Misterios y enigmas de la Navidad - Miguel G. Aracil - E-Book

Misterios y enigmas de la Navidad E-Book

Miguel G. Aracil

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Beschreibung

El objetivo de este libro es dar a conocer una serie de misterios, enigmas, peculiaridades y hasta rituales que giran alrededor de esta maravillosa, mágica y, ante todo, familiar fiesta que conocemos como Navidad, a través de un pequeño "collage" de temas y factores poco conocidos, por no decir ocultos, sobre estas fechas. Tanto desde un punto de vista heterodoxo, histórico y también mágico (tan de moda en el ámbito casero desde hace algunos años) el lector podrá apreciar, en la parte final del libro, algunos de los rituales mágicos y esotéricos que se realizan cuando llegan estas, mundialmente famosas, fiestas. Siempre desde el respeto, por supuesto, este libro aporta una nueva visión de algunos aspectos navideños que, por lo general, son apenas conocidos por el público.

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© Plutón Ediciones X, s. l., 2022

Diseño de cubierta y maquetación: Saul Rojas

Edita: Plutón Ediciones X, s. l.,

E-mail: [email protected]

http://www.plutonediciones.com

Impreso en España / Printed in Spain

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

I.S.B.N: 978-84-19087-99-7

Dedicatoria

In memoriam a mis padres, Miguel y Aurora, que dejaron este mundo demasiado pronto, y con los que pasé las mejores navidades de mi vida… Con esa ilusión que solo los niños pueden tener ante unas fiestas como esas.

A Enric Aracil (D. E. P.) que una noche casi navideña de 1961 se quedó dormido para siempre junto a mí, cuando me leía un cuento navideño.

A mi esposa Gemma y mi hija Elisabet, que me han permitido, con su presencia, seguir gozando de las navidades, pese a los malos tiempos que el destino me hizo sufrir en alguna ocasión.

Para E. Gómez-Esteban por su siempre positiva, desinteresada e importante ayuda a la hora de aconsejarme en algunos de mis trabajos, sean libros o reportajes, y la paciencia que demuestra ante mi inmovilismo tecnológico.

Agradecimientos

Al personal del obispado de Lleida, que una gélida mañana invernal me permitió acceder a cierta información sobre los “Pañales del Niño Jesús” que allí estuvieron depositados durante muchísimo tiempo y que aparece en un capítulo de este libro.

A Martí del Val, un hombre que en su peculiar y larga vida ha estado recogiendo antiguas tradiciones por su Ampurdán (Empordà) natal, y que, cuando le preguntas y si tiene “buen día” (que no es siempre), te cuenta viejas tradiciones y festividades ya casi olvidadas.

Prólogo

Sin duda, son miles los libros en distintas lenguas que se han escrito sobre la fiesta más sagrada y celebrada de la cristiandad: la Navidad.

En este trabajo que tienes en tus manos, estimado lector, hemos querido hacer un trabajo distinto a los habituales, oficiales o más ortodoxos.

El objetivo es dar a conocer una serie de misterios, enigmas, peculiaridades y hasta rituales que giran alrededor de esta maravillosa, mágica y, ante todo, familiar fiesta que conocemos como Navidad.

Nuestra intención ha sido recoger, dentro del espacio que nos permite este libro, un pequeño “collage” de temas y factores poco conocidos, por no decir ocultos, sobre estas fechas.

Tanto desde un punto de vista heterodoxo, histórico y también mágico (tan de moda en el ámbito casero desde hace algunos años) el lector podrá apreciar en la parte final del libro algunos de los rituales mágicos y esotéricos que muchas personas de la órbita cristiana, principalmente occidental, realizan cuando llegan estas mundialmente famosas fiestas.

Cuando el lector se adentre en estas páginas podrá conocer una versión distinta al nacimiento de Jesús y los siempre queridos Reyes Magos, la “otra historia” de Santa Claus y el Papá Noel, el familiar pesebre, una de las reliquias más famosas en su tiempo relacionada con el nacimiento del Niño Jesús (sus pañales cuando, “oficialmente” fue un bebé recién nacido) algunas de las golosinas más navideñas, la simbología de algunos elementos fundamentales (y sincréticos) de las navidades, como por ejemplo el árbol, del que pondremos como ejemplo uno de los más famosos de toda España, y otros temas que, estando relacionados con las fiestas más importantes para cientos de millones de habitantes del planeta, son poco conocidos o, vistos con un prisma distinto al que aquí presentamos.

