La daga y el medallón - Viviana Soncini - E-Book

La daga y el medallón E-Book

Viviana Soncini

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Beschreibung

Una nueva amenaza asoma en la vida de Sofía. Intentar resolver el problema la llevará a vivir una extraordinaria aventura más allá de los confines del mundo tal como ella lo conoce. Ni el pueblo de su tía, ni la isla de Irlanda serán el escenario de su misión. Esta vez deberá enfrentar la maldad en su propio terreno y tendrá que afrontar insólitos desafíos si quiere concluir con éxito su cometido. No solo tendrá que salvar a un ser muy querido para ella, sino que otra vez está en sus manos salvar a toda la humanidad. La daga y el medallón es la tercera y última parte de esta saga tan atrapante y cautivadora, que comenzó con La mano de la bruja y continuó con La isla esmeralda.

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Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones. María Magdalena Gómez.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Soncini, Viviana Laura

La daga y el medallón / Viviana Laura Soncini. - 1a ed . - Córdoba: Tinta Libre, 2020.

118 p. ; 22 x 15 cm.

ISBN 978-987-708-668-3

1. Narrativa Argentina. 2. Literatura Juvenil. 3. Novelas. I. Título.

CDD A863.9283

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,

total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución

por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidad

de/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2020. Soncini, Viviana Laura

© 2020. Tinta Libre Ediciones

Capítulo

1

Una luz fulgurante atravesó las puertas cerradas del placard. El brillo era tan intenso que se coló por cada ranura, por cada rendija, y despertó a Sofía con su potente resplandor. La joven de diecisiete años miró a su alrededor somnolienta, confusa, no entendía qué estaba sucediendo. Atinó a levantarse y dirigirse hacia el placard. Al darse cuenta desde dónde provenía el misterioso fulgor, la sangre se le heló en las venas y una palidez cadavérica cubrió su rostro. Presurosa, corrió las frazadas que se apilaban en el estante superior y, frenética, buscó la caja fuerte que tenía escondida en el rincón más alejado de la baulera del placard. La luz que de ella se desprendía la encandilaba, avasalladora, pero de todos modos la tomó entre sus manos y voló hacia la mesa de luz en busca de la llave, debía abrirla cuanto antes.

Cuando por fin pudo ver en el interior de la caja, descubrió, como temía, que el resplandor provenía de la piedra incrustada en el mango de la daga, pero mayor fue su sorpresa al darse cuenta de que más intensamente refulgía la esmeralda en forma de isla del medallón. Entonces lo supo. No había una forma lógica de explicarlo, pero podía sentirlo en todo su ser, estaba segura de que algo muy malo iba a pasar, algo a lo que otra vez tendría que enfrentarse.

Capítulo

2

Hacía apenas un año Sofía había vuelto del viaje más increíble y maravilloso de su vida. Aquel viaje de estudio a Irlanda que había iniciado como un simple intercambio cultural para aprender inglés y había terminado en una aventura vertiginosa y emocionante, en la que, nuevamente sin querer, había tenido que enfrentarse a la maldad y al mundo mágico, y en la cual había salido victoriosa gracias a la protección de su alma blanca y la ayuda de sus amigos.

Su alma blanca tenía el poder de la bondad, la fuerza de la valentía y la preponderancia del amor, fórmula hasta ahora infalible de sus triunfos tanto en el pueblo de su tía contra las malvadas brujas, como en Irlanda en su enfrentamiento con el temible Leviatán en las profundidades del mar y el escurridizo leprechaun en el bosque. Ella era la elegida, el alma blanca más poderosa de su generación, y sin dudarlo, había aceptado el desafío de hacerse cargo de su condición, de luchar contra la maldad e intentar hacer de su mundo un lugar mejor.

La daga mágica la ayudaba con su poder especial. Era la llave para abrir o cerrar el inframundo del árbol en el que habían quedado encerradas las malvadas brujas. Ellas estaban allí esperando el momento oportuno para poder traspasarlo hacia el mundo mortal, y dominar a los humanos. Sofía, hasta ahora, lo había impedido exitosamente. Aunque las brujas estuvieron muy cerca de lograrlo, ella terminó mandándolas de regreso, cerrando definitivamente el portal que comunicaba los dos mundos gracias a haber podido arrebatarles la daga mágica y haber tomado ella el control de la situación.

Pero ahora la daga estaba brillando de una manera fuera de lo común, la piedra en su mango iluminaba toda la habitación. Sofía había visto ese brillo cegador solo una vez, y había sido en el momento en que la daga la había ayudado a terminar con el Leviatán hacía un año. Esto no podía significar otra cosa, la maldad estaba cerca y, más curioso aún, el medallón que le había regalado Maili, la sirena que había conocido en Irlanda, y del que no le había dado ninguna información (solo que era muy valioso y que poseía magia), también refulgía intensamente. Algo raro estaba sucediendo y era su deber averiguar qué era exactamente.

