La física de las estrellas fugaces - Danniel Paraiso Da Silva - E-Book

La física de las estrellas fugaces E-Book

Danniel Paraiso Da Silva

0,0

Beschreibung

El tiempo siempre se ha considerado una línea. Lineal. Lógico. Inmutable. Pero esta no es una historia de lógica. Se trata de amor. De memoria. De decisiones que doblan el tejido del tiempo, aunque sea por un instante. En algún lugar entre la ciencia y la emoción, entre una estrella fugaz y un corazón que late, vivió Aster, una mujer hecha de ecuaciones y silencio. Y Riven, un hombre hecho de secretos y futuros posibles. Se conocieron no porque el tiempo lo permitiera... sino porque el amor decidió que no había línea que pudiera separarlos. Este no es un libro sobre el fin del mundo. Se trata de lo que queda cuando todo termina: un pliegue. Un nombre. Un sentimiento que se resiste al tiempo. Bienvenidos a la línea 319-Z. O como algunos prefieren llamarla... la línea donde el amor aprendió a quedarse.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 137

Veröffentlichungsjahr: 2025

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Derechos de autor

© 2025 por Daniel Paraíso

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, distribuida o transmitida en ninguna forma ni por ningún medio, electrónico, mecánico, fotocopia, grabación o de otro tipo, sin el permiso previo por escrito del autor, excepto en el caso de citas breves utilizadas en reseñas o revisiones críticas.

Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y acontecimientos son producto de la imaginación del autor o se utilizan de forma ficticia. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con acontecimientos reales, es pura coincidencia.

Introducción

El tiempo siempre ha sido considerado una línea.

Lineal.

Lógica.

Inmutable.

Pero esta no es una historia de lógica.

Se trata de amor.

Acerca de la memoria.

Sobre decisiones que doblan el tejido del tiempo, aunque sea por un instante.

En algún lugar entre la ciencia y la emoción,

entre una estrella fugaz y un corazón que late,

vivió Aster, una mujer hecha de ecuaciones y silencio.

Y Riven, un hombre hecho de secretos y futuros posibles.

Se conocieron no porque el tiempo lo permitiera…

pero porque el amor decidió que no había línea que pudiera separarlos.

Este no es un libro sobre el fin del mundo.

Se trata de lo que queda cuando todo termina:

un pliegue.

un nombre.

Un sentimiento que resiste al tiempo.

Bienvenido a la línea 319-Z.

O como algunos prefieren llamarlo…

la línea donde el amor aprendió a permanecer.

La física de las estrellas fugaces

Daniel Paradise

Dedicación

A los que aman entre los segundos,

A los que recuerdan con el corazón,

A aquellos que han oído el susurro del tiempo y han elegido escuchar.

Este libro es para aquellos que creen que algunas historias no comienzan en fechas,

pero en sentimientos.

Y ese amor —aunque duplicado, aunque fragmentado—

Siempre encuentra su camino entre las estrellas.

Para aquellos que ya esperaban lo imposible…

y decidió llamarlo hogar.

