La Escuela de los Maridos - Molière - E-Book

La Escuela de los Maridos E-Book

Moliere

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Beschreibung

La obra 'La Escuela de los Maridos', escrita por Molière en 1661, es una comedia que examina la naturaleza del matrimonio y la educación de los esposos en una sociedad en transformación. A través de un estilo ingenioso y diálogos agudos, Molière explora las tensiones entre la razón y la pasión, así como los roles de género en el contexto del siglo XVII. La trama gira en torno a la relación entre los personajes Ariste y su esposa, que es objeto de la 'educación' que él pretende impartir, lo que genera una serie de enredos y conflictos cómicos que revelan la hipocresía y la rigidez de las convenciones sociales de la época. Molière, uno de los dramaturgos más influyentes del teatro francés, vivió en una época marcada por el auge del absolutismo y los cambios en las relaciones familiares. Creció en un entorno burgués y recibió una educación que fomentó su pasión por el arte, lo cual se tradujo en su obra escénica. 'La Escuela de los Maridos' es una reflexión sobre su propia vida y su observación del comportamiento humano, destacando los aspectos absurdos y contradictorios del amor y el matrimonio. Recomiendo encarecidamente 'La Escuela de los Maridos' tanto a los amantes del teatro clásico como a aquellos interesados en el análisis de las relaciones de género. Molière utiliza el humor y la sátira para ofrecer una crítica social que resuena aún en la actualidad, convirtiendo esta obra en una lectura esencial que invita a la reflexión y al disfrute estético. En esta edición enriquecida, hemos creado cuidadosamente un valor añadido para tu experiencia de lectura: - Una Introducción sucinta sitúa el atractivo atemporal de la obra y sus temas. - La Sinopsis describe la trama principal, destacando los hechos clave sin revelar giros críticos. - Un Contexto Histórico detallado te sumerge en los acontecimientos e influencias de la época que dieron forma a la escritura. - Una Biografía del Autor revela hitos en la vida del autor, arrojando luz sobre las reflexiones personales detrás del texto. - Un Análisis exhaustivo examina símbolos, motivos y la evolución de los personajes para descubrir significados profundos. - Preguntas de reflexión te invitan a involucrarte personalmente con los mensajes de la obra, conectándolos con la vida moderna. - Citas memorables seleccionadas resaltan momentos de brillantez literaria. - Notas de pie de página interactivas aclaran referencias inusuales, alusiones históricas y expresiones arcaicas para una lectura más fluida e enriquecedora.

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Veröffentlichungsjahr: 2023

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Molière

La Escuela de los Maridos

Edición enriquecida. Reflejos satíricos de la sociedad francesa del siglo XVII a través del matrimonio y el poder
Introducción, estudios y comentarios de Gaspar Arias
Editado y publicado por Good Press, 2023
EAN 08596547823131

Índice

Introducción
Sinopsis
Contexto Histórico
Biografía del Autor
La Escuela de los Maridos
Análisis
Reflexión
Citas memorables
Notas

Introducción

Índice

El deseo de gobernar el corazón ajeno es la comedia más peligrosa. En ese borde, entre el afán de control y la rebeldía íntima, se instala La Escuela de los Maridos de Molière, una pieza que convierte el conflicto amoroso en espejo social. La obra burla la rigidez de las costumbres mediante el juego escénico y la ironía, mostrando cómo la autoridad, por severa que sea, tropieza con la lógica del deseo y la inteligencia práctica. Su fuerza reside en la claridad con que expone una tensión universal: quién decide sobre la vida de quién, y con qué derecho, cuando entra en escena el amor.

Escrita y estrenada en 1661 en París, La Escuela de los Maridos pertenece al periodo de afirmación de Jean-Baptiste Poquelin, conocido como Molière, como figura central del teatro francés. En esta comedia, el autor afina los recursos que lo volverían emblemático: ritmo vivo, diálogos incisivos y una observación aguda de las costumbres. Sin recurrir a solemnidades, la pieza presenta un argumento reconocible y humano, capaz de enganchar tanto en lectura como en representación. Su posición en la trayectoria del dramaturgo la convierte en un punto de partida privilegiado para comprender la madurez que alcanzaría en obras posteriores.

