Historia esencial de Valencia - Enrique Gallud Jardiel - E-Book

Historia esencial de Valencia E-Book

Enrique Gallud Jardiel

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Beschreibung

Abarcando desde la época prerromana y la fundación de Valencia en el 138 a. C. hasta nuestros días —en que esta región se ha convertido en muchos ámbitos en ejemplo para el mundo—, esta Historia esencial de Valencia presenta una visión sintética y panorámica a la vez de la génesis y el desarrollo de un pueblo que ha destacado por su cultura, por su arte, por su proverbial alegría y por la afabilidad de sus gentes, sin olvidar el valor que dio nombre a su capital, que se hizo famosa como Valentia Edetanorum. La historia de Valencia y sus ciudades está llena de grandes gestas, de sucesos trascendentes, de personajes ilustres, de hitos culturales y de acendradas tradiciones. En este libro se ha pretendido elaborar una cuidada síntesis de ello, haciéndolo accesible a lectores de toda edad y formación, sin desvirtuar los hechos, sin ignorar lo importante y con el primordial objetivo de realzar y exaltar la vida de un pueblo noble y artístico que, como acertadamente afirma su bello himno, supo hacer mucho y supo hacerlo bien «para ofrendar nuevas glorias a España».

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La Colección Llibres Acadèmics está destinada a la difusión de estudios, monografías, libros divulgativos, ensayos y textos de perfil académico.

Entre sus publicaciones más recientes destacan: Curiosidades sobre Valencia, de Ismael Martí; Historia esencial de Valencia, de Enrique Gallud; Valencianos inmortales, de Alejandro Alcalá, entre otros.

ENRIQUE GALLUD JARDIEL

HISTORIA

esencial de

VALENCIA

© Ed. Perelló, SL, 2024

Calle de la Milagrosa Nº 26, Bajo

46009 - Valencia

Tlf. (+34) 644 79 79 83

[email protected]

http://edperello.es

I.S.B.N.: 978-84-10227-99-6

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ÍNDICE

HISTORIA DE VALENCIA

Prehistoria

Época prerromana

Época romana

Época visigótica

Época musulmana

El Reino de Valencia

El siglo XV

El siglo XVI

El siglo XVII

El siglo XVIII

El siglo XIX

El siglo XX

CRONOLOGÍA

GALERÍA DE VALENCIANOS ILUSTRES

Alejandro VI

Carlos Arniches

«Azorín»

Mariano Benlliure

Vicente Blasco Ibáñez

Nino Bravo

Santiago Calatrava

Calixto III

Guillem de Castro

Ruperto Chapí

Vicent Andrés Estellés

Antonio Ferrandis

Joan Fuster

Luis García Berlanga

Miguel Hernández

Paco Ibáñez

Sor Isabel de Villena

El padre Jofré

Ausiàs March

Joanot Martorell

Gabriel Miró

Concha Piquer

José de Ribera

Joaquín Rodrigo

Jaume Roig

José Serrano

Joaquín Sorolla

Francisco Tárrega

San Vicente Ferrer

Arnau de Vilanova

Juan Luis Vives

BIBLIOGRAFÍA

HISTORIA DE VALENCIA

Prehistoria

La Prehistoria en la Comunidad Valenciana se inicia en el Paleolítico inferior (350.000 a.C. aproximadamente), con la aparición de los primeros pobladores, hasta la llegada de los griegos, fenicios y cartagineses (alrededor del 500 a.C.).

La documentación de los primeros pobladores en la actual Comunidad Valenciana se encuentra en la Cueva de Bolomor, en Tavernes de Valldigna, donde se encuentran asimismo los primeros vestigios de fuego controlado, en torno al 250.000 a.C.

Del 50.000 a.C. al 30.000 a.C. los neandertales ocuparon la zona hasta su extinción. Fue entonces cuando se mejoró la economía y la técnica y comenzaron a aparecer expresiones artísticas particularmente interesantes por la habilidad técnica de sus creadores y porque mostraban su identificación con un mundo simbólico.

En el Paleolítico medio hay abundantes restos del hombre de Neandertal, que era nómada, vivía en cavernas, se dedicaba a la caza y la recolección, y realizaba cultos funerarios. Empleaba herramientas de piedra, bastante eficaces, y elementos orgánicos, que le ayudaron a sobrevivir.

A finales del Paleolítico Medio, alrededor del año 40.000 a.C., se inicia la expansión del hombre de cromañón (Homo sapiens) y la extinción de los neandertales en torno al 30.000 a.C. En el territorio valenciano este cambio tuvo lugar de forma rápida y radical.

