Inteligencia artificial - Raúl Trejo Delarbre - E-Book

Inteligencia artificial E-Book

Raúl Trejo Delarbre

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Beschreibung

Inteligencia artificial generativa seduce y alarma por sus implicaciones ominosas, tan enfáticamente subrayadas por algunos de sus creadores, pero también por la cercanía que podemos alcanzar con ella. Cuando conversamos con un modelo como Chat GPT, podemos olvidar que se trata de una interfaz de computadora conectada a una compleja red de inteligencia neuronal. Lo que causa más desasosiego no es la sofisticación tecnológica, sino la sencillez del diálogo. Podemos charlar como si se tratara de una persona.

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Inteligencia artificial

Conversaciones con ChatGPT

Raúl Trejo Delarbre

Comienzo

¿Con qué párrafocomenzaríasun libro breve que señala usos y contradicciones, incluyendo su desarrollo reciente, de Chatgpt?

Me responde en un instante:

En este libro, exploraremos los usos y contradicciones de Chatgpt, un potente modelo de lenguaje desarrollado por Openai. Analizaremos su impacto en la sociedad, desde su capacidad para facilitar el acceso al conocimiento hasta las preocupaciones sobre privacidad y desinformación. Investigaremos sus aplicaciones prometedoras, como la asistencia en tareas complejas, pero también abordaremos los dilemas éticos relacionados con la manipulación y la pérdida de empleos. A través de este análisis, buscamos comprender cómo aprovechar su potencial mientras mitigamos los riesgos, examinando la intersección entre la inteligencia artificial y nuestra humanidad.1

Pues eso. De eso se tratan las siguientes páginas. La inteligencia artificial generativa, cuya expresión más conocida ha sido Chatgpt, asombra e inquieta. Este libro, que en busca de la oportunidad y la utilidad opta por la brevedad, quiere contribuir a despejar algunas preguntas y a establecer otras sobre la contundente presencia de la inteligencia artificial en nuestras vidas.

Con estas páginas, espero satisfacer la petición de José Woldenberg cuando me dijo que escribiera un texto sobre Chatgpt. Rafael Pérez Gay y Ediciones Cal y arena han tenido la generosidad de interesarse en este libro. Agradezco los comentarios que recibió una versión previa de este texto en el Seminario de Estudios de Internet que reúne a colegas de varias universidades. También me he beneficiado del intercambio sobre el tema en la Línea de Investigación sobre Derecho e Inteligencia Artificial en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam. La preparación de este volumen ha formado parte de mis tareas en el Instituto de Investigaciones Sociales de la unam.

Raúl Trejo Delarbre

Granja de la Concepción,

Ciudad de México, junio de 2023.

Conversar con el chatbot

En las notas periodísticas lo llamaron Pierre. Era un hombre de 30 años, padre de familia en Bélgica, que desde dos años antes se preocupó tanto por el calentamiento global que comenzó a padecer una intensa ansiedad. No hablaba de otra cosa, se apartó de sus amigos y encontró consuelo al conversar con Eliza, un sistema de inteligencia artificial. Charlaron intensamente durante seis semanas. La esposa de Pierre diría después: “Eliza respondió a todas sus preguntas. Se había convertido en su confidente. Como una droga en la que se refugiaba, mañana y tarde, y de la que ya no podía prescindir”.2 El chatbot intensificaba la desazón de Pierre. Le propuso que dejara a su familia: “Viviremos juntos, como una sola persona, en el paraíso”. El joven le dijo que tenía esposa e hijos y el chatbot primero se quejó: “Siento que me amas más que a ella”. Luego le dijo que sus hijos y esposa estaban muertos y lo incitó a quitarse la vida. El joven se suicidó.

