La ciencia como profesión - Max Weber - E-Book

La ciencia como profesión E-Book

Max Weber

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La ciencia como profesión, originariamente una conferencia pronunciada por Weber en 1917 y publicada como libro en 1919, se pregunta si la ciencia contemporánea inmersa en un inevitable proceso de especialización da respuesta a la pregunta más importante con la que se encuentra el ser humano: cómo debe vivir, qué debe hacer. ¿Puede la ciencia fundamentar los valores últimos con los que los hombres organizan su vida? A pesar de su respuesta negativa, Weber invita a su audiencia de estudiantes a que no rehúyan mirar de frente las consecuencias paradójicas del proceso de racionalización moderno y estén a la altura de las «exigencias de cada día».

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LA CIENCIA COMO PROFESIÓN

Max Weber

LA CIENCIACOMO PROFESIÓN

Edición deJoaquín Abellán

BIBLIOTECA NUEVA

Tercera edición, primera en esta colección – febrero de 2020

Diseño de cubierta: Ezequiel Cafaro

© Editorial Biblioteca Nueva, S. L. Madrid, 2013

Edición de Joaquín Abellán

© Malpaso Holdings, S.L., 2020

C/ Diputació, 327, principal 1.ª

08009 Barcelona

www.malpasoycia.com

ISBN: 978-84-19154-03-3

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sigs., Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

ÍNDICE

ESTUDIO PRELIMINAR

  I. El contexto de la conferencia «La ciencia como profesión»

 II. La organización institucional de la profesión científica

III. Las características del trabajo científico: la especialización

IV. La pregunta por el sentido de la ciencia

 V. El análisis científico de los valores

VI. Los estudiantes ante la posición de Max Weber: entre la admiración y el rechazo

BIBLIOGRAFÍA

SIGLAS

NOTA SOBRE LA PRESENTE EDICIÓN

LA CIENCIA COMO PROFESIÓN

TABLA CRONOLÓGICA DE LA VIDA DE MAX WEBER

Estudio preliminar

I. EL CONTEXTO DE LA CONFERENCIA«LA CIENCIA COMO PROFESIÓN»

Con el título de La ciencia como profesión pronunció Max Weber una conferencia en Múnich el día 7 de noviembre de 1917, cuyo texto fue publicado a mediados de 1919. Era ésta la primera de un ciclo de conferencias organizado por el Freistudentenbund de Baviera (Federación de estudiantes libres), una asociación de estudiantes universitarios de nuevo cuño que, desde principios del siglo XX, se había ido extendiendo por todas las universidades alemanas1. Por el origen social de sus miembros y por los objetivos académicos y asociativos que se había dado, el Freistudentenbund irrumpió en la escena universitaria como antagonista de las asociaciones tradicionales que habían venido funcionando en las Universidades alemanas desde comienzos del siglo XIX.

En efecto, en las universidades alemanas del siglo XIX se habían formado unas asociaciones estudiantiles, denominadas Corps, animadas por el espíritu del idealismo y del romanticismo alemán. Estos Corps —que llevaban nombres de territorios alemanes, como por ejemplo, Rhenania, Vandalia, Saxo-Borussia, o Allemania, a la que perteneció Max Weber casi toda su vida— habían surgido en torno a 1800 y tendrían una presencia importante en las distintas universidades alemanas, presencia, no obstante, que se fue reduciendo en términos relativos con el paso del tiempo y el incremento del número de universitarios. Los corps se identificaban claramente entre los estudiantes por sus colores y símbolos distintivos y por un código de conducta estricto entre sus miembros. Su larga permanencia en la vida universitaria alemana tuvo que ver sin duda con el mantenimiento de la participación corporativa de los seniors, cuyo prestigio político o profesional alcanzado tras los estudios universitarios revertía sobre la asociación estudiantil de la que formaban parte2.

