Hacia una realidad ampliada - Raynal Dunlop Echavarría - E-Book

Hacia una realidad ampliada E-Book

Raynal Dunlop Echavarría

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Beschreibung

Inspirado en lo general por los relatos del antropólogo Carlos Castaneda y apoyándose en un origen alternativo de nuestras imágenes sensoriales y oníricas, y en el debate realismo/antirrealismo que se ha desarrollado en torno a la física contemporánea, el autor introduce una hipótesis respecto a un modelo alternativo de realidad que se distancia de nuestra usual visión de ella. Se configura así un esquema básico de características kantianas, en el que se diferencian dos órdenes de realidad. Una en sí, independiente del observador, y otra que experimentamos, una realidad para nosotros, a la que habitualmente tenemos acceso como imágenes en un marco espacio-temporal, que denominamos "sensoriales", y creadas por cada ser vivo.

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HACIA UNA REALIDAD AMPLIADABreve introducción a una hipótesis sobre un nuevo modelo de realidad y sus implicancias Autor: Raynal E. Dunlop Echavarría Editorial Forja General Bari N° 234, Providencia, Santiago, Chile. Fonos: 56-224153230, [email protected] Diseño y diagramación: Sergio Cruz Edición electrónica: Sergio Cruz Primera edición: agosto, 2022. Prohibida su reproducción total o parcial. Derechos reservados.

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. Registro de Propiedad Intelectual: N° 2021-A-10788 ISBN: Nº9789563385915 eISBN: Nº9789563385922

Pensar por uno mismo es poder preguntar acercade lo que la realidad establecida da por obvio.Tan sencillo y tan peligroso como esto. Marina Garcés, filósofa

PREFACIO

Una idea expresada una miríada de veces, desde la retorcida agonía de la tortura al trance cuasi estático de la miseria, es el deseo de un mundo mejor. Pero, ¿a qué mundo nos referimos? ¿Cómo podemos pensar en mejorar un mundo que, si bien creemos muy bien definido, parece de características esenciales inmutables? Me estoy refiriendo tanto a las condiciones que aparecen asociadas al llamado mundo físico como al mundo social.

Entonces, el primer paso en esa dirección es discutir las bases de la visión de ese mundo que consideramos tan sólidas y avanzar en una visión del “mundo” radicalmente distinta de la actual, en particular en sus consecuencias. De esa forma, es posible que su crítica pueda generar la clave para un mundo distinto, que pudiese ofrecer una vida mejor, o por lo menos diferente, para todo aquel que así lo desease.

Es posible que muchas personas puedan no tomar en cuenta seriamente los planteamientos aquí formulados. A pesar de eso, este libro es un gesto hacia esos exploradores que ansían extender las fronteras que este mundo les impone.

Pienso que este texto ofrece una cierta facilidad en el seguimiento de las ideas desplegadas, pero puede resultar bastante complejo al momento de internalizarlas en una imagen global del esquema de realidad incluido. De todas formas, es necesario admitir que es un discurso extremadamente especulativo y, por lo general, contraintuitivo y controversial. Las causas son muy evidentes. En primer término, este no es un escrito filosófico o de ciencias naturales, ni podría serlo por mi formación y experiencia. Por lo tanto, no contiene esa multitud de conceptos y términos especializados, y de ideas desarrolladas en dominios muy acotados del conocimiento humano, lo que facilitaría su comprehensión, al menos para un reducido número de especialistas. Por otra parte, esto podría conducirme a una sobre simplificación de conceptos, pero es un riesgo que debo correr. Así, el desarrollo y las ideas incluidas aquí son, o pretenden serlo, bastante simples o simplificadas. De todas maneras, las ideas básicas aparecen apuntando al objetivo principal descrito: ser un manifiesto que espera hacer notar algunos indicios de lo que podrían ser las bases para una cosmovisión y opción de vida distintas, accediendo a la construcción de un esquema de realidad alternativo a cualquier modelo existente.

