Hijo del padre - Néstor Casellato - E-Book

Hijo del padre E-Book

Néstor Casellato

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Beschreibung

Te invitamos a transitar un período de la vida de Eusebio Cáceres. De un lado del camino nos encontraremos con sus más grandes éxitos teatrales, sus conquistas profesionales, conocerás a los actores que lo sufren pero que lo idolatran. En tanto del otro lado compartiremos sus errores, sus miedos, sus ataques de pánico, sus frustraciones. Lo verás caer muy profundo… ¿Te dará rabia o alegría que poco a poco se vaya sobreponiendo? Tal vez te sientas identificado con alguno de los personajes y por ello tomarás partido. ¿Vamos? Caminemos a su lado.

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Autor: Néstor Casellato

Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Casellato, Nestor Alfredo

Hijo del padre / Nestor Alfredo Casellato. - 1a ed. - Córdoba : Tinta Libre, 2018.

298 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-708-344-6

1. Narrativa Argentina. 2. Novela. I. Título.

CDD A863

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,

total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor. Está tam-

bién totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet

o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidad

de/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2018. Néstor Casellato

© 2018. Tinta Libre Ediciones

Celeste

Eusebio estaba muy contento aquella mañana. Después de tanto tiempo sin poder encontrar la oportunidad de sentarse relajadamente en su escritorio frente a la computadora, por fin había llegado el momento.

La obra de teatro que se disponía a escribir ya estaba desarrollada en su mente, no solo la trama sino también los personajes, la escenografía, los diálogos, la iluminación, el vestuario, como así también había elegido los actores y actrices que, en teoría, personificarían cada uno de los papeles. Como no podía ser de otra manera, para un hombre tan detallista y minucioso, hasta tenía elegida la sala teatral donde el escenario mejor se adaptaba para una obra de la envergadura que él anhelaba, con muchos actores en escena.

Renata había llevado a las niñas a la escuela y luego debía realizar una serie de trámites de la familia.

El silencio en el piso era total. Encendió la computadora, ingresó en el procesador de texto, escribió el título que, por supuesto, ya tenía pensado: “Casa Azul”.

Comenzó describiendo la sala donde se llevarían a cabo los dos actos. Era tan preciosista que esta tarea le insumió siete páginas, ello redundaría en que la gente de escenografía no tuviera dudas en lo que deberían construir.

Realizó un exhaustivo croquis de la iluminación que quería, indicando tipo de artefacto, ubicación y color de la luz. Fue marcando un diagrama para cada cuadro donde se consignaban uno por uno los aparatos y sus respectivas intensidades.

Cuando se hicieron las doce del mediodía fue a buscarse una manzana a la cocina y volvió a su escritorio. Mientras comía la fruta rememoraba cómo se iniciaba el Acto 1 Cuadro 1.

Por fin escribió: “Entra Amalia por la puerta de la derecha, enciende la luz principal de la sala, busca por sobre los sillones y al final exclama ¿Nadie vio mi agenda? (nadie contesta) ¿Estoy sola o están sordos? ¿Nadie vio mi agenda? / Entra Emiliano por la puerta de la izquierda exclamando —¿Es necesario que grites Amalia? / Disculpame Emi (en voz muy baja) ¿Por casualidad no has visto mi agenda?...

El sonido del celular lo sacó de su concentración.

—¿Qué ha ocurrido Walter? Porque cuando vos me llamás es que algo pasó.

—Buen día Eusebio.

—Escuchar el tono dramático de tu voz me demuestra que a partir de este momento dejó de ser un buen día.

—Tenés razón. ¿A que no sabés quien está embarazada de casi tres meses?

—¡No lo puedo creer! Se trata de la criatura con la que estás haciéndote el novio.

—No. Algo peor. Celeste…se trata de Celeste.

—¿Celeste Arias? ¿La novia?

—Sí, la estúpida se embarazó, justo ahora que le dimos permiso a Julieta para irse a México.

—Walter ¿Ya le hablaste a Julieta?

—No ¿Para qué?

—Por ética, yo le voy a hablar, por ética y tal vez porque no le vaya tan bien y la pueda convencer.

—¿Almorzamos juntos?

—Sí, tipo una y media, nos encontramos en “La Tapera” ¿Te parece bien?