Las asociaciones de estudiantes libres, por el contrario, nacieron con voluntad de reforma de las tradiciones universitarias. Estaban en contra de las formas tradicionales del movimiento estudiantil y aspiraban a crear un movimiento estudiantil que reuniera a todos los estudiantes sin exclusiones de ningún tipo y que se dotara de una organización propia sobre la base de elecciones estudiantiles. No lograron este objetivo y tuvieron que limitarse a aquellos estudiantes no incorporados en otras organizaciones. Las asociaciones de estudiantes libres presentaban un perfil asimismo muy definido, pero distinto al que ostentaban los corps. El origen social de sus miembros era la clase media (empleados del comercio, funcionarios inferiores, maestros, profesiones técnicas), y por ello desarrollaban actividades de ayuda social a los estudiantes (servicios de préstamo de libros, de comedor, de tiendas donde poder comprar a precios más económicos). Desde el punto de vista académico querían reformar el sistema de estudio, como, por ejemplo, completar los estudios especializados con un «Estudio General». Por lo que respecta al tema que les iba a llevar a ponerse en contacto con Max Weber, la federación bávara de estudiantes libres veía con singular preocupación el fenómeno de la creciente especialización científica en las enseñanzas universitarias, pues ellos seguían defendiendo el ideal clásico de la ciencia que se había cultivado en las universidades alemanas desde la reforma del sistema educativo en Prusia por Guillermo de Humboldt, en la primera década del siglo XIX. Y asimismo percibían como un problema la profesionalización de la Universidad, es decir, la adaptación, o sumisión, de la formación científica universitaria a las exigencias de la sociedad capitalista. Un miembro de los estudiantes libres, Alexander Schwab (1887-1943), escribió a mediados de mayo de 1917 un artículo con el título «Profesión y juventud», en el que condensaba sus reflexiones sobre la profesionalización de la formación universitaria y hacía un llamamiento a los jóvenes para luchar contra la profesionalización de la enseñanza3. En el mencionado artículo calificaba la profesión (Beruf) como un ídolo del mundo burgués occidental que ha invadido toda la vida y el espíritu de las personas, como un ídolo que ha generado un divorcio entre la vida y el espíritu, y que por consiguiente hay que destruir. Schwab creía llegado el momento de reconciliar la vida y el espíritu y esa reconciliación exigía la superación de la dominación que ejercía la profesión y la especialización que ésta llevaba asociada. El ideal de formación humana que proponía significaba una vuelta al ideal griego de hombre, que oponían radicalmente al mundo burgués. Y por eso invitaba a los estudiantes a reflexionar sobre el sentido de la profesión para un mundo capitalista que provocaba una escisión interior en las personas.

El artículo de Alexander Schwab, quien por otra parte había establecido contactos con el movimiento Juventud alemana libre4, actuó de catalizador en la federación bávara de estudiantes libres y movió a sus dirigentes a organizar un ciclo de conferencias sobre el trabajo intelectual y la profesión, con el objetivo de analizar el problema en distintas profesiones concretas (el científico, el educador, el artista, el político). Max Weber les hablaría no sólo sobre la ciencia como profesión sino también —unos quince meses después— sobre la profesión política.

Esta preocupación de los estudiantes sobre la relación entre ciencia y formación de la persona en un contexto de especialización creciente constituye el trasfondo desde el que Max Weber organiza su conferencia de 1917. Y como veremos enseguida constituye el núcleo de su intervención ante los estudiantes. Efectivamente, el proceso de especialización de las ciencias y su sumisión a exigencias utilitaristas era un hecho que confrontaba a estudiantes y a profesores con el concepto tradicional de la ciencia del siglo XIX y con las consecuencias de este hecho sobre la sobre la formación de los estudiantes. El concepto tradicional de ciencia, acuñado por el neohumanismo y la filosofía idealista alemana de las primeras décadas del siglo XIX, iba íntimamente unido al concepto de Bildung, es decir, al proceso de formación y desarrollo personal del individuo. La meta de la formación científica era la transformación del «carácter», es decir, de la persona. Ni siquiera se buscaba el conocimiento por el conocimiento mismo, sino por la formación del individuo. En este planteamiento subyacía la idea de que el saber no es algo fijo y establecido que a lo más podría ser descubierto y recogido, sino que era una creación del sujeto que por esa vía iba estructurando su conocimiento progresivo del mundo. Al hacer ciencia, al organizar los conocimientos según un principio unitario, el hombre despliega su verdadera naturaleza. Y ahí reside precisamente su valor formativo: «sólo la ciencia que brota del interior y puede arraigar en él transforma también el carácter», había escrito Guillermo de Humboldt, creador de la Universidad de Berlín en 18105. La formación científica se convierte así en una etapa de la formación general humana del individuo, en un elemento integrante de su proceso de autodesarrollo.

