Hay que tener más huevos que esperanza - Mónica Borda - E-Book

Hay que tener más huevos que esperanza E-Book

Monica Borda

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Beschreibung

En la vida no basta con tener esperanza para que los sueños se hagan realidad, también es necesario tener huevos. Deja de esperar por "el mejor momento" o de pensar que no estás a la altura de tus metas, porque todos tenemos el potencial para lograr lo que anhelamos. Recorre el camino de las emociones y aprende a superar los periodos de confusión y estancamiento. Descubre cómo detectar oportunidades y canalizar tus energías para convertirte en esa persona que siempre has deseado ser. ¡Olvida las quejas, las dudas, las culpas y consigue lo que quieras!

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A menudo enfrentamos conflictos importantes en nuestra vida. Y ese dolor, esa frustración o ese desencanto nos hacen creer que nuestros sueños están muy lejos de cumplirse o que incluso son inalcanzables. Sin embargo, en mi trayectoria como terapeuta he podido ver que todos tenemos el potencial para lograr lo que anhelamos y superar los periodos de confusión y estancamiento.

No te voy a mentir, el camino no es sencillo. Llegar a la meta requiere trabajo duro, constancia y huevos, muchos huevos. Pero te aseguro que el resultado vale el esfuerzo.

El libro que tienes en tus manos nació de un deseo de ayudarte a identificar las emociones que detienen tu crecimiento, pero también las que te impulsan. Es una invitación para que busques en tu interior y, a la vez, una guía que te acompañará en tu exploración personal.

Tenemos lo que creemos merecer. Por eso es tan importante que aprendas a conocerte. Si no eres consciente de lo que sientes, piensas y cómo te percibes, te expones a repetir errores dolorosos o, también, a caer en trampas emocionales que tan solo te desgastan. Lo que estas páginas ofrecen son herramientas y estrategias que te ayudarán a abrirte a nuevos modos de sentir y de actuar, para que consigas los resultados que buscas.

En cada capítulo me he propuesto compartirte mi experiencia como terapeuta y conferencista especializada en crecimiento personal. Además de mi conocimiento, me apoyo en las vivencias de otras personas que, igual que tú, se han arriesgado a confiar en ellos mismos para superar situaciones difíciles o conquistar sus metas.

A lo largo de tu lectura verás que recopilo las dos caras de una emoción para que identifiques dónde estás parado y qué camino tomar para llegar a tu meta. Comienzo presentándote el lado negativo (indecisión, miedo, estrés, etc.) porque generalmente es nuestro punto de partida. Después te brindo consejos, estrategias y ejercicios que te ayudarán a cambiar o abandonar esos afectos nocivos. Posteriormente, te presento la cara positiva de esa emoción, los beneficios que la acompañan, cómo trabajar para integrarla a tu vida cotidiana y, al final, te dejo algunas actividades para que lleves a la práctica la información que revisamos.

Desde ya te anuncio que es muy importante que pongas en acción lo que aprendas en estas páginas. De otro modo, todo se va a quedar en buenos deseos e intenciones.

Ya diste el primer paso para cambiar. Este libro que tienes en tus manos es el mejor testimonio de que anhelas crecer. Ahora, ¡atrévete a llegar hasta la última página!

El cambio que buscas no implica dejar de ser quien eres. En realidad, es algo mucho más sencillo. Consiste en saber cómo reaccionas a las situaciones que se te presentan día a día.

Mi énfasis está en tu vida cotidiana, porque ahí es donde se construyen los cambios significativos. No importa tu edad ni a qué te dediques, tampoco tus estudios o dónde vives, lo decisivo es que quieras transformarte y crecer.

Hay que tener más huevos que esperanza es un viaje de emociones positivas y negativas por una razón muy importante: porque representan la postura que tomamos ante la vida. Indican nuestra forma de responder a las exigencias del entorno y a nuestros propios sueños. Reconocerlo es un potente motor de cambio.