— Daniel Paraíso

Resumen – La física de las estrellas fugaces

• El diario del futuro

• Un nombre llamado Riven

• La llegada del colega

• El hombre que no sonríe

• Ecos de un tiempo que no es éste

• La segunda estrella

• Conversaciones que vinieron del viento

• El pliegue

• Cuando el ojo entiende primero

• La hipótesis del corazón

• Fragmentos de 319-Z

• La disonancia del amor

• Cuando el silencio vibra

• El lugar donde nada se midió

• La ciudad de las estaciones rotas

• La teoría de lo imposible

• El tiempo escrito en la piel

• El primer beso que no fue de esta línea

• La muerte de una versión

• Las páginas quemadas

• Sueños de inteligencia artificial

• Ethan investiga el Proyecto Ánfora

• El mapa del tiempo se desestabiliza

• Beso en el vórtice

• El otro lado

• El regreso al desierto

• El precio de la elección

• Fragmentos de lo inesperado

• Una estrella en tu bolsillo

• La Grieta Reacciona de Nuevo

• El nombre que falta

• El aliento de la paz

• CronoTarjetas

• La Biblioteca de las Ruinas

• El círculo completo

• El libro invisible

• Las estrellas que no caen

• Las otras versiones de nosotros

• El primer visitante de Liora

• Voces en Madeira

• La página que se escribe sola

• La canción silenciosa

• La segunda voz

• Las estaciones dentro de nosotros

• Una historia llamada After

• El nombre que aún no existe

• El primer aliento de la llama

• El legado invisible

• La Grieta Interior

• El regreso de una voz

• El encuentro de dos tiempos

• Un lugar llamado ahora

• El visitante sin nombre

• Las tres voces

• Fragmentos del futuro

• La Biblioteca de las Ruinas

• El círculo completo

• El libro invisible

• Las estrellas que no caen

• Las otras versiones de nosotros

• El primer visitante de Liora

• Voces en Madeira

• La página que se escribe sola

• La canción silenciosa

• La segunda voz

• Las estaciones dentro de nosotros

• Una historia llamada After

• El nombre que aún no existe

• El primer aliento de la llama

• El legado invisible

• Arco del personaje

• Agradecimientos

• Acerca del autor

Capítulo 1 – La llegada de Riven Hale

El cielo estaba absurdamente claro esa mañana, como si el universo estuviera observando en silencio.

Aster Vellman subió el empinado sendero hacia el Observatorio Celestis, entrecerrando los ojos ante el resplandor del sol que se reflejaba en la nieve en polvo. Incluso con sus botas presionando la grava helada y el frío cortándole la respiración, su mente estaba en otra parte, como siempre. Para ella el tiempo nunca había sido sólo una línea recta. Era una ecuación esperando ser resuelta.

Mientras cruzaba las puertas de la cúpula principal, olió ese mismo aroma antiguo y metálico de tecnología estancada y estrellas viejas. Un lugar donde el pasado y el futuro intentaron coexistir en silencio. Era su refugio.

Y esa mañana, ese refugio sería invadido.

—Aster, ¿ya conociste al nuevo físico? —preguntó Jun, saliendo del pasillo con una taza en sus manos y el cabello desordenado como si no hubiera dormido en días.

Ella arqueó una ceja.

—¿El reemplazo de Nakamura?

Jun asintió, señalando hacia la sala de reuniones.

—El Dr. Riven Hale. Llegó temprano. Y ya solicitó acceso a los archivos del Proyecto Chronos.

Aster se detuvo.

El Proyecto Chronos no era sólo un montón de código y simulaciones teóricas. Era… peligroso. Especialmente después de lo que pasó con Liam.

—¿Y se lo diste? —preguntó ella, intentando ocultar la tensión.

—No sin su permiso. Pero Elira parece muy entusiasmada con él.

Aster suspiró y se ajustó el abrigo. Estaba cansado de los recién llegados brillantes con egos inflados. Sin embargo, cuando abrió la puerta de la sala de reuniones, se quedó sin aliento por un segundo.

Estaba de espaldas, mirando el cielo a través del panel transparente del techo curvo. Postura alta y tranquila, un mechón de cabello cayendo sobre su frente. Cuando se dio la vuelta, sus miradas se cruzaron. Y fue como si algo en el tiempo… se tambaleara.

—“Doctor Vellman.” —dijo. Su voz era baja y precisa. —Es un honor. Llevo mucho tiempo esperando esta reunión.

Aster no se comunicó de inmediato. Había algo mal. Nadie lo dijo en ese tono. No el primer día.

—He oído hablar de usted, Dr. Hale. —respondió ella fríamente.

—Riven, por favor. —Sonrió, pero había algo en esa sonrisa… como si escondiera anhelo.

Él sabía quién era ella. Quizás incluso más de lo que debería.

Mientras Elira hacía las presentaciones formales, Aster apenas podía oír. Ella lo miró como si tratara de recordar un viejo sueño, un rostro familiar en un lugar desconocido.