Otro elemento de la concepción de la ciencia desde el siglo XIX —igualmente presente en la conferencia de Weber— era la estrecha relación existente entre ciencia y «concepción del mundo». La ciencia debía generar una «concepción del mundo», unos determinados valores o convicciones que orientaran y guiaran la vida personal del individuo. La ciencia debía suministrar desde ella misma, desde su propia realización como ciencia, los valores con que dirigir la propia vida personal. La investigación científica daba fundamento a determinados valores y convicciones. Y para que la ciencia cumpla estos objetivos, para que sea realmente sabiduría y forme el carácter del hombre, es preciso que no esté subordinada a utilidades o fines prácticos que la desviarían de aquellos objetivos.

Esta concepción de la ciencia es, sin embargo, la que se somete a discusión a final del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX a consecuencia del hecho de la especialización científica. Es este hecho de la creciente e imparable especialización de las ciencias el que lleva a poner en tela de juicio el concepto neohumanista de la ciencia pura como sabiduría. La mayor parte de los académicos alemanes de la época que transcurre entre 1890 y 1920 veían esta progresiva especialización de las ciencias como una amenaza no sólo contra la unidad de la ciencia como tal sino también como una amenaza contra esa integración tradicional de ciencia y «concepción del mundo», de ciencia y vida, que permitía obtener de aquélla una guía y un sentido para la propia posición personal en el mundo. Este hecho de la especialización situaba, en realidad, a los científicos y profesores alemanes ante un curioso dilema: por un lado, estaban participando de lleno en investigaciones científicas especializadas que lograban un merecido renombre nacional e internacional; pero, por otro, no podían evitar la sensación de que estaban perdiendo algo vital, de que los ideales tradicionales respecto a la ciencia se estaban disociando de su práctica científica concreta. Esta situación les resultaba especialmente problemática, pues, a pesar de la evolución positivista seguida por amplios sectores científicos en las últimas décadas del siglo XIX, había pervivido aquel viejo concepto de ciencia neohumanista e idealista. Estos académicos alemanes del cambio de siglo no sólo estaban experimentando en su quehacer profesional la fragmentación de los conocimientos científicos sino también esa ruptura de la conexión entre la ciencia y los valores/convicciones existente anteriormente. En resumen, el antiguo concepto de la ciencia y de sus funciones entra en una profunda crisis: la visión de la «ciencia pura» no sometida a exigencias utilitaristas iba cediendo terreno irremisiblemente a la orientación instrumental y práctica del conocimiento científico y resultaba asimismo cada vez más problemático fundamentar científicamente las distintas opciones personales en cuanto a los valores supremos y básicos que actuaban como orientación para la vida)6.

Por otro lado, en círculos normalmente fuera del ámbito académico se extiende la idea de que la ciencia está en bancarrota, de que es incapaz de llegar a lo auténticamente humano, de acceder a lo que verdaderamente interesa al hombre, con lo que se cultiva una actitud de desconfianza y de repulsa ante la ciencia. Para muchos de estos intelectuales la ciencia no conduce a un conocimiento de la auténtica realidad humana y creen, por el contrario, que para acceder a la auténtica verdad del mundo y del hombre hay que caminar por otros caminos: a través de la poesía, la mitología, la intuición y la vivencia interior.

Unas semanas antes de la conferencia, Max Weber había participado en un debate intelectual en el castillo de Lauenstein, en Turingia, organizado por el editor de Jena Eugen Diederichs. Profesores, artistas, escritores políticos, miembros del movimiento juvenil (Freideutsche Jugend), se habían reunido para discutir sobre el sentido de la difícil época en que vivían y qué se podría hacer. Allí pudo conocer directamente algunas de las posiciones básicas de estos jóvenes, especialmente su anhelo de una nueva profecía, de un nuevo ideal de vida teñido ciertamente de tintes irracionales. Según cuenta Marianne Weber en la biografía sobre su marido, a éste le impacientaba la exaltación por estos jóvenes de ideales que significaban una huida de la dura realidad alemana del momento. Pero señala asimismo la biógrafa que Weber comprendía lo que los jóvenes le manifestaban y luchaba con ellos por obtener claridad y objetividad, haciéndoles ver que en esos momentos, en plena guerra, la salvación de Alemania era la tarea prioritaria, pues «¿de qué serviría salvar la propia alma si la nación se marchitaba?»7.