Mis expectativas son tener una audiencia lo más amplia posible dadas esas mismas características. En general, algunas de las ideas presentadas son conocidas y discutidas en una amplia gama de literatura. Lo que he hecho es tomar algunas de esas ideas y recombinarlas en un esquema que debería resultar muy novedoso. Agregando algunas ideas de mi propia producción, espero ofrecer una cosmovisión radicalmente diferente de la concepción reinante, pero, al mismo tiempo, con un grado alto de plausibilidad de acuerdo a los argumentos recopilados y que la apoyarían.

Sin lugar a dudas, la alternativa expuesta conllevará una lucha frontal en su contra por parte de todos los adscritos a los paradigmas actuales sobre la realidad física, y finalmente sobre los temas fundamentales relativos al universo, la vida, los seres humanos y sus posibilidades de acción, entre otros.

Insisto, este texto, en su exploración especulativa, se aparta radicalmente de la línea explicativa del grueso del conocimiento humano a la fecha, y eso representa una dificultad mayor para el lector por la apertura de mente que le exige. Todos nuestros prejuicios asoman en esas condiciones; mi exposición se encamina contra ideas muy arraigadas en nuestra cultura y el camino termina por ponerse cuesta arriba en este punto. Al respecto, y luego de avanzar en el libro, esos lectores pueden concluir que las ideas desarrolladas solamente trasladan los misterios actuales acerca de la humanidad, el universo y otros tópicos de ese tipo. Esto es absolutamente efectivo, ya que mi pretensión no es, ni puede ser, explicar la totalidad de los fenómenos que pueblan cualquiera de las cosmovisiones que existen actualmente. Solo espero que se expandan los límites actuales del conocimiento determinados por las cosmovisiones dominantes y proporcionar nuevos caminos que entusiasmen a algunos aventureros en busca de ese mundo diferente.

El esquema conceptual generado crea una gran diferencia con la situación actual. Deja un escenario mucho más amplio para la acción humana y abre sendas insospechadas que algunos querrían seguir. Como plantea el matemático británico R. Penrose (1999), si queremos apuntar a resolver algunas paradojas e inconsistencias que muestran algunos aspectos de la física moderna, relatividad y cuántica, por ejemplo, se requiere una visión completamente renovada sobre nosotros y nuestro mundo. Además, así deseo redefinir varios aspectos involucrados en otros temas y cuyas definiciones se apoyan en fundamentos filosóficos que, a mi parecer, pueden ser motivos de discusión.

El objetivo final de este texto es argumentar en torno al concepto de “realidad” que ha sustentado la vida cotidiana de casi la totalidad de los grupos humanos a cuyos registros, muy parciales en algunos casos, tenemos acceso. De esta forma, se entrega una hipótesis alternativa a todas las actuales, en cuanto a mi conocimiento respecta, sobre el contenido de lo que podemos llamar realidad. Discutiré los elementos que forman este marco conceptual, la manera en que podemos construir una concepción completamente diferente de “realidad” que se ajuste mejor a algunos desarrollos y experiencias. Por ejemplo, ofrezco una posibilidad de explicación diferente a los sueños y una opción alternativa de interpretación de algunos aspectos de la física cuántica, entre otros.

Tras dejar atrás innumerables preguntas sin responder, plantearé esa hipótesis alternativa que, con sus potencialidades ya descritas, debería entregar la posibilidad de establecer un escenario más amplio para la acción humana. Queda meridianamente claro que esta es una especulación, como ya dije, que debería quedar como un indicador de caminos a explorar si queremos acceder a posibilidades más amplias para las “acciones” humanas. A pesar de lo especulativa que pueda ser, he tratado de ofrecer claridad en cuanto a su exposición, dejando establecidos los supuestos que se aceptan en su construcción y su plausibilidad sobre la base de los antecedentes incluidos. Desde luego, incluiré una posibilidad de validación igualmente ajena a los esquemas dominantes. Espero que, en algún momento, estas ideas puedan conducir a mejoras en el mundo que cada uno sea capaz y desee construir.