En en Paleolítico Superior se produjeron cambios significativos: una tecnología y caza más especializada, optimización de recursos y desarrollo del arte, pese a las duras condiciones climáticas de dos glaciaciones.

La talla del sílex se perfeccionó y se construyeron herramientas especializadas. Igual progreso vio la caza (ciervos, cabras montesas, conejos), que redujo la movilidad de las poblaciones. Los yacimientos valencianos hasta esta época se concentran en la provincia de Alicante.

Durante este período se desarrolló el arte parietal o rupestre (pintado en las paredes de las cuevas). Pero el arte paleolítico predominante es el arte mueble, los objetos artísticos que se pueden transportar, como plaquetas decoradas y armas personalizadas.

El Epipaleolítico o Mesolítico expandió los bosques y aumentó el nivel del mar. La región vio una mejora en el clima y aumento de recursos animales y vegetales. Los asentamientos duraron menos y se concentraron en las costas y alrededor de los ríos y albuferas. Aumentó mucho su número (se conocen más de treinta) y se fueron expandiendo hacia la provincia de Castellón.

De esta época son numerosas pinturas rupestres con figuras de pequeño tamaño y de colores oscuros, que son escenas de caza, mostrando siempre a un grupo de individuos y nunca a uno de ellos en solitario.

La llamada Revolución Neolítica se inició en esta zona de Levante peninsular alrededor del 5550 a.C. Se desarrollaron nuevos métodos de producción y se introdujeron otros materiales, como la cerámica y la piedra pulida. A causa de la introducción de la agricultura y la ganadería se produjeron cambios en de alimentación y en la organización de la población. La caza y la recolección pasaron a un segundo término. Entre las provincias de Valencia y Alicante existen algunos de los yacimientos más importantes de todo el Mediterráneo.

Con la agricultura, las poblaciones cazadoras y recolectoras se fueron haciendo sedentarias, como lo demuestra la construcción de grandes cerámicas y silos para almacenar el grano (trigo, cebada y leguminosas). En el Neolítico se desarrolla asimismo la ganadería (oveja, cabra y cerdo), lo que llevó a la creación de asentamientos permanentes.

La característica más importante del momento en Levante es la aparición de la llamada cerámica cardial. Se han hallado restos humanos de rituales funerarios, cuyos enterramientos presentan cerámicas decoradas de esta forma. También se trabajó la piedra pulida, con la que se fabricaron herramientas específicas para la agricultura.

La mayoría de los asentamientos de esta época eran cuevas, aunque también los había al aire libre. Las pruebas del carbono-14 han datado objetos hallados en estas cuevas entre el 5750 y el 5050 a.C.

En las primeras etapas del Neolítico el arte rupestre fue muy importante en el territorio levantino. La variedad más antigua fue el arte macroesquemático, asociado a las primeras poblaciones neolíticas. Luego vino el arte Levantino, naturalista y narrativo, caracterizado por escenas de caza. Y, más tarde, el arte Esquemático, que perdura hasta la Edad de los Metales, con caracterización de humanos y animales mediante líneas muy básicas.

El Calcolítico (o Edad del Cobre) es un período de transición a la Edad del Bronce y mantuvo muchos de los rasgos característicos del neolítico. Se reduce la caza y se aumenta el cultivo de cereales y legumbres, y el aprovechamiento del ganado y de sus productos derivados (leche y lana).

Prospera la cerámica campaniforme y la elaboración armas de cobre. Aumenta el número de poblados al aire libre y próximos a los ríos. Las casas de barro con vegetales comienzan a tener zócalos de piedra como base, en formas rectangulares o circulares. Surgen las murallas, como prueba de la preocupación defensiva.

En el Calcolítico valenciano aparecen cuevas de enterramiento, generalmente en cavidades o grietas naturales, donde se enterraba a varios los fallecidos, junto con enseres y objetos de adorno.

En algunas cuevas levantinas se han encontrado los llamados «ídolos oculados», representaciones humanas practicadas en los huesos de los individuos enterrados.

Con la Edad del Bronce la agricultura se desarrolla, los asentamientos son cada vez más complejos y las sociedades comienzan a organizarse jerárquicamente. Surgen la metalurgia y la producción textil. Los asentamientos se construyen en zonas elevadas y presentan murallas de piedra.

Esta época se divide en el Bronce Valenciano (2200 a.C.–1500 a.C. ) y el Bronce Tardío (1500 a.C.–1 000 a.C.), al que le sigue el Bronce Final (1000 a.C.–800 a.C. aproximadamente), una etapa de transición.