Llegó la mañana. Sofi casi no había podido dormir dando vueltas en la cama, inquieta, especulando sobre la causa de tan extraño fenómeno. En cuanto tomó en sus manos la daga y el medallón, inmediatamente dejaron de centellar. Ella creía que se habían activado de esa manera como una forma de alarma, para prevenirla de algo. Por suerte, era sábado y estaba prevista la visita al pueblo de su tía Josefa y su novio Bastean, el pueblo donde ella había descubierto que era un alma blanca, y donde había enfrentado al aquelarre de la malvada bruja Solana. Tras aquella aventura en la que se hizo de muy buenos amigos y se enamoró de Bastean, volvía cada quince días a reencontrarse con su querida tía y con todos sus conocidos.

Bastean la esperaba ansioso también, aunque él la visitaba en la semana porque estaba estudiando en la ciudad. Pero los fines de semana en el pueblo eran otra cosa, podían pasear tranquilos, recorrer sus callecitas y charlar horas enteras en la plaza bajo los frondosos paraísos.

Con su tía Josefa tenía una relación muy especial, ella poseía tanta sabiduría que Sofía no notaba pasar el tiempo cuando se enfrascaban en interesantes conversaciones. Además, Josefa también era un alma blanca, la más anciana del momento, y una muy importante, porque era quien conocía todo sobre la historia de las almas blancas y su papel en el mundo. Ahora Sofi necesitaba con desesperación el consejo de su tía. Quería contarle lo que había sucedido con la daga. El medallón era otra cosa, y aunque sabía que poseía algún poder, aún no conocía cuál era en realidad. Sin embargo, tenía el presentimiento de que muy pronto lo averiguaría.

Sentada en la mesa para desayunar, Sofía saludó a su familia, que iba apareciendo de a poco. Primero llegó su papá, quien se sorprendió al verla levantada tan temprano.

—¿Qué pasó? ¿Te caíste de la cama? —preguntó Rodrigo en broma.

—No, es que hoy me voy a ver a Josefa y no quería que se me hiciera muy tarde —respondió Sofi para justificarse.

—A Josefa… y a Bastean —dijo Viviana, que entraba en ese momento en la cocina—. Hola hijita, ¡no pongas esa cara! Si la mitad del tiempo que estás en el pueblo lo pasas con Bastean, ja, ja, ja.

A Viviana le encantaba molestar a su hija con su novio. A Sofía le parecía una tortura escuchar las bromas de su madre, sobre todo cuando ella era el blanco, pero después terminaba riéndose porque sabía que no lo hacía con mala intención; es que su madre era una sensiblera empedernida, y no lo podía evitar, le encantaba el romance.

Sus padres no estaban al tanto de las andanzas en las que había estado metida, nada sabían de las almas blancas. Viviana apenas conocía la leyenda, pero creía que era solo eso, una leyenda. Sofía suponía que si se enteraban de que ella era la elegida y que había enfrentado a brujas y monstruos, a sus padres les daría un ataque. Así que prefería dejarlos así, en una sana ignorancia.

En ese momento entró Nicolás y se sentó a la mesa sin decir una palabra. No era muy raro en él ese comportamiento, no era la persona más comunicativa ni conversadora del mundo, pero a Sofía le pareció que actuaba más extraño de lo habitual. Viviana le sirvió el desayuno y le dio un beso en la coronilla. Nico, como un autómata, comenzó a comer, pero Sofi no dejaba de mirarlo; quería hacer contacto visual, cosa que hasta el momento no había logrado porque él tenía la vista enfocada hacia abajo, perdida en algún punto del mantel que tenía delante. Sofía entonces se levantó de su lugar y rodeó la mesa hasta ponerse al lado de su hermano. Le tocó el hombro, pero él no reaccionó. No esperó más y, tomándole la cara entre sus manos, hizo que alzara la cabeza y la mirara directo a los ojos. La joven palideció al instante, sintió que el piso se abría bajo sus pies, se negaba a creer lo que estaba viendo. Tomó a Nico de la mano e inventó una excusa para sacarlo de la cocina, quería evitar que sus padres notaran lo que sucedía. Ellos estaban conversando de un tema que los tenía entretenidos y no se dieron cuenta de su turbación.

Ya en el dormitorio, sentó a su hermano en la cama y volvió a subirle el rostro para verlo de cerca. Otra vez lo que vio la impresionó. Nico tenía los ojos completamente blancos, eran dos esferas níveas sin expresión, vacías de toda vida, de todo signo de entendimiento. Sofía inmediatamente sospechó que aquel suceso tenía relación directa con el brillo de la daga y del medallón de la noche anterior. Ahora más que nunca debía saber qué estaba sucediendo, pues debía ayudar a su hermano a volver a la normalidad lo antes posible.