—Bueno.

—Yo le voy a hablar a Julieta y después te cuento. Hasta luego.

—Hasta luego.

Apenas cortó la comunicación con Walter, productor de “Bodas de Sangre” del gran Federico, donde Celeste interpretaba el personaje de La Novia, se quedó un instante algo abatido. Guardó lo poco que había escrito de “Casa Azul” y apagó la computadora. Escuchó ruidos en la puerta de entrada. Se paró y fue hacia la misma, Renata había regresado.

—¿Qué mala cara que tenés? ¿Qué ocurrió?

—Celeste Arias está embarazada, de casi tres meses.

—¡No te puedo creer! ¿Qué vas a hacer?

—Ahora mismo la voy a llamar a Julieta y veré que me dice.

—Pero Eusebio, vos estás al tanto que está haciendo un éxito en México.

—La lógica indica que debo preguntarle y le preguntaré.

Comenzó a buscar el teléfono en su lista de contactos. Digitó “llamar”.

—Hola Julieta. Eusebio te habla. ¿Podemos conversar un minuto? Bueno, te cuento. Celeste se embarazó y estoy haciendo lo que se debe, decirte lo que está ocurriendo y que el personaje es tuyo… Sí ya sé que es un gran éxito... Por supuesto te comprendo... No te disculpes Julieta… Simplemente vos sabes cómo me manejo yo y la llamada es porque estás primera en la lista… Quedate tranquila, ya aparecerá alguna solución. Chau querida, me alegra tu éxito, te lo merecés, adiós…Gracias.

—Renata, me voy a pegar una ducha y me encuentro con Walter en “La Tapera”. Almorzaremos y trataremos de encontrar una solución.

—¿No me invitás?

—Perdoname, sí por supuesto, vamos.

Barbarita

Una y media en punto entraron a “La Tapera”.

Walter llegó diez minutos después.

—Renata, qué sorpresa verte. ¿Cómo estás?

—Bien Walter, muy bien.

Hicieron el pedido de comida y bebida y abordaron el tema que los había reunido.

—¿Pensaste en alguien? —dijo Walter

—No tengo ganas de pensar. Estoy harto de pensar por culpa de los demás. Solo tengo ganas de pensar en mis temas. Voy a llamar a Laurita ya mismo. Que trabaje y me solucione el tema.

Buscó el teléfono de Laurita, su asesora de casting, y la llamó.

—Laurita. ¿Cómo estás? Estoy almorzando con Renata y con Walter… Te llamo porque tengo trabajo para vos... Sí, es algo tan sencillo que seguramente lo resolverás rápidamente... ¿Podés venir a “La Tapera”? ¿Almorzaste ya?... Bueno, dale, venite, estás a un paso.

A la media hora llegó Laurita. Los saludó e hizo el pedido al camarero.

—Estoy angustiado… te convoco siempre por tu eficiencia. Necesitamos urgente reemplazo para Celeste.

—¿La vas a echar?

—No, por favor. Se embarazó... Vos sabes que mi puesta es muy exigente. La primera actriz tiene que hacer un gran despliegue escénico. No quiero tener cargos de conciencia. Aparte de ello no puede aparecer con panza, no es lo que corresponde a su personaje. Me gustaría que me tiraras un par de nombres ahora.

—Ahora, ahora… me acuerdo de Barbarita Noé… me acuerdo de Celeste Galarza… también está Diana Speer.

—Voy a hacerla fácil. Otra Celeste nunca más. Diana está grande para el papel. Walter decime ¿Qué te parece Barbarita?

—Barbarita tuvo problemas con las drogas. ¿Recuerdan? —acotó Renata.

—Creo que está recuperada. Estoy pensando, no puedo responder ya mismo.

—Laurita —dijo Eusebio —dame el teléfono de Barbarita.

Laurita le dio el número de celular de Barbarita e inmediatamente él la llamó.