Este libro se divide en seis partes principales. La primera es una introducción general respecto de un concepto de realidad y aspectos para un desarrollo alternativo de ese concepto. La segunda presenta algunos antecedentes que me han motivado a esta exposición. La tercera parte es la elaboración de una hipótesis que contiene todos esos elementos alternativos para ese concepto nuevo de realidad, y la cuarta es una discusión y desarrollo de las posibles consecuencias de acoger un concepto como el expuesto, particularmente respecto de las opciones ofrecidas al ser humano. Luego, la quinta parte incluye un resumen de la hipótesis citada para facilitar una consolidación de las ideas en ella contenidas. Finalmente, se presentan algunas especulaciones finales respecto de la hipótesis en la sexta parte de este texto.

Por último, desde el punto de vista de la inspiración general para escribir este texto, en términos generales, debo reconocer que algunas de las ideas involucradas en este texto han sido sugeridas por la revisión de todos los libros del antropólogo y autor Carlos Castaneda (1986, 1990a-b, 1991a-b-c-d, 1994, 1995, 1999a-b); en particular, aquella de ampliar la visión que nos entrega el realismo, específicamente el realismo científico, para dejar a este como una posibilidad más. Creo que desde una lectura superficial y un punto de vista prejuiciado en cuanto al tema tratado, los libros de Castaneda no permiten apreciar fácilmente los conceptos básicos que contienen. A partir de sus rasgos principales, he interpretado una cosmovisión allí inserta. Desde las observaciones que incluyo en este libro y esas sugerencias, he tratado de estructurar la hipótesis que plantearé. Como ya dije, espero que esta llegue a una audiencia más extensa y despierte su espíritu crítico, desde luego partiendo por estas ideas.

PARTE 1 APROXIMACIÓN A UN CONCEPTO DE REALIDAD

Uno de los rasgos más distintivos de la física en el siglo XX se manifiesta en el carácter problemático que ostenta la noción de realidad del mundo físico, tal como lo escribe el filósofo chileno F. Schwartzmann (2000). Es claro que la definición de un concepto de realidad se ha vuelto muy compleja y controversial. Todas las discusiones, principalmente aquellas fundadas sobre la física cuántica, han sido el punto de partida para intentar ofrecer miradas distintas. Sumando ideas provenientes de otras raíces, he estructurado una argumentación que permite una propuesta original sobre el tema. En general, cuando me refiera al concepto de realidad estaré aludiendo a lo que usualmente se denomina realidad física.

Varios autores, como el matemático británico Roger Penrose (1999), reconocen que es posible que se requiera una aproximación radicalmente novedosa para poder hacer una definición del concepto y así dar una nueva interpretación a desarrollos como la física cuántica y otros temas de una amplia gama no resueltos aún. Sobre el mismo punto, la filósofa y física finesa Kallio-Tamminen (2008) reconoce que “un número creciente de filósofos han iniciado la discusión de la cuestión de si es que la física contemporánea necesita una nueva metafísica” (p. 199). Es decir, si deberían modificarse los supuestos metafísicos, mecanicistas-deterministas, de nuestro concepto de realidad. En esa misma obra, ella cita un diálogo entre los físicos Albert Einstein y Niels Bohr en que el primero trataba de mostrar que las predicciones de la teoría cuántica eran inconsistentes con cualquier idea razonable de realidad. A esto, Bohr habría contestado que, entonces, había que revisar nuestra idea de realidad. Desde luego, esa es la pretensión principal de este texto. Con el mismo objetivo, el filósofo estadounidense T. Nagel (2014) plantea que “debemos iniciar una búsqueda desde una concepción más amplia de lo que hay que comprender para intentar dar un sentido completo al mundo natural” (p. 2).

Iniciemos este camino. La historia de la humanidad que conocemos tiene una constante en todos los diversos grupos humanos, sociedades que han existido y de las que tenemos algún registro.