Te propongo que mientras leas te concentres en tus acciones presentes, porque ellas son las que en realidad afectan tu futuro. Toma la canasta de huevos que te ha regalado la existencia y deja las quejas, las dudas y la culpa para otro momento. Concéntrate en lo que tienes hoy en tus manos. Enfócate en conocerte. Considéralo un espejo que te ayudará a verte con mayor claridad. Te prometo que no te arrepentirás. Y cuando termines, mi más profundo deseo es que te encuentres con esa persona que siempre has querido ser. Más plena. Dueña de sí misma. Realizada. Feliz.

TOMA LA CANASTADE HUEVOS QUE TE HA REGALADO LA VIDA Y CONFÍA EN TI PARA SUPERAR SITUACIONES DIFÍCILES OCONQUISTAR TUS METAS.

Un día la vida me propuso cumplir mi mayor sueño. Obviamente, no me lo esperaba. Desde hacía mucho tiempo anhelaba ser conferencista. Quería transmitirle a la gente los temas que veo a diario como psicóloga y neuropsicoeducadora, sobre todo compartirle que nuestro potencial humano no es rígido ni limitado.

Recuerdo claramente la llamada de mi mejor amigo: “Oye, Mónica, ¿de verdad quieres ser conferencista?”. Ni siquiera dudé. Era mi sueño. Y al contarte esto aún tengo frescas sus palabras: “Pues tengo la oportunidad de tu vida”.

Resulta que a uno de sus clientes le acababa de cancelar el famoso conferencista que habían contratado para un evento que tenían a la mañana siguiente. “¿Te subes o te bajas?”, sentenció. Tenía frente a mí la oportunidad que tanto había deseado. No poseía experiencia hablando en público y, vamos, ni siquiera sabía usar PowerPoint para armar mi presentación, pero tenía el tema perfecto: el miedo. “Me subo”, le respondí, sin saber en qué me había metido realmente.

La cita era temprano en un gran hotel de la Ciudad de México y la noche anterior no dormí nada. Jamás en mi vida había sentido tanto miedo como esa vez, porque salieron a confrontarme cientos de dudas y temores: “¿Y si no puedo?” o “¿Y si la gente no me acepta?”. Seguro sabes a qué me refiero.

Total que llegó el día y me presenté en el salón de la conferencia para las pruebas de sonido. En mi desconocimiento y emoción había olvidado preguntarle a mi amigo para cuántas personas iba a ser la charla. Cuando vi el escenario, entendí la magnitud del reto que tenía enfrente. En mi cabeza había imaginado una audiencia de 30 o 50 personas, pero en realidad había más de cuatro mil. El evento era para una importante empresa de ventas multinivel y en ese escenario se habían presentado artistas y expertos de renombre.

Más que sorprendida, te juro que casi estaba en shock. Y, encima, ni siquiera sabía utilizar el control para cambiar las diapositivas.

Mientras me ponían los micrófonos y observaba el escenario, lo único que pensaba es “súbete y hazlo”. Todo iba a salir bien si lo hacía desde el corazón y ahí estaba la respuesta. En ese instante me di cuenta de que solo necesitaba huevos para hacerlo. No había otra forma. Podía quedarme en mi zona de confort y esperar “un mejor momento” o podía creer en mí y lanzarme al ruedo.

Me subí con todos los nervios del mundo. Obviamente, en los primeros cinco minutos tartamudeé y traía un desastre con la secuencia de las diapositivas. Pero decidí respirar, dejé de fijarme en las reacciones de la gente y la conferencia fue saliendo sola.

Al final, en la sección de preguntas y respuestas, uno de los asistentes comentó: “Mónica, ¿alguna vez has hecho algo mientras te estabas muriendo de miedo?”. Me dio risa y les compartí esta historia, igual que lo hago ahora contigo. Estaban sorprendidos de que nunca hubiera dado una conferencia. Les dije: “Créanme que hoy me subí aquí con todo el miedo del mundo, pero me atreví a tener huevos”. Había enfrentado mi miedo y no dejé que me invadiera. Fui yo quien lo persiguió, no él a mí.