—¿Barbarita? Habla Eusebio Cáceres… todo bien Barbarita. Estoy haciendo casting acá con Laurita y pensamos en vos… y… sí, es un papel muy importante... Si te lo digo ahora te caés… Tenés que estar físicamente diez puntos. Nada de alcohol, nada de cigarrillos, nada de drogas, si te elijo te voy a hacer un examen médico donde comprobaré que estás limpia. Tenés que aprenderte el papel en una semana, te tiene que brotar Stanislavski por los poros las veinticuatro horas, si no estás aeróbicamente bien empezarías en un gimnasio para lograrlo. La plata es excelente. Si lo lográs te consagrás. ¿Estás saliendo con alguien?... Ajá, hace poco que rompiste con tu novio… ¡Buenísimo!... Si, tenés razón, para vos no fue buenísimo… disculpame. Sería muy importante que no salgas con nadie mientras dure la obra. Y si salís con alguien deberá ser un tipo que no sea posesivo, que se banque tener relaciones una vez por semana y que acepte que serás una estrella. ¿Avanzamos?… Bueno, no tenés nada que agradecerme. Tomá nota, mañana tipo diez de la mañana te espero en mi estudio, estaré con Walter y con Laurita y no sé a qué hora terminaremos, así que anulá todos tus compromisos. Brigadier Celaya 2043 3ro A y mi celular te está quedando grabado. No faltes por favor. De nada, de nada, hasta mañana.

—Quisiera una ensalada de frutas, ¿ustedes que van a pedir?

—Eusebio —expresó Laurita. —Mientras hablabas me vinieron a la cabeza un par de nombres, perfectos para ese papel.

—Ya me la imaginé a Barbarita como “La Novia”, ahora es mi responsabilidad, pero tenelos a mano, mañana tal vez te los pida.

Prueba uno

Diez de la mañana en punto llegó a su estudio, en el hall de entrada del edificio esperaba Barbarita.

—Buen día, me parece bien que estés ansiosa, los ansiosos me transmiten nerviosismo pero me caen bien. Vamos a subir.

—Soy un bicho raro Eusebio, por ejemplo me gusta ser puntual.

Subieron al 3ro. Le ofreció un té y Barbarita le contestó si podía ser un café.

—Del café al cigarrillo solo hay un escalón…

—No fumo Eusebio, preguntale a cualquiera.

—Bueno, te haré un café. Mientras tanto te daré el libreto. Acto segundo, Cuadro Primero. Andá leyendo.

Diez minutos y volvió con el café y el té.

—A partir de ahora te llamaré Barbie, nada más que porque es más corto, yo haré de Leonardo y vos harás de La Novia.

—Eusebio, esto es “Bodas de Sangre”. ¿Qué es lo que está pasando?

—Pasa que estás haciendo una audición ante el director de “Bodas de Sangre”, Eusebio Cáceres, el motivo te lo diré más adelante.

Sonó el portero eléctrico, eran Laurita y Walter.

—Abriles por favor, yo iré a servir dos pocillos más de café.

Un minuto y entraron.

—Buen día gente. En unos segundos arrancamos, Barbie hace de La Novia, Laurita de La Criada y yo de Leonardo.

Entre todos corrieron los muebles un poco, como para hacer algo de espacio central.

—Bueno, vamos de una vez, lo haremos cien veces, así que tendremos tiempo para acomodar los muebles de acuerdo a las necesidades. Arranco…

•••

Leonardo:(Levantándose)La novia llevará una corona grande ¿no? No debía ser tan grande. Un poco más pequeña le sentaría mejor. ¿Y trajo ya el novio el azahar que se tiene que poner en el pecho?

Novia:(Apareciendo todavía en enaguas y con la corona de azahar puesta)Lo trajo.

Criada:(Fuerte)No salgas así.

Novia:¿Qué más da?(Seria.)¿Por qué preguntas si trajeron el azahar? ¿Llevas intención?

Leonardo:Ninguna. ¿Qué intención iba a tener?(Acercándose.)Tú, que me conoces, sabes que no la llevo. Dímelo. ¿Quién he sido yo para ti? Abre y refresca tu recuerdo. Pero dos bueyes y una mala choza son casi nada. Esa es la espina.

Novia:¿A qué vienes?

Leonardo:A ver tu casamiento.

Novia:¡También yo vi el tuyo!

Leonardo:Amarrado por ti, hecho con tus dos manos. A mí me pueden matar, pero no me pueden escupir. Y la plata, que brilla tanto, escupe algunas veces.

