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Queridísimos amigos, señoras y caballeros, a vosotros me dirijo para presentarles prestoa los miembros de una estirpede muchísimo abolengo:es La familia Rimaldi,una familia... normalexcepto en un solo aspecto,y es que hablan todos muy raro, ¡hablan con rimas y versos!En versos dan los saludos, y contestan al teléfono, en verso se escriben notas, también conversan en verso; en verso lo dicen todo¡y así se quedan frescos!Mil historietas contadas en verso de una familia de lo más diverso.
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La familia Rimaldi
José Antonio Francés
Ilustraciones de Pablo Tambuscio
Tanto que agradecer a tanta gente
que ahí va una dedicatoria «tridente»:
A mi familia, Lucía
y mis peques, Julia y Diego,
que me han cambiado el sosiego
por mil golpes de alegría.
A mis tías Mari y Maite
y a mi madre, que se fue,
lo mejor de los González,
lo mejor de los Francés.
A su ingenio, a su chispa, A SU MEMORIA,
a su amor incansable como el mar.
Todo se lo deben, estas historias,
al talento enorme de ELSA AGUIAR.
Queridísimos amigos,
señoras y caballeros,
a vosotros me dirijo
con grandísimo respeto.
A quienes no me conozcan
enseguida me presento:
soy el viejo mayordomo
–¡más viejo que el hilo negro!–,
mayordomo, mayordomo,
con levita y cuello tieso,
un personaje sacado
del baúl de los recuerdos
(¡al primero que incriminan
si hay un crimen de por medio!),
mas mis señores me llaman
el «asistente doméstico»...
Ya verán que son muy finos
y modernos, ¡muy modernos!
En fin, o sea, el criado,
por decirlo sin complejos,
¡el «pringao» de la casa,
si nos dejamos de cuentos!
Soy Genaro Paloalagua...
Paloalagua y Valditieso.
Si la memoria me alcanza,
si no me falla el recuerdo,
trabajo en esta mansión
desde hace ya mucho tiempo...
De los Rimaldi, les pondrá al corrienteGenaro Paloalagua, el asistente
Si cuento el servicio en años,
no me caben tantos ceros.
¡Yo ya trabajaba aquí
antes de nacer mi abuelo!
Será mejor que me centre
y me deje de rodeos,
dicen de mí injustamente
¡que me enrollo y exagero!
En fin, servidor venía
a presentar a los miembros
de la familia Rimaldi
ante el público selecto...
Como reza en el escudo
desde muy remotos tiempos:
«Una estirpe de rapsodas:
Rimaldi y Churrigueresco».
Es una noble familia,
de muchísimo abolengo,
una familia... normal
excepto en un solo aspecto,
y es que hablan todos muy raro,
¡hablan con rimas y versos!
Eso ya lo habrán notado,
¡estamos hablando en verso!,
en octosílabos puros,
¡octosílabos perfectos!,
con rima en los versos pares,
(rima asonante, por cierto).
Yo no soy un bicho raro,
ni ahora les tomo el pelo,
es que en esta santa casa
–aquí lo juro y prometo–,
a causa de una costumbre
que viene desde muy lejos,
toda entera, esta familia
habla solamente en verso.
En verso en el desayuno,
en verso para el almuerzo,
en verso para la cena,
¡ay, qué empachera de versos...!
En versos dan los saludos,
y contestan al teléfono,
en verso se escriben notas,
también conversan en verso;
en verso lo dicen todo
¡y así se quedan tan frescos!
Pero son muy buena gente,
todos son buenos, ¡muy buenos!,
desde el abuelo hasta el niño,
ya los irán conociendo...
Haré las presentaciones,
les haré un breve recuento
de la familia completa,
de la familia al completo:
La abuela se llama Rosa
y Rigoberto el abuelo;
la madre es Recayetana
y su marido, Roberto;
el niño Raúl; la niña,
Rosario de los Remedios.
Ocho en total, con el gato
y el holgazán del sabueso.
¡Valiente genealogía,
si parece un carraspeo!
Rosa, Ramón y Rosario,
Recayetana, Roberto:
pronunciar sus nombres juntos
es un gRRuñido de peRRos...