Cuando decidimos escribir este libro y, debido a la cada vez más de moda tendencia a realizar rituales mágicos en dichas fechas, aunque para nada guste a la Iglesia, tan conservadora en estos temas, hemos decidido dedicar un capítulo a ciertos rituales, pensemos que hay cientos de ellos, que, muchas personas, tanto hombre como mujeres, cuando no en familia, realizan cuando llegan las más entrañables fiestas del año.

Esperamos y deseamos de todo corazón que, este libro te aporte una nueva visión, siempre respetuosa, de aspectos navideños que, por lo general son apenas conocidos, cuando no totalmente desconocidos por la mayoría de cristianos que celebran en familia y llenos de gozo estas fiestas que, desde hace casi dos mil años son ideales para vivirlas en familia y rodeadas de la magia que solo la Navidad tiene entre los cristianos de todo el mundo

Aunque sin villancicos ni dulces navideños, que ya surgirán entre las páginas de este libro, vamos a adentrarnos en un mágico viaje por los misterios, ritos y peculiaridades de la Navidad.

Noviembre del 2021

Apuntes del cuaderno de bitácora

Comprobará el lector que, a lo largo de este libro, hemos decidido aportar algunas informaciones adicionales a los textos de los capítulos bajo el título “Apuntes del cuaderno de bitácora”.

Lo hemos hecho para dar de forma separada, pero así mismo coordinada, algunos datos que le permitan al lector tener más información sobre lo que comentamos en los capítulos.

Estos apuntes los hemos ido seleccionado de los archivos de algunos grupos de estudiosos del tema con los que nos hemos entrevistado y que, con sus aportaciones pensamos que, pueden aportar algo más de información a estos temas que, para muchos pueden ser incómodos, según sus creencias más o menos radicales, pero que siempre son tratadas con el máximo respeto.

Primera Parte: Jesús no nació el 25 de Diciembre

El solsticio de invierno, una de las cuatro fechas fundamentales de la astronomía en nuestro planeta, fue (y todavía lo es) considerada sagrada por la mayoría de los pueblos de la antigüedad.

En dicha fecha, prácticamente todos los pueblos adoradores del Sol celebraban el nacimiento o la victoria del astro rey.

Para demostrar su alegría, organizaban (y todavía organizan en algunas zonas del planeta) grandes bailes e inmensas hogueras. Tras lo cual, la noche del 24 de diciembre recogían por los montes plantas supuestamente mágicas y con propiedades milagrosas, destacando entre todas ellas el muérdago, que aún en la actualidad, y por herencia, principalmente de la cultura celta y sus sucesores, se viene utilizando como protector de las casas en diferentes lugares de lo que fue el antiguo Imperio romano.

Asimismo, en esa fecha algunos pueblos creían que se podían realizar pactos con los espíritus superiores de la naturaleza o ciertos “elementales”, e incluso ponerse en contacto directo con los dioses y divinidades menores.

Se sabe históricamente que diversos pueblos europeos celebraban con todo tipo de ritos y ceremonias, y durante los tres días anteriores al 24-25 de diciembre y los seis posteriores, el nuevo Sol.

Muérdago de Navidad

Llega el cristianismo

No le gusta recordar al cristianismo en general y a la Iglesia católica en particular que, a los primeros cristianos, hasta finales del siglo II, poco o más bien nada les importaba la natividad de Jesucristo, y celebraban como máxima festividad religiosa la Pascua de Resurrección, considerando por lo general como irrelevante el día del nacimiento del Mesías.

Es en las primeras décadas del siglo III cuando algunos cristianos sienten una necesidad, lógica por otro lado, de celebrar (y, ante todo, conocer) el natalicio del fundador “oficial” del cristianismo.

A partir de ese momento, un gran número de teólogos y supuestos expertos deciden investigar, sea por medio de las sagradas escrituras, de la iluminación, o de curiosas tradiciones, en qué fecha nació realmente Jesús de Nazaret.