Novia: ¡Mentira!

Leonardo:No quiero hablar, porque soy hombre de sangre, y no quiero que todos estos cerros oigan mis voces.

Novia:Las mías serían más fuertes.

•••

—Bien Barbie, vamos bien. Hagámoslo otra vez.

Leonardo:(Levantándose)La novia llevará una corona grande, ¿no? No debía ser tan grande. Un poco más pequeña le sentaría mejor. ¿Y trajo ya el novio el azahar que se tiene que poner en el pecho?

•••

—Barbie está todo bien, pero es como que tenés flema en la garganta, la voz te sale rara, aguardentosa, en cascada, entrecortada. Andá al baño y expectorá bien fuerte por favor.

Las expectoraciones de Barbarita se escucharon en todo el edificio.

—¿Estás mejor?

—Sí.

—Aparte de los mocos, tenés que asumir el rol, el tipo está caliente con vos, vos estás caliente con el tipo, pero no lo podés demostrar, tenés que sentirlo. Por favor vamos otra vez.

•••

Leonardo:(Levantándose)La novia llevará una corona grande, ¿no? No debía ser tan grande. Un poco más pequeña le sentaría mejor. ¿Y trajo ya el novio el azahar que se tiene que poner en el pecho?

•••

—Barbie se te fueron los mocos pero la voz aún sigue entrecortada. Decime ¿te pasa algo?

—Me haría bien saber algo ¿Qué es lo que pasa con Celeste?

—Está embarazada y si toma estado público te ahorco.

—Me parece que estás recontra nerviosa, ¿es así? —dijo Laurita.

—Estoy temblando Laurita. Nunca me imaginé que sería para este personaje.

—¿Querés abandonar? —le preguntó Walter.

—¡No! Por favor, solo estoy nerviosa, unos minutos más y me relajaré. Solo un par de minutos. Tenganmé un poquito de paciencia.

—Voy a hacer más té y café.

Hablaron de temas generales y a los quince minutos retomaron.

—Vamos Barbie, una vez más.

•••

Leonardo:(Levantándose)La novia llevará una corona grande, ¿no? No debía ser tan grande. Un poco más pequeña le sentaría mejor. ¿Y trajo ya el novio el azahar que se tiene que poner en el pecho?

•••

Barbarita se había soltado, no solo dijo el texto, también caminó el espacio, lució su figura y su cara al máximo, no se quedó con un solo gesto en el bolsillo, los utilizó todos y bien usados, había respirado oportunamente. Resumiendo, si bien se trataba de una cosa minúscula lo había hecho muy bien.

—Barbie, escuchame bien. Andá a tu casa, ponete ropa deportiva y zapatillas, luego irás a un parque a caminar, no muy rápido, no muy lento, respirá profundamente. Almorzá algo de verdura, una fruta y abundante agua mineral. Dormí una siesta de dos horas. Te espero a las nueve en la puerta del teatro, veremos la obra. Mañana otra vez a las diez de la mañana acá. Por favor haceme caso en todo lo que te diga. Cualquier duda hacémelo saber sin dudar un segundo.

—Está bien, entendí todo perfectamente. Voy a hacer las cosas al pie de la letra.

—¿Ustedes dos podrán nuevamente venir mañana a las diez?

—Sí, Eusebio —contestaron al unísono Laurita y Walter.

—Bien, están en libertad de acción.

Primer contacto

Todos se ubicaron en el palco reservado a la producción. Aparte de Eusebio fueron Renata, Walter con la criatura y Barbarita. Esta última estuvo muy seria mirando la obra con un grado de abstracción tal, que Walter y Renata en un par de oportunidades le habían hecho algunos comentarios y ni siquiera había contestado.

A la salida un par de periodistas arrinconaron a Eusebio.

—¿Usted cree que “Bodas de Sangre” puede aún mejorar?

—La obra está en su mejor momento.

—¿Tiene algún proyecto que incluya a Barbarita Noé?

—Estoy viendo si es capaz de tolerarme. Si lo logra, seguramente haremos algo juntos.

La sonrisa de Barbarita no le entraba en la cara. Por fin se fueron a cenar todos juntos.