Entre los asistentes al evento estaba el dueño de una agencia de oradores y conferencistas que mi amigo había invitado para que me escuchara. Y ese día me contrató. Han pasado seis años desde entonces y no solo empezaron a llegar más conferencias, sino también programas y talleres que a la fecha imparto en distintos países.

Gracias a esa primera experiencia comencé a vivir mi sueño, pero principalmente pude llegar a mucha gente y contribuir a cambiar la perspectiva de cómo ven la vida. Te confieso que para mí ese es el mayor logro de mi trayectoria como conferencista. Me llena de satisfacción recibir mensajes en los que las personas me comentan sus logros o me comparten los miedos que han vencido.

Ese día mi vida cambió no solo porque había dado un paso muy importante para realizar mi sueño, sino porque me di cuenta de que no basta con tener esperanza para que las cosas sucedan, es necesario tener huevos y actuar.

De esa experiencia también nacieron estas páginas. Me emociona como no tienes idea que estés leyendo ahora, porque eso significa que estás dispuesto a conocer tu potencial, a vencer las ideas y emociones cómodas que solo te estancan y a superar el miedo a transformarte.

Te propongo un reto: a lo largo del capítulo vamos a cuestionarnos por qué hay que tener más huevos que esperanza, con qué tipo de emociones queremos vivir y qué nos detiene para cumplir nuestras metas, ¿te subes o te bajas?

Deja de esperar milagros

Antes de la mañana del evento tomé unos cursos relacionados con hablar en público, leí libros muy específicos, estudié incluso sobre el manejo de la voz y otros temas relacionados, todo con la esperanza de llegar a ser conferencista.

Y no quiero que me malentiendas, obviamente la formación es fundamental. Pero lo más importante es que te atrevas a subir al escenario de tu vida. No hay otra forma. Decidirse a actuar es muy importante, porque de otra manera vamos a estar esperando el momento correcto, uno que quizá no llegue jamás.

Nunca vas a estar suficientemente preparado y en el camino puedes encontrar cientos de pretextos para postergar la acción: “Voy a tomar un curso más” o “Es que ahora voy a aprender la técnica de fulano” o “Cuando sepa manejar tal programa, estaré listo”. Es como prepararse para no hacer nada.

Recuerdo a gente que me ha contado en el consultorio que quiere abrir un negocio. Ya fueron por el tóner, la impresora, los archiveros y hasta pintaron la oficina, pero ni siquiera tienen clara su idea o cómo empezar. Y cuando ya no hay nada más que comprar, encuentran una nueva excusa. Creo que lo más importante es hacer las cosas con lo que tenemos. Ahí está la respuesta, el siguiente paso. Pero te tienes que atrever, es decir, tener huevos.

Estamos acostumbrados a ver lo que no tenemos, a funcionar desde la carencia. Constantemente nos recordamos que no podemos, que es complicado ir tras nuestras metas y que las cosas saldrán mal. Aprendemos a ponernos solos el pie y terminamos siendo nuestros peores enemigos porque dejamos que el miedo nos persiga. Pero gracias a mi experiencia profesional he visto que solemos vivir con el vaso medio vacío. Sin darnos cuenta, permitimos que los obstáculos vacíen la mitad positiva, que es donde habitan las oportunidades. Pero déjame decirte algo: si lo decides, puedes llenarlo.

Todos tenemos la oportunidad de cambiar y de alcanzar nuevos retos. Y quizá pienses: “Claro, Mónica, es más fácil decirlo que hacerlo”. ¿Te digo algo? Es cierto. Pero también es verdad que si te lo propones, pronto encontrarás más maneras de llenar tu vaso que de vaciarlo.

Empecemos por reconocer en dónde estás parado. ¿Eres de las personas que viven esperanzadas en que un día se va a cumplir su sueño, pero no mueves un dedo para que suceda? ¿Ves la puerta de la oportunidad y te quedas aguardando a que se abra sola, en lugar de ir a abrirla y entrar? Tal vez te incomode lo que voy a decirte, pero debo hacerlo: lo que esperas es un milagro. Como todo en la vida, hay momentos increíbles de suerte y situaciones mágicas, sin embargo, las oportunidades hay que buscarlas.

