Sonata en llamas - Néstor Casellato - E-Book

Sonata en llamas E-Book

Néstor Casellato

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Beschreibung

El gran artista decide autoexiliarse y abandona España, llegando a Buenos Aires el 18-10-1939. Al tiempo deja esta ciudad, por la humedad que no le viene nada bien a sus dolencias, para trasladarse a Alta Gracia, provincia de Córdoba. En correspondencia con el trato recibido compone una sonata dedicada a esta ciudad pero la muerte le sorprende y la obra no toma estado público, perdiéndose todo rastro de la misma. Aún después de su paso por este mundo el artista lucha dentro de sus posibilidades para que la obra llegue al público, finalmente logra conectarse con personas lamentablemente poco recomendables, ya que para lograr su cometido son capaces hasta del crimen. La novela se desarrolla entre citas musicales, pasiones, locura y muerte.

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Néstor Casellato

Sonata en llamas

Casellato, Néstor Sonata en llamas / Néstor Casellato. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-2948-0

1. Novelas. I. Título. CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenidos

Despedida y Ultimátum

NESSUN DORMA (que nadie duerma)

1812

Jam session

Entrevista

Clásico Español

El aporte de Orlando

La invitación

La decisión

El almuerzo

Prolíficos

El Viaje

La playa

Primer intento

Segundo intento

Despertar

Números

El libro

El rescate

El cuadrado

La declaración

El llamado de Electra

Shangri La

Quince días

El alta

El séptimo arte

A Catamarca

El ticket

Situación Procesal

Preparación

La invocación

La transcripción

Estreno

Despedida y Ultimátum

“Había sido mi remanso, mi bálsamo, mi abrevadero, mi oasis; en sus brazos pude encontrar el reposo, la felicidad; con ella descubrí que, superadas las urgencias del sexo surgía la verdadera esencia del amor, el placer de la caricia, la paciencia, lo importante de la calidez de una mano sobre el hombro, el diálogo, la mutua comprensión, escuchar, compartir, contener. Había, tiempo pasado.

Abandonar la cacería diaria, terminar con la idea fija, relajarme, observar a mi alrededor con la tranquilidad de saber que tenía lo mejor para mí. Estar convencido que la búsqueda ya no tenía razón de ser. Todo era más sencillo ahora, en realidad todo había sido más sencillo hasta ahora. Había, tiempo pasado.

Lo habitual era que yo fuera el disconforme, el aburrido, el que tenía los pensamientos en otro lado, pero esa era mi personalidad. Yo estaba como siempre, muy enamorado. Ahora era Roberta la que comenzó a mencionar mis defectos. Los tuve desde siempre, yo los conocía. No era un tipo bien parecido, no tenía un físico llamativo, el dinero no me sobraba, el trabajo que tenía no permitiría en ningún momento un vuelco en mis finanzas, siempre sería un mediocre con esta actividad. Pero a mí me hacía feliz. Mi música, mis seguidores, definitivamente se trataba de mi mundo. Tenía la mujer y el trabajo que me hacían feliz. Siempre pensé que cuando uno se hallaba inmerso en un statu quo donde se encontraba feliz, no tenía sentido realizar ningún cambio, aunque se pensara que ese cambio aportaría mejoras a ese estado, porque mi experiencia personal me indicaba que generalmente las cosas empeoraban, entonces ¿Por qué debía cambiar?

Su cara ya no era la de antes, ahora, de manera permanente mostraba un gesto de disgusto, de no estar cómoda, de estar molesta.

—Últimamente te noto siempre como enojada, siempre quejándote de todo. ¿Te está ocurriendo algo que debo saber?

—Amílcar querido, solamente estoy muy cansada. Debo cambiar de trabajo, estoy agotada y no hago lo que quiero. Simplemente eso.

No tenía motivos para no creerle. No tenía motivos para pensar que me mentía. Como la relación continuaba tan poco satisfactoria en algún momento le pregunté —Robi ¿No quisieras que nos tomáramos un respiro, alejarnos un poco, mirar las cosas en perspectiva? A veces esto funciona, la rutina suele producir estas sensaciones de cansancio, de tedio. ¿Qué opinás?