Capítulo

3

Sofía se llevó a Nicolás. No permitió que sus padres se cruzaran con él en ningún momento. Ella hizo todos los preparativos y les avisó que Nico la acompañaría ese fin de semana al pueblo de la tía pues él también tenía ganas de ver a Josefa y comer de sus exquisitas empanadas. Aunque no era lo que solía hacer su hijo y los sorprendió un poco, a Viviana y Rodrigo les pareció un lindo detalle, y se pusieron felices por sus hijos ya que pasarían el fin de semana juntos. Asimismo, ese plan les daría la oportunidad de improvisar una escapada para ellos también.

Sofía estaba ansiosa por que Josefa y Bastean vieran a Nico con sus propios ojos y la ayudaran con aquel tremendo problema. Además, no podía dejar a su hermano en la casa porque sus padres, tarde o temprano, notarían lo que le estaba sucediendo y se volverían locos. Necesitaba algo de tiempo para intentar solucionar aquella insólita situación. Nico, como un robot, hacía todo lo que ella le indicaba de forma automática, pero Sofía sabía que su hermano no estaba dentro de ese cuerpo, su esencia estaba perdida quién sabe dónde.

Bajaron del autobús y Bastean ya los estaba esperando. Sofi le había adelantado algo por teléfono y el muchacho, sin pérdida de tiempo, había preparado una reunión en casa de Josefa a la que además asistiría su madre, Matilde, que era otra alma blanca como la anciana y él mismo. Cuatro cabezas pensarían mejor que una, cuatro almas blancas unirían sus fuerzas y seguro podrían resolver cualquier problema, siempre y cuando tuviera relación con el inframundo de la oscuridad. Y al parecer todo apuntaba a que tenía mucho que ver con eso. La daga fulgurante era prueba más que evidente de que algo estaba sucediendo, y los ojos blancos de Nicolás también. Ahora solo debían descubrir qué pasaba en realidad y cómo hacerle frente.

Josefa abrió la puerta con el semblante preocupado, pero no pudo evitar abrazar a Sofi cuando cruzó el umbral.

—Hola, hija querida. Estamos aquí para ayudarte —le susurró al oído con cariño.

—Gracias, tía —contestó Sofi aliviada. Era muy reconfortante sentir el apoyo de todos los presentes—. No se asusten, pero miren lo que sucedió con Nico. —Y tomando de la mano a su hermano, lo atrajo a su lado y le quitó los anteojos de sol que le había puesto para viajar. Josefa lo miró detenidamente, estudió los ojos de su sobrino e hizo algunas preguntas.

—¿Dices que el mango de la daga emitió su luz, y también el medallón que te regalaron las sirenas en Irlanda?

—Sí, eso fue anoche, y esta mañana Nico estaba así.

—Matilde, ¿estás pensando lo mismo que yo? —preguntó Josefa a su amiga.

—Me parece que no hay dudas de lo que sucedió. No sé cómo lo lograron, pero lo que es seguro es que se abrió de alguna manera una grieta desde el inframundo y alguien muy poderoso pudo extraer la esencia de Nicolás —aseveró la mamá de Bastean.

—¿Cómo que una grieta? —preguntó Sofía desconcertada.

—Déjame que te explique —dijo entonces Josefa—, pero va a ser mejor que nos sentemos. —Y dirigiéndose a la sala de estar de la anciana, tomaron asiento para conversar tranquilos—. Debes saber que no es la primera vez que esto sucede. Hay registros de un caso muy similar a este que está padeciendo tu hermano, por eso Matilde y yo nos dimos cuenta al instante. Aunque la daga es la llave que abre o cierra el inframundo, y si está en nuestras manos es imposible que las brujas puedan volver, al parecer existe una manera de abrir una pequeña grieta entre los dos mundos que permite meter o sacar cosas sin masa.

—¿Cosas sin masa? No entiendo de qué está hablando, tía.

—Escúchame con atención. Cosas sin masa podrían ser pensamientos, sentimientos, ideas, sensaciones. ¿Qué crees tú que son la depresión, la intolerancia, la ira, la indiferencia? Son las grietas que consiguen crear desde el inframundo para introducir el caos en nuestro mundo y debilitarnos. Pero así como pueden implantar cosas, también pueden sacarlas. Eso es lo que sucedió con Nico. De alguna manera lograron capturar su esencia y llevarla al otro lado. Los ojos en blanco son la muestra más fehaciente de que su alma no está dentro de él. Y creo saber por qué lo han hecho. Es una venganza. Apostaría lo que fuera a que Solana está detrás de esto. No pueden regresar porque tú tienes la daga mágica, pero sí pueden obligarte a que visites el inframundo del árbol, allí te estarán esperando para desquitarse.