Con esto no me refiero a que mañana organices un viaje al Himalaya para escalar el Everest o que a partir de hoy te dediques a buscar la solución que acabe con el hambre en el mundo. Esto definitivamente requiere huevos extragrandes, pero el cambio que buscas seguramente no es así de descomunal. Estoy segura de que la pareja que anhelas o el trabajo que añoras más bien se encuentran en las pequeñas acciones, en los pasos cotidianos que tomas para conseguir lo que quieres. Pero vayamos más despacio. Comencemos por entender qué significa tener esperanza.

La esperanza es un sentimiento positivo y además es precioso porque nos impulsa. Es como una lámpara que ilumina nuestra actitud y nos obsequia una sensación de confianza, pues nos dice que es posible lograr lo que queremos. Eso está muy bien, pero ten en cuenta que este sentimiento solo te acompaña, no resuelve las situaciones. A la pobre esperanza le imponemos la responsabilidad de que cumpla nuestras metas, cuando su tarea es animarnos, no salir diario a la calle a trabajar para realizar nuestros deseos. A nosotros nos corresponde atrevernos a entrar en acción. Es nuestra responsabilidad.

A menudo perdemos de vista que el camino a nuestros sueños se construye en la vida diaria. Ahí está la pequeña trampa. No necesitas grandes proezas ni actos increíbles. Cuando te hablo de echarle huevos a la vida me refiero a esos aspectos sutiles, pero decisivos, que implican:

1. Conocernos, aceptarnos, querernos y defender con asertividad lo que nos importa.

2. Saber que no podemos controlar todo lo que sucede, pero sí podemos elegir nuestras actitudes frente a ello.

3. Aprender a vivir conectados con nuestra parte más auténtica.

Todo esto está en tus manos, no depende de nadie más. Y tal vez digas: “Excelente, Mónica, pero ¿por dónde empiezo?”. Te doy una pista: comienza por salir de tu zona de confort.

Todos tenemos una canasta de huevos

¿Qué es la zona de confort? Es un estado mental que nos impide cambiar y evolucionar. Incluso diría que, más que un estado, es una prisión. Me explico. La comodidad que hemos construido a lo largo de los años hace que nos sintamos seguros porque creemos tener todo bajo control. De esa forma la rutina se vuelve complaciente y dejamos de tomar riesgos. En lugar de visualizar nuevos caminos, encontramos cada vez más obstáculos que nos mantienen en el mismo punto. Nos conformamos con nuestra situación actual, aunque en el fondo quizá seamos infelices.

Es importante no confundir una vida estable con llevar una rutina negativa y conformista. La primera es un territorio creativo y de oportunidades. En la segunda, en cambio, te dedicas a actuar en piloto automático. Aquí dejamos de sentir las emociones incómodas, pero tarde o temprano las terminamos sustituyendo por otras dañinas, como la pasividad, la apatía y el vacío existencial. Esto, lamento decírtelo, es terreno fértil para la infelicidad de la que pretendes huir.

Detrás de la zona de confort hay miedo. Este sentimiento nos afecta a tal grado que le dedicaré un capítulo más adelante. Por lo pronto, déjame decirte que ese temor paralizante suele relacionarse con la incertidumbre y la inseguridad. Nos asusta lo que ignoramos y lo que puede pasar. Y atreverte a hacer algo diferente es justamente eso: dejar atrás lo conocido y lo que crees seguro. Incluso si eso significa, por ejemplo, terminar la relación con esa persona que te trae más desdicha que felicidad, pero que justificas diciendo que “no está tan mal”.

Lo peor de la zona de confort es que la gente permite que las circunstancias avancen y que la infelicidad aumente hasta que la situación se sale de control y termina explotándole en las manos. Es cuando el jefe que te paga dos pesos ya te despidió, tu pareja abusiva te agredió o ya te hicieron una grosería que rebasó todos tus límites. Pero ¿por qué tenemos que llegar a ese punto? ¿Por qué esperar a que la vida nos obligue a cambiar?