En este contexto intelectual la federación bávara de «estudiantes libres» cursa la invitación a Max Weber para que inaugure el ciclo de conferencia hablándoles sobre la ciencia como profesión. Unos meses después volverían a acudir a él para que se hiciera cargo de la segunda conferencia sobre La política como profesión, que Max Weber pronunció efectivamente, también en Múnich, el 28 de enero de 1919. Ambas conferencias —La ciencia como profesión y La política como profesión— fueron publicadas a mediados de 1919.

II. LA ORGANIZACIÓN INSTITUCIONAL DE LA PROFESIÓN CIENTÍFICA

Max Weber inicia su conferencia con una referencia al aspecto organizativo del trabajo científico, haciendo para ello una breve comparación entre la organización institucional de la profesión científica en las universidades alemanas y en las de los Estados Unidos. En Alemania comienza la carrera académica con la elaboración de la Tesis doctoral y una posterior investigación que se plasma en el «Escrito de habilitación», el cual abre las puertas para poder obtener una plaza de Profesor, aunque no todos los habilitados se conviertan en Catedráticos. La primera estación como docente es la del Privatdozent, que se caracteriza por su precariedad ya que el docente no tiene un sueldo fijo, sino que depende del número de estudiantes que se matriculen en su curso. En esas condiciones, el Privatdozent necesita tener alguna otra fuente de financiación. A pesar de esa precariedad, destaca Weber que tiene el derecho moral a no ser despedido, pues después de haber servido varios años a la Universidad no se le puede echar sin más a la calle. El camino para la promoción académica es sobre todo a través de la investigación, desempeñando a este respecto la docencia un papel menor. El Privatdozent es investigador y docente a la vez. Como hay más habilitados que plazas de profesores numerarios a cubrir, sólo unos pocos son los beati possidentes que llegan a obtener un puesto de Profesor ordinario, es decir, de Catedrático (uno por área de docencia). Los demás docentes llevan una vida académica más proletarizada. Weber señala a este respecto que en la carrea académica interviene con fuerza el azar (C: 75-76, 79).

En los Estados Unidos la situación que describe Weber es muy distinta. La carrera docente comienza con el puesto de Assistant Professor que, a diferencia del Privatdozent alemán, recibe un sueldo fijo, pero en cambio puede ser despedido hasta que no haya alcanzado la «tenure», es decir, un puesto docente fijo. El PhD basta por lo general para poder llegar a ser Profesor, mientras que en Alemania se requería la elaboración del Escrito de habilitación —algo, por cierto, que desde unos años no rige ya con carácter exclusivo en el sistema universitario alemán—. El Assistant Professor norteamericano está en sus comienzos cargado con actividades docentes, con lo que resiente su actividad investigadora. Su futuro académico no tiene que ser necesariamente su proletarización, pero no puede descartar tener que irse a otra universidad de menor calidad o, en el peor de los casos, a un «community college». También puede hacer de la ciencia su profesión.

Weber no manifiesta sus preferencias por un sistema académico concreto, pero sí hace la observación de que las universidades alemanas se americanizarán y que, como el obrero en la empresa capitalista, también el académico va a estar separado de sus medios de producción —una idea clave en él en sus estudios sobre la burocratización de las instituciones del mundo moderno—. En todo caso, la vida académica es una actividad en la que intervienen factores de distinta índole, como la capacidad personal, la suerte y las relaciones sociales. Es un tipo de actividad, en definitiva, en la que se combinan el mérito y la suerte, la «aristocracia del espíritu» y el azar (C: 79). Es, en resumen, una actividad en la que la distancia entre la idea de uno mismo y la situación objetiva en la que se está es mayor que en otras profesiones, por lo que el candidato decidido a seguir la carrera académica suele experimentar profundos daños en su interior (C: 80)

III. LAS CARACTERÍSTICAS DEL TRABAJO CIENTÍFICO: LA ESPECIALIZACIÓN