¿A qué nos referimos? Al conjunto de imágenes que denominamos como “sensoriales”. Centrémonos en estas imágenes, ya sean visuales, táctiles, olfativas y otras. Las preguntas inmediatas, y cuyas respuestas son el fundamento de cualquier ideología, cosmovisión o filosofía son las siguientes. ¿cuál sería su origen? ¿Cómo deberíamos interpretarlas? ¿Cómo desarrollamos nuestras “acciones” a partir de ellas? Las respuestas, casi en su totalidad, apuntan a la creación de estas imágenes por medio de los órganos de los sentidos del cuerpo humano, el cual sería un elemento más de una realidad objetiva e independiente de ese ser. Este cuerpo humano, por medio del proceso de percepción, tendría acceso, a lo menos parcialmente, a esa realidad independiente de él. La discusión en torno a este enfoque, llamado en lo esencial realismo, constituirá el tema central en torno al cual construiré la hipótesis alternativa a esa aproximación a un modelo de realidad.

En términos prácticos, este es el punto de origen de toda visión de aquello que denominamos “realidad” y, por lo tanto, de cualquier idea que se pudiese concebir acerca de lo que existe y sus propiedades; en resumen, de todo lo que sería definible como “real”. Consecuentemente, la postura de ese realismo implica que los seres humanos son posteriores, temporal y lógicamente, a esa realidad objetiva.

Así, nos veríamos sujetos a un determinado escenario en el cual nos debemos desenvolver y asegurar nuestra supervivencia y desarrollo como individuos. Insisto, este punto de vista es absolutamente dominante en nuestras sociedades actuales y en los registros históricos a los que hemos podido acceder.

Desde luego, este ha sido un tema tratado ampliamente por todas las opciones filosóficas, religiosas y cosmovisiones de muchos orígenes y contenidos, que han surgido en el curso de la historia humana. Esas opciones han sido, en los términos más generales posibles, simplemente dos.

La primera que he esbozado es la denominada, en términos muy gruesos, “realismo,” y la segunda, de manera obvia, “antirrealismo”. Ambas posiciones son muy amplias y cubren una diversidad de variantes. La primera opción incluye, por ejemplo, desde realistas ingenuos hasta materialistas de todo tipo. La segunda incorpora desde idealistas hasta llegar al solipsismo más radical, en que la única realidad que puede verificarse en forma absoluta es la propia mente. Todo lo demás, incluyendo el mundo material, podría ser una ilusión o un sueño. Debo volver a subrayar que, en términos prácticos, la primera aproximación, el “realismo”, ha reinado sin contrapeso en todos los ámbitos de la vida humana.

Como ejemplo, una posición extendida entre científicos ha sido el llamado instrumentalismo. En general, esta opción no entra en la discusión acerca de los supuestos ontológicos y epistemológicos que pudieran estar incluidos en su actividad y resultados, es decir, en cuanto a la existencia y acceso a entidades y elementos que se incluyan en la definición de realidad, explícita o implícita, que se haya considerado. Se preocupa solamente de la utilidad de estos y de su capacidad predictiva, por ejemplo. No tiene en cuenta como estos se incorporan en una cosmovisión más amplia, que otorgue un sentido explicativo a esos resultados. Sin embargo, una visión más global sobre el conjunto de los planteamientos de científicos adscritos a esta alternativa permitiría, en términos generales, dejar en evidencia los supuestos aceptados en sus desarrollos. Como expresa el filósofo estadounidense D. Dennet (1996), “no existe tal cosa como la ciencia libre de filosofía. Hay solamente ciencia cuyo bagaje filosófico ha sido incluido sin examen” (p. 21), o como explica el filósofo N. Swartz, “…componentes metafísicos son esenciales a cualquier teoría científica. La ciencia es imposible sin algunos presupuestos metafísicos” (1991, p. 41).

