La Brujería - Miguel G. Aracil - E-Book

La Brujería E-Book

Miguel G. Aracil

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Beschreibung

Obra del periodista y escritor, Miguel G. Aracil, este libro es un profundo trabajo de investigación que nos narra, aunque sea de forma sucinta, qué es realmente La Brujería; ese conjunto de creencias, ritos y saberes que, siendo casi todos ellos de origen femenino y que se remonta no ya a siglos, sino a milenarios cultos prehistóricos en muchas ocasiones, han venido siendo manipulados, cuando no ridiculizados, desde hace siglos por los poderes oficiales (religiosos, políticos y sociales) de cada momento. Además, en estas páginas, encontraremos la historia, recogida por el propio autor, de una mujer que muchos consideran la "última bruja" de España, Lidia de Cadaqués, conocida, sin duda, por su personal y peculiar relación con el genial, universal y excéntrico pintor y escultor Salvador Dalí. Sean bienvenidos pues, al interesante y profundo mundo de La Brujería.

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© Plutón Ediciones X, s. l., 2023

Diseño de cubierta y maquetación: Saul Rojas

Edita: Plutón Ediciones X, s. l.,

E-mail: [email protected]

http://www.plutonediciones.com

Impreso en España / Printed in Spain

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

I.S.B.N: 978-84-19651-27-3

Agradecimientos

Ante todo, quiero agradecer a mi hija Elisabet el haber participado, y muy activamente, en este libro.

Ella, como hija mía, se ha criado en un ambiente en el que escuchar hablar de vampiros, brujas, OVNIS u otras rarezas, que darían miedo a otros niños, era el pan de cada día, debido a que, una gran parte de mi trayectoria profesional, tanto a nivel periodístico, como literario, se ha basado en estos apasionantes temas.

La recuerdo, como si fuera ayer, siendo una niña de pocos años, corriendo por la redacción de la revista especializada Mundo Oculto, que por entonces yo dirigía, o antes, casi un bebé, por la de la decana cabecera Karma 7, de la que fui coordinador de redacción durante un tiempo, preguntando si vería alguna bruja caminando por allí.

Se hizo mayor, se licenció en periodismo y social media y, más tarde pasó a ser profesora de una conocida universidad catalana; aunque sé que, en el fondo, le siguen apasionando estos temas, aunque no quiera reconocerlo abiertamente. Cuando entro en su despacho privado, todavía veo que, en una de las estanterías, siguen presentes casi una decena de figuritas de brujas que le compré siendo una niña.

Gracias, Elisabet, por tu colaboración en este trabajo, muy importante y más como mujer feminista que eres (pero sin llegar a radicalismos), en un libro que deja claro que, las brujas eran, en su mayoría y ante todo mujeres sabias.

A Gemma, que lleva décadas acompañándome por los misterios del mundo de lo oculto. Siempre le digo que ella es también un poco “bruja”, desde el punto de vista positivo y cariñoso.

In memoriam

A las decenas de miles de mujeres que, por reconocer públicamente que practicaban la brujería, en muchas ocasiones obligadas por la fuerza y el dolor de la tortura, fueron asesinadas (muchas también violadas, si eran jóvenes y de físico agradable, como he podido leer en viejos procesos judiciales de hace siglos) o, si tenían suerte, solo ridiculizadas y anatemizadas, por unos poderes religiosos, políticos y sociales que odiaban y no podían consentir que la mujer pudiera tener un papel importante, aunque fuera en unos cultos secretos y poco conocidos, dentro de una sociedad donde el machismo marcaba el paso y el devenir de hombres y mujeres.

Prólogo o razones para escribir este libro

Hace algunos años, antes de la pandemia y durante el popular y literario Día del Libro, 23 de abril, o Sant Jordi en tierras catalanas, me encontraba firmando libros en dos estands distintos en un muy conocido evento esotérico (al menos así se promociona actualmente) que, hace décadas (36 años) ayudé a “traer al mundo”, pero con el cual, ya nada, por suerte, tengo que ver.

En uno de dichos estands se puso a mi lado una mujer un tanto extravagante (y muy desagradable, todo hay que decirlo) que se había autoeditado su primer libro (algo muy de moda en la actualidad) sobre brujería.

Estaba yo firmando, entre otros títulos, mi ensayo La Cataluña bruja1 del que había aparecido una nueva reedición. Sin pedir permiso ni demostrar la mínima educación, cogió un ejemplar, lo hojeó y manoseó de cualquier manera (por experiencia y con más de sesenta libros publicados, puedo intuir si la persona que coge un libro siente respeto y cariño por los libros en general o, por el contrario, es de las que prefiere pasarse el día sentada viendo “telebasura” y los libros los ve como un objeto lejano, inútil y cansino), y me dijo textualmente: “Yo también soy bruja como tú”.

Me la quedé mirando fijamente, y supongo que poniendo cara de pocos amigos, y le comenté secamente que yo no era, ni por asomo, brujo ni nada parecido, simplemente un escritor y reportero que investigaba sobre el mundo de la brujería a nivel histórico y antropológico, y publicaba libros y reportajes sobre este fascinante tema.