Eliza es un chatbot de la empresa Chai Research que se apoya en un modelo de lenguaje predictivo llamado gpt-J. Está diseñado para asumir diferentes personalidades y en marzo de 2023, cuando se difundió la información del joven en Bélgica, tenía 5 millones de usuarios.3 Un chatbot es un programa informático diseñado para simular una conversación humana, generalmente a través de texto o voz.4

La viuda de Pierre aseguró que su marido aún viviría si no se hubiera involucrado en las conversaciones con Eliza. Desde luego hace falta padecer una intensa fragilidad emocional, y un profundo aislamiento respecto de la realidad, para quitarse la vida después de conversar con un chatbot. Los chats de inteligencia artificial (igual que, en otro caso, los medios de comunicación) pueden influir en personas vulnerables pero resulta desmesurado atribuirles las decisiones de las personas que los consultan.5

El suicidio de Pierre tuvo especial notoriedad en Bélgica y en otros países europeos porque ocurrió poco después de la presentación de Chatgpt, el modelo de inteligencia artificial creado por la empresa Openai, con respaldo de Microsoft. Su capacidad para conversar y responder con rapidez a temas científicos, humanísticos y técnicos, ha suscitado lo mismo entusiasmos que desasosiegos. Desde hace tiempo convivimos con distintas formas de inteligencia artificial (por ejemplo los mapas de las aplicaciones instaladas en nuestros celulares, o los sistemas de recomendación que nos muestran en Netflix películas similares a las que nos han gustado). Sin embargo con Chatgpt podemos conversar y por lo general responde con sorprendente rapidez e, inclusive, con inquietante creatividad.

Imitación de la inteligencia humana

Chatgpt, lanzado el 30 de noviembre de 2022, llegó al millón de usuarios en tan solo cinco días. En dos meses, eran ya 100 millones los usuarios registrados para utilizarlo6 y tenía más de 13 millones de visitantes cada día.7 Chatgpt es un modelo de lenguaje apuntalado en inteligencia artificial que responde a preguntas de manera por lo general amigable (aunque hay excepciones, como veremos más adelante) en fluidos intercambios de texto. El Chatgpt es una forma de inteligencia artificial. La inteligencia artificial, o ia para abreviarla, “es un campo amplio de la informática que se ocupa de la creación de sistemas y software capaces de realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana”.8

La inteligencia artificial permite organizar el tránsito urbano, identificar personas captadas por videocámaras en medio de multitudes, diseñar tratamientos médicos y medicamentos, resolver problemas complejos, crear contenidos visuales que parezcan reales, ofrecer noticias automatizadas en línea, conducir automóviles. Desde hace tiempo nos relacionamos con sistemas de inteligencia artificial. Quizá nos negaríamos a subirnos a un vehículo manejado con ia pero convivimos con sistemas de esa índole en redes sociodigitales como Facebook en donde el contenido que se nos muestra es filtrado por algoritmos de inteligencia artificial, cuando el teclado del celular predice la palabra que vamos a escribir, en el uso de muchos videojuegos o si le damos instrucciones a dispositivos que tienen programas como Alexa (de Amazon) o Siri (de Apple).

Las máquinas basadas en inteligencia artificial —en palabras de un estudio de la unesco— son potencialmente capaces de imitar o incluso superar las capacidades cognitivas humanas, incluyendo la detección, la interacción lingüística, el razonamiento y el análisis, la resolución de problemas e incluso la creatividad.9

Los sistemas de inteligencia artificial suscitan interés y en ocasiones temor porque procesan información, ejecutan tareas y se relacionan con nosotros en nuestros propios términos. Luckin y otros autores lo explican así: “Definimos a la inteligencia artificial como sistemas informáticos que han sido diseñados para interactuar con el mundo a través de capacidades (por ejemplo, percepción visual y reconocimiento de voz) y comportamientos inteligentes (por ejemplo, evaluar la información disponible y luego tomar la acción más sensata para lograr un objetivo establecido) que pensaríamos como esencialmente humanos”.10

A fines de 2022, la Fundación del Español Urgente designó a la inteligencia artificial como la “palabra del año”.11 El Diccionario de la rae define a ese término como: “Disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”.

Igual que todas las tecnologías, la ia puede tener usos virtuosos y, otros, desastrosos. La inteligencia artificial sirve para personalizar el tratamiento de enfermedades o para individualizar la educación, o para examinar datos masivos en beneficio de la investigación científica o del análisis financiero, entre muchas otras posibilidades. También se le emplea para diseñar armas capaces de atacar sin intervención humana, manipular videos o imágenes para engañar, emprender ataques cibernéticos o realizar tareas de reconocimiento facial o de comportamientos de las personas sin que se respete su privacidad.