—Lo pensaré”.

Mientras Amílcar tenía estos pensamientos miraba su reloj varias veces por minuto. En una hora y media comenzaba su programa y aún no tenía preparada ni una sola línea de la programación. Solo llevaba consigo su netbook y cinco pendrives de 32 gigabytes cada uno, ese era su capital de trabajo.

Entró a la confitería y enseguida vio a Roberta.

—¿Cómo estás Robi?

—Bien Amílcar, bastante bien.

—Estoy extrañado mi amor, de que me cites a esta hora, en este lugar, que por cierto no me queda cerca de la radio, casi de improviso, sin haber un aviso previo. Estoy preocupado, debes tener algún motivo importante para citarme de esta manera.

—Sí, realmente tengo un motivo importante. He tomado la decisión de terminar con nuestra relación.

Roberta lo dijo como quien dice “tráigame un café”. Su frialdad invadió la mesa de aquella confitería. Amílcar saboreó su café, que le supo muy ácido. Tenía ganas de insultarla, de zamarrearla, de ponerse de rodillas y rogarle una oportunidad más. Pero él puso al igual que ella su mejor cara de indiferencia.

—La verdad que lo teníamos tan conversado que no me sorprende. Sinceramente me hubieras evitado el apuro.

—Me pareció que debía decírtelo en persona.

—Está bien, es lo mismo.

Amílcar se levantó, tomó su bolso y salió de la confitería sin despedirse de Roberta.

Apenas llegó al cordón de la vereda consiguió un taxi.

—Lléveme por favor a Radio B.A.

Repentinamente, tuvo que soportar sobre sus hombros un peso enorme, llevaba encima cinco atmósferas por lo menos, un estado de angustia le invadió el pecho, los músculos de la garganta se le contrajeron y así, casi al borde del llanto, transcurrió su viaje a la radio.

Gracias a la corta entrevista con Roberta llegó a la emisora más temprano que nunca.

Saludó al portero y pasó por recepción para fichar su tarjeta.

— Amílcar, me dijo el señor Gallardú que antes de ir al estudio vayas a verlo. —Le informó la recepcionista.

Apenas se paró frente a la oficina del director de la radio, este le hizo señas para que entrara.

—Qué tal, señor. ¿Cómo le va?

—Estuve viendo los ratings de la emisora y comparándolas con la competencia. Estoy contento porque seguimos en tercer lugar en general y acercándonos al segundo. Hay una sola excepción, “A solas con los clásicos”, tu programa, es el que peor índice tiene. ¿Te lo digo?

—Me lo imagino, no me lo diga por favor. ¿Qué piensa hacer?

— Amílcar, a veces pienso que la mollera nunca se te cerró. Lo que yo pienso hacer es levantar el programa. Si no lo levanté antes es porque el Dr. Martínez es un fanático de la música clásica y cualquier boludez que escuche lo emboba, pero cuando le diga lo que perdemos de ganar por tener un programa de mierda como el tuyo nos echa a los dos juntos. ¡Vos decime! —Casi gritó — ¿Qué pensás hacer? ¿No te das cuenta que no tenés llamados, que no tenés mails, que nadie te da bola? ¿Venís con tu computadorita y tus pendrives y te crees que con eso ya está? Despabilate Amílcar, despertate o dedicate a otra cosa.

—¿Cuándo va a levantar el programa?

—A fin de mes.

—¿Es definitivo?

—¡Pensá Amílcar, pensá!

NESSUN DORMA (que nadie duerma)

A las nueve en punto entró al estudio y a los pocos minutos lo hizo Silvana, la operadora.

—¿Tenés todo listo Amílcar?

—Vamos a arrancar con Nessun Dorma por Alfredo Kraus, buscalo en el pendrive Uno, allí está el índice. Primero voy a hablar un rato largo. Luego va el aria, la tanda, y ahora prepararé algo para después.