La premisa es nítida y eficaz: dos hermanos, con temperamentos opuestos, ejercen la tutela de dos jóvenes a quienes proyectan convertir en esposas. Uno, celoso y desconfiado, abraza la vigilancia estricta como método para garantizar la fidelidad; el otro, moderado y confiado, prefiere la libertad como camino hacia el afecto duradero. Entre ellos, la juventud observa, aprende y responde. La trama avanza sobre esa fricción: autoridad versus autonomía en el espacio íntimo del noviazgo y el matrimonio. Sin revelar giros, basta decir que los enredos amorosos ponen a prueba los principios de cada tutor con consecuencias cómicas.

La pieza se sostiene en un equilibrio magistral entre comedia de carácter y sátira de costumbres. Molière, atento heredero de la tradición farsesca y del impulso escénico popular, modela tipos reconocibles sin volverlos caricaturas planas. El diálogo, limpio y preciso, hace avanzar la acción a la vez que define la psicología de cada figura. El autor explota el malentendido, el quiproquó y la máscara social como motores de la comicidad, pero les confiere densidad ética al confrontar modelos de convivencia. De ese cruce nace una risa con filo, que entretiene mientras desarma certezas dominantes.

El estatus de clásico de La Escuela de los Maridos no proviene solo de su antigüedad, sino de la persistencia de sus preguntas. La obra cristaliza un debate que atraviesa épocas: si el amor puede educarse por decreto o si solo florece donde hay confianza. Al oponer tutela rígida y libertad razonable, Molière compone un experimento dramático que el espectador evalúa con la propia experiencia. Esa claridad conceptual, unida a la vivacidad teatral, ha permitido que generaciones sucesivas reconozcan en el texto un estudio lúcido de la autoridad doméstica y sus límites.

El contexto histórico ilumina su alcance. En la Francia de comienzos de la década de 1660, bajo la consolidación de la monarquía de Luis XIV, la vida urbana y cortesana convivía con normas severas sobre el matrimonio, la herencia y la tutela. Molière observa ese marco sin didactismo y lo vuelve materia cómica. La pieza dialoga con las preocupaciones morales de su tiempo, pero evita el sermón: el escenario, más que dictar una doctrina, muestra comportamientos y deja que el público juzgue. Así, la obra documenta y examina, con humor, el régimen de costumbres en que nació.

En ese sentido, el impacto literario de La Escuela de los Maridos excede su trama. La claridad con que articula un conflicto doméstico, elevándolo a problema social, influyó en la comedia europea posterior. Se reconoce la huella de Molière en dramaturgos que, en los siglos XVIII y XIX, afinaron la observación de costumbres y la crítica del matrimonio arreglado. La economía de recursos, el uso del tipo celoso y la contraposición de modelos educativos pasaron a ser herramientas comunes, adaptadas a lenguas y tradiciones distintas. La obra demuestra cómo lo local puede volverse universal sin perder gracia.

Más allá del asunto marital, Molière explora con finura el poder del lenguaje. Promesas, juramentos y pequeñas astucias verbales construyen y vulneran jerarquías. La vigilancia se enfrenta a la imaginación, y las palabras, lejos de ser neutras, son tácticas. El teatro deviene laboratorio moral en el que la apariencia compite con la intención, y donde la autoridad debe aprender a escuchar o resignarse a quedar en ridículo. La comedia propone, así, una ética de la comunicación: quien no sabe conversar ni negociar afectos termina derrotado por su propio sistema de controles.