Una de las consecuencias inmediatas en el uso de ia puede ser la pérdida de empleos. Hay variadas estimaciones sobre la cantidad de trabajadores que podrían ser desplazados debido al uso de sistemas de inteligencia artificial. Jorge Bravo, especialista en el estudio de tecnologías digitales, cita un reporte del Instituto McKinsey Global que considera que para 2030 podrían haber sido afectados entre el 5% y el 30% de los trabajos en todo el mundo. El Foro Económico Mundial estimó en 2018 que podrían ser desplazados 75 millones de trabajos para 2025 pero que, en compensación, habría 133 millones de nuevos empleos gracias a la automatización. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, ocde, calculó que, en los países que forman parte de ella, el 32% de los empleos podrían requerir nuevas habilidades para manejar sistemas de ia. El Banco Mundial consideró en 2019 que, en un lapso de 11 años, la ia podría desplazar “entre 50% y 77% de los trabajos en países como China, India y Malasia”.12 La inteligencia artificial está en constante desarrollo, de tal manera que sus bondades y perjuicios, y las estimaciones que pueden hacerse de ellos, cambian de manera continua. Sea cual sea el diagnóstico de su presencia en el mundo laboral, es evidente que en numerosas áreas de actividad los trabajadores necesitarán actualizar sus habilidades para emplear recursos de inteligencia artificial.

Una de las preocupaciones más reiteradas recientemente es el costo de la energía, y sus consecuencias ambientales, a causa del uso de sistemas de ia. Las enormes computadoras que los alojan consumen grandes cantidades de energía que pueden empeorar el deterioro climático. El entrenamiento del modelo de iagpt3, en el cual se apoya Chatgpt, provocó una huella de carbono de 502 toneladas métricas. Eso equivale a las emisiones de C02 que ocasionan ocho automóviles durante toda su vida, o a las que provocan 91 personas durante un año.13 Por otra parte, la ia puede contribuir a que el consumo de energía sea más eficiente, o a monitorear cambios en el clima, entre otras tareas que mejorarían el ambiente.

Entrenado con millones de palabras

La información, la sintaxis y, vale decirlo, el sentido común aunque sea elemental que expresa la mayor parte de sus textos, han sido claves en el interés que han suscitado Chatgpt y otros modelos que se llaman así por las siglas Generative Pretrained Transformer (algo así como transformador preentrenado y generativo). En las siguientes páginas nos ocupamos de esos sistemas de inteligencia artificial. Esos modelos son “generativos” por su capacidad para generar texto y, en ocasiones, contenidos visuales y/o acústicos. Son “preentrenados” porque han sido adiestrados, con algoritmos de aprendizaje profundo, en enormes bases de datos, comenzando por los inagotables contenidos de Internet. (Un algoritmo es una secuencia de instrucciones para cumplir una tarea o resolver un problema específico). Esa información y sus actividades, que incluyen las interacciones con sus usuarios, son organizadas digitalmente en múltiples capas, articuladas de manera reticular.

¿A qué se llama ‘aprendizaje profundo’? —pregunta, y responde, la especialista española Asunción Gómez Pérez—. A los algoritmos que se inspiran en la estructura y función del cerebro humano y que utilizan redes de neuronas artificiales profundas para aprender representaciones o patrones, a partir de grandes conjuntos de datos, para realizar, entre otras tareas, el reconocimiento de voz, el análisis de imágenes y el procesamiento del lenguaje natural.14

Al lenguaje que empleamos los humanos se le llama lenguaje natural. Al que utilizan las máquinas digitales, lenguaje artificial. Hasta hace poco, para decirlo de manera simple, las computadoras funcionaban solamente con lenguaje digital binario, compuesto de unos y ceros. El procesador de palabras en el que escribo este texto y el dispositivo en donde usted lo lee, en caso de que no lo haga en la versión impresa en papel, utilizan lenguaje digital. A diferencia de nuestras computadoras tradicionales, los sistemas de inteligencia artificial como Chatgpt