—¿Querés que meta cualquier cosa, como siempre?

—Te dije que ahora prepararé algo para después —contestó molesto.

—Bueno, bueno.

Amílcar se sumergió en internet hasta que a las 21:50 Silvana le golpeó el vidrio y le señaló la hora.

—Después de la tanda voy a anunciar el Concierto para violín en Re Mayor Op. 35 de Tchaikovsky y cuando termine también voy a hablar al respecto. Pienso que cuando concluya de hablar estaremos en las 23:30 horas. Mientras dure el Concierto para violín prepararé otra cosa.

—A partir de hoy ¿vamos a trabajar siempre así, vamos a armarlo sobre la marcha?

—¿Por qué?

—Porque me encanta, no me agarrará sueño, tiene algo de adrenalina. Un minuto más y salimos. ¿Todo bien?

“Queridos amigos, acá estamos otra noche más “A solas con los clásicos”. Los saluda Amílcar Arrechea acompañado como siempre por la incomparable Silvana Lamberti. Son las 22:07 horas. Hoy vamos a llevar a sus oídos una muy linda programación. He recibido muchos mails que me piden escuchar a Alfredo Kraus. Gustosamente los vamos a complacer.

De madre española y padre austríaco, Kraus inició sus estudios musicales con lecciones de piano a los cuatro años de edad y cantando en el coro de la escuela a los ocho. Debutó internacionalmente en el Teatro Real de El Cairo en 1956 con el papel del Duque de Mantua en la ópera Rigoletto de Verdi. Dos años después, en 1958, en el Teatro Nacional de São Carlos de Lisboa se presenta junto a María Callas, en una legendaria producción de la ópera La Traviata de Verdi, que fue grabada. Siguieron debuts en Londres en 1959, en Milán en 1960, en Chicago en 1962 y en Nueva York en 1966 con Rigoletto.

En 1967 debutó en el Teatro Colón de Buenos Aires con La Favorita de Gaetano Donizetti, y regresó en 1972 para I Puritani de Vincenzo Bellini. Sus dos últimas actuaciones ocurrieron en 1991 con Werther la hermosa ópera de Jules Massenet y en 1993 en Los Cuentos de Hoffmann de Jacques Offenbach.

Hoy tendremos el aria “Nessun dorma” de la ópera Turandot de Giacomo Puccini.

La ópera se desarrolla en Pekín. Turandot la bella pero cruel princesa, hija del emperador, había decidido que solo se casaría con aquel que consiguiera averiguar los tres enigmas que ella propondría, en caso contrario el pretendiente moriría. Cuando llegan a la ciudad Timur, anciano rey tártaro exiliado, y Liú su joven esclava, ya son muchos los pretendientes muertos a los pies de la princesa. Allí Timur y Liú se reúnen con Calaf, hijo de Timur. Cuando Calaf conoce a la princesa Turandot se enamora perdidamente de ella y a pesar de los consejos de todos decide someterse a la prueba para obtener su mano.

Calaf supera una por una todas las pruebas, pero al darse cuenta que Turandot nunca piensa cumplir su palabra, le propone a la princesa un reto, si ella averigua su nombre le librará de su promesa y él morirá. De lo contrario tendrán que casarse. Turandot tortura a Timur y a Liú para que le digan el nombre, pero esta última se suicida antes de ceder ante la princesa. Turandot y el príncipe se quedan solos, Calaf besa a la princesa con la esperanza de poder derretir su crueldad, entonces le susurra su nombre dejando su propia suerte en manos de ella. Por fin llega la mañana y Turandot congrega a su pueblo para revelar el nombre del extranjero: “Su nombre es Amor” les dice. Y este es el final feliz de la ópera.

Veamos cual es la letra del aria que escucharemos en la suprema voz de Kraus

¡Que nadie duerma! ¡Que nadie duerma!

Tampoco tú, oh Princesa,

en tu frío cuarto

miras las estrellas

que tiemblan de amor y de esperanza...