A los postres, Eusebio la miró fijo a Barbarita, y le dijo:

—Tendrás jueves, viernes, sábado y domingo libres. Aprovechá para estudiar el libro todo lo que puedas. El lunes ensayaremos en mi estudio otros pasajes. Si todo sale bien a partir del martes que viene haremos ensayos con el elenco en el teatro.

—Está claro Eusebio. Gracias por todo.

La llamada y el encuentro

Renata llevó a las niñas a la escuela. Eusebio se quedó unos minutos desayunando y cavilando. Luego se encerró en su escritorio, encendió la computadora y abrió el archivo de “Casa Azul”. Retomó la escena…

“Emiliano: —Me parece haberla visto en algún lado, dejame pensar, ¿Era color verde oscuro, verdad?....”

El celular de Eusebio comenzó a sonar y la pantalla indicaba “Número desconocido”, decidió atender.

—Hable.

—¿Señor Eusebio Cáceres?

—Sí señor ¿Quién me habla?

—Mi nombre es Gerardo Rubio, soy asistente del productor teatral Francisco Narros Tejada y le estoy hablando desde Madrid.

—Bueno, mucho gusto señor, usted dirá…

—Francisco estará viajando a Buenos Aires la semana próxima para resolver unos temas familiares, por supuesto que asistirá a todos los teatros que pueda, pero con insistencia me ha pedido que le consiga una butaca en “Bodas de Sangre” y que usted le conceda una entrevista.

—¡Delo por hecho! Que se comunique conmigo en cuanto llegue y envíele mis saludos.

—Muchas gracias señor Eusebio. Que tenga usted buenos días.

Eusebio guardó el renglón que había escrito y apagó la computadora. En ese instante regresaba Renata.

—¿Cómo estás mi amor?

—Muy contento, no sabes cómo avanzo con mi obra. Escribí un renglón y me llamaron desde Madrid. Hay un productor que viene la semana próxima, quiere ver “Bodas de Sangre” y entrevistarse conmigo.

—¡Ole! ¡Nos vamos a pasear a España!

—Mirá Renata, yo ahora me voy a pasear por Avenida Santa Fé un par de cuadras, estoy molesto… Tal vez modifique mis hábitos. Trabajaré de noche y dormiré toda la mañana. Tal vez…

—¿Te espero para almorzar?

—Sí, por supuesto.

Llamó al ascensor. Lo abordó y cuando el mismo llegó al tercer piso se detuvo e ingresó Claudia, una vecina y amiga de Renata y Eusebio.

—Hola Claudia, ¿Cómo estás?

—¡Mirá la hora que es y recién voy al juzgado! Estoy como loca. Pero perderé con vos un minuto más. Te quería pedir si podremos tener una charla privada un día de estos.

—¿Privada significa vos y yo solos y en secreto?

—Por favor…

—Sí, no tengo problemas.

—Eusebio ¿Podrás estar mañana alrededor de las nueve enfrente de mi juzgado en un barcito que se llama “Tiburcio”?

—Allí te estaré esperando, solo dispondré de media hora.

—Perfecto, hasta mañana.

Dos hechos misteriosos en un rato, un pedido de entrevista de un productor teatral español y su amiga Claudia pidiendo también una entrevista pero de carácter secreto.

La propuesta

Eusebio se sentó en una mesita de Tiburcio a las nueve menos diez.

Claudia era abogada, secretaria de un juzgado de familia, 39 años de edad, casada con Patricio, un ingeniero electrónico, no tenían hijos, vivían en el tercer piso del mismo edificio que Eusebio y Renata, quienes ocupaban el piso 10.

Nueve y cinco entró Claudia y se sentó frente a él.

Pidieron café para ambos.

—Bueno, voy a comenzar. No sé qué es lo que va a salir de esta charla pero necesito tu palabra de caballero que todo quedará solamente entre nosotros dos.

—Estoy muy intrigado Claudia, para la única persona que no tengo secretos es para Renata pero, pero tratándose de vos te prometo que seré una tumba.

—Quiero saber tu opinión sobre Patricio.

—¿Patricio? Es un tipo bárbaro, tiene una integridad brutal, es honesto, es querible, muy trabajador, tiene cara de buena persona y es una buena persona, tiene un aspecto envidiable y sumado a lo que ya dije ha logrado conquistar a la abogada más apetecible de la justicia argentina.