Y entonces, cuando Riven recibió la credencial de acceso, Aster escuchó su propia voz, suave, susurrando dentro de su mente: “Este es el principio. Ten cuidado.”

Pero esa advertencia no había venido de ella. No exactamente.

Esa misma tarde, cuando llegó a su oficina y encendió la consola de datos, encontró un sobre arrugado sobre su escritorio.

Sin remitente. Sin fecha.

En el interior, un diario. La primera página manuscrita:

“Aster, no puedes enamorarte de Riven Hale. Por favor. Esta vez no.”

Capítulo 2 – Primer contacto con el diario

Aster no estaba respirando. Me quedé mirando la letra irregular, como si el papel pudiera explotar en cualquier momento.

Ella leyó la frase de nuevo, en silencio:

“Aster, no puedes enamorarte de Riven Hale. Por favor. Esta vez no.”

Su corazón latía más rápido. La advertencia fue demasiado íntima. Lo necesito tanto

¿Y qué fue lo que más la asustó?

Era la carta.

Parecia de ella.

No exactamente. Había temblores, matices más maduros, una presión de alguien que escribe con dolor. Pero el patrón era inconfundible. Como si una versión mayor de ella misma hubiera escrito esas palabras.

Aster cerró la puerta y llevó el diario a su banco de trabajo. Pasó la página con cuidado.

23 de febrero de 2052

Ya deberías haber abierto el diario. Tal vez estoy sintiendo lo que sentí la primera vez que vi esa cara. Quizás estés luchando con la absurda sensación de déjà vu.

Sí, Aster. Él ha vuelto.

Riven Hale.

Aster palideció. ¿2052? Eso ocurrió 10 años en el futuro.

Ella continuó leyendo:

No confíes en él. Al principio no.

Él no es tu enemigo. Pero tampoco es sólo un científico.

Él guarda algo.

Si interactúas con él ahora, el Proyecto Chronos se activará antes de tiempo.

Y morirás.

¿Y la peor parte? Liam muere de nuevo.

Ella apartó el diario con los ojos fijos en el vacío.

“No puede ser real.”

Pero las palabras estaban allí. Escritos. Casi vivo.

No tienes que creerlo

Sólo tienes que escucharme.

El dolor que sientes ahora…

Ya lo he sentido.

No te enamores de él.

Esta vez no.

Ella cerró el diario de golpe.

No importa lo absurda que fuera la idea, no importa lo loca que pareciera…

Algo dentro de ella creyó.

Aster se llevó el diario a casa. Evitaba hablar con Jun, con Elira, con cualquiera. Ella necesitaba silencio.

Se sentó en el suelo del porche, con el cielo encima como una manta cargada de estrellas, y pasó las páginas una por una. Algunos estaban en blanco. Otros contenían pasajes inconexos: ecuaciones, frases como ecos lejanos. Un nombre surgió más de una vez: Ánfora.

Ella recorrió Internet y los archivos del observatorio. Nada.

Pero entonces su consola brilló. Un mensaje de Jun:

[JUN]

Oye, ¿has visto el nuevo físico? Encantador y un poco siniestro, ¿verdad?

Esta mañana había solicitado acceso al proyecto “Ânfora”.

¿Qué carajo es esto?

La sangre de Aster se heló.

Riven estaba conectado a eso. Y “ella” -la voz del futuro-lo sabía.

Cerré la consola. Volvió a mirar el diario.

—¿Qué quieres que haga si ya estoy empezando a sentir algo que no pedí? —murmuró.

El cielo de arriba fue cortado por una estrella fugaz.

Y Aster sintió que no era una señal común y corriente.

Ya era hora… de caer.

Capítulo 3 – El Observatorio Celestis y el Proyecto Chronos

La luz azul de los monitores invadió la sala de control como un resplandor fantasmal. Había algo en el silencio del Observatorio Celestis que parecía más vivo durante la noche que durante el día. Las máquinas susurraban algoritmos y predicciones en una danza digital constante, como si percibieran que algo importante estaba por suceder.