¡Pero mi misterio está encerrado en mí,

mi nombre nadie sabrá!

Solo cuando la luz brille

sobre tu boca lo diré temblando

Y mi beso romperá el silencio

que te hace mía.

Su nombre nadie sabrá...

¡Y nosotros, ay, deberemos, morir, morir!

¡Disípate, oh noche!

¡Estrellas, ocultaos!

¡Estrellas ocultaos!

¡Al alba venceré!

¡Venceré! ¡Venceré!

El estreno de Turandot se realizó en La Scala de Milán, el 25 de abril de 1926. El director era Arturo Toscanini. La muerte de Puccini se produjo el 29 de noviembre de 1924 dejando la ópera inconclusa. Fue concluida por Franco Alfano compositor y pianista italiano, bajo la supervisión de Arturo Toscanini.

La noche del estreno, el propio Toscanini, que dirigía la orquesta, interrumpió la interpretación donde el maestro había dejado la composición, cuando muere Liú y el coro canta “¡Liú, bontá perdona! ¡Liú, docezza, dormi! ¡Oblia! ¡Liú! ¡Poesía!”. Toscanini se volvió al público desde el podio dejando la batuta y con voz queda y emocionada, mientras lentamente se bajaba el telón, pronunció las siguientes palabras: “Aquí finaliza la ópera, porque en este lugar murió el Maestro”. La versión que completó Alfano se presentó en la segunda noche.

—Queridos amigos como ustedes habrán escuchado —expresó Amílcar —tenemos un terrible drama en la ficción y también en la realidad.

Los dejo en la compañía de Alfredo Kraus”.

Silvana hizo su tarea y se lo quedó mirando ya que el joven parecía conmovido por la historia que acababa de relatar o vaya a saber por qué motivo.

Mientras promediaba el aria, al lado de Silvana apareció Gallardú y ambos observaron a Amílcar llorando.

Según lo previsto luego vino el Concierto para violín en Re Mayor Op. 35 de Tchaikovsky y el día finalizó con Beethoven y su increíble Sonata para piano nº 14 en do sostenido menor Op.27, nº 2 “Claro de luna” en su movimiento número 3. En estos dos casos relató historias interesantes de sus compositores. A la una de la mañana entregó puntualmente el estudio.

—Amílcar, me encantó el programa de hoy, estuvo algo trágico pero me gustó –le dijo Silvana.

—¿Para mañana vos quisieras que busque anécdotas más divertidas?

—Sí.

—Bueno, mañana veremos. Chau.

1812

Al día siguiente trabajó no menos de tres horas sobre el programa que haría y este hecho lo hacía sentir más relajado que de costumbre.

Ingresó a la radio y fue directamente a la oficina de Gallardú, quien como siempre tenía su enorme escritorio tapizado con papeles.

—Pasa Amílcar, sentate, en la cafetera hay café, servite si querés y servime uno a mí.

El café le pareció horrible pero hizo como que lo bebía, aunque en realidad solo mojaba los labios.

Por fin Gallardú imprimió lo que estaba escribiendo, firmó la nota, la colocó en una bandeja para papeles, y lo miró fijamente. —Tú dirás.

—Es muy simple. Quería saber cuándo tengo que dejar el programa.

—¿Sabías quién me llamó anoche a las doce y media?

—Ni idea.

—El Dr. Martínez, para decirme que te felicite porque una amiga suya lo llamó para decirle que estaba extasiada por el hermoso programa que habías hecho anoche.

—Eso no cambiará el rating.

—Ciertamente, pero la mujer en cuestión es la heredera de un importante ingenio azucarero tucumano. ¿Entonces…?

—Martínez le vendió publicidad.

—Bien, muy bien, estás aprendiendo.

—¿Entonces?

—Seguí por este camino y veremos si aparte de la azucarera te escucha alguien más.