La abuela Rosa es cantante,
una mujer con talento,
entusiasta de la ópera,
vive para sus conciertos...
pero mejor no estar cerca
cuando ensaya un do de pecho.
Su marido es un cachondo,
no se toma nada en serio,
aunque a veces, pobrecillo,
el santo se le va al cielo
y se queda como en blanco:
–¿Pero yo qué estaba haciendo?
Aunque a mí me da que a veces
todo es puro fingimiento,
¡sobre todo si los niños
van a pedirle dinero!
Le llega el turno al marqués
de Rimaldi, don Roberto,
hombre culto y educado,
gentil, amable y discreto...
(¿Y qué quieren que les diga
si es el que paga mi sueldo?).
Es el dueño de una tienda
de muy valiosos objetos;
el hombre es un anticuario,
¡le gusta todo lo viejo...!
(Como me escuche su esposa
voy directo al desempleo...).
Su esposa, Recayetana,
tiene un gran temperamento,
lucha por todas las causas,
aunque no tengan remedio...
Focas, linces y ballenas
le merecen un esfuerzo...
¡Hay que salvar el planeta
antes de que caiga enfermo!
Claro que con sus zapatos
y sus vestidos a juego,
no parte peras con nadie
y tiene su armario lleno.
Pacifismo y maquillaje,
esos son sus mandamientos;
por el día es activista,
y por la noche, modelo:
«Para la lucha –ella afirma–
no es preciso ser un puerco;
las causas son más bonitas
al mejorar nuestro aspecto».
Raúl es el más sensato,
tiene los pies en el suelo
(¡también tiene la cabeza
porque es más corto que un dedo!);
estudia mucho y se esfuerza
en ser un gran cocinero,
¡pero no prueben sus platos
si quieren llegar a viejos!
Y de la niña, ¿qué digo...?
¡Por Dios, Dios mío, qué miedo!,
con esa pinta de gótica
¡es que asusta hasta los muertos...!
Si te la cruzas de noche,
del susto te quedas tieso;
su nombre ya atemoriza:
¡Rosario de los Remedios!
Me quedan solo los bichos...
¡y vaya par de elementos!
El gato está medio loco
y el perro está medio cuerdo;
cuando los dos se pelean,
que no les pille por medio.
Podría contar más cosas,
pero prefiero el silencio.
En fin, me callo, no digan
que me gusta el critiqueo.
Sigan leyendo este libro
y verán que no les miento...
La familia Rimaldi, alegre y festiva,
posa, en su mansión, para nuestra revista.
Esta familia, tan poeta y artista,
abierto nos ha su casa en exclusiva.
De izquierda a derecha y de arriba abajo:
los abuelos, doña Rosa y Rigoberto,
los marqueses, Recayetana y Roberto,
Remedios y Raúl, un chico muy majo.
Y esas dos pelusas de pelo bastardo
son el perro Ripio y el gato Ricardo.
Nota de prensa en que el marqués desmientelos malvados rumores de la gente
Como marqués de Rimaldi me toca
salir al paso de los chismorreos
y desmentir los rumores tan feos
que corren por ahí, de boca en boca.
Dicen que mi familia está majara
y que todos somos monstruos perversos,
¡y solo por hablar haciendo versos!
¡Ni que eso fuese una cosa tan rara!
Somos normales, sorbemos la sopa
y a veces nos hurgamos con el dedo,
y aunque empleemos sombreros de copa,
¡lo que nos llamen nos importa un bledo...!
Hablar con rimas, ya ves qué problema...
¡Ay, pero si la vida es un poema!
En nuestra tienda, «Rimaldi Anticuario»,
tenemos las últimas novedades
en las más selectas antigüedades
para este distinguido vecindario.
Este es nuestro infalible secreto:
¡ser antiguo no es lo mismo que viejo!
(Y, si nos permite un sabio consejo,
después de leer, ¡recicle el folleto!).
¿Fue de día o fue de noche?
¿Dónde habré aparcado el coche?
¿Adónde?, se me ha olvidado
porque soy muy despistado...
¡Pero si no tengo coche!
La verdad, seré sincero:
sí, yo tengo la memoria
más revuelta que una noria,
toda llena de agujeros,
¡parecida a un coladero!
De esta desmemoria mía,
mi consorte no se fía...
En el fondo no la culpo,
porque si me encarga