Las diferentes fechas que se obtienen, que van desde el 6 de enero hasta finales de mayo, hacen que se enfrenten frecuentemente los teólogos, llegando en algunos casos incluso a las descalificaciones entre ellos.

Fue tanta la confrontación entre los teólogos y sabios del momento que, el papa Fabián (236-250), el mismo que dividió Roma en siete regiones y puso en cada una de ellas un diácono, cortó el debate por lo sano, y amenazó seriamente a todo aquel que insistiera en poner una fecha fija al nacimiento del Señor.

La persecución del emperador Decio a los cristianos y el posterior asesinato del papa Fabián, que murió martirizado, no pudo acabar con los debates sobre el natalicio, aunque sí que perdieron importancia y fuerza entre los diferentes grupos cristianos, en ocasiones enfrentados entre ellos.

Papa Fabián

Clemente de Alejandría que vivió a caballo entre los siglos I y II de nuestra era, y que normalmente era hombre de idea fijas, aseguró en un principio que Jesucristo había nacido el 25 de mayo, para después reconocer que no sabía la fecha exacta.

En aquellas disputas y enfrentamientos teológicos, en lo único que al parecer estaban de acuerdo era que dicha fecha no podía ser a finales de diciembre, y para ello se basaban en las palabras de San Lucas: “Había en la región unos pastores que pernoctaban al raso, y de noche se turnaban entre ellos para velar por el cuidado de los rebaños”.

Muy difícilmente un grupo de pastores, en pleno invierno, en una zona como Belén (en caso de ser cierto el nacimiento de Jesús en dicha localidad) podían vivaquear, y dejar que comieran los rebaños una hierba posiblemente inexistente en aquellas fechas.

El investigador Alfredo Cattabiani aseguraba que el pastoreo en Palestina en aquella época se realizaba entre la primavera y el otoño.

Se decide escoger una fecha

Cuando el cristianismo ha dejado de ser perseguido por las autoridades romanas en tiempos del volátil Constantino el Grande, hijo de santa Elena, una bella mujer que de joven fue meretriz y que influyó bastante en su hijo, quien pasa a ser perseguidor y oficial, es cuando son bastantes las voces que exigen una fecha fija del natalicio.

Algunos papas empiezan en serio a pensar una fecha que pueda ser conveniente para coordinar las ideas paganas, aun existentes entre muchos ciudadanos romanos, y la nueva y ambiciosa religión imperial.

Liberio I

Ni Marcos (335-336) ni el cabal Julio I (337-352) son capaces de escoger una fecha exacta. Es su sucesor Liberio I (352-366), el gran enemigo de los arrianos, ayudado por sus consejeros, que con su carácter impositivo y dogmático dictaminó que Jesucristo había nacido en la fecha que hoy se celebra. Con ello consiguió que una de las fechas sagradas más importantes dentro del paganismo romano, la conocida como Natalis Solis Invicti (Nacimiento del Sol Victorioso) pasara a ser la festividad primordial de la nueva religión imperial.

Bien es verdad que, aunque fue Liberio a quien se le otorga la creación y oficialización del día de Navidad en la fecha por todos conocida, algunos años antes, en tiempos de Julio I, la influencia de San Juan Crisóstomo, y también de un personaje tan importante e influyente en aquel momento como Gregorio Nacianceno, el capadocio que ayudó a la creación de la doctrina trinitaria, fueron de gran importancia para escoger la popular fiesta solar pagana como día del nacimiento de Jesús de Nazaret.

Una vez ya establecida una fecha fija para el nacimiento del Mesías, una gran parte de los ciudadanos romanos, incluidos muchos que habían sido bautizados como cristianos, y seguían sus cultos y rituales, continuaban celebrando en dicha festividad más su directa relación con el culto solar que con el fundador del cristianismo.

La primera noticia totalmente documentada de esta “oficialización” de la que se tiene conocimiento está en el Cronógrafo, una especie de almanaque, escrito por Furio Dionisio Filocalo, fechado el año 354. En este mismo documento se encuentra una extraña cita anterior en algunas décadas, en la que se habla del nacimiento Christus in Betlem Judeae, y donde se da la fecha de VIII Calendas Januaris, es decir, el 25 de diciembre.

Dedicatoria del manuscrito del Cronógrafo del 354