Ya en el estudio le dio a Silvana los pendrives, una nota con la programación y comenzó:

“Queridos amigos, acá estamos otra noche más “A solas con los clásicos”. Los saluda Amílcar Arrechea acompañado como siempre por la incomparable Silvana Lamberti. Son las 22:06 horas. Hoy vamos a llevar a sus oídos una muy linda programación.

El 7 de septiembre de 1812, las tropas de Napoleón se enfrentaron a las fuerzas rusas en Borodino, a 120 km al este de Moscú. Aunque el ejército francés fue el ganador, resultó una victoria pírrica para Napoleón, pues con más de 100.000 bajas la batalla de Borodino es considerada una de las más sangrientas de la historia.

Con sus fuerzas agotadas, Napoleón avanzó hasta Moscú. Los franceses se encontraron con una ciudad incendiada y sin provisiones. Como estaba muy lejos de sus líneas de abastecimiento, Napoleón se vio obligado a abandonar Rusia.

En su larga marcha de regreso el ejército francés se enfrentó a varios contratiempos: hambre, bajas temperaturas y el constante asedio de las fuerzas rusas. Para cuando llegó a Polonia, la Grande Armée se encontraba reducida a la décima parte de su fuerza original.

Esta derrota de Napoleón inspiró a León Tolstoi a escribir su famosa novela “La Guerra y la Paz” y a Piotr Illych Tchaikovsky, a componer la célebre “Obertura 1812”.

La Obertura 1812, Op. 49, es una obra romántica escrita en 1880. Fue estrenada en Moscú el 20 de agosto de 1882. La obra es reconocida por su final triunfal, que incluye una salva de disparos de cañón y repique de campanas.

En su visita a Estados Unidos en 1891, Tchaikovsky dirigió la obra en la inauguración del Carnegie Hall de Nueva York. Pese a que esta obertura no tiene relación con la historia de Estados Unidos, su ejecución suele ser una parte clásica de los festejos por la independencia de ese país.

Seguidamente escucharemos esta obertura interpretada por la Orquesta Filarmónica de Berlín dirigida por Herbert Von Karajan, quien dirigió esta formidable formación durante treinta y cinco años”.

Después de la obertura iba una tanda de diez minutos.

— Amílcar hay un tipo que a toda costa quiere salir al aire.

—Pasame la llamada.

—Soy Amílcar ¿Con quién hablo?

—¿Estoy al aire?

—¿Con quién hablo?

—Mi nombre es Edmundo. Soy un fanático de Tchaikovsky y quería decirlo al aire.

—Bueno, en cuanto termine la tanda, te pongo, estate atento.

—Queridos oyentes, parece que tenemos un fanático del programa que quiere contarnos su experiencia. —Adelante Edmundo.

—Buenas noches a todos. Haber escuchado esta versión de Karajan me dio vuelta la cabeza. Quiero expresar mi fanatismo, mi devoción, mi admiración por Tchaikovsky y ya sé que no descubro nada, que todo el mundo sabe que fue un gran genio, pero bueno, tengo ganas de gritarlo a los cuatro vientos. Romeo y Julieta, El Cascanueces, El lago de los cisnes, Capricho Italiano, La bella durmiente, Francesca Da Rimini, Obertura 1812, la 5ta. Sinfonía, la mejor después de la novena de Beethoven, la Patética, Eugenio Oneguin, el Concierto Nro. 1 para piano, el Concierto para Violín, el Cuarteto para Cuerdas nro. 1. ¿Qué más le podemos pedir? Por favor Amílcar te dejo mi mail y cualquiera que te lo pida dáselo pero advertile que solo quiero hablar de Tchaikovsky. Viajé a Rusia exclusivamente para visitar San Petersburgo y allí luego de frecuentar todos los sitios donde él estuvo, pude estar en el Monasterio de Alejandro Nevski donde descansan sus restos. Allí lloré desconsoladamente, que emoción Dios mío. Gracias Amílcar por permitir expresarme, muchas gracias, estoy muy emocionado. — y cortó la comunicación.