Respecto de la formación del conocimiento, el problema epistemológico, existen también dos posiciones claramente contrapuestas. La primera afirma que todo el proceso cognitivo se inicia con la experiencia, y la segunda, en la “mente” del individuo y las teorías que pudiese elaborar. En mi caso, consideraré como posición dominante en nuestras sociedades un realismo ontológico y epistemológico, es decir, que existe esa realidad independiente y objetiva y que tenemos acceso, que puede ser parcial, a ella.

Retornando al punto de partida de las opciones explicativas del “mundo”, en primer lugar, el denominado realismo, en términos muy básicos y generales, admite como elementos de una realidad física una miríada de “objetos”, cuya existencia y características principales deben considerarse independientes del observador humano y de sus acciones, particularmente de su actividad racional. Como ya planteé, tendríamos acceso a esta realidad de objetos, aunque sea parcialmente, y así formaríamos nuestro modelo de realidad. Luego, iniciando el proceso cognitivo a partir de experiencias, sus teorías serían consideradas correspondientes, o la mejor aproximación, a la configuración de esa realidad objetiva. El concepto de “verdadero” en esta perspectiva quedaría definido por la adecuación de las observaciones respecto de esa realidad.

Este enfoque incluiría, como un elemento básico y esencial, el cuerpo humano, como un “objeto” más entre todos los “objetos” de esa realidad independiente. El acceso total o parcial a esos objetos nos permitiría capturar sus propiedades, primarias según la idea de J. Locke (1999), a partir de las imágenes que generaríamos a través de nuestros órganos sensoriales. De esa forma, se construirían las leyes que nos permitirían describir las regularidades en el comportamiento de los elementos de esa realidad independiente. Debo hacer notar que, aunque una teoría entregue una adecuada explicación de observaciones, eso no asegura que sea verdadera, tal como ha sucedido en varias oportunidades en la historia de la ciencia. Un caso destacado es el del “flogisto”, substancia invisible existente en los objetos materiales susceptibles de inflamarse y que se asociaba a la combustión de estos a través de la pérdida de la hipotética substancia en ese proceso. Esta teoría quedó obsoleta a mediados del siglo XVIII.

La opción contraria rechaza, total o parcialmente, estos principios y así se configuran alternativas que he ubicado bajo el paraguas de “antirrealistas”. Tal es el caso del idealismo, que prioriza la existencia de elementos definidos como “mentales” en el ser humano, por sobre los elementos “materiales” que pertenecerían a ese mundo caracterizado como externo e independiente del ser humano. De esta manera, la base de lo que llamaríamos realidad quedaría anclada a la “conciencia”.

De ambas opciones existe una amplia gama de variantes, tanto en sus facetas ontológicas como epistemológicas, cuyas descripciones escapan con mucho a los objetivos de este texto. Es necesario recalcar que estas son posturas filosóficas, todas defendibles en términos lógicos. Un caso relevante al respecto es el del filósofo irlandés G. Berkeley, quien defendió en esos términos el solipsismo, mencionado como una opción extrema dentro del antirrealismo (Clemente, 2011).

A todas luces, la primera de esas opciones es absolutamente dominante respecto de la segunda. En efecto, revisando casi cualquier texto de Ciencias Naturales o Ciencias Sociales, filosóficamente asoma la primera opción, explícita o implícitamente, como base fundamental de los desarrollos incluidos. Particularmente, esto se concreta a través de la aceptación del llamado “realismo científico”.

De acuerdo al físico y epistemólogo francés H. Zwirn (2000), las características principales de ese realismo estarían dadas en la siguiente descripción:

Existiría una realidad independiente de la existencia de observadores al igual que del conocimiento que hubiesen tenido o pudieran obtener de esa realidad. Esa realidad está constituida de entidades inteligibles, regidas por mecanismos que nos son accesibles. La ciencia tiene por objetivo entregar una descripción de ella tal como es verdaderamente y nos permitiría hacer predicciones respecto de los fenómenos que ella engendra. Las teorías científicas aceptadas son verdaderas en el sentido que los objetos de esas teorías se refieren a entidades reales y los procesos descritos, por ejemplo, por las leyes científicas, corresponden a mecanismos que realmente se desarrollan en el seno de esa realidad. (p. 218)