El Bronce Valenciano presenta una cultura propia de la región valenciana, independiente de otras. Se caracteriza por la ausencia de enterramientos bajo las casas y la inexistencia de algunos objetos cerámicos. La provincia de Alicante, sin embargo, recibe influencias de la cultura argárica de Almería.

Del Bronce Tardío hay pocos vestigios, debido al uso de materiales blandos y poco duraderos.

La agricultura y la ganadería fueron las actividades principales, con un aumento de rendimiento y producción, debidos a la inclusión de nuevas especies y a la alternancia entre cereales y legumbres. Se introdujo el arado, lo que facilitó la agricultura extensiva de secano. La ganadería se basaba en la cría de cabras y ovejas. También se criaban cerdos, caballos yo bueyes.

El aumento de la población produjo una gran explotación del territorio, con la consiguiente deforestación.

La producción de bronce fue muy reducida, debido a la escasez de materias primas. La región valenciana tuvo que abastecerse de extracciones mineras de Almería y Murcia. Al contrario que en otras culturas, donde la metalurgia producía objetos metálicos de adorno, en el Bronce Valenciano se buscaba más la finalidad práctica (punzones, puntas de flecha, cinceles, puñales).

A partir del Bronce Valenciano se encuentran asentamientos por todo el territorio y de todos los tipos, generalmente al aire libre en terrenos elevados y de difícil acceso. Las casas eran cuadradas o rectangulares, tenían suelos de tierra batida, y se sostenían con vigas y postes de madera. Sus áreas estaban diferenciadas según la actividad; zonas de trabajo, de almacenamiento, de fabricación o de descanso.

Durante el Bronce Final se introdujeron especies como el lino o el mijo, y surgieron grupos ganaderos de gran movilidad. La cerámica característica de este período es la carenada.

La región valenciana fue un red intercomunicadora entre las diferentes culturas. Sufrió una crisis en los asentamientos, que fueron abandonándose de forma progresiva. Surgieron otros en ubicaciones diferentes.

Se inició la práctica de la cremación de cadáveres: se incineraba a los difuntos y se depositaban sus cenizas bajo tierra en una urna cerámica.

La Edad del Hierro abarca el período entre en torno al 800 a.C. y la conquista romana en el 218 a.C. Sus características principales son la expansión de este metal, el crecimiento demográfico y la urbanización de los poblados.

La agricultura introdujo el olivo y la vid. La ganadería no sufrió cambios respecto al período anterior. El aumento demográfico provocó la aparición de centros urbanos con casas de piedra y calles planificadas.

Es destacable en este periodo el comercio con los fenicios, sobre todo en la zona cercana a la desembocadura del Vinalopó, donde había una gran concentración de población. El único asentamiento fenicio en la zona valenciana fue La Fonteta, en Guardamar del Segura.

Época prerromana

La época prerromana abarca desde los primeros asentamientos hasta la llegada de los romanos a la península ibérica. Durante este período la región valenciana experimentó diversas transformaciones culturales, sociales y económicas que fueron relevantes durante su integración en el mundo romano.

La época ibérica en esta zona abarca el período comprendido entre el 5000 y el siglo III a.C., momento en que los íberos eran el pueblo predominante en la península.

Los íberos eran tribus separadas, aunque presentaban características culturales semejantes. La sociedad ibérica estaba organizada en torno a una estructura política descentralizada, con ciudades-estado gobernadas por aristocracias locales. Las ciudades más importantes ejercían control sobre las más pequeñas, conformando una especie de reinos de las que eran capital. Estas ciudades-estado mantenían relaciones diplomáticas y comerciales entre sí, pero también mantuvieron conflictos y guerras territoriales.

Se encontraban situadas principalmente en lugares altos donde era posible una mejor defensa, lejos de la llanura donde actualmente está la ciudad de Valencia, ya que en aquella época aquella zona era un lugar pantanoso y prácticamente inhabitable. La capital ibérica de esta zona estaba situada en la actual Liria y recibía el nombre de Edeta.

En cuanto a la ciudad de Valencia, parece ser que existía una pequeña población fortificada en una isla sobre el río Turia. Recibía el nombre de Tyris o Tyrin.

Los íberos presentaron una cultura muy específica, con claras muestras de arte, como la Dama de Elche o el Guerrero de Mogente. Además destacaron por la gran variedad de sus piezas de cerámica, monedas etcétera.