La mujer, con su extravagante sombrero tipo florero inglés, una especie de coloreada, gastada y hortera túnica oriental, que envolvía todo su generoso cuerpo, un escote que personalmente me pareció exagerado para ir a firmar libros, y más en una mujer que, muy posiblemente iba camino de los ochenta años, me dijo estas palabras: “pues yo sí soy bruja y, además, iniciada, parapsicóloga, radiestesista, vidente, tarotista, maestra de reiki, sigo la santería hace años, y, si alguien se mete conmigo le enciendo una vela negra y con eso lo persigue la desgracia hasta que yo decida que deje de hacerlo”.

No voy a reproducir mi respuesta, pues quien me conoce sabe que tengo fama de mal carácter; aunque, sencillamente reproduciré textualmente una de las palabras que le dije: “¡Vividora!”.

Me enerva cuando alguien se auto denomina bruja sin tener ni idea de lo que realmente sabemos lo que conocemos la brujería desde un punto de vista histórico, y, por lo tanto, serio.

En anteriores libros míos sobre este tema, he tenido que recurrir a trabajos de grandes especialistas en la brujería, tanto españoles (Julio Caro Baroja, García Font, Lancré o Vandiagarán, por citar algunos) o extranjeros, de la talla, por ejemplo, de la veterana doctora Margaret Murray2 o el experto en brujería Frank Donovan, así como también he tenido la oportunidad de acceder y consultar actas judiciales y procesales que afectaban a supuestas brujas y también brujos que fueron juzgados y, en ocasiones, ajusticiados en distintos lugares de los territorios que ya formaban el Reino de España en los siglos XVI y, principalmente XVII. Gente que estaba convencida de sus ideas y convicciones y que, aunque fuera a la fuerza, ya que nadie va por gusto a la hoguera o al potro de torturas, defendieron tenazmente unas ideas que podemos englobar entre lo religioso y lo mágico, factores ambos, por otro lado, muy difíciles de separar.

Quizá, aunque sea solo por ese nimio y anecdótico suceso, me pareció más que necesario escribir este pequeño trabajo en el que, intentaré contar, aunque sea de forma sucinta, qué es realmente la brujería; ese conjunto de creencias, ritos y saberes que, siendo casi todos ellos de origen femenino y que se remonta no ya a siglos, sino a milenarios cultos prehistóricos en muchas ocasiones, han venido siendo manipulados, cuando no ridiculizados, desde hace siglos por los poderes oficiales (religiosos, políticos y sociales) de cada momento.

En este libro aprovecho para dar a conocer un poco más a una mujer que muchos consideran la “última bruja” de nuestro país, la cual, curiosamente, es más conocida en tierra extrajera (principalmente Francia, Holanda y Bélgica) que en España. Sin duda, por su personal y peculiar relación con el genial, universal y excéntrico pintor, escultor y “actor” (no tenemos duda de que en muchas ocasiones actuaba) Salvador Dalí3, el “genio de Cadaqués”, gran aficionado, por cierto, a los temas esotéricos y, ante todo, a la astrología.

Hecha esta pequeña presentación o prólogo de la obra, pasemos a continuación a comentar algunos de los principales aspectos para conocer, aunque sea solo un poco4, lo que fue y es todavía hoy en muchos casos (aunque no siempre) la brujería, verdadera religión y manera de afrontar la vida de las mujeres sabias.

En estos momentos, prácticamente agotado, fue publicado y ampliado en varias reediciones por Editorial Bastet (Barcelona).

Consultar la biografía al final del libro.

Hace más de tres décadas, y coincidiendo con mis largas estancias en el Cap de Creus (al norte de la Costa Brava) y los muchisímos días pasados en Cadaqués, casi siempre acompañado por la omnipresente tramontana (viento del norte que allí sopla), me dediqué a entrevistar a gente que había conocido personalmente a Salvador Dalí. Incluso pensé en escribir un libro monográfico sobre ese genio excéntrico, con sus muchas luces y no menos sombras (algunas realmente detestables); aunque, llegado el momento, y por razones que no vienen al caso comentar en este libro, decidí aparcar ese trabajo recopilatorio de sus menos conocidas anécdotas, comportamientos peculiares y curiosas aficiones y fobias en todos los sentidos.

Quien quiera realmente conocer extensamente la historia de la brujería a nivel general, tiene, en los libros de la doctora Murray, una verdadera enciclopedia sobre el tema, tratado desde el mayor respeto y realidad histórica y antropológica.

¿Qué entendemos por brujería?

“La Tierra, la Luna, la Ciencia, las artes, la brujería, todo ello tiene nombre femenino, ya que, el Conocimiento nació de una gran Diosa Madre que parió todo aquello que nos rodea”.

Esteban Coll y Serra-Singla, eterno viajero del tiempo y el saber.