Aster escribió rápidamente, analizando los hits registrados en las últimas 48 horas. Riven había iniciado sesión en la base de datos del Proyecto Chronos a las 3:11 a. m. Horario inusual. El momento en el que normalmente soñaba con el pasado o evitaba soñar.

—Trabaja hasta tarde, Dr. Vellman. —dijo la voz masculina detrás de ella, firme y casual.

Ella se giró lentamente.

Riven estaba allí, con expresión serena, una taza humeante en sus manos y sus ojos como si escondieran constelaciones.

— “O llegas demasiado temprano.” —Respondió Aster, apartando rápidamente la mirada de la pantalla.

— “La curiosidad científica no entiende de relojes.”

—“Has solicitado acceso al Proyecto Chronos.”

— “Y me lo dieron.” —respondió tomando un sorbo de café. —Pero no todo. Parte del proyecto está bloqueado. Hay restricciones de alto nivel. ¿Sabes algo al respecto?

Ella no respondió. Sus dedos se detuvieron sobre el teclado.

—El Proyecto Chronos lleva años en desarrollo. Y aún es solo una teoría. —dijo secamente.

—Nada probado. Ninguna simulación viable.

—“¿O… ninguna revelada?” — sonrió, con ese sutil tono burlón.

Aster se puso de pie.

—¿Quieres apresurar un proyecto que apenas entendemos? Me parece peligroso.

Riven la observó por un momento demasiado largo.

—Puede ser. Pero… ¿y si la única forma de prevenir una tragedia es activarlo?

Ella sintió un escalofrío.

Él la estaba poniendo a prueba. Ella estaba segura. Pero ¿qué sabía exactamente?

—¿Qué es exactamente lo que intentamos evitar? —preguntó ella, con un tono de desafío en su voz.

Riven se acercó más. Sus ojos no eran arrogantes, sino intensamente cargados de algo más profundo. Algo casi… doloroso.

—La caída de todo lo que conocemos. Incluyéndote a ti.

Aster se congeló.

Riven, dándose cuenta del impacto de sus palabras, simplemente agregó en un tono más bajo:

—Pero creo que aún tenemos tiempo.

Ella quería preguntarle qué quería decir con eso. Pero una parte de ti ya lo sabía.

El diario, los avisos, la escritura familiar. Todo parecía una danza calculada de eventos predestinados.

Ella apagó la pantalla.

— “Si quieres saber más sobre Chronos… estudia los registros de Liam Vellman.”

—¿Tu hermano?

—Él sabía más que nadie aquí. Y murió por ello.

Antes de que Riven pudiera responder, las luces parpadearon.

Una interferencia.

Aster se giró hacia la central eléctrica y notó algo extraño: la IA Anya estaba activando una antigua secuencia de archivos por sí sola.

ARCHIVO RESTAURADO: CR_03_LV

Nombre del creador: Liam Vellman

Título: “El tiempo es amor en movimiento”

Riven dio un paso adelante.

— “Creo que acabamos de encontrar la primera pieza.”

Aster respiró profundamente.

Ya no se trataba de ciencia.

Se trataba de la memoria, del destino y de algo que ni siquiera las fórmulas podían explicar:

un amor que quizá ya había sucedido… y estaba volviendo.

Capítulo 4 – Señales entre las estrellas

Las estrellas parecían más agitadas esa noche. No es que cambiaran de posición, por supuesto, pero había algo en la frecuencia de los datos que pulsaban en las pantallas que hacía que Aster sintiera que el universo estaba… inquieto.

Estaba analizando los espectros de luz de una anomalía detectada en la constelación de Casiopea. Un pico de radiación apareció de la nada y desapareció en cuestión de segundos. Normalmente esto no la alarmaría. Pero el problema es que el diario predijo eso. Exactamente: Cassiopeia ilumina una cicatriz. 2:46 a. m. Anya lo grabará antes de que lo veas.