—Gracias por lo que me toca. Pero decime ¿cómo pensás que se está sintiendo últimamente?

—La verdad que está un poco apagado, ya no es todo lo extrovertido que era, hay momentos en que lo veo distante. Pero tampoco nada importante. Creo que ni siquiera lo hemos conversado con Renata.

—Eusebio, Patricio en realidad está destruido. Hice muchos estudios para saber los motivos por los que no quedo embarazada y finalmente luego de algún tratamiento que solucionó mis problemas de un pH muy ácido Patricio comenzó también con análisis para arribar a que presenta deficiencias en cantidad y en movilidad, irreversibles, que prácticamente convierten mi embarazo en un objetivo bastante difícil de lograr. Esto lo tiene sumido en una depresión terrible, y si no te das mucha cuenta de ello es porque tiene un orgullo enorme y no se permite demostrarla.

—Seguramente una vez que superen este trance pensarán en otros medios que están médicamente muy avanzados y que les permitirán lograrlo sin tanto estrés.

—Cada vez que le hablo por ejemplo de inseminación artificial se pone como loco y no hay manera de conversar más del tema.

—¿Entonces?

—Eusebio pensá lo siguiente, es muy fácil. Patricio y vos tienen casi la misma altura, casi la misma edad, los dos tienen ojos verdes, ambos tienen piel muy blanca, los dos son muy sanos e inteligentes.

—Claudia, lo estoy pensando ¿Y?

—Eusebio, no es fácil para mí, pero estoy pidiendo formalmente tus servicios para embarazarme.

Pidió otra vez café para ambos.

—Claudia, vos no sos una improvisada ni una atropellada, contame todo el plan.

—Te cuento. He aprendido a conocer mis días fértiles perfectamente. La semana próxima Patricio viaja a Alemania a comprar instrumental para la empresa… estará ausente miércoles, jueves y viernes, regresando el sábado. ¿Adivina que pasará jueves y viernes?

—Estarás en el punto cúlmine de fertilidad.

—¡Correcto! Solo faltaría pedirte una inactividad de dos o tres días a fin de contar con material más que suficiente para lograrlo. Yo me tomaré unos días por enfermedad en el juzgado y haré un estricto reposo para facilitar el proceso. El sábado regresa Patricio y todos felices.

—Supongamos que fracasamos en el intento.

—Ni vos ni yo estamos acostumbrados a fracasar, no veo porque debería ocurrir ahora. De todas maneras suponiendo que ocurriera, perdé cuidado que tendré un plan mucho mejor. Pero no va a ser necesario.

—Bien Claudia. Está todo bien excepto que me quedan un par de detalles a resolver.

—¿Un par de detalles? ¿Cuáles son?

—Renata y Patricio. Mi mujer y un amigo. Tengo que asimilar que les voy a meter los cuernos a los dos. Así, acá, ahora, en frío, no sé cómo hacerlo.

—Eusebio, yo sí sé cómo hacerlo y te voy a ayudar.

—Claudia estás desbordando. Tengo que pensarlo mucho. Tengo el fin de semana para hacerlo. El lunes o martes te enviaré un mensaje, que borrarás al instante, para decirte lo que he decidido. ¿Dónde tenés pensado que lo hagamos?

—En mi casa, vos venís bajando del 10, paras en el 3, yo te abro y listo. Luego tomás el ascensor de servicio y seguís tu camino. Lo haremos el miércoles, el jueves y el viernes.

—¿Para qué el miércoles?

—Porque los bichos duran hasta 48 horas.

—Aguardá mi mensaje el lunes.

—Tal vez dudes por mí y no por Renata o Patricio. Tal vez, aparte de que estarías haciendo una obra de bien deberías hacerlo por placer, esto redunda también en la calidad de la gestación.

—De eso no tengo ninguna duda. Estás cada día más atractiva.

—Pensá bien, por favor.

—Hasta luego Claudia, todo muy lindo pero tengo gente esperándome.

Eusebio y Renata almorzaron juntos. Decidieron dormir la siesta. Hicieron el amor, Eusebio imaginó que era Claudia. Notó que ese pensamiento lo excitaba más. Renata se durmió al instante y él se quedó pensando en lo vivido esa mañana.

