiares. Sin ánimo y sin fuerzas, apenas era capaz de escribir unas líneas cada día, pero le mantenía la voluntad firme de terminar sus escritos. En enero de 1842 le diagnosticaron problemas graves de corazón e hidropesía. Su estado se fue agravando paulatinamente y en mayo hizo llamar a su lado a su hermano Christian, quien le cuidó durante semanas y finalmente le trasladó dos meses más tarde a su residencia en Aschaffenburg, en Baviera, donde murió el 28 de julio de 1842. En su testamento Clemens dispuso que Haneberg se hiciera cargo de todos los manuscritos sobre Anna Katharina Emmerick y los publicara, Guido Görres se ocuparía de la publicación de los cuentos y del resto de su obra, y su hermano Christian sería el heredero de sus bienes.
La Paz de Westfalia, firmada el 24 de octubre de 1648, puso fin a la Guerra de los Treinta Años, iniciando un nuevo orden en Europa. El Sacro Imperio Romano Germánico, debilitado tras la contienda, estaba conformado por un vasto territorio, con cerca de trescientos estados, parcelado en el corazón del continente europeo entre las grandes potencias de entonces, Francia, Gran Bretaña, Rusia, Suecia, el imperio otomano y los Países Bajos, que constituía un terreno estratégico en la guerra y una zona neutral en la paz. El emperador no tenía poder, era elegido por los soberanos de sus estados, que se regían por la asamblea de la Dieta (Reichstag)41. Tras la firma de Westfalia el Imperio seguía constituyendo una comunidad de derecho, aunque anticuada y rígida, que garantizaba la paz a los territorios imperiales y el respeto a los estados alemanes en el interior del marco europeo. Al acabar la guerra, la economía se había quedado estancada por la pobreza, el descenso demográfico y la escasez de comercio marítimo y en el terreno político, el poder del emperador Leopoldo I se había ido debilitando mientras Austria42 y Prusia43 se enfrentaban en la Guerra de los Siete Años (1756-1763). Prusia logró imponerse, con un ejército de disciplina proverbial dirigido por Federico II, llamado «El Grande» desde entonces, y fue reconocida en Europa como la gran potencia.
En poco tiempo el panorama político cambió en el continente, pues en 1789 en París se constituyó la Asamblea Nacional como representante de la soberanía del pueblo y estalló la Revolución, defensora de las libertades y los derechos humanos, que levantó el entusiasmo en un principio en nombre de las ideas ilustradas, pero que se volvió sangrienta y amenazadora para el resto de los países de Europa. Y así fue como Napoleón, que había llegado al poder en 1799, dictó el destino de Europa, pues con un ejército muy superior en número, que en poco tiempo fue considerado invencible, declaró la guerra a todas las potencias occidentales para apoderarse de todos sus territorios, incluidos los de las colonias y transformó el mapa del continente, adueñándose de él y coronándose emperador en 1804. El 6 de agosto de 1806, Francisco II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, tras su derrota contra los franceses en Austerlitz, renunció a su corona y declaró el fin de un imperio que había durado casi mil años.
Los territorios alemanes habían sido testigos de guerras constantes y de una revolución devastadora, quedando desprovistos del Imperio, al que pertenecían, pero en el que no se sentían integrados en un poder central, pues en realidad radicaba en las grandes potencias, Austria y Prusia, en constante litigio. La situación tras la guerra era muy diferente, pues desde la creación de la Confederación del Rin, establecida por Napoleón en 1806 y con capital en Fráncfort, los estados alemanes, excepto Austria y Prusia, formaron parte de ese conglomerado en el que se desarrollaron las estructuras de un nuevo orden, siguiendo el modelo de Francia; así, se modernizó la administración y se instauró el código civil francés (Código Napoleónico), que dotaba de derechos a la población, eliminando los privilegios feudales y abriendo camino a una nueva sociedad más progresista. Era el momento de las reformas, con espíritu revolucionario, que llevadas a cabo por Karl August von Hardenberg y Karl von Stein (1806-1812), modernizaron, aunque en una evolución muy lenta, el gobierno, el ejército y la justicia, mejoraron las condiciones de vida de los campesinos, suprimiendo la servidumbre hereditaria, y llevaron a cabo la emancipación de los judíos.
En sus Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte, Hegel se había referido a un concepto integrador (Gesamtheit)44, que reunía todo lo realmente identitario para el hombre, fundamentado en sus costumbres, su historia, su suelo y su patria, y que le hacía distinto a otros individuos y a otras sociedades. Esta diferenciación, tan intrínsecamente humana, se relacionaba directamente con el Volksgeist, o espíritu del pueblo, que incipientemente emergía en los estados alemanes, identificado con el nacionalismo, tras el desmoronamiento del Imperio y la invasión de las tropas napoleónicas. El pueblo alemán quería liberarse de la ocupación militar francesa y lo intentaba a menudo con insurrecciones y sublevaciones, que eran eficazmente controladas, pero que alentaban continuamente una guerra de liberación nacional. Era entonces el momento de crear una identidad propia y genuina como pueblo legítimo, que junto al sentimiento antifrancés se empezaba a vislumbrar en el mundo intelectual, en las universidades, en las asociaciones estudiantiles45, en las sociedades, como la Christlich deutsche-Tischgesellschaft46 o la clandestina Tugendbund47, y en los salones y reuniones literarias. Se expresaba en discursos, que posteriormente eran difundidos en la prensa, como los de Fichte, Reden an die deutsche Nation (Discursos a la nación alemana), serie de conferencias que pronunció entre 1807 y 1808 en Berlín, ocupado por los franceses, pidiendo la creación de una nación alemana sucesora del Imperio y libre del dominio napoleónico, o el de Federico Guillermo III An mein Volk (A mi pueblo), el 17 de marzo de 1813 en Breslau, cuando declaró la guerra a Francia, instando al pueblo alemán a liberarse del opresor.