—Así es la música amigos míos, despierta este tipo de sentimientos, acá estamos “A solas con los clásicos”. Ahora Silvana va a hacer lo necesario para que tengamos la mejor audición del Concierto nº 2 en sol menor, Op. 8, El Verano, de Las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi.

—Tengo otro llamado para vos.

—¿Otro fanático?

—Me dijo que es una amiga tuya, Romina.

—Que me llame al celular cuando termine el programa, decile que ahora no puedo.

A la una de la mañana en punto entregaron el estudio y apenas salió a la calle tuvo un llamado en su celular.

—Hola Romina. Qué alegría escucharte. Disculpame que no te contesté durante el programa, pero tenemos una crisis de audiencia y lo estoy trabajando con mucha atención.

—Por favor no me des explicaciones, está todo bien. Yo te llamaba para ver si nos podemos juntar porque quería conversar contigo.

—Bueno, ya sabés cómo es mi vida. Yo ahora, por ejemplo, me voy a mi casa, tengo comida lista para calentar, ceno, miro un poco de televisión y me acostaré a las tres de la mañana aproximadamente. Si querés cenar conmigo te espero.

—Bueno, voy para allá.

Era bastante raro lo de Romina, haría como 6 meses que no se veían.

Ambos llegaron juntos a la casa de Amílcar.

—¿Cenás conmigo?

—Te acompaño picoteando un poco.

—¿Qué es de la vida de José Enrique?

—Chau, chau, adiós. Se fue a vivir a Canadá, está muerto de frío pero me dice que está muy contento. ¿Cómo anda Roberta? Al igual que a vos hace mucho que no la veo.

—Bien, bien, como siempre, tranquila.

—Te tengo que contar algo.

—De repente pusiste cara de drama.

—Es que no me resulta cómodo pero creo que si no lo hago te traiciono y si bien nos vemos muy poquito vos siempre fuiste un gran tipo conmigo.

—Bueno, basta de suspenso, por favor.

—Roberta te engaña.

Él nunca lo había descartado, pero que se lo dijera una amiga lo incomodaba, por otro lado no sabía si ella lo hacía como un acto de lealtad hacia su persona o para perjudicar a Roberta con la cual nunca existió una pizca de simpatía.

—Para vos, ¿es importante que yo sepa con quién me engaña o es alguien desconocido?

—Creo que deberías saber de quién se trata.

—¿Vos la viste con alguien?

—Sí, anoche mismo.

—La verdad, por ahora no me interesa. Ni con quién sale, ni cuándo sale, ni nada. Roberta y yo ya no tenemos nada que ver.

—Ah bueno, me alegro por vos, disculpame que te venga con esta historia, ahora que seguramente ya no te importa. O tal vez sí, yo por ejemplo en alguna oportunidad he terminado mal con algún tipo, siendo mía la decisión de romper y sin embargo al enterarme que andaba con otra me daba celos, aunque lo odiaba, qué sé yo, cosas raras que nos pasan.

—No me pasa nada. Con Roberta teníamos una relación que se venía deteriorando desde hacía varios meses. ¿Querés un té o un café?

Un cuchillo muy filoso lo estaba cortando desde la garganta hasta el estómago.

—Un té por favor.

—¿Vos estás saliendo con alguien?

—No, no.

—¿Entonces lo de José Enrique es historia?

—Exactamente.

—Por lo tanto te puedo invitar a un concierto que dará Kenny Hubbard, un gran pianista de jazz, estadounidense, me obsequiaron dos entradas para el próximo sábado. ¿Te gusta el jazz?

—Y… mucho no entiendo.

—Mirá uno de los puntos básicos no es entender el jazz, lo que debe importar es sentirlo. Y uno de los caminos para sentirlo es ir a una jam session, que es una reunión informal de músicos de jazz, también conocida como una “tocada” o “zapada”, obviamente entre ellos existe mucha afinidad y tocan para su propio placer música no escrita ni ensayada. Si querés, después de ir al teatro, comemos algo y luego nos vamos a “La Guarida” donde siempre se juntan músicos a improvisar.