Si pensaba en Renata y Patricio, no lo haría. Tampoco lo haría por Claudia. Solo lo haría por él mismo. Claudia era un infierno.Era la tentación hecha mujer. Mañana lo pensaría un poco más.

Prueba dos

Diez de la mañana del lunes, Barbarita ya está en el hall de entrada.

—¿Cómo estás Barbie?

—Bien, muy bien. Tus consejos me hicieron muy bien.

—¿Cómo te llevas con el libreto?

—Estoy contenta, he estudiado como loca.

Entraron al departamento, corrieron los muebles, Eusebio preparó los juegos de copias del libreto.

—Preparate para la página 71.

Suena el timbre, son Laurita y Walter.

Eusebio baja a abrirles.

—Hay agua caliente, háganse un té. Nosotros arrancamos. Barbie cuando estés lista haceme una seña.

•••

(Aparecen Leonardo y la novia.)

Leonardo:¡Calla!

Novia:

Desde aquí yo me iré sola.

¡Vete! ¡Quiero que te vuelvas!

Leonardo:

¡Calla, digo!

Novia:

Con los dientes,

con las manos, como puedas.

Quita de mi cuello honrado

el metal de esta cadena,

dejándome arrinconada

allá en mi casa de tierra.

Y si no quieres matarme

como a víbora pequeña,

pon en mis manos de novia

el cañón de la escopeta.

¡Ay, qué lamento, qué fuego

me sube por la cabeza!

¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!

Leonardo:

Ya dimos el paso; ¡calla!

Porque nos persiguen cerca

y te he de llevar conmigo.

Novia:

¡Pero ha de ser a la fuerza!

Leonardo:

¿A la fuerza? ¿Quién bajó

primero las escaleras?

Novia:

Yo las bajé.

Leonardo:

¿Quién le puso

al caballo bridas nuevas?

Novia:

Yo misma. Verdad.

Leonardo:

¿Y qué manos

me calzaron las espuelas?

Novia:

Estas manos que son tuyas,

pero que al verte quisieran

quebrar las ramas azules

y el murmullo de tus venas.

¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Aparta!

Que si matarte pudiera,

te pondría una mortaja

con los filos de violetas.

¡Ay, qué lamento, qué fuego

me sube por la cabeza!

Leonardo:

¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!

Porque yo quise olvidar

y puse un muro de piedra

entre tu casa y la mía.

Es verdad. ¿No lo recuerdas?

Y cuando te vi de lejos

me eché en los ojos arena.

Pero montaba a caballo

y el caballo iba a tu puerta.

Con alfileres de plata

mi sangre se puso negra,

y el sueño me fue llenando

las carnes de mala hierba.

Que yo no tengo la culpa,

que la culpa es de la tierra

y de ese olor que te sale

de los pechos y las trenzas.

Novia:

¡Ay que sinrazón! No quiero

contigo cama ni cena,

y no hay minuto del día

que estar contigo no quiera,

porque me arrastras y voy,

y me dices que me vuelva

y te sigo por el aire

como una brizna de hierba.

He dejado a un hombre duro

y a toda su descendencia

en la mitad de la boda

y con la corona puesta.

Para ti será el castigo

y no quiero que lo sea.

¡Déjame sola! ¡Huye tú!

No hay nadie que te defienda.

•••

Se hizo un profundo silencio. Habrá durado unos quince segundos y solo fue interrumpido por el llanto de Barbarita. Fueron unos sollozos desconsolados pero pronto se repuso y también compuso su cara, buscó en su cartera un pañuelo y se secó las lágrimas. Luego les brindó una sonrisa.

Laurita comenzó a aplaudir y Walter y Eusebio la acompañaron. Barbarita se puso roja como un tomate.

—No me aplaudan por favor, no debí haber llorado, pero no pude contener la emoción.

—¿Dónde está escrito que no debiste haber llorado? —Esto va muy bien Barbie. Que Dios me conserve esta intuición —expresó Eusebio.

Trabajaron sobre otras partes de la obra. Con mayor o menor lucimiento, la mañana se escurrió.

Walter invitó a almorzar. En el almuerzo se habló únicamente de “Bodas de Sangre”. Barbarita era una esponja absorbiendo toda la información.