La lengua ibera está documentada y los textos se pueden leer, aunque no se conoce su significado, por no haber lenguas afines. Sí da información sobre los antropónimos, topónimos y nombres de dioses.

La sociedad estaba conformada de una manera estructurada y cuando las relaciones con pueblos del exterior hicieron necesaria unas comunidades más estructuradas, hizo su aparición la aristocracia y se llevó a cabo una división del trabajo más especializada. Se constituyeron monarquías, frecuentemente hereditarias.

La economía se basaba principalmente en la agricultura y el comercio. Los cereales eran la base de la producción (cebada, trigo, mijo, espelta, escanda y avena), seguidas por las legumbres (lentejas, guisantes, habas). En ganadería se criaron bóvidos, cerdos, cabras y ovejas; se valoraban mucho los caballos y también se dio importancia a la pesca.

La metalurgia produjo armas e instrumentos de trabajo (arados, picos, azadas, hoces y tijeras de trasquilar). Hubo también mucha producción textil y cerámica. El comercio de importación exportación fue abundante con las zonas colindantes del Mediterráneo.

Hay constancia de que en el siglo IV a.C. se acuñó moneda de plata en la actual Sagunto, lo que ha servido para conocer denominaciones de lugares, nombres de dioses y otros datos culturales.

La religión desempeñaba un papel importante en la vida cotidiana de los iberos, con la adoración de dioses y diosas asociados con la naturaleza, la guerra y la fertilidad. Hubo sacrificios animales, en los que se recogía la sangre de las víctimas y se entonaban cánticos con música. Era también frecuente el culto a los antepasados.

Deméter, la adivina griega femenina relacionada con la agricultura, fue la más popular. No se conocen muchos datos sobre los nombres de las divinidades ibéricas, aunque se sabe que se solía divinizar a los héroes.

Se incineraba a los cadáveres junto con sus ropas y armas, y sus restos se colocaban en urnas que se enterraban posteriormente. También se inhumaban a los niños pequeños dentro de las casas. Según las creencias generalizadas, los cadáveres de los muertos se convertían en humo y ascendían al cielo. Se efectuaban diversas ceremonias posteriores a la cremación, con la ruptura ritual de los vasos cerámicos que se habían empleado en el banquete de difuntos.

La llegada de nuevos pueblos a las costas valencianas introdujo nuevas influencias culturales y económicas en la región. Los primeros que entraron en contacto con los contestanos y edetanos que vivía en la Comunidad Valenciana fueron los fenicios, un pueblo marinero que estableció factorías comerciales a lo largo de la costa mediterránea, como la ciudad de Hemera Ketidua (Guardamar del Segura), donde comerciaban productos como el vino, el aceite y la cerámica con las comunidades locales.

También los griegos llegaron a esta zona y fundaron colonias en lugares estratégicos, como la ciudad de Hemeroskopeion (Denia), desde donde controlaban el comercio marítimo en el Golfo de Valencia. Los griegos entraron en conflicto entraron en conflicto con los fenicios y acabaron desplazándoles de sus asentamientos.

La influencia fenicia y griega produjo nuevas técnicas de agricultura y artesanía, así como la adopción de sistemas de escritura alfabética. Además, el comercio con ellos permitió a los pueblos ibéricos acceder a una amplia gama de bienes de lujo, como joyas, cerámica y textiles, que se convirtieron en símbolos de rango entre la aristocracia local.

La presencia fenicia y griega en la zona no fue enteramente pacífica: hubo frecuentes conflictos y tensiones entre las tres comunidades. Las rivalidades territoriales y comerciales a menudo ocasionaron enfrentamientos armados entre griegos, fenicios e iberos, que luchaban por el control de los recursos naturales y las rutas comerciales en la región.

Los cartagineses, descendientesde los fenicios, llegaron a la península ibérica en el siglo III a.C. y esto marcó un punto de inflexión en la historia de la Comunidad Valenciana. La poderosa ciudad-estado de Cartago, en el norte de África, buscaba expandir su influencia en el Mediterráneo occidental y establecer una base sólida en la península ibérica. Los cartagineses establecieron colonias y fortificaciones en la costa este de la península, como Akra Leuke (Sagunto), que se convirtió en un importante centro comercial y militar en la región.

La presencia cartaginesa en la Comunidad Valenciana desencadenó enfrentamientos con las comunidades ibéricas y griegas. Los cartagineses derrotaron a los griegos en el 535 a.C., en la batalla de Alalia y esto les dio entrada a toda la península, aunque no lograron un total control sobre los pueblos autóctonos, con los que mantuvieron relaciones comerciales.