—De mi parte queda confirmado, pero ¿nos volveremos a hablar? ¿No?

—Sí, por supuesto, lo chequeamos el jueves.

—¿Me pedís un taxi? Por favor.

Mientras buscaba el teléfono de una compañía de taxis, pensaba si debía decirle que se quedara a dormir.

—Romi, yo tengo suficiente comodidad. ¿Querés quedarte a dormir? Es bastante tarde.

—Todo bien, pero mañana tengo un día agitado y debo salir temprano. Te agradezco

Mientras el taxi se alejaba pensaba que mejor así, no tenía ganas de estar ni con Romina ni con nadie. Tal vez el sábado le preguntara quién era el tipo con quien lo engañaba Roberta.

Jam session

Aquella noche nuevamente el portero le indicó que el señor Gallardú dejó dicho que pasara por su oficina.

—Hola.

—Pasá, pasá.

—Dígame si vamos mejor, por favor.

—Algo está pasando porque esta mañana me llamó el Dr. Martinez y me dijo que el director Walter Bucarelli le preguntó si no le interesaría que le hicieras un reportaje. Martinez se agrandó y le dijo que lo iba a conversar contigo. ¿Te interesa?

—Claro que me interesa. Pero voy a necesitar un tiempo para armar un programa más que atractivo.

—Bien, le voy a decir que estás muy contento, pero que querés prepararte muy bien para estar a la altura de semejante personalidad.

—Es que es cierto, voy a querer hacer un muy buen programa y desde ya le pido, señor Gallardú, una buena difusión en la radio.

—Por supuesto, pero ponete a trabajar para sacarle todo el jugo a este tipo.

“Queridos amigos, acá estamos otra noche más “A solas con los clásicos”. Los saluda Amílcar Arrechea y en nombre mío y de Silvana Lamberti les decimos muchas gracias por su acompañamiento. Son las 22:06 horas. Hoy vamos a llevar a sus oídos una muy linda programación.

En principio vamos a escuchar el Vals Mefisto de Franz Liszt.

La personalidad de Liszt era múltiple: Liszt el virtuoso del piano, el director, el empresario, el viajero insaciable, el inventor del poema sinfónico, el atrevido compositor de las desenfrenadas Rapsodias Húngaras, el escritor de innumerables corales sacros, el que usaba guantes verdes, el que tocaba diez conciertos en un mes para ayudar a las víctimas de las inundaciones del Danubio, el de la sonrisa desdeñosa y melancólica y el de la risa sardónica y mefistofélica.

Cósima Wagner fue la hija ilegítima de Liszt con la condesa y escritora Marie d’Agoult; en 1857 Cósima se casó con Hans von Bülow, famoso pianista y director de orquesta, alumno de Liszt y amigo de Wagner. El matrimonio, del cual nacieron dos hijas, Daniela y Blandine von Bülow, fue dictado más por el deber del alumno hacia el maestro que por verdadero amor. Lo que unía a ambos era la pasión por el arte de Wagner.

La relación de Cósima con Wagner, 24 años mayor que ella y ya casado también, se profundizó en 1862, hasta que los dos se hicieron amantes en el verano de 1864 en Múnich, mientras Wagner y los Von Bülow eran huéspedes del rey Luis II de Baviera.

Hans von Bülow, devoto de Wagner hasta la autoanulación, aceptó la situación, reconociendo que Cósima no habría sido feliz con ningún otro.

Como verán amigos en las grandes alturas de la música de los clásicos, las pasiones domésticas también se inmiscuyen.

Luego del vals escucharemos una corta tanda y luego nos regocijaremos con la Rapsodia Húngara N° 2 del gran Liszt.

Quiero adelantarles que estamos en contacto con el reconocido director de orquesta Walter Bucarelli para realizar una serie de entrevistas con el intento de que conozcan algo más de esta reconocida personalidad y para que, nuestros queridos oyentes, puedan profundizar sus conocimientos sobre el mundo de las grandes orquestas.