—¿No sé si seguir con estas prácticas o pedir directamente ensayo con todo el elenco de un cuadro por lo menos? —dijo Eusebio mirando fijamente a Barbie.

—Vamos al ensayo, únicamente te pido que me anticipes el cuadro que ensayaremos. Trataré de tener todo de memoria, pero por favor dame esa ventaja la primera vez.

—Lo que hiciste hoy te lo pediré con seguridad y aparte buscaré otro con más personajes. Te lo diré con tiempo. Aguardenmé un minuto que tengo que enviar un mensaje.

Le envió un mensaje a Claudia que decía “¿Vos me llamaste?”

A los pocos minutos entró un llamado de Claudia.

—¿Cómo estás?

—Yo muy bien y vos. ¿Cambiaste de idea?

—Para nada, estoy esperando que el niño se decida.

—Ya me decidí. Acepto.

—Gracias, no sabés lo feliz que me hacés.

—De acuerdo, mañana hablamos de nuevo. Nos vemos.

—Gente, esta tarde iré al teatro antes de la función y convocaré a todos para mañana dos horas antes. A Celeste la convocaré tres horas antes de la función. Sería conveniente que estuvieras vos también Walter, si bien está todo en el contrato, si no hay escándalo mejor.

—Barbarita hacete una transfusión de “Bodas de Sangre” y mañana a las siete me buscas en el teatro. Vos Walter te encontrás conmigo a las seis. Laurita te quiero mucho y en mi próxima vida serás solo mía.

—A tus órdenes.

La presentación

A las seis de la tarde llegaron Eusebio y Walter al teatro y se fueron directamente al camarín de Celeste.

—¡Eusebio, Walter! ¿Cómo están?

—Bien, Celeste. Tratando de recomponer la situación —expresó Walter.

—Si ustedes supieran como me siento, no me creerían. A veces estoy recontenta y de repente me pongo triste. Cambio de estado cada cinco minutos.

—¿A raíz de que te ponés triste? —dijo Eusebio.

—Porque quedé embarazada en un gran momento de mi carrera. Y cuando me doy cuenta que me puse triste me angustio pensando en el hijo que tengo dentro mío.

—Pensemos que esto que sentís está provocado por la revolución hormonal por la que estás atravesando. De otra manera no se concibe. Dentro de un año, ya habrás vivido la experiencia más formidable de tu vida y estarás otra vez en silueta como para encarar otro gran papel —agregó Walter.

—Celeste querida. De corazón te felicito pero en cuanto al espectáculo te digo que haremos durante una semana ensayos con Barbarita Noé y el próximo miércoles te vas a desvincular del elenco. Te lo digo sin anestesia porque para nosotros también es difícil, te queremos mucho —concluyó Eusebio.

Celeste lagrimeó un poco pero finalmente sonrió y les dijo: —La verdad que ustedes son muy buenos, pensé que me iban a recriminar por la situación, les agradezco mucho. Quisiera saber cuándo veré a Barbarita porque voy a transmitirle mis mejores deseos y decirle que cuente conmigo al cien por cien.

—En unos minutos estará por acá y podrás hablar con ella. Manejala entre algodones porque está muy nerviosa y sensible.

Eusebio miró el celular porque le había ingresado un mensaje. El mismo era “¿Podés hablar?”

Respondió “Sí”

Eusebio salió al pasillo y al minuto entró una llamada de Claudia.

—Hola Eusebio. Tengo solo unos segundos para hablar. Me estoy yendo al aeropuerto para despedirlo. Te aguardaré a las nueve en punto. ¿Estás de acuerdo?

—Perfecto, a las nueve.

—Hasta mañana.

—Adiós.

En ese instante apareció Barbarita caminando despaciosamente por el pasillo de camarines.

—¿Cómo va Barbie?

—Bien. Estoy tranquila. Increíblemente tranquila.

—Son mis instrucciones. Por eso te las di. Vamos a ver a Celeste.

Entraron al camarín, Celeste y Barbarita se abrazaron y lloraron al unísono.

—Chicas, vamos por favor, en cualquier momento me largo a llorar yo también. Hagan un esfuerzo y vamos a ensayar —dijo Walter.