También destaca la representación de la agencia femenina, dentro de los márgenes permitidos por su época. Sin quebrar la verosimilitud social del siglo XVII, Molière concede a sus jóvenes una inteligencia práctica que disputa el monopolio masculino de la decisión. La astucia, la prudencia y la lectura atenta del carácter ajeno se vuelven instrumentos de libertad. El resultado no es un manifiesto, sino un retrato vivo de cómo la voluntad femenina encuentra resquicios en estructuras rígidas. Esta sutileza ha favorecido interpretaciones diversas y contemporáneas, abiertas a nuevas sensibilidades sin traicionar el texto.

Como pieza escénica, La Escuela de los Maridos ofrece un campo fértil para la dirección y la actuación. El contraste entre los hermanos —uno crispado, otro afable— organiza el ritmo, mientras los personajes jóvenes aportan ligereza y resolución. La comicidad física, el timing de las réplicas y la precisión del gesto potencian el sentido del texto. La figura de Sganarelle, nombre recurrente en el teatro de Molière, añade un guiño para el público versado: un tipo reconocible que, sin embargo, se renueva en cada obra según su función dramática.

Leída hoy, la comedia sigue interrogando el control sobre la vida afectiva ajena: la tentación de vigilar, regular y fiscalizar, frente a la apuesta por la confianza. En un mundo de tecnología intrusiva y discursos normativos, la pregunta de Molière conserva filo: qué clase de vínculo nace del miedo y cuál de la autonomía. La obra sugiere que el respeto y la escucha producen efectos más sólidos que la coerción, pero no lo impone; lo muestra en acción, dejando al lector o espectador completar el juicio con su propia experiencia.

Por todo ello, La Escuela de los Maridos mantiene intacto su atractivo. Combina agudeza moral y facilidad de risa, equilibra el placer del enredo con la nitidez de una idea que no envejece. Su autor, Molière, supo fijar una forma de mirar las relaciones humanas que sigue reconociéndose como propia. Volver a esta comedia es reencontrar un teatro que ilumina sin pontificar y que convierte la observación social en espectáculo vivo. Su vigencia, entonces, no es un accidente de la historia, sino el signo de una inteligencia dramática que entiende a la vez el corazón y la escena.

Sinopsis

Índice

La escuela de los maridos, comedia estrenada por Molière en 1661, presenta un experimento social en clave cómica: dos hermanos, encargados de la tutela de dos jóvenes, sostienen modelos opuestos de conducta conyugal. La obra arranca delineando ese contraste como hipótesis dramática y laboratorio moral. El título alude a la “escuela” que cada uno propone, una pedagogía del matrimonio antes de que exista matrimonio. Desde el inicio, el público observa cómo el control, la confianza y la educación de las costumbres serán puestos a prueba. El mundo doméstico se convierte así en campo de debate sobre autoridad, deseo y reputación.

Los hermanos son Sganarelle, celoso y desconfiado, y Ariste, afable y liberal. Ambos son tutores de Isabelle y Léonor, respectivamente, jóvenes cuya crianza ha quedado en sus manos tras acuerdos familiares. Sganarelle presume que la vigilancia estricta preserva la virtud y, sin ocultarlo, proyecta convertir su tutela en matrimonio. Ariste, en cambio, defiende la libertad razonable, el trato cortés y la formación por el ejemplo. La estructura se ordena como contraste: dos métodos, dos temperamentos y dos resultados por observar. El marco urbano y las convenciones sociales subrayan que la honra y la apariencia pesan tanto como los afectos.

Isabelle, sometida a la severidad de Sganarelle, experimenta los límites de ese encierro: salidas contadas, lecturas vigiladas, amistades sospechosas. En ese contexto conoce a Valère, joven de modales respetuosos, cuya inclinación se forma con rapidez. Nace entonces el conflicto motor: el interés amoroso choca con un guardián resuelto a evitarlo. La joven, hábil y prudente, se apoya en una criada de confianza para franquear la muralla de recelos: mensajes velados, encargos inocentes, paseos casuales que simulan azar. El primer tramo de la obra acumula pequeñas señales y malentendidos que preparan el terreno para los juegos de engaño.

