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Cada vez que dialogamos con otra persona es una oportunidad única para ejercer nuestra influencia. La mejor manera de lograrlo es conocer los mecanismos psicológicos ocultos que operan en toda conversación. Aumentar nuestro nivel de conciencia sobre estos mecanismos nos pondrá en contacto con lo que Enric Lladó denomina La fuerza interior. Una extraña y poderosa fuerza, que está siempre disponible para todos, y a la que vale la pena liberar porque nos va a empujar hacia una vida útil y llena de sentido.
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Seitenzahl: 71
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Categoría: Directivos y líderes
Colección: Biblioteca Enric Lladó
Título original: La fuerza interior. De la impotencia a la influencia.
Primera edición: Marzo 2023
© 2023 Editorial Kolima, Madrid
www.editorialkolima.com
Autor: Enric Lladó Micheli
Dirección editorial: Marta Prieto Asirón
Maquetación de cubierta: Valeria Hernández
Maquetación: Carolina Hernández Alarcón
ISBN: 978-84-19495-37-2
Producción del ePub: booqlab
No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares de propiedad intelectual.
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DEL PODER
DOS CONVERSACIONES
LA CONVERSACIÓN POLÍTICA
HEGEMONÍA
EL POLLO
LA PUGNA
LAS FORMAS DEL PODER
POSICIÓN E INTENCIÓN
EN EL INSTANTE
SINTONÍA
ACUERDO VIOLENTO
DE LA AMENAZA
AGRESIÓN
ALTO RIESGO
ESCALADA
EL DISFRAZ
DISCUSIÓN
MICRO-AMENAZAS
CRISTALES ROTOS
VOLAR EL PUENTE
PRUDENCIA
ÚLTIMO RECURSO
AUTODESTRUCCIÓN
IMPOTENCIA
PODER EXÓGENO
COLAPSO
DE LA SEDUCCIÓN
EL TRATO
EL CACHONDO
EL SIMPÁTICO Y EL EMPÁTICO
IGUALDAD
DESENCANTO
INTERCAMBIO
EQUILIBRIO DE NASH
FORTALEZA Y DEBILIDAD
EXÓGENO Y ENDÓGENO
ESTANCAMIENTO
DE LA EMPATÍA
ASÍNTOTA
EL IMPERTINENTE
MÁXIMO POTENCIAL
TENDER PUENTES
NO RETORNO
DECIR NO
SUMISIÓN VERBAL
SILENCIO
EL COBARDE Y EL PASOTA
LA PAELLA
MIEDO A LA VERDAD
AGUA Y FUEGO
DESCONCIERTO
FORTALEZA
PODER ENDÓGENO
PODER PERSONAL
AUTENTICIDAD
DE LA FE
ATRAPAR AL CABALLO
PROFECÍA AUTOCUMPLIDA
PERROS Y GATOS
NO HACER NADA
CONSISTENCIA
EL LUGAR CORRECTO
LO INVISIBLE
DEPENDENCIA
EL HOMBRE MÁS PODEROSO DEL MUNDO
QUIÉN POSEE A QUIÉN
CORRUPCIÓN
BOBBIES
RENUNCIAR AL PODER
FUERZA
DETERMINACIÓN
DE LA UNIDAD
TRANSPARENCIA
SINERGIA
EQUIPO
LAS DOS GORRAS
COCHE NUEVO
TRASCENDENCIA
CONGRUENCIA
DE LA MANIPULACIÓN
FÁSMIDOS
EL COJO
INTROSPECCIÓN
LA FACHADA
AUTOENGAÑO
EL LADO OSCURO
Si alguien nos dice: «Eres un imbécil», lo normal será que no nos siente demasiado bien.
Habitualmente contratacaremos: «El imbécil eres tú».
Es muy probable que el otro siga en la misma línea y responda con más agresividad.
Si la escalada continúa, podemos acabar muy mal.
Un lío enorme a consecuencia de una equivocación común y muy peligrosa: confundir el mundo de las palabras con el mundo real.
En el fondo pensamos que por el hecho de que el otro nos llame imbéciles nos está convirtiendo efectivamente en imbéciles.
Imaginemos ahora que esa misma persona nos dice esas mismas palabras en el mismo momento y el mismo lugar, pero con una diferencia.
Supongamos que justo antes nos hemos enterado de que hemos ganado cien millones en la lotería.
¿Habrían producido sus palabras el mismo efecto en nosotros?
Desde semejante estado de euforia interior, nos hubieran resbalado. Probablemente hasta habríamos sentido pena por el tipo.
Las palabras no son la realidad, son solo palabras y además se las lleva el viento.
Nadie tiene ningún poder para dominarnos o para convertirnos en imbéciles a través de ellas.
Salvo que nosotros se lo otorguemos.
Mi hermana suele contar que cuando de pequeños nuestros padres nos regañaban, ella se quejaba y discutía mucho pero al final acababa obedeciendo. Mientras que yo me mostraba sumiso, pero luego acababa haciendo lo que me daba la gana.
