La familia Rimaldi - José Antonio Francés González - E-Book

La familia Rimaldi E-Book

José Antonio Francés González

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Beschreibung

Queridísimos amigos, señoras y caballeros, a vosotros me dirijo para presentarles prestoa los miembros de una estirpede muchísimo abolengo:es La familia Rimaldi,una familia... normalexcepto en un solo aspecto,y es que hablan todos muy raro, ¡hablan con rimas y versos!En versos dan los saludos, y contestan al teléfono, en verso se escriben notas, también conversan en verso; en verso lo dicen todo¡y así se quedan frescos!Mil historietas contadas en verso de una familia de lo más diverso.

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La familia Rimaldi

José Antonio Francés

Ilustraciones de Pablo Tambuscio

Tanto que agradecer a tanta gente

que ahí va una dedicatoria «tridente»:

A mi familia, Lucía

y mis peques, Julia y Diego,

que me han cambiado el sosiego

por mil golpes de alegría.

A mis tías Mari y Maite

y a mi madre, que se fue,

lo mejor de los González,

lo mejor de los Francés.

A su ingenio, a su chispa, A SU MEMORIA,

a su amor incansable como el mar.

Todo se lo deben, estas historias,

al talento enorme de ELSA AGUIAR.

Queridísimos amigos,

señoras y caballeros,

a vosotros me dirijo

con grandísimo respeto.

A quienes no me conozcan

enseguida me presento:

soy el viejo mayordomo

–¡más viejo que el hilo negro!–,

mayordomo, mayordomo,

con levita y cuello tieso,

un personaje sacado

del baúl de los recuerdos

(¡al primero que incriminan

si hay un crimen de por medio!),

mas mis señores me llaman

el «asistente doméstico»...

Ya verán que son muy finos

y modernos, ¡muy modernos!

En fin, o sea, el criado,

por decirlo sin complejos,

¡el «pringao» de la casa,

si nos dejamos de cuentos!

Soy Genaro Paloalagua...

Paloalagua y Valditieso.

Si la memoria me alcanza,

si no me falla el recuerdo,

trabajo en esta mansión

desde hace ya mucho tiempo...

De los Rimaldi, les pondrá al corrienteGenaro Paloalagua, el asistente

Si cuento el servicio en años,

no me caben tantos ceros.

¡Yo ya trabajaba aquí

antes de nacer mi abuelo!

Será mejor que me centre

y me deje de rodeos,

dicen de mí injustamente

¡que me enrollo y exagero!

En fin, servidor venía

a presentar a los miembros

de la familia Rimaldi

ante el público selecto...

Como reza en el escudo

desde muy remotos tiempos:

«Una estirpe de rapsodas:

Rimaldi y Churrigueresco».

Es una noble familia,

de muchísimo abolengo,

una familia... normal

excepto en un solo aspecto,

y es que hablan todos muy raro,

¡hablan con rimas y versos!

Eso ya lo habrán notado,

¡estamos hablando en verso!,

en octosílabos puros,

¡octosílabos perfectos!,

con rima en los versos pares,

(rima asonante, por cierto).

Yo no soy un bicho raro,

ni ahora les tomo el pelo,

es que en esta santa casa

–aquí lo juro y prometo–,

a causa de una costumbre

que viene desde muy lejos,

toda entera, esta familia

habla solamente en verso.

En verso en el desayuno,

en verso para el almuerzo,

en verso para la cena,

¡ay, qué empachera de versos...!

En versos dan los saludos,

y contestan al teléfono,

en verso se escriben notas,

también conversan en verso;

en verso lo dicen todo

¡y así se quedan tan frescos!

Pero son muy buena gente,

todos son buenos, ¡muy buenos!,

desde el abuelo hasta el niño,

ya los irán conociendo...

Haré las presentaciones,

les haré un breve recuento

de la familia completa,

de la familia al completo:

La abuela se llama Rosa

y Rigoberto el abuelo;

la madre es Recayetana

y su marido, Roberto;

el niño Raúl; la niña,

Rosario de los Remedios.

Ocho en total, con el gato

y el holgazán del sabueso.

¡Valiente genealogía,

si parece un carraspeo!

Rosa, Ramón y Rosario,

Recayetana, Roberto:

pronunciar sus nombres juntos

es un gRRuñido de peRRos...