Léonor vive bajo la tutela de Ariste, y ese vínculo se dibuja desde la franqueza. Él la anima a opinar, a elegir vestidos, a conversar en sociedad; ella, agradecida, responde con consideración y cordialidad. Entre ambos se traza una relación donde el consentimiento es tema constante: Ariste insiste en que el verdadero afecto no se impone. Este enfoque contrasta con los temores de Sganarelle, que prevé peligros en cada esquina. El intercambio entre los hermanos, hecho de pullas y razonamientos, organiza la discusión central: ¿se gana fidelidad con cerrojos o con confianza? La comedia hace del argumento una demostración escénica.

Pronto Isabelle comprende que la autoridad de Sganarelle solo puede burlar su inteligencia si él controla los movimientos, no los significados. Surgen entonces recursos ingeniosos: cartas que llegan por manos inocentes, palabras que dicen una cosa y sugieren otra, y un anillo que servirá como señuelo y garantía. Sganarelle, satisfecho de su severidad, malinterpreta gestos que en su lógica confirman la obediencia. La criada multiplica idas y venidas, dosificando noticias para mantener a todos en su papel. El tono no abandona la comicidad: confusiones, entradas precipitadas y escenas de celos dan ritmo a la prueba de métodos.

Valère, lejos de la imagen de seductor insolente, actúa con cautela y decoro, consciente de los riesgos sociales de una pasión contrariada. Busca ocasiones legítimas para declarar su intención y, cuando tropieza con Sganarelle, se obstiene en cortesías que el guardián toma por sospechosas. La ironía dramática se intensifica: el público sabe más que los personajes y disfruta de la distancia entre apariencia y realidad. A ratos, la maquinaria del enredo logra que el propio Sganarelle, sin advertirlo, facilite mensajes o encuentros que dice impedir. Cada eslabón del malentendido acerca un paso más a la prueba decisiva.

Ante los indicios, Sganarelle redobla prohibiciones: nuevas reglas, menos salidas, más vigilancia. Isabelle aparenta someterse, pero necesita convertir la obediencia en pantalla. Se proyecta un encuentro decisivo, calculado con precisión para que parezca inevitable y, a la vez, inocente. En torno a él se acumulan precauciones: testigos casuales, rutas alternativas, capas de pretexto. El clima se vuelve de expectativa: cualquier gesto puede desbaratar el plan o precipitarlo. Ariste observa sin intervenir en exceso, convencido de que la rigidez del hermano produce, por sí sola, la agitación que intenta conjurar. La tensión cómica crece sin renunciar a la ligereza.

Cuando la intriga reclama un desenlace ordenado, la obra introduce el horizonte de la ley y del consentimiento formal: contratos, firmas y la figura de la autoridad pública como límite a los caprichos tutelares. Ariste defiende que la legitimidad no nace de la fuerza doméstica, sino de la conjunción entre norma y voluntad. Sganarelle intenta afirmar prerrogativas de tutor, temiendo por su prestigio. La escena social, con criados, vecinos y emisarios, funciona como tribunal difuso de la reputación. Todos los hilos se reúnen alrededor de una decisión que debe conciliar afectos, obligaciones y el “qué dirán” que rige la época.

Sin revelar los giros finales, la comedia enuncia su lección con claridad moderna: el celo autoritario degrada el vínculo que aspira a proteger, mientras la confianza crea condiciones para el apego libre y responsable. Molière combina sátira, malentendidos y ritmo escénico para cuestionar un modelo patriarcal todavía reconocible. La pieza anuncia preocupaciones que ampliará en obras posteriores y permanece vigente por su mirada sobre educación sentimental, consentimiento y poder. Su “escuela” no prescribe recetas, sino que exhibe, mediante la risa, las consecuencias de dos pedagogías. El resultado es un retrato agudo de costumbres cuya actualidad desmiente su siglo.