Es claro que los principios que se aceptan en esta definición serían el realismo ontológico, metafísico, como dice Zwirn, el realismo epistemológico y el carácter inteligible de esa realidad. Por lo tanto, debo insistir desde ya en que la ciencia actual reconoce ese realismo científico que plantea Zwirn como su presupuesto filosófico básico. Al mismo tiempo, debo reiterar que, aunque muchos desarrollos calificados de científicos no reconozcan desde un principio sus postulados filosóficos, ontológicos y epistemológicos, en general están aceptando el realismo científico. Como señala el físico alemán W. Heisenberg (1999), “todo trabajo científico está basado, consciente o inconscientemente, en una posición filosófica o una determinada estructura mental, que prestan al pensamiento un sólido punto de partida”. Admite al mismo tiempo que “en el curso del programa científico puede ocurrir que toda una gama de datos empíricos pueda ser cabalmente comprensible haciendo el enorme esfuerzo de ensanchar el marco filosófico y modificar la misma estructura del pensamiento” (p. 6). Es la idea básica del esfuerzo que quiere incorporar este escrito en la búsqueda de la expansión ya declarada. Una idea similar expresa el filósofo y físico argentino M. Bunge (2009): “…toda investigación científica presupone ciertos principios filosóficos” (p. 137).

Por otra parte, existen algunos pocos casos en que se discuten previamente ambas opciones, sin presuponer de antemano la validez de una de ellas. Por ejemplo, ello ocurre en la discusión de temas propiamente filosóficos (Stroud, 2008; Nagel, 1987), o al relacionar temas de física moderna y sus consecuencias filosóficas (D’Espagnat, 2002). En términos generales, la segunda opción ha quedado como una posibilidad de especular sobre diversas alternativas que finalmente han sido señaladas sistemáticamente como poco plausibles e infructuosas, como discusiones estériles en cuanto a las posibilidades de acción de los seres humanos, y que conducirían, en el caso extremo, a un solipsismo que no ofrecería salidas. Aun en textos que aspiran a ofrecer un análisis de los aspectos ontológicos y epistemológicos de la ciencia contemporánea, como, por ejemplo, del filósofo español de la ciencia P. Fernández (2018), la mayoría de sus argumentos apuntan a una defensa cerrada de un enfoque realista.

Los argumentos a favor de ese realismo científico frecuentemente han recurrido al indiscutible éxito predictivo y práctico de las ciencias naturales, lo que decantó en la formulación del llamado “argumento del no milagro”, el arma más usada a favor de la opción de ese “realismo científico”, fundamento filosófico de las ciencias. Ese es el caso del filósofo estadounidense Hillary Putnam (citado por Devitt, 2008) que lo enunció argumentando que este “[el realismo] es la única filosofía que no hace del éxito de la ciencia un milagro y la verdad (aunque sea aproximada) de las teorías científicas es la mejor explicación de su éxito predictivo” (p. 227).

En el caso opuesto, dos argumentos principales han sido levantados frente al realismo. La primera idea es que siempre, ante una teoría dada, existirá más de una teoría rival de la cual pueden derivarse las mismas evidencias observacionales (Devitt, 2008). Esta condición se ha denominado subdeterminación de datos empíricos por una teoría. Que una teoría explique un conjunto de observaciones empíricas no asegura que sea la única teoría que pueda hacerlo. En segundo lugar, la historia de la ciencia muestra que teorías científicas han debido ser modificadas o eliminadas, por ejemplo, al encontrarse resultados experimentales que las refutan. Este hecho ha pasado a ser un argumento contra el realismo científico a través de lo que el filósofo H. Putman llama la meta-inducción pesimista (Devitt, 2008). En otras palabras, el hecho de haber tenido que eliminar aspectos de teorías científicas en el pasado permite dudar del destino de teorías científicas actuales, o de aspectos de ellas, que a futuro pudiesen correr la misma suerte.