El ejercicio del poder es un proceso que atraviesa tres mundos.
Por un lado está el mundo exterior. Este es el mundo real.
Por otro lado está nuestro mundo interior, que en parte es real y en parte solo fantasía. Aunque a veces resulte difícil distinguir una parte de la otra.
Finalmente, conectando mi mundo interior con el mundo exterior, está el mundo de las palabras. Este ya es un mundo completamente virtual. Puro código flotando en el aire.
Querer dominar en el mundo de las palabras puede ser consecuencia de sentir en nuestro interior que no tenemos escapatoria.
Mostrarnos sumisos verbalmente no implica necesariamente que luego vayamos a obedecer.
Son tres mundos diferentes y lo que ocurre en uno de ellos puede llegar a ser lo contrario a lo que ocurre en otro.
Confundir estos tres mundos conduce a la impotencia.
La clara distinción entre ellos es la base sobre la que se sustenta el poder efectivo.
Varios directivos discuten acaloradamente en la reunión del Comité ejecutivo de una importante multinacional.
Si escuchamos lo que dicen, pensaremos que se están enfrentando entre ellos porque les preocupa el futuro de la compañía.
Esta es la conversación aparente.
Pero si indagamos bajo la superficie, encontraremos algo más que no es tan evidente y que sin embargo está ahí de manera implícita.
Nos daremos cuenta de que en profundidad la conversación es otra.
En el fondo están discutiendo acerca de quién tiene más poder.
Esta es la conversación política.
El jefe no le habla a su colaborador del mismo modo en que este le responde.
El alumno no le habla de la misma manera al maestro cuando considera que ya no tiene nada que enseñarle.
No le hablamos igual a nuestra pareja cuando estamos enamorados que cuando queremos separarnos de ella.
La forma en la que hablamos a los demás sugiere implícitamente la relación de poder que queremos establecer con ellos.
O nos posicionamos por encima mostrándonos dominantes, o bien nos posicionamos por debajo mostrándonos sumisos, o nos posicionamos al mismo nivel como iguales en poder.
Un reputado científico ha sido invitado a una pequeña universidad para explicar sus últimos descubrimientos.
Habla desde el estrado, sentando cátedra y ocupando casi todo el tiempo disponible. Su posicionamiento es claramente dominante.
La audiencia le escucha y le pregunta desde la sumisión absoluta. Nadie ofrece resistencia alguna a sus explicaciones.
El evento es un éxito total.
Cuando el otro acepta nuestro posicionamiento, la conversación política será pacífica, mínima, y habitualmente transcurrirá a nivel subconsciente.
Se limitará a pequeñas señales no verbales, como el tono de voz, la postura, algunos gestos, etc.
En estos casos, la conversación aparente podrá mantenerse de forma fluida y constructiva. Al menos aparentemente.
De nuevo todos juntos por Navidad.
Y de nuevo mis dos primos discutiendo.
Esta vez el tema es si el pollo ecológico es realmente ecológico o es solo puro marketing.
Obviamente el asunto es lo de menos. La discusión estalló cuando uno de ellos dijo algo así como que «…hay mucha ignorancia y la gente se cree todo lo que pone en las etiquetas…».
Aunque realmente no se refería a nadie en concreto, en cuanto sus ojos pasaron de refilón sobre el otro, le hicieron saltar como un muelle.
Parece que esto es un clásico navideño en muchas familias: sobre la mesa un buen pollo asado y en la conversación otro enorme pollo.
Cuando el otro no acepta nuestro posicionamiento, la conversación política se utilizará para luchar por el poder.
Y si la pugna continúa, esta conversación política se irá haciendo cada vez más explícita, emergiendo gradualmente de la profundidad a la superficie.
Las señales no verbales se irán haciendo más estridentes y algunas palabras, como «no» o «sí, pero», serán cada vez más frecuentes.
La conversación política puede llegar a ocupar completamente el espacio que antes llenaba la conversación aparente: «Tú no eres quién para opinar sobre esto», «Tú harás lo que yo te diga», «Más vale que me hagas caso, o de lo contrario….».
Sea cual sea la intensidad de la lucha política, siempre dificulta el avance de la conversación aparente e incluso puede llegar a impedirla por completo.
Los unos no pueden aceptar los argumentos de los otros, por razonables que sean.
Simplemente porque aceptarlos también significaría aceptar la relación de poder que les están tratando de imponer.
Mantener mi opinión respecto al pollo ecológico se convierte así en un acto político. Porque significa rechazar que el otro sea más listo y que yo esté por debajo.
Y es por esto que el control de una situación interpersonal jamás lo encontraremos en los argumentos de la conversación aparente, sino en el ejercicio del poder en la conversación política.
Tres son las formas esenciales de ejercer el poder en la conversación política.
La primera es amenazar.
La segunda es seducir.
La tercera es empatizar.