Déjame contarte algo acerca de la incertidumbre: en realidad es la tierra de las oportunidades. Si lo que te digo es cierto, entonces quizá te preguntes por qué no has podido reconocerlas y aprovecharlas. Tal vez porque no te has dado cuenta de la canasta de huevos que la existencia te regaló. Las quejas son el peor impedimento para verla: “Es que a mí la vida nunca me sonríe” o “Es que no soy guapo como fulano” o “Es que no nací en buena familia”. De nuevo, eso es ver la vida desde la carencia. Sin embargo, tienes una canasta llena de huevos para aprender a detectar las oportunidades, para quererte, confiar en ti y merecer tus sueños. Sobre todo, para atreverte a ir por ellos.

La incertidumbre no es tu enemiga. Al contrario, hay que abrazarla. En ella están los regalos de la vida. Cuando la aceptas, a menudo te preguntas qué obsequio te tiene ahora o con qué te va a sorprender. Son hermosas las sorpresas, ¿no crees?

Seguro ya te diste cuenta de por qué es el mundo de las oportunidades: porque aquí todo puede suceder y, por eso, también puedes aspirar a todo. La incertidumbre es positiva y cuando la incorporas a tu vida, el miedo se acaba porque en verdad quieres estar ahí.

A final de cuentas, es una cuestión de decidir. En mis conferencias siempre le digo a la gente que puede pensar bien o mal y que ambas opciones cuestan el mismo trabajo. Lo importante es qué quieres realmente tú, dónde te quieres parar y qué lugar quieres ocupar en tu vida. La decisión es solo tuya.

Faltan huevos… y un plan de acción

Dejemos algo en claro, una cosa es tener sueños y otra muy distinta es hacerte responsable de ellos. Como ya vimos, ese negocio que quieres, esa pareja que anhelas, esos amigos que buscas no van a llegar solos, debes entrar en acción para conseguirlos. Y cuando asumes tus metas y te haces responsable, entonces armas un plan de acción para lograrlo.

Este plan es una especie de mapa en el que trazas la ruta que vas a seguir para llegar a tu destino. Te recuerdo que no se trata de algo descomunal, sino de pequeñas acciones cotidianas con las que te vas a acercar a cumplir tus metas. “Genial, Mónica, pero ¿cómo lo elaboras?”. Te comparto la receta.

1.Identifica tu meta

Si no tienes claro tu objetivo, entonces comienza por preguntarte: ¿qué quiero?, ¿qué busco?, ¿cuál es mi sueño?

2.¿Qué necesitas hacer?

En este punto debes identificar las conductas generales que te ayudarán a lograr tu meta. Por ejemplo: ser constante en el ejercicio.

3.¿Cómo lo vas a hacer?

Este paso está directamente relacionado con el anterior, la diferencia es que aquí debes especificar las acciones que tomarás. De otro modo, solo tendrás una lista de buenos deseos. Por ejemplo: inscribirme a un gimnasio y asistir por lo menos cuatro días a la semana.

4.¿Con qué cuentas?

Aquí debes considerar los artículos, herramientas, dinero y demás cosas necesarias para ejecutar tu plan.

5.¿A quién necesitas?

Este punto se refiere a las personas que contribuirán o facilitarán tu proceso, como maestros, instructores, especialistas, entre otros.

6.Plantea las tareas que debes realizar

Es el plan de acción propiamente dicho. Aquí vas a plantear las conductas diarias que seguirás. En este paso es muy importante numerar las acciones que debes tomar. Sé muy específico porque si no terminarás enredándote. Por ejemplo, si quieres aprender a nadar, ¿qué pasos debes seguir? 1) Investiga los horarios y la ubicación de las escuelas de natación cerca de donde vives. 2) Pide informes en la escuela que más te interesa o mejor te acomoda. 3) Inscríbete y compra un traje de baño, etc.

7.Ejecuta

Ahora sí es momento de sacar los huevos de la canasta y usarlos para hacer realidad lo que buscas.

Este viaje que apenas iniciamos es de transformación.