Las guerras púnicas entre Roma y Cartago por el control del Mediterráneo occidental tuvieron repercusiones en la región, con batallas y asedios que afectaron a ciudades como Sagunto y Edeta. Muchos edetanos combatieron junto a Cartago en la Primera Guerra Púnica.

En el 219 a.C., el general Aníbal Barca atacó la ciudad de Arse (Sagunto). Las fuerzas cartaginesas sitiaron y destruyeron la ciudad, que resistió valientemente. Tras ocho meses de asedio, muchos de sus habitantes prefirieron suicidares. Esta batalla marcó el comienzo de la Segunda Guerra Púnica y el inicio del dominio romano en la península ibérica, cuando Aníbal fracasó frente a Publio Cornelio Escipión, que conquistó gran parte del territorio controlado hasta entonces por los cartagineses. Tras su derrota en la batalla de Zama, Cartago cedió Hispania a Roma.

Época romana

Este período, que abarca desde la conquista romana hasta la caída del Imperio, está marcado por una serie de eventos significativos que moldearon la identidad y el desarrollo de la región.

La llegada de los romanos a la península ibérica se produjo en el siglo III a.C., cuando las legiones romanas comenzaron a expandir su dominio sobre el Mediterráneo occidental. La conquista de la península ibérica fue un proceso gradual que se prolongó durante varios siglos, con enfrentamientos bélicos entre los romanos y las diversas tribus y reinos indígenas que habitaban la región. La romanización en esta zona fue particularmente importante, notable debido a su ubicación estratégica en la costa oriental de la península y su riqueza en recursos naturales.

En el año 616 AVC (ab urbe condita, desde la fundación de Roma) el cónsul romano Décimo Junio Bruto, conocido como «el Galaico» por su conquista del norte de Lusitania y de Galicia, licenció a sus tropas, unos 2 000 hombres. En aquel tiempo era habitual que se ofreciese a los veteranos un premio en denarios o la concesión de tierras en alguna colonia romana. Como premio a su valor, Décimo concedió a sus hombres territorios en Levante, en una isla fluvial junto a la desembocadura del Turius o Tyris, junto al vado del río por donde pasaba la Vía Heraclea, conocida después como Vía Augusta. Esto supuso la fundación de Valentia Edetanorum (del latín ‘valentia’, «valor», y ‘edetanorum’, «de los edetanos), en el año 138 a.C. El núcleo principal de esta ciudad se encontraba en el entorno de la actual plaza de la Virgen.

Se adjudicó el rango de colonia a este emplazamiento, situado entre las cuatro principales ciudades de la zona: Arse (Sagunto), Edeta (Liria), Saetabis (Játiva) y Dianium (Denia). Eran tierras semipantanosas, pero pronto se las supo fertilizar y se convirtieron en un lugar próspero que aumentó pronto su población y que quedó bajo la división de Hispania Tarraconensis, cuya capital se encontraba en Tarraco (Tarragona).

El general Quinto Sertorio, gobernador de la Hispania Citerior, se negó a reconocer la autoridad de Lucio Cornelio Sila, dictador de Roma, y se rebeló contra el Imperio. La ciudad fue aliada del rebelde y participó activamente en las guerras sertorianas. En el año 75 a.C., Cneo Pompeyo Magno derrotó al sublevado tras varias batallas y destruyó parcialmente la ciudad, como castigo a su resistencia y a la lealtad de la ciudad a Sertorio. Únicamente quedó en pie un edificio dedicado a Esculapio, el dios de la medicina. Tras esta destrucción, la ciudad permaneció abandonada durante aproximadamente medio siglo.

El tiempo de Augusto, se volvió a refundar, entre el 5 a.C. y el 5 d. C., aunque se tardarían varios años en conseguir recuperar el crecimiento anterior, lo que no tendría lugar hasta el tiempo de la dinastía Flavia, que favoreció la inmigración de nuevos ciudadanos.

La ciudad vio la construcción de numerosos edificios públicos, como el foro y un circo con capacidad para 10.000 personas, hubo un puerto fluvial, un acueducto, obras de distribución de aguas,, santuarios y necrópolis.

Durante el siglo II Valencia presentó características propias de las urbes imperiales, siendo una ciudad profundamente romanizado en todos sus aspectos. La colonia tuvo una paz relativa, hasta la llegada de las primeras oleadas de pueblos germánicos, que atravesaron el Valle del Turia en el 260.