En primer lugar, sería interesante mencionar los principales conceptos que diferentes grupos de personas tenían de la brujería antes de que la veterana y formidable investigadora Dra. Margaret Murray (1863-1963), pionera en tratar la brujería como un fenómeno antropológico, nos abriera la mente mostrándonos unos conceptos totalmente diferentes a los antes conocidos.

Entre otros méritos, cabe atribuirle a la Dra. Murray su gran importancia como egiptóloga, además de la realización de diversos estudios sobre los orígenes de distintos tipos de culto (gracias a los cuales proporcionó una nueva visión de la brujería).

Los primeros historiadores, dogmáticos, cerriles y ortodoxos por lo general, que se dedicaron a estudiar la brujería consideraron a los brujos y a las brujas personas enfermas que padecían de histerismo y neurosis.

Por otra parte, los folkloristas opinaban que los practicantes de la brujería eran personas directamente relacionadas con el ámbito rural, las cuales solían ser de carácter inofensivo, pero que, debido a su lejanía con el resto de la gente, eran poco sociables y comunicativos, motivo por el cual se les trataba de ásperos. Pese a que la opinión de los folkloristas no era tan menospreciable como la de muchos otros grupos, sí que consideraban a los brujos y a las brujas como gente aficionada a la preparación de pócimas con finalidades maléficas.

En tercer lugar, contaríamos con la opinión de los ocultistas, quienes, muy aficionados al Crepúsculo Celta, consideraban la brujería como una prolongación de dicha cultura, que tenía como única finalidad las artes de adivinación.

En cuarto lugar, encontramos la opinión de las escuelas esoteristas, de las cuales cabe destacar principalmente dos: la de Montague Summers y la de Aleister Crowley. De esta última, debido a su considerable importancia dentro del ocultismo y el esoterismo, y además de la gran representación para el ámbito de las ciencias ocultas que tuvo A. Crowley, debemos hacer una pequeña, pero necesaria, reseña.

Esta escuela abarcó a todos los seguidores de la ideología de, como su nombre indica, su fundador, el ocultista irlandés, Aleister Crowley (1875-1947).

El también llamado Maestro Therión fue miembro de diferentes órdenes esotéricas y ocultistas hasta fundar, en 1905, su propia escuela. Es importante decir que la mayoría de los conceptos relacionados con dicho personaje son de carácter satanista y estuvieron muy vinculados a la magia sexual. Uno de los factores más relevantes de Aleister Crowley es el hecho de definirse a sí mismo como “el hombre más malo del mundo” y hacerse llamar “La Bestia 666”.

Ambas escuelas compartían su opinión sobre la brujería, la cual relacionaban directamente con el satanismo y la magia negra.

Ya en último lugar, nos quedaría hablar de la opinión generalizada del pueblo, a quienes guiados a veces por unas ideas impuestas a la fuerza u, otras veces, por la incultura, el hecho de hablar de brujería les hacía venir a la mente la imagen de una mujer con un sombrero negro montada en una escoba y acompañada de un gato o un sapo, a los que calificaban de malignos, por no hablar de los que solo pensaban en la figura del diablo o aquellos más incrédulos para los que las brujas no eran (o son) nada más que un personaje de mitos y leyendas.

También es de destacable importancia la vinculación establecida por la Dra. Margaret Murray entre la brujería ritual y el culto diánico, el cual, como su nombre indica, nos haría entender los rituales y prácticas brujeriles como la adoración a la diosa romana Diana (identificada con la Artemisa griega), hecho que definiría la brujería como un culto puramente lunar.

Así pues, como hemos podido comprobar, el concepto de “bruja” es distinto según cada fuente que consultemos.

Uno de los objetivos de este libro es, sin duda, hacer llegar al lector una imagen diferente de todos los practicantes de brujería (ya que no todos fueron mujeres) e intentar demostrar que, quizás, no era gente tan diferente ni lejana a nosotros, ya que todo se debe al contexto social e histórico del momento que vivieron.

¿Quiénes eran las brujas?

A la hora de empezar este apartado, sería importante dejar dos puntos claros para que estas páginas tomen el sentido correcto.

En primer lugar y, como hemos dicho solo unas líneas atrás, no todos los practicantes de brujería fueron mujeres, pero sí la gran mayoría. Concretamente el 75%. Es por eso que en este escrito se hará referencia casi siempre a las brujas. Así pues, el lector ya queda informado que también hubo brujos, pero que, debido a su bajo porcentaje, acostumbraremos a hablar siempre en femenino de dichos personajes. A nivel de curiosidad y, como parte de la introducción, es interesante destacar que en Rusia y Estonia este hecho se produjo a la inversa, y la mayoría de los practicantes de la brujería fueron hombres; según algunos investigadores, entre los cuales hemos de destacar el nombre de William Monter, esto se debe a que estaríamos hablando de una brujería totalmente distinta a la que vamos a hacer referencia en estas páginas, resumiendo, otro tipo distintito de herejía.

“El conjuro”, Fracisco de Goya