Eso fue exactamente lo que pasó.

Aster se puso de pie y comenzó a caminar en círculos en el centro de la sala de análisis.

— “Eso es imposible…” — murmuró para sí misma.

La puerta crujió. Jun entró con una carpeta de informes, con los ojos hundidos y la expresión como si hubiera dormido lo suficiente para seguir funcionando, nada más.

—¿Apareció de nuevo la señal? —preguntó tirando los papeles sobre la mesa.

—“Más intenso. Y… predecible.” —mostró el diario.

Jun leyó sin ocultar su sorpresa.

—¿Esto fue escrito antes de la lectura?

—Lo dejaron en mi escritorio antes de que conociéramos a Riven.

Jun se rascó la cabeza.

— O bien te están siguiendo… o alguien está alterando el tiempo y dándote un spoiler de la realidad.

—La segunda opción, aunque absurda, parece más coherente.

Él se rió nerviosamente.

—Aster, esto no es solo un diario. Es un mensaje en cámara lenta. Una transmisión codificada en papel.

—¿Y para quién? ¿Para mí? —replicó ella, señalando la letra.

Jun dudó.

—Quizás… por ti en otra línea temporal. O…

Aster miró el cielo a través de la cúpula transparente. Casiopea aún brillaba con su elegancia torcida, pero algo en ella se sentía… fuera de lugar.

—¿O qué? —preguntó ella sin mirarlo.

—O por él. Por Riven.

El nombre resonó en el silencio.

—¿Crees que vino del futuro?

—No lo sé. Pero apareció al mismo tiempo que el diario. Y… Aster… ¿te has fijado en cómo actúa contigo? ¿Como si ya supiera todas las respuestas antes de que las digas?

Ella quiso decir que era paranoia. Quería decir que esto fue coincidencia, encanto, química. Pero una parte de ti lo sabía. Había algo en Riven que rompió sus defensas.

Antes de que pudieran continuar, AI Anya interrumpió:

Nueva lectura de anomalía. Sector orbital 73-A. Forma irregular, sin patrón conocido. Trayectoria… aproximándose a la Tierra.

Jun se congeló.

Aster se dirigió al panel. La imagen se formó en tiempo real: una especie de cometa, pero con una ruta inteligente. Como si viniera… en busca de algo.

O de alguien.

Ella abrió el diario. Se había escrito una nueva página, pero estaba segura de que todavía estaba en blanco desde la noche anterior.

“No es un cometa. Es la grieta.

El primero.

“Aquí el tiempo empieza a ceder”.

Aster cerró el diario. Miró a Jun. Luego al cielo.

—Si es cierto… el tiempo nos está poniendo a prueba. Y quiere ver quién se quiebra primero.

Capítulo 5 – Jun y las anomalías de datos

El laboratorio de análisis de datos era el único espacio del observatorio que nunca dormía. Ni siquiera durante los apagones del invierno, ni siquiera en las noches en las que todos estaban en casa. Siempre había algo que se estaba calculando, algo que intentaba darle sentido al universo.

Jun estaba rodeado de ocho monitores, cables colgando como enredaderas digitales y tres tazas vacías apiladas junto al teclado. Sus ojos brillaban, no de cansancio sino de emoción.

Aster entró y dejó escapar un suspiro.

—¿Te quedaste aquí toda la noche?

— “El tiempo no espera nada, ¿recuerdas?” —respondió, escribiendo frenéticamente. —¿Y adivina qué encontré?

Ella cruzó sus brazos.

— “¿Una explicación científica y racional para una ruptura temporal que proviene de Casiopea?”

Jun abrió un gráfico en la pantalla central.

- “Casi.”

Aparecieron líneas onduladas: patrones de radiación, pulsos magnéticos, frecuencias gravitacionales.

—Estas señales… ya han ocurrido. Tres veces. En 1999, 2009 y 2019. Cada diez años, la misma secuencia de datos, el mismo rastro de partículas.

Aster se acercó, atento.

—¿Y qué pasó en esos años?