La abuela Rosa es cantante,

una mujer con talento,

entusiasta de la ópera,

vive para sus conciertos...

pero mejor no estar cerca

cuando ensaya un do de pecho.

Su marido es un cachondo,

no se toma nada en serio,

aunque a veces, pobrecillo,

el santo se le va al cielo

y se queda como en blanco:

–¿Pero yo qué estaba haciendo?

Aunque a mí me da que a veces

todo es puro fingimiento,

¡sobre todo si los niños

van a pedirle dinero!

Le llega el turno al marqués

de Rimaldi, don Roberto,

hombre culto y educado,

gentil, amable y discreto...

(¿Y qué quieren que les diga

si es el que paga mi sueldo?).

Es el dueño de una tienda

de muy valiosos objetos;

el hombre es un anticuario,

¡le gusta todo lo viejo...!

(Como me escuche su esposa

voy directo al desempleo...).

Su esposa, Recayetana,

tiene un gran temperamento,

lucha por todas las causas,

aunque no tengan remedio...

Focas, linces y ballenas

le merecen un esfuerzo...

¡Hay que salvar el planeta

antes de que caiga enfermo!

Claro que con sus zapatos

y sus vestidos a juego,

no parte peras con nadie

y tiene su armario lleno.

Pacifismo y maquillaje,

esos son sus mandamientos;

por el día es activista,

y por la noche, modelo:

«Para la lucha –ella afirma–

no es preciso ser un puerco;

las causas son más bonitas

al mejorar nuestro aspecto».

Raúl es el más sensato,

tiene los pies en el suelo

(¡también tiene la cabeza

porque es más corto que un dedo!);

estudia mucho y se esfuerza

en ser un gran cocinero,

¡pero no prueben sus platos

si quieren llegar a viejos!

Y de la niña, ¿qué digo...?

¡Por Dios, Dios mío, qué miedo!,

con esa pinta de gótica

¡es que asusta hasta los muertos...!

Si te la cruzas de noche,

del susto te quedas tieso;

su nombre ya atemoriza:

¡Rosario de los Remedios!

Me quedan solo los bichos...

¡y vaya par de elementos!

El gato está medio loco

y el perro está medio cuerdo;

cuando los dos se pelean,

que no les pille por medio.

Podría contar más cosas,

pero prefiero el silencio.

En fin, me callo, no digan

que me gusta el critiqueo.

Sigan leyendo este libro

y verán que no les miento...

La familia Rimaldi, alegre y festiva,

posa, en su mansión, para nuestra revista.

Esta familia, tan poeta y artista,

abierto nos ha su casa en exclusiva.

De izquierda a derecha y de arriba abajo:

los abuelos, doña Rosa y Rigoberto,

los marqueses, Recayetana y Roberto,

Remedios y Raúl, un chico muy majo.

Y esas dos pelusas de pelo bastardo

son el perro Ripio y el gato Ricardo.

Nota de prensa en que el marqués desmientelos malvados rumores de la gente

Como marqués de Rimaldi me toca

salir al paso de los chismorreos

y desmentir los rumores tan feos

que corren por ahí, de boca en boca.

Dicen que mi familia está majara

y que todos somos monstruos perversos,

¡y solo por hablar haciendo versos!

¡Ni que eso fuese una cosa tan rara!

Somos normales, sorbemos la sopa

y a veces nos hurgamos con el dedo,

y aunque empleemos sombreros de copa,

¡lo que nos llamen nos importa un bledo...!

Hablar con rimas, ya ves qué problema...

¡Ay, pero si la vida es un poema!

En nuestra tienda, «Rimaldi Anticuario»,

tenemos las últimas novedades

en las más selectas antigüedades

para este distinguido vecindario.

Este es nuestro infalible secreto:

¡ser antiguo no es lo mismo que viejo!

(Y, si nos permite un sabio consejo,

después de leer, ¡recicle el folleto!).

¿Fue de día o fue de noche?

¿Dónde habré aparcado el coche?

¿Adónde?, se me ha olvidado

porque soy muy despistado...

¡Pero si no tengo coche!

La verdad, seré sincero:

sí, yo tengo la memoria

más revuelta que una noria,

toda llena de agujeros,

¡parecida a un coladero!

De esta desmemoria mía,

mi consorte no se fía...

En el fondo